Índice de Lecciones de historia patria de Guillermo PrietoTERCERA PARTE - Lección IITERCERA PARTE - Lección IVBiblioteca Virtual Antorcha

LECCIONES DE HISTORIA PATRIA

Guillermo Prieto

TERCERA PARTE

Lección III

Virreyes de la Casa de Austria. 1°, don Antonio de Mendoza (1535 a 1550). 2°, don Luis de Velasco (1550 a 1554).


Don Antonio de Mendoza, descendiente del célebre marqués de Santillana, conde de Tendilla y comendador de Socuéllanos, aunque nombrado Virrey desde 1530, no llegó a México sino el 15 de octubre de 1535.

Su gobierno, ilustrado y paternal, se marca por la incesante lucha que mantuvo con los encomenderos crueles en favor de la raza indígena, que debe contarle entre sus más ilustres bienhechores.

Vino antes que él, en enero, y fue activo colaborador de sus importantes trabajos en calidad de oidor, el varón evangélico, después obispo de Michoacán, el señor Vasco de Quiroga, cuyas predicaciones en aquellos pueblos fructificaron, y cuyo gobierno se cita como modelo de previsión y amor al pueblo.

El señor Vasco de Quiroga fue elegido por el señor Mendoza a los pocos días de estar en el gobierno, para pacificar y civilizar a los indios tarascos, y esto lo hizo sustituyendo la persuasión a la fuerza, propagando la instrucción y cultivando la industria, asignando un ramo distinto a cada pueblo, procurando la perfección y facilitando con los cambios las relaciones y la armonía entre las diversas tribus, antes enemigas.

Señalo también el señor Mendoza su gobierno introduciendo en México la imprenta, primera que hubo en el nuevo continente en que vieron la luz la Escala de San Juan Climalco, de que sólo hay noticia, y el Manual de adultos, impresa la primera en la casa donde estaba la de Juan de Pablos, y el segundo en 1540 por Juan Cromber.

El señor Mendoza fue quien primero trató de que se acuñase moneda, y se acuñó en efecto; pero la menor valía que tenía en el mercado y su figura irregular, hizo que se conociese con el nombre de moneda macuquina, nombre cuya significación no se conoce bastantemente.

No obstante estar ya planteado por fray Pedro de Gante, otro ilustre bienhechor de México, el Colegio de San Juan de Letrán, apresuró el señor Mendoza la fundación del Colegio de Santa Cruz en Santiago Tlatelolco, para la instrucción de los indios en la latinidad, filosofía, etcétera, llegando a contar dicho colegio más de cien alumnos, entre los cuales algunos se distinguieron por sus adelantos.

En medio de las multiplicadas atenciones de su gobierno, el senor Mendoza envió una nueva expedición a California para explorarla y asegurarla para sus Reyes.

En esas expediciones figura Hernán Cortés en busca de un encantado Reino de Quivira, que jamás encontró, que le produjo perdidas en su fortuna y que dio motivo a las desavenencias que al fin tuvo con Mendoza, de quien era especialmente considerado.

La lucha de los encomenderos no cesaba un momento, a pesar de la energía de la autoridad y de que habían perdido mucho terreno, defendiendo sin embozo la esclavitud de los indios y llenando de embarazos la marcha del Virrey.

Con un esfuerzo verdaderamente heroico, vino a colocarse al lado de Mendoza fray Bartolomé de las Casas, cuyo nombre luminoso y querido desde antes aparece siempre que se trata del amor y del bien de los indios.

Él siente ardiendo en caridad sublime su corazón, al saber las iniquidades que se hacen con los indios, los patrocina, escribe, atraviesa los mares, hace escuchar su voz elocuente junto al trono de los Reyes, conquista libertades, hiere a los opresores, y les deja en sus inmortales escritos un estigma eterno como castigo de los males que causaron.

El próvido Virrey acoge, como debía, a fray Bartolomé y lo envía a Chiapas, dotando con el tesoro de sus virtudes a aquellos pueblos.

La justa popularidad de que disfrutaba Mendoza y el deseo que manifestó de presenciar una cacería de venados, hicieron que se verificase con gran pompa una en la hermosa y dilatada llanura que media entre Arroyozarco y San Juan del Río, quedándole hasta hoy el nombre de llano del Cazadero con que le conocemos.

Por aquellos días se oyeron del volcán del Popocatépetl bramidos espantosos que se escuchaban a inmensa distancia, vomitando el volcán cenizas que quemaron arboledas y sembrados, difundiendo el espanto por todas partes.

Murieron por aquellos días el primer obispo de Chiapas, Arteaga, y el célebre conquistador Pedro de Alvarado. El primero envenenado casualmente, porque una noche, al volver sediento a su casa, por tomar un vaso con agua, tomó uno que contenía rejalgar; y el segundo murió despeñado en las montañas de MochitOtic, del Estado de Jalisco, estando apaciguando a los rebeldes de la Nueva Galicia.

Algunos buques aparecieron por aquel entonces por el que se llamó cabo Mendocino, según dicen, en memoria del Virrey; se hizo el descrubrimiento de las islas de Luzón, llamadas después Filipinas en honor de Felipe, príncipe de Asturias.

El Virrey era infatigable en el gobierno; redujo a los sublevados del interior. La corte dictó nuevas leyes en favor de los naturales, enviando al inquisidor Tello de Sandoval para que cuidara de su observancia, que no logró.

En el año de 1546 afligió a México una peste, en que según algunos historiadores, murieron cerca de un millón de indígenas; se descubrió una conspiración de negros, dándose muerte a los principales autores. El motivo fue el siguiente.

Tello de Sandoval, cumpliendo con las instrucciones que tenía de la corte, convocó con toda solemnidad una junta de obispos y prelados para que tratasen de la libertad de los indios.

La junta se manejó con noble independencia, sus discusiones fueron luminosas, Y el resultado del todo conforme con la libertad completa de los indios. Los encomenderos obraron de modo que la junta se disolvió sin dar resultados positivos; entonces los indios se sublevaron, complicando en su rebelión a los negros, que fueron los que principalmente sufrieron el castigo. Sandoval volvió a la corte, no sin residenciar al Virrey cuya conducta, como era justo, mereció su aprobación.

En 1547, Cortés que se encontraba en España de resultas de sus desavenencias con Mendoza, murió en Castilla de la Cuesta, cuando se disponía a volver a México. En 1548 murió el señor obispo Zumárraga, célebre por estar unido su nombre al de la aparición de la Virgen de Guadalupe, verificada el 12 de diciembre de 1531.

El Virrey -dice el señor Roa Bárcenas-, castigó con la muerte a los directores de una nueva conspiración; repartió las tierras realengas, hizo traer ovejas finas, fomentó los tejidos de lana y en general todos los ramos de agricultura, el comercio, y las artes, con especialidad la industria de la seda, la cual llegó a un grado muy alto de desarrollo, según explica el padre Motolinía; se descubrieron nuevas minas; se fundó Valladolid (hoy Morelia), y fue paseado en bestia con albarda, azotado y mandado a galeras un licenciado Mena, falso visitador que durante algunos días engañó al Virrey y a la Audiencia.

El alto concepto que disfrutaba en la corte el señor Mendoza y el estado decadente en que se encontraba el Perú, hicieron que el emperador le nombrase su Virrey en 1550, terminando su gobierno, que le atrajo las bendiciones de México y los gratos recuerdos de la historia.

2° Virrey, don Luis de Velasco.

Fue nombrado sucesor de don Antonio de Mendoza don Luis de Velasco, y vino a México en diciembre de 1550.

Era don Luis de Velasco de la casa de los condestables de CastiHa y conde de Santiago, dado a conocer en España por sus virtudes, su valor y su prudencia en asuntos de gobierno.

Luego que se posesionó del mando, reunió a la Audiencia y arengó a los oidores, de manera que no dejó duda sobre su energía, justificación y amor a los indios, cosa que si bien le atrajo las simpatías del pueblo y de los indios, despertó enconos que le crearon dificultades entre los encomenderos, los malos gobernantes y la gente que vivía de explotar a los infelices.

El señor Velasco aprovechó y llevó a cabo los trabajos de su ilustre antecesor, sobre quitar a los indios de la condición de esclavos, marcando su gobierno con el hecho glorioso de proclamar la libertad de más de mil quinientos indios, rompiendo con toda clase de intereses bastardos, dando cumplimiento a leyes que no se habían podido llevar a cabo, y fijando el hasta aquí de escandalosos abusos.

Levantóse la garita, como sucede en toda gran reforma, hízosele presente al Virrey que se iban a paralizar las minas, y él respondió con firmeza, que más importaba la libertad de los indios que las minas de todo el mundo.

Durante el gobierno de este Virrey, se fundó e instaló con lucimiento la Universidad de México, en 25 de enero de 1553. Acaeció la pérdida de una flota en el canal de Bahama; afligió a México su primera inundación de resultas de lluvias copiosas; para prevenir los males de la inundación, se pensó construir una albarrada, y el Virrey se presentó entre los trabajadores para alentarlos con su ejemplo; creóse el cuerpo de la Santa Hermandad, o sean fuerzas con determinados privilegios para perseguir a los ladrones de que estaba plagado el país, y se instituyó el Hospital de Naturales en el edificio conocido hoy con el nombre de Hospital Real.

En su época los chichimecas, inspirados por un indio llamado Mazorro, se sublevaron, haciendo la guerra de montaña, y el monarca, para combatirla, fundó entre otras colonias militares, los que después fueron los pueblos de San Felipe y San Miguel de Allende.

En 1557 se juró Rey en México a Felipe II, con extraordinaria solemnidad; envió el Rey a la Florida una expedición que tuvo mal éxito, y se comenzó a explotar, al norte de la hoy República del Mineral de Nombre de Dios.

Por aquellos días, 17 de septiembre de 1563, vino a México un visitador Valderrama, quien por su comportamiento y porque aumentó los tributos a los indios bajo el pretexto de enviar familias a colonizar Filipinas que años atrás descubrió Villalobos, mereció el nombre de Molestador de los Indios.

En 21 de julio de 1564 murió don Luis de Velasco en México, y fue sepultado en Santo Domingo, siendo universalmente llorado y mereciendo el título con que se le llamaba, de Padre de los Indios. El Cabildo de México escribió con este motivo al Rey diciendo:

Ha dado en general a toda esta Nueva España muy grande pena su muerte, porque con la larga experiencia que tenía, gobernaba con tanta rectitud y prudencia, sin hacer agravio a ninguno, que todos le teníamos en lugar de padre. Murió el postrer día de julio muy pobre y con muchas deudas, porque siempre entendió de tener por fin principal hacer justicia con toda limpieza sin pretender adquirir cosa alguna.

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