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CAPÍTULO LXXVII

Solicitud de Maximiliano por conducto de Mr. Bournof

Del 1° al 10 de febrero de 1867

Estando en Acatlán en observación de las operaciones del enemigo, y con el objeto de proteger la organización de tropas que hacían por orden mía, los jefes a quienes acabo de referirme, y en espera de las Tropas de Oaxaca y materiales de guerra que debían incorporárseme con el General Don Manuel González, condujo un día la avanzada de Acajete por cordillera y con las precauciones usuales en esos casos, a mi Cuartel General, a una persona llamada Carlos Bournof, que había sido comisionado personalmente por Maximiliano, según credencial que trajo al efecto, para recabar mi promesa de no batir al archiduque en la marcha que próximamente se proponía hacer de México a Veracruz, protestando que haría su travesía exclusivamente con soldados europeos y que su objeto era embarcarse con ellos en la fragata Novara que lo esperaba fondeada en Veracruz.

Mr. Bournof me dijo que esto era todo lo que Maximiliano le había encargado me manifestase; pero él agregó, como opiniones personales suyas y como informes que me daba, que Maximiliano tenía un alto concepto de mí, y que si pudiera contar con mi cooperación, se descartaría de los conservadores que lo rodeaban y de los militares de ese partido que estaban a su lado; que me daría el mando de todas sus fuerzas, y que pondría la situación del país en manos de los liberales, porque él tenía gran predilección por nuestros principios políticos; que sentía gran respeto y consideración por el señor Juárez y por los principios que profesaba; pero que vista la situación que él guardaba y teniéndonos a nosotros por antagonistas, no podía proceder como lo deseaba, sino como las circunstancias lo obligaban a obrar. Me pareció que Mr. Bournof cumplía con un encargo de Maximiliano, sin embargo de que él cuidó de hacerme entender que esto no era así, sino que tan sólo expresaba sus impresiones personales.

Detuve a Mr. Bournof toda la noche para mandarlo al día siguiente con una respuesta verbal negativa, y le dije que no podía tener condescendencia de ningún género con el enemigo y que mis únicas relaciones con Maximiliano consistían en batirlo o ser batido por él, para lo que tomaba desde luego mis providencias y que me empeñaría en hacerlo prisionero y someterlo a la justicia de la Nación.

En toda esa noche fue necesario hacer algunos desfiles de tropas de distintas armas por la calle en donde había alojado a Bournof acompañado de oficiales que cuidaban de que se cumpliera con la prohibición que le impuse de abrir las ventanas, con objeto de que creyera que en Acatlán había gran número de tropas acuarteladas y movimiento de entrada y salida de trenes y de fuerzas de distintas armas, cuando en realidad sólo tenía doscientos y tantos caballos, pues mi gran apoyo consistía en los pueblos de los Distritos de Matamoros, Tepeji y Tepeaca que todos eran amigos y muchos de ellos estaban armados y dispuestos a participar de algún combate que se ofreciera cerca de sus respectivos pueblos. En esos pueblos se encontraba además con sus armas y caballos todo el personal de mi caballería, a quien acababa de conceder licencia por un mes.

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