Indice de Entrevista a Rosendo Salazar por Píndaro Urióstegui Miranda Con Alvaro Obregón La CROM en escena. Detrás de ella, el Partido LaboristaBiblioteca Virtual Antorcha

ENTREVISTA
A ROSENDO SALAZAR

Píndaro Urióstegui Miranda


ALGO SOBRE LUIS N. MORONES

PREGUNTA
¿Perdone, don Rosendo, cómo se incorporó Luis N. Morones a la Casa del Obrero Mundial?

RESPUESTA
Es una pregunta interesante, porque esta personalidad crea una época.

Mire usted, a Luis N. Morones lo conocí en 1916, al regreso de la campaña militar de la Casa del Obrero, aquí en la ciudad de México.

Luis N. Morones pertenecía al Sindicato Mexicano de Electricistas, que se fundó en el Departamento del Trabajo creado durante el gobierno de Madero, a fines de 1914.

Este sindicato se incorporó a la Casa del Obrero Mundial, estando ésta en San Juan de Letrán (ex-convento de Las Brígidas).

Admitido el sindicato, más otros, el de telefonistas, dentro de la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal, sucedió que, habiéndose declarado en huelga este último, Obregón decretara la incautación, por la Revolución, de la Compañía Telefónica y Telegráfica Mexicana.

Los dos sindicatos estaban adheridos a la Casa del Obrero. Entonces Obregón, ya tratando de atraerse la voluntad de los trabajadores en masa, incautó esa compañía y la puso en manos del Sindicato Mexicano de Electricistas, mismo que designó a Morones gerente de la compañía incautada por el Ejército Constitucionalista al mando de Obregón.

La Casa del Obrero Mundial, es decir, nosotros, aprobamos el acuerdo del Sindicato Mexicano de Electricistas, sin conocer a Morones; nada más lo aprobamos.

Morones se había quedado en la ciudad de México durante la ocupación por Zapata, Villa y la Convención, por lo que en el fondo no aprobó que nosotros hubiéramos marchado a la Revolución a tomar las armas y formar los batallones. El se quedó tranquilamente con su puesto de gerente y al regresar nosotros, algunos de mis compañeros cometieron el error de haber abierto de par en par las puertas de la Casa del Obrero Mundial, permitiendo la entrada de elementos que no nos secundaron en la aventura de las armas.

Así fue como llegó Morones a la Casa del Obrero; fue cuando lo conocí y no crea usted que fui muy recatado al notar su presencia; tuve palabras despectivas para él y aún pedí que no se le concediera el uso de la palabra, o que si acaso se le otorgaba, nuevamente me fuera concedida a mí; no estaba satisfecho con su conducta, siempre fui muy celoso a ese respecto.

Por tanto, cuando Carranza procedió en la forma que lo estoy diciendo sobre disolución de la Casa del Obrero, Morones aprovechó la oportunidad para reprocharnos, a los que habíamos ido a la Revolución, el haber servido al Ejército Constitucionalista con los Batallones Rojos, para recibir como pago lo que estábamos recibiendo en esos momentos: patadas de Pablo González y tremendos insultos de Venustiano Carranza por una solicitud de salarios en oro.

También Morones aprovechó esa situación para exhibirnos ante las colectividades, que no se explicaban aquello; decían: bueno, fuimos a la Revolución, le dimos contingentes, murieron muchos compañeros, ¿y éste es el pago?

A ver, esos que nos llevaron a la Revolución; a ver, aquellos que nos dijeron que era menester hacer esto.

Entonces pude darme cuenta que algunos que se llamaban anarquistas no eran tales anarquistas, sino oportunistas que esperaban la ocasión para recoger el fruto de su equívoca incorporación a la Revolución.

Con ese motivo me fui quedando al margen, abominado por el grupo moronista que me hizo la existencia pesada.

Y ahí andaba yo barbudo, al margen de la vida, sin encontrar trabajo, alímentándome de frutos, yerbas y eso; en fin, me vi acosado por esos arribistas que ya portaban brillantes y cargaban oro.

Unos cuantos días después de haber sido designado, Morones, Secretario de Industria y Comercio, se hace dueño del hotel Mancera, uno de los principales edificios coloniales que existen hasta la fecha.

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