Salvador Hernández Padilla


Ricardo Flores Magón:

una vida en rebeldía

Tercera edición cibernética, septiembre del 2003

Captura y diseño, Chantal López y Omar Cortés

Haz click aquí para acceder al catálogo de la Biblioteca Virtual Antorcha




Indice

Presentación por Chantal López y Omar Cortés.

Capítulo 1.

Capítulo 2.

Capítulo 3.

Capítulo 4.

Capítulo 5.

Capítulo 6.

Capítulo 7.

Capítulo 8.

Capítulo 9.

Capítulo 10.

Notas.




Presentación

Esta tercera edición del escrito del compañero y amigo Salvador Hernández Padilla tiene una historia apresurada e insólita.

Sucedió que por casualidad nos encontramos al amigo Salvador en una Librería Gandhi, de la ciudad de México, y en la charla que tuvimos, le propusimos el colocar esta tercera edición de su ensayo sobre Ricardo Flores Magón aquí, en nuestra Biblioteca Virtual Antorcha.

El accedio a nuestra petición y ... pues aquí esta la tercera edición de su ensayo.

Precisamos que las dos anteriores ediciones, en su momento las colocamos en nuestro sitio Acracia que aún se encuentra en el servidor de Pobladores.

Advertimos que, al igual que en las dos ediciones anteriores, hemos conservado nuestros comentarios al margen sobre algunos puntos del ensayo.

De más está el que señalemos la riqueza de información y análisis que este ensayo conlleva, misma que es de esperar sea íntegramente aprovechada por todo aquél que lo lea.

Chantal López y Omar Cortés


Volver al Indice






Capítulo 1

7 de agosto de 1900, Zócalo de la ciudad de México: entre repiqueteo de campanas, algarabía de cohetones, tamboras, confetis, serpentinas y pregones de una verbena nació el periódico Regeneración.

Se proponía y prometía luchar contra la mala administración de la justicia del gobierno de Porfirio Díaz, quien a fuerza de reelegirse en numerosas ocasiones, llegó a considerarse indispensable y decidió convertirse en el huésped vitalicio del Castillo de Chapultepec y su centro de poder: el Palacio Nacional.

Con la creación de Círculos Liberales en varios Estados del país, la oposición pone en marcha el Primer Congreso Liberal.

Luego, en pleno estrado del Teatro de la Paz, de San Luis Potosí, Ricardo Flores Magón a voz en cuello profiere el grito de denuncia por tantos años soterrado: ¡La administración de Porfirio Díaz es una madriguera de ladrones!

Comienza la persecución en contra de los opositores del régimen. La oficina de Regeneración es clausurada por la policía. Se suceden los encarcelamientos. Se amenaza a los impresores para que no publiquen textos de los combativos escritores. Ricardo Flore Magón y un grupo de correligionarios optan por exiliarse en Estados Unidos, la tierra de los libres y la patria de los bravos, aseguraban algunos, y ellos se creyeron ese cuento.

Engañados por el espejismo de sus ilusiones, algo tardaron en conocer el profundo abismo de las decepciones. Sin embargo, en esos días aún les quedaba cuerda para remontar pozos de todos tamaños. De ahí, su decisión de iniciar una etapa de lucha más organizada contra la tiranía.

No obstante, pronto sobrevienen las rupturas dentro de las filas del incipiente movimiento libertario. Permanece la corriente que plantea la necesidad de una cambio radical en México. Se proponían combatir la fuerza con la fuerza, es decir, derrocar a la Dictadura por medio de las armas y establecer el Gobierno popular que ha de poner en práctica el programa del Partido Liberal (1).

Atrás fueron quedando los años, pero no los memorables recuerdos del traqueteado viaje de la familia Flores Magón al dejar Oaxaca y dirigirse a la gran metrópoli en busca de mejor suerte.

De incontables azoros y sobresaltos vividos en la presuntuosa ciudad de los palacios, imán de todas las ilusiones y remiendo de desengaños.

De las primeras luchas antirreeleccionistas y aguerridas manifestaciones como la del domingo 15 de mayo de 1892 organizada por el Club de Estudiantes y Obreros bajo el lema: No reelección. Ciencia y Trabajo.

De la activa participación política, primera detención e ingreso a la cárcel de Jesús, el hermano mayor y de Ricardo, el de en medio. En esa ocasión, Enrique, por ser el hermano menor, se salvó de ser conducido a la prisión de Belén.

De la rebelión tomochiteca dirigida por Cruz Chávez e inspirada por la Santa de Cabora, milagrosa curandera asesorada por el ingeniero Lauro Aguirre, conocido opositor del régimen de Porfirio Díaz, quien ordenó el envío de mil soldados para acabar con la heroica resistencia de no más de cien tomochitecos en lucha para impedir la expropiación de sus tierras en la Sierra de Chihuahua. Mientras tanto, en la capital del país, el gobierno silenciaba y perseguía a los editores de El Demócrata.

Volver al Indice




Capítulo 2

Más tarde, en 1905, al constituirse en el exilio la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano y publicarse al año siguiente su programa partidista, da comienzo una etapa de total cuestionamiento del sistema político y social del porfiriato.

Desde el principio, la contienda se entabló de manera sumamente desigual. En un lado, se encontraba todo el peso de la ley y orden del Estado presidido por el General Porfirio Díaz, firmemente apoyado por el gobierno estadounidense y varias naciones europeas. Y, por el otro, el Partido Liberal Mexicano, cuya base social comprendía pequeños grupos obreros, sectores de clase media urbana y algunos hacendados -principalmente de los Estados del Norte- descontentos con el gobierno central más no con el sistema social imperante.

Con tales apoyos -el primero estable hasta cierto punto y los segundos demasiado variables y circunstanciales- la dirección del movimiento se lanzó a preparar en todo el país centros de rebelión para que la conflagración sea general y no en un solo punto de la República (2).

Se inicia una peculiar revolución a control remoto, cuyo proyecto contemplaba el desarrollo de un vasto movimiento social que daría al traste con el sueño porfirista de transformar a México en un país moderno capitalista.

De ese primer intento libertario quedaba casi al margen, nada menos que el sector mayoritario de la clase trabajadora mexicana, es decir, el campesinado. Si bien, el programa del Partido Liberal Mexicano (3) incluía entre sus demandas principales la defensa de los intereses campesinos, en la práctica, la Junta daba prioridad a la tarea de vincularse, influir y organizar al naciente proletariado industrial. De ahí la decisión de Ricardo Flores Magón y demás dirigentes de la Junta de seleccionar y enviar a un puñado de aguerridos aunque noveles activistas a Cananea y Río Blanco.

A diferencia de la reticencia campesina por las ideologías radicales debida en gran medida a su apego por la tierra -que por lo demás sólo en muy contados casos le pertenecía-, se creía que el obrero precisamente por su desapego a esa tradición -en la mayoría de los casos sólo temporal, es decir, trabajaba como asalariado en la mina o la fábrica mientras llegaba el tiempo de levantar la cosecha- resultaba más permeable a dichas ideologías.

Se pensó que una vez lograda la adhesión de mineros e hilanderos, considerados como los sectores de avanzada del movimiento obrero de la época, resultaría menos difícil obtener el apoyo no sólo del resto del proletariado, sino también del campesinado.

Esta exclusión, que en principio se ideó como una estrategia de corto plazo, se convirtió a la larga en una de las principales debilidades del Partido Liberal Mexicano al no lograr penetrar en el medio campesino. Sin este apoyo, resultaba casi imposible llevar a buen término la revolución social que los magonistas anhelaban para México.

Entre la huelga de Cananea y la rebelión obrera de Río Blanco, el Partido Liberal Mexicano intentó ganarse el apoyo del campesinado (4). Se recomendó a los grupos guerrilleros recién formados que, al ir ocupando pueblos y rancherías durante el levantamiento militar del verano de 1906, fueran nombradas por el pueblo las nuevas autoridades. De esa manera, se iría sumando a la causa un número creciente de simpatizantes hasta constituir una fuerza respetable. Con esta táctica -aseguraban- se da tiempo a que la revolución se robustezca y se popularice (5).

Pero, al malograr sus estrategias, el Partido Liberal Mexicano no sólo no logró atraerse a los campesinos sino que rápidamente fue perdiendo el apoyo de los sectores de clase media urbana y de los contados hacendados que inicialmente vieron en la oposición del Partido Liberal Mexicano, un medio para expresar su descontento contra la rígida política económica del régimen de Díaz que obstaculizaba sus expectativas de ascenso social y político. Querían derrocar al caudillo oaxaqueño, pero no al sistema que él representaba.

Posteriormente, al irse definiendo en la lucha cotidiana, las tendencias anticapitalistas del Partido Liberal Mexicano expresadas en su programa de 1906, burguesía y clase media progresistas se sintieron, además de defraudadas, encolerizadas por la política que han seguido esos señores Magón (6).

Uno de los aspectos de la política que más desagradaba a aquellos mexicanos bienpensantes quedaba claramente delineada en una circular del Partido Liberal Mexicano, cuyo texto decía, en parte, lo siguiente: Faltaba una bandera y esa bandera ya la tenemos: es el Programa del Partido Liberal ... Para que esa bandera triunfara por los medios pacíficos como el Club, el periódico, la tribuna, el voto popular, se necesitaría que el pueblo fuera libre ... Nada de eso hay: el pueblo es esclavo ... Si quiere congregarse en Clubs, no se le permite hacerlo, si quiere emitir libremente sus ideas, se le encarcela, se le asesina y se le ultraja de mil maneras ... El Gobierno, pues, cierra al pueblo todos los caminos pacíficos que necesita recorrer para conseguir el bienestar económico y la libertad. No le queda al pueblo más que un recurso supremo y terrible: ¡La rebelión! (7).

En consecuencia, los simpatizantes de primera hora se convirtieron, por un lado, en enemigos de clase del movimiento dirigido por el Partido Liberal Mexicano, y por el otro, en contrincantes políticos del grupo de los científicos, quienes también aspiraban a suceder en la presidencia al anciano dictador de México.

A partir de entonces, Ricardo Flores Magón y los demás dirigentes de la Junta quedaron enfrentados a una represión mayor por parte del régimen de Díaz contando, para tal fin, con el apoyo decidido del gobierno de Estados Unidos. Además, el Partido Liberal Mexicano comenzó a sufrir los embates de la neutralización política ejercidos en su contra por el rico hacendado Francisco Indalecio Madero, quien no tardó en convocar a una gran convención para organizar el Partido Demócrata con el objeto de debilitar los esfuerzos que estamos haciendo para la reorganización del Partido Liberal (8).

En esa ocasión, los empeños organizativos de Madero no fructificaron del todo. El olfato político de don Francisco percibió que aún no era tiempo de levantar la cosecha. Creo -escribió en agosto de 1906- que esta cosecha la levantaremos dentro de cinco años ... pero de todos modos tenemos que estar alertas para aprovechar la oportunidad que se nos presente para reconquistar nuestros derechos (9). Estos últimos quedarían claramente expresados en su libro La sucesión presidencial en 1910.

Tales derechos chocaban con los objetivos de Ricardo Flores Magón, quien buscaba no la simple elevación de tales o cuales personalidades en el poder sino el beneficio de las clases trabajadoras (10). Así, el antagonismo existente entre los dos proyectos se hizo patente. Uno se basaba en el principio de la no reelección y la reconquista de los derechos que, según Madero, expresaban los intereses de todo México (11), el otro plan consideraba que el único remedio a los males del pueblo está en la revolución. Pero, a la vez advertía: una revolución no se improvisa. Es obra de paciencia y continua propaganda revolucionaria ... La revolución del porvenir tiene que ser no solamente política sino social porque de lo contrario recaeremos en otra tiranía tal vez más espantosa que la que ahora nos agobia (12).

Volver al Indice




Capítulo 3

Enfrascados en una ardua lucha por tratar de imponer sus programas y lograr a través de ellos el mayor número posible de adeptos, el movimiento dirigido por Francisco I. Madero y el encabezado por Ricardo Flores Magón se convirtieron desde 1906 en enemigos por partida doble. Combatirse mutuamente para a su vez combatir con propósitos distintos a un enemigo común: el gobierno de Porfirio Díaz.

Sin embargo, una vez más el Partido Liberal Mexicano se encontró en abierta desventaja: dirigía su lucha no sólo contra el gobierno de Díaz sino también contra el sistema social imperante del cual formaban parte muy importante Madero y sus seguidores. Estos últimos decidieron reservar sus energías para levantar la cosecha justo a tiempo. Mientras tanto, se dedicaron a observar y aprobar en su momento, cómo su rival político embestía con todo el peso de su fuerza al enemigo común de clase, es decir, al Partido Liberal Mexicano.

Antes de lo esperado, el propio Díaz brindó a sus oponentes políticos del norte mexicano la oportunidad de actuar abiertamente. En Marzo de 1908, al efectuarse la famosa entrevista con el periodista estadounidense James Creelman, el presidente Porfirio Díaz confesó: Si en la República llegase a surgir un partido de oposición, le miraría yo como una bendición y no como un mal, y si ese partido desarrollara poder ... para dirigir, yo le acogería, le apoyaría, le aconsejaría ...

(Comentario al margen de Chantal López y Omar Cortés: Debemos aclarar que esa entrevista se llevó a cabo el día 17 de febrero de 1908; y que fue el 3 de marzo de 1908 cuando se publicó en México en el diario El Imparcial).

Por supuesto que Díaz no se estaba refiriendo al Partido Liberal Mexicano fundado años atrás y que, por lo demás, no estaba interesado en recibir apoyo o consejo del caudillo, quien obviamente consideraba indeseable esa clase de oposición. De lo que se trataba era de alentar el surgimiento de un partido cuyos fines no sirvieran para deslucir la inauguración feliz de un gobierno completamente democrático.

Por tal motivo, Díaz quería estar vivo cuando mi sucesor se encargue del gobierno. Con la idea de no dejar pasar la oportunidad que se nos presente para reconquistar nuestros derechos, Madero hizo un llamado a través de su libro La sucesión presidencial en 1910, para formar un partido antirreeleccionista que muy pronto contaría con el apoyo de hacendados y de empresarios del norte del país. Se sumaron a estos últimos, importantes sectores de clase media que también habían sido tomados en cuenta por Díaz, al menos en la entrevista publicada en Pearson's Magazine: la democracia -aseveró don Porfirio- debe contar para su desarrollo con la clase media, que es una clase activa y trabajadora, que lucha por mejorar su condición y se preocupa de la política y el progreso nacional. En cambio, -agregó Díaz-: Los indios, que constituyen más de la mitad de nuestra población, se preocupan muy poco de la política. Están acostumbrados a dejarse dirigir por los que tienen en las manos las riendas del poder, en lugar de pensar por sí solos (13).

Al fin, la burguesía y los sectores medios progresistas contaban con luz verde para actuar en nombre del progreso general. En estrecha colaboración, aquellos bienpensantes fueron cubriendo gradualmente los espacios sociales en que había intentado influir el Partido Liberal Mexicano, cuyo movimiento fue tachado una y otra vez de utópico aun para los intereses de la clase trabajadora a quien se ofreció y mayoritariamente aceptó -frente a las bayonetas por lo general no se discute- una alternativa más adecuada: sufragio efectivo, no reelección.

Volver al Indice




Capítulo 4

A pesar de tener que navegar a contracorriente, Ricardo Flores Magón y el Partido Liberal Mexicano redoblaron esfuerzos para lograr el apoyo de los trabajadores mexicanos e iniciar con ellos una revolución libertaria: El movimiento de 1908 -escribió años más tarde Librado Rivera- estuvo en efecto ya mejor preparado que el de 1906. El terror fue llevado al más cruel extremo de todas las tiranías persiguiendo aquí y en los Estados Unidos a todos los compatriotas y a los simples suscriptores de Regeneración ... Esta vez los grupos revolucionarios eran algo más de cuarenta en toda la República, aunque los bien armados no llegaban a treinta ... El gobierno de México sabía que nosotros estabamos en comunicación con los revolucionarios y recomendó al Cónsul de Los Angeles que ejerciera estricta vigilancia sobre nosotros hasta que este esbirro llegó al fin a pescar el hilo de nuestra comunicación ... y mandó copias a Washington y al gobierno de México. Pero la revolución se llevó a cabo a pesar de todas estas denuncias, aunque precipitando el levantamiento (14).

Frente a un movimiento obrero combativo, aunque numéricamente débil y un campesinado sujeto según su ubicación geográfica a las más variadas formas de dominación y de explotación (en la mayoría de los Estados del sur de México y en buena parte de los del centro, los peones vivían casi como esclavos y teóricamente representaban una fuerza potencialmente revolucionaria, los hacendados ejercían sobre ellos una vigilancia constante a través de los cuerpos de seguridad conocidos como guardias blancas) resultaba punto menos que imposible para los militantes del Partido Liberal Mexicano establecer contactos efectivos que permitieran el desarrollo de esa potencialidad. En cambio, en los Estados norteños, los campesinos tenían por lo general buenas condiciones de trabajo. Y, en regiones como La Laguna recibían los salarios más altos.

Esta situación se convirtió en un segundo obstáculo difícil de vencer para el Partido Liberal Mexicano en sus empeños por alcanzar ese apoyo campesino. Por otra parte, la precipitación de la revuelta de 1908, contribuyó a que las diferencias existentes en la dirección del partido se agudizaran a tal grado que, el ala moderada dirigida por Antonio Villarreal y los Sarabia (Juan y su primo Manuel) fue excluida de los planes y proyectos del ala radical encabezada por los Flores Magón, Práxedis Guerrero y Librado Rivera.

Sin embargo, poco antes de que dicha división se materializara, Ricardo Flores Magón - quien se encontraba en la cárcel de Los Ángeles, Cal., acusado de resistencia a la autoridad, junto con Villarreal y Rivera- hizo esfuerzos por evitar que en el seno de la Junta el conflicto se acentuara y como consecuencia de ello se produjera - como posteriormente sucedió- un rompimiento con el Partido Socialista norteamericano dirigido por el legendario Eugene V. Debs.

Esa importante organización de la izquierda norteamericana de la época, apoyaba a la Junta del Partido Liberal Mexicano a través de Villarreal y los Sarabia. Estos últimos argumentaban que la precipitación del primer levantamiento debía ser evitada en el segundo empuje. Pero, internamente las diferencias se ahondaron.

Desde la cárcel, Ricardo -a través de su compañera María Talavera- apoyo decididamente a su hermano Enrique y a Práxedis Guerrero a poner en marcha el tan ansiado segundo empuje, es decir, la rebelión de 1908.

Se renunció entonces a la idea de contar con una perfecta organización de grupos absolutamente listos. Lo que hay que hacer según nosotros - escribió Ricardo- es obtener de los grupos el ofrecimiento solemne de levantarse el día que se fije como quiera que se encuentren (15).

Esta súbita expresión de voluntarismo del principal dirigente del Partido Liberal Mexicano contrastaba enormemente con la actitud conciliatoria que apenas meses atrás expresara en una carta dirigida a María Talavera, a quien advertía: No es prudente el paso que quieren dar de separarse de los americanos -Ricardo se refería al Partido Socialista de Debs-, piensen con serenidad, ustedes solos no valen mucho porque son muy pocos. No busquen la desunión (16).

Mientras tanto, en Europa, los anarquistas franceses de la revista Les Temps Nouveaux ponían el grito en el cielo y descalificaban a los dirigentes del Partido Liberal Mexicano por no ser anarquistas al estar organizados en un partido. Menos dogmáticos y con buen sentido del humor, los libertarios ingleses del periódico Freedom escribían entusiastas artículos sobre el movimiento del Partido Liberal Mexicano.

Para Ricardo Flores Magón, todo se reducía a mera cuestión de táctica porque si desde un principio nos hubiéramos llamado anarquistas, nadie, a no ser unos cuantos, nos habrían escuchado (17). Sin embargo, las cosas fueron tomando otro cauce y el Partido Liberal Mexicano comenzó a perder, además de base social en su propio país, importantes apoyos políticos en Estados Unidos a causa de las divisiones que se manifestaron en el núcleo dirigente y que pronto se transformaron en abierto sectarismo por parte de los integrantes del ala radical de la Junta.

Es probable que, buena parte de ese sectarismo, se haya debido a la desesperante situación carcelaria a la que estaban sujetos los principales dirigentes libertarios y a la persecución implacable en contra de su movimiento. Por ejemplo, Thomas Furlong, director de una agencia de detectives de San Luis, Missouri, -contratada por el gobierno de México-, en una entrevista periodística declaró: Desde que me hice cargo de este trabajo hemos capturado 180 revolucionarios que han sido puestos en las cárceles de México. Ahora que ya tenemos a los jefes y suficientes pruebas que esperamos bastarán para que se les condene, el peligro de una revolución ha pasado (18).

También desde San Luis, Missouri, el Cónsul mexicano hacía saber al Secretario de Relaciones Exteriores de su país, que en su comisión de carácter reservado con instrucciones de perseguir y dispersar cierta llamada Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano había obtenido de algunos oficiales del Departamento de Correos de este país (EUA), ciertos privilegios, que me permitieron enviar a esa Secretaría desde diciembre de 1906 hasta la fecha, transcripciones y copias fotográficas de más de tres mil cartas de la correspondencia cambiada entre mexicanos revoltosos, residentes en varias partes de los Estados Unidos (19).

No lejos, en California, Ricardo Flores Magón, Antonio Villarreal y Librado Rivera eran trasladados de una cárcel del Condado de Los Angeles al Estado de Arizona. Se pensaba que desde ahí resultaría más fácil lograr su extradición a México.

En la edición correspondiente al 4 de marzo de 1909, The Tucson Citizen informaba que los tres presos políticos mexicanos fueron sacados por una puerta trasera de la cárcel de Los Angeles para evitar a los curiosos que se habían aglomerado en el frente de la prisión con el objeto de verlos partir.

El Cónsul Antonio Lozano agregaba en su informe que, a la llegada de los tres reos a Tucson, Arizona, a las 2:15 de la mañana, varios hombres y mujeres intentaron darles grandes bouquets de flores y unos paquetes de provisiones. Esto último sucedió a pesar de que las autoridades estadounidenses hicieron cuanto pudieron para guardar secreta la fecha de la traslación de los revoltosos a Arizona y evitar así cualquier demostración por parte de sus correligionarios (20).

Volver al Indice




Capítulo 5

En México, científicos y liberales del gobierno porfirista, se enfrascaban en una lucha sorda por colocar en la recta final a sus respectivos candidatos. Además, sectores de la burguesía y de la clase media descontentos con el gobierno de Díaz fundaban el Partido Antirreeleccionista y lanzaban como candidato a Francisco I. Madero.

En un principio, la elite gobiernista contempló a los antirreeleccionistas con tolerancia y bastante humor; su propaganda aunque ruidosa e irritante se consideraba carente de fuerza. A Díaz y a los Científicos les agradaba permitir tales manifestaciones de democracia y espíritu cívico (21).

En realidad, no era a Madero a quien Díaz temía, sino al General Bernardo Reyes, su antiguo Ministro de la Defensa. Sin embargo, le permitió seguir avanzando. Esto último era considerado por Díaz como una medida necesaria para hacer contrapeso a la fuerza de los científicos, quienes confiados en el triunfo de Ramón Corral, su activo Secretario de Gobernación, andaban más arrogantes que de costumbre. Pero, al constatar don Porfirio que los seguidores de Reyes empezaban a ganar por amplio margen a los de Corral, decidió parar en seco al encarrerado don Bernardo, a quien después de comunicarle que no era el escogido, lo puso ante la disyuntiva de encabezar una rebelión militar en su contra o abandonar temporalmente el país. Reyes optó por lo segundo y de inmediato partió para Europa en viaje de estudio.

Con su jefe en el destierro, un buen número de reyistas acordó ingresar a las filas del movimiento encabezado por Madero, quien durante su campaña electoral logró atraerse la simpatía de no pocos descontentos con el gobierno de Díaz.

Ante el repentino auge del Partido Antirreeleccionista, la represión -en extremo moderada si la comparamos con la ejercida en contra del Partido Liberal Mexicano- no se hizo esperar. Se declararon ilegales las reuniones del Partido maderista, y poco antes de efectuarse las elecciones, Madero y algunos de sus más cercanos seguidores fueron detenidos y encarcelados.

Como era de esperarse, el resultado de las elecciones de 1910 favoreció una vez más a Porfirio Díaz, quien en democrático gesto ordenó la excarcelación de su derrotado contrincante. De inmediato, Madero huyó hacia los Estados Unidos y, una vez reagrupado parte de su movimiento, lanzó su Plan de San Luis Potosí.

Este plan, como el libro de Madero y el programa electoral de su partido, reflejaba esencialmente los deseos y aspiraciones del ala de la burguesía mexicana hostil a Díaz: la ampliación del poder político, la introducción de la democracia parlamentaria y la limitación de los derechos de los extranjeros. En su plan, Madero declaraba depuesto a Díaz, se declaraba a sí mismo presidente provisional de México y elaboraba el principio de no reelección del presidente y el sufragio libre y secreto. Nuevamente hacía caso omiso o poco menos, de las cuestiones sociales, pero el plan mostraba una diferencia importante respecto a todos los anteriores programas maderistas: contenían un párrafo en que se prometía la devolución de todas las tierras injustamente expropiadas a las comunidades campesinas; sin embargo nada se decía respecto a la forma de llevar a la práctica tal compromiso (22).

Esta última promesa de restituir a sus antiguos poseedores los terrenos de que se les despojó de modo tan arbitrario (23), bastó según parece, y a pesar de que nada se decía respecto a la forma de llevar a la práctica tal compromiso, para que no sólo el campesino del norte supuestamente bien pagado y bien comido, sino también sus famélicos hermanos de clase del centro y del sur de México, apoyaran, si no masivamente, sí en buen número, la revuelta de Madero.

Con tan vaga promesa, Madero lograba lo que el Partido Liberal Mexicano no había podido obtener a pesar de contar con un programa y una lucha cuyos objetivos se situaban claramente del lado de los intereses del obrero y del campesinado mexicano. Es probable que una promesa tan ambivalente lograra la adhesión de la gente a una causa que estaba lejos de contemplar sus verdaderos problemas. Pero también es posible que, a pesar de que el Partido Liberal Mexicano hacía suyos los problemas de los trabajadores, tanto del campo como de la ciudad, el antirreeleccionismo les ofreciera -aunque también como promesa- una solución parcial, pero inmediata a sus dramáticos problemas cotidianos y vieran en la substitución de un presidente por otro, un alivio momentáneo a sus males. Esto último lo había percibido claramente Madero durante su recorrido por diferentes Estados del país a raíz de su campaña presidencial.

Volver al Indice




Capítulo 6

En otro país y a varios miles de kilómetros de distancia, una Junta presidida por Ricardo Flores Magón, preparaba la revolución social a control remoto.

Dicha estrategia había probado ya su ineficacia en dos ocasiones. Y, al igual que en 1906, en 1908 las señales enviadas de tan lejos habían sido de inmediato interferidas por el campo enemigo. De ahí la enorme cantidad de correspondencia conteniendo santo y seña de los planes revolucionarios de los magonistas que pronta y eficazmente fueron interceptados por los servicios de inteligencia, no sólo del gobierno mexicano, sino también del estadounidense. De tal manera que, aunque Ricardo Flores Magón fuera el combatiente revolucionario que mejor representó los intereses de las masas ... fue también el dirigente más aislado y divorciado de las propias masas ... Y lo más sintomático es que mientras mejor representaba sus intereses mediatos en una clara proyección hacia el futuro, más y más se alejaba de las masas. Angustiadas hasta la desesperación por su situación real y presente, estas últimas crearon caudillos a quienes no exigieron más o que no fueran más la encarnación de sus necesidades inmediatas y limitadas (24).

Aunque la anterior apreciación resulta ser puntualmente cierta, también es cierto, que el país que anhelaba la gente que hizo la revolución era muy diferente: Un México pobre, pero no hambriento, repartido en las tareas agrícolas y artesanales en poblados y rancherías, que fuera modernizándose parejo y desde abajo, en lugar de este financiamiento, con el trabajo de todos, de un simulacro de país ostentoso en ciudades para el bienestar del México selecto. Finalmente, la gente del campo tuvo que huir en grandes cantidades a las ciudades y a los Estados Unidos, porque se había conseguido arruinar el México rural y sustituirlo por la miseria aglomerada en los campamentos que rodean las ciudades (25).

Volver al Indice




Capítulo 7

En agosto de 1910, después de cumplir una condena de tres años por resistencia a la autoridad, salían de una cárcel de Arizona, Ricardo Flores Magón, Antonio Villarreal y Librado Rivera. De inmediato, se dirigieron a Los Angeles, California, en donde declararon a través de Regeneración -que también reaparecía-: Aquí estamos, como siempre, en nuestro puesto de combate. En efecto, se habían iniciado ya los preparativos para la invasión a la península de Baja California como parte de una estrategia mayor.

Además, pequeños grupos de guerrilleros del Partido Liberal Mexicano se encontraban activos en el Estado de Chihuahua. Sin embargo, los dirigentes de la Junta comenzaron a percatarse de que varios de sus más notables militantes engrosaban las filas del antirreeleccionismo. Enterados a su vez que el principal dirigente antirreeleccionista estaba a punto de encabezar una revuelta armada y continuaba sembrando la confusión entre los partidarios del Partido Liberal Mexicano, al difundir volantes en los que aparecía el nombre de Madero como Presidente Provisional y el de Ricardo Flores Magón para Vicepresidente, acordaron enviar una circular a todos los miembros del partido -circular que sólo a unos cuantos logró llegar -.

En dicha circular, quedaban claramente establecidas las diferencias entre los partidos Liberal Mexicano y Antirreeleccionista: El Partido Liberal quiere libertad política, libertad económica por medio de la entrega al pueblo de las tierras que detentan los grandes terratenientes, el alza de los salarios y la disminución de las horas de trabajo; obstrucción a la influencia del clero en el gobierno y en el hogar. El Partido Antirreeleccionista sólo quiere libertad política, dejando que los acaparadores de tierras conserven sus vastas propiedades, que los trabajadores sigan siendo las mismas bestias de carga y que los frailes continúen embruteciendo a las masas ... El Partido Antirreeleccionista que es el de Madero, es el partido conservador ... Muchos liberales, engañados por los maderistas, han engrosado las filas de Madero, de quien se asegura que está de acuerdo con nosotros. Nada hay más inexacto que eso. Por cuestión de principios, el Partido Liberal no puede estar de acuerdo con el maderismo.

En la misma circular se giraban también las siguientes instrucciones: La Junta recomienda a usted que al levantarse en armas aprovechando el movimiento de Madero no haga causa común con el maderismo ... El Programa del Partido Liberal es el promulgado el 1º de julio de 1906 en St. Louis, Missouri (26).

Respecto al programa del Partido Liberal Mexicano, Madero había asegurado que por ningún motivo lo apoyaría ... porque era para socialistas y no para demócratas (27). A pesar de ello, José María Maytorena, en ese entonces Gobernador del Estado de Sonora, había intentado un acercamiento entre Madero y Flores Magón para que Don Francisco obtuviera así una plataforma ideológica en que basar su lucha ya que advertía que este último carecía de bases. Esas bases sólidas estaban ya dadas en el Manifiesto del 1º de julio de 1906. Ricardo admitía que si Madero aceptaba como mínimo dicho programa, podría llegar a un acuerdo siempre que se siguiera avanzando. Madero no aceptó porque argüía que se retirarían de su lado elementos valiosos para su causa (28).

Cuando Madero decidió exiliarse temporalmente en Estados Unidos, se dedicó a comprar armas en ese país y pasarlas a México sin mayor dificultad. Es más, las autoridades fronterizas estadounidenses mostraron una actitud de simpatía (29) hacia los antirreeleccionistas. En cambio, tratándose de los revoltosos magonistas no desperdiciaron la ocasión de acusarlos, arrestarlos y llevarlos a juicio por violar las leyes de neutralidad.

Por otra parte, en la tarea de reunir fondos para la compra de armamento hay indicios, aunque por el momento no se puede demostrar nada al respecto, de que la Standard Oil Company proporcionó importante asistencia al movimiento maderista (30).

Una vez al frente de sus tropas en el Estado de Chihuahua, Madero no lograba alcanzar una victoria significativa sobre las fuerzas federales. Sin embargo, no lejos de Ciudad Juárez, en Guadalupe, campamento guerrillero a cargo de Prisciliano G. Silva, ondeaba la bandera rojinegra de Tierra y Libertad

(Comentario al margen de Chantal López y Omar Cortés: Debemos aclarar que la bandera del Partido Liberal Mexicano era roja, y no rojinegra. Esta aclaración guarda su importancia si tomamos en cuenta la errónea y muy difundida afirmación de que Ricardo Flores Magón era anarcosindicalista, derivándose de esto el querer abanderar al Partido Liberal Mexicano con la bandera rojinegra, símbolo del anarcosindicalismo).

Decidido a obtener una victoria importante (31), Madero solicitó ayuda a Silva para llegar a la plaza de Guadalupe dominada por el Partido Liberal Mexicano. Además, existía por esas fechas en Chihuahua -según escribió un corresponsal del periódico The New York Herald- una actitud favorable en todo a Flores Magón y la mitad de los que han tomado las armas lo han hecho cuando Madero les aseguró, por medio de sus agentes hace tres meses, que en caso de triunfo habría elección libre y de buena fe, y los amigos de Flores Magón tendrán entonces oportunidad de votar por él (32). Pero, al llegar Madero a Guadalupe, exigió a Silva que lo reconociera como Presidente Provisional. Silva se negó a ello y de inmediato fue arrestado por órdenes del propio Madero.

Enterado de lo sucedido en Guadalupe, Chihuahua, Ricardo Flores Magón escribió en la edición de Regeneración correspondiente al 25 de febrero de 1911: Francisco I. Madero es un traidor a la causa de la libertad. En dicho artículo, al mismo tiempo que ironizaba, advertía: vuestro Presidente Provisional, como él mismo se llama, ha comenzado a dar golpes a la libertad. ¿Qué sucederá cuando el provisional llegue a ser efectivo?

Es probable que, como protesta por la publicación del texto en el que se tachaba a Madero de traidor a la causa de la libertad, Antonio Villarreal decidiera abandonar las filas del Partido Liberal Mexicano. Sin embargo, es igualmente probable la versión de Ethel Duffy Turner cuando advirtió que la desafiliación de Villarreal se debió a sus ambiciones políticas.

Duffy Turner, quien estaba a cargo de la página en inglés de Regeneración, fue testigo de la discusión que se dio entre Villarreal y los demás miembros de la Junta en el departamento que ella y John Kenneth Turner ocupaban en un barrio de Los Angeles, California.

En sus escritos, Ethel Duffy Turner considera que Villarreal nunca estuvo plenamente de acuerdo con los principios expresados por Ricardo Flores Magón en sus artículos periodísticos. Según ella, la adhesión de Villarreal se debió a cuestiones meramente circunstanciales. No obstante, Ethel reconoció que durante el tiempo en que Villarreal militó en el Partido Liberal Mexicano, realizó un buen trabajo. Sin embargo -añade Duffy Turner-, Villarreal era un socialista moderado con demasiadas ambiciones personales, mismas que le impidieron entender el constante rechazo de Ricardo Flores Magón a los ofrecimientos que se le hicieron para ocupar altos puestos de gobierno o recibir favores de cualquier tipo. Además -continúa diciéndonos Duffy Turner-, Ricardo Flores Magón, percibió claramente desde el principio que el grupo de Madero, por sus definidos intereses de clase, jamás permitiría que la tierra y los medios de producción se repartieran a obreros y campesinos. A pesar de ello, nunca atacó públicamente a Madero sino hasta el incidente en el que el rico hacendado de Coahuila ordenó la detención del militante libertario Prisciliano G. Silva, al negarse este último a reconocerlo como Presidente Provisional de México. En consecuencia, la posición del Partido Liberal Mexicano -expresada por Flores Magón en Regeneración-, en contra de realizar cualquier compromiso que socavara los principios de su programa, causó un profundo disgusto a Villarreal, quien abruptamente abandonó, no sólo la reunión que se estaba realizando en la casa de los Turner, sino también el Partido Liberal Mexicano (33).

Pero el enojo de Villarreal no paró ahí. Antes de partir de Los Angeles, California, con destino a México y unirse al movimiento encabezado por Madero, Villarreal decidió visitar al propietario del taller donde se imprimía Regeneración para tratar de convencerlo de que dejara de imprimir el periódico, argumentando que sus redactores estaban imposibilitados, por carecer de dinero, para cubrir los gastos de impresión.

Por otra parte, Juan Sarabia, quien debido a su prominente participación como miembro de la Junta del Partido Liberal Mexicano había sido detenido en 1906 a raíz del levantamiento militar, enjuiciado y enviado por la dictadura de Díaz a la prisión de San Juan de Ulúa, una vez en libertad, decidió tomar partido por el maderismo.

Poco después, aparecía en Regeneración del 19 de julio de 1911, un articulo titulado: El judas Juan Sarabia.

Según Ricardo Flores Magón, la detención de los miembros del la Junta del Partido Liberal Mexicano, efectuada semanas antes por elementos de la policía de Los Angeles, California se debió a una denuncia de Juan Sarabia, quien como integrante de la Comisión de Paz enviada por Francisco I. Madero, con el propósito de lograr la rendición del movimiento magonista, al no obtener la respuesta deseada, se había encolerizado y sentenciado: Yo les haré todo el mal posible. A lo que Ricardo Flores Magón agregaba: Cumplió su palabra el Judas: no habían transcurrido doce horas, cuando nos vimos asaltados por los polizontes del servicio de los Estados Unidos.

Y, arremetiendo con saña en contra del antiguo compañero, Flores Magón añadía: En los periódicos socialistas, Juan Sarabia se exhibe como un Marx, mientras que en los periódicos burgueses ... se presenta como un burgués, y truena contra mí llamándome anarquista. Doy gracias al Judas, porque al llamarme anarquista me considera como un hombre de voluntad propia, que piensa con su cabeza.

Aparte del evidente sectarismo, Ricardo Flores Magón recurría a una de las prácticas más socorridas por los militantes de organizaciones de izquierda de todos los tiempos: enaltecer como virtud suprema el martirologio, al señalar que en San Juan de Ulúa, Juan Sarabia fue admirable en la cumbre del martirio ... ¡Ah, si hubiera muerto entonces, su recuerdo viviría en el corazón de los oprimidos! ... De mártir a esbirro ¡qué salto atrás tan espantoso!

En respuesta, Juan Sarabia publicó en la edición del 20 de julio de 1911 del Diario del Hogar el artículo En defensa propia. Las calumnias de Ricardo Flores Magón.

En dicho texto, Sarabia escribió: Para Ricardo Flores Magón y su grupo de sugestionados, es un traidor, un miserable y un vendido todo el que no profesa exactamente las mismas ideas que ellos. No me he presentado a unos como socialista y a otros como burgués, sino simplemente como liberal avanzado que está dispuesto a trabajar cuanto sea posible por la clase proletaria dentro de la constitución actual de la sociedad ... Ellos aborrecen a muerte a Madero porque se aprovechó de los trabajos de los viejos luchadores liberales. Les disgusta sobremanera que Madero haya tomado el lugar que correspondía a Ricardo. Ven a Madero como un usurpador indigno, a quien hay que combatir y se enfurecen contra mí porque no veo las cosas del mismo modo.

Admirable en la defensa de su posición ideológica, Juan Sarabia reducía a mero encono personal -por lo demás natural y explicable en esos casos- entre dirigentes, las diferencias existentes entre dos partidos políticos cuyos programas perseguían objetivos diametralmente distintos: una vez que Porfirio Díaz ganó la partida a Francisco I. Madero en las elecciones de 1910 -para variar no exentas de fraude- los antirreeleccionistas se levantaron en armas para hacer valer su principio de sufragio efectivo - no reelección. En cambio, los del Partido Liberal Mexicano desde años atrás habían trascendido esa demanda al constatar en repetidas ocasiones, la inutilidad de dichos empeños frente a un régimen de gobierno, que, en los hechos, no hacía otra cosa que tratar de perpetuar a Díaz en el poder. De ahí la decisión del Partido Liberal Mexicano de encauzar su lucha por Tierra y Libertad.

Por lo demás, el sectarismo de Ricardo Flores Magón, por supuesto que no se justificaba, pero resultaba explicable debido a que Madero -como lo admitía Juan Sarabia- se aprovechó de los trabajos de los viejos luchadores liberales. Y, por si esto último no bastara, el propio Juan Sarabia -junto con Antonio Villarreal y Jesús Flores Magón- fundó en la ciudad de México, el 5 de agosto de 1911, un periódico llamado Regeneración cuyo lema -según decían- sería el de Independencia, lealtad y firmeza.

Y, después de capitalizar para sí la lucha libertaria del Partido Liberal Mexicano, en una evidente muestra de oportunismo político, señalaban: Las condiciones políticas del país han cambiado, gracias a la saludable influencia de la revolución triunfante. Ya no es necesario que Regeneración se publique en Estados Unidos. Más aún, es forzoso que se publique en México para que desarrolle toda la influencia política a que tiene derecho por su indiscutible prestigio.

La realidad era hasta cierto punto diferente a la descrita por los nuevos directores del nuevo Regeneración porque el auténtico Regeneración, fundado hacía ya más de una década, seguía a pesar de todo publicándose en Los Angeles, California.

Sin embargo, no era ya la dictadura de Díaz lo que impedía la entrada de ese periódico, sino la saludable influencia de la revolución triunfante, es decir, el maderismo. Además, tratando de rematar a los guerrilleros del Partido Liberal Mexicano que aún se encontraban en pie de lucha enarbolando la bandera rojinegra (sic) de Tierra y Libertad en la península de Baja California y en Chihuahua, Madero había unificado sus fuerzas a las de los federales porfiristas y juntos ejecutaban diariamente a un buen número de magonistas con el pretexto de que eran bandidos. Madero -agregaba en su denuncia Ricardo Flores Magón- ha iniciado en contra de nuestros combatientes una verdadera guerra de exterminio (34).

Y, al igual que lo había hecho con el régimen de Díaz, el gobierno norteamericano colaboraba ahora con Madero en la guerra de exterminio de los revoltosos magonistas, permitiendo el tránsito por territorio estadounidense de tropas mexicanas en ruta a Baja California (35).

En una clara alusión al periódico recién fundado por Jesús Flores Magón y los dos exmiembros de la Junta del Partido Liberal Mexicano, Ricardo publicó en Regeneración del 19 de agosto de 1911, un artículo titulado Degeneración.

Comenzando por ironizar sobre el lema: Independencia, lealtad y firmeza de Regeneración burguesa, Flores Magón apuntaba: ¡Alardear de independencia, cuando uno de los redactores es Subsecretario de Justicia, cuando otro de los redactores, el Lic. Antonio Díaz Soto y Gama, declara en el Diario del Hogar la adhesión de todos ellos a Francisco I. Madero ... ¡Lealtad! ¿Qué lealtad es esa de que hacen alarde los señores de Regeneración burguesa, cuando el Sr. Iglesias Calderón, enemigo político del Chato Madero, acepta su candidatura para vicepresidente de la República en la fórmula Madero-Iglesias Calderón ofrecida por Camilo Arriaga y Juan Sarabia? Mi hermano Jesús y el judas Juan, cuando estuvieron en esta ciudad a tratar de inducirnos a hacer traición a la causa de los hambrientos que con orgullo defendemos, después de haberse convencido de nuestra firmeza o terquedad, como ellos dicen, en una conversación que siguió a la conferencia que con nosotros tuvieron, manifestaron desagrado por Iglesias Calderón y nos dijeron que no iban a trabajar con él en sus politiquerías... ¡Firmeza! La de las veletas.

La respuesta de los editores del nuevo Regeneración de la ciudad de México, no se hizo esperar. Y, en un claro intento por desprestigiar al movimiento dirigido por Ricardo Flores Magón, publicaron en la edición de su periódico correspondiente al 26 de agosto de 1911, una acusación: El anarquismo magonista fomentado por el oro de los Científicos. Además, de nueva cuenta tachaban a Ricardo de ser un ácrata imposible. Por otra parte, Jesús el hermano mayor de los Flores Magón, se avergonzaba de ellos al profesar ideas tan contrarias a la moral más rudimentaria (36).

En incontables ocasiones, Ricardo Flores Magón instó -a través de las páginas de Regeneración a Villarreal a que aportara pruebas concretas de que los magonistas recibían dinero de los científicos. Jamás pudo Villarreal comprobar nada. El 9 de diciembre de 1911, a escasos cinco meses de su fundación dejó de publicarse Regeneración burguesa. No obstante, las semillas de la enemistad de Villarreal hacia Ricardo Flores Magón -escribió Ethel Duffy Turner- produjeron amargos frutos en los meses posteriores.

Años después, en un intento por compensar los infundados cargos lanzados contra Ricardo Flores Magón, Villarreal confesó que los magonistas no habían realizado acción alguna de filibusterismo en la península de Baja California (37). Sin embargo, por dicho cargo y por violación a las leyes de neutralidad, Ricardo Flores Magón fue enviado a prisión en 1912 y Regeneración dejó de publicarse durante varios meses por falta de dinero.

De 1913 hasta su desaparición definitiva en 1918, el periódico se publicó esporádicamente debido a que los donativos que para tal fin proporcionaban algunas organizaciones de izquierda, apenas si alcanzaban para cubrir los gastos de impresión de un reducido número de ejemplares.

En sus últimos años de existencia Regeneración estuvo formado por no más de dos planas. Respecto a Antonio Villarreal, Juan Sarabia y otros importantes exmagonistas, puede decirse que, aparte de servir como emisarios pacificadores, primero con sus propios excompañeros del Partido Liberal Mexicano, y luego con los zapatistas, no tuvieron mayor relevancia durante el desarrollo del movimiento maderista ni posteriormente.

Volver al Indice




Capítulo 8

Como ya se ha visto, correspondió a los maderistas dar el tiro de gracia a los magonistas en la península de Baja California.

A partir de entonces, los antirreeleccionistas hicieron creer que se iniciaba en México una revolución social. Lo que realmente comenzaba era una revuelta política que desembocó en una guerra civil y que indudablemente contó con una base social más o menos amplia. Pero, una vez que esa base popular exigió el cumplimiento de sus demandas, se encontró como respuesta con una represión generalizada.

Tal fue la suerte que corrieron los movimientos de Villa y de Zapata, así como las huelgas obreras de 1915 y 1916. Más aún, en San Luis Potosí, considerado como el Estado cuna de la revolución, una vez que los maderistas obtuvieron el control político de esa región, las demandas de los obreros y campesinos potosinos fueron también sofocadas por la fuerza (38).

No obstante, la noticia de la gran revolución mexicana se esparció por todo el mundo y atrajo el interés de un sinnúmero de revolucionarios extranjeros. Sin embargo, aquel entusiasmo pronto se desvaneció. Por ejemplo, Lincoln Steffens, amigo y, durante un tiempo, consejero intelectual del periodista John Reed, nos habla en su autobiografía de la profunda decepción experimentada por los integrantes de un comité de revolucionarios latinoamericanos y europeos que después de permanecer en México durante varias semanas en el año de 1915, fueron entrevistados por Steffens antes de abandonar Veracruz con destino a sus respectivos países.

En opinión de todos aquellos delegados representantes de organizaciones de izquierda, lo que acontecía por esos días en México no era una verdadera revolución (39).

Lo que siguió después no fue tan diferente: a pesar de la ley agraria de 1915 que fue seguida por la política de devolución de haciendas instituida por Venustiano Carranza, o de la ambivalencia de las reformas efectuadas por los caudillos que integraron la llamada dinastía sonorense y su retórica radical, o los cuestionables logros del período cardenista que, por lo demás, obedecieron a fines muy concretos: proporcionar un nuevo impulso al desarrollo del capitalismo mexicano dentro de cauces más nacionalistas.

Volver al Indice




Capítulo 9

Fracasados los intentos magonistas por hacer realidad la otra revolución a partir de Baja California, no fueron muchos los que permanecieron fieles a la causa del Partido Liberal Mexicano.

Sin embargo, los pocos que sí lo hicieron, constituyeron notables ejemplos de militancia libertaria. Tal fue el caso de Tirso de la Toba, Quirino Limón, Carmen Parra, Anselmo Figueroa, Librado Rivera, Jesusa Gómez, Margarita Ortega, Juan Montero, Emilio Guerrero, Lucía Norman, Jesús Rangel, Rosaura Gortari, Gabino Ramírez, María Brousse, Raúl Palma, Basilisa Franco y Fernando Palomares entre otros.

(Comentario al margen de Chantal López y Omar Cortés: A esta lista, agregaríamos el nombre de Antonio de P. Araujo, un importantísimo miembro del Partido Liberal Mexicano quien desempeñó un sobresaliente papel en esa organización)

Por su parte, Ricardo Flores Magón, a pesar de su precaria salud física, continuó con su trabajo periodístico. Y, sobre todo a partir de 1910, se convirtió en un crítico implacable no sólo de Francisco I. Madero, sino también de la mayoría de los movimientos políticos de la época como el reyismo, vazquismo, felicismo, orozquismo, huertismo y carrancismo.

A pesar de la crítica certera y de la claridad meridiana de sus textos publicados en Regeneración, dicho periódico ya casi no circulaba en la República Mexicana. En este sentido, ¿de qué servían los vibrantes llamados A los obreros y campesinos de México hechos por Ricardo Flores Magón a través de las páginas de Regeneración cuando en realidad era leído por algunos trabajadores mexicanos de las ciudades y pueblos fronterizos del sur de Estados Unidos?

Ricardo, sin embargo, continuó alentando en sus escritos la posibilidad de un triunfo de los trabajadores. Abrigaba la quimérica idea de que ellos se rebelarían espontáneamente en contra de la opresión del capitalismo. En cada número de Regeneración se siguió informando de la existencia de grupos de guerrilleros del Partido Liberal Mexicano que continuaban actuando en algunas regiones del norte de México, concretamente en la Sierra del Burro. Es probable que así haya sido, pero todo parece indicar -de acuerdo a la documentación consultada- que la actuación de esos grupos guerrilleros, no tuvo una influencia real en el curso de los acontecimientos posteriores a 1912.

En 1913 se volvió un verdadero problema difundir Regeneración desde el exilio. Curiosamente, Emiliano Zapata inducido por algunos de sus asesores más radicales y no por simpatía propia, envió una invitación para que dicho periódico se publicara en Morelos.

Por su parte, Ricardo Flores Magón seguía con mucho interés el proceso de la lucha zapatista. Sin embargo, por aquellas fechas, la demanda de restitución de tierras le parecía demasiado limitada y localista. Pensaba que los fines del movimiento suriano en nada trastocarían los cimientos del capitalismo. Sólo una revolución mundial lo haría. Pero sobre todo intuía que, si aceptaba el ofrecimiento de Zapata, pronto e inevitablemente surgirían diferencias que, por la disparidad de criterios, se tornarían insalvables.

Tocante a Francisco Villa, Ricardo Flores Magón expresó siempre una marcada antipatía. Nunca pudo olvidar que Villa sirvió a Madero incondicionalmente y sólo rompió con los constitucionalistas cuando ellos le regatearon sus méritos militares. Además, en 1914 varios activistas del Partido Libera Mexicano fueron detenidos por órdenes expresas de Villa al intentar distribuir propaganda magonista en Chihuahua. Tal fue el caso de Basilisa Franco.

Posteriormente, Fernando Palomares y Jesús Rangel trabajaron afanosamente en la reorganización de grupos guerrilleros con el propósito de lanzarse una vez más a la lucha armada. Pero, al ser descubiertos, varios de ellos fueron asesinados y otros apresados por la policía texana.

A ese grupo de militantes libertarios, se les recordaría en un sinnúmero de fechas conmemorativas como los mártires de Texas. Con la mayoría de los activistas muertos o en prisión, Regeneración fuera de circulación y fallecido el tío Anselmo Figueroa, Ricardo y Enrique Flores Magón, Librado Rivera y un reducido grupo de simpatizantes y sus familias optaron por trasladarse a una granja ubicada en Edendale, California. Ahí, finalmente llevaron a la práctica algunos de sus ideales.

En el pequeño rancho de no más de dos hectáreas y alquilado mensualmente por 25 dólares, hombres, mujeres y niños vivieron el corto verano de la anarquía. Trabajaron en comunidad. Criaron pollos, cultivaron verduras y frutas. Fue un periodo de arduo trabajo, pero también de paz y armonía. El Partido Liberal Mexicano dejó de existir y su lugar fue ocupado por una diminuta organización que llamaron Unión Obrera Revolucionaria.

(Comentario al margen de Chantal López y Omar Cortés: En si el Partido Liberal Mexicano jamás se disolvió. Bástenos citar, como prueba de ello, el ahora célebre Manifiesto de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano a los miembros del partido, a los anarquistas de todo el mundo y a los trabajadores en general expedido el 6 de marzo de 1918, y publicado en Regeneración Nº 262 del 16 de marzo del mismo año. Véase, Flores Magón, Ricardo, La primera guerra mundial y la revolución rusa, México, Ediciones Antorcha, 1983).

Pero, aquella situación idílica no duró mucho. A principios de 1916, Ricardo y Enrique Flores Magón fueron detenidos una vez más. En esa ocasión se les acusó de difamar a Venustiano Carranza, primer jefe de la revolución, a quien no le hacía la menor gracia leer o ser informado que, en los artículos publicados en Regeneración un par de revoltosos desenmascaraban no sólo la política antiobrera del gobierno constitucionalista, sino también, el fuerte control que sobre la economía mexicana ejercía el capital extranjero y muy especialmente el proveniente de Estados Unidos.

En consecuencia, las autoridades de ese país declararon que por ningún motivo permitirían que fuera enviado por correo material indecente a su vecino mexicano.

En Los Angeles, California, precisamente el día en que el jurado emitía su fallo, una escena impresionante tuvo lugar en el recinto del Juzgado al presentarse los Flores Magón.

La sala estaba repleta de mexicanos cuando el juez entró, ninguno de ellos se puso de pie, pero cuando los Magón aparecieron, todos se levantaron de sus asientos. Fue un gesto magnífico que demostraba el lugar que esos dos hermanos tenían en el corazón de aquella gente (40).

Anteriormente, en circunstancias semejantes, la anarquista Voltairine de Cleyre se había movilizado en favor de los mexicanos detenidos. Fallecida Voltairine, prosiguieron su labor, Emma Goldman y Alexander Berkman, quienes diligentemente lograron reunir el dinero para cubrir la fianza exigida.

Luego, entre junio y julio de 1916 fueron puestos en libertad los dos hermanos Flores Magón. Al poco tiempo, Enrique decidió abandonar el diezmado núcleo libertario. Sobre esa deserción a la que pronto se sumaron varias más, sin ninguna amargura o resentimiento, Ricardo Flores Magón escribió escuetamente: José Flores, Trinidad Villarreal, Rafael V. García, mi hermano Enrique y Teresa con el hijo y los hijastros se han separado del grupo, quedando mi compañera María y su hija Lucía Norman Brousse, así como Librado Rivera (41).

Volver al Indice




Capítulo 10

A raíz de la Primera Guerra Mundial, la histeria belicista cundió como reguero de pólvora y se propagó de un extremo a otro de los Estados Unidos. Por ejemplo, en 1920, varios agentes del Procurador General, A. Mitchell Palmer, detuvieron a casi mil izquierdistas. Posteriormente, la misma gente de Palmer encabezó una serie de incursiones más amplias y detuvo a más de cuatro mil sospechosos en treinta y tres ciudades, incluidos muchos apolíticos así como numerosos radicales (42).

Luego, por escribir un manifiesto antibelicista dirigido A los trabajadores del mundo y publicado en la edición del 16 de marzo de 1918 -que sería la última de Regeneración, Ricardo Flores Magón y Librado Rivera fueron detenidos, acusados de conspiración y condenados a veinte y quince años de prisión respectivamente.

Durante el juicio, el juez dijo al jurado: las actividades de estos dos individuos se han convertido en una constante violación de la ley. Por su parte, el Procurador General Palmer calificó a Ricardo Flores Magón como individuo peligroso. Y, el Departamento de Justicia de Estados Unidos lo consideró un problema de seguridad interna en dos niveles: como anarquista dedicado a la destrucción del Estado y como influencia negativa para los mexicanos de ambos lados del Río Bravo (43).

En la ciudad de México, casi a punto de finalizar el año de 1920, Antonio Díaz Soto y Gama logró convencer a la Cámara de Diputados para que acordara una pensión a Ricardo Flores Magón, quien la rechazó al considerar que sería un dinero que quemaría mis manos y llenaría mi corazón de remordimiento (44).

Posteriormente, en una celda de la prisión federal de Leavenworth, Estados Unidos, la madrugada del martes 21 de noviembre de 1922, un paro cardíaco liberó de la existencia carcelaria padecida a causa de sus ideas anarquistas a Ricardo Flores Magón: un hombre que intentó vivir congruentemente en un mundo regido por la incongruencia. Por supuesto que sus desaciertos fueron muchos. Baste mencionar que su pasión revolucionaria nunca igualó la profundidad de sus errores porque como organizador de revoluciones resultó un auténtico fracaso.

Fue la crítica libertaria su verdadero legado y no la precursoría de revolución alguna. Muy a tiempo comprendió que todo revolucionario termina por ser un opresor o un hereje: de ahí la esencia de su espíritu rebelde nítidamente expresado en el texto que empieza diciendo: yo no quiero ser tirano y termina aclarando: Si el pueblo tuviera algún día el pésimo gusto de aclamarme para ser su gobernante, le diría: Yo no nací para verdugo. Busca a otro (45).

Ricardo Flores Magón, es una figura excéntrica de la Revolución Mexicana. Un rebelde incomprendido del tipo descrito por Emma Goldman en The Social Significance of Modern Drama: The real revolutionist -the dreamer, the creative artist, the iconoclast in whatever line- is fated to be misunderstood, not only by his own kin, but often by his own comrades. That is the doom or all great spirits: they are detached from their environment. Theirs is a lonely life -the life of the transition stage, the hardest and the most difficult period for the individual as well as for a people.

(Comentario al margen de Chantal López y Omar Cortés: La traducción de esta cita al español sería la siguiente: El revolucionario real - el soñador, el artista creador, el iconoclasta de cualquier tendencia- está destinado a ser incomprendido, no sólo por su propia familia, sino también por sus mismos compañeros. Esta es la fatalidad de todos los grandes espíritus: están distanciados de su entorno. La suya es una vida solitaria - la vida en una etapa de transición: el más duro y difícil periodo tanto para un individuo como para un pueblo).

Volver al Indice




Notas

(1) Ricardo Flores Magón a Baltazar R. Rivera, 1º de septiembre de 1906. Archivo General de la Nación (AGN). Fondo Manuel González Ramírez, Caja 2, Tomo 24, Fojas 81-84.

(2) Ricardo Flores Magón a los hermanos Villarreal Márquez, 5 de diciembre de 1905. Archivo General de Relaciones Exteriores de México (AGRE), LE-855.

(3) Véase texto íntegro del Programa del Partido Liberal y Manifiesto a la Nación en Documentos Históricos de la Revolución Mexicana X, Editorial Jus, México, 1966, 41-68.

(4) Para un análisis detallado de la huelga de Cananea y la rebelión obrera de Río Blanco, véase mi libro: El magonismo: historia de una pasión libertaria, 1900-1922, Era, México, 1996, segunda reimpresión, pp.30-79. Para una apreciación diferente de dichos sucesos, véase Rodney D. Anderson, Outcast in their own land: Mexican Industrial Workers, 1906-1911, Northern Illinois Press, 1976. W. Dirk Raat, Los revoltosos: Rebeldes mexicanos en los Estados Unidos 1903-1923, Fondo de Cultura Económica, México, 1988. John M. Hart, El México Revolucionario: gestación y proceso de la revolución mexicana, Alianza Editorial Mexicana, México, 1990. Y, Ward S. Albro, Always a rebel: Ricardo Flores Magón and the Mexican Revolution, Texas, Christian University Press, Fort Worth, 1992.

(5) Circular de la Junta del Partido Liberal Mexicano, 9 de septiembre de 1906, AGRE, LE-855.

(6) Francisco I. Madero a Crescencio Villarreal Márquez, 17 de agosto de 1906, AGRE, LE-855.

(7) AGN, Fondo Manuel González Ramírez, Caja 4, Tomo 41.

(8) Ricardo Flores Magón a Crescencio y Francisco Villarreal Márquez, 5 de diciembre de 1905, AGRE, LE-855R.

(9) Francisco I. Madero a Crescencio Villarreal Márquez, 17 de agosto de 1906, AGRE, LE-855.

(10) Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano a Tomás D. Espinosa, 31 de agosto de 1906. AGN, Ramo Gobernación, Revoltosos Magonistas, Legajo S.N.

(11) Friedrich Katz, La guerra secreta en México, Era, México, 1982, Tomo 1, p.138.

(12) Ricardo Flores Magón a los hermanos Villarreal Márquez, 8 de octubre de 1905, AGRE, LE-918.

(13) La entrevista Díaz-Creelman, en Jesús Silva Herzog, De la historia de México, 1810-1938. Documentos fundamentales, ensayos y opiniones, Siglo XXI Editores, México, 1980, pp.133-134.

(14) Librado Rivera a Nicolás T. Bernal, 12 de mayo de 1924. Archivo del Instituto de Historia Social, Amsterdam, Holanda. Copias de los documentos que menciona Rivera y la carta del cónsul Antonio Lozano dirigida al Secretario de Relaciones Exteriores de México, fechada el 22 de septiembre de 1908, se encuentran en AGRE, LE-933.

(15) Ricardo Flores Magón a Enrique Flores Magón, 7 de junio de 1908. Véase texto íntegro de la carta en Diego Abad de Santillán, Ricardo Flores Magón: El apóstol de la revolución social mexicana, Grupo Cultural Ricardo Flores Magón, México, 1925, p.53.

(16) Ricardo Flores Magón a María Talavera, 3 de enero de 1908, AGRE, LE-945.

(17) Ricardo Flores Magón a Enrique Flores Magón y Práxedis G. Guerrero, 13 de junio de 1908, AGRE, LE-954.

(18) AGRE, LE-945.

(19) Informe del Cónsul Miguel M. Diebold a Secretario de Relaciones Exteriores de México, 17 de febrero de 1909, AGRE, LE-942.

(20) Antonio Lozano a Secretario de Relaciones de México, 6 de marzo de 1909, AGRE, LE-942.

(21) Charles C. Cumberland, Madero y la Revolución Mexicana, Siglo XXI Editores, México, 1977, p.84.

(22) Friedrich Katz, La guerra secreta en México, cit., p.55.

(23) Véase texto completo del Plan de San Luis Potosí en Jesús Silva Herzog, op. cit., p.173.

(24) Arnaldo Córdova, La ideología de la revolución mexicana (La formación del nuevo régimen), Era, México, 1973, p.144.

(25) José Joaquín Blanco, Cultura nacional y cultura de Estado, Cuadernos Políticos 34, Era, México, octubre-diciembre 1982, p.79.

(26) Circular de la Junta del Partido Liberal Mexicano, citada en Diego Abad de Santillán, op.cit., pp.65-66.

(27) Las revoluciones en México, folleto impreso en 1913 por el Comité de Relaciones Exteriores de Washington. Traducción hecha en México, 1946, p.1.

(28) Testimonio: Nicolás T. Bernal, Revista Historia Obrera, Vol.2, CEHSMO, México, septiembre de 1974, p.3. Véase también Píndaro Urióstegui Miranda, Testimonio del proceso revolucionario, ed. Agrín, México, 1970, p.56.

(29) Roque Estrada, La revolución y Francisco I. Madero, Imprenta Americana, Guadalajara, México, 1912, p. 377.

(30) Friedrich Katz, La guerra secreta en México, cit., p.59.

(31) Charles C. Cumberland, op. cit., p. 153.

(32) Luis Lara Pardo, De Porfirio Díaz a Francisco I. Madero, New York, 1912, citado por Florencio Barrera Fuentes en Historia de la revolución mexicana: la etapa precursora, INEHRM, México, 1970, p. 305, n. 75.

(33) Ethel Duffy Turner, Revolution in Baja California: Ricardo Flores Magón's High Noon (edited and annotated by Rey Davis) Blaine Ethridge-Books, Detroit, Michigan, 1981, p.20.

(34) Carta de Ricardo Flores Magón a la New York Revolution Conference citada por Ethel Duffy Turner, Revolution in Baja California, p. 68.

(35) Lowell L. Blaisdell, The desert Revolution: Baja California 1911, The University of Wisconsin Press, Madison, 1962, p. 175. Véase también Francisco R. Almada, La revolución en el Estado de Chihuahua, Tomo I, INEHRM, México, 1964, pp. 262-263.

(36) Cf. Salvador Hernández Padilla, Nunca aprendas a morir: historias de una generación libertaria, Ed. Plaza y Valdés, México, 1995, pp. 217-218.

(37) Ethel Duffy Turner, Revolution in Baja California ..., cit, pp. 21-22. Para un análisis detallado de la rebelión magonista en Baja California, véase mi libro, El magonismo: historia de una pasión libertaria, op. cit., Capítulo V El magonismo 1911: la otra revolución, pp. 136-165.

(38) Véase Romana Falcón, ¿Los orígenes populares de la revolución de 1910? El caso de San Luis Potosí, Historia Mexicana 114, Vol. XXIX, n.2, octubre-diciembre 1979. El Colegio de México.

(39) The autobiography of Lincoln Steffens, A. Harvest, HBJ Book, New York and London, 1931 and 1958, Vol. II, p. 717.

(40) Emma Goldman, Living my life, New American Library, New York, 1977, p. 576.

(41) Nicolás T. Bernal, Memorias, CEHSMO, México, 1982, p. 126.

(42) Robert A. Rosenstone, John Reed, un revolucionario romántico, Era, México, 1979, p. 410.

(43) Colin M. MacLachan, Anarchism and the mexican revolution, The political trials of Ricardo Flores Magón in the United States, Universiy of California Press, 1991, véase especialmente Capítulo 8, pp. 110-119.

(44) Por la libertad de Ricardo Flores Magón y compañeros presos en los Estados Unidos del Norte, N. T. Bernal, México, 1922, pp. 99-102. Véase también Ricardo Flores Magón, Epistolario revolucionario e íntimo, Ediciones Antorcha, México 1983, 4ª. edición, p. 44.

(45) Ricardo Flores Magón, Artículos políticos 1911, Ediciones Antorcha, México, 1980, p. 30.

Volver al Indice