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CAPÍTULO XXI

Pachuca

20 de octubre de 1861

El 19 de octubre de 1861, poco después de nuestro arribo a la capital, supo el Gobierno que Márquez, con una columna formada de los restos de Jalatlaco y otras partidas que había recogido en los Estados de Querétaro y 'San Luis llegaba a Pachuca y que la columna del General Santiago Tapia que maniobraba cerca de aquella plaza era insuficiente para batirlo; y ordenó que otra columna formada con los Batallones de Oaxaca y lanceros del mismo Estado a las órdenes del General Mejía, de la que yo era Mayor General, marchara a ponerse a las del General Tapia.

Hicimos una marcha rápida y al día siguiente 20 de octubre a las diez de la mañana, llegamos a Pachuca en donde batimos las fuerzas de Márquez, quien abandonó la ciudad yéndose por el camino que conduce al Real del Monte y se posesionó de una altura que se llama La Cruz de los Ciegos y de otras dos que quedan a los lados de la carretera. El General Tapia ordenó al General Mejía que con una compañía del Primer Batallón y un obús de montaña defendiera la carretera, por donde amenazaba flanquearnos la caballería enemiga, y me ordenó que con el resto del Primer Batallón y el segundo atacara sucesivamente las posiciones de la Cruz de los Ciegos y las otras dos y puso como reserva y a mis órdenes el Batallón de rifleros de San Luis que mandaba el Teniente Coronel Don Carlos Salazar y carabineros a caballo que mandaba el Coronel Don Antonio Álvarez.

Emprendí dos ataques sucesivos, teniendo necesidad de hacer uso para el segundo, del Batallón de rifleros, por que el primero ejecutado al trote de ascenso, había cansado mucho a la tropa del segundo Batallón y restos del primero. Para ocupar el tercer cerro, no obstante que guardaba las mismas condiciones, tuve que hacer uso de una parte del Cuerpo de Carabineros a las órdenes del Capitán Don Adolfo Garza, que mereció una especial mención por su conducta distinguida en este hecho de annas y su ascenso a Mayor. El enemigo nos dejó en ese cerro su artillería que era toda de montaña. Después de una larga persecución a los derrotados, que huyeron hacia el Grande, volví en la noche a Real del Monte, a donde el General Tapia, Jefe de las fuerzas, y el General Mejía, Jefe de mi Brigada, habían encuartelado las fuerzas que no tomaron parte en la persecución.

Después de cuatro o cinco días de permanencia indispensable en Real del Monte, para enterrar muertos y poner a los heridos en condiciones de marchar unos y establecer un hospital de sangre para los otros, volvimos a la capital.

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