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5. Barruntos de guerra civil. La muerte de Godofredo de Bouillon.

Cuando Godofredo de Bouillon decidió apoderarse de las ciudades de Haifa y Acré, cayó gravemente enfermo, contagiado, probablemente, de tifoidea.

Así, en el momento en que las fuerzas cruzadas dirigidas por Godofredo y Tancredo, avanzaban hacia Haifa, el Duque de la baja Lorena agonizaba, y el miércoles 18 de julio de 1100 moría después de haber sido transportado a Jerusalén. Su fallecimiento fue mantenido, durante algunos días, en absoluto secreto, ya que sus colaboradores temían que la noticia de su muerte ocasionara, además de la decepción de los abanderados de la cruz, una impredecible pugna por la sucesión en el gobierno de Jerusalén.

En lo primero exageraban la nota, pero en lo segundo acertaban con precisión. En efecto, con la desaparición del supremo consejo confederal cruzado, por la apresurada y desatinada decisión de nombrar a un jefe gobernante en Jerusalén, se creó un vacío al no contar las fuerzas cruzadas con una institución capaz de hacer frente a situaciones como la generada por la muerte del Duque de la baja Lorena, quien jamás se preocupó en vida por crear sólidas y consistentes instituciones capaces de suplir, en el momento indicado, la falta de un gobernante, por lo que ante tal vacío, era lógico esperar lo peor.

Sin embargo, y no obstante todas las precauciones tomadas, la noticia de la muerte de Godofredo se extendió llegando a los campamentos cruzados que se encontraban en campaña por la toma de Haifa y Acré. A todos sorprendió aquella noticia, y Tancredo, quien quedó como el indiscutible jefe de la campaña, decidió tomar la ciudad de Haifa aplazando el avance hacia Acré.

Haifa era una ciudad musulmana habitada mayoritariamente por población judía que bien conocía la crueldad mostrada contra los vencidos por los cruzados. Así, los pobladores decidieron rechazar todas las ofertas que les envió Tancredo para que se rindiesen, preparándose para vender caras sus vidas. Pocas, muy pocas posibilidades de salir victoriosos tenían aquellos pobladores judíos, puesto que tanto los efectivos del ejército de la cruz, al igual que el poderío de su armamento, en mucho les superaban, por lo que, como era de esperar, Haifa cayó finalmente en poder de los soldados de Cristo el 25 de julio de 1100, generándose, de nuevo, una bestial e inhumana matanza al ser degollada casi la totalidad de la población. Otra vez, el horroroso espectáculo de los prácticas antropófagas realizadas a plena luz del día por los ya famosos cruzados devoradores de hombres, volvió a manifestarse.

Terminada aquella orgía de sangre, los jefes de la cruz y el representante papal se abocaron a analizar la situación generada por la muerte de Godofredo de Bouillon. Tancredo reclamó y obtuvo la custodia de la recién tomada ciudad de Haifa, y Damberto la soberanía sobre Jaffa y Jerusalén. Pero las ambiciones del representante papal encontraron la decidida oposición de los excolaboradores del Duque de la baja Lorena. Damberto, ofuscado, envió a su secretario Moreleus con un mensaje para Bohemundo, en el que le solicitaba su urgente presencia con su ejército, para hacer prevalecer el orden en Jerusalén. Moreleus fue detenido en Laudicea por guardias bizantinos, que le quitaron el mensaje, por lo que Bohemundo jamás se enteró de la petición del representante papal, que de hecho le proponía realizar un golpe de Estado en Jerusalén.

Los excolaboradores de Godofredo enviaron un mensaje a Balduino, pidiéndole se trasladara a Jerusalén para reclamar su derecho al gobierno de la Ciudad Santa, en base a su parentesco con el Duque de la Baja Lorena. Pero no fue sino hasta el 2 de octubre de 1100 que Balduino partió rumbo a Jerusalén.

El ambicioso Damberto, quien había intrigado para que Bohemundo encabezase un golpe de Estado, vio rotas sus esperanzas al enterarse de que éste fue hecho prisionero por los islámicos, encontrándose recluido en el castillo de Nikzar.

El execrable representante papal, tan pronto se enteró del inminente arribo de Balduino, decidió abandonar Jerusalén para enclaustrarse en el monasterio del Monte de Sión. Tancredo, por su parte, partió con su ejército rumbo a su Principado de Galilea. Y el domingo 11 de noviembre de 1100, Balduino fue coronado Rey de Jerusalén.

Generoso con sus enemigos, el recién nombrado Rey no ejerció ningún acto en contra del Patriarca Damberto, sino que partió, en diciembre, a combatir las avanzadas turcas que amenazaban la Palestina.

Solucionada la amenaza islámica, Balduino regresó a Jerusalén, y a los pocos días se entrevistó, en Haifa, con Tancredo, para ordenarle que marchara a Antioquía, y se hiciese cargo del gobierno del Principado ante la ausencia de Bohemundo.

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