Índice de Revolución del cura Miguel Hidalgo hasta la muerte de éste y de sus compañeros de Lucas Alamán | Capítulo IV | Capítulo V - Segunda parte | Biblioteca Virtual Antorcha |
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REVOLUCIÓN DEL CURA MIGUEL HIDALGO
HASTA LA MUERTE DE ÉSTE Y DE SUS COMPAÑEROS
Lucas Alamán
CAPITULO V
Primera parte
Marcha Calleja sobre Guanajuato.- Allende pide auxilios a todos los jefes de su partido.- Cartas de Allende a Hidalgo.- Resolucion de Hidalgo de pasar a Guadalajara.- Matanza de los españoles presos en Valladolid.- Circunstancias atroces de esta matanza.- Viaje de Hidalgo a Guadalajara.- Misterioso personaje que en él le acompaña.- Solemne recibimiento que se le hizo en aquella capital.- Sigue Calleja su marcha sobre Guanajuato.- Alarma en la ciudad.
Al regreso de Aculco hizo Calleja una entrada triunfal en Querétaro, y habiendo dado a su ejército algunos dias de descanso, salió con direccion a Guanajuato. En Celaya, cuyo subdelegado D. Carlos Camargo, nombrado por Hidalgo, habia estado en Querétaro para ponerse de acuerdo con aquel general y evitar males a la poblacion, el ejército fue recibido con demostraciones públicas de alegria, y Calleja tuvo nuevas pruebas de la fidelidad de sus tropas (1). Tomas Aguirre, soldado del regimiento de Celaya y José Ignacio Granados, intentaron seducir a Felipe Cortés y a Miguel Toral, dragones del regimiento de Puebla, con el último de los cuales tenia Granados amistad desde su niñez. No obstante esta, fueron denunciados los seductores y condenados a la pena de horca, y para premio de los denunciantes y estímulo a todos, el suceso se publicó en la órden del dia 19 que se mandó leer en todas las compañías, previniendo que Cortés y Toral fuesen preferidos en sus ascensos y gratificados con veinticinco pesos cada uno.
Viendo Allende que Calleja avanzaba sobre Guanajuato y no pudiendo confiar en los medios de defensa con que contaba, de cuya insuficiencia habia tenido recientemente una prueba en Aculco, solicitó con instancia que se le auxiliase por los jefes que acababan de hacer la revolucion en Nueva Galicia y S. Luis Potosí, y dirigió a Hidalgo con fecha del 19 la carta siguiente, que me ha parecido importante insertar íntegra, porque en ella manifiesta con exactitud la crítica situación en que se encontraba, y la persuasion en que estaba del riesgo que el éxito de la empresa corria, si se perdia Guanajuato.
Con referencia a carta en que Hidalgo le proponia su plan de pasar a Guadalajara le dice:
Sr. generalísimo D. Miguel Hidalgo y Costilla.
Cuartel general de Guanajuato.
Noviembre 19 de 1810.
Queridísimo amigo y compañero mio (2):
Recibí la apreciable de V. de 15 del corriente y en su vista digo, que nada seria mas perjudicial a la nacion y al logro de nuestras empresas, que el que V. se retirase con sus tropas a Guadalajara, porque eso seria tratar de la seguridad propia y no de la comun felicidad, y así lo habia de creer y censurar todo el mundo. El ejército de operaciones al mando de Calleja y Flon, entra por nuestros pueblos conquistados como por su casa, y lo peor es que los seduce con promesas lisonjeras, de suerte que hasta con repique lo recibieron en Celaya, y tienen razon porque se les ha dejado indefensos.
Todo esto va induciendo en los pueblos un desaliento universal, que dentro de breve puede convertirse en odio de nosotros y de nuestro gobierno, y tal vez estimulados a una vileza, de maquinar por conseguir su seguridad propia.
No debemos pues desentendernos de la defensa de estas plazas tan importantes, ni de la destruccion de dicho ejército, que por todas partes esparce, con harto dolor mio, la idea de que somos cobardes, y hasta los mismos indios lo han censurado. De otro modo, abandonada esta preciosa ciudad la mas interesante del reino, o si somos derrotados en ella por el enemigo, ¿que será de Valladolid, de Zacatecas, Potosí y de los pueblos cortos? ¿Y qué será de la misma Guadalajara, para donde se dirigirá el enemigo cada vez mas triunfante y glorioso con sus reconquistas?
Me parece infalible la total pérdida de lo conquistado y la de toda la empresa, con el agregado de la de nuestras propias vidas y seguridad, pues ni en la mas infeliz ranchería la hallariamos, viéndonos cobardes y fugitivos, sino que ellos mismos serian nuestros verdugos.
El mismo Huidrobo y en su ejército pedian, en vista de que Guadalajara nos esperaba de paz, que pasase yo en persona, para mayor solemnidad y mejor arreglo de las cosas: pero como no trataba yo de aseguranne, sino de la defensa de esta ciudad (Guanajuato) de tanto mérito por su entusiasmo, por los muchos intereses que tenemos en ella, por la casa de moneda que tanto importa, y por tantos mil títulos, no quise hacerlo, sino permanecer aquí y prevenir a V., como lo he hecho, y a las divisiones de Iriarte y Huidrobo, se acerquen con cuanta fuerza puedan, para atacar al enemigo por todas partes, destruirlo y abrirnos el paso a Querétaro y México, o cuando ménos conseguir la seguridad de lo conquistado, y hacer fuertes en sus fronteras, para cortar a México víveres y comunicaciones.
El Lic. Avendaño acompañó a Huidrobo a Guadalajara para el arreglo del gobierno y lo demas, y tambien hice lo acompañase Balleza, a las órdenes de Huidrobo, previniendo a este en presencia del mismo Balleza, que no se le obedeciese por ser tan manifiesta su debilidad, y que solo pensaba en la seguridad personal. No fue necesario que llegasen a Guadalajara, ni para su toma, ni para el arreglo del gobierno en todas sus partes, porque el famoso capitan Torres y los mismos patriotas buenos y vecinos de Guadalajara, lo han puesto todo en el mejor órden que se puede desear, segun los partes que recibí ayer, y así cualquiera otra cosa, léjos de fomentar el órden lo destruirá e introduciria el desórden que tantos estragos nos ha ocasionado.
En esta virtud, en justicia y por amor propio, no puede ni debe V. ni nosotros pensar en otra cosa, que en esta preciosa ciudad que debe ser capital del mundo (3), y así sin pérdida de momentos ponerse en marcha, con cuantas tropas y cañones haya juntado, para volver a ocupar el valle de Santiago, y los pueblos ocupados por el enemigo hasta esta frontera, y atacarlo con valor por la retaguardia, dándonos aviso oportuno de su situación para hacer nuestra salida, y que cercado por todas partes, quede destruido y aniquilado, y nosotros con un completo triunfo.
Está firmada Ignacio Allende, Capitan General de América, y en posdata añade:
Es llegado el tiempo de hablar con la libertad que pide nuestro comprometimiento. Yo no soy capaz de apartarme del fin de nuestra conquista; mas si empezamos a tratar de las seguridades personales, tomaré el separado partido que me convenga, lo que será imposible practique, siempre que V. se preste con vigor a nuestra empresa, y V. y no otro debe ser el que comande esas tropas.
Guadalajara, aun cuando le faltase algun arreglo, despues se remediará, y Guanajuato acaso seria imposible volverlo a hacer nuestro adicto (4).
Vale.
No recibiendo Allende contestacion a las cartas que anteriormente habia escrito a Hidalgo, llegó a sospechar que este intentaba embarcarse en S. Blas, y este recelo le hizo escribirle el dia inmediato la carta que sigue, en términos de decidido rompimiento (5):
Guanajuato, 20 de Noviembre de 1810.
Mi apreciable compañero:
V. se ha desentendido de todo nuestro comprometimiento, y lo que es mas, que trata V. de declararme cándido, incluyendo en ello el mas negro desprecio hacia mi amistad. Desde Salvatierra contesté a V. diciendo, que mi parecer era el de que fuese V. a Valladolid y yo a Guanajuato, para que levantando tropas y cañones, pudiésemos auxiliarnos mútuamente segun que se presentase el enemigo; puse a V. tres oficios con distintos mozos, pidiendo que en vista de dirigirse a esta el ejército de Calleja, fuese V. poniendo en camino la tropa y artillería que tuviese, que a Iriarte le comunicaba lo mismo, para que a tres fuegos desbaratásemos la única espina que nos molesta; ¿qué resultó de todo esto? Que tomase V. el partido de desentenderse de mis oficios y solo tratase de su seguridad personal, dejando tantas familias comprometidas, ahora que podiamos hacerlas felices; no hallo como un corazón (6) humano en quien quepa tanto egoismo, mas lo veo en V. y veo que pasa a otro extremo; ya leo su corazon y hallo la resolucion de hacerse en Guadalajara de caudal, y a pretexto de tomar el puerto de S. Blas, hacerse de un barco y dejarnos sumergidos en el desórden causado por V. y ¿qué motivo ha dado Allende para no merecer estas confianzas?
No puedo ménos que agriarme demasiado, cuando me dice V. que el dar órden en Guadalajara lo violenta; ¿de cuando acá V. así? Tenga presente lo que en todos los paises conquistados me ha respondido V. cuando yo decia: es necesario un dia mas para dar algun órden etc.
Que V. no tuviera noticia (como me dice) del enemigo ni de Querétaro, es una quimera, cuando de Acámbaro, de Salvatierra y Valle de Santiago, desde la semana pasada me están dando partes, y lo que es mas, con los dos primeros oficios que mandé a V., acompañé dos cartas y ellas llegaron a Valladolid y se me contestaron; pero a V. no llegan mis letras, segun que se desentiende en su carta.
Espero que V. a la mayor brevedad me ponga en marcha las tropas y cañones, o la declaracion verdadera de su corazon, en inteligencia que si es como sospecho, el que V. trata de solo su seguridad y burlarse hasta de mí, juro a V. por quien soy, que me separaré de todo, mas no de la justa venganza personal.
Por el contrario, vuelvo a jurar, que si V. procede conforme a nuestros deberes, seré inseparable y siempre consecuente amigo de V. Ignacio de Allende.
Hidalgo, no obstante tan reiteradas y urgentes instancias de Allende, llevó a efecto su resolucion de marchar a Guadalajara. Súpose en Valladolid el 14 de Noviembre la entrada de Torres en aquella ciudad, y se solemnizó con misa de gracias en la catedral, a que asistió Hidalgo bajo de dosel, acompañado de los oficiales Foncerrada y Villalongin, y el 17 verificó su salida (7); pero antes mandó degollar a los españoles que tenia presos, cogidos en la misma Valladolid y conducidos de diversos lugares de la provincia.
Con este fin dispuso se les sacase en diversas partidas, para darles muerte fuera de la ciudad. La primera salió en la noche del 13 de Noviembre, en la que iban cuarenta individuos que fueron degollados en la barranca de las Bateas (8), a tres leguas de Valladolid; la segunda se despachó en la noche del 18, al dia siguiente de la salida de Hidalgo para Guadalajara; componíanla cuarenta y cuatro europeos, a quienes se dió muerte en la falda del cerro del Molcajete, mas distante que el de las Bateas en el camino de Pázcuaro.
En la primera partida iba el desgraciado asesor que funcionaba de intendente, D. José Alonso Gutierrez de Teran (9), quien con cristiana y varonil entereza, auxilió y esforzó a sus infelices compañeros en aquel postrer trance, pidiendo a los verdugos que le dejasen para ser la última víctima.
Todas las circunstancias que concurrieron en estas atroces matanzas, contribuyen a hacerIas mas horrorosas; hacíanse por órden de un eclesiástico, el cura Hidalgo, como él mismo lo confesó en su proceso, aunque reduciendo el número de los muertos a sesenta; disponia la salida de las partidas y todo lo concerniente a la ejecucion el intendente Anzorena, que hacia profesion de hombre piadoso y usaba el hábito exterior de beato de S. Francisco (10), y las listas de las víctimas se dijo que las formaba otro eclesiástico, que estaba encargado del cuidado de las prisiones, al que le quedó el sobrenombre del P. Chocolate, porque formando las funestas listas de los desgraciados que habian de perecer, decia que eran de los que habian de beber chocolate aquella noche (11).
D. Manuel Muñiz, capitan que habia sido del regimiento de infanteria provincial de Valladolid, ascendido a general en la revolucion, afrentó el carácter militar, conduciendo las víctimas de la primera partida al lugar de la ejecucion, y el P. D. Luciano Navarrete tuvo esta odiosa comisión respecto a la segunda, dando así principio a aquella serie de atrocidades, que le hicieron adquirir la triste nombradía de cruel y sanguinario.
A los presos se les sacaba de la prision con el engaño de que era para llevarlos a Guanajuato, con lo cual sus desgraciadas familias cuidaban de proveerlos de lo necesario para el viaje. Sus cadáveres desnudos quedaban abandonados en el campo para ser pasto de las fieras y aves de rapiña, siendo el concurso de estas lo que llamó la atencion y dió conocimiento de lo que sucedia, y aunque el intendente negó el hecho a su pariente el P. Caballero prior de S. Agustin, este lo convenció presentándole la cabeza de uno de los degollados, y no pudiendo resistirse a tan horrible prueba, y obligado tambien por la fuerte conmocion que se excitó en las familias de los que quedaban vivos, no se atrevió a seguir sacando otras partidas como era su intento, hasta acabar con todos los presos, a quienes a propuesta del mismo padre Caballero, distribuyó para mayor seguridad en distintas prisiones (l2).
Hidalgo, habiendo reunido todas las fuerzas que pudo recoger, que ascendian a unos siete mil caballos con solos doscientos cuarenta infantes, se puso en camino para Guadalajara. Acampañábale en su coche una jóven de buen parecer, disfrazada de hombre con el uniforme y divisas de capitan; en el vulgo corria la voz de que era Fernando VII, que habiendo logrado escapar de entre los franceses, habia venido a ponerse bajo la proteccion del cura; voz que este no autorizaba y de que acaso ni aun noticias tenia.
En todos los lugares en que entraba, era esta jóven ocasion de curiosidad y maledicencia, aunque el verdadero motivo del interes que el cura tenia por ella, parece que era por ser su ahijada, o mas bien su hija, segun se decia, habida en la mujer de un español, que no por esto dejó de ser comprendido en el número de los que fueron presos y degollados.
En Zamora fue recibido con aplauso, y habiendo asistido a una solemne misa de gracias y recogido un donativo, continuó (13) su marcha a Guadalajara.
En Atequizar, a donde llegó el 24 de Noviembre, le esperaban veintidos coches con las primeras autoridades, que salieron a recibirle hasta aquel punto; pasó con ellas a S. Pedro Analco, donde se le tenia preparada una expléndida comida, y en la tarde concluido el coro, se presentaron los canónigos a felicitarle.
Para su entrada en la ciudad que se verificó el 26, se formó la tropa de Torres en dos alas en la carrera hasta la puerta de la catedral, en la que estaba el batallón de infanteria provincial que le hizo los honores de Generalísimo; seguíale una comitiva de más de cien coches, las calles estaban llenas de gente y adornadas con colgaduras. En la puerta de la iglesia se hallaba prevenido un altar portátil, en el cual el dean le dió agua bendita, y pasando Hidalgo al presbiterio se cantó el Te Deum. Concluido este, salió a pié en procesion hasta el palacio, en cuyo salon principal, sentado bajo de dosel, recibió las felicitaciones de todas las autoridades y corporaciones, a cuyas arengas contestó haciendo ostentacion de su profesion de orador, complaciéndose mucho en una ceremonia que halagaba a un tiempo su aficion a este género de pompas y sus inclinaciones de estudiante.
Cuatro dias despues llegó en un coche de cortinas, cerrado por todas partes y escoltado por gran número de lanceros, la jóven místeriosa que acompañaba a Hidalgo. El coche caminaba velozmente y la gente curiosa lo seguía a distancia; detúvose delante de la puerta del colegio de S. Juan, y la guardia que estaba de antemano prevenida, hizo calle; la jóven bajó con prontitud y se entró al colegio, sin que la gente del pueblo que habia ocurrido a ver quien venia en el coche, alcanzase a conocer al personaje; mas luego circuló la noticia de que el Rey Fernando VII, o como comunmente se le llamaba, Fernandito habia llegado a Guadalajara.
Hidalgo hizo que la jóven volviese a tomar el traje de su sexo, y de noche con todo secreto, se la trasladó al beaterio de Santa Clara.
Con la marcha de Hidalgo a Guadalajara, y no habiendo llegado a tiempo Iriarte que salió de S. Luís para auxiliar a Allende, este quedó reducido para defender a Guanajuato, a solos los recursos que habia podido proporcionar aquella ciudad y poblaciones inmediatas.
Calleja atravesó toda la provincia sin encontrar resístencia; a su paso redujo a la obediencia a Celaya, Salamanca e Irapuato, organizando su gobierno, y al mísmo tiempo que aseguraba así los medios de subsistencia de su ejército, privaba de ellos al enemigo (14).
En la tarde del 23 de Noviembre acampó en el rancho de Molineros, a cuatro leguas de la ciudad, y en la mañana siguiente emprendió hacer un reconocimiento en las alturas de Jalapita, que dominan la entrada de la cañada de Marfil, para disponer el ataque que intentaba hacer el inmediato dia 25; pero habiendo empezado los insurgentes a batirle con la artillería que tenian colocada en dos lomas a la izquierda del camino, en el paraje llamado Rancho seco, se vió obligado a desalojarlos de ellas, para poder tomar posicion y ejecutar su intento. Al efecto, mandó que una seccion considerable de caballería e infantería a las órdenes del coronel Emparan, se dirigiese por la izquierda a cortar la retirada ocupando el camino de Silao, miéntras atacaba de frente él capitan D. Antonio Linares, quien con los voluntarios de Celaya a galope, se apoderó en un momento de los cuatro cañones que estaban en la batería y dispersó a los que la defendian (15).
La facilidad con que se obtuvo esta ventaja, decidió a Calleja a continuar el ataque sin esperar al dia signiente.
Dividió para esto su ejército en dos columnas, formada la una por los granaderos y varios cuerpos de caballería, cuyo mando tomó el mismo Calleja; y la otra a cuya cabeza se puso el conde de la Cadena, Flon, la componian el regimiento de infantería de línea de la Corona, los dragones de S. Luis que mandaba el conde de S. Mateo Valparaiso, y otros cuerpos de caballería, quedando una reserva a las órdenes del coronel Espinosa.
Calleja, habiendo ocupado el caserío de Marfil, no obstante el fuego de una batería situada en una altura de enfrente, tomó el camino del real de minas de Santa Ana, que conduce a Valenciana por sobre las montañas que forman el costado del Noroeste de la cañada; Flon, a la derecha de Calleja, siguió el camino llamado de la Yerba Buena, dominando a la misma cañada por el Sudeste. Con esta disposicion se evitó el paso por esta, y quedaron sin efecto los barrenos practicados en los espaldones de ella, que ascendian a mil y quinientos, comunicados por una misma mecha, para que dando fuego a todos a un tiempo, sepultasen bajo las rocas que hiciesen saltar, al ejército a su paso por aquella estrecha garganta, de todo lo cual tenia puntual conocimiento Calleja (16).
Notas
(1) Gaceta de 30 de Noviembre de 1810, tomo 1°, núm. 144, fol. 1009.
(2) Véase en qué términos hablaba de él con los Aldamas.
(3) En estas expresiones se vé, como en otras muchas cosas, la idea exagerada que los americanos se hacian de la importancia de su pais, por no conocer absolutamente los extraños, y esta perjudicial ignorancia ha seguido prevaleciendo despues de hecha la independencia.
(4) Aunque Bustamante insertó esta carta en las Campañas de Calleja, fol. 24, la copió con mucha inexactitud, suprimiendo el primer periodo y lo que Allende dice acerca del bajo concepto que tenia del valor del P. Balleza. En toda esta carta se vé cuan fijas estaban las especies de la conquista todavía despues de tanto tiempo, pues es la palabra que usa Allende en todo lo relativo a su empresa.
(5) Aunque Bustamante tuvo a la vista esta carta, no la insertó, por consideracion, segun dice, a las personas interesadas en ella.
(6) Parece quiso decir: No hallo como puede haber un corazon, etc.
(7) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 1°, fol. 147. Es cosa extraña que refiriendo tan por menor Bustamante hasta las cosas mas insignificantes que hizo Hidalgo en Valladolid, pasa enteramente en silencio el degüello de los españoles. ¿Seria olvido? Esta clase de olvidos no son disculpables en un historiador.
(8) Se llama tambien el Cerro pelon, porque no tiene arboleda ninguna y se vé desde Valladolid. En todo el país se da el nombre de cerros de la Batea o Molcajete, a los que presentan en su cumbre la concavidad más o ménos profunda, seca o con agua, de algun cráter de volcan antiguo ahora apagado.
(9) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 1°, fol. 72 dice, refiriendo la prision de Teran cuando huia de Valladolid, que se habia mostrado inexorable contra los americanos que proyectaron la primera revolucion en aquella ciudad en 1809, y que por esto pagó con la vida como otros muchos. Teran en este asunto se condujo con la integridad que requerian las funciones de un magistrado, y el resultado de la causa ya vimos que fue no perseguir a nadie. La expresion pagó con la vida supone un crimen, en cuyo justo castigo satisfizo el criminal con perder la vida, y aquí no hubo crimen alguno.
El Sr. canónigo de Valladolid D. José María Gutierrez de Teran, es hijo de este digno magistrado, y honra con su mérito la familia de que procede.
(10) Siento mucho tener que referir estos sucesos y la parte que en ellos tuvo el intendente Anzorena, por la dolorosa impresion que tales recuerdos deben producir en la familia de este, una de las mas respetables de la República. Su hijo el Lic. D. José Ignacio Anzorena, ha sido de los mejores amigos que he tenido desde mi juventud, y honra mucho a la nacion como abogado y magistrado que fue, sin que la conducta de su padre deba ser motivo de desdoro, para quien es tan digno por la suya de tanto aprecio y consideracion.
Bustamante, Cuadro histórico, tomo 1°, fol. 75, hablando del nombramiento que Hidalgo hizo en Anzorena para intendente de Valladolid, dice que no se equivocó cn la eleccion. Si estas sangrientas ejecuciones son la prueba del acierto de la eleccion, y el motivo porque se le da la calificacion de benemérita a la persona en quien recayó, no es muy ventajoso el concepto que puede formarse de la humanidad del autor.
(11) Atribuyóse esta especie al P. Muñoz, pero se vindicó y fue despues un celoso predicador contra la insurreccion.
(12) Véanse en el apéndice los pormenores de estos atroces sucesos.
(13) Bustamante, Cuadro hist6rico, tomo 1°, fols. 147 y 148.
(14) La relacion del ataque y toma de Guanajuato está sacada de los dos partes de Calleja de 25 de Noviembre de 1810, inserto en la Gaceta extraordinaria de 28 del mismo, núm. 141, fol. 993, y de 12 de Diciembre. Gaceta extraordinaria del 17, núm. 153, fol. 1053. Estoy cerciorado de la verdad de lo que refiere, por lo que ví y oí en aquella ciudad. El plano de la accion es el que mandó Calleja al Virrey y publicó Torrente, de donde lo sacó Bustamante, cuya noticia de esta accion es muy abreviada.
(15) Linares refiere este hecho en la representacion al Virrey, citada anteriormente.
(16) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 1°, fol. 100, asienta, que estos avisos los daba a Calleja el regidor alférez real D. Fernando Perez Marañon, y así se dijo por aquel tiempo. Agrega, que Villagran interceptó la correspondencia de Marañon con el Virrey y dió aviso a Hidalgo, pero que este aviso llegó tarde, con lo que Hidalgo no pudo aprovecharse de él, haciendo cortar la cabeza a Marañon. De esto no tengo mas dato que lo que Bustamante dice, y sus noticias cuando no expresa de qué orígen las toma, merecen muy poca confianza.
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