Índice de El programa del Partido Liberal Mexicano de 1906 y sus antecedentes Recopilación y notas, Chantal López y Omar CortésArtículo anteriorEscrito siguienteBiblioteca Virtual Antorcha

EDITORIAL

Apenas obtenidos los elementos materiales cuya falta nos había obligado a permanecer en la expectación y en silencio, nos apresuramos a reanudar la interrumpida lucha desde las columnas de REGENERACIÓN y esperamos que nuestros lectores recibirán el saludo de nuestro periódico como se recibe el saludo de un viejo amigo.

Volvemos al combate como siempre hemos vuelto después de cada golpe: con nuestra fé agigantada, con nuestras esperanzas no marchitas y con nuestro espíritu templado por la adversidad y caldeado por el entusiasmo. La convicción de que cumplimos con un alto deber, sirviendo a nuestra Patria nos infunde ese entusiasmo vigorosamente, y si acaso sentimos una tristeza, es la de vivir alejados de la patria querida y separados de la comunión de nuestros hermanos de México.

Pero ha sido preciso. La tiranía nos ha arrojado de nuestra patria obligándonos a buscar libertad en suelo extranjero.

Cuatro años hemos luchado en México, cuatro años la tiranía nos ha vejado, nos ha despojado, nos ha oprimido, sujetándonos a procesos inicuos, amenazándonos con procedimientos brutales, arrastrándonos por cárceles civiles y prisiones militares, por penitenciarías y por cuarteles.

En nuestro infortunado país la libertad no existe. Ningún ciudadano puede hacer uso de los derechos políticos que la Constitución otorga, ningún mexicano encuentra garantías bajo un gobierno como el de Díaz, que sólo se preocupa de asesinar el espíritu público y de sofocar todo movimiento político independiente. El club y el periódico son el terror de la tiranía.

Cuando la Confederación de Clubes Liberales se organizó en México a la voz del Sr. Ing. Camilo Arriaga, el Gobierno tembló porque vió en el surgimiento de las agrupaciones liberales una prueba de que el país no estaba políticamente muerto, sino anhelante de reconquistar sus ideales de libertad y Reforma, tan torpemente pisoteados por el motinero de Tuxtepec.

Cerca de doscientos clubes liberales se levantaron en toda la República, y muchas publicaciones independientes -entre las que REGENERACIÓN tuvo la honra de figurar-, coadyuvaron a vigorizar aquel movimiento, que llegó a ser imponente cuando se celebró el Primer Congreso Liberal, en ]a ciudad de San Luis Potosí.

En un país libre y ante un Gobierno honrado, los trabajos del Partido Liberal hubieran parecido naturales, y más dignos de aplauso que de persecución, y más merecedores de garantías que de atentados. Pero para la Dictadura que nada de común tiene con la patria, había de ser un crimen trabajar por el bien del país; para el Gobierno, levantado sobre las lágrimas y la sangre tenía que ser un peligro la organización de los ciudadanos en fuerza política.

El Gobierno de Díaz, seguro de su debilidad ante la opinión, de su impopularidad, sintió pánico ante el empuje del movimiento liberal que contaba con las simpatías del pueblo anhelante de libertad y cansado de opresiones.

Comenzó la persecución. Diaz comisionó para la destrucción de los clubes a Bernardo Reyes, considerándolo como el instrumento más apropiado para llevar a efecto esa obra de brutalidad y de barbarie, que debería avergonzar a la Dictadura, si la Dictadura fuera capaz de avergonzarse. Un vendaval de salvajismo se desató en todo el país; el exterminio fue una bandera, el atentado fue una Ley. Sin motivo, sin causa, sin pretexto siquiera se persiguió, se encarceló, se asesinó con rabia, con ferocidad, con desenfreno. La dignidad del ciudadano fue estrujada por la agresión del esbirro, la abnegación del patriota fue befada por el cinismo del polizonte, la voz del tribuno fue acallada por la intimación del sicario; la pluma del periodista fue hecha añicos por el garrote del gendarme ... Fue una orgía de barbarie; fue un himno a la brutalidad, fue el alarde canallesco de una Dictadura que, apoyada sobre treinta mil bayonetas, se jactaba de pisotear la ley, de abofetear la civilización, de desgarrar todos los fueros de humanidad y de justicia.

El Club Liberal de Lampazos, N. L. fue la primera víctima. La fuerza bruta cayó sobre sus miembros, que estuvieron a punto de ser muertos y después fueron encarcelados. La fuerza, única razón de los tiranos, se desplomó como una tempestad, sobre los clubes de Valles, San Nicolás Tolentino, Pichucalco, Cuicatlán, Pachuca, Cuencamé y otros más de distintos puntos de la República. El broche de oro para tantos atropellos a la libertad de reunión, fue el asalto al Club Ponciano Arriaga de San Luis Potosí, Centro Director de la Confederación Liberal; asalto sin precedente en los anales del despotismo, ordenado por Reyes, preparado por el Gobernador Escontría y llevado a efecto por el diputado Barrón, que capitaneaba una turba de soldados y policías, el asalto fue coronado con el despojo de una imprenta que se hallaba contigua al salón del Club Liberal, constituyó el botín en aquel golpe de mano, que hizo trágicamente memorable el 24 de enero de 1902.

Los atentados personales entraron en el programa de terror que desarrolló la tiranía. El Dr. Tomás Lorck fue apaleado en Zacatecas por los esbirros del Gobierno; el Prof. Francisco Noble y su hija la señorita Altagracia, fueron agredidos a machetazos en Pachuca por los gendarmes del Gobernador Rodríguez; el periodista Rivera Echegaray fue cobardemente asesinado en Tampico, y en Monterrey el periodista Guajardo fue perseguido a balazos.

La nota más infame y sangrienta en el concierto de las tropelías contra el ciudadano, la dio el siniestro Bernardo Reyes, que en Monterrey fusiló fríamente al pueblo en masa el 2 de abril de 1903.

La libertad de imprenta no fue menos ultrajada que el derecho de asociación. REGENERACIÓN tuvo la honra de atraerse desde el principio de su campaña las iras del Gobierno, y decimos tuvo la honra, porque las persecuciones de la tiranía son timbres de limpia gloria para los ciudadanos que las sufren, en defensa del pueblo y de la patria. El periódico fue denunciado y las puertas de la cárcel se abrieron para sus directores los Sres. Lic. Jesús y Ricardo Flores Magón, que estuvieron presos cerca de un año, el asalto al Club Ponciano Arriaga, de San Luis Potosí, entrañó también un ataque a la prensa, pues el Sr. Ing. Camilo Arriaga y el Sr. Juan Sarabia -Presidente y Secretario del Club-, que sufrieron una larga prisión dirigían respectivamente los periódicos Renacimiento y El Porvenir. De uno a otro extremo del país las cárceles se llenaron de periodistas independientes; la manifestación de las ideas, en todas sus formas, fue objeto de feroz inquina, y el Sr. Lic. Antonio Díaz Soto y Gama fue reducido a prisión por haber pronunciado el 18 de julio en Pinos, Zac., un discurso en honor a Juárez, que desagradó, por su independencia a los lacayos de Porfirio Díaz.

El Gobierno hizo alarde de su odio a la prensa y con diversos motivos fueron perseguidos y sujetados a proceso, El Hijo del Ahulzote, El Paladín, Onofroff, El Alacrán, La Nación Española, Diario del Hogar, El Universal, Juan Panadero, La Tarántula, Diógenes, de México, D. F.; Jalisco Libre, La Libertad, El Correo de Jalisco, La Gaceta, de Guadalajara, Jal.; El Corsario, de Morelia, Mich.; El Sol, La Luna, La Libertad, El Demócrata, El Combate, de Hermasillo, Son.; La Evolución, de Durango; El Avance, de Irapuato, Gto.; El Centinela, de Zacatecas; El Desfanatizador, de Pachuca, Hgo.; El Barretero, El Sable, de Guanajuato; La Opinión Pública, El Demófilo, de San Luis Potosí; La Avispa, El Demócrata, El Progreso, de Matehuala, S. L. P.; La Democracia Latina, Redención, Justicia, Constitución, de Monterrey, N. L.; El Trueno, de Linares, N. L.; La Voz de Altamirano, de Chihuahua; El Cuarto Poder, de Teziutlán, Pue.; Bala Rasa, Hoja Blanca, de Tampico, Tamps., y cien periódicos más.

La Dictadura se arrancó la careta, despreció toda formalidad, desconoció todo respeto, e indicó claramente que estaba decidida a acallar cuanta palabra de verdad surgiera, cuanto grito de justicia se levantara. Fuimos perseguidos sin piedad y sin tregua, dondequiera que alzábamos nuestra voz. El Hijo del Ahuizote hizo una campaña contra el ridículo reservismo, y los señores Ricardo y Enrique Flores Magón fueron procesados militarmente, no faltando en este proceso la indefectible decomisada de imprenta. Más tarde se reorganizó en Mexico el Club Liberal Ponciano Arriaga, se fundó el Club Anti-reeleccionista Redención y desde las columnas de ¡Excélsior! y El Hijo del Ahuizote, combatimos enérgicamente la sexta reelección del Gral. Díaz, secundado por Vésper con todo vigor, pero las cóleras de la Dictadura cayeron sobre nosotros y se nos envolvió en un nuevo proceso, en el que se llegó al desbocamiento de la barbarie y al desenfreno de la iniquidad. Se pretendió doblegarnos, aplastarnos, triturarnos, reducirnos a la impotencia y al silencio absolutos y para conseguirlo se nos trató inquisitorialmente en la cárcel y se nos despojó de nuestros elementos de trabajo y de vida, dejándonos en la miseria.

Con motivo de este proceso fueron encarceladas más de treinta personas sin duda para ejemplo de cuantos en lo sucesivo quisieran ejercitar un derecho. La publicación de nuestros periódicos fue cinicamente prohibida por la autoridad judicial, nuestros amigos y nuestros defensores fueron perseguidos. Apareció El Nieto del Ahuizote, y fue denunciado y suspendido al primer número. Se publicó El Padre del Ahuizote y al primer número fue aplastado. Manuel Sarabia se atrevió a condenar en público las arbitrariedades del Gobierno y pagó su franqueza con seis meses de prisión.

La Voz de Juárez tuvo la audacia de reprochar a Díaz su brutal proceder, y La Voz de Juárez fue denunciada, teniendo que buscar asilo en Laredo, Tex., su director don Paulino Martínez. Por último, Vésper que hasta entonces había sido respetado fustigó con indignación a la tiranía, y la tiranía ebria de odio, se despojó de su último resto de pudor y arrojó a las galeras de Belem a la Sra. Gutiérrez de Mendoza, directora de Vésper y a la Srita. Acuña y Rosete, de la misma publicación.

¿Quién podrá decimos después de lo que dejamos referido que una lucha política es posible en México? ¿Quién se atreverá a condenamos en país extranjero al amparo de la libertad que nos es necesaria para trabajar por el bien de nuestra Patria?

Mucho hemos combatido a la Dictadura sin alejamos de su alcance, sin esquivar sus agresiones, sin doblegamos ante sus atropellós, hemos pasado por las cartucheras del Presidio Militar y por las bartolinas de Belem, por las celdas de la Penitenciaría y por los calabozos del Cuartel; hemos caminado por el arroyo en cuerpo de patrulla entre las filas de la soldadesca brutal; y hemos sido despojados de nuestras propiedades por decretos de jueces indignos y venales que se doblan como lacayos y se venden como hetairas.

Mientras pudimos trabajar en México allí permanecimos. Pero al fin se nos obligó a salir de México. En todos los procesos que sufrimos por asuntos periodísticos se nos arrebataba la imprenta respectiva, pues comprendía el Gobierno que la falta de imprenta nos imposibilitaba para trabajar.

El despojo llegó a ser en nuestros enemigos una costumbre y si bien pudimos sostenemos algún tiempo en semejante situación, al fin nos rebelamos contra ella. No podíamos resignamos a regalar periódicamente al Gobierno nuestra propiedad, producto de trabajo y elemento para la lucha. Admitimos la vejación pero no la rapiña; soportamos que se nos encarcele pero no toleramos que se nos robe. Ya que el Gobierno de Díaz para reducimos al silencio ha esgrimido no sólo el terror sino también la rapacidad, nos hemos visto precisados a venir a este país en pos de garantías, no sólo para nuestras personas sino también para nuestras propiedades.

Al refugiamos en la tierra americana, no buscamos la impunidad para nuestros ataques, puesto que siempre obraremos dentro de los límites que marca el artículo 7° Constitucional a la libertad de Prensa, ni pretendemos precisamente salvar nuestras personas de determinados atropellos, pues estamos acostumbrados a resistir el sufrimiento con energía. Lo que únicamente anhelamos es asegurar la continuidad de nuestras labores que en México nos fueron interrumpidas con mucha frecuencia primero y por último prohibidas.

Luchamos por nuestra Patria desde el extranjero, porque para esa lucha se nos imposibilitó en nuestro propio país, y estamos seguros que nuestros compatriotas honrados sabrán justipreciar nuestra conducta. Los que nos acusen de cobardía, serán los cobardes, los que nos tachen de traición, serán los malos hijos de la Patria.

Tales son los motivos por los que REGENERACIÓN, en esta nueva época, ve la luz pública en los Estados Unidos.

Nuestro programa es el mismo que hemos sustentado siempre. Atacaremos al Gral. Díaz, porque es el primer responsable de las desgracias de los mexicanos, y porque personifica la tiranía más odiosa, más sangrienta, más fatídica que ha pesado sobre las desventuras de la Patria.

Daremos a conocer los peligros que correría México, con un gobierno presidido por Ramón Corral, cuyos antecedentes tenebrosos lo alejan de un puesto que en lo futuro sólo deberán ocupar los ciudadanos honrados y patriotas, y exhibiremos en toda su podredumbre a científicos y reyistas, que por sus tendencias liberticidas y malsanas, son un grave peligro para el futuro de la nación.

Enviamos a nuestros compatriotas nuestro saludo fraternal y confiamos en que impartirán su protección a nuestro periódico, no porque él tenga méritos propios, sino porque representa una causa patriótica y honrada, una causa de libertad y de justicia, a la que no pueden ser indiferentes los mexicanos de corazón bien puesto.

Juan Sarabia.

(De Regeneración, No. 1 del 5 de noviembre de 1904).

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