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CAPÍTULO XXV

Sitio de Puebla

Del 16 al 26 de marzo de 1863

El Ejército de Oriente se reorganizó bajo la dirección del General Don Jesús González Ortega siendo su Cuartel Maestre el General José María González de Mendoza; y la brigada que yo mandaba quedó como 2a. de la 1a. División, cuyo mando se encomendó al General Don Felipe B. Berriozábal. La 1a. Brigada de dicha División la mandaba el Coronel Juan B. Caamaño, y la 3a. el Coronel Manuel Márquez de León.

Entretanto el General Forey movió su ejército sobre Puebla en febrero de 1863. A principios de marzo siguiente, llegó a Amozoc, distante una jornada de Puebla, y el 16 de ese mes se avistó a esa ciudad.

El Ejército de Oriente se concentró en Puebla en diciembre de 1862, y en marzo siguiente comenzó el sitio por los franceses. Al principio la Brigada de mi mando no tuvo colocación en la línea, y por varios días permaneció disponible como reserva. Cuando los franceses llegaron al frente de Puebla y comenzaron sus operaciones de sitio, destacarOn una columna como de 10,000 hombres por nuestra izquierda y otra igual por la derecha que marcharon todo el día con la intención visible de envolver a la ciudad en una línea que iban estableciendo fuera de tiro de cañón, con intención también muy marcada de estrechar después su diámetro y tomar en la nueva línea posiciones definitivas. Observado esto desde el Cerro de Guadalupe, durante el día de esa maniobra por los Generales La Llave, Berriozába!, Antillón, Negrete y por mí, fuimos todos juntos, previo permiso correspondiente, a proponer al General en Jefe un plan de ataque que debía ser ejecutado precisamente en esa noche, porque más tarde sería inoportuno.

La cabeza de cada una de las columnas que envolvían a la plaza, distaba de su centro y núcleo principal, diez o doce horas de marcha de día y mucho más si se ejecutaba de noche por los accidentes naturales del terreno, distando de nuestra línea de defensa dos tiros de cañón. Por consiguiente podíamos atacar a una de esas columnas, con seguridad de que el núcleo principal del ejército enemigo no podría protegerla, y una vez derrotada, como era muy probable que sucediera, la fuerza victoriosa reforzaría la parte de nuestra línea que hacía frente al núcleo principal del enemigo, pues estando éste en la imposibilidad de proteger a sus columnas, podría atacar a la plaza por el lado más próximo, y nuestras tropas de refresco atacarían a la columna de la izquierda para atacar después todos juntos el centro.

El General González Ortega arguyó mucho, negándose siempre a aceptar nuestro proyecto, lo mismo que el General Mendoza. Después de media noche y perdida toda esperanza, salimos cada uno a ocupar nuestros puestos muy desanimados, y previendo claramente cuál sería, como lo fue, el resultado del sitio.

Una vez ejecutado el movimiento indicado, y cuando al fin de dos días se encontraron en el cerro de San Juan los restos de las dos columnas francesas que nos circunvalaban, el enemigo estableció en él su Cuartel General, y la línea de contravalación quedó definitivamente establecida. El primer punto objetivo del enemigo, casi sin emprender operación importante en lo demás de la línea, fue el Fuerte de San Javier. Estableció allí su primera paralela, amagandO simultáneamente a dicho fuerte y a otro que le seguía por el sur, y que se llamaba Redientes de Morelos.

Establecidas sus baterías en la segunda paralela, demolió con ellas el 26 de marzo de 1863 no sólo las fortificaciones, sino gran parte del edificio de San Javier, en donde estaba la penitenciaría, y después de varios días de cañoneo muy vivo lo tomó por asalto; y las tropas que lo defendían se retiraron a colocarse en las manzanas vecinas, presentando siempre al enemigo, una línea de fortificaciones pasajeras.

Continuaron los ataques casi diarios por medio de los cuales los franceses seguían ocupando algunas manzanas y nuestras fuerzas tomando sucesivamente las posesiones contiguas.

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