Indice de Entrevista al señor Ingeniero y Senador Luis L. León por Píndaro Urióstegui Miranda Cómo inició su actuación en el proceso revolucionario de México. Sonora Cómo segestó el Partido Nacional Revolucionario (P.N.R.)Biblioteca Virtual Antorcha

ENTREVISTA
AL SEÑOR INGENIERO Y SENADOR LUIS L. LEÓN

Píndaro Urióstegui Miranda


ACOMPAÑAMOS EL CADÁVER DEL GENERAL OBREGÓN HASTA LA ESTACIÓN

PREGUNTA
¿Con Calles ya no volvió a ocupar usted otro puesto?

RESPUESTA
Después volví. Pero me fui a Chihuahua y acompañé, en mi Estado, al general Obregón al inalizar éste su segunda campaña electoral; allí fue la última vez que lo vi. Cruzamos todo Chihuahua, desde Escalón hasta que lo dejamos en el Cañón del Púlpito, ya que iba por tierra a Sonora.

El general Obregón, cuando regresó a la ciudad de México, me invitó para que volviera, lo mismo que a Portes Gil a quien también llamó y que lo vio el mismo día que lo mataron en La Bombilla.

Yo venía en el tren para acá, mientras Obregón le dijo a Portes Gil: véngase mañana porque mañana llega León y quiero hablar con ustedes, él quería encargar a Portes Gil que redactara un proyecto para la Ley del Seguro Social y a mí me quería encomendar un proyecto de Código Agrario; es decir que encabezáramos las comisiones que iban a redactarlos.

Yo supe de la muerte del general Obregón en el tren; venía de Chihuahua, no había carretera ni avión; viajaba yo en el tren y al salir de Tula vi que todos estaban con el conductor y se me quedaban viendo, hasta que se acercó y me dijo: Ingeniero, todos me dicen que debo decírselo a usted, aunque sea un borrego. En el momento en que salíamos de la estación, corrió el telegrafista y me dijo: están pasando un telegrama-circular diciendo que hoy asesinaron al general Obregón en un restaurante.

Fue una conmoción terrible, sobre todo para mí, pues le profesaba una gran amistad y estaba convencido de que él era la solución, en ese momento, para la República y para la revolución.

Cuando llegué a la estación de Tacuba me estaba esperando el ingeniero Terminel, que era el Oficial Mayor encargado del despacho de la Secretaría de Agricultura -porque cuando pedí licencia y me separé, el presidente Calles ya no nombró Secretario de Agricultura-, quedó primero encargado el doctor José Parrés, quien se separó a su vez para lanzarse como candidato al gobierno de Hidalgo; él era el subsecretario y entonces Calles para ya no crear situaciones personales que podrían ser problemas para el general Obregón, dejó encargado al oficial mayor que era el ingeniero Terminel, quien me esperaba y en su coche nos venimos de la estación Tacuba a la casa donde estaba el cadáver del general Obregón. ¡Era una conmoción terrible!; Manrique andaba como loco; me llevó hasta el cadáver del general.

Como a las ocho de la noche lo transportamos a Palacio y en la escalinata que conduce al estado mayor me encontré al general Calles que iba a recibirlo.

Era un espectáculo imponente porque veia usted a generales llorando.

Al general Calles nunca lo vi yo tan decaído como esa noche; estaba destrozado y me dijo: esta vez si no las dieron en la chapa. (con palabras más duras).Al día siguiente acompañamos al cadáver del general Obregón hasta la estación, donde se embarcó.

Dos días después, fuimos Portes Gil y yo a ver al general Calles que estaba enfermo, agripado.

Portes Gil refiere la entrevista aunque le da una descripción que realmente difiere un poco de mi versión. Los dos fuimos solos a hablar con él y analizamos la situación, pues nosotros estábamos muy disgustados contra los laboristas, que encabezaba Luis N. Morones, porque se habían portado mal.

El bloque del Partido Laborista encabezado por Lombardo Toledano aprobó la reforma constitucional para la reelección del general, declarándose obregonista, pero Morones se fue alejando, creo yo que por orgullo, porque éste se consideraba un líder muy fuerte, posiblemente hasta candidato presidencial y esperaba que el general Obregón le fuera a pedir que lo ayudara; pero el general Obregón no le pedía ayuda a nadie. Total que al final, Morones lo había atacado (a Obregón) en el mitin del 1° de Mayo en Orizaba y en varios mítines más, declarando que era antirreeleccionista, tomando como bandera ese principio, a pesar de que el bloque que él encabezaba había votado en favor de la reforma constitucional.

Entonces, Portes Gil y yo, hablamos con el general Calles al día siguiente de que se llevaron el cadáver de Obregón a Sonora. Calles estaba en su cuarto, enfermo, en pijamas, con bata (su casa estaba en Mariano Escobedo, donde ahora se encuentran las oficinas del Consejo Nacional de Turismo), era una casa que fue derribada; la actual es una casa nueva.

Pasamos a su recámara Portes Gil y yo y cuando le dijimos que había una opinión muy excitada en contra de los laboristas, al grado de que decían que habían tenido participación en el asesinato del general Obregón, que era lo que los obregonistas más exaltados andaban propalando y querían involucrarlo a él.

Yo que tenía más confianza con el general Calles le dije: pues ¿si no tuvieron nada que ver los laboristas, por qué no le demuestran que son sus amigos y renuncian para no comprometer a su gobierno?.

Morones era Ministro de Industria, Comercio y Trabajo; Eduardo Moneda era un líder, director de la Casa Moneda, y otros laboristas más tenían puestos en el gobierno del Distrito Federal.

El general Calles se indignó y dijo: ustedes lo que quieren es saciar sus pasiones políticas y quieren tomarme a mí de instrumento para ejercer sus venganzas, porque si en este momento expulso a los laboristas públicamente, todo el mundo dirá: Calles supo que éstos eran los responsables y por eso los corrió. ¿Tienen ustedes pruebas?; si tienen pruebas de esa participación, no solamente los corro, los consigno y los castigo.

Pero una vez que efectivamente Portes Gil lo calmó, porque es un hcmbre más frío que yo, le dijo: no, lo que pasa es que queremos que usted sepa lo que la gente anda diciendo y las versiones que corren entre los grupos de nosotros mismos.

Entonces Calles nos contestó: ya tengo las renuncias de ellos, pero no lo digan hasta el viernes en que las voy a aceptar, y allí nos invitó, diciéndonos: ahora tenemos que volver a reunirnos todos y unificarnos porque se nos va a venir una ofensiva muy fuerte. ¿Con quién vamos a sustituir al general Obregón?; se viene una campaña muy dura.

El sabía que iban a surgir varios militares pretendiendo dividir el ejército, como pasó con la rebelión escobarista y dijo: tenemos que unificarnos y le comunicó a Portes Gil que quería que fuera a la Secretaría de Gobernación y a mí me dijo que volviera a Agricultura; por eso volví a ser Ministro de Agricultura.

A los dos días de la entrevista anterior, Portes Gil, todavía gobernador de Tamaulipas, me dijo: ve tú solo a hablar con el general Calles, a ver que te platica.

Entonces Portes Gil y Marte R. Gómez se quedaron en el restaurante Chapultepec, esperándome, mientras me fui a platicar con el general Calles. En esta ocasión Calles me hizo un análisis amplio de la situación política del país y entre otras cosas me dijo: que su sucesor no podía ser un general porque el ejército estaba ya dividido, que él sabía muy bien cómo estaba la situación y que no iba a exponer al país a una división del ejército porque sería desastrosa.

Entonces empezó Calles a hacer el análisis de distintas personalidades que sonaban como candidatos, haciendo un amplio elogio de la personalidad del licenciado Portes Gil.

Al terminar esta plática, me reuní en el restaurante con Portes Gil y con Marte y le dije a Portes Gil: mira Emilio, por la plática que acabo de tener con el general Calles tengo la impresión de que tú eres el candidato.

Ya de ahí, Portes Gil se fue a Tamaulipas a pedir licencia al Congreso del Estado y Marte R. Gómez a movilizar a los diputados federales. Días después, el viernes, Calles nombró a Portes Gil Secretario de Gobernación y yo volví a ocupar el Ministerio de Agricultura, puesto que desempeñé hasta el término del gobierno del general Calles.

El 1° de diciembre de 1928, al día siguiente que terminó su período Calles, se formó el Comité Organizador del Partido Nacional Revolucionario, siendo su presidente Calles y yo secretario general.

Ocho o diez días después hubo una crisis política provocada por Luis N. Morones.

Resulta que el general Calles iba todos los años a la convención del Partido Laborista y de la CROM.

Siempre que hacían la convención de la CROM se aprovechaba la reunión para que, al terminar, se celebrara la convención del Partido Laborista.

Estando Calles en la convención, Morones y Lombardo Toledano criticaron muy rudamente al gobierno de Portes Gil, que era ya el presidente y quien al sentirse atacado (lo dice en su Autobiografía de la Revolución) me pidió que hablara con el general Calles y éste me dijo: pues tiene razón, yo debo separarme definitivamente de estas cosas.

Calles, siendo presidente del comité organizador, se separó declarando que se retiraba definitivamente de la cuestión política y se nombró como presidente del segundo comité, podemos decir, a Manuel Pérez Treviño, continuando yo como secretario general.
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