Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesSesión del 19 de noviembre de 1914 Sesión del 23 de noviembre de 1914Biblioteca Virtual Antorcha

CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA

Compilador: Florencio Barrera Fuentes

SESIÓN DEL 21 DE NOVIEMBRE DE 1914 CELEBRADA EN SAN LUIS POTOSÍ
Crónica del periódico La Convención, publicada en su edición del día 24 de noviembre de 1914


Convocados por el general Roque González Garza, se reunieron el sábado en la tarde los miembros que constituyen la Comisión Permanente de la Convención Revolucionaria, en el salón de sesiones de la Legislatura local, sito en el Palacio de Gobierno.

Reunidos gran número de convencionistas en el suntuoso local, los que pertenecen a la Comisión Permanente tomaron asiento en la plataforma, quedando el resto en el salón, juntamente con numerosas personas que presenciaron la sesión.

El coronel Enrique Paniagua usó de la palabra para excitar a los miembros de la Comisión Permanente, que acudan puntualmente en las horas señaladas para que las sesiones de la Comisión puedan celebrarse en los días y horas fijadas. Y dirigiéndose a la Mesa, le sugirió que conminara a los miembros de la Comisión Permanente, llamándolos al cumplimiento del deber, y, en caso de que así no lo hicieran, propuso que los nombres de los faltistas fuesen publicados en la prensa.


DISCUSION DE UN ACTA

Cerca de las cinco de la tarde el general González Garza declaró abierta la segunda sesión de la Comisión Permanente.

El secretario, coronel Vito Alessio Robles procedió a dar cuenta con el acta de la sesión anterior. La puso a discusión, y entonces surgió una empeñada discusión.

El mayor Dionisio Marines impugnó el acta, por no contener las frases que él pronunció en la última sesión celebrada en Aguascalientes. El coronel Enrique W. Paniagua vino en su apoyo sosteniendo que las actas están concebidas en términos tan concisos, que es imposible saber por ellas lo que ha ocurrido en las sesiones.

El secretario Alessio Robles, aludido por los delegados anteriormente mencionados, terció en la discusión y explicó lo que debe considerarse por acta, sosteniendo que en esta clase de documentos no debe constar palabra por palabra, gesto por gesto, cuanto ocurra en las sesiones, pues las actas no son sino una minuta, guía o índice que señale el curso de las discusiones y la actitud de los que intervengan en los debates. Y terminó recordando que para mayores detalles, para conocer finalmente los conceptos de los oradores, debería acudirse al Diario de los Debates.

El general González Garza hizo algunas pertinentes explicaciones, con las cuales se estuvo conforme el coronel Paniagua. Luego, el secretario Alessto Robles répitlo en parte sus anteriores explicacione§, y en el curso de su peroración, calificó al mayor Marines como el Bulnes de la Convención; elogió su talento e hizo mención de que se educó en la Universidad de Boston.

El mayor Marines no estuvo conforme con que se le llamara Bulnes, rechazó airado el epíteto y esto dio motivo para que el teniente coronel Castillo Tapia pidiera la palabra, deseando rectificar un hecho que él calificara de histórico. No se le concedió la palabra, a causa de que se discutía el acta de una sesión de la Comisión Permanente, y el Presidente consideró que sólo a sus miembros y a los que hubieran tomado participación en la sesión a que se hacía referencia, competía discutirla.

Tal decisión fue causa del otro incidente entre el presidente y el teniente coronel Castillo Tapia, y la discusión continuó.

Hablan nuevamente los delegados Marines, Gallegos, Vito Alessio, Paniagua, y al fin, el general González Garza le pone término: ordena que se pregunte si con las adiciones propuestas por Marines, se aprueba el acta, y por mayoría de votos quedó aprobada.


EL BULNES DE LA CONVENCION

Luego el general González Garza sometió a la consideración de la Asamblea este punto: si al discutirse una cuestión referente a sesión anterior, y en la que no hubieran tomado parte ciertos delegados que no figuren en la Comisión Permanente, debería permitírseles terciar en la discusión. La opinión de los presentes, en su mayoría, estuvo conforme en que tenían derecho todos los delegados de tomar participación en todos los debates.

Obtuvo el uso de la palabra el teniente coronel Castillo Tapia, para aclarar aquel hecho histórico de que antes hizo mención.

Refiriéndose Castillo Tapia a que el mayor Marines rechazó con horror el calificativo que le dirígiera Alessio Robles, hizo un caluroso elogio de Bulnes.

Esto provocó una enérgica protesta por parte de Marines, que ni política, ni intelectualmente, admite ser comparado con Bulnes.


VITO ALESSIO ENTREGO A VITO ALESSIO

La Secretaría anunció que iba a dar cuenta con los asuntos en cartera, pero antes, el coronel Paniagua y el capitán Piña pidieron que se diera cuenta con los asuntos que de la Convención recibió la Comisión Permanente, y la respuesta de la Secretaría es causa de una nueva discusión -dijo la Secretaría-. El Secretario de la Convención, Vito Alessio Robles, entregó todos los asuntos que obraban en poder de la Secretaría, a Vito Alessio Robles, Secretario de la Convención Permanente.

Tal explicación no satisfizo a Paniagua, a quien pareció extraño que Vito Alessio le entregara al propio Vito Alessio, en vez de haberlo hecho al otro secretario, coronel Berlanga. Alessio Robles contesta que no pudo entregarle, porque Berlanga no había llegado a esta ciudad.

Luego, el general Lugo interviene en la discusión. Sostiene que desde el momento en que no existe un inventario, nadie podrá afirmar que la Secretaría de la Convención haya sido entregada. Pide que se haga ese inventario, única forma legal; y el capitán Piña, en previsión de la falta de alguno de los secretarios, propone que se elija un pro secretario. La presidencia, después de afirmar que todos los documentos que fueron recibidos en la Convención han sido devueltos por las Comisiones dictaminadoras y están ahora en poder de la Secretaría, la Comisión Permanente manifestó que iban a someterse a la decisión de la Asamblea dos cuestiones: primera: si son de nombrarse dos prosecretarios, para cubrir las faltas temporales o absolutas de los secretarios, y, segunda, si deben designarse los miembros de las Comisiones dictaminadoras, encargadas de poner en estado de dictamen los diferentes asuntos que están pendientes de resolución.


NOMBRAMIENTO DE DOS PRO SECRETARIOS

Teniendo en cuenta el reducido número de los miembros de la Comisión Permanente, agregó el general González Garza, debería estudiarse si esta segunda proposición se resolvía en la forma siguiente: que fuese una sola Comisión ponente, y cuyos miembros, cada uno iría estudiando los diferentes asuntos que hay en cartera.

La Asamblea aprobó el nombramiento de los dos prosecretarios; inmediatamente se procedió a elegirlos por escrutinio secreto, y el resultado de la votación dio el triunfo a los señores Saúl B. Gallegos y Manuel Zevada, el primero de los cuales desde luego pasó a ocupar la vacante del coronel Berlanga.

En seguida se pasa a considerar si es de nombrarse el personal de las Comisiones dictaminadoras, cuántas deben ser éstas, o si sólo será una Comisión, integrada por todos los miembros y que se llamará Comisión Ponente.

Gutiérrez de Lara, en vista de que son pocos los miembros de la Comisión Permanente, motivo por el cual no podrían quedar integradas todas las Comisiones, propone que se acepte la segunda idea. Zevada amplía esta proposición; señala la conveniencia de que todos los presentes sean ponentes y los negocios les sean turnados por riguroso orden numérico. Vito Alessio propone que la Comisión Ponente se componga sólo de cinco miembros, únicos que estudiarán los asuntos, cuya resolución será confiada a la Convención en pleno.

Pero el capitán Piña no está conforme: sugiere la formación de varias Comisiones, integradas por tres miembros, y en la inteligencia de que de cada dos Comisiones dictaminadoras se formará una sola, por ejemplo: Comunicaciones y Fomento, etc.


COMO PODRIAN QUEDAR LAS COMISIONES

Zevada insiste en que cada delegado debe avocarse el conocimiento de un asunto, forma en que éstos podrán resolverse con mayor eficacia y conciencia. Paniagua es de opinión que deben formarse varias Comisiones dictaminadoras; indica que éstas pueden ser cuatro solamente, formadas por cuatro miembros cada una, y señala cómo podrían quedar: verbi gratia: Comunicaciones y Fomento, Guerra y Hacienda, Instrucción Pública y Justicia, Relaciones y Gobernación.

Gutiérrez de Lara le interrumpe: ha olvidado una Comisión de grande importancia: la de Programa.

La Asamblea, integrada sobre el particular, rechaza que se forme una sola Comisión Ponente. Acepta que se nombren varias Comisiones dictaminadoras, y en vista de tal decisión, los señores Paniagua, Lugo, García Aragón, Luis González, García Balderrama, Gutiérrez de Lara y otros, proceden a formar un proyecto, y en él indican qué personal deberá constituir las diferentes Comisiones, que serán en número de diez, en la siguiente forma.

Relaciones Exteriores: José Inocente Lugo, Roque González Garza y Alejandro Aceves.

Gobernación: Martín Espinosa, Guillermo García Aragón y Miguel A. Peralta.

Fomento: Vito Alessio Robles, Daniel Ríos Zertuche y Mauricio Contreras.

Instrucción Pública: Dionisio Marines, Felipe Gutiérrez de Lara y Saúl B. Gallegos.

Justicia: Daniel Ríos Zertuche, Felipe Gutiérrez de Lara y José I. Lugo.

Hacienda: Saúl B. Gallegos, Esteban Márquez y Alberto B. Piña.

Comunicaciones: Manuel Zevada, David G. Berlanga y Enrique W. Paniagua.

Guerra: Martín Espinosa, Esteban Márquez y Guillermo García Aragón.

Poderes: Carlos de la Vega, Luis González y Dionisio Marines.

Programa: José Inocente Lugo, Felipe Gutiérrez de Lara, Manuel Zevada, Daniel Ríos Zertuche, Roque González Garza, David G. Berlanga, Enrique W. Paniagua, A. García Balderrama, Luis González, Guillermo García Aragón y otros, hasta incluir a todos los miembros de la Comisión Permanente.


COMO SE FORMARON LAS COMISIONES

La Secretaría dio cuenta con la anterior iniciativa, que puesta a discusión, fue fundada por el coronel Paniagua, quien, explicando el criterio que se siguió para formar el personal de cada una de las Comisiones, dijo que se había procurado conservar en sus puestos a los que ya constituían las Comisiones anteriores, y sólo los faltantes habían sido cubiertos por los demás miembros de la Comisión Permanente.

El coronel Alessio Robles, refiriéndose a la Comisión de Programa, recordó que según acuerdo tomado por la Convención, deberían reservarse dos puestos a los representantes del Ejército Libertador. Ríos Zertuche habló en pro de la iniciativa: consideró innecesario reservar ningún puesto, por que para cuando vengan los delegados del Ejército Libertador, ya estará presentado el proyecto relativo y en la discusión que provoque, indudablemente que podrán tomar activa participación los delegados de que se trata. Uno de los miembros de la delegación zapatista pide se incluyan en la Comisión de Programa a los señores Soto y Gama y Paulino Martínez, a lo que se opone Gutiérrez de Lara, recordando que esos señores no forman parte de la Comisión Permanente, con cuyos miembros únicamente podrán formarse las Comisiones dictaminadoras. Paniagua hizo notar que no se trataba de una Comisión nueva, sino de la que ya existía, por acuerdo expreso de la Convención, que reservó dos lugares para los representantes del Ejército Libertador, y el general Leobardo Galván pidió que al discutirse particularmente cada uno de los proyectos relativos al Programa, se permitiera a los delegados del Ejército Libertador tomar parte en esas discusiones, a lo que el Presidente respondió que no era necesario acordar nada a ese respecto, puesto que todos los miembros de la Convención tienen derecho de concurrir a esas discusiones, hacer presentes las observaciones que gusten, y lo único que les está vedado es el voto, pero que tienen voz en todos los asuntos.

Paniagua, Alessio Robles, Zevada, Lugo, Piña, García Aragón y casi todos los demás delegados, entran al debate, y al cabo se llega a considerar agotada la discusión. Se procede a la votación económica, y de los dieciséis miembros de la Comisión Permanente, ocho votaron por la afirmativa y ocho por la negativa. En vista del empate el Presidente declaró que continuaba la discusión.

El general Samuel Santos, indicó que la cuestión podría ser resuelta de dos modos: o bien repitiendo la votación, esta vez nominal, o bien por medio del voto del Presidente, que en esta ocasión lo tenía doble, a causa del llamado voto de calidad. Y después de otra discusión, la Secretaría procedió a recoger el voto de los delegados, y nuevamente en votación nominal esta vez, ocho convencionistas, optaron por la afirmativa, y los otros ocho por la negativa. Por segunda vez se obtuvo empate.

Entonces, el general Santos aconsejó se recurriese al voto de calidad. Se discutió este punto, y a la sazón, llegaron dos delegados: los señores Berlanga y Peralta, que en la votación económica que vino a continuación, tomaron parte, y el resultado que se obtuvo fue el mismo obtenido anteriormente: nueve delegados en pro, y nueve en contra.

Entonces, el Presidente González Garza dejó su puesto al Vicepresidente Gutiérrez de Lara, pero el general Lugo protestó: dijo que el señor González Garza ya había indicado la forma de su voto, y seguramente iba a continuar defendiéndolo, no obstante que ya estaba agotada la discusión.

Este aserto provocó nuevo incidente entre los dos convencionistas expresados, y así que el señor González Garza explicó su conducta, el general García Aragón propuso que la sesión se suspendiera, lo cual se hizo a las 9 p.m.

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