Índice de Desde el ataque de Valladolid y batalla de Puruaran hasta la mitad del año 1815 de Lucas AlamánCapítulo sextoCapítulo octavoBiblioteca Virtual Antorcha

Desde el ataque de Valladolid
y
la batalla de Puruaran
hasta la mitad del año 1815

Lucas Alamán

CAPÍTULO SÉPTIMO

Discordia entre los insurgentes de las provincias de Puebla y Veracruz.- Derrotan los realistas a Rosains en Zoltepec.- Hechos atroces de Rosains.- Marcha éste contra los jefes de Veracruz.- Es derrotado en la barranca de Jamapa.- Prende Teran a Rosains.- Comision diplomática de Herrera a los Estados Unidos.- Manda Osorno a Rosains al congreso.- Su fuga, indulto y suerte posterior.- Estado de la revolución en las provincias de Puebla y Veracruz.- Causas generales que la sostenian.- Convoy detenido en Jalapa.- Dificultades para su paso.- Su llegada a Veracruz y vuelta a México.- Fonte nombrado arzobispo de México.- Varias prisiones.- Es llamado a España Abad y Queipo.- Estado de la guerra en los llanos de Apan.- Ataque y saqueo de Texcoco.- Acciones de Tortolitas.- Alarma en México.- Sucesos posteriores de los llanos de Apan y de las Mixtecas.


Nunca hubiera sido tan importante para los jefes de los insurgentes de las provincias de Puebla y Veracruz, proceder de acuerdo y bajo un plan combinado en sus operaciones, como en los primeros meses del año de 1815, y nunca sin embargo fue mayor entre ellos la discordia, hasta llegar a romper en hostilidades, que terminaron por una verdadera guerra civil.

Habiendo marchado las tropas de Puebla escoltando el convoy de Veracruz, que se hallaba detenido en Jalapa por falta de fuerzas suficientes para pasar adelante, porque Victoria tenia bien fortificado el Puente del Rey y dominaba todo el pais hasta la costa, no quedaba a los realistas para obrar activamente en todas las llanuras que se extienden desde Puehla al pie de la sierra de Perote, más que la división de Márquez Donallo, teniendo que hacer frente al norte en los llanos de Apan a Osorno, con más de mil hombres de buena caballería, y al sur en Tehuacán a Rosains, fortificado en cerro Colorado, el cual habia organizado un buen cuerpo de infantería, miéntras que en las inmediaciones de S. Andrés vagaban Arroyo y Calzada, que aunque sin plan alguno, ni más objeto que el robo, ocupaban bastante la atención de las tropas del gobierno, sin que pudiesen recibir auxilios de ninguna parte.

Esta distribución de las fuerzas de uno y otro partido basta para hacer conocer, que el plan que los jefes de los insurgentes en aquella parte del pais debian haber seguido, no era otro que tratar de destruir a Marquez Donallo y su división, uniendo sus esfuerzos Rosains y Osorno, para operar después en combinación con Victoria contra el convoy, impidiéndole el paso, y apoderándose de él, si era posible.

En vez de esto, la desconfianza que reinaba entre los dos primeros, dió lugar a que Marquez Donallo derrotase y dispersase a Rosains y a lo más florido de sus fuerzas, saliendo los realistas de la difícil posición en que se encontraban, miéntras que los insurgentes consumian, combatiendo entre sí mismos, las fuerzas que debian haber empleado contra aquellos.

Resuelto Rosains a sostener su autoridad, con tanta decisión como pudiera la legitimidad de su corona un monarca que contase por abuelos una larga serie de Reyes, hacia sospechar a todos los demás jefes que no estaban dispuestos a reconocer su supremacía, que todos sus movimientos se encaminaban a sujetarlos.

Así fue que habiendo salido de Tehuacán en Enero de 1815, con una buena división en la que se hallaban Terán, Sesma, y el Dr. Velazco, y pasado las cumbres para situarse en San Andrés Chalchicomula, con el fin, segun él mismo asegura (1), de ponerse de acuerdo con Osorno, este se mantuvo sobre la defensiva, y aunque para persuadirlo de la ventaja y facilidad del movimiento que le proponia contra Marquez Donallo, Rosains le remitió originales las comunicaciones que habia interceptado, que Aguila dirigia a Puebla a Moreno Daoiz, exponiendo lo difícil de su posición con el convoy detenido por tanto tiempo en Jalapa y pidiéndole auxilios para hacerlo continuar a Veracruz; nunca Osorno, aunque lo ofreció varias veces, quiso pasar a Huamantla, que Rosains le indicaba como punto de reunión, para decidir allí si convendria marchar contra Marquez, hacerse dueño de Orizaba, o aproximarse a Puebla que quedaba con escasa guarnición. Rosains, temiendo ser atacado en S. Andrés por Marquez que se hallaba en el Palmar, se retiró a la hacienda de Ocotepec, punto más ventajoso para la defensa, pero engañado por la retirada que Marquez hizo hasta Tepeaca, se adelantó imprudentemente a Huamantla, esperando siempre que Osorno concurriese a aquel punto.

Marquez volvió entonces rápidamente para echarse sobre él, con su división compuesta de ochocientos infantes de su batallón de Lobera, y de los de Asturias y Castilla y un escuadrón de dragones de España que mandaba Moran; Rosains, léjos de creer que el enemigo estuviese tan cerca, hacia celebrar el dia 22 de Enero una solemne misa en la parroquia de Huamantla en que predicaba Velasco, pero a la primera noticia de la marcha de Marquez, el predicador dejó precipitadamente el púlpito y todos se dirigieron a ocupar el cerro de Zoltepec, en la hacienda de S. Francisco, posición acomodada para defenderse, pero en la que Rosains perdió la ventaja que le daba su principal fuerza, que eran cuatrocientos caballos, haciéndolos subir a aquella altura.

Terán marchó con la vanguardia a encontrar al enemigo y pronto se empeñó la acción con las guerrillas de este, pero tuvo que retirarse buscando el apoyo de la fuerza con que creia que Rosains marcharia a sostenerlo; atacada entonces vivamente la línea de los insurgentes, de cuyo centro habia sido destacado Terán, estando las alas a cargo la derecha de Sesma y la izquierda del mariscal cura Correa, esta entró en confusión y todos huyeron por donde pudieron (2).

Marquez se apoderó de su artillería, de algunas armas y municiones, y habiendo hecho catorce prisioneros, los hizo fusilar en Huamantla.

La pérdida de gente por parte de los realistas fue corta; la de los insurgentes, mayor, y la suerte de los dispersos, triste: Osorno mandó fusilar al coronel Benavides porque se habia unido con Rosains, y los que cayeron en manos de Arroyo y de Calzada, fueron azotados hasta quedar desmayados.

Estos mismos se apoderaron con sus cuadrillas de los pueblos de S. Juan de los Llanos y S. Andrés que dependian de Rosains, diciendo que lo hacian a título de conquista, y Osorno que habia permanecido tranquilo en la hacienda de Atlamajac con mil caballos, para defenderse en caso de ser atacado por Rosains, mandó a este comisionados para consolarlo en su desgracia.

El reves de Zoltepec no quebrantó los brios de Rosains. Para contener las invasiones de Arroyo y de Calzada, destinó un cuerpo de caballería que puso primero a las órdenes del cura Correa y después a las de Terán (3), y habiendo sido sorprendido en San Andrés por Marquez Donallo un destacamento de cuarenta hombres de su gente (4), resolvió castigar a este pueblo al que miraba con particular ojeriza, aunque los vecinos no sólo no hubiesen contribuido a la sorpresa, sino que antes bien habian salvado a los soldados que escaparon, escondiendo a algunos en el monumento que se estaba poniendo para el jueves santo. Con este fin Rosains mandó al canónigo Velasco, en quien tenia especial confianza, con una partida de tropa a quemar aquella población, y dos eclesiásticos que consumiesen las formas consagradas (5), precediendo a todo un saqueo general; todo se cumplió exactamente cometiéndose por la tropa muchos excesos, más por fortuna de los vecinos, a la voz de que se aproximaban los realistas, Velasco huyó llevándose lo que pudo del saqueo, pero pegando antes fuego a la colecturía de diezmos, en la que habia acopio considerable de semillas, y era el granero en que los insurgentes se proveian, con lo que causó a estos mismos gran perjuicio, dejando fijado en los lugares públicos un bando por el que se prohibia a los vecinos, bajo pena de la vida, habitar en sus propias casas, y aunque después Rosains informado de la verdad, envió a Terán para remediar en cuanto se pudiese el mal que se habia causado, aquellas gentes no se sosegaron sino con la palabra que Terán les dio de rechazar a Velasco si volvia a presentarse.

D. José Antonio Pérez, conducido preso a Tehuacán como hemos dicho (6), fue puesto en un obscuro calabozo subterráneo con una pesada barra de grillos a los piés y una soga al cuello, sin darle alimentos (7), hasta que Rosains lo mandó llevar al cerro Colorado para fusilarlo en la pascua de Resurrección de aquel año; pero aprovechando la circunstancia de que el viérnes santo, casi todos los oficiales y gente de aquella guarnición abandonando las guardias, habian bajado a Tehuacán para asistir a las festividades y procesiones propias de aquel dia, logró ponerse en salvo echándose por unos precipicios, y aunque muy maltratado con los golpes que recibió en la caida, consiguió llegar a Puebla a solicitar el indulto que obtuvo; Rosains, furioso por habérsele escapado su víctima, sentenció a ser fusilado a un teniente de artillería llamado Olavarrieta, que por estar habitualmente ébrio se quedó en el fuerte, y aunque no estaba de guardia ni encargado de la custodia del preso, fue hecho responsable de su fuga porque no habia suplido la falta de los demás, y no obstante haber sido declarado inocente por el cura Correa, comisionado para juzgarlo, fue ejecutado con otros dos, bajo la tremenda Palma del terror.

No menos celoso Rosains de lo que se decia que de lo que se hacia contra él, condenó a una infeliz mujer por una murmuración insignificante, a recibir bofetadas de doscientos hombres que habia de guarnición en cerro Colorado, y a sufrir después por muchas horas la exposición con una mordaza preparada de una manera, que el asco y el decoro impiden explicar.

Tales atrocidades, más propias de los tiranuelos de las ciudades de Romaña en tiempo de César Borja, que de la historia de nuestros dias, acabaron por excitar contra Rosains la indignación de todos los que estaban a riesgo de sufrirlas.

Osorno, Arroyo y Calzada, se habian declarado en completa independencia; Sesma, después de la acción de Zoltepec, habiéndose retirado a la Mixteca, tampoco lo obedecia, y los jefes de la provincia de Veracruz tuvieron una junta bajo de un árbol, cerca de Acasónica, con motivo de jurar la constituciÓn, en la que extendieron una acta que remitieron a Rosains, substrayéndose a su autoridad ni sin reconocer otra que la del congreso, lo que equivalia a hacerse independientes, pues este distaba trescientas leguas sin medios de comunicación con él, y proclamaron teniente general a Victoria, agregándose a este partido D. Juan José del Corral, que antes llamaba con empeño al mismo Rosains para que reprimiese la anarquía, y Montiel, zapatero de Orizaba, comandante de Maltrata, que habia formado y tenia a sus órdenes un escuadron de caballería, el mejor organizado que habia en aquellos contornos, con el que hostilizaba a Orizaba entrando algunas veces hasta las calles de aquella villa.

Victoria, con el carácter de abandono y de jactancia, de que despues tuvo por desgracia de la República mayor ocasión de dar reiteradas pruebas, dejaba hacer todo, firmaba sin leer lo que se le presentaba, y lisonjeado con la idea de que mandaba en un territorio que estimaba en mas que el reino de Prusia, dijo en la junta, que estaba pronto a empuñar la espada por su patria, admitiendo el grado a que se le elevó en aquella reunión tumultuaria, y violando la constitución en el mismo acto de jurarla.

Desde entonces en toda la extensión de pais en que Victoria dominaba, no sólo se negó la obediencia a Rosains, sino que fueron perseguidos sus amigos e interceptados sus correos; D. Joaquin Pérez, que caminaba con su autorización, fue preso y se le quitó cuanto llevaba, y al canónigo Velasco que iba a embarcarse para los Estados Unidos con pasaporte del mismo Rosains, se le puso en un calabozo con grillos, esposas y cadena, porque se le encontraron envueltas en hojas de la constitución de Apatzingan, las tablillas de chocolate que llevaba para su uso en el viaje; después se le dejó en libertad, con lo que pudo volver a unirse con Rosains.

Demasiados agravios eran estos para que pudiese soportarlos sin venganza el carácter altanero de Rosains, y dejándose conducir por la ira más que por la prudencia, resolvió castigar a los que se los habian hecho (8).

Reunió por esto todas sus fuerzas, dejando corta guarnición en el cerro Colorado al mando de un norteamericano, y con cosa de setecientos hombres, entre los que se contaba el batallón de la Libertad, que fue el mejor cuerpo de infantería que los insurgentes tuvieron, y la caballería que mandaba Luna en Ixtapa, se puso en marcha por un camino desusado al pié del volcán de Orizaba; los oficiales lo seguian con repugnancia, luego que entendieron que no se les conducia contra la guarnición realista de Orizaba, sino contra sus compañeros de Huatusco y Coscomatepec; los pueblos quedaban desiertos, huyendo los habitantes al acercarse las tropas de Rosains, que no encontraban víveres ni auxilio alguno y tenian que sustentarse con plátanos verdes, a que no estaban acostumbradas; las noticias que comunicaban los pocos individuos que se presentaban eran funestas, y ellos por haberlas dado eran castigados cruelmente; las municiones y pertrechos que seguian a la división, se habian extraviado o humedecido por el cerrado temporal de lluvias que habia inutilizado todos los pasos.

En este estado de derrota llegó Rosains a Huatusco, reducida su fuerza a menos de la mitad de la que habia sacado de Tehuacán; encontró aquel pueblo desierto como todos los demás de su tránsito, y los contrarios, cuyas partidas se habian presentado en aquel dia y lo habian seguido hasta la entrada del lugar, tuvieron ocasión de apoderarse de los caballos de su gente.

Para recobrarlos, destacó a Terán con alguna caballería y habiéndolo conseguido, se encontró este cortado y sin camino para regresar al pueblo, más Montiel que se le presentó con el seguro que Terán le dió, después de una conferencia amistosa le permitió retirarse, dejando arreglado un canje de prisioneros y quedando convenidos en tener otra concurrencia el dia siguiente.

Rosains desagradado por estas pláticas de paz, hizo marchar su gente el 27 de Julio, con dirección a Coscomatepec, pero tuvo que detenerse al borde de la barranca de Jamapa, de que otras veces hemos tenido ocasión de hablar (9).

Corta esta la llanura de formación volcánica que se extiende de Huatusco a Coscomatepec; su profundidad es de unas trescientas varas, y aunque en la parte superior sus bordes disten más de tiro de cañón de uno a otro, se van estrechando los respaldos en la áspera pendiente que forman, en la que se han practicado senderos angostos y tortuosos, hasta el fondo del precipicio en que corre un torrente engrosado entonces por las lluvias; unas ruinas de un antiguo puente, y un tronco de árbol, atravesado sobre ellas, eran el único medio de pasar de una a otra ribera.

La lluvia caia a torrentes; los soldados se hallaban empapados, sin más municiones que diez cartuchos en la cartuchera, y estos en la mayor parte mojados; temeridad era atacar al enemigo dueño del lado opuesto, en el que Corral y Montiel que eran los que mandaban, tenian constituidos parapetos en diversos puntos de la escabrosa cuesta de la barranca, y su caballería se presentaba en la llanura, formando una media luna en el paraje en que desembocaba la subida.

Sin embargo, Rosains, ciego de cólera oyendo los insultos que le prodigaban de la otra orilla, llamándole sanguinario y enemigo de los americanos, quiso aprovechar un rato en que la lluvia disminuyó y dió la orden de ataque; Terán con la infantería bajó al fondo de la barranca; los soldados pasaron el arroyo ayudándose con pies y manos y a la deshilada por el árbol atravesado sobre la corriente; tomaron de uno en otro los parapetos de los enemigos, y con increible valor llegaron a la llanura por el costado opuesto, pero allí se encontraron al descampado, con las municiones mojadas y consumidas y sin caballería alguna que los pudiese proteger, pues Rosains se habia quedado con la suya en el otro lado.

Cargó entonces sobre ellos la caballería que estaba formada frente al desemboque de la subida y los acuchilló o los precipitó en la barranca; Terán pudo pasar con algunos a la otra orilla, Rosains huyó con pocos de a caballo, pues los demás con Luna se pasaron al enemigo, y para evitar el riesgo de encontrarse con Arroyo o con los realistas, tomó otro camino diverso del que habia seguido al ir a esta desgraciada expedición, dejando con esto abandonada su retaguardia, que tuvo que rendirse entregando su caja militar y municiones, y así logró volver a Tehuacán con los cortos restos de la florida división con que habia salido pocos dias antes.

Un infortunio es siempre precursor de otro; Rosains estrechado por todas partes, pues Luna se habia vuelto a situar en Ixtapa, desde donde hostilizaba a Tehuacán apoyado por Montiel que ocupaba a Maltrata, mandó a Terán contra ellos con alguna caballería y lo comisionó para que asistiese a una junta, en que habia de tratarse de cortar las desavenencias que habian llegado a tan funestos extremos; en esta, los jefes enemigos de Rosains querian nada menos que quitarle la vida, más Terán puesto ya de acuerdo con ellos (10), calmó tanto enardecimiento y todos resolvieron su prisión.

Terán se encargó de ejecutarla y vuelto a Tehuacaán, haciendo acuartelar la infantería que era la más adicta a Rosains, intimó a este por un oficio en la noche del 20 de Agosto, que estaba destituido del mando y preso, y se dió a reconocer por la tropa que habia en la ciudad y por la que guarnecía el cerro Colorado.

Rosains aherrojado con los mismos grillos que habia mandado poner a D. Carlos Bustamante, fue conducido por Luna a Huatusco, a disposicion del comandante general de Veracruz Victoria; en aquel punto encontró al Dr. Herrera, que por encargo del congreso, iba a embarcarse para los Estados Unidos a solicitar auxilios de aquel gobierno, llevando por secretario a D. Cornelio Ortiz de Zárate, que lo habia sido del mismo congreso y después diputado en él, y lo acompañaba D. Juan Nepomuceno Almonte, a quien Morelos mandaba a educar en aquel pais; Herrera habia tratado con desaire a Rosains y no habiendo querido pasar por Tehuacán, no obstante haberlo invitado este con instancia, habia hecho se diese crédito a la especie propagada por los enemigos de Rosains, de que el mismo Herrera habia traido orden del congreso para su prisión; no habiéndose dado ahora favor alguno, y no queriendo encargarse de la persona del preso los jefes de Veracruz, fue vuelto a conducir a Ixtapa, sufriendo malos tratamientos hasta entregarlo a Osorno.

Este lo mandó al congreso, pero habiendo logrado escapar en las inmediaciones de Chalco de las manos de los que lo conducian, se acogiÓ a la casa del cura de Ixtapaluca, por cuyo conducto escribió al arzobispo, que lo era ya D. Pedro Fonte, pidiendo el indulto, que le fue concedido por el Virrey el 14 de Octubre, en celebridad del cumple años del Rey (11).

Entró entonces a México, alojándose en el arzobispado; hizo ejercicios espirituales en la Profesa, y presentó en 15 de Noviembre al Virrey un informe muy circunstanciado sobre el estado de la revolución y medios de sofocarla, en el que dió la más triste idea de los jefes que quedaban en ella, y describiendo las fortificaciones del cerro Colorado, se ofreció para servir de guia a las tropas destinadas a atacarlo (12).

Siguieron su ejemplo acogiéndose al indulto, sus amigos el Lic. D. Rafael Argüelles, D. Martin Andrade y otros, quedando Terán dueño del cerro Colorado y de aquellos pueblos de la Mixteca en que Rosains mandaba. Este permaneció tranquilo en Puebla, a donde se le permitió retirarse libremente con su familia, aunque dando avisos secretos a los insurgentes, según asienta en su Relacion histórica, al mismo tiempo que habia ofrecido sus servicios al gobierno y después a Iturbide cuando este proclamó el Plan de Iguala; sin embargo, no tomó parte activa en aquella revolución, ni en la que precipitó al mismo Iturbide del trono.

Cuando en 1823 se concedieron premios a los insurgentes con el nombre de antiguos patriotas, se le señaló por Victoria, que era a la sazón presidente de la República y que le debia toda su carrera, una pensión de cuatro mil pesos anuales, aunque la junta establecida por la ley para calificar el mérito de los individuos, rehusó informar en su favor, miéntras no satisfaciese sobre los motivos que habia tenido para pedir el indulto.

Proclamada en 1824 la constitución federal, fue nombrado senador por el Estado de Puebla, y al trasladarse a México mató en Ayotla de un palo al cochero que lo conducia.

Escribió para vindicar su conducta, la Relacion de su historia durante la insurrección, y encontró en el general Terán un adversario más temible con la pluma, de que se servia con gran acierto y gracia (13), que en el campo de la revolución; en 1830 se opuso al Plan de Jalapa en S. Andrés, por lo que fue puesto en el castillo de Perote, y cuando se le dejó en libertad, se trasladó a Puebla en donde dió muerte de una puñalada a un oficial llamado Pozeros (14), que habia sido testigo contra él, y habiendo formado una conspiración desesperada contra el gobierno del general Bustamante, de acuerdo con el coronel D. Francisco Victoria, hermano del que habia sido presidente de la República, murió fusilado en Puebla el 27 de Septiembre (15) del mismo año, por sentencia del consejo de guerra, segun las leyes vigentes en aquella época para juzgar esta clase de delitos (16).

Si se hubiera de dar crédito a las recriminaciones que mútuamente se hicieron por la prensa Rosains y Terán después de la independencia, el último apareceria como un intrigante, que con un carácter de simulación y suspicacia, estuvo tramando por mucho tiempo la ruina de su jefe para alzarse con la autoridad que este ejercia; infiel para con Morelos, y traidor para con su partido.

Terán contestó de una manera triunfante a todas estas acusaciones, y el acto de desobediencia a Morelos que Rosains le imputó le hace mucho honor, pues consistió en que cuando fue destinado a la Costa Chica en la provincia de Oaxaca, habiéndole mandado el comandante de ella D. Benito Rocha, que diezmase a los habitantes de una población, contestó que no habia ido de verdugo sino como militar.

Terán por el contrario acusa a Rosaios de no haberse ocupado durante un año y siete meses, más que en atacar a los patriotas con escándalo universal y en provecho de los realistas, por sostener la legalidad de un despacho expedido por el capricho en favor de un hombre nunca visto en las filas, y que no se presentó en el campo de batalla sino para volver siempre la espalda al enemigo.

D. Carlos Bustamante juzgándolo con más imparcialidad (17), reconoce que Rosains sirvió a la causa de la independencia en los dias de mayor conflicto al lado de Morelos, cuyo afecto supo ganar; que puso cuanto estuvo de su parte para conservar el orden y la disciplina; pero que le faltó modo; que su celo degeneró en una precipitación que es madrastra y enemiga irreconciliable de la justicia; que por este defecto equivocó las faltas de servicio con las que reputó injurias personales, de donde procedieron las violencias y los decretos dictados en el momento de la cólera que lo sacaba de sí; y que si aprovechándose de las ventajas que le proporcionaba el tener en su poder el cerro Colorado, hubiera tomado el camino de la conciliación y la prudencia, se habria atraido la benevolencia de los demás departamentos y engrosado considerablemente su fuerza.

Con la ruina de Rosains quedaron independientes y sin rival en sus respectivos territorios, Osorno en los llanos de Apan, Victoria en la provincia de Veracruz, Terán en Tehuacán y la Mixteca, y otros jefes en el resto de esta.

Pareceria que €n este aislamiento, la revolución no podria subsistir largo tirmpo, hallándose en igual caso todos los jefes del interior, pero este mismo desórden era el que la sostenia.

Como los rebeldes armados, decia Calleja en el informe reservado que dirgió al Rey por los ministerios de guerra y justicia en 18 de Agosto de 1814 (18), discurren en gavillas sin localidad ni asiento, y se componen en la mayor parte de hombres del campo, de los trapiches y de las minas; gente de a caballo, acostumbrada al vicio, a la frugalidad y a la miseria, ni tienen ni necesitan de una administración regulada; sin cálculo ni previsión, vagan por todas partes; comen, roban, talan y saquean donde lo encuentran, ya reuniéndose en grandes masas, ya dividiéndose en cortas partidas, y el daño lo hacen todo refluir sobre nosotros. Esta proporción que tienen de satisfacer sus nccesidades del momento y sus caprichos y venganzas tumultuarias, los mantiene en la vida de bandidos; la sangre corre sin cesar; la guerra se hace interminable y el fruto jamas se coge.

La fuerza militar con que cuento, dice e! mismo Calleja en otro párrafo de este informe, es la muy precisa para conservar las capitales y varias principales poblaciones aisladas; más entretanto, una infinidad de pequeños pueblos, están irremediablemente a merced de los bandidos; los caminos no son nuestros sino mientras los transita una división, y lo que es más, los terrenos productivos son en la mayor parte de los bandidos, superiores infinitamente en número. Por consecuencia, el tráfico está muerto; la agricultura va espirando; la minería yace abandonada; los recursos se agotan; las tropas se fatigan; los buenos desmayan; los pudientes se desesperan; las necesidades se multiplican y el Estado peligra.

Calleja en este informe, pide se le manden ocho mil hombres de tropas europeas, atendida la dificultad de reclutar en un país, en el que la gran masa de la población estaba decidida en favor de la revolución, y que para terminar más fácilmente esta, se suspendiese en materia de infidencia el curso de las leyes comunes, estableciéndose una ley marcial, para poder alcanzar a castigar, sin las formalidades que aquellas requieren, a los que desde las capitales favorecian la revolución al abrigo de aquellas trabas y requisitos legales.

Como para resistir a Rosains no se habian reunido en la provincia de Veracruz más que los jefes de las partidas de Huatusco y Coscomatepec, Victoria conservó toda la gente que tenia en el Puente del Rey, muy aumentada con la que habia ocurrido con la esperanza de tomar alguna parte del convoy de reales y pasajeros detenido en Jalapa desde 18 de Noviembre.

Para remover los obstáculos que embarazaban el paso en el difícil tránsito de aquella villa a Veracruz, destacó Aguila al mayor de la columna de granaderos D. José María Travesí, con una fuerza de quinientos hombres de su cuerpo y de otros, para que se dirigiese a Veracruz, y puesto en comunicación con el gobernador de aquella plaza, cubriese con los refuerzos que este habia de darle, los puntos más peligrosos del camino que el convoy habia de atravesar.

Salió Travesí de Jalapa el 21 de Noviembre (19), y sin encontrar tropiezos en su marcha, llegó hasta las inmediaciones de Veracruz el 25; no habiendo podido darle e! gobernador más que un corto auxilio de tropa, emprendió su regreso, pero en este, cada paso de rio era una acción de guerra, teniendo que ganar terreno a fuerza de armas, por entre las talas de los montes e incendio de los pastos que los insurgentes iban haciendo al acercarse los realistas, cuyas dificultades sólo pudo superar por el conocimiento del pais que tenia D. Manuel Rincón, capitán de zapadores de Jalapa, que lo guiaba en esta marcha; más habiendo llegado al Puente del Rey, encontró este punto y los vados inmediatos del rio fortificados de tal manera, que no podia pensar en tomarlos con la fuerza que traia, en la que habia sufrido considerable pérdida en las acciones que habia tenido que sostener, hallándose además escaso de municiones, por lo que habiendo fingido tomar disposiciones para el ataque, con el fin de engañar al enemigo, en la noche retrocedió a Veracruz.

Recibió allí cincuenta mil cartuchos de fusil, un cañón de a 6 y otros auxilios, y con estos volvió a emprender la marcha el 6 de Diciembre con dirección a las Villas, pero en la noche contra marchó para apoderarse por sorpresa de los parapetos formados en la Antigua, y habiendo encontrado desguarnecido el Puente del Rey, regresó a Jalapa el dia 10.

El resultado de la expedición de Travesí hizo conocer a Aguila, que no era posible hacer pasar un convoy tan cuantioso por el camino nuevo, o el Puente del Rey, por lo que dejando la carga en Jalapa, salió de aquella villa el 31 de Diciembre con la mayor parte de su división, y sin más que una escaramuza de caballería en los Manantiales, en la que el teniente coronel Zarzosa puso en fuga la de los insurgentes, llegó a la Antigua, de cuyo punto se apoderó vadeando con el agua al pecho el rio chico, tras del cual estaban parapetados ciento cincuenta hombres, los granaderos de la Columna, los cazadores de Fernando VII de Puebla, y la 5a compañía de América, a las órdenes del capitán del último de estos cuerpos, D. Juan Rafols.

En el parte que desde allí dirigió Aguila al Virrey por vía de Tuxpan, y al gobernador de Veracruz, expone su plan de fortificar aquel punto (20), para inutilizar con esto las obras ejecutadas por los insurgentes en el Puente del Rey y otros lugares del camino nuevo; pero intentando volver por el viejo a Jalapa, lo encontró de tal manera embarazado con talas y parapetos, que el dia 14 no pudo avanzar más que una legua, y el 15 al hacer un reconocimiento, fueron gravemente heridos el mismo Aguila y algunos de los oficiales que lo acompañaban, por lo que dejando el mando al teniente coronel Zarzosa (21), tuvo que retirarse a curar a Veracruz.

Luego que estuvo en disposición de caminar, volvió a ponerse al frente de la división en la Antigua, de donde salió el 23 de Enero y guiado por D. José Rincón, no menos práctico en aquel terreno que su hermano D. Manuel, dejando a su izquierda el Puente del Rey, regresó en tres marchas a Jalapa, habiendo quedado fortificado y guarnecido el punto de la Antigua, para servir de base a las futuras operaciones (22).

Aguila, dando cuenta al Virrey del estado del camino, en oficio de 31 de Enero (23), no vacila en acusar, como ya lo habia hecho en nota anterior dirigida al comandante del ejército del Sur Moreno Daoiz, al comercio de Veracruz, de ser la causa del grande aumento que habia tenido la revolución en aquella provincia, por el fomento que recibian los insurgentes con los derechos de tránsito que les pagaban los comerciantes, sobre los defectos que aquellos dejaban libremente pasar.

En los pocos dias que estuvo en Veracruz para la curación de su herida, dice en su comunicación, que vió entrar en aquella plaza mas de mil mulas que iban a cargar efectos para conducirlos por Córdoba, las cuales habian pagado cinco pesos a la bajada y pagarian diez a la vuelta, y un derecho de 20 por 100 sobre el valor de los efectos, que computaba en sesenta mil.

Si hemos de perseguir a los enemigos en un clima tan mal sano, dice al Virrey, y al mismo tiempo hemos de ver entrar en Veracruz hatajos y más hatajos, que les facilitan, además de cuanto necesitan, el dinero preciso para pagar y vestir sus reuniones, es lo mismo que condenar a las tropas a perecer paulatinamente.

El Virrey ofreció dictar las providencias más severas, para cortar un tráfico tan ventajoso a los insurgentes como perjudicial a las tropas reales, no obstante lo cual este continuó más o menos, eludiendo el interés particular, las disposiciones del gobierno.

El comercio de México se hallaba entre tanto en conflicto por tan larga demora, temiendo que se echase mano por el gobierno en sus urgencias, de los caudales detenidos en Jalapa (24), de que se habian tomado ya algunas cantidades para el pago de las tropas que los custodiaban; los particulares que caminaban con el convoy, cansados de esperar tan largo tiempo, se habian decidido algunos a volver a la capital, y otros a ir a caballo a Tuxpan, que era el camino más despejado en aquel tiempo, y por el que se recibia de cuando en cuando la correspondencia de España y Veracruz, siendo además gravosísimos los gastos de la manutención de tantas bestias de carga y equipajes, que era menester conservar a corta distancia de la villa y emplear en su resguardo mucha tropa, estando aun así expuestas cada noche a ser arrebatadas por los insurgentes, que las espiaban rondando sin cesar en aquellos contornos.

Otras dos excursiones dispuso Aguila a Veracruz, la una a las órdenes de Zarzosa, otra mandando él mismo la división (25), y en una de las escaramuzas que se trabaron, fue muerto según se dijo, Viviano, que fue de los primeros que excitaron la revolución en la costa, pero siempre con igual resultado; los insurgentes se retiraban para volver a ocupar los mismos puntos luego que las tropas realistas se alejaban; las mismas talas de montes, las mismas palizadas se presentaban en cada vez.

Por fin, habiendo mandado el Virrey marchar las tropas de la costa de Sotavento a las órdenes del teniente de navío D. Juan Topete, para custodiar el camino por el lado de la Antigua, y reforzada la división con la mayor parte de la caballería que se hallaba en la de Marquez Donallo en el camino de Puebla mandada por Moran, salió de Jalapa Aguila con una parte del convoy el 19 de Marzo, y hallando abandonado por los insurgentes el Puente del Rey, dejó en él a Moran con cuatro mil quinientas mulas de carga y volvió a aquella villa por la plata y granos que en ella habian quedado, para reunir todo el cargamento en aquel punto y hacerlo llegar a Veracruz; pero habiendo hallado en el cadáver del comandante de una partida de insurgentes, muerto en un reencuentro con una guerrilla de Topete, la orden de Victoria para reunir todas las fuerzas y atacar el convoy entre el Puente del Rey y la Antigua, Aguila temió comprometer una acción en aquellos pasos peligrosos, llevando consigo tan cuantioso y rico cargamento, cuando como dijo al Virrey en su parte de 23 de Marzo, era imposible cubrir cuatro mil quinientas mulas y además mil trescientas con plata y granos, ni con quince mil hombres, siendo los enemigos sobre mil (26).

Dejando pues en Jalapa la parte más rica del convoy, siguió con la que se hallaba en el puente, con la que llegó sin novedad a Veracruz el 27 de Marzo, y dando al comercio el tiempo suficiente para despachar la carga, salió de regreso con el convoy el 3 de Abril; pero aunque caminó con las más prudentes precauciones, en los ataques que le dieron los insurgentes cerca de la Antigua, perdió ciento cuarenta y una y media cargas de abarrotes y algunos hombres, entrando en Jalapa el 7 (27).

Moran se puso en marcha con la plata y granos y sin suceso notable, entró en Veracruz sin haber perdido una sola carga, ni tampoco a su vuelta a Jalapa, a donde llegó el 26 (28).

Esta fue la última y más difícil campaña que Aguila hizo en Nueva España, habiéndose embarcado en Veracruz para regresar a su pais.

El convoy entró en México de vuelta el 11 de Junio, al cabo de cerca de ocho meses de su salida, y desgraciado hasta en sus últimos pasos, sufrió tan recios aguaceros entre S. Martin y Rio frio, al atravesar la serranía que forman los volcanes, que se extravió una parte no pequeña de la carga, habiendo robado alguna los mismos arrieros.

La provincia de Veracruz, después del fuerte sacudimiento que recibió por la invasión de Rosains y por los movimientos de tropas para la conducción del convoy, volvió a quedar casi toda en poder de los insurgentes, siendo el principal jefe Victoria, a quien se atribuye en aquel tiempo una actividad tan contraria a su habitual insensibilidad y abandono, que es menester creer que era obra de las circunstancias y que la fuerza de las cosas lo arrastraba contra sus naturales propensiones.

Más adelante lo veremos empeñado en nueva lucha, contra uno de los jefes de mayor instrucción que los realistas tuvieron a su cabeza.

Topete regresó con su división a la costa, y continuando en ella sus excursiones, en una de ellas quemó el pueblo de Cotaxtla (29).

Volvió a México con el convoy el canónigo doctoral D. Pedro Fonte, nombrado por Fernando VII arzobispo de aquella metropolitana, cuya noticia recibió estando detenido en Jalapa.

La regencia, durante la ausencia del Rey, habia conferido la mitra como en otra parte hemos dicho, al obispo de Oaxaca D. Antonio Bergosa y Jordan, quien huyendo de las tropas de Morelos, habia logrado llegar a Veracruz por Tehuantepec y Tabasco, y pasando a México estaba administrando la diócesis.

El Rey tuvo por asentado, que todos los nombramientos hechos en su ausencia en virtud del patronato, eran nulos, por ser este una regalía personal, y aunque sobre esto consultó al consejo de Indias, procedió bajo este principio, que era el mismo en que los insurgentes se habian fundado para no reconocer a los prelados nombrados por la regencia, y tener en nada las excomuniones que estos habian fulminado contra ellos.

Apoyaba esta opinión del Rey el interes personal de D. Tadeo Calomarde, oficial mayor del ministerio de gracia y justicia, que comenzaba a disfrutar mucho favor, y siendo pariente de Fonte, queria elevarlo a la silla metropolitana.

Logró su intento, y Bergosa, cuyas bulas no habian sido expedidas por el Papa, recibió la órden de volver a su iglesia de Oaxaca, desaire que sufrió con ejemplar resignación, entregando el gobierno de la mitra al cabildo el 8 de Abril y retirándose al colegio de carmelitas de S. Angel, del que volvió algún tiempo después a la capital por lo inseguro de aquel punto.

La elección del nuevo prelado se solemnizó en México el 9 del mismo mes de Abril, y su entrada fue el 10 de Junio, habiéndole mandado el Virrey sus coches y escolta a una legua de distancia de la capital, y el 17 recibió el gobierno de la diócesis (30).

Era hombre de treinta y ocho años de edad, y de mucha más capacidad e instrucción, que sus dos predecesores Lizana y Bergosa.

Calleja, habiendo sido aprobados todos los actos de su gobierno por el Rey y apoyado por la autoridad de este, creyó ser ya tiempo de proceder con mayor severidad contra las personas notables que con su influjo y respeto, sostenian la revolución desde la capital. En consecuencia, en la tarde del 27 de Febrero, fue conducido preso y sin comunicación a la ciudadela D. José María Fagoaga, alcalde de Corte honorario de la audiencia de México, individuo que habia sido de la diputación provincial y uno de los vecinos más acaudalados y respetables por sus relaciones.

Era nacido en España, pero su familia era mexicana y sus opiniones favorables a la independencia, y aunque no tuviese comunicaciones directas con los insurgentes, la libertad y acrimonia con que hablaba contra el gobierno, lo hacian muy sospechoso.

Permaneció en aquella prisión hasta el 2 de Marzo, en cuya noche lo extrajo de ella para conducirlo a Puebla un oficial con una partida de caballería, debiendo seguir luego de allí con el convoy cuya salida para Veracruz se preparaba, remitiéndosele a España y quedando sus bienes embargados, en virtud de la ley que autorizaba al Virrey para hacer salir del pais a los individuos que fuesen peligrosos para la tranquilidad.

Su familia fue a unirse con él a Puebla, para emprender un viaje que algunos años después, hecha ya la independencia, habia de tener que repetir por igual motivo.

Algunos dias despues (en la noche del 6 de Marzo) fueron llevados a la cárcel de corte los Lics. Guzman, agente fiscal de real hacienda, y Lopez Matoso relator de la audiencia, ambos de los principales individuos de la junta secreta de los Guadalupes. Tambien fue preso (13 de Marzo) en la cárcel pública, D. José Ventura Miranda, rico hacendado de los llanos de Apan, embargándole sus bienes (31), por las relaciones que tenia con los insurgentes de aquel rumbo; la secuela de su proceso dió motivo a la destitución de empleo del alcalde de Corte Martinez Mancilla, acusado de haber declarado por soborno inocente al reo.

Ocurrió por este tiempo un caso inaudito en la administración de justicia criminal, que habia sido hasta entonces tan circunspecta.

Un reo condenado a la pena capital por la sala del crímen y puesto en capilla, fue sacado de ella y restituido a la prisión ordinaria, por haber hecho presente su defensor que la causa no estaba concluida, habiéndose consultado al Rey si debia considerársele comprendido en el indulto, lo que el relator por olvido habia omitido manifestar al tribunal (32).

Don Manuel Abad y Queipo, nombrado obispo de Michoacán por la regencia, de quien tantas veces hemos tenido ocasión de hablar, se hallaba respecto a su presentación a aquel obispado, en el mismo caso que Bergasa respecto al arzobispado. Su nombramiento tampoco fue confirmado por el Rey, de cuya orden se le mandó pasar a España, para informar verbalmente al soberano sobre el estado de la revolución (33).

Aunque el motivo fuese tan honroso, se tuvo generalmente por un pretexto para sacarlo del pais, y antes de ponerse en marcha, para prevenir los riesgos a que pudiera estar expuesto en el viaje y navegación, dirigió al Rey un informe secreto que se ha considerado como su testamento político, muy poco favorable al ministro Lardizábal y al Virrey Calleja, en el que recopiló todas las acusaciones que el público hacia a este último, atribuyendo a sus manejos interesados la continuación de la revolución (34).

Los insurgentes celebraron mucho su salida que se verificó el 22 de Junio, en un convoy pequeño y algunos pasajeros que se despachó a Veracruz en donde se embarcó; en su lugar veremos las nuevas vicisitudes que en Madrid le esperaban, que forman una parte muy principal de la vida tempestuosa de este prelado.

Los llanos de Apan por su inmediación a la capital, por las frecuentes y necesarias relaciones con ella, y por el incremento que habia tomado en aquel rumbo la revolución, llamaban la atención del Virrey y eran motivo de continuas providencias del gobierno.

Los insurgentes con numerosa y excelente caballería, distribuida en diversas partidas a las órdenes de Osorno con su segundo Manilla que le servia de director, de Serrano, Inclán, Espinosa V otros de menos nombradía, dominaban el pais y eran dueños de las haciendas de pulque, de las cuales no sólo sacaban abundantes recursos por via de contribuciones, sino que se apoderaron enteramente de la venta de aquel licor, y aunque los propietarios ocurrieron al congreso el cual desaprobó tal medida, sus órdenes fueron desobedecidas y el despojo continuó, con cuyos productos bien administrados, hubiera podido mantenerse un número considerable de tropas bien organizadas: pero tanto Osorno como cada uno de sus subalternos, gastaban profusamente y se presentaban con todo el lujo de la gente de campo que se conoce con el nombre de charros, en soberbios caballos con sillas bordadas y adornadas con plata, y ellos mismos cubiertos de galones y bordados con botonaduras y agujetas de oro y plata (35).

Veian con desprecio a la infantería, y por su falta, sus operaciones militares se reducian a correrías depredatorias, sin poder nunca apoderarse de pueblo alguno, aunque no tuviese más defensa que algunos parapetos, ni resistir un ataque de fuerzas regularmente disciplinadas; sin embargo, Manilla habia conseguido introducir algún orden y formar alguna infantería, de que sacó muchas ventajas en las ocasiones en que esta fue empleada.

Los realistas por el contrario, escasos en número, más escasos todavía en la arma en que los insurgentes eran prepotentes, se veian obligados a defenderse dentro del recinto de las poblaciones, haciéndose fuertes en las iglesias cuando no podian hacer otra cosa, y dejaban abandonadas las casas de los vecinos al pillaje y a las llamas de los insurgentes que iban así reduciendo a cenizas todos los lugares de mayor cuantía.

Así sucedió en Texcoco, que fue atacado el 16 de Enero por más de seiscientos hombres, los cuales tomaron un cañón, saquearon la ciudad y pusieron en libertad a los presos de la cárcel, habiéndose encerrado los realistas en la parroquia, y al retirarse los primeros temiendo que llegase una partida que el Virrey mandó en auxilio de aquella guarnición, hicieron igual destrozo en la hacienda de Chapingo, propia del marques de Vivanco. Obtuvieron también los insurgentes ventajas por aquellos dias en Ometusco y S. Pedro de las Vaquerías, obligando Inclan a rendirse al destacamento que guarnecia este último punto.

Para contener estos progresos de la revolución, a los que contribuía la deserción que se notaba en las tropas realistas, aun en los cuerpos venidos de España, el Virrey procuró aumentar las fuerzas que operaban en los Llanos, especialmente la caballería, y nombró comandante a D. José Barradas, mayor del batallón ligero de S. Luis (los Tamarindos).

El nuevo jefe estando en Otumba, habiendo sido asesinados dos de sus soldados en una noche fuera de los parapetos o cortaduras hechas para defensa del pueblo, hizo juntar el dia siguiente en la plaza a todos los vecinos, y calificando por indicios a los que creyó culpables del crímen, mandó pasar por las armas inmediatamente a cinco individuos y exigió una contribución de cinco mil pesos a toda la población, con amenaza de reducir a cenizas todo el lugar, si no se le entregaba aquella suma.

Habiéndose retirado a S. Juan Teotihuacán, donde se le unieron cien infantes y cincuenta caballos que el Virrey le mandó de refuerzo, se puso en marcha para Apan, cuya guarnicion estaba amenazada por Osorno, llevando unos quinientos hombres de todas armas con dos cañones (36).

Supo en Otumba que en las gargantas de Nopaltepec lo esperaba Osorno, estando reunidos con él Inclan, Serrano y Espinosa. Estos, fingiendo retirarse, lo llevaron a terreno más amplio en donde podian sacar ventaja de su numerosa caballería, y aunque esta no pudo romper las líneas de la infantería de los realistas, obligó a estos, después de ocho horas de fuego, a retirarse con no poca dificultad a Teotihuacán que habia sido el punto de su salida, con considerable pérdida, contándose entre los heridos el capitan D. Anastasio Bustamante, a quien Barradas llama en su parte el nunca bien ponderado, el cual habiendo recibido una herida de bala en el muslo izquierdo desde el principio de la acción, no quiso retirarse del frente de la partida que mandaba, hasta dejada acuartelada en Teotihuacán.

Esta acción se llamó la segunda de Tortolitas, por el paraje en que se dió; la primera fue en fines de Agosto del año anterior, en la que fue batido y muerto el capitan de S. Luis, Herrera, replegándose a Otumba la tropa que mandaba (37).

En el mismo punto hubo después otras varias que han hecho célebre aquella posición, la que también es frecuentada por las cuadrillas de bandoleros.

Barradas no sólo dió aviso por escrito al Virrey inmediatamente del descalabro que habia sufrido, sino que pasó él mismo en la noche de aquel dia a instruirlo de palabra de todo lo ocurrido, y volvió a salir el siguiente con un refuerzo de trescientos hombres y cuatro cañones.

El Virrey parece que llegó a tener sérios temores por la seguridad de la capital, mucho más quedando esta con escasa guarnición, pues mandó que se acuartelasen los cuerpos de realistas, y que se retirasen a ella todos los destacamentos de los puntos inmediatos, y habiendo dado parte el comandante de la villa de Guadalupe el dia 15, de que una partida de cincuenta hombres se habia adelantado hasta tirotear con las trincheras, la guarnición toda de la ciudad se puso sobre las armas y se pasó la noche con vigilancia (38). Entonces fue cuando se dispuso construir en las garitas las fortificaciones que todavía subsisten.

Todas estas medidas resultaron innecesarias, pero los pueblos circunvecinos con haber quedado desguarnecidos, fueron invadidos por los insurgentes, quienes no sólo saquearon las tiendecillas que en ellos habia, sino también destruyeron los muebles y rompieron las vidrieras de las casas de placer que tenian los vecinos de México, de que no podian disfrutar hacia mucho tiempo. Tambien se llevaron los caballos que pastaban en los potreros o dehesas inmediatas, entre ellos, la remonta del regimiento de dragones de San Carlos.

No supo Osorno sacar provecho alguno de la ventaja que acababa de conseguir, contentándose con retirarse a celebrarla a la hacienda de Atlamajac, en donde fue proclamado por los suyos teniente general, con cuya ocasión nombró intendente para Tlaxcala, cuatro brigadieres y concedió multitud de ascensos, sin contar para nada con el gobierno establecido por la constitución de Apatzingan, de cuya obediencia se habia separado el departamento llamado del Norte, en virtud de una junta celebrada en Chinahuapan por todos los jefes del distrito (39).

Barradas, aumentada su división con la tropa que salió de México, volvió sin obstáculo a Apan, quedando aquella guarnición con su llegada, libre del asedio que habia sufrido, y habiendo dispuesto el Virrey que Marquez Donallo volviese a los Llanos con las fuerzas que mandaba en el camino de Puebla, aunque bastante disminuidas por la parte que de ellas habia salido con Morán para auxiliar a Aguila en Jalapa, recorrieron ambos todo el pais, entrando el 25 de Abril el teniente coronel Terán con trescientos cincuenta caballos en Zacatlán, de donde pudo huir con anticipación D. Carlos Bustamante (40).

Este se retiró entonces a Tetela de Jonotla; más perseguido allí por los indios realistas de Zacapuaxtla que estuvieron muy cerca de cogerlo, tuvo que ocultarse en el rancho de Acatlán, perteneciente al cura del mismo pueblo de Tetela D. José Antonio Martinez de Segura que le dispensó toda protección, permaneciendo allí hasta que destituido y preso Rosains por Terán en Agosto de este año, pudo volver con seguridad a Tehuacán. El Virrey removió del mando de los Llanos a Barradas, contra quien habia graves y reiteradas quejas, haciéndolo pasar con su batallón a S. Martin Tezmelucan, y nombró para sucederle al coronel de dragones de España D. Francisco Ayala, el cual no hizo cosa que llamase la atención, habiéndose mantenido sobre la defensiva; el capitán Galinsoga, que por su orden salió de S. Juan Teotihuacán con trescientos hombres con dirección a la hacienda de los Reyes, tuvo el 9 de Septiembre en las inmediaciones de esta, un choque muy empeñado con la gente de Serrano, Inclan y Espinosa. Atrajeron estos con pequeñas partidas a las guerrillas que Galinsoga mandó contra ellas hasta el repecho de una loma, en que la caballería de los realistas tuvo que echar pie a tierra para defenderse; pero habiendo llegado mayores fuerzas en su auxilio, pudieron estos volver a la hacienda, y aunque el dia siguiente los insurgentes intentaron impedir el paso en algunos parajes dificiles, tuvieron que retirarse, no sin pérdida de los realistas que regresaron a Teotihuacán (41).

La revolución habia vuelto a cobrar fuerza en las Mixtecas; en la baja, Guerrero, despues de la derrota de Robles en Tlalixtaquilla de que se ha hecho relacion (42), mandó desde Tlamajalcingo a Juan del Cármen, negro costeño de horrible aspecto pero de extraordinaria valentía, a hacer una expedición por Ometepec hácia la costa Chica, en la que logró aumentar el número de sus soldados y recoger muchas armas, habiéndosele reunido varios de los jefes de realistas de aquellos pueblos, tales como Panucio Bruno, Zurita y aun el mismo Agustin Arrazola (Zapatilla) que tan decidido y cruel se habia mostrado en favor de la causa realista, en la reacción de la costa movida por Reguera.

Con estos refuerzos, habiendo tenido algunos otros reencuentros felices, ya atacando los convoyes que caminaban a Oaxaca, ya rechazando las partidas destinadas a perseguirlo, intentó apoderarse de Acatlán en la Mixteca alta, en donde se hallaban con cien dragones de Puebla y S. Carlos, D. Antonio Flan y su hermano D. Miguel, hijos ambos del conde de la Cadena, a quien vimos hacer un papel tan principal, siendo segundo de Calleja en el ejército del centro al principio de la revolución.

Guerrero se presentó el 28 de Junio sobre las alturas que dominan el pueblo, con unos seiscientos hombres de caballería e infantería bien disciplinados, uniformados y armados; otros cuatrocientos a quinientos de chusma con flechas y lanzas y un cañón, y en el primer impulso se apoderó de todos los edificios que rodeaban la parroquia, en los que los realistas estaban acuartelados, haciéndose dueño de los caballos de los dragones obligando a los Flones a encerrarse en la iglesia y a defenderse desde la torre y el coro.

Estaba con Guerrero D. Ramón Sesma, primo de los Flones, el cual en la noche después del ataque, escribió a estos por medio del cura del pueblo, manifestándoles la situación desesperada en que se hallaban y ofreciéndoles, en nombre del parentesco y de la amistad, libre paso para retirarse a donde quisiesen. No habiendo sido admitido este ofrecimiento, continuó el ataque con el mayor empeño en los dos dias siguientes, en los que Guerrero recibió otro cañón y algunos refuerzos de gente y municiones, y logró establecerse dentro del cementerio de la iglesia cuya puerta habia sido quemada; los sitiados, sin esperanza alguna de socorro, pues un correo que mandaban a Huajuapan a avisar a Samaniego de la posición en que se hallaban, fue interceptado y fusilado de orden de Guerrero; consumidos los víveres; sin agua, no pudiendo sacar sino con mucho riesgo otra que la de un pozo en que los insurgentes habian arrojado dos cadáveres, con lo que estaba corrompida, pidieron capitulacion.

En las pláticas de ella se les propuso entregar las armas, dándoles escolta hasta Tehuicingo; pero insistiendo D. Antonio Flan, que era quien mandaba en jefe, en la devolución de los caballos tomados para retirarse con sus armas, y notando que los insurgentes entre tanto iban ocupando varios puntos ventajosos, cesó la negociación volviendo los realistas a sus puestos y se rompió el fuego, que se continuó hasta que sabiendo Guerrero que se aproximaba Samaniego, se retiró abandonando un cañón y dejando incendiado el pueblo (43).

Flan, librado por tan oportuno socorro, marchó con Samaniego a Huajuapan.

El pueblo de Tlapa era importante en aquellas circunstancias, por su posición entre la comandancia del Sur y la provincia de Oaxaca, formando la comunicación de ambas con Puebla.

Guerrero por todas estas razones emprendió ocuparlo, sitiando a la guarnición que en él habia mandada por el capitan D. Carlos Moya, a la que logró estrechar de tal manera, que en el mes de Octubre estaba a punto de rendirse por falta de víveres.

El Virrey dió orden a Armijo para que a marchas dobles, fuese a levantar el sitio por un movimiento combinado con las fuerzas que mandaba Rionda, las cuales habian de adelantarse desde Ometepec, y con el teniente coronel Samaniego, poniéndose este de acuerdo con el comandante de las tropas de Oaxaca D. Manuel Obeso, para que cubriese con ellas el punto de Huajuapan (44). Armijo llegó a Olinalá el 26 de Octubre, contando con la cooperación de las demás fuerzas que debian tomar parte en el movimiento; no recibiendo noticia alguna de ellas por estar todo el pais en insurrección y haber huido los habitantes, e instado vivamente por Moya que pudo avisarle el extremo en que se hallaba, avanzó con sólo su división compuesta de quinientos hombres; pero intentando ocupar el 28 uno de los puntos que dominaban al pueblo, en que Guerrero habia construido un reducto, fue rechazado con pérdida de unos cien hombres entre muertos y heridos, contándose entre los primeros el capitán D. Mariano Gonzales Mesa, del batallón del Sur, con lo cual y habiendo sido impracticables las salidas que trató de hacer Moya con la guarnición, tuvo Armijo que retirarse a Olinalá.

Samaniego entre tanto habia caminado con la celeridad que se le previno por el Virrey, y aunque molestado en su marcha por Sesma con su caballería y por Miranda, situados entre el rio Mixteco y Tlapa, llegó a la vista de este pueblo que creyó haber caido en poder de los insurgentes, no notando movimiento alguno a su aproximación, pero por una descubierta que mandó se cercioró de que aquellos se habian retirado, y llegó a tiempo que la guarnición no podia sostenerse más de tres dias por falta de víveres de que la proveyó, volviendo a su demarcación con las tropas de su mando.

Armijo con las suyas tenia que atender a estos movimientos de la Mixteca, a custodiar el cargamento de la nao de China que habia llegado a Acapulco y debia caminar a México, y a contener la revolución que promovia con perseverancia y empeño en los pueblos de aquel distrito D. Nicolás Bravo, el cual estuvo cerca de apoderarse de Chilpancingo una noche por sorpresa.

Formáronse bajo el mando de Armijo muchos jefes que han hecho después papel distinguido en los primeros puestos de la República y del ejército, como D. José Joaquin de Herrera, que pasó de teniente de la Corona a capitan de una de las compañías que se levantaron en Chilapa; D. Miguel Torres, que despues fue comandante del batallón de Santo Domingo; D. Felipe Codallos y D. Lino Aleorta, capitán el primero y cadete el último en el mismo cuerpo.

Varias poblaciones se señalaban por su constante adhesión a la causa real, tales como Tixtla, de cuyos habitantes se formó en gran parte el batallón del Sur y que tranqueó a Armijo abundantes auxilios, y Chilapa, en donde se estableció el hospital militar, asistido abundantemente a expensas de aquellos vecinos (45).

Con la prisión de Rosains, creyó Calleja fácil apoderarse del cerro Colorado, y con este fin hizo marchase el coronel D. Melchor Alvarez (46) con parte de su batallón de Saboya y del provincial de Oaxaca, alguna caballería y un cañón; a su paso intentó Alvarez apoderarse del pueblo de Teotitlán del camino, en donde Rosains habia situado desde el año anterior un destacamento, atrincherado en la iglesia y defendido por un reducto construido en forma de estrella, el cerro del Campanario, cuyo mando habia confiado Terán a su hermano D. Joaquin, jóven brioso y de buena disposición, el cual tenia bajo sus órdenes unos ciento y treinta hombres bien armados.

Alvarez estableció el sitio de esta fortificación el 10 de Octubre, y Terán se movió sin demora en auxilio de su hermano, alentando a su infantería para acelerar la marcha con su ejemplo, yendo a pié a su cabeza y haciendo desmontar su cahallería.

Un oficial de Saboya llamado Ezeta, que con un destacamento ocupaba una altura desde la que se descubria el camino de Tehuacan, viendo acercarse a Terán el dia 12, se puso en fugar sin dar aviso a Alvarez que fue sorprendido y su tropa puesta en desórden, abandonó la pieza que tenia. Logró reunirla el capitán Aldao y recobró el cañón, tomando otro de los de Terán, pero sin embargo Alvarez levantó precipitadamente el sitio dejando cien fusiles en poder de los insurgentes y se retiró al trapiche de Ayotla y de allí a Oaxaca; parte de su división quedó en Yanhuitlán.

Por los mismos dias (el 18) Sesma se apoderó de la iglesia fortificada de S. Santiago Yolomecatl, defendida por treinta hombres de Saboya, de los que fueron muertos once y también el teniente de S. Carlos D. Antonio Gonzalez.

Calleja mal prevenido de antemano contra Alvarez por las frecuente~ representaciones que contra él hacian personas respetables de Oaxaca, las que lo habían varias veces decidido a removerlo del mando, impidiéndolo sólo la escasez de jefes de que echan mano para las diversas comisiones que el servicio exigía, previno expresamente que no se publicase en la Gaceta el parte de la acción de Teotitlán (47), en el que Alvarez pedia un distintivo para los soldados que los primeros se habian adelantado a tomar los cañones; le hizo una fuerte reprensión por haber dividido sus fuerzas en pequeñas partidas, las que le mandó concentrar en Oaxaca, y dió órden al general del ejército del Sur Moreno Daoiz, del que hacian parte aquellas tropas, para que cuidase de su cumplimiento, autorizándolo si lo creyese necesario, a remover del mando de la provincia a Alvarez, cuyas protestas de responsabilidad, dice, y la experiencia de lo pasado, dan poca esperanza de que se remedie en sus manos lo que en ellas se ha perdido.

Terán (48) adquirió mucho crédito con este suceso, y habiendo vuelto a Tehuacán, se dedicó a disciplinar sus tropas y a arreglar el cobro de las contribuciones con que mantenerlas, habiendo logrado tener las fuerzas mejor organizadas que hubo entre los insurgentes.

Tales sucesos equilibraron algun tanto los reveses experimentados por estos en otros puntos, e hicieron que la revolución se sostuviese en el territorio en que mandaba Terán y en las Mixtecas, por más tiempo que en las provincias inmediatas.


Notas

(1) Relación histórica de Rosains, fol. 13. Sobre todo lo concerniente a la acción de Zoltepec, es menester ver el primer manifiesto de Terán, muy fundado y bien escrito; Bustamante, Cuadro histórico, tomo 3°, fol. 300, y los partes de Marquez Donallo, el primero dado desde el campo de batalla, el dia de la acción inserto en la Gaceta de 31 de Enero, núm. 691, fol. 99, y el segundo que contiene el pormenor, su fecha en Huamantla el 25 de Enero, y en la de 7 de Febrero, núm. 694, fol. 123.

(2) Rosains en su Relacion histórica, fol. 14 dice, que su artillería no tiró más que cuatro cañonazos, por que el lego Jimenez que la mandaba, la desbarrancó y huyó, y va refiriendo lo que hicieron los otros jefes de su ejército, aunque lo que cuenta respecto a Teran es enteramente falso, segun este ha demostrado en su manifiesto.

(3) Rosains acriminando a Teran dice, que nada hizo porque estaba coludido con Arroyo. Teran, aunque le repugnase la guerra que los insurgentes se hacian entre sí, explica su inacción, porque la caballería que mandaba era escasa y mala, y la de Arroyo numerosa y muy buena.

(4) Sigo lo que dice Teran en su primera manifestacion. En la Gaceta de 6 de Abril, núm. 720, fol. 345, se insertó el parte de Marquez Donallo, de 24 de Marzo desde su cuartel general de Acacingo, en que refiere este suceso como cosa de mayor importancia, pues dice que los insurgentes que habia en San Andrés, eran dos compañías del batallón de la Libertad cuyo coronel era Teran, las que estaban bajo el mando del capitán Pizarra, y para atacarlas Marquez movió una sección de 400 infantes y 80 caballos a cuya cabeza iba él mismo, aunque se quedó fuera del pueblo, en el que entró sable en mano el teniente D. Francisco Béistegui con los Fieles del Potosí que mandaba, y se apoderó del cuartel, atacando por otros lados otros piquetes a las órdenes del capitán D. Eugenio Tolsa y del teniente coronel Palacio. Este D. Francisco Béistegui, era hermano de D. Miguel, que estaba entonces a las órdenes de Andrade en Michoacán, y padre del Lic. D. Félix Béistegui, actual diputado por Puebla en el congreso General.

(5) Díjose que lo hicieron despues de almorzar.

(6) Fol 133 de este tomo.

(7) Rosains en su Relación histórica, fol. 11, asegura que le mandaba de la misma comida que él tomaba, pero D. Carlos Bustamante, Cuadro histórico, tomo 3°, fol. 54 dice, que le consta que Pérez tuvo que pedir que comer al cura D. Miguel Sanchez, y que le ministró lo necesario.

(8) Sobre esta marcha y la acción de la barranca de Jamapa, véase el primer manifiesto de Terán, publicado en Jalapa en 1825, desde el f. 14 a 24.

(9) Véase fol. 7, y la descripción que Terán hace en su manifiesto, de que se ha extractado la que se pone aquí.

(10) Rosains en su Relación histórica, supone que ya lo estaba de antemano, lo que Terán rebate con buenos argumentos en su primera manifestación.

(11) En la Gaceta de 21 de Octubre núm. 809, fol. 115, se insertaron las comunicaciones que mediaron entre el arzobispo y el Virrey.

(12) Véase este curioso informe, en el Apéndice, documento número 8.

(13) Se echa de ver el progreso que hizo Terán en escribir, comparando sus partes ridículos al principio de la revolución, de los que se insertó uno en el tomo 2°, apéndice núm. 8, con sus manifestaciones redactadas en un estilo puro, conciso y enérgico, abundando en demostraciones convincentes de sus conceptos.

(14) Se llamaba D. Francisco Pozeros; habia sido teniente entre los insurgentes, y se indultó en Acazingo con otros veintidos que inmediatamente empezaron a servir contra sus antiguos compañeros, según la Gaceta citada en que se publicó el indulto de Rosains.

(15) Este dia no estaba declarado entonces fiesta nacional.

(16) Bustamante, Voz de la Patria, tomo 5°, núm. 31, del viérnes 14 de Octubre de 1831.

(17) Cuadro histórico, tomo 3°, fol. 303.

(18) Lo publicó Bustamante en el suplemento a la primera edición del Cuadro histórico, carta 5a, primera parte de la tercera época. Los párrafos aqui copiados están en el fol. 13.

(19) Véase en la Gaceta de 5 de Enero, núm. 679, tomo 6°, fol. 9, el parte pormenorizado de esta expedición de Travesí. Bustamante, Cuadro histórico, tomo 4°, fol. 186, habla de ella equivocando todas las fechas.

(20) Parte de Aguila de la Antigua de 7 de Enero, inserto en la Gaceta de 14 del mismo, núm. 687, folio 73.

(21) Parte de Aguila de Veracruz, 17 de Enero, en la Gaceta de 14 de Febrero, núm. 698, fol. 155.

(22) Parte de Aguila, su fecha en Jalapa, 27 de Enero, inserto en la Gaceta de 14 de Febrero, fol. 156.

(23) Gaceta de 14 del mismo, folio 157.

(24) Arechederreta, Apuntes históricos.

(25) La expedición de Zarzosa se hizo en principios de Febrero; véase el parte de aquel, fecho en Jalapa el 14 de aquel mes, inserto en la Gaceta de 2 de Marzo, núm. 705, fol. 214. La de Aguila fue en Marzo, y su parte a Moreno Daoiz de 13 de dicho mes en Jalapa, se halla en la Gaceta de 28 del mismo, núm. 716, fol. 299.

(26) Gaceta de 6 de Abril, núm. 720, fol. 343.

(27) Véase en su parte, en la Gaceta de 20 de Abril, núm. 726, fol. 391.

(28) Parte de Moran, Gaceta de 11 de Mayo, núm. 735, fol. 483.

(29) Véase su ridiculo parte al Virrey, en el apéndice número 9.

(30) Habiendo dado aviso el nuevo arzobispo que saldría de Puebla el 1° de Junio, se le esperaba por el cabildo el 3. con público recibimiento y obsequio de refresco en el palacio arzobispal, y no habiéndose verificado su llegada, se esparcieron mil noticias falsas asegurando los afectos a la revolución, que habia sido cogido por los insurgentes en el camino; pero luego se supo que el motivo de la demora fue por haber esperado la salida del convoy, para hacer el viaje con mayor seguridad. Arechederreta, Apuntes históricos.

(31) Todas estas noticias están sacadas de los Apuntes a mano del Dr. Arechederreta.

(32) Arechederreta. Apuntes históricos.

(33) Id. La real orden por la que se le llamaba a la Corte, se recibió en México por vía de Tuxpan el 29 de Enero; llegó a México para emprender el viaje en la tarde del 1° de Abril.

(34) Siendo este el único escrito de Abad y Queipo que no se ha publicado por la prensa, he creido deber insertarlo en el Apéndice número 10.

(35) Bustamante que se hallaba entonces en Zacatlán vió todo esto y lo describe como testigo ocular en el Cuadro histórico, tomo 3°, fol. 255, y aun por oponerse a estos desórdenes, corrió riesgo de la vida, de que según refiere, lo libró Osorno, que lo estimaba.

(36) De esta acción de Tortolitas da razón Barradas en su primer parte de 12 de Abril en S. Juan Teotihuacán, en la noche del dia de la acción, inserto en la Gaceta del 15, núm, 724, fol. 375, y detalladamente en el segundo del 16 en Apan, Gaceta del 29, núm, 730, fol. 423. Véase también Bustamante, Cuadro histórico, tomo 5°, fol. 255. Todo lo relativo a lo sucedido en México con este motivo lo refiere el Dr. Arechederreta.

(37) Conducia Herrera los dulces y cohetes para celebrar el regreso de Fernando VII a España en la división de Marquez Donallo que tenia en aquella fecha el mando de los Llanos, todo lo cual cayó en poder de los insurgentes. Hace relacioón de este suceso Bustamante, Cuadro histórico, tomo 3°, fol. 249, y el Dr. Arechederreta en sus Apuntes manuscritos el 28 de Agosto de 1814.

(38) Arechederreta, Apuntes históricos. Después resultó que habian sido unas vacas las que dieron ocasión al parte que dió de Guadalupe el teniente coronel Don Joaquin Fuero, que mandaba la línea exterior de la ciudad.

(39) No se puede fijar si esta proclamación de Osorno se hizo en esta ocasión o antes, con motivo de la acción de Zoltepec, en que fue batido Rosains por Marquez Donallo.

(40) Partes de Barradas y de Terán, Gaceta de 6 de Mayo, núm. 733, folio 471 y siguientes.

(41) Gaceta de 22 de Septiembre, núm. 796, fol. 1003, y Bustamante, tomo 3°, fol. 260.

(42) Véase atras fol. 131 según el parte de Robles inserto en la Gaceta de 22 de Abril, número 727, folio 403, esta derrota se verificó en la noche del 12 de Marzo. El orden de los sucesos de la Mixteca baja y aun la importancia de ellos, es cosa de que no he podido cerciorarme de una manera satisfactoria. Rosains y Terán no señalan nunca las fechas de lo que refieren; Don Carlos Bustamante lo hace rara vez y no se puede fiar en sus informes, que veo falsificados por otras noticias más seguras; por todo lo cual esta parte de mi obra es de la que quedo menos satisfecho.

(43) Véase el parte de Flon desde Huajuapan su fecha 6 de Julio, en la Gaceta de 19 de Agosto, núm. 780, fol. 871. Bustamante, Cuadro histórico, tomo 3°, fol. 277; pretende que la capitulación se hizo y que Flon la infringió viendo llegar a Samaniego; pero el mismo Flon (a quien tocaba el título de conde de la Cadena en tiempo que habia estas condecoraciones) me ha dado todos estos pormenores, que además constan en su parte y me han sido confirmados por el general Alcorta, en los apuntes con que me ha favorecido.

(44) Parte de Armijo, en la Gaceta de 9 de Diciembre, núm. 832, f. 1339, Y el de Samaniego, en la sig., fol. 1347. Bustamante, Cuadro histórico, tomo 3°, fol. 273, pero no es exacto lo que refiere sobre el modo en que terminó este sitio.

(45) Parte citado de Armijo Gaceta núm. 832, y acta de fidelidad de Chilapa, Gaceta de 2 de Noviembre, núm. 815, fol. 1171.

(46) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 3°, fol. 305 dice, que la división de Alvarez ascendia a 700 hombres; Moreno Daoiz, en el informe que hizo al Virrey y que copia el mismo Bustamante dice, que fueron 300 infantes, lOS caballos y una pieza de a 2. Este informe puede tenerse por cierto, pues no estaba destinado a publicarse, siendo secreto.

(47) Por este motivo tengo que referirme a lo que dice Bustamante no habiendo podido consultar en esta parte los documentos originales en el archivo.

(48) Sigo con respecto a los Teranes, la misma regla observada con los Rayones, designando por el apellido sólo al de mas celebridad, que fue D. Manuel, y expresando con las iniciales del nombre a los otros hermanos.
Índice de Desde el ataque de Valladolid y batalla de Puruaran hasta la mitad del año 1815 de Lucas AlamánCapítulo sextoCapítulo octavoBiblioteca Virtual Antorcha