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CAPÍTULO XCVI

Cuentas del Ejército de Oriente

julio de 1867

A pesar de las alternativas de la campaña y de los frecuentes cambios en el personal de los empleados de la Comisaría, pude llevar una cuenta de todos los caudales que manejé, que comenzó ello de octubre de 1865, con el dinero que capturé a Visoso en Tulcingo y terminó con la entrada del Gobierno Federal a la ciudad de México el 15 de julio de 1867.

Durante el sitio de México, logré pagar con puntualidad no solamente los haberes de la fuerza que estaba a mis órdenes, sino hacer con regularidad los gastos públicos del territono en donde ejercía mando, y hasta tener un sobrante considerable en mis arcas. Los ingresos de que disponía fueron las contribuciones ordinarias de los Estados que estaban a mis órdenes y algunas multas o composiciones que hice con personas que residían en la capital o en los Estados, que tenían sus fincas o propiedades fuera de ella, y que se habían comprometido con Maximiliano, por lo cual habían incurrido en la pena de confiscación, como aconteció con el Sr. Lic. Don Pedro Escudero y Echanove. Conseguí además bajo mi crédito personal y luego que ocupé a la capital, dos préstamos importantes: uno de $50,000 que me facilitó el Sr. Don José de Teresa, y otro de $200,000 que me proporcionaron varios comerciantes extranjeros, principalmente ciudadanos de los Estados Unidos, por el intermedio del Cónsul General de ese país, Mr. Marcus Otterbourg, y cuyos préstamos fueron reembolsados antes de la entrada del Presidente Juárez.

A pesar de que llegué a reunir una fuerza muy considerable, pues que excedía al ocupar la capital, de veinticinco mil hombres, la pude municionar, vestir y pagarle con puntualidad sus haberes con sólo esos recursos, honradamente administrados.

Al entregar la capital entregué también no sólo la existencia en efectivo que tenía mi comisaría, sino además la que había en las oficinas de Hacienda que había organizado en la capital y que entregaban semanariamente sus fondos a la Comisaría del Ejército. En la Aduana de Veracruz había, además, una existencia de importancia, cuando la puse a disposición del Gobierno Federal.

La existencia que entregué al Gobierno habría sido mucho mayor si no hubiera yo hecho gastos que no me correspondían directamente, como el pago de los haberes de la escolta que acompañaba al Presidente y de sueldos de los empleados de las diferentes Secretarías de Estado que importarían cosa de cincuenta mil pesos, y de una cantidad fuerte invertida en preparar el alojamiento del Presidente y hacerle una recepción conveniente. Invertí también una cantidad de importancia en la construcción de vestuario para todo el Cuerpo de Ejército que estaba a mis órdenes, para lo cual me aproveché de muchas piezas de paño pertenecientes a los franceses, que declaré contrabando de guerra, y en una fuerte cantidad de carne y pan, que tenía preparada y mandé repartir al ocupar la plaza, como uno de los recursos preventivos contra el pillaje que se desarrolla en esos casos, a la vez que excusa por el rigor con que me proponía castigarlo.

El 4 de agosto de 1867 rindió su último corte de caja la Comisaría del Ejército de Oriente, que comprendió el movimiento de caudales habido en esa oficina del 26 de mayo al 2 de agosto de 1867, esto es; durante la parte principal del sitio de México y mes y medio después de la ocupación de la capital, y apareció en él una existencia de 87,232 pesos 91 centavos.

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