Índice de Desde el ataque de Valladolid y batalla de Puruaran hasta la mitad del año 1815 de Lucas AlamánAPÉNDICE - Documento N° 7Apendice -Documento N° 9Biblioteca Virtual Antorcha

Desde el ataque de Valladolid
y
la batalla de Puruaran
hasta la mitad del año 1815

Lucas Alamán

APENDICE

DOCUMENTO NUMERO 8

Breve noticia del estado de la revolución, que da al Excmo. Sr. Virrey el Lic. Rosains (1).


FONDOS DE SUBSISTENCIA.

Manteniéndose los rebeldes de los diezmos, fincas secuestradas, contribuciones, impuestos a los indios y labradores, alcabalas y peajes, el sistema no es igual sino arbitrario y tan desordenada la administración, que no hay departamento donde los sueldos se paguen con exactitud; los de tierra caliente de Valladolid no tienen más que la ración, y la misma escolta de la junta, percibe pocos dias el medio sueldo. A esto contribuye, a más del principio indicado, la multitud extraordinaria de oficiales y las considerables sumas que los jefecillos principales, árbitros de todo absorben en sus vicios.

Los pueblos ocupados por las armas de S. M. si bien en los principios franquearon a Rayón algunas cosas, en el dia bien escarmentados, se han substraido enteramente segun entiendo; a ló menos a mí no hubo ni quien me diera un aviso; puede que los demás tengan algunas correspondencias que ignoro, aunque mucha parte de las noticias que adquieren, concibo que es por sí mismos, entrándose de arrieros en las ciudades; los de Ixtapan, Huamantla y Otumba, así lo practican. En lo particular sólo tengo noticias por voces sueltas, que a Montiel le da aviso de Orizaba su suegra; que Vicente Gomez tiene pagados dos indios ladinos en S. Martin, y Colin dos de su compañía en Ventorrillo.

De armas tampoco hay remesa como se cree; su falta lamentan todos los dias y con excepción de las que Pérez vendió a Matamoros y Sesma, yo no he visto otras que las quitadas a los tiradores y conseguidas en tal cual lance favorable, con las pocas que suelen llevar los desertores y se las pagan a veinticinco pesos; las composturas son incesantes y sin riesgo de mentir se puede asegurar, que no hay gavilla que no tenga un tercio de armas inútiles.

FUERZA DE LOS REBELDES.

Con certeza no sabe el que suscribe la fuerza con que se halla la provincia de Valladolid e inmediaciones de Guadalajara, aunque la computa despreciable, porque según seguros informes, la escolta del congreso no consta más que de ciento veinte hombres, y sesenta y tantos que dieron a Bravo para que pudiera mantenerse en Tlalchapa. Parece que las divisiones de mayor número son las del P. Torres y los Rayones, comprendiéndose en la de estos Gonzalez, Vargas y Epitacio.

Osorno tiene en su escolta ciento y cincuenta hombres bien armados. Inclan con los de Huamantla, ladroncillos de Apisaco y Piedras negras, tendrá lo mismo. Espinosa no llega a trescientas armas, aunque son más los alistados. Vicente Gomez con Colin no llega a ciento, la mayor parte inútiles. Aguilar en la sierra tendrá sesenta. Los Mendez en Misantla y demás pueblos no se sabe, pero sí que a Rincón le quitaron cerca de cien fusiles. En Sotavento, comenzando desde Coscomatepec, dificilmente reunirán seiscientos. Sesma tendrá en rigor cuatrocientos y Guerrero, inclusa la gavilla de Juan del Cármen, cosa de doscientos cincuenta. Tehuacán con Tepeji, Ixtapan y San Andrés, cuando mucho llegará en la actualidad a cuatrocientos y cincuenta; de este cómputo se han de rebajar las inútiles, sobre las que hay mucha desidia, y se ha notado que algunos comandantes abultan mucho el número en sus partes, lo que tal vez puede causar en los pueblos impresiones poco favorables, figurándose que hay ejércitos crecidos.

PARTIDOS QUE SE NOTAN.

La anarquia y diferencias comenzaron con la rebelión; riñeron de muerte Hidalgo y Allende por el mando en jefe; degolló Rayón a Iriarte traidoramente; se declararon mútuamente traidores y se hicieron la guerra los tres vocales de la junta de Zitácuaro; y contrayéndonos al congreso actual digo, que están desúnidos desde que se trató de instalar, pues Rayón persuadido de que era prerogativa suya convocarlo, se opuso con vehemencia, quiso con prohibiciones y amenazas frustrar todos los medios, y remitió un plan de constitución en que se atribuia más facultades que el emperador de Turquía.

Cedió al fin a la necesidad, y aunque él, Verdusco y Liceaga no quedaron reconciliados, se unieron para minar la autoridad de Morelos, de que resultó que lo despojasen del poder ejecutivo; que Rayón contra la voluntad de aquel, se hubiese habilitado para el mando en jefe de Oaxaca y provincias vecinas con facultades omnímodas; que este me hubiese hecho la guerra cuando me despacharon con el mismo cargo a las de Puebla y Veracruz; y últimamente, que Morelos esté ceñido a dar votos de amen, y en vísperas de que lo despachen a hacer bautismos a Carácuaro, así como Verdusco a Tuzantla.

Los complicados intereses de los vocales, sus opiniones opuestas, el conato de proporcionarse establecimientos brillantes acabando su tiempo, a lo que no da lugar la constitución, y el desconcepto granjeado por sus descabelladas providencias, acarrearán muy pronto la disolución del congreso, indicada ya en los sucesos.

Rayón reside en Cóporo sin querer asociarse; satiriza y anula la división de poderes y convoca partidarios de su opinión, como resulta del proceso que se le ha formado; con todo, no se le habla palabra, porque su hermano tiene algunas escopetas. Quintana forma partido con él; Cos está preso y depuesto; Argüelles menospreció el nombramiento y no piensa en agregarse; Bustamante se abanderizó a Rayón; se constituyó por sí plenipotenciario, está separado y su cerebro más desconcertado que nunca; a Cauto lo han llamado cien veces y se ha excusado, atento sólo a la soberanía de Veracruz, que según uno de sus escritos reputa mayor que la de Prusia; allí está aborrecido y los vocales destinados al Norte, tuvieron gran desazón porque rehusó que Victoria concurriese con ellos.

No son menos los disgustos que hay entre los subalternos. A Osorno lo aborrece el paisanaje; Serrano y Pozo rompieron con él; a Arce lo vé con odio y a Rayón con resentimiento; Anzures está sobresaltado e incómodo porque Victoria quiere desarmarlo; los negros le han dado a este veneno en un plato de pescado; Manilla es enemigo de Terán; Fiallo y los oficiales de infantería de Tehuacán lo detestan; con Sesma están disgustados los pueblos y soldados; me hicieron contra él muchas representaciones, y aunque en lo aparente están reconciliados, recordarán en la primera ocasión su antiguo encono.

MEDIDAS DEL CONGRESO.

La debilidad hace que por ahora, nada más se proyecte que la translación de las corporaciones, como ellos llaman, a Cerro Colorado, y las relaciones con los Estados Unidos. Para lo primero, hay el obstáculo que recelan caiga por tierra en aquel rumbo su falsa autoridad, mal sostenida y acechada por Rayón, y para no formar esperanzas de lo segundo, obran las siguiente razones. Saben bien los angloamericanos la crítica y triste situación de los insurgentes, no menos que sus acaloradas y furiosas pendencias, y no es regular que quieran comprometerse cuando nada pueden esperar; los mismos despachos les han de indicar el estado de barbarie de los junteros. Tuve en mis manos los de Anaya, y se reducian a un pliego de papel manuscrito sin sello ni otro requisito, en que lo nombraban agente de negocios en unión de Humbert, con facultad de hipotecar la nación en seis millones de pesos, de los que debia dar a Humbert doscientos mil para equipar doce mil soldados. Anaya debia habilitar cincuenta mil y conservar el resíduo para invertirlo según las instrucciones. Habia más disparates que renglones en aquel papelote.

Puede que algo se haya enmendado en las credenciales que deben servir de diplomas a Herrera, pero estoy cierto que han de estar viciosas. Este llevará en rigor treinta mil pesos y como cuarenta jóvenes con despachos de oficiales. El plan es que Toledo se entre por el rio Sabinas y otros vengan por la costa comandados por los oficiales que lleva Herrera; y no sé si pondrá cátedra de lengua castellana, para que el soñado ejército entienda a sus jefes, ni entiendo como con tan poco dinero se ha de comprar armamento, vestuario y víveres, caso que todo se franqueara. Peredo va también nombrado jefe de la escuadra.

He visto toda la correspondencia de Toledo con el congreso, a más de sus cartas dirigidas a mi. Ninguna atención ha merecido el gabinete angloamericano, ni contestación de los secretarios de quienes la ha solicitado. Todo el apoyo de sus esperanzas se funda en una carta del gobernador de la Luisiana, en que le asegura desea la independencia de la América. Confiesa que las márgenes del rio Sabina están despobladas, sin víveres ni caballos; pide dinero para el sostén de cosa de seiscientos hombres que contempla (sic) reclutar, despacho de general y facultad de habilitar corsarios. Su suerte es miserable, atenido a que un francés le dé de comer y puede que sus ansias no tengan otro objeto, que habilitarse con algun dinero.

Mandé examinar los documentos de Humbert, y resulta que fue un general francés reducido hoy a corsario; traia la acta de independencia de Cartagena y poder para llevar pobladores y artesanos, pero nada de los Estados Unidos, y según informes de Toledo, Torres y otros, no tiene allí concepto, por ser un viejo semifátuo y ébrio. Elías Bean y Juan Gálván, son unos aventureros que quisieron fascinar con solo escribir los nombres de los principales comerciantes y militares de Orleans; su pretensión era que se les diese dinero para habilitar dos goletas, haciendo comandante a Gálván. Robinson, que ahora ha venido con Anaya fungiendo de general, por deposición de los anteriores, no es más que un practicante de medicina muy charlatán.

A pesar de que de lo dicho se deduce que aquel gabinete no entrará en tratados con la junta insurreccional, es de temer el número de corsarios, porque escarmentados ya en Cartagena y mal acogidos en los puertos del Norte, regularmente han de buscar nuestras costas para expendio de sus presas. El italiano Amigoni tiene ya su patente en rol y otras tres en blanco. Toledo ha remitido muchas para que se vuelvan firmadas.

MEDIDAS PARA DEBILITAR LA INSURRECCIÓN.

Naturalmente se deduce, cuanta, cuanta sea la importancia de pacificar la provincia de Veracruz, lo que no puede conseguirse con convoyes, ya por lo embarazada que va la tropa en esta clase de marchas y por las emboscadas de que el camino abunda, y ya porque a estos combates, atraidos del botín, asisten muchos sin más armas que los lazos. Tampoco se conseguirá con expedición que tome un sólo rumbo y dure poco, porque refugiándose los rebeldes en otro lado, sólo se suspende el mal, pero no se corta.

La principal división debe tomar por Huatusco, dividida si es posible, en dos trozos; uno que tome por la Cuchilla, y otro que salga por Orizaba a batir los parapetos de Tomatlán, procurando que sea en un mismo dia este ataque y la llegada de la otra división a Coscomatepec, con cuya medida es infalible la victoria por un orden regular de sucesos. Al mismo tiempo debe salir otra división de Jalapa por el camino del Pinillo, para que unidas todas ataquen los parapetos de S. Martín, donde es regular se reunan las partidillas. Si este lance es favorable, bastará un pequeño número de tropa para perseguir y exterminar a los pocos que quedaren; más si por suma desgracia no se lograre, un destacamento en Huatusco y la absoluta prohibición del comercio de Veracruz y algodones de Sotavento, los pondrán en un aprieto desesperado.

El valle de San Andrés abunda en recursos y tiene alguna gente que alistar para poner un escuadrón, parapetando para su total separación la hacienda de Santa Inés o mesón que está en el barrio de San Juanico, únicas posiciones a propósito para el efecto. Dicho valle es el granero de las dos villas y de muchas leguas en contorno; las semillas y ganados existentes en las fincas secuestradas por los rebeldes valen un caudal; las contribuciones son considerables y Tehuacán no puede subsistir sin él.

Se llenarán de terror los insurgentes el dia que se ocupe cerro Colorado, por reputarlo un asilo invencible; no tendrán descalabro los convoyes de tabaco; los bandidos de Ixtapan se hallarán sofocados; se someterán al momento las jurisdicciones de Tepeji y Teotitlán; el camino de Oaxaca quedará enteramente expedito, ahorrándose la guarnición de S. Juan del Rey, y quedará en franquicia el comercio de algodón de Teutila y producciones de la sierra.

De frente no se puede atacar, pero hay algunas veredas por donde puede sorprenderse, y cuando por una extraordinaria casualidad no se saliese con el intento, siempre se sacaría la ventaja de atraer mucho ganado menor, de matanza y algunas semillas. Algo puede contribuir la presencia del que suscribe, sus conocimientos topográficos, carácter de los sujetos, modo de pelear y exhortaciones a unos hombres que sirvieron bajo su inmediato mando, aunque en el buen efecto de esto último no se afirma, porque las opiniones de los hombres no se comprenden.

Quitando a las Mixtecas los esquilmos de las haciendas de ganado menor, se privarán de su único erario; lo cual puede conseguirse con serias notificaciones a los dueños y mayordomos, y dos ligeras expediciones, una de Tlapa y otra de Teposcolula, en el mes que aquellos vienen de la montaña, que es en Junio o Julio, según las aguas. El cerro fuerte de Silacayoapan tiene al oriente una loma paralela, desde donde lo atacó el Sr. Alvarez, y no destruyó el campo, o porque el cañón y obus serian de muy corto alcance, o los artilleros malos. Hácia el sur tiene una loma donde está una batería muy mal formada, que enfila la derecha del parapeto. La loma de la montaña domina a tiro de cañón de a 6; se corta por allí la retirada y algo puede impedirse el agua. Yo creo que una operación combinada con Tlapa, la costa, división del Sr. Alvarez y Huajuapan, proveyéndose antes de víveres que es el grande obstáculo, será un golpe mortal.

De la ocupación de Tehuacán, S. Andrés y tierra caliente, a más de las ventajas enunciadas, se seguirá la de evitar en gran parte el comercio del tabaco, fomentado por las siembras de Huatusco, Coscomatepec y sierra de Zongolica. Las provincias de Puebla, Veracruz y Mixtecas, no tienen más azufre que el de Zacatlán y cerro del Gallego; si pudiera evitarse su extracción, carecerian para siempre de pertrecho competente. Si fuese asequible que los destacamentos de fuera fuesen en la mayor parte de caballería e hiciesen salidas diarias, se adelantaria mucho; y no que atenidos los bandidos a que la tropa no sabe ni puede perseguirlos, bastan dos de ellos para cobrar contribuciones a muchas haciendas.

Donde los departamentillos se componen de rancheros, que sin alejarse de su casa pueden hacer la guerra por estar en camino real u otra ventaja, como son los de Ixtapan, Otumba y Vicente Gomez, difícilmente dejarán las armas sin que las tropas hagan una permanencia duradera en sus acostumbradas madrigueras y los busquen con constancia; pues estos hombres con capa de insurrección, gozan de sus hogares y familias, del sueldo que les dan, del libre pillaje y exención de los derechos reales. Es pues necesario, con el modo indicado, reducirlos a que sirvan al legítimo soberano, proporcionándoles tal vez las mismas comodidades, que es a lo que tienen amor y no a la rebelión.

Supongo que lo más que he dicho no se oculta a la penetración de V. E.; pero sirva esto de un documento de mi sinceridad y una demostración de mis deseos.

México, Octubre 15 de 1815.
Lic. Juan Nepomuceno Rosains.



Notas

(1) Sacada de la que se imprimió en México en 1826, en la oficina a cargo de Martín Rivera, por el general Terán, con el título de: Noticias instructivas al público sobre la conducta del Lic. Rosains, o bien sea, Apéndice á la Historia que él mismo escribió, sobre los importantes servicios que hizo como insurgente.
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