NOTA EDITORIAL

De unos años a la fecha se generó un rumor que comenzó casi imperceptible, y que conforme el tiempo pasa, va cobrando una sonoridad cada vez más y más fuerte. Nos referimos al clamor presente en todos los sectores sociales, relativo a la posibilidad o, mejor dicho, a la necesidad de declarar una suspensión del pago de la deuda externa, tema éste, que se ha constituído, sin lugar a dudas, en el signo inequívoco de los tiempos actuales.

Sobre este tópico, diferentes planteamientos se han hecho, dependiendo ello del sector social que lo realice. Desde los patéticos llamados al entendimiento, por parte de los deudores, de la insostenible situación que crea el cumplimiento oportuno de pago, pasando por los intentos de concertación con los acreedores y, llegando incluso, a la postura de exigir una inmediata suspensión de pagos, el abanico de opiniones es amplio y complejo. Sin embargo, todos concuerdan en un punto: la imposibilidad de saldar, algún día, la estratosférica cantidad adeudada.

En México, contamos con una experiencia histórica al respecto: la promulgación de la Ley para el arreglo de la Hacienda pública, que suspendió el pago de la deuda interna y externa, el 17 de julio de 1861.

La presente obra pretende mostrar lo ocurrido en ese momento histórico. Para mejor comprensión, hemos dividido esta compilación en seis capítulos, precedidos, cada uno, de una breve nota explicativa. Al final agregamos nuestra conclusión que, sin duda, el lector superará con creces.

Ciertamente, una de las consecuencias que devinieron por la promulgación de esta ley, se concretó en la intervención francesa que a su vez hizo que se impusiera un gobernante extranjero: Maximiliano de Habsburgo; sin embargo, como el objetivo de esta obra es abordar única y exclusivamente el proceso que generó la referida ley, tan sólo a ello nos hemos abocado.

Chantal López y Omar Cortés