Rosendo Salazar, Jacinto Huitrón y Luis Araiza


1o. de mayo de 1913

Primera edición cibernética, mayo del 2003

Selección, captura y diseño, Chantal López y Omar Cortés


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Indice

Presentación, por Chantal López y Omar Cortés.


Primero de mayo de 1913, por Rosendo Salazar.


Primera celebración del día del trabajo en México, por Jacinto Huitrón.


El Primero de mayo de 1913, por Luis Araiza.
















Presentación

A continuación presentamos una pequeña selección referente a la primera celebración del día primero de mayo, en cuanto día de lucha para la clase obrera mexicana.

Fue en el año de 1913 cuando, a sugerencia de la Casa del Obrero Mundial, se tomó en México la fecha del 1o. de mayo, como un día de lucha obrera.

Los tres escritos que a continuación reproducimos, corresponden a testigos presenciales de aquella gesta obrera.

Ahora, a noventa años de ese acontecimiento, la clase obrera mexicana enfrenta los retos del México del siglo XXI, entre los que destaca el feroz e incontrolable desempleo que le amenaza muy seriamente.

La imaginación colectiva del movimiento obrero habrá de constituirse en factor determinante que le ayudará a superar y vencer los enormes obstáculos que se yerguen, impidiéndole su superación y mejoramiento.

Esperamos que la reseña histórica que a continuación publicamos sirva al lector para aumentar su acervo cultural en relación a la historia y desenvolvimiento del movimiento obrero mexicano.

Chantal López y Omar Cortés

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Primero de mayo de 1913

Rosendo Salazar

Tomado del libro Las pugnas de la gleba.

Se aproximaba el día primero de mayo de 1913. Huerta oprimía al pueblo con tenazas candentes. Los proletarios se preparaban para conmemorar dignamente por primera vez, en México, los acontecimientos de Chicago.

¿Qué significación tenía para los trabajadores del Mundo el día primero de mayo?

Los escritores burgueses y los agitadores políticos, que todo lo mistifican, señalaban aquella fecha como el día escogido por la clase obrera para celebrar la fiesta del trabajo; pero los directores de la Casa del Obrero Mundial rectificaban tan monstruoso e intencional equívoco de los plumíferos al servicio de los intereses capitalistas y de los afiliados a la escuela parlamentaria, a la sazón agrupados en Partidos Socialistas, convocando a una manifestación de carácter protestatorio contra el crimen de lesa humanidad, perpetrado por las autoridades norteamericanas en las personas de miles de trabajadores indefensos el día primero de mayo de 1886, y especialmente de Adolfo Fischer, Jorge Engels, Alberto R. Parsons, Luis Lingg, Miguel Swab, Samuel Fielden, Oscar Neebe y Augusto Spies, asesinados el 11 de noviembre siguiente con motivo del acto referido; contra las injusticias todas de la sociedad dorada, que inicuamente explota el cerebro y el brazo de los productores, obligándola a llevar una vida miserable e indigna; en una palabra, contra la excesiva jornada de diez y hasta doce horas diarias, aumentada con la inhumana del trabajo dominical.

Es verdad que el Partido Socialista, fundado a raíz del triunfo de la revolución encabezada por el señor Madero, conmemoró en 1912 la fecha del 1o. de mayo, ya publicando en El Socialista artículos de orientación conexos con dicho día, ya celebrando una velada y otros actos más o menos notables; pero era indispensable que una corporación como la Casa del Obrero tomara en sus manos al año siguiente, o sea, en 1913, la dirección de ceremonias como la que nos ocupa para que el primero de mayo, revistiera magnificencia, anulando así, para el porvenir, imposturas que tuvieran por objeto torcer las rutas revolucionarias del asalariado nacional. Para tal efecto consultó los escritos de insospechables actuantes en el campo de la agremiación obrera, como Ricardo Mella, encontrando que el día primero de mayo estaba señalado por los productores de todos los climas y de todas las lenguas para reclamar la jornada mundial de ocho horas y protestar por la criminal maniobra de las autoridades de Illinois, urdida para suprimir a los principales organizadores de la huelga general que en 1886 llevaron a la práctica los proletarios de Chicago en ocasión de tal día.

Rebosantes de júbilo jamás experimentado, los gremios reunidos en la Casa del Obrero Mundial se aprestaron al acto de la manifestación más solemne, más numerosa, más atrevida y más consciente que recuerda la historia.

Como decimos, Huerta imperaba desde el palacio de los virreyes, y esto, que para los cobardes pudo haber sido pretexto para que la manifestación no se realizara, para los templados espíritus de los miembros todos de la Casa del Obrero Mundial era grande incentivo.

A hora temprana, pues, y frente al edificio que ocupaban, los Mundiales desplegaron como bandera que va al encuentro de la victoria, un rótulo que decía: La Casa del Obrero Mundial exige la jornada diaria de ocho horas y el descanso dominical, siguiendo los gremios de Carpinteros, Sociedad Mutualista de Auxilios Amistad y Progreso, Sociedad Benemérita del Ramo de Sastrería, Centro Cosmopolita de Dependientes, Obreros de las Fábricas de Fósforos y Cerillos, Obreros Ferrocarrileros de la División Estado de Hidalgo, Operarios de la Impresora del Timbre, Benemérita Sociedad Minerva de Tejedores, Sociedad Instructiva y Recreativa Guillermo de Landa y Escandón, Obreros de la Linera, S. Esperanza, Ramo de Zapatería, Obreros de la Fábrica El Salvador, Sociedad Verdad y Trabajo, Sociedad Mutua de Señoras Tesoro del Hogar, Círculo Patriótico El Centenario de la Independencia, Sociedad Mutua El Inmortal Morelos, Operarios de los Talleres Valentín Elcoro, Partido Socialista de México, Sociedad Alianza, Obreros Nueva Industria, Unión de Canteros, Sociedad Empleados Libres, Sindicato de Tejedores del D. F., Sociedad Mutua de Carpinteros Ignacio M. Altamirano, Sociedad Caja de Ahorros, Gran Liga Obrera, Gran Liga Nacional de Sastres, obreros de la Carolina, Centro Cosmopolita de Dependientes, 5o. Comité del Partido Popular Obrero, Sociedad Auxilio, Sociedad Jóvenes Obreros y varias bandas de música.

Al frente de la manifestación iban los jóvenes de la Escuela Industrial de Huérfanos.

Pero brevemente detengámonos a fin de dedicar cortas palabras al Sindicato de Empleados de Comercio, que fue la entidad que con mayor empeño propugnó por obtener la jornada máxima de trabajo de ocho horas diarias, así como el descanso dominical.

La Sociedad de Empleados Libres del Distrito Federal, pues tal era la designación colectiva del cuerpo que conglomeraba a los parias del mostrador, desde su constitución venía gestionando que el comercio concediera a sus servidores un día de descanso a la semana, escogiendo el domingo; mas la voracidad de los tenderos siempre negó a sus empleados este derecho, por lo que, ofendidos los dependientes, iniciaron y llevaron a cabo una serie de manifestaciones públicas contra sus remisos explotadores, de las cuales recordamos una, la efectuada el 24 de enero de 1913, en que la Sociedad de Empleados Libres lapidó algunos establecimientos, demostrando a los comerciantes que la clase media también sabe amenazar a sus tiranos, y otra, en que formaron jurado a la casa comercial Gustavo Struck y Cía.

En tal concepto y sentido, los dependientes fueron los primeros en alistarse en gruesas filas de manifestantes, interesándose porque las exclamaciones de éstos y los discursos de los oradores fueron exaltados, vivos, demoledores.

La manifestación partió rumbo al centro de la ciudad a eso de las once horas, clamorosa, imponente, turbadora. Se calcula que más de veinte mil trabajadores, entre mujeres y hombres, formaban parte de ella. La misma prensa burguesa decía, después de efectuada, que según informes cablegráficos recibidos de Francia, España, Italia, Inglaterra y otras regiones, la manifestación llevada a cabo por los obreros de México había superado a la que, con igual motivo del día primero de mayo, recorrió las calles de Londres.

Ciertamente, sin hacer violencia a nuestra memoria, ni como hombres de temperamento impresionable respecto de lo bello, ni como aspirantes a un estado mejor para todos los humanos, no recordamos manifestación más formidable que ésta, no obstante que las uniones y sindicatos de obreros no eran tan numerosos como lo son actualmente.

Los proletarios manifestantes llenaban muchas calles. Con energía de torrentera clamaban por sus derechos. Decían: ¡Queremos el descanso dominical! Decían: ¡Exigimos la jornada diaria de ocho horas! ¡Cuán bellamente se movía la turba triunfadora hacia las principales arterias citadinas y qué interesante resultaba su conjunto!

Respecto de los actos literarios realizados con tan importante motivo, se significaron el mitin de la Alameda y la velada literaria del Teatro Xicoténcatl, cuyos principales números fueron cubiertos por Epigmenio H. Ocampo y Jacinto Huitrón, quienes dirigieron la palabra al pueblo en el Hemiciclo a Juárez, juntamente con Antonio Díaz Soto y Gama y Rafael Pérez Taylor; el camarada José Colado, hizo entrega de un memorial de peticiones a una comisión de diputados representada por don Heriberto Jara, en el edificio de la calle del Factor, y el licenciado Isidro Fabela produjo elocuentísima conferencia en la velada del Teatro Xicoténcatl.

Los niños de la Escuela Industrial de Huérfanos tributaron su homenaje, al unísono de los trabajadores, a Jesús García, que salvó al pueblo de Nacozari de la destrucción, llevándose a cabo dicha ofrenda en la plaza que lleva el nombre del bravo ferrocarrilero.

En el parque Balbuena, así como en el Tívoli del Elíseo se efectuaron otras ceremonias.

El comité organizador estuvo integrado por el ingeniero Carlos M. Peralta, Salvador Preciado, Gilberto Vega, Felipe de J. Flores, Rosalío Landgrave, Heriberto Jara e Hilario Carrillo.

¡Hurra por el comité de la protesta pública del día primero de mayo de 1913 en la ciudad de México!

¡Bravo por los valerosos gremios que tomaron participación en ella en momentos en que la usurpación y el privilegio descaradamente retaban a los más rudimentarios principios de civilización y humanidad!

¡Salud a la Casa del Obrero Mundial, cuya sinceridad desarmaba el brazo de los sicarios palaciegos, los que no se atrevían a atacarla en ningún sentido!

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Primera celebración del día del trabajo en méxico

Jacinto Huitrón

Tomado del libro Orígenes e historia del movimiento obrero en México.

Todas las organizaciones obreras de resistencia hasta aquí mencionadas invitaron a las sociedades mutualistas a la Primera Celebración en México del Día del Trabajo, Jornada Mundial por las 8 horas. Y para el efecto se emitieron estampillas de a cinco centavos para cubrir los gastos. Eran de fondo rojo y letras negras, que decían Sindicalismo Radical Reformista entre alegorías del trabajo, el gorro frigio y dos banderas rojas, con palmas de laurel en la base, que Rosendo Frausto litografió.

Asistieron las siguientes sociedades mutualistas: Amistad y Progreso, Esperanza y Caridad, Alianza y Amistad, Unión y Concordia, Verdad y Trabajo, Mutualista y Moralizadora de Obreros, Mutua de Señoras, Tesoro del Hogar, Mutua Inmortal Morelos, Mutua de Carpinteros, Ignacio M. Altamirano, Obreros de Valentín Elcoro, Obreros de la Fábrica de Fósforos y Cerillos La Central, Sociedad Minerva, Ferrocarrileros de la División de Hidalgo, Operarios de la Impresora del Timbre, Instructiva y Recreativa, Guillermo de Landa y Escandón, Obreros de la Casa Pelladini, Obreros de la fábrica La Carolina, Caja de Ahorros Jóvenes Obreros, Gran Liga Obrera, Círculo Patriótico Centenario de la Independencia y Partido Popular Obrero.

Ese 1o. de mayo de 1913, por medio de una manifestación de 20,000 obreros, frente al antiguo Palacio Municipal, habló el licenciado Soto y Gama, y ante la Cámara de Diputados, José Colado, pidiendo al Bloque Renovador la implantación de la jornada de 8 horas, el descanso dominical y la indemnización por accidentes de trabajo. En un gran cartel se decía: Ni odio de razas ni división de credos. Para el trabajador no hay más patria que el mundo ni más religión que la justicia social.

Al cartelón de la Casa del Obrero se le agregó la palabra Mundial, ya que en los Angeles, California, Moncaleano había fundado la Casa del Obrero Internacional. A cinco estandartes rojos en forma heráldica, se les puso una franja oblicua negra y a la bandera roja, símbolo del trabajo, a iniciación mía, se le puso la mitad negra en señal de luto por la muerte de los mártires de Chicago, y ahora es el símbolo sindicalista casi mundial; pero es de origen mexicano: nació ese primero de mayo de 1913. Y, por lo mismo, a los distintivos circulares rojos se les puso también su franja negra.

Inserto a continuación un trabajo que hice en recordación de los Mártires de Chicago.

Primero de mayo

Venimos en este día de airada protesta mundial de las inmensas falanges del trabajo, no a llorar, sino a recordar sobre las tumbas de los Mártires de Chicago, abiertas brutal y estúpidamente por la hidra del capitalismo el 1o. de mayo de 1886, y cerradas por la misma en un gesto diabólico de cobardía y de incomprensibilidad de los destinos de la humanidad, el 11 de noviembre de 1887.

Renovarnos sencillamente la tierra que cubre esas fosas, que son los símbolos sagrados de la justicia que en portentosa floración estamos obligados a legar a los que han de venir después de que nosotros hayamos desaparecido.

Levantamos esa tierra a puñados para arrojarla a la faz, congestionada por el hartazgo, de los verdugos de todos los tiempos, y de todas las edades. A los destructores de toda elevación y de toda nobleza moral; a los que nos roban el pan y nos envenenan la atmósfera, y sostienen la maquinaria pavorosa del delito sobre coágulos de sangre mezclados con los prejuicios, casi siempre de carácter metafísico; a los hombres vampiros engendrados por el egoísmo en sus formas más espantosas de condenación y abonados por la iniquidad.

Si es verdad que el hombre, por el solo hecho de haber nacido tiene derecho a un lugar en el banquete de la vida, es incontrovertible que las mayorías no gozan de ese derecho natural, por cuanto han sido robadas, ya por el engaño, ora por la violencia; ya a nombre de un Dios amorfo y atrabiliario, ora por el nombre de esos montones de cieno, de esos acervos gigantes de alcahuetería que se llaman códigos, tan sapientemente explotados, por los sostenedores de la holgazanería, por los machos cabríos del foro, por los jueces de todas las latitudes.

¡Que salte la sangre loca en las arterias como la primera huelga general por las ocho horas, desde el fondo de la mina y del corazón, y que del surco brote la canción del tajo, mientras llega la hora sangrienta de los odios que haga caer la llama salvadora sobre los viejos troncos de la selva!

Llevando muy abiertas las pupilas, la verdad en los labios y las plantas llagadas de andar durante mucho tiempo por sobre los bosques de espadas y puñales en este aniversario del martirologio consumado por los adinerados en Chicago, la Meca de los chorizos y el jamón, serenamente tiremos sobre la tierra el grano y elevemos la voz ennoblecida por el sufrimiento en estímulo para el paradiaje manumiso que espera el advenimiento de un mesías milagrero que lo liberte, sin parar mientes en su propia fuerza ni en el corte maravilloso de los machetes que sabe forjar.

Desde que el tirano del Paraíso lanzó a los cuatro vientos de la humana especie su viscosa prohibición, No comeréis del fruto del árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, no ha habido mandón monárquico, republicano ni socialero que no arroje sobre los pueblos sometidos a su yugo la misma negación categórica. Y esto es así, y no puede ser de otro modo alguno, porque el hombre cuanto más cree es más bestia, cuanto más bestia más cree, y cuanto más cree, más fácilmente se deja gobernar.

¡Han pasado los tiempos, han transcurrido las edades y la sangre de los apóstoles, de los videntes y de los locos ya forma océanos ... Sin embargo, la clépsidra de la libertad todavía no ha marcado el minuto definitivo en que el ruido glorioso de las cadenas que se rompen y de los barrotes de la jaula que saltan, hagan rugir victoriosamente a los leones!

Honor debemos a los compañeros aniquilados en Illinois, y ésta es una bofetada más que hará saltar de los belfos succionadores de la burguesía el veneno corrosivo que tiene en vez de sangre.

La lucha de clases es dolorosa. Sin embargo, se silencian las ideas anarquistas que campearon en las mentes de los ocho condenados y que sostuvieron con hombría en ese asesinato que se llamó jurado; comedia tan ridícula como la efectuada 40 años más tarde en Massachusetts, con otros ácratas: Sacco y Vanzetti. Empleamos la palabra doloroso para no usar la de vergonzoso, lo que es debido a la pusilanimidad, a la inconsciencia y el miedo conejeril que nos inspiran todos los Gargantúa, y a su pandilla de esbirros, de perros de presa, empistolados e imbéciles.

Por consecuencia, debemos rectificar esa conducta y afirmación sobre las cabezas de nuestros hijos, que la gleba nacional como la internacional, también se da cuenta de que el derecho debe tomarse con música de metralla y que mendigar derechos es propio de castrados, incapaces de ejecutarlos.

Los que hemos nacido en un hogar de dificultades económicas, cuando otros fueron a la escuela a nutrir sus cerebros con el pan de los conocimientos, tuvimos que ir de pequeños al taller a amasar en él con el sudor y las lágrimas el pan para los nuestros y para nosotros; tuvimos que trabajar esa fatiga que los mediocres pretenden celebrar como fiesta del trabajo.

Daremos su definición. Según el diccionario de la Academia Española, Don José Alemany dice: Acción de trabajar. / Dificultad, impedimento. / Penalidad, molestia, tormento o suceso infeliz. / Miseria, estrechez y penas.

Los vividores del trabajo de los demás, los rateros del sudor ajeno, los piratas de la dignidad humana, los torcedores de las leyes de la existencia, los explotadores de la ignorancia y del músculo de los crédulos no han trabajado nunca ni trabajarán sino hasta que nosotros, los trabajadores, les obliguemos a ello, en el caso que no nos demuestren, sin dejar lugar a dudas de ninguna especie, que deben seguir gozando del privilegio del parasitismo, porque nacieron con zapatos.

Para concluir, digamos que el edificio de la sociedad burguesa está cuarteado por mil partes; el sistema capitalista ha fracasado y en los estertores de su agonía, quieren unos apuntalarlo con ademes apolillados, mientras los otros, los dictadores, arrastran al mundo a una nueva carnicería ante la cual los horrores de la que terminó en 1918 serán algo así como travesuras de niños.

La nueva guerra ya se perfila en el Oriente, en las estepas desoladas de la Siberia, en las fronteras del Sol Naciente, en las Repúblicas Soviéticas y en España, provocada por el fascismo teutón, que como el italiano, quieren dominar al mundo, y debemos estar preparados nosotros, los trabajadores de aquí, de ahí, de allá, de acullá, para sorprender a los corceles poderosos del desastre y atarlos a nuestro carromato, en el que envueltos en sangre generosa, palpita una nueva civilización, más alta, más humana, más justa, más en armonía con el amor.

¡Compañeros! Tened presente esta verdad muy clara: ¡Con un puñal cachicuerno, Viriato enseñó a la América a deletrear la palabra libertad!

¡Vivan los Mártires de Chicago! ¡Ante la guerra, la revolución social y expropiadora!

Volviendo a la relación de la primera celebración del día 1o. de mayo, por la tarde de ese día hubo una kermes gratuita en el Teatro del Elíseo, patrocinada por los representantes Colado, Preciado, Landgrave, Ingeniero Carlos Vega, así como los diputados socialistas Heriberto Jara, Hilario Carrillo, Román Morales y Jesús Monroy. Y por la noche en el Teatro Xicotencatl (hoy Esperanza Iris) se efectuó una velada en la que participé junto con el licenciado Isidro Fabela, que tuvo a su cargo el discurso oficial, la cantante Josefina de la Llarca, que deleitó al auditorio con una bella aria, y Epigmenio H. Ocampo, que dijo unas palabras y la explicación del origen y significado del 1o. de mayo por el que esto escribe.

Hubo también actos por la tarde en el jardín Jesús García, Héroe de Nacozari (Plazuela de Santa Catarina), y en el Parque Balbuena (hoy Venustiano Carranza). Al final se cantaron los himnos obrero-internacionales. En esa fecha se transformaron las uniones de resistencia en organización sindical. Esas festividades tan importantes, tanto por la época en que se efectuaron como por sus resultados, hicieron surgir las principales conquistas en que está basado el movimiento obrero de México de 1912 a 1917.

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Primero de mayo de 1913

Luis Araiza

Tomado del libro Historia del movimiento obrero mexicano.

El proletariado de los más grandes países del mundo, representado en los Congresos celebrados por la Primera y Segunda Internacional, estableció como fecha permanente y como norma invariable, el Primero de Mayo de todos los años, para rendir homenaje a los mártires que sacrificaron sus vidas, en aras de la Jornada de Ocho Horas de Trabajo, exhortando a los trabajadores de todo el Universo, a elevar en esa fecha su más encendida protesta, por el monstruoso crimen cometido por el Imperialismo Yanqui, después de la farsa de un Juicio espurio y ridículo.

La gloriosa epopeya iniciada en Chicago el Primero de Mayo de 1886, culminó con el sacrificio de los mártires que fueron llevados al cadalso el 11 de Noviembre de 1887, cometiendo el crimen más abominable que conoce el mundo civilizado, por la sevicia de que se hizo gala.

Cuatro inocentes víctimas: Augusto Spies, Alberto R. Parsons, Adolfo Fischer y George Engel, fueron llevados a la horca, acusados del delito de huelga, reclamando una jornada de trabajo justa y humana, que pusiera punto final a la explotación del hombre en jornadas de 14 y 16 horas diarias.

La burguesía en todos los ámbitos de la Tierra, pregona que el Primero de Mayo, es la Fiesta del Trabajo, mayor aberración no puede existir, pues considerar un acontecimiento de esta magnitud como motivo de fiesta, resulta absurdo, estúpido y hasta salvaje; en razón a que implica la consumación del más vil asesinato cometido por una justicia venal, al servicio de los fuertes intereses de la burguesía estadounidense.

La Casa del Obrero Mundial dentro de su nuevo y flamante domicilio en Estanco de Hombres, se dedica con toda actividad, a la organización de los actos a realizar el Primero de Mayo consistentes en la Manifestación pública que por la mañana, recorrerá las principales arterias de la Ciudad, y la Solemne Velada que por la noche tendrá lugar en el Teatro Xicoténcatl.

La manifestación.Veinticinco mil trabajadores en la columna

Bajo el régimen del dipsómano usurpador Victoriano Huerta, la Comisión Organizadora de la Manifestación, hizo las gestiones correspondientes ante las autoridades del Distrito Federal, en este caso representadas por el Gobernador del Distrito, General Samuel García Cuéllar.

La Comisión estuvo integrada por: Eloy Armenta, Santiago J. Sierra, Heriberto Jara, Hilario Carrillo, Jacinto Huitrón, Epigmenio H. Ocampo, Pioquinto Roldán, Luis Méndez, Agapito Barranco, Severiano Serna y Salvador Alvarez.

En las primeras horas del día Primero de Mayo, los industriales se encontraron con la novedad, de que en sus fábricas y talleres, los obreros no concurrieron a sus labores habituales.

En contraste con lo anterior, en la Plaza de Armas, precisamente frente al Palacio Nacional, desde las ocho de la mañana, en numerosos grupos, principiaron a llegar fuertes núcleos obreros, los que paulatinamente se van organizando en columna para conmemorar por primera vez en México el Primero de Mayo.

A las diez de la mañana en punto, inició su marcha el Proletariado Metropolitano, en medio de un delirante entusiasmo, que hizo vibrar el sentimiento de clase de esa multitud ansiosa de libertad y justicia.

La manifestación llevó como descubierta a la Banda de Guerra y de Música de la Escuela Industrial de Huérfanos, siguió la Comisión Organizadora y tras ella, los Paladines de la Casa del Obrero Mundial, portando una bandera roja cruzada por una franja negra. Este símbolo hasta la fecha desconocido, es el emblema de la lucha de los trabajadores, es el símbolo de las aspiraciones del proletariado. En Europa y en algunos Estados de la Unión Americana, los socialistas ya usaban esta Bandera, pero en México, era totalmente desconocida.

La Casa del Obrero Mundial, a iniciativa de Jacinto Huitrón, la adoptó como símbolo de la lucha de clases y como bandera de sus reivindicaciones sociales.

En seguida un gran cartelón que decía:

Ni odios por razas ni división por credos.

Este cartelón, encabezaba a más de 25,000 trabajadores, los que alinearon en el orden siguiente:

Unión de Canteros, Unión de Carpinteros, Sindicato de Sastres, Sindicato de Zapateros del D. F., Sindicato de Tejedores del D. F., Banda de Policía (de música), Obreros de la Fábrica de Hilos de El Salvador, Obreros de los Talleres de Valentín Elcoro (se conocía como la Casa Grande), Obreros de la Fábrica de Hilados y Tejidos La Carolina, Banda de Artillería (de música), Sociedad de Auxilios Mutuos Amistad y Progreso, Sociedad Benemérita Mutua del Ramo de Sastrería, Centro Cosmopolita de Dependientes de Restaurant, Fábrica de Cerillos La Central, Ferrocarrileros de la División de Hidalgo, Obreros de la Imprenta del Timbre, Benemérita Sociedad Minerva de Auxilios Mutuos del Ramo de Tejedores, Sociedad Instructiva y Recreativa Guillermo de Landa y Escandón, Obreros de la Fábrica La Linera, Sociedad Esperanza del Ramo de Zapatería, Sociedad Verdad y Trabajo, Sociedad Mutua de Señoras El Tesoro del Hogar, Círculo Patriótico El Centenario de la Independencia, Sociedad Mutua Morelos, Partido Socialista de México, Sociedad Alianza, Obreros de la Nueva Industria, Sociedad de Empleados Libres, Sociedad Mutuo-Cooperativa Ignacio M. Altamirano, Sociedad Caja de Ahorros, Gran Liga Obrera, Gran Liga Nacional de Sastres, Obreros de la Sociedad de Auxilio, Quinto Comité del Partido Popular Obrero, Jóvenes Obreros y algunos otros.

El Imponente Desfile y los Actos Realizados

Al empuje arrebatador y sublime del proletariado en marcha, el tránsito se paralizó y multitud de curiosos se sorprendió al contemplar que los trabajadores de México, salieron por primera vez a la vía pública, en compacta manifestación en busca de su redención, de su libertad y de la justicia social, por la que fueron a la Revolución empuñando las armas y regando con su sangre los campos de batalla.

El recorrido se hizo partiendo de la Plaza de Armas, pasando frente a la Catedral y los Portales, para penetrar a la calle de San Francisco (hoy Avenida Francisco I. Madero), la que recorrieron en toda su amplitud, a su paso, desde los balcones y las azoteas se aplaude a los trabajadores manifestantes, algunos lo hacen de buena fe, los restantes, por ignorancia quizá de los fines perseguidos, pues en varias residencias, los balcones estaban ocupados por los clásicos burgueses. La vanguardia de la columna, al desembocar en la Avenida Juárez, sigue de frente hasta llegar al monumento que en memoria del Benemérito de las Américas, Licenciado Benito Juárez, se levanta en el costado sur de la Alameda Central, lugar señalado previamente para llevar a cabo un Gran Mitin.

El Mitin

Después de esperar la congregación total de los manifestantes, aborda la tribuna uno de los más elocuentes oradores de la Casa del Obrero Mundial: Rafael Pérez Taylor, quien pronuncia ante la expectación general, un brilIante discurso de perfecto corte anarquista, inspirado en la filosofía de ese sublime ideal, al terminar tan elevada pieza oratoria, es calurosamente aplaudido, entre los gritos ensordecedores de: ¡Viva la Casa del Obrero Mundial!

El siguiente orador fue el obrero metalúrgico, Jacinto Huitrón, el mecánico anarquista, uno de los fundadores de la Casa del Obrero Mundial, emocionado, nervioso, pero con gran fogosidad, pronuncia su brillante alocución, salpicada de fuertes anatemas y llena de condenación a la sociedad presente y a la burguesía, haciendo profesión de fe anarquista, exalta la gesta de Chicago y la Masacre del 7 de Enero y termina exhortando a los trabajadores a una lucha tenaz y permanente hasta lograr el exterminio del régimen capitalista; cuando baja de la tribuna es largamente ovacionado.

Sube a la tribuna el revolucionario liberal, precursor de la libertad del pueblo de México, Lic. Antonio Díaz Soto y Gama, con gran elocuencia y fácil palabra, borda un interesante discurso eminentemente revolucionario, fustiga a los tiranos, condena la opresión y la explotación del hombre y en brillante pasaje enlaza la grandeza de la Revolución Francesa con la Revolución Mexicana, elogia la filosofía de Cristo y termina exitando al auditorio a unirse para combatir sin tregua a la reacción que pretende cambiar la ruta de la Revolución Mexicana. Con delirante ovación se premian las palabras del Lic. Soto y Gama.

El último orador es el hombre activo e infatigable, alma del gremio de Sastres, Epigmenio H. Ocampo, joven impetuoso que se desborda en fundados ataques al Clero, a la burguesía y a la reacción, criticando a la inmensa plaga de zánganos que viven como pulpos alimentados con la sangre del pueblo al que explotan y esquilman en sus derechos y en sus libertades; el orador, al terminar se le aplaude y se da por concluído el acto.

La comisión organizadora, llevó consigo un estudio elaborado previamente, el que contiene las peticiones de los trabajadores y cuyo documento será entregado a la Cámara de Diputados, por tal motivo, la columna de manifestantes se reorganizó alineándose en la misma forma con que inició su marcha y se dirige hacia el recinto oficial del Congreso de la Unión, para cuyo efecto avanza por la misma Avenida Juárez, voltea por las calles de San Diego y penetra en la Avenida de los Hombres Ilustres, hace un pequeño viraje para tomar la Avenida Cinco de Mayo y dar vuelta en seguida a las calles del Factor para situarse frente a la Cámara de Diputados.

En el Recinto Parlamentario

A las doce del día llegó la manifestación al recinto parlamentario, la Comisión hizo acto de presencia en el Salón Verde, donde se encontraba reunido y sesionando el Bloque Renovador, una comisión en representación del referido Bloque salió a la escalinata y aparecieron los Diputados Gerzayn Ugarte y Serapio Rendón, a quienes se les hizo entrega del memorándum de la Casa del Obrero Mundial, pidiendo la reglamentación por Ley de la Jornada de Ocho Horas de Trabajo como máxima, la vigencia de una Ley sobre indemnizaciones por pago en accidentes de trabajo y el reconocimiento obligatorio para los patrones de la personalidad de los Directivos de las Uniones y Sindicatos de los trabajadores, José Colado, portavoz de la Casa del Obrero Mundial, fue el encargado de enunciar en su brillante discurso el anhelo de los obreros Mexicanos. El diputado Serapio Rendón, en forma por demás elocuente contestó el discurso ofreciendo luchar en las Cámaras por la implantación de la Ley que anhelaban los trabajadores.

En seguida, la columna se mueve hacia el Jardín de Santa Catarina, a efecto de rendir homenaje al Héroe de Nacozari.

Hablaron en nombre de la Casa del Obrero Mundial, Pioquinto Roldán, Modesto Escalona, Delegado de la Fábrica de Río Blanco y Luis Méndez, para elogiar el acto heroico del ferrocarrilero Jesús García, Héroe de Nacozari, quien realizó la hazaña de sacar un tren cargado de dinamita para evitar la muerte segura de toda una población, a sabiendas de que perdería la vida en holocausto a un sentimiento de alto humanismo y gran heroicidad.

De relevante significación para los trabajadores de México, debe calificarse el Desfile del Primero de Mayo de 1913, en que llevaron por delante la bandera roja y negra, emblema y símbolo de su lucha y aspiraciones; cabe repetir, que en este histórico Primero de Mayo, se conoció por vez primera en la República Mexicana, esta Bandera, que marchando a los acordes marciales de las bandas de música, ondeaba dentro del marco de un cielo azul, flameando en el aire cristalino de un día como ese, de luz nítida, clara y transparente.

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