Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesSegunda Junta Preliminar celebrada el día 12 de octubre de 1914 Segunda parte de la Reanudación de la Segunda Junta Preliminar correspondiente al día 12 de octubre de 1914 en la ciudad de AguascalientesBiblioteca Virtual Antorcha

CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA

Compilador: Florencio Barrera Fuentes

REANUDACIÓN DE LA SEGUNDA JUNTA PRELIMINAR CORRESPONDIENTE AL DÍA 12 DE OCTUBRE DE 1914 EN LA CIUDAD DE AGUASCALIENTES
Primera parte

SUMARIO

Continúa la discusión de credenciales.- Aclaraciones del C. Obregón sobre algunas personas que no consideren dignas de pertenecer a la Asamblea.- Lectura de credenciales otorgadas a los representantes.- Se desecha la credencial expedida por el C. Ricardo Cordero.- El C. Félix Ortega presenta acusación contra el C. Cornejo, que fue defendido por el C. Obregón.- Se discute la personalidad del C. Bringas.- Por aclamación resultan aceptados los CC. generales que se representan a sí mismos.- El general Angeles propone que se invite a los generales que sirven a las órdenes de los CC. Maytorena y Zapata.- Se aceptan los gobernadores.- Se aprobó que el jefe político del Distrito Sur de la Baja California tiene derecho de estar representado en la Asamblea.- Se nombró una comisión para recibir a la delegación zapatista, y regresó informando que no se trataba de una delegación sino de un general zapatista que prometió concurrir el día siguiente.

PRESIDENCIA DEL C. GENERAL ANTONIO I. VILLARREAL


A las 4.10 p.m., habiendo en el salón el número competente de ciudadanos delegados, se reanudó la sesión.

El C. Obregón:

Pido la palabra para una aclaración.

En la lista que han llamado, hay algunas personas que, en mi concepto, no deben considerarse con derecho a concurrir a esta Asamblea; una de ellas es el señor Juan Neri, que ni es general, ni es gobernador, que fue invitado a la Convención de México, y por eso figura en la lista; pero es nada más teniente coronel, jefe de la artillería del Cuerpo de Ejército del Noroeste, y, por lo tanto, creo que no tiene ningún derecho.

El C. secretario:

La Secretaría informa que aquí está anotado; pero que puso una seña para que fuera borrado.

El C. Obregón:

José de la Luz Blanco. ¿Tendrá la bondad la Secretaría de informarme que José, si es el que hubo en Chihuahua en 1910?

Creo que no debe ser general ni debe considerarse, porque De la Luz Blanco se retiró, se internó en territorio extranjero después de la toma de Culiacán; por no haber cumplido una comisión que' se le dio fue reprendido, pidió permiso para ir al extranjero y se le confiaron seis mil dólares para comprar armamento; se le dio el dinero y no volvió. Pido que se someta este asunto a discusión. Actualmente tiene una cantina establecida en El Paso, Texas, y apelo a la honorabilidad del general Iturbe para que diga si es cierto, o no, lo que acabo de manifestar.

El C. Iturbe:

Es cierto.

El C. secretario:

La Mesa informa, por conducto de la Secretaría, que solamente para ver si hay quórum se pasa lista; que tan luego como queden aprobadas todas las credenciales, se hará la lista, que será la que contenga los nombres de los miembros de esta Convención.

El C. Obregón:

Entonces yo pido que se borren de la lista los nombres de algunas personas, si esto es aprobado por la Asamblea.

Tercero:

Felipe Dosal, que, según se me ha informado, no pertenece a la División del Norte. ¿Podrán algunos de los señores que están aquí, si lo conocen, dar algunos informes sobre su personalidad, y si es general, a qué División pertenece?, porque esta mañana hemos declarado en el caso del general Cordero, que no es general ni debe ser general.

El C. secretario:

La Secretaría tiene el honor de informar al señor general Obregón, que ayer y hoy en la mañana se han tachado los nombres de algunos individuos que no deben pertenecer a la Convención, para que después, en la lista de la Convención, no estén los nombres de los individuos que no deben pertenecer a ella.

El C. Obregón:

Luis Cabrera figura también en la lista y fue llamado.

El C. secretario:

Como ya le dije a usted antes, les puse una seña para no llamarlos.

El C. Obregón:

Yo pediría que se borraran de la lista; a ver qué dice la Asamblea.

El C. secretario:

Si son civiles, se considerarán como borrados.

A continuación se dio cuenta con las siguientes credenciales, que dicen:

Ejército Constitucionalista.
Cuerpo de Ejército del Noreste.
Cuartel General.

Por medio de la presente confiero a usted mi representación amplísima para concurrir a la Convención de Generales, Gobernadores y Jefes Constitucionalistas, que se celebrará en Aguascalientes el día 10 de los corrientes.

Constitución y Reformas.
México, D. F., a 9 de octubre de 1914.
El General Brigadier, Gobernador y Comandante Militar de Guanajuato, P. A. de la Garza.
El General de División, Jefe del Cuerpo de Ejército del Norte, P. González.

Al ciudadano Mayor Ramón Gámez.
Presente.


Ejército Constitucionalista.
Cuerpo de Ejército del Noreste.
Cuartel General.

Por el presente confiero a usted autorización amplia para representar en la Convención que se verificará en Aguascalientes, al ciudadano Jesús Acuña, Gobernador del Estado de Coahuila, delegando en usted todas las facultades tan amplias como fuere necesario, que, según el telegrama adjunto, me confiere el citado Gobernador, pasando por todo cuanto usted hiciere.

Anticipándole mis más cumplidas gracias, hago a usted presente mi atenta subordinación.México, octubre 8 de 1914.
Jesús Valdés Leal.

Al ciudadano Capitán Primero Francisco A. Betanzos.
Presente.


Telegrama recibido en Palacio Nacional, México.
Número 14.
Palacio Gobierno, 3 octubre.
D. 9.40 p.m.
Mayor Jesús Valdés Leal, Jefe de Estado Mayor del Primer Jefe del Ejército Constitucionalista.

Sírvase usted presentarse cuanto antes a la Convención que se está verificando en esa capital, con mi representación personal, que por éste se la otorgo tan amplia como fuere necesario, en el concepto de que ahora y siempre estaré y pasaré por todo lo que usted hiciera, facultándolo al mismo tiempo para que nombre un substituto en caso necesario.

Anticipándole mis más cumplidas gracias. Lo saludo muy afectuosamente.

El Gobernador del Estado, Jesús Acuña.


Telégrafos Federales.
Número 14, de Mérida, Yuc., el 9 de octubre de 1914.
Recibido en Aguascalientes. Vía México.
Señor Teniente Coronel Ricardo González, C. Coronel Alberto Fuentes D.
Muy urgente.

Por el presente confirmo a usted la substitución 'que en su favor hizo el señor General Heriberto Jara del poder amplio y bastante que le conferí para representarme en la Convención de Jefes del Ejército Constitucionalista, que debe celebrarse mañana en la ciudad de Aguascalientes, estando y pasando por todo lo que usted pase y apruebe en dicha Convención.

Salúdolo muy afectuosamente.
El Gobernador y Comandante Militar, E. Avila.


Telégrafos Federales.
Puebla, 8 de octubre de 1914.
Teniente Coronel Federico Silva. Cuartel General de don Pablo González.

Nombro a usted mi representante para Convención Aguascalientes. Sírvase acusarme recibo del presente.

Salúdolo afectuosamente.
El Gobernador y Comandante Militar, General Cesáreo Castro.


Puebla, 8 de octubre de 1914.
Recibido en Aguascalientes.
Mesa Directiva Convención.

Nombro mi representante ante esa Honorable Convención al ciudadano Teniente Coronel Jefe de mi Estado Mayor Federico Silva.

Salúdolo afectuosamente.
El Gobernador y Comandante Militar, Cesáreo Castro.


"Puebla, 9 de octubre de 1914.
Recibido en Aguascalientes.

Señores miembros Convención.

Nombro mi representante ante esa Honorable Convención al ciudadano Teniente Coronel, Jefe de mi Estado Mayor Federico Silva.

Salúdolos afectuosamente.
El Gobernador y Comandante Militar, General Cesáreo Castro.


Telégrafos Federales.
De Culiacán, 9 de octubre de 1914.
Recibido en Aguascalientes.

Señor Mayor Mauricio Contreras.

Teniendo en cuenta las relevantes cualidades cívicas que en usted concurren, y no dudando sabrá interpretar los patrióticos anhelos del pueblo sinaloense, sintetizados en la realización de los principios revolucionarios, he tenido a bien nombrar a usted mi representante en la Convención de Jefes del Ejército Constitucionalista y Gobernadores de los Estados, que se verificará en esa capital el día de mañana, con el alto fin de acordar la orientación política que reclama la buena marcha del país; deseo que mi voto representativo del pueblo de Sinaloa lo emita usted prescindiendo de personalismos y viendo sólo por la salvación de la patria.

El Gobernador Constitucional, F. Riveros.


Telégrafos Federales.
Bacalar, Q. R., 5 de octubre de 1914.
Recibido en México.
Coronel José Rodríguez Cabo, 4' Santa María de la Ribera, 142.

Confiando en sus limpios antecedentes de constitucionalista, suplico a usted se digne aceptar el nombramiento de delegado representante de las fuerzas constitucionalistas a mi mando que ocupan este Territorio de Quintana Roo y que dependen de la segunda División del Centro, para que se sirva asistir a la Convención general que se reunirá en esa capital, con facultad amplísima, seguro de que seguirá usted, como lo tiene probado, la conducta de un patriota, esperando le sirva el presente como credencial.

Salúdolo.
Coronel Comandante Militar del Territorio de Quintana Roo.
A. Garcilazo.


Telégrafos Federales.
Tepic, Nay., 6 de octubre de 1914.
Coronel Felipe G. de Lara.
Cuartel General del General Rafael Buelna.

Para representarme en Junta de Generales, Jefes y Gobernadores de Estados y Territorios que celebraráse Aguascalientes día 10, según convocatoria de Comisión Permanente de Pacificación, nombro a usted mi representante con amplias facultades, y le confiero, además, la de delegar esta representación de acuerdo con el General Buelna.

Lo saludo afectuosamente.
El Jefe Político, Carlos C. Echeverría.


Gobierno Constitucional del Estado.
Aguascalientes.
Sección 1a.
Número 952.

Por el presente oficio confiero poder amplio y bastante al ciudadano Teniente Coronel Profesor David G.. Berlanga, para que, como Gobernador del Estado de Aguascalientes, me represente ante la Convención antes citada, que tendrá verificativo próximamente en la ciudad de México.

Constitución y Reformas.
Aguascalientes, octubre 2 de 1914.
El Gobernador y Comandante Militar del Estado, Coronel A. Fuentes D.
El Oficial Mayor, L. Cervantes.

Al ciudadano Presidente de la Convención Revolucionaria.
México, D. F.


Telegrama recibido en México, D. F., 2 de octubre de 1914.
Palacio de Gobierno.
Aguascalientes, 2 de octubre de 1914.
Presidente de la Convención Revolucionaria.

Hónrome comunicarle hoy envío poder al Teniente Coronel Profesor David G. Berlanga, para representarme como Gobernador de este Estado, ante la Convención Revolucionaria.

El Gobernador y Comandante Militar del Estado, A. Fuentes D.


Sangil. Vía México, 14 de septiembre.

Señor Teniente Coronel David G. Berlanga. Av. Grecia, 9.Su mensaje de hoy; puede usted permanecer en ésa para que me represente en la Asamblea Revolucionaria, mientras yo traigo mi familia de San Antonio, a donde me dirijo.

Afectuosamente.
El Gobernador, Coronel A. Fuentes D.


A continuación, la Secretaria dio cuenta con las credenciales que dicen así:

Las expedidas en favor de los ciudadanos R. Gámez, F. A. Betanzos, R. González, F. Silva, M. Contreras, J. Rodriguez Cabo y F. G. de Lara, por los ciudadanos Gobernadores de los Estados de Guanajuato, Coahuila, Yucatán, Puebla y Sinaloa, por el Jefe Polftico y Comandante Militar de Quintana Roo y por el Jefe Polftico y Comandante Militar de Tepic.

El C. Berlanga:

El señor Garcilazo es jefe político, y tienen representación aquí solamente los gobernadores y generales.

El C. secretario:

Y los jefes polfticos de territorios.

(Continúa la votación de las credenciales)

El C. González C.:

Se ha convenido que cuando la persona está en la población, no tiene derecho de nombrar un delegado. Yo quisiera saber por qué ha nombrado un delegado.

El C. García Aragón:

El señor Fuentes D. es uno de los miembros de la Junta Neutral, y tiene en estos momentos muchas atenciones que cumplir, y me dijo que iba a algo muy interesante en funciones de esa misma comisión que le ha sido encomendada, por lo que no ha podido asistir aquí.

El C. secretario:

Sigue a discusión.

El C. Rodríguez A.:

Creo, señores, más interesante que cualquiera comisión, la atención que debía prestar aquí en la Asamblea, más importante que cualquier asunto del Estado. Y en ese mismo caso del señor Fuentes D. deberán encontrarse algunos otros señores gobernadores que están presentes, y creo que tendrán también muchas atenciones en la capital de sus Estados respectivos, y que podrían, por la misma causa, salir de aquí. Si han venido otros que están más lejos, cómo no habría de venir el de la misma población.

El C. Garcia Aragón:

También me dijo el señor Fuentes, en los momentos de salir, que iba a desempeñar una comisión referente a la neutralización de la zona, comisión que lo ha alejado de esta población, no sabe por qué tiempo ni con qué frecuencia, y que, por lo mismo, había mandado como delegado al señor Berlanga.

El C. Alfredo Rodriguez:

Creo que tiene mucho derecho para hacerlo y que la honorable Asamblea no debe negarle ese derecho y permitir que sea tan ventajosamente representado, como lo es, por el señor teniente coronel Berlanga.

El C. Berlanga:

Pido la palabra.

El C. secretario:

¿Está suficientemente discutido?

El C. Berlanga:

Precisamente le preguntaba al señor coronel Fuentes si ya no me daba su representación, porque podía conseguirme otras, pues tengo mucho interés en venir a esta Convención. (Risas) Y él me contestó que le era imposible venir.

El C. secretario:

¿Está suficientemente discutido? Los que estén por la afirmativa, sírvanse poner en pie. Aprobada.

Está a discusión la credencial expedida a favor del ciudadano Francisco L. Serrano, por el ciudadano M. Cornejo.

El C. Ortega:

Pido la palabra para una aclaración. Suplico a la Asamblea se sirva escucharme, y después aprobar o reprobar.

El señor teniente coronel Cornejo fue un leal servidor a la dictadura porfiriana, y, por consiguiente, su labor es enteramente contraria a los ideales de la revolución; estaba desempeñando una labor en la Baja California, contraria a los ideales de la revolución, y me propongo traer las pruebas necesarias para demostrar lo que acabo de decir. (Aplausos)

El C. Mariel:

Pido la palabra. Para preguntar si hay otro miembro de la Asamblea que afirme lo que ha dicho el señor Ortega, y si no, que éste traiga documentos.

El C. Aguirre Benavides:

Pido la palabra.

El C. Obregón:

Pido la palabra. Estando yo en Navojoa, Río Mayo, en el mes de mayo del año pasado, supe que habían venido de la Baja California el señor Cornejo y un grupo de diez o doce personas, e inmediatamente me mandó decir que quería hablar conmigo y que estaba a mis órdenes. Se trasladó a Navojoa y me dijo:

Señor general, vengo huyendo del huertismo, vengo a ayudar, quiero que me dé usted un rifle y que se me meta en las filas como al último de los soldados.

Empezó a trabajar el señor Cornejo con toda actividad en Sonora, él y el teniente coronel Castel, organizando una expedición en Altata; quedó como jefe de dicha expedición el señor Cornejo, con instrucciones de atravesar el Golfo cuando él lo creyera oportuno. Hay que añadir más: cuando el señor Cornejo se vino de la Baja California, fue cuando se presentó el prefecto de Guaymas, Moreto Cruz, con una comisión del general Téllez, cuya comisión era ignorada por todos; pero a la partida del señor Cornejo se siguió la del coronel Osuna, quien aprehendió al dicho Moreto Cruz y lo entregó en Altata, entregando un buque, ciento nueve mil pesos y algunos pertrechos de guerra.

El señor Cornejo permaneció en Altata hasta que juzgó oportuno emprender el viaje; salió en dos buques, llevando trescientos y pico de hombres, atravesó el Golfo.

Esperaba al Tampico para que lo protegiera en su travesía, y como al Tampico se le descompusieran sus máquinas y fuera hundido por el Guerrero, tuvo que hacer su travesía sin amparo ninguno.

Llegó a La Paz, atacó la plaza, la tomó y yo no sé lo demás que haya hecho el señor Cornejo; después supe que se había posesionado de la parte sur de la Baja California y se le había incorporado el señor coronel Ortega, quien fue nombrado por mí comandante militar de aquella parte de la península. No conozco antecedentes del señor Cornejo, ni conozco la labor que haya hecho en la Baja California; sólo sé que se apoderó del Distrito Sur; es cuanto puedo decir a esta honorable Asamblea. Creo que habrá otras personas que puedan ilustrar este punto.

El C. Ortega:

Efectivamente, señores, el señor Cornejo se presentó en La Paz, Baja Calüornia, cuando sucedieron los hechos en la forma que acaba de referir mi general Obregón; pero lo cierto del caso es que la salida de Cornejo se debe a que fue huyendo de Moreto, de quien era enemigo personal, y de esa enemistad personal tengo la prueba en mi poder.

Voy a referir lo siguiente: el año de 1907 tuvo lugar ese cataclismo en San Francisco, California; salió Cornejo para La Paz con una gran cantidad de perlas, que había sacado de una de las concesiones que le otorgó Porfirio Díaz y le ratificó Huerta; esas concesiones fueron establecidas en los límites de Jalisco y Sinaloa. Cornejo salió de la Baja California, y Moreto, que se encontraba establecido ahí, tenía. una partida de perlas valorizada en $4,000.00. Le dijo a Cornejo:

Tocayo, aquí tiene usted esas perlas para que las realice y me dé su valor, si puede venderlas; estoy escaso de recursos.

Cornejo las valorizó, y le dijo:

valen $4,000.00.

Pues si usted va a Estados Unidos y lleva una partida de perlas, sírvase llevar consigo también éstas, y si las vende en más, puede tomarlo por sus gestiones.

Cornejo se llevó las perlas allá y pretendió introducir las perlas que llevaba en una forma indebida, es decir, un contrabando. Por ese motivo se le aprehendió y estuvo preso en los Estados Unidos. Dio una fianza, y esa fianza la perdió, porque se vino a refugiar a México de nuevo. No está terminado todavía este proceso en los Estados Unidos. Cuando Cornejo volvió a La Paz, Moreto le reclamó el valor de las perlas, o las perlas, y Cornejo le dijo:

No puedo darle nada, porque he perdido todo: estoy en la desgracia. De consiguiente, usted ha perdido sólo una parte relativamente pequeña de lo que a mí me cuesta el asunto.

Le dijo Moreto:

Yo no tengo la culpa de que usted haya introducido las perlas de esa manera, y usted me paga las perlas o me las devuelve.

Cornejo se rehusó, y por ese motivo Moreto lo persiguió para fusilarlo, porque se encontraba ya en la lista de los individuos que iban a ser sacrificados. Y precisamente Cornejo, por temor de estas venganzas, salió huido de La Paz, y por eso se fue a ofrecer como simple soldado al Estado de Sinaloa, precisamente porque corría peligro de estar en otra parte, no porque tuviera el sentimiento y el deseo de servir a la Revolución. Si hubiera sido así, desde abril de 1913, en que yo comencé a organizar mi movimiento, recurrí a él, por conducto de una persona que se encontraba en México, entre los deportados por el jefe político del Distrito Sur. Recurrí, por conducto de esa persona, en su auxilio, sabiendo perfectamente que tenía en su poder una cantidad de armas y parque, y me contestó que no podía meterse en nada, porque tenía familia y porque, en fin, él no comulgaba con esa clase de asuntos.

El permaneció poco tiempo en compañía de Ramón Castro, actualmente preso en la Penitenciaría de México, y estuvo arreglando con él asuntos relativos a la propaganda de la fórmula Félix Díaz y De la Barra. Me habló a mí el mismo señor Cornejo para que le ayudara, porque en la Baja California, Distrito Sur, un club se estableció con el nombre de Club Democrático, y quería que yo le ayudara para la propaganda que se proponía; me negué, porque me era sospechoso y desconfiaba.

Cuando el cuartelazo de la Ciudadela, entonces Cornejo se encontraba en el Elíseo con Ramón Castro; luego se supo lo que había habido en México, se vinieron a La Paz y después Castro tomó camino a México y Cornejo se quedó arreglando sus planes. Todos estos hechos los conozco perfectamente; tengo comprobantes en mi poder, tanto en México, como en la Baja California; de manera que cuando se fue a ofrecer al general Obregón en la forma que lo hizo, era precisamente para salvar el pellejo, porque sabía que lo fusilaban; así es como ha venido a última hora a tomar la participación que ha tomado.

Debe al ciudadano general Obregón el nombramiento de jefe político del Territorio de la Baja California.

Desde el día 25 de abril que me levanté en La Paz para organizar el movimiento, se me ofrecieron armas y dinero; pero rechacé todo, y hasta el mes de mayo de 1914 es cuando este señor ha recurrido al amparo del señor general Obregón a engancharse como soldado. Esta es la historia en pocas palabras.

El C. Obregón:

Pido la palabra. No quiero dudar ni por un momento de la honorabilidad de mis compañeros; pero el señor"Cornejo, en la Baja California, desde UD principio trabajó con energía; pero yo soy su jefe y debo hacer una aclaración en bien de la justicia; el deber de todos los que estamos reunidos en esta Asamblea es hacer todas las aclaraciones necesarias para que la Asamblea se forme un criterio, para que no cometa una injusticia.

Que el señor Cornejo haya tenido enemistades con el señor Moreto, eso yo no lo sé; lo que sé es que, cuando el señor Cornejo preparaba la expedición, Moreto había sido fusilado, por consiguiente el peligro había desaparecido. Que haya alguna enemistad entre Cornejo y el compañero, no lo sé, solamente sé que el señor Cornejo vino y me dijo: Ahí hay un valiente en la sierra, luchando con escasísimos elementos; es un hombre virtuoso, patriota y honrado, y quiero permitirme la satisfacción de llevarle yo personalmente el nombramiento de coronel, si usted se sirve aprobarlo, nombramiento que firmé en Culiacán, no recuerdo la fecha. Usted, señor Serrano, ¿se acuerda?

El C. Serrano:

El treinta de abril.

El C. Obregón:

Me dijo, mientras yo arreglo la expedición, ¿no le parece a usted que mandemos aunque sea unos cien rifles y mil hombres a ese hombre que lucha solo y es un valiente? Yo le dije: sí, señor Cornejo, queda usted autorizado para mandar todo eso, y no recuerdo qué tantos cartuchos se mandaron. Fue la expedición y no pudo encontrar al compañero porque estaba luchando en la sierra.

¿Tuvo usted conocimiento de esa expedición, compañero?

El C. Ortega:

Tuve conocimiento de ello, señor.

El C. Obregón:

Ahora, que el señor Cornejo haya sorprendido mi buena fe, yo creo que ese es otro error, porque el Territorio de la Baja California estaba en poder de los federales, y creo que no era muy halagador meterse en dos buques de palo y atravesar un golfo donde andaban varios buques de guerra y varios buques mercantes armados, para ir a asaltar una península donde había no recuerdo qué número de federales.

El C. Ortega:

Había más de mil federales en la región de La Paz, ciudad donde yo me encontraba, quinientos me perseguían a mí y solamente había en la plaza cuando la tomamos, sesenta.

El C. Obregón:

Por eso, pero con eso se terminó la revolución en el distrito Sur de la Baja California.

El C. Ortega:

Se terminó precisamente con la torna de La Paz y la toma de Santa Rosalía; en La Paz tomaron la plaza inmediatamente, porque no había quien la sostuviera, todos estaban en la Sierra. Aquí hay varias personas que intervinieron en aquello como jefes y ellos pueden saber todo lo demás. Esa es la verdad de los hechos.

El C. Obregón:

Gracias por la aclaración hecha; es necesario aclarar todos los puntos para que la Asamblea sepa la verdad.

El C. Ortega:

Agradezco también a mi general los encomios que respecto de mí hizo el señor Cornejo, si no fuera para mí, como patriota y como ciudadano y como revolucionario también, no puedo prescindir de los detalles que he señalado.

El C. Iturbe:

Me permito manifestar que días antes de que se emprendiera el ataque a Mazatlán, llegó el buque que había llevado el señor Cornejo a la Baja California, con ochocientos federales, bien pertrechados y con víveres, que había facilitado el señor Cornejo, quien había pactado con ellos; federales que vinieron a reforzar la plaza de Mazatlán.

El C. Obregón:

Todos estos puntos sirven para fijar nuestro criterio. Yo, como decia antes, no tengo absolutamente antecedentes de los detalles que forman la hoja de servicios del señor Cornejo. De suerte que ahi hay algunos puntos y si alguna persona tuviera otros más, que se sirva darlos para ilustrarnos. Ahí está el señor Osuna, que operaba en el Distrito Sur, y así otros señores.

El C. Osuna:

Como via de información y sin defender a ninguna de las personalidades de que se trata, debo decir que cuando llegué a la Baja California encontré aquel territorio, especialmente a la ciudad de La Paz, dividido en dos grupos, dos partidos, que se llaman allá Los Pintillos y Los Lechuzos. (Risas) Los pintillos representaban, según informaciones que tuve, al partido cientifico, a los felicistas, a los porfiristas, etc. Los lechuzos representaban al pueblo y a la democracia. El jefe de los lechuzos era el señor Cornejo, sin estar ahí; pero así lo reconocían todos, como el jefe de ellos. Supe que el señor Cornejo estaba en ese tiempo en Europa; no sé si me engañaron o seria cierto; él llegó a la Baja California como un mes antes a la llegada de Moreto Cruz, a que ha hecho referencia el señor Obregón; lo que sí me consta es que felicistas, uno de ellos es el señor Vives, que era el felicista reconocido ahí, era enemigo acérrimo de Cornejo, y la opinión desinteresada de algunos, era que si desaparecían Miguel Cornejo y Vives, de la Baja California, estaría en paz la Baja California.

Esto lo hablo con entera franqueza y sin el ánimo de ofender a alguno; pero, según todos los datos que tengo, nunca fue felicista el señor Cornejo; pero sí encabezaba, según el decir de los mismos del pueblo, el partido de los lechuzos, cuando Miguel Moreto Cruz llegó a La Paz, llevaba instrucciones secretas de Téllez y encabezaba la lista de los que debían ser mandados a Guaymas, y la encabezaba Miguel Cornejo y otros más, que acompañaron a Cornejo, cuando fueron a dar a Sonora.

Ha habido en el Territorio siempre una división muy grande y muy profunda; pero parece que todo ha sido cuestión de familias, cuestión de intereses; los capitales se han dividido ahi por los mismos intereses que representan y existe esa gran división y el pueblo se ha inclinado a uno de esos partidos, el que representaba el partido maderista, porque no sabía que se llamaba constitucionalista el que encabezaba el señor Cornejo, que no se encontraba en La Paz; son los datos que yo puedo dar acerca de Cornejo, pero yo no lo vi, porque estuve am un mes antes.

El C. secretario:

¿Está suficientemente discutido el punto? Los que estén por la afirmativa, sírvanse poner en pie.

El C. Prieto:

Pido la palabra.

El C. secretario:

No hay nada a discusión.

El C. Prieto:

¡Cómo no!

Refiríéndome a los puntos que como información acaba de dar el señor coronel Osuna, debo manifestar que sin duda a su conocimiento llegó la filiación del señor Cornejo en la Baja California; pero es también muy dudoso que quienes se lo pudieron decir fueron aquellas personas con quienes pudo hablar, en las circunstancias en que la Baja California se encontraba; todos sabemos, hasta yo, que me encontraba en la Sierra, durante varios meses, que el señor Osuna era partidario nuestro, que las circunstancias lo tenían colocado en la condición en que estaba; yo sabía perfectamente bien, que desde que este señor llegó a la Baja California, toda la presión que se estaba ejerciendo en contra de los partidarios de la causa, dejó de sentirse y comenzó a tener tranquilidad el vecindario; pero la circunstancia de que el señor Cornejo se encontraba en Europa viene fácilmente a hacer comprender que no podía encabezar ningún partido ahí, porque precisamente la causa de no encontrarse el señor Cornejo, ni en la Baja California ni en México, hizo que cuando él se vino después de que Castro viniera a México, y le mandara la fórmula Félix Diaz y León de la Barra, para trabajar por las candidaturas de Presidente y Vicepresidente de la República, Cornejo se vino a México a protestar como diputado suplente, para ponerse al servicio de Huerta, estando en la Cámara hasta el diez de octubre, en que se disolvió ésta, y todos sabemos que las personas que no estaban comulgando con las ideas de Huerta y Diaz, fueron aprehendidas y mortificadas y castigadas en la forma que se le antojó al usurpador, y nadie dirá que a Cornejo se le molestó en lo particular; pasaba el día cerca del dictador y la persona que lo colocaba en las condiciones que él necesitaba, era Ramón Castro, su hermano, como le llamaba.

El C. Serrano:

Yo creo que a la Asamblea le ha de interesar bien poco la historia de perlas que refirió el señor Ortega, creo también que deben tenerse en cuenta exclusivamente hechos fehacientes; la labor del señor Cornejo en la Baja California, en la que ha ido a conquistar un terreno perfectamente controlado por el huertismo, es conocida; también, señores, constituye una huida al huertismo haber salido para Europa o para donde haya ido, desde luego no puede reputársele como huertista.

También los antecedentes que da el señor coronel Osuna que lo conoce perfectamente bien son suficientes para que la Asamblea pueda orientar su criterio. Una aclaración también: no fue en mayo, como dice el señor Ortega, cuando se presentó el señor Cornejo con el buque y demás, sino en marzo.

El C. secretario:

¿Se considera suficientemente discutido?

El C. Obregón:

Yo propongo a la H. Asamblea que apruebe que el señor Cornejo sea llamado y que aquí se le acuse y se le expulse vergonzosamente cuando la H. Asamblea lo crea justificado, para que el señor Cornejo exprese con claridad si tiene con qué contestar los cargos que le hacen.

Está en México.

El C. Berlanga:

Esa es otra proposición muy distinta de la que está a discusión. Primero debemos resolver si se acepta o no al señor Cornejo.

El C. Obregón:

Entonces pediría yo que se suspendiera el juicio de la H. Asamblea, porque, señores, si bien es cierto que es altamente ventajoso expulsar elementos nocivos, creo que recaería sobre nosotros gran responsabilidad si por violentar un fallo, un día, vamos a cometer un error. En un día estará aquí el señor Cornejo, vendrá a contestar los cargos que se le hacen y entonces lo expulsaremos si no sabe defenderse, si no sabe responder a los cargos que aquí se le hacen.

Yo me opuse a la permanencia en esta Asamblea del señor Juan Mérigo, que es un teniente coronel mío, jefe de la artillería, porque no tenía representación; por consiguiente, yo no vengo a defender a un jefe que depende de mí, vengo a pedir justicia.

El cargo que el señor Iturbe le hace es cierto, y es cierto que estuvo a punto de hacer fracasar la toma de Mazatlán el refuerzo que llegó de la Baja California, mas debido a la bizarría de aquellas tropas pudo consumarse, no obstante el refuerzo de la Baja California. Pero vamos a hacer una aclaración que creo que es justa.

El señor Iturbe ha dicho con toda exactitud que llegaron ochocientos federales perfectamente armados y pertrechados. El señor Cornejo al llegar a la plaza de La Paz se encontró con ochocientos federales perfectamente armados y entonces, ya en aquella península, ya no pudo hacer ninguna retirada y con el peligro de encontrarse con los buques, que lo hubieran sacrificado, y quién sabe cualquiera de nosotros qué hubiera hecho en el caso del señor Cornejo. Le dicen ochocientos federales: ¿Nos permites irnos o nos prestas los buques? El tenía una disyuntiva: o aliarse a los ochocientos federales, prestándoles su buque, o hacerles frente con 100 hombres que tenía.

Hay que tener en cuenta otra cosa: las tropas se estaban reconcentrando en la capital, y él no tenía conocimiento del ataque a la plaza de Mazatlán; por eso daba tregua a Téllez para que se embarcara con todos sus pertrechos, con todos sus soldados; por consiguiente creo que en la determinación del señor Cornejo, no hubo la intención de perjudicar el ataque a la plaza de Mazatlán, y sí contribuir a la toma de la península, combatiendo contra un enemigo casi tres veces superior a él.

Creo que es muy interesante el punto y pediría que se suspendiera el fallo de la Asamblea, hasta que el señor Cornejo no se presente para que le hagan cargos concretos.

El C. Lugo:

Para decir que debe resolverse o aceptarse la credencial expedida por el señor Cornejo. El señor Cornejo manda su credencial como jefe político de la Baja California, y como aquí se convocó a los generales, gobernadores de los Estados y jefes políticos de los territorios, es conveniente que se le acepte, sin perjuicio de que mañana se decida si se llama al señor Cornejo para que depure su conducta; y no solamente se retire a su representante de aquí, si resulta culpable, sino que se pida al Primer Jefe la separación del jefe político del Distrito Sur de la Baja California.

El C. Hay:

Pido la palabra solamente para llamar la atención de la H. Asamblea, sobre la diferencia de criterio que ha existido al juzgar la credencial del señor Cordero, a quien no conozco y el criterio que pido para aprobar este caso. Yo pido que se rectifique la votación que tuvo lugar esta mañana, y que esta votación tenga lugar nuevamente.

El C. Obregón:

Pido la palabra para un detalle que me ha faltado y creo que es capital. Entre el señor Cornejo y el compañero (se refiere a Ortega) ha habido un disgusto personal grandísimo. El señor Cornejo ha tenido que desarmar dos o trescientos hombres del compañero, y ha habido ocasión de que estén perfectamente reñidos el uno con el otro. Yo no conozco detalles ni antecedentes; ¿será culpable el señor?, no lo sé; ¿será culpable el señor Cornejo?, no lo sé; pero ha habido disgusto personal profundo.

El C. Ortega:

Es exacto lo que acaba de decir el general Obregón; pero ha sido debido esto precisamente a la mala labor del señor Cornejo. El señor Cornejo, desde que llegó a la Baja California, ha estado defendiendo los intereses de los cientificos, de los enemigos de la causa; yo tengo una comunicación, en la cual se me dan instrucciones de animar, hasta donde sea posible, la armonía con el señor Cornejo, lo mismo que él la ha recibido. En virtud de no querer romper por mi parte la recomendación que se me hacía, estuve esperando que el señor Cornejo dejara libres a todos los hombres culpables de la Baja California, porque precisamente lo que él quería era que no se castigaran, dejándolos a todos libres. Aquí están todos los del pueblo, que se había reconcentrado al elemento huertista. Ninguno de ellos fue aprehendido en toda la municipalidad, y de ahí empezó la dificultad; y cuando yo me he enterado, fue efecto de un cuartelazo. En esta virtud fue como se desarmó a mi gente en el cuartelazo. El apoyó la insubordinación del teniente coronel Castell, y de ahí que se me diera el cuartelazo el 20 del mes pasado. De manera que es cierto lo que acabo de decir; las circunstancias, precisamente, que han mediado allí, ya las he expuesto de viva voz ante mi general y le manifesté, con motivo de la usurpación de la región, si él creía conveniente que dejáramos ese asunto, para que se presentara formalmente, por escrito, con documentos y demás reglas, en virtud de estar en mi poder el memorial que tengo que presentar y los documentos relativos.

El C. Reñato Miranda:

Esto ha cambiado por completo el asunto, desde el momento que ya queda comprobado que esa es una medida personal.

Por otra parte; debo recordar que los dos señores estuvieron en México juntos; ahí era un lugar apropiado para aclarar esas dificultades.

Además, creo que hay otras personas que sin tener enemistad con otra, han seguido la conducta que ha observado el señor Cornejo en esta revolución. Creo que debemos aprobar la credencial del señor Cornejo. Pido la votación de la credencial de que se trata.

El C. Mariel:

El caso del señor Cornejo es diferente del caso del señor Cordero. El señor Cordero se hizo general de sus propias pistolas, y además, nadie dijo de él lo que del señor Cornejo ha dicho el general Obregón, que nos merece entero crédito por su honorabilidad. Ha manifestado que prestó importantes servicios a la causa y que, sin grado, como simple soldado, se presentó.

Yo pido que se vote, que está suficientemente discutido el punto y que se apruebe la credencial.

El C. Obregón:

Yo creo señores, que tiene derecho el señor Cornejo de asistir a esta Asamblea, como tiene derecho el compañero de asistir también. Usted es comandante militar y el otro es un civil. Los dos para mí son personas honorables; los dos se han presentado en México, el uno con quejas contra el otro. Yo no podría haber fallado en México, porque indudablemente habría dado un fallo sin tener detalles, y necesariamente debemos conocerlos para fallar correctamente. Por consiguiente creo que no debe rechazársele al señor Cornejo sin escuchársele cuando menos. Si no sólo hay disgusto personal, sino insubordinación, creo que eso debe castigarse militarmente; pero los servicios de uno y otro nos constan a todos. Yo no sé si fue felicista, porfirista o qué fue; pero ha prestado siempre sus servicios a la revolución, y se ha lanzado al Golfo con tres buques de palo y trescientos hombres.

El C. Castillo Tapia:

Entiendo yo, señores, que el caso del señor Cornejo es enteramente idéntico al caso del señor general Cordero. Es enteramente idéntico aquí dentro de esta Asamblea, al del señor general Cordero. Si a este señor se le ha expulsado de aquí en la forma en que se hizo, no entiendo yo por qué no también al señor Cornejo o al jefe de los pintillos o como se llamaban, de los lechuzos, o al jefe de los pintos, pintillos, se venga a expulsar en distinta forma. Si efectivamente el señor Cordero se llamó él solo general, no hubo bastante discusión; entonces ni se comprobó verdaderamente si el señor Cordero había prestado o no suficientes servicios a la revolución; si su filiación era reyista o felicista o porfirista o lo que haya sido. En este caso idéntico, yo pido que, laudablemente, se sirva la Mesa pedir a la Asamblea la aprobación como lo juzgue conveniente.

El C. Paniagua:

No estoy de acuerdo con mi muy distinguido correligionario.

No estoy de acuerdo porque por el general Cordero no hubo aquí quién se levantara a hablar en su favor. ¿Qué acciones ha hecho en pro de la causa? Ninguna. Mientras que en favor del señor Cornejo, el dignísimo señor general Obregón está alegando en su favor; no hay identidad de casos, luego aquí en favor de Cordero no se han alegado casos, ¿por qué, pues, se ha de meter en el mismo cartabón a los dos? Yo creo que no. Debe existir un criterio para cada caso.

El C. Gutiérrez de Lara:

Señores compañeros: Por ser de justicia, me consta, lo mismo que a los señores que están presentes, que el señor Cordero tomó la plaza de Calpulalpan, dígalo si no el señor teniente coronel Rodríguez. (Voces: ¿En qué tiempo?) No recuerdo la fecha; pero hay personas que pueden justificar; al señor teniente coronel Rodríguez debe constarle, porque es el jefe del Estado Mayor del señor general Pablo González; y allí se enviaron los partes de ese combate, y además, ha estado luchando hasta esta fecha por esas regiones.

El C. Rodriguez:

Es exacto lo que dice el señor coronel Lara.

El C. Castillo Tapia:

Noto con verdadera pena, que las glorias, las caudas de gloria que lleva cada general, su prestigio moral, político y social, todavía nos influyen en mucho, aquí, en estas reuniones.

El señor general Obregón acaba de indicar una cosa, el señor general Iturbe ...

(Voces: ¡No, no, no; sí, sí!) Díganlo si no.

El C. Obregón:

Diga la Asamblea si yo he dicho tal cosa.

El Castillo Tapia:

Hablo en esencia, mi general; en el punto he hablado distinto.

El C. Obregón:

En el punto he hablado lo mismo; pero no en la esencia.

El C. Castillo Tapia:

Todavía habemos muchos, aquí, que quedamos influenciados; es decir, que quedamos influenciados por las frases, o al lado donde se van cargando las personas de mayor categoría y potencia. Entiendo que eso no debe ser; yo no conozco a ninguna de las dos personas, ni al jefe de los pintillos, ni al señor Cordero; no me guía absolutamente ningún fin, sino el espíritu de justicia. Yo no sé más que lo siguiente: que lo mismo que el señor Cordero se declaró o no general, así lo mismo, por engaño o por sorpresa, ya sea con anuencia tácita, o explicitamente, jefe político de aquel distrito. Por otra parte, entiendo que la influencia que pudiera tener en estos momentos y la norma de conducta que debe seguir esta Asamblea, es enteramente justificada. El señor Roque González Garza manifestó esta mañana que se debería antes que nada quitar del mando al individuo, para después quitarle su representación en esta Convención. Esta mañana no se siguió ese ordenamiento; y desde ese momento, siquiera hoy, debemos tener la profunda conciencia para así normarnos para el futuro, sin seguir influencias de ninguna especie.

El C. González Garza:

Efectivamente, señores, han bastado unas cuantas horas para que los hechos vengan a demostrar que tenía yo sobrada razón. Esta mañana, al decir que debíamos sujetarnos a lo ordenado por la Asamblea, y que ésta debía ser consecuente con sus actos, fui derrotado; y, como buen demócrata, me contenté; pero seguro de que se presentaría otro caso, en que la Asamblea tendría que volver sobre sus pasos.

Los antecedentes, vuelvo a repetir, son: que tanto el señor Cordero como el señor Cornejo, sean destituidos, si no merecen estar en el puesto en que están; pero los representantes cuyas credenciales las ha estudiado la Comisión Dictaminadora, y que las ha encontrado de acuerdo con la disposición que esta Asamblea tomó, no deben por ningún motivo desecharse. La que merece desecharse es la del señor Cordero, porque creo que hay suficientes méritos para ello; y la del señor Cornejo se desechará, si es que no tiene los méritós que alega el general Obregón. Pero eso, repito, es culpa del jefe de la División del Cuerpo de Ejército del Noroeste y, culpa también -perdóneseme- del señor general Obregón. (Aplausos)

El C. Obregón:

Yo no he tomado la palabra para hacer aclaraciones, creyendo que tenga influencia como una personalidad militar, que ejerciera también influencia en el criterio de los demás. Aquí todos somos ciudadanos; yo no he ejercido influencia en ninguno de los compañeros ni pretendo ejercerla. ¿Es ejercer influencia cumplir con un derecho, con la obligación de aclarar los puntos que yo he aclarado?

Para mi, indudablemente, señores, era una obligación y tenia que cumplir con ella.

Ahora acaba de decir el compañero que han tenido un disgusto personal muy fuerte, que ha habido casi un choque armado. ¿Será justo que se juzgue a un hombre sin que él mismo se defienda de los cargos que se le hacen? ¿Por qué no se le pone un telegrama? Mañana está aqui el señor Cornejo: el señor podrá hacerle cargos, él defenderse, y la Asamblea resolver. Por consiguiente, pido que se aplace un dia la discusión.

El C. González Garza:

Lo prooedente en este caso, señor presidente, y es el camino que debió seguirse hace mucho tiempo, es que la Asamblea decida si es de aceptarse o no. Si se acepta, ya no hay discusión, y el señor general Obregón quedará satisfecho; si no se acepta al señor Cornejo, le asiste el derecho de defenderse en cualquier otro tiempo, en esta Asamblea y ante el público en general. Eso es lo que corresponde.

El C. presidente:

Debo decir que el señor González Garza trata con empeño de dar cátedra de parlamentarismo y decir a la Mesa lo que debe hacer y declrselo con imperio. Yo nunca he manifestado que conozco asambleas o parlamentarismo; he sido elegido y confieso mi ignorancia; pero he querido en esta discusión, como en todas las demás, dejar a la Asamblea en plena libertad para que discuta el asunto. Esa ha sido mi norma, que creo que es más justificada que todas las restricciones parlamentarias. (Aplausos)

El C. Obregón:

Pues yo solamente suplico que se suspenda el fallo hasta qua venga el señor Cornejo; porque tratándose de un disgusto personal, creo que debe aclararse todo punto para ver quién de los dos tiene la razón. Yo no quiero dudar de la honorabilidad del señor, pero creo que también el señor Cornejo es persona honorable. Por consiguiente, debemos oírlos, porque del lado de alguno de los dos debe estar la justicia. Pero creo que en nada se perjudica la Asamblea, si se suspende el fallo hasta que venga el señor Cornejo.

El C. Castillo Tapia:

Pido la palabra para una aclaración. Para indicarle al señor general Obregón, que no dije que él había influenciado, sino que aun había muchos espiritus, que aún estamos colindando con la superioridad y la influencia de otras personas. Así como dijo el señor Paniagua: el muy respetable señor general, podía haber dicho: el muy respetable sargento Juan Pérez. (Aplausos)

El C. Paniagua:

No dije sargento Juan Pérez, porque aquí no hay sargento Juan Pérez (risas); y en segundo, yo soy persona correcta, señor coronel.

El C. secretario:

Se pregunta a la H. Asamblea si se considera suficientemente discutido el punto. Los que estén por la afirmativa, sírvanse poner en pie. ¿Está suficientemente discutido el punto?

El C. Ruiz:

Pido la palabra.

El C. secretario:

La Mesa, por conducto de la Secretaría, pregunta a la Asamblea si desea que primero se ponga a discusión la proposición escrita aquí o la propuesta verbalmente por el ciudadano general Obregón.

El C. Jesús M. Garza:

Para rogar que se ponga a discusión la proposición del señor Obregón. La Asamblea, como soberana, puede rechazar una proposición o aplazar la resolución de ella. No hay necesidad de hacerlo por escrito. Está dentro de lo tratado.

El C. secretario:

Sigue la discusión.

El C. J. M. Garza:

Supongo que no hay necesidad de que se haga por escrito.

El C. secretario:

Se pregunta a la H. Asamblea si se suspende la discusión de la proposición. (Voces: ¡No, no!; ¿cuál?)

El C. presidente:

La discusión de la credencial.

El C. secretario:

Se pregunta nuevamente si se acepta que se suspenda la discusión de la credencial del señor Francisco Serrano, dada por el señor jefe político teniente coronel Cornejo. Los que estén por la afirmativa, sírvanse poner en pie.

Se declara suspendida la discusión.

Los que estén por la negativa, sírvanse poner en pie. (Voces: No se entiende bien) Se declara suspendida la discusión.

El C. Obregón:

¿Se aprueba que sea llamado el señor Cornejo?

El C. Hay:

Pido la palabra para suplicar respetuosamente que se reconsidere el caso del señor general Cordero, a quien no conozco y por quien no tengo ningún interés, puesto que este caso de suspensión está enteramente de acuerdo con lo decidido hoy en la mañana. Estoy seguro de que todos los señores aquí presentes tomarán en cuenta lo que yo digo y volverán sobre sus pasos, para que seamos guiados por un criterio uniforme. Me permito volver a exponer ante vuestra consideración el caso de hoy en la mañana.

Un señor Cordero, llamado general, aceptado como general por el Primer Jefe del Ejército, aceptado como general por el jefe del Cuerpo de Ejército del Noreste. con mando de tropas, ha mandado una credencial. Por actos que se le atribuyen, que es muy posible que sean ciertos, y todos nos inclinamos a creer que lo sean, se ha dicho que no es digno de pertenecer a nuestro Ejército. Lo acepto, pero pido yo que se reconsidere el caso; no para aceptarlo indefinidamente aquí, sino solamente para que tengamos un criterio uniforme, y para que llevemos todo por el camino recto, que es el siguiente: primero, revocar la votación de hoy en la mañana; segundo, suspender la decisión.

El C. Mariel:

Pido la palabra para una moción de orden.

El C. presidente:

¿Ya terminó el señor delegado Hay?

El C. Hay:

No, señor; pero si quiere el compañero hacer alguna aclaración es conveniente que la haga.

El C. Mariel:

Que se ha convenido que toda esa clase de proposiciones se hagan por escrito, y, además, no está a discusión el asunto Cordero, sino el asunto Cornejo.

El C. Hay:

No estoy discutiendo el asunto Cordero, estoy discutiendo asunto de esta Convención; no estoy discutiendo la conducta del señor Cordero, estoy discutiendo la conducta de nosotros. Por lo tanto, tengo pleno derecho de hacerlo.

El C. presidente:

He de estimar al señor delegado Hay que presente su proposición por escrito. (Se da tiempo al ciudadano Hay para que presente su proposición, y mientras, se discute otra credencial)

El C. secretario Santos:

Se acepta la credencial expedida en favor del teniente coronel Marciano González, por el ciudadano general Elizondo. Está a discusión, ¿no hay quién tome la palabra? En votación económica, se pregunta si se aprueba; los que estén por la negativa, sírvanse poner en pie. Aprobada.

A continuación se dio cuenta con el dictamen de la Comisión Revisora de Credenciales, que termina con las proposiciones siguientes:

Se desechan las expedidas en favor de los ciudadanos M. Sertano Tamés, O. H. León, E. Hernández, L. Bolaños, J. Aguirre Escobar, y G. Castillo Tapia, otorgadas por los ciudadanos generales: C. Bringas, P'. Natera, S. Bañuelos, T. Domínguez, E. Gutiérrez y F. Zuazua.

El C. Mariel:

Me consta que el señor Bringas es reconocido como general en México y tiene fuerzas a su mando.

El C. Tamés:

Yo soy representante en esta Asamblea del señor general Bringas; pero si aquí la Asamblea o la Comisión Revisora de Credenciales, cree que no están los puntos de mi credencial completos para venirla a presentar, pediré que se me conceda permanecer un poco de tiempo para presentar las puebas de que el general Bringas está reconocido en el escalafón, como general, en la Secretaría de Guerra, y tiene más de quince mil hombres a su mando.

El C. Angeles:

Yo puedo dar informes sobre el señor general Bringas, porque sirvió en la artilleria de la División del Norte. El iba constantemente con las tropas de artillería, sin que supiera yo que tuviera ningún grado, ni se le diera ningún sueldo; nunca entraba en los combates, por lo cual, como no servía de nada, se separó de la División del Norte y no sé adónde se fue. (Aplausos)

El C. Chao:

El llamado general Bringas, actualmente en México, al separarse de la División del Norte y por carecer en mi brigada de médico, solicitó ser el médico y fue rechazado (Aplausos)

Un C. delegado:

El general Bringas es, además, de triste recordación en la Huasteca, por haber invadido, malamente, a un grupo de indígenas, varios terrenos, y puedo formular cargos concretos en su contra. Fue también el representante de Creel.

El C. Tamés:

Eso es fuera de lo que estamos tratando. El general Bringas ha ido a México a recoger las fuerzas que tenía en el Estado de Puebla, las cuales mandaba un hijo de él, Carlos Bringas, que falleció hace unos cinco o seis días en México. Por lo demás, ignoro los servicios de este señor general y no me toca discutir eso en esta H. Asamblea. Si la Asamblea, que se ha reunido aquí, no me considera la credencial suficientemente acreditada, al no poder representar a mi señor general, por la misma puerta que entré puedo salir, pero llevándome un profundo sentimiento y al mismo tiempo, teniendo el orgullo de haber venido a cumplir con mi deber.

El C. González Garza:

El dictamen de la Comisión Revisora no puede ser más justo, señores delegados; él especifica el caso, dice que no tiene ningún ... ¿Cómo es exactamente la palabra?

El C. secretario:

(Lee la credencial del señor Bringas)

El C. González Garza:

Una Comisión ha sometido a la aprobación de esta Asamblea su dictamen, dejando a salvo su responsabilidad. Si efectivamente el señor Bringas tiene ahora el grado de general, yo creo que estamos obligados a aceptar a su representante; pero vuelvo a repetir, por tercera vez, que si él tiene ese grado será culpa de quien se lo dio; no de nosotros.

El C. Miranda:

Yo creo que el que hace tres meses estaba en Chihuahua, sin tener grado ninguno, digo, reconocido allá, y sin percibir haberes ni tener mando ninguno, no quiere decir que no sea general; si a juicio de los delegados del Norte no es general, quizá por servicios que haya prestado antes se haya ganado ese grado de general; yo creo que esos grados han sido bien ganados. (Voces: ¡No, no!)

El C. Tamés:

¿Me permite usted?

El C. presidente:

Tiene la palabra el ciudadano Obregón.

El C. Obregón:

No es precisamente la División del Norte la que dice que no debe ser admitido. La División del Norte rinde un informe breve, concreto. Creo que en la historia de la guerra no hay quien llegue en tres meses a ser general. Yo estoy sorprendido del grado que tengo en tres años de lucha; por consiguiente, no creo que es la División del Norte la que dice que no es general, es la conciencia de todos los mexicanos. (Aplausos) Pero creo que estamos en un momento en que tratamos de serenar un mar proceloso; todo lo que tienda a agitarlo más y más, creo que no es oportuno. Yo sería de opinión que se aceptaran los delegados como el de ese señor, que son bien pocos, y que no estorbarian para el resultado de la Convención; y que la misma Comisión Revisora de Credenciales, con cinco o seis miembros más del Ejército Constitucionalista, dictamine después de que hayan solucionado los principales problemas que deben ser aceptados aquí, como generales o como coroneles, para que dictaminen sobre los grados que se han concedido, porque hay muchísimos individuos que no se lo merecen. (Aplausos)

El C. Serrano Tamés:

Quiero solamente hacer una aclaración. El señor general Bringas no hace tres meses que comenzó la campaña revolucionaria. Fue comisionado para ir a comprar armamento, habiéndosele dado la cantidad de veinte mil dólares, habiendo dejado el mando de sus fuerzas a su hijo, el teniente coronel Carlos B. Bringas.

El C. Mariel:

El señor general Márquez, que opera en la región del Estado de Puebla, puede informar sobre ese asunto.

El C. Márquez:

No tengo la honra de conocer al señor general Bringas. (Risas, aplausos)

El C. Aguirre Benavides:

Yo he manifestado en ocasión anterior, señores, el gran deseo que tengo de que reine en esta Asamblea un espíritu enorme de concordia y de unión. Yo, como miembro de la Comisión Revisora y rindiendo siempre culto a la verdad, me vi obligado a rendir el informe que está vaciado en el dictamen que rinde la Comisión Revisora, respecto al señor Bringas, porque, como decía antes, aún no hace tres meses se retiró este señor, sin grado ninguno de la División del Norte, y ahora aparece como general. No obstante, de conformidad con lo que expresó el señor general Obregón hace un momento, considero que debemos de evitar toda fricción, todo motivo que tienda a desavenencias entre nosotros y procuremos a todo trance entendemos y hacer obra buena.

El C. secretario:

Se pregunta a la Asamblea si considera suficientemente discutido el punto. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse en pie. Se considera suficientemente discutido.

Voy a volver a leer la proposición: (Le da lectura)

Los que estén por la afirmativa, es decir, aprobando el dictamen de la Comisión, sírvanse ponerse en pie. Aprobado el dictamen.

Está a discusión en lo general.

El C. Eulalio Gutiérrez:

A mi representante Virgilio Escobar se le dio la representación en México; así es que este señor no está por acá con representación alguna. Que se deseche.

El C. Castillo Tapia:

De México recibí la representación del señor general Zúñiga, que acaba de ser ascendido a general, y la del señor general Zuazua. La Mesa, en aquel lugar, desechó la del general Zúñiga, que acababa de ser ascendido cinco o seis días antes, y se estableció que deberán tener de ascendidos por lo menos un mes.

El señor Zuazua me dio su representación, y ayer llegó él con la representación del señor general Murguía. Entendimos que era compatible que yo representara al señor Zuazua, y él al general Murguía; pero comprendiendo particularmente que pudiera haber discusión por esto, se le envió un telegrama al señor Murguía para que me diera su representación, y el señor Zuazua se representara por sí. Sin embargo, tengo dos representaciones, que en este momento llevo a la Mesa, para que la Asamblea se sirva decidir cuál debo representar.

El C. secretario:

Prosigue la discusión en lo general. ¿No hay quién tome ]a palabra? Se pregunta en votación económica si se acepta en lo general. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse en pie. Aprobada en lo general.

Se pone a discusión la credencial expedida a favor del señor Oscar H. León, por el señor general Pánfilo Natera. Está a discusión.

El C. De la Torre:

Considero que estando presente el señor general Natera no debe estar presente el señor general León.

El C. Natera:

Señores: Tal vez fue un error que nosotros tuvimos, por razón de que nosotros nunca hemos hablado en público, y tal vez por eso fue el error de haberlo nombrado como representante. Nosotros quisimos que estuvieran cerca de nosotros, para que en los momentos en que nosotros quisiéramos discutir algo, nosotros no podríamos desarrollarlos sin esas personas que nombramos; yo quisiera que la honorable Asamblea nos permitiera que esos señores estuvieran cerca de nosotros, para que discutieran lo que nosotros no podemos desarrollar.

El C. Berlanga:

Yo creo que es de aceptarse lo que acaba de indicar el ciudadano Natera; nada más considerando que sea un solo voto, y no dos, a la hora de la votación. Puede perfectamente tener su representante aquí y votar, no se toman dos votos, sino uno; por lo tanto, puede ser perfectamente representado.

El C. Mariel:

Veo el inconveniente en que estén representadas esas personas, porque en ese caso cada uno de nosotros podremos hacerlo y traer nosotros otras personas que nos acompañaran, como un Luis Cabrera. (Voces: ¿Por qué no vino?)

Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesSegunda Junta Preliminar celebrada el día 12 de octubre de 1914 Segunda parte de la Reanudación de la Segunda Junta Preliminar correspondiente al día 12 de octubre de 1914 en la ciudad de AguascalientesBiblioteca Virtual Antorcha