Índice de La tercera campaña de Morelos y la Constitución de Apatzingan de Lucas AlamánCapítulo sextoCapítulo octavoBiblioteca Virtual Antorcha

La tercera campaña de Morelos
y
El Congreso de Chilpancingo

Lucas Alamán

CAPÍTULO SÉPTIMO

Distribución de las comandancias militares del gobierno.- Sucesos militares en la Nueva Galicia y en la provincia de Zacatecas en el año de 1813.- Rivalidades entre Calleja y Cruz, y resultados permanentes que produjeron.- Conclusión de los sucesos militares en las provincias del Norte y Oriente en el mismo año.- Negociaciones diplomáticas de Rayón.- Varias providencias del Virrey.- Sucesos militares de Morelos y de las tropas que de él dependian.- Sitio y rendición de Acapulco.- Reacción realista en la costa chica.- Entran los realistas en Acatlán.- Acción de Piaxtla.- Posiciones ocupadas por las tropas de Morelos en el Sur.- Disposiciones relativas de las tropas reales.- Ataca Bravo a Alvarado y es rechazado.- Retírase a Coscomatepec.- Sostiene el sitio de este punto.- Su salida.- Marcha Matamoros al auxilio de Bravo.- Encuéntrase con el convoy de tabacos de Orizaba.- Acción del Palmar o de la agua de Quechula.- Toma Matamoros el convoy y hace prisionero al batallón de Asturias.- Manda fusilar al comandante Cándano y a otro oficial.- Medidas tomadas por el Virrey para reparar esta pérdida y asegurar la provincia de Puebla.- Estado de la revolución en este periodo.


Para la formación de la nueva comandancia general de las provincias internas de Oriente, se segregaron del Virreinato las de Nuevo León y Nuevo Santander, que con Texas y Coahuila, compusieron la demarcacion de aquella; quedando la de Occidente con las de Durango o Nueva Vizcaya, de que hacia entonces parte Chihuahua; Nuevo México, y en la costa del Pacífico y del golfo de Californias la de Sonora, en la que se incluia Sinaloa (1).

Todo este vasto territorio, que comprende la parte más extensa en latitud de la Nueva España de uno a otro mar, se hallaba bajo el mando de los respectivos comandantes generales, y en todo él se habia restablecido la tranquilidad y asegurado el dominio español, terminados los acontecimientos de que nos hemos ocupado en el capítulo anterior.

La comandancia general de la Nueva Galicia habia quedado reducida a las intendencias de Guadalajara y Zacatecas, desde que como hemos dicho, Calleja separó de ella las de Guanajuato y Michoacán, que Venegas habia puesto bajo el mando de Cruz. Aunque este general habia conseguido reprimir la revolución en las dos provincias que estaban bajo su autoridad, habian quedado algunas partidas en la frontera de Sinaloa y en el distrito de Colotlan, intermedio entre ambas, y en mayor número y de mas consideracion al Sur y Oriente de Guadalajara, comunicándose estas con las de las provincias de Michoacán y Guanajuato.

Frecuentes eran los reencuentros con las diversas secciones de tropas destinadas por Cruz a la persecucion de aquellas (2), y aunque casi siempre la ventaja quedaba por los realistas, que muchas veces cogian a los capataces de las cuadrillas de insurgentes, que eran inmediatamente fusilados, a veces también sufrían reveses, de los cuales fueron de mucha consideración los experimentados en las márgenes de la laguna de Chapala y en la isla de Mescala, que es un peñasco casi sin fondo en sus riberas, situado en ella a dos leguas de distancia de la orilla septentrional, frente al pueblo del mismo nombre (3).

Desde Noviembre de 1812, el comandante de la Barca D. José Antonio Serrato, atacó en el pueblo de S. Pedro Ixican en la márgen de la laguna, no lejos de donde vuelve a tomar su curso el río Grande o Tololotlán dirigiéndose al puente de Guadalajara, a Encarnacion Rosas, a quien desalojó del lugar cuyas casas comenzó a quemar, pero unido Rosas con José Santa Ana, volvieron ambos sobre Serrato, a quien derrotaron quitándole muchas armas. Animados con tan feliz principio, atacaron en Poncitlan al comandante Hernandez a quien pusieron en fuga, y lo mismo hicieron con el cura Alvarez que vino a situarse en aquel punto, el que salió herido en la refriega. Cruz entonces intentó hacer un ataque más formal contra la isla, a donde se retiraba Santa Ana y desde la cual, dirigido por el presbítero D. Márcos Castellanos, salía cuando la ocasión se presentaba a hostilizar a las riberas, y a proveerse en ellas de leña y víveres, y con este fin hizo preparar en Ocotlan siete canoas, y mandó construir en S. Blas una lancha y algunos botes, cuya llegada esperaba (4), habiendo dispuesto para contener las excursiones de los de la isla, que se situase en el pueblo de Mescala con su división el teniente coronel D. Angel Linares. Este hizo conducir las canoas a la laguna, y habiendo embarcado en ellas su tropa el 27 de Febrero para hacer un reconocimiento, se acercó tanto a la isla que hubo de empeñar el combate, en el que pereció él mismo con varios oficiales y veintitres soldados, no habiendo escapado mas que tres canoas y en ellas el oficial Galli que llevó la noticia (5).

En esta ocasión murió D. Pablo Bustamante, jóven de grandes esperanzas, de una familia muy distinguida de Guanajuato, pariente de Linares a quien acompañaba en clase de voluntario (6).

Cruz, lleno de sentimiento, dió parte al Virrey de este desagradable suceso en oficio reservado del 27, temiendo las consecuencias que podrian resultar, y para precaverlas puso una división en observacion, y formó una escuadrilla a las órdenes del teniente de fragata D. Manuel de Murga, no obstante lo cual Santa Ana con sus valientes indios continuaba sus salidas, atacando diversos puntos de la costa.

El brigadier Negrete intentó tomar la isla a viva fuerza, atacándola con las lanchas y canoas, colocando artillería en dos de estas atadas entre sí; pero el resultado fue funesto, perdiendo un cañón, bastante gente y siendo herido el mismo Negrete, que quedó sin dos dedos de una mano (7) .

Desde entonces no se volvió a intentar nuevo ataque, reduciéndose a un bloqueo por el cuerpo de observación establecido en Tlachichilco, que duró mucho tiempo y terminó con la capitulación de la isla, según en su lugar veremos.

Aunque Rayón habia nombrado comandante de todas las partidas de la provincia de Guadalajara a D. José María Vargas, apénas era conocido más que en los confines de Michoacán y todas obraban con independencia entre sí.

Vagaba por las inmediaciones de Zacatecas D. Víctor Rosales, y aunque perseguido por varias secciones de tropas, intentó apoderarse de aquella ciudad, persuadido de que seria bien recibido en ella por un religioso mercedario Fr. J. Porres, que se ofreció a adelantarse para facilitar la entrada, lo que no cumplió. Rosales, no recibiendo noticia alguna del religioso. se aventuró a entrar con unos doscientos hombres, y aunque el brigadier lrisarri tenia tomadas las medidas necesarias para la defensa, Rosales penetró en el interior de la ciudad, dividió su corta fuerza en tres secciones, con una de ellas atacó el cuartel de los Urbanos, se hizo dueño de dos cañones que en él habia, que abandonó teniendo que retirarse, cuando vió que la gente de la ciudad no se movia en su favor como se le habia hecho esperar. En su retirada fue perseguido por los realistas, que lo desbarataron enteramente (8).

Aunque como en su lugar hemos visto (9), Calleja y Cruz habian competido en mútuas atenciones cuando concurrieron en Guadalajara, cediendo el segundo el mando en jefe del ejército que le correspondia por su antigüedad, y continuando cada uno al frente de sus respectivas tropas; habia quedado siempre un fondo de tibieza entre ambos, que se hizo notar especialmente cuando Calleja fue nombrado Virrey.

Aumentóse el desabrimiento con la separación de las provincias de Guanajuato y Michoacán, que Venegas habia puesto bajo el mando de Cruz; pues aunque este habia manifestado la imposibilidad de atenderlas y en eso mismo fundó Calleja su providencia, todavía parece que Cruz llevó muy a mal esta y que la tuvo por un desaire. Nuevos incidentes hicieron mayor el disgusto: Cruz habia pedido sin interrupción que se le mandasen armas, no habiendo conseguido que se fabricasen espadas en Guadalajara sino muy imperfectas y quebradizas, y aun comisionó a un oficial llamado Peñúñuri para que las condujese, y habiéndoselas rehusado, se expresó en términos tan fuertes, que provocaron una reprimenda de Calleja. Cruz, ofendido por todos estos incidentes, y por la propensión natural a la independencia en todos los que ejercen una autoridad subalterna, acabó por hacer la suya absoluta e igual a la del Virrey. Dábasele el tratamiento de excelencia como capitán general de aquellas provincias; con motivo de la dificil comunicación con México, estableció en Guadalajara casa de moneda para no carecer de numerario para la circulación; la necesidad de hacer ir a S. Blas la nao de China para hacer su descarga en aquel puerto, por no poderla verificar en Acapulco, dió mucho impulso al comercio, que continuó fomentándose con los permisos para llevar efectos de Jamaica por la vía de Panamá, que aunque al principio se concedieron con cierto recato, vinieron a ser después un libre comercio por aquel puerto. Cruz atendió con esmero a la policía de la ciudad, que mejoró muy notablemente con obras de comodidad y ornato, por lo que su memoria, no obstante las vicisitudes políticas, se conserva con reconocimiento en aquella capital.

Por todos estos medios aquella provincia vino a ser no sólo independiente, sino rival de México, y estas semillas echadas muy de atrás, fomentadas por Cruz y muy desarrolladas en tiempos posteriores, han producido el funesto fruto de dar grande impulso al espíritu de provincialismo, que habiendo germinado en Guadalajara cuando apénas se habia logrado la independencia, ha hecho desvanecer los felices resultados que de esta hubieran podido esperarse, amenazando destruir la unidad nacional, y con ella la existencia de la nación.

En Michoacán no hubo acontecimiento notable, despues de los que hemos referido de la fuga de Rayón de Tlalpujahua y viva persecución que las tropas reales le hicieron; hácia el fin del año se le quitó el mando de la provincia al brigadier Sotarriva, que volvió a México por Querétaro, quedando encargado de él el teniente coronel Landázuri (e). En la provincia contigua de Guanajuato, el nuevo comandante general Iturbide, daba incesantes pruebas de su actividad.

Creyóse en principios de Agosto, que los Rayones iban a hacerse fuertes en la laguna de Yurira, restableciendo las obras destruidas de la isla Liceaga, y para impedirlo dispuso Calleja, que por un movimiento combinado entre las tropas del mando del mismo Iturbide, del de Ordoñez y las de Michoacón, se ocupase la isla, arrasando nuevamente sus fortificaciones y fábricas; concurrieron al efecto en Querétaro Iturbide y Ordoñez; cedió éste el mando al primero por sus mayores conocimientos del terreno, y ambos tuvieron una conferencia en Acámbaro con Sotarriva, que se dirigía a Valladolid conduciendo un convoy, quedando acordadas las disposiciones convenientes, para cerrar todos los caminos por donde podian huir los insurgentes, los cuales sin embargo abandonaron anticipadamente la laguna, con lo que Iturbide y Ordoñez salieron de Salvatierra en su alcance con sólo la caballería, dejando en aquella ciudad con la infantería al teniente coronel Orrantia, segundo de Iturbide. Este último, antes de marchar, hizo sacar del convento de S. Francisco al coronel insurgente Gonzalez, que con otros de su partido estaba oculto en él, y todos fueron pasados por las armas. Llegados ambos jefes a Yurira, destruyeron las fortificaciones comenzadas en la isla y volvieron a unirse con su infantería; más entre tanto Orrantia, informado de que el brigadier insurgente Rubí se hallaba en las inmediaciones del pueblo de Urireo, destacó una partida de caballería que logró aprehenderlo, y conducirlo a Salvatierra fue pasado por las armas (10).

Por otro movimiento combinado con las tropas de Nueva Galicia del mando de Quintanar, evitó el mismo Iturbide en Octubre la reunión que los Rayones intentaron hacer en Pénjamo de todas sus partidas, y de allí se acercó a Celaya y S. Miguel, en cuyas inmediaciones el indio Hilario Rodriguez habia entrado en la hacienda de S. Antonio, dando muerte al capitán Gallardo y a veintidos soldados que allí habia (11). Iturbide dispuso que Orrantia, desde Querétaro a donde habia conducido un convoy de platas, fuese en seguimiento de Hilario, con cien dragones en union de la partida que salió de aquella ciudad con igual fuerza a las órdenes de D. Manuel Fernandez de Quiros, y habiéndolo encontrado, fue muerto y su cabeza puesta en la plaza de S. Miguel (12).

El mando de la provincia de S. Luis y de la décima brigada, se habia dado al brigadier D. Manuel María de Torres Valdivia (e), recientemente llegado de España, y aunque casi toda estaba libre de insurgentes, en la contigua de Zacatecas, por la parte que eon ella confinaba, habia algunas partidas, y lo mismo sucedia, como muchas veces hemos visto, en el rumbo de Rioverde y riberas del rio de Tampico. En la de Zacatecas, reunidos varios jefes atacaron el 30 de Agosto el pueblo de Ojuelos, que fue defendido con bizarría por los realistas organizados en él, distinguiéndose por su valor y celo el cura D. José Pablo Moran; los insurgentes se retiraron hácia S. Felipe y la sierra llamada los altos de Ibarra, que forma la continuacion de la de Guanajuato (13).

En el rumbo de Rioverde, el brigadier Torres hacia perseguir con empeño a las partidas que se guarecian en la sierra Gorda, por los capitanes Montes y Covarrubias, quienes cogieron a varios jefes insurgentes, que fueron fusilados (14). La misma persecución se hacia por el lado de Toliman, por el activo comandante Bocanegra, cuyas tropas dependian de la comandancia de Querétaro; el brigadier García Revollo, que estaba al frente de esta, auxiliaba al mismo tiempo el tránsito de los convoyes y destacaba partidas en todas direcciones, hallándose en el punto central de la revolución en aquellas provincias.

La sección de Tula, bajo el mando del coronel D. Cristóbal Ordoñez, ponia en comunicacion la tierra adentro con la capital y ligaba las operaciones del valle de Toluca con las de las divisiones establecidas en los puntos antes ocupados por los Villagranes. El subdelegado de Huichapan D. Manuel de la Hoz, habia organizado compañías de realistas o patriotas en todos los lugares de su jurisdicción, y tanto Ordoñez como el mismo la Hoz, el comandante Claverino, los patriotas de Tlahuelilpan, D. Anastasio Bustamante, y el comandante de Cuautitlán D. Manuel Moreno, perseguian incesantemente a las partidas de insurgentes de todo el territorio, capitaneadas por diversos jefes, de los cuales los más conocidos eran Polo, Cañas, Atilano García, y Epitacio Sanchez. Este atacó a Cuautitlán e hizo prisionero a Moreno con otros nueve patriotas, quedando muertos diez y nueve, y el 22 de Noviembre fue fusilado en Colhuacan el mismo Moreno y ocho de los prisioneros, dejando vivo sólo a uno que se unió a Epitacio. Con tal motivo Ordoñez se empeñó en la persecucion de este, y habiendo cogido a uno de sus capitanes llamado Teodoro Lopez, lo mandó fusilar en Jilotepec, y lo mismo hizo en Ixtlahuaca el 3 de Diciembre con otros tres prisioneros (15).

En el valle de Toluca perseguian con igual constancia a los insurgentes, Concha, Amador, D. Matías de Aguirre, Revilla y otros oficiales, extendiéndose hasta Zitácuaro, cuya población se habia restablecido, y volvian a formarse en ella fábricas de armas y pólvora; para atacar esta villa, se reunieron en la hacienda de la Gavia con el capitán del fijo de México D. García de Revilla, que mandaba cien hombres de su cuerpo, Amador con sesenta fieles del Potosí, y el P. Campuzano con sus patriotas, y aunque encontraron bastante resistencia, se apoderaron del lugar, con la desgracia de que al destruir la fábrica de pólvora, se voló esta y fue abrasado Revilla, que murió en Toluca pocos dias después, siendo muy sentido por los suyos; entre los oficiales que Amador recomienda en su parte, se encuentra el nombre de Paredes, cadete del fijo de México, que dió entonces las primeras pruebas de su valor (16). En este ataque fue muerto el P. Ramos, con otros jefes de los insurgentes.

Estas excursiones sin embargo, no se extendian hácia el Sur más léjos que Zitácuaro, y aun allí era con harto peligro de ser envueltas y destruidas, habiéndose creido que lo habia sido esta de que hemos hecho mención, pues careciendo de noticias de ella por muchos dias, el comandante Guardamino hizo marchar a Aguirre en su busca, con la órden de que se retirase, por cuyo medio se supo el resultado (17).

El brigadier Castillo Bustamante dejó el mando de la división de Toluca, y en 5 de Agosto marchó a tomar el de Jalapa. Al fin del año fue a ponerse al frente de aquella division el de igual clase D. Ciriaco de Llano. García Conde no llegó a ir a Jalapa, y habiéndosele dado el encargo de pasar revista de inspección a las tropas que estaban a las órdenes de Arredondo, lo que tampoco tuvo efecto, fue nombrado intendente de Zacatecas, de donde pasó a serlo de Durango. Su hermano D. Alejo fue promovido algun tiempo despues, a la comandancia general de las provincias internas de Occidente, que dejó D. Nemecio Salcedo, para volverse a España.

Reservo para referir en su lugar, los sucesos importantes ocurridos en este periodo en el Sur de las provincias de México, Puebla y Veracruz. En la parte del Norte de las mismas, hacian la guerra a los insurgentes con vigor, Llorente en los llanos de Apan, y en la Huasteca Güitian, quien desde su cuartel de Huejutla, enviaba en todas direcciones partidas bajo el mando del activo P. Villaverde, del capitán Cuervo y otros, combinando sus movimientos con los de las secciones que operaban en la costa (18). En esta, el comandante de Tuxpan D. Bartolomé Argüelles, embarcó una parte de sus tropas en los últimos dias de Junio, a bordo de dos lanchas cañoneras y algunas canoas, con lo que se hizo dueño de la barra de Tecoluta (19) y el teniente de navío D. Manuel Gonzalez de la Vega (e), que le sucedió en Agosto y tomó el mando de la segunda division de milicias del Norte, ocupó a Papantla, punto principal en que se apoyaba la revolución en aquel rumbo, rechazó a Rincón que lo atacó en esta población, se apoderó del litoral, y en comunicacion con los patriotas de Zacapuaxtla y Tesiutlan, que entraron en Cuyusquihui prendiendo al P. Calderon, a quien condujeron a Perote, restableció el tráfico mercantil entre los pueblos del interior y la costa (20). Estos resultados, muy importantes por sí mismos, lo fueron todavía más, porque con ellos se impidieron del todo las negociaciones que Rayón intentó entablar con las potencias extranjeras, especialmente con los Estados Unidos.

Desde principios del año, habia sido enviado á aquellos Estados D. Francisco Antonio Peredo, con el objeto principal de proporcionar armamento (21), y se tenia extendido por la junta gubernativa, el poder que habia de conferirse a un ministro plenipotenciario que se habia de enviar con amplísimas facultades, acreditado en general para todas las naciones (22). Esta legación no se efectuó, por la disolución de la junta, cuando Sultepec fue tomado por las tropas reales; pero Rayón, en quien es menester reconocer el mérito de haber hecho todos los esfuerzos posibles para regularizar la revolución y hacerla triunfar, dispuso que Peredo, que habia regresado de su primera misión, volviese a salir, condecorado con el empleo de coronel (23), y con encargo especial de solicitar auxilios de los Estados Unidos y del emperador de Haiti Cristóbal (24).

En las credenciales que para todo esto se le dieron, y en las instrucciones que debia seguir, se echa de ver gran falta de conocimientos de las formas usuales, y también de la naturaleza del gobierno de los Estados Unidos, pero todo esto es disculpable, pues era la parte en que más ignorancia habia en el pais. En el primer poder, que no llegó a tener efecto, la junta hablaba en el supuesto, que formaba la base de la revolucion, de que no se trataba de desconocer los derechos de Fernando VII, en cuyo nombre está extendido aquel documento, sino de hacerse independiente de los habitantes de la península española, y el enviado habia de representar nada menos que a toda la América septentrional, estando autorizado para empeñar su erario, y celebrar tratados que la nación se obligaba a cumplir sin otra aprobación. Peredo estaba igualmente encargado de tratar con el arzobispo de Baltimore, en la suposición de ser legado del Papa para toda la América septentrional, con el fin de que se remediasen las necesidades espirituales que padecian los pueblos que estaban sometidos a los insurgentes, y por lo mismo sin comunicacion alguna con los obispos. Escribió tambien a aquel prelado con igual objeto el P. Fr. Vicente Santa María, a quien hemos visto complicado en la primera conspiración de Valladolid (25), conducido preso con este motivo a México, en donde logró evadirse del convento de S. Diego, que tenia por prisión, y de allí fue a unirse con Rayón (26).

Provisto de todos estos documentos, se dirigió Peredo a Zacatlán con órdenes de Rayón, para que Osorno le franquease todos los auxilios necesarios para que pudiese verificar su embarque por Nautla o Tecoluta, y este en el pasaporte que le expidió, recomienda a todas las autoridades, no sólo la importancia de la comisión de Peredo, sino también la reserva que era menester guardar acerca de ella, que era precisamente el modo de que no la hubiese (27).

Peredo fue también encargado por Rayón de asegurar las comunicaciones en la costa, para que pudiesen recibir por ella los auxilios de armas y municiones que iba a solicitar, y aunque hizo todo cuanto le fue posible para conseguirlo, viendo que los realistas habian ocupado a Tecolutla y Papantla, escribió a D. Nicolás Bravo y a Matamoros (28), pidiéndoles socorros de gente y armas para poder atacar a Tuxpan, y no habiéndolos obtenido, tuvo que renunciar a su viaje por falta de puerto y buque en que embarcarse, y se volvió a Zacatlan.

La comunicación con los Estados Unidos parece que hubiera sido más practicable, si Morelos desde Oaxaca hubiera hecho los esfuerzos necesarios para hacerse dueño de la costa de Coazacoalco y de Tabasco, lo que no estuvo fuera de su previsión, y teniendo en su poder la cantidad considerable de grana que tomó en aquella capital, hubiera podido dar en cambio aquel fruto valioso, por el armamento que hubiera recibido de aquellos Estados. Extraño es por otra parte, que los especuladores de aquel pais, tan vigilantes y activos en proporcionarse medios de lucrar, no hubieran intentado abrirse caminos para introducir armas y otros artículos de comercio, por los puntos que ocupaban los insurgentes.

Las comunicaciones por efecto de todas estas operaciones, aunque no se habian abierto se habian facilitado, y si bien los correos no habian podido seguir con regularidad cada quince dias en las carreras de tierra adentro y Veracruz, como Calleja habia querido establecerlos, la llegada de los convoyes a la capital y de unos puntos a otros, era más frecuente.

García Conde a su regreso de Valladolid a México, en donde entró el 3 de Octubre con su regimiento de dragones de Puebla, muy disminuido despues de tan larga y fatigosa campaña, condujo de Querétaro gran cantidad de comestibles, y en 18 de Junio salió un convoy escoltado hasta Puebla por el brigadier Sotarriva con un batallón de la Corona, con ocho millones de pesos para Veracruz, de donde regresó el 22 de Agosto, habiendo sido grande la pérdida sufrida en la tropa que lo condujo hasta aquella plaza, por efecto de la estación; los excesivos fletes que se pagaron por la carga que en él vino, dan idea de las dificultades que habia para la conducción de los efectos, pues fueron aquellos 180 pesos por carga de dos tercios por los abarrotes, y 200 por la de ropa (29).

Eran continuas las riñas entre los soldados de las tropas venidas de España y la gente del pueblo, especialmente en México, dando lugar a ellas las violencias que cometian los primeros, lo que terminó por un movimiento más sério sucedido en el barrio de S. Pablo el 17 de Octubre, que tuvo su orígen en una disputa entre tres soldados del batallón europeo de Castilla, acuartelado en el colegio de agustinos del mismo nombre del barrio, y dos milicianos; la gente del pueblo se agolpó a la defensa de los últimos, y los soldados de Castilla acudieron a sostener a sus compañeros (30). El motin se contuvo no sin algunos muertos, y para impedir su repetición en la noche, se pusieron sobre las armas todas las tropas de la guarnición y se tomaron otras medidas preventivas. El Virrey con este motivo mandó publicar dos bandos (31), por el uno de los cuales se impusieron penas muy severaS, de muerte o presidio, a los militares que se alejasen de las guardias y patrullas, o que cometiesen alguna violencia contra los paisanos; y por el otro se prohibió a estos andar a caballo sin licencia por escrito del Virrey, el uso del lazo (32) aun a los que la tuvieran y el porte de armas, inclusas las permitidas, sin más excepciones que la de las personas privilegiadas, así como también el insultar u ofender de cualquiera manera a los militares, todo bajo las mismas penas, y para asegurar más todavía la sumisión de la capital, Calleja dispuso reducir la fábrica de tabacos, edificio capaz, aislado y muy sólido, a forma de ciudadela, rodeándolo de fosos y muralla, y estableciendo en él la maestranza y talleres de la artillería, trasladando la fábrica de cigarros al hospicio de pobres y los almacenes de la renta a la antigua cárcel de la Acordada, que habia quedado vacía por la extinción de aquel tribunal (33).

Todo se hizo con la mayor precipitación, trabajando aun el dia de Todos Santos, y desde entonces la ciudadela, poco útil para contener un movimiento revolucionario en la ciudad, ha sido la cuna o el apoyo de casi todas las que en ella se han promovido después de la independencia, hasta que a la salida del ejército norteamericano que ocupo a México en 1847, ha vuelto a su antiguo pacífico destino.

En todos los sucesos que acabamos de referir en la parte del Norte de la Nueva España, la fortuna de las armas habia sido favorable a la causa del gobierno, con pocas y no importantes excepciones. Veámos ahora lo que en el mismo periodo acontecia en la del Sur, ocupada por las fuerzas de Morelos, lo que nos ofrecerá mayor interés, tanto por la importancia de los sucesos mismos, cuanto por el sistema y plan meditado a que están sujetos.

Dejamos a este general ocupado en el sitio de Acapulco, que emprendió el 6 de Abril (34). En aquel dia, antes de romper el fuego, intimó la rendición al gobernador D. Pedro Velez, quien contestó que sólo los bárbaros capitulaban; pero en el pliego que contenia esta respuesta, encontró Morelos un papel sin firma, de letra de Velez, en que le decia: Política y acertadas medidas, le harán llegar a V. al fin que desea (35).

Morelos dividió sus fuerzas en tres columnas, destinadas a apoderarse de las alturas y puntos principales que rodean la ciudad y el castillo: la primera, al mando de D. Hermenegildo Galiana, se dirigió al cerro de las iguanas; D. Julián Avila, que se unió a Morelos con la gente con que habia estado situado en el cerro del Veladero, tuvo el encargo de ocupar la casa Mata y cerro de la Mira, y el teniente coronel D. Felipe Gonzalez, con la escolta de Morelos, entró hasta las primeras casas de la ciudad, todo sin ninguna o con muy corta oposición.

Todas estas fuerzas no pasaban de mil y quinientos hombres, con algunas piezas de artillería de corto calibre, pues aunque Morelos sacó de Oaxaca tres mil de los primeros, hubo gran disminución en la marcha, y es ciertamente de admirar que con tan escasas fuerzas, emprendiese tomar una ciudad y un castillo, que estaban defendidos por noventa piezas de artillería y auxiliados por algunos buques. La ciudad quedó con esto rodeada por todas partes, y en los dias sucesivos se continuó el fuego sobre ella, al que correspondian el castillo, las obras avanzadas y el baluarte o fortin del hospital, guarnecido por cuatro cañones y cien infantes, a las órdenes de D. Pedro Ruvido (e). El dia 10 mandó Morelos ocupar la caleta, lo que se ejecutó sin resistencia, y el 12 se verificó el ataque de la ciudad, partiendo las columnas de los diversos puntos en que se habian situado en los dias precedentes; Avila fue herido de bala en una pierna a los primeros tiros y se volvió al Veladero. Al anochecer, la gente que defendia el fortin del hospital, intimidada con la explosión de una caja de municiones que se voló, abandonó aquel punto retirándose al castillo, y lo mismo hicieron los vecinos que pudieron de la población, la que fue entregada al saqueo, siendo tal el desorden de los vencedores y la embriaguez a que se entregaron, que si la tropa del castillo hubiera hecho entonces una salida, hubiera desbaratado fácilmente a toda la gente de Morelos. Este se apoderó del fortin llamado el Padrastro y de otras obras avanzadas, y mandó quemar las casas colocadas alrededor del castillo, cuya guarnición para impedirlo, hizo un fuego muy vivo sobre los sitiadores (36).

Morelos alojó su gente en las casas de la ciudad, aunque bajo los fuegos del castillo, lo que lo expuso a perder la vida, pues una bala de cañón que entró en la casa en que habitaba, arrebató de su lado a su ayudante D. Felipe Hernandez, dejando al mismo Morelos cubierto de la sangre de este oficial. Allí se le presentó Da. María Manuela Molina, india, natural de Taxco, que habia obtenido el empleo de capitana, dado por la junta, por haber levantado una compañía, con la que se halló en siete acciones de guerra, y marchó hasta Acapulco por solo conocer a Morelos, atraida por su fama y por la gloria que habia ganado con sus victorias (37).

Morelos habia tomado todas las medidas convenientes para apretar el sitio del castillo, pero poco progreso podia hacer careciendo de artillería de batir, y pudiéndose proveer la guarnición de leña y otras cosas necesarias de la isla Roqueta, que le franqueaba tambien la comunicacion con el mar, por lo que emprendió en Mayo hacer una mina que partia del fortin del Padrastro, la que consiguió avanzar hasta cien varas de la contraescarpa del foso, pero estrechado por la escasez de víveres y por las enfermedades que se habian declarado en su campo, celebró una junta de guerra para resolver lo que en tales circunstancias convenia hacer, en la que propuso el teniente coronel D. Pedro Irrigaray, como único medio de obligar al castillo a rendirse, la ocupación de la isla Roqueta, para privarlo de los auxilios que de ella recibia.

Dista esta dos leguas de la costa y estaba defendida por una compañía de infantería, tres cañones pequeños, dos lanchas, catorce canoas, y la goleta Guadalupe venida de Guayaquil que se habia armado, y tenia el mando el mismo Ruvido, que tan mal lo habia desempeñado en el fortin del hospital. Encargóse la empresa al coronel D. Pablo Galiana, sobrino de D. Hermenegildo, y a su segundo el teniente coronel D. Isidoro Montes de Oca, y fue tal el descuido de los que guarnecian la isla, que Galiana pudo hacer sin ser sentido cuatro viajes consecutivos, desde las once de la noche del 9 de Junio, con una canoa y transportar ochenta hombres de su regimiento de Guadalupe; atacó entonces a los realistas, que sorprendidos intentaron defenderse, pero con corta resistencia fueron todos hechos prisioneros, excepto unos pocos que pudieron huir en algunas de las canoas que escaparon. No hubo más muertos ni heridos por una ni otra parte, que una niña de la gente de Acapulco que habia huido a aquel punto, a la que alcanzó una bala, y otra que se ahogó. La goleta Guadalupe fue tambien cogida, aunque intentó huir.

La toma de la isla Roqueta ponia en muy apurada situación a la gente del castillo, pero afortunadamente para ella, se presentó en la costa el bergantin S. Carlos, mandado de S. Blas por Cruz con socorro de víveres. Morelos trató de atraerlo a que anclase en la Roqueta, haciendo pasar al comandante una carta supuesta del gobernador Velez; pero aunque se acercó a la isla, desconociendo el comandante, que era práctico en aquel puerto, a la gente que la ocupaba, desconfió y logró aproximarse al castillo, en el que desembarcó su cargamento; estando andado bajo los fuegos de aquel, lo atacó Galiana en la noche del 9 de Julio con dos canoas, pero fue rechazado con pérdida, y el bergantin, cumplida su comisión, volvió a salir para S. Blas.

Provistos por este medio los sitiados, el bloqueo se prolongaba interminablemente, por lo que Morelos se propuso pasar a Chilpancingo, a donde lo llamaban otras atenciones, dejando el mando a Galiana; más habiéndole manifestado este, que la empresa se frustraria del todo faltando él, por cuyo respeto sufrian todos las penalidades de tan largo asedio, hubo de permanecer y resolverse a hacer los últimos esfuerzos.

Aunque la guarnición del castillo no careciese de víveres, escaseaban algunos artículos de estos y faltaba enteramente la carne y la leña, habiendo tenido que suplir esta quemando todos los trastos inútiles, los cuales consumidos, se estaba ya en el caso de tener que encender el fuego con las puertas interiores; además, las enfermedades se habian aumentado y no quedaba en pié más que la gente precisa para el servicio, y este muy recargado. Morelos fue instruido menudamente del estado apurado de la plaza, por D. Lorenzo Liquidano, alias Tabares, que estaba desempeñando el empleo de oficial primero de la contaduría, el cual el dia 17 de Agosto, se fugó del castillo y se presentó en el campo de los sitiadores (38); este informó que una parte de los sitiados movidos por él mismo, estaban inclinados a capitular, pero que lo impedian Ruvido, el capitán Berdejo y otros, persuadidos de que no podian tardar en llegar el bergantin S. Carlos y la fragata Princesa, cuyos buques se alistaban en S. Blas de orden de Cruz para llevar auxilios, los que también les hacia esperar por tierra Reguera, quien habia salido del castillo y se hallaba nuevamente en la Palizada.

Morelos, teniendo muy adelantado el trabajo de la mina, pensó que debia aprovechar el momento para aumentar la consternación en que ya estaban los sitiados, y dispuso que para quitarles toda comunicación con el mar, aquella misma noche Galiana con una división escogida, rodease el castillo bajo sus mismos fuegos, a la derecha por el lado de los Hornos, miéntras que por la izquierda hacia lo mismo D. Felipe Gonzalez, hasta encontrarse con Galiana.

Esta arriesgada operación ejecutada con buen éxito, decidió al gobernador Velez a proponer capitulacion (39).

Habíase tratado ya de esta varias veces, y en una de ellas Morelos comisionó con este objeto al capitán Mongoy, el cual habló con Reguera que estaba a la sazón en el castillo, y habiendo pedido este que se comisionase a algún oficial de mayor graduación, Morelos mandó al canónigo Velasco, que estaba entonces en su compañía, sin que nada llegase a concluirse. La que se hizo fue la misma que propuso Velez y que Morelos admitió, con cortas modificaciones (40); en su virtud, la plaza fue entregada con toda la artillería, armas, pertrechos y municiones que en ella habia; a los europeos se les permitió retirarse a donde quisiesen, prestando juramento de no volver a tomar las armas en esta guerra, dándoles todos los medios necesarios para su viaje, y a los americanos, que eran los que componian la guarnición que pasaba poco de 200 hombres, se les concedió retirarse a clima más sano, pero no pasar a paises ocupados por los realistas, habiendo tomado muchos de ellos partido con Morelos. Este cumplió fielmente la capitulación, dando escolta a los europeos hasta la ribera derecha del Mescala; invitó a Velez para que se quedase con él, y habiéndolo rehusado le anunció que su fidelidad seria mal recompensada por el gobierno, el cual le hizo formar consejo de guerra, como él mismo lo pidió para vindicarse, y no fue absuelto por una sentencia honorífica, hasta despues de su fallecimiento (41).

Bien que el sitio de Acapulco terminase de la manera más feliz para Morelos, él fue el orígen de todas sus sucesivas desgracias. Habiendo empleado en la marcha desde Oaxaca a aquel puerto y en las operaciones del sitio, todo el tiempo transcurrido desde principios de Febrero a fin de Agosto, dió a Calleja la inmensa ventaja de siete meses, los más útiles del año, para las operaciones de la guerra, durante los cuales pudo ejecutar sin oposición todas las partes de su plan, y habiendo destruido a los jefes más temibles de la revolución en la parte del Norte, quedaron libres su atención y todas sus fuerzas para ocuparlas en el Sur, mientras que Morelos consumió inútilmente todo este periodo en tomar una plaza enteramente insignificante y que le bastaba tener bloqueada, como lo habia estado desde el principio de la guerra. De allí se trasladó a Chilpancingo, y en su lugar veremos los asuntos de que iba a ocuparse en aquel punto.

El partido realista, que parecia extinguido en la costa chica, con las derrotas que a principios del año sufrieron Rionda, Páris, Reguera, Armengol, y los demás jefes que lo sostenian, habiendo mandado contra ellos Morelos despues de la toma de Oaxaca a D. Miguel y D. Víctor Bravo (42), volvió a reanimarse durante el sitio de Acapulco. Páris y Reguera se retiraron a aquella plaza (43), en la que el primero falleció el 15 de Abril, pero Reguera volvió a la Palizada (44), con el teniente D. Luis Palanca, reuniéndosele luego muchos individuos de aquellas compañías, que tenián ocultas sus armas. Morelos habia dejado en observación al teniente coronel D. Vicente Guerrero, en Cuautepec, y el comandante de Oaxaca, Rocha, destacó al de la misma clase D. Manuel Terán, para que cubriese los puntos que habian quedado expuestos a ser atacados, a consecuencia de haber sido batido en S. Pedro Mixtepec D. Antonio Sesma, por Armengol y por otro jefe de los realistas llamado Arrázola, mas conocido con el nombre de Zapatilla (45); Reguerra atacó a Guerrero el 1° de Julio (46) y habiendo sido rechazado se retiró a Cruz grande en la costa, donde estableció su campo; Guerrero le ofreció el indulto, imitando lo que los realistas hacian, a lo que Reguera contestó con desprecio. Terán fue atacado en el trapiche de Santa Ana el 16 de Agosto (47), y el 25 de Septiembre se apoderó del pueblo de Tututepec (48),y continuó persiguiendo a los realistas, cuyo capitán Armengol fue muerto; pero el 5 de Noviembre, el pueblo de Ometepec, el más considerable de aquellos contornos, se declaró por la causa real, y Reguera entró en él el dia 10, siendo recibido con el mayor aplauso; reunió unos trescientos hombres con ochenta armas de fuego, tomó algún dinero y municiones, organizó aquellas compañías de las milicias de la costa, y seguro del espíritu de aquellos habitantes, se creyó no sólo en estado de sostenerse, sino aun de amenazar a Oaxaca.

El Virrey, segun el plan de operaciones que tenia formado, situó en Taxco una división de observación, bajo el mando del brigadier D. José Moreno Daoiz, quien estableció su cuartel en Tepecuacuilco, y las partidas que de ella dependian extendian sus excursiones hasta la ribera derecha del Mescala (49), encontrando aquellos pueblos cansados de las calamidades de la guerra y deseosos de que se estableciesen fuerzas capaces de protegerlos, lo que dió motivo a que el Virrey hiciese publicar en la Gaceta del gobierno una acre censura contra los propietarios, que remisos para la defensa de sus propios intereses, no se apresuraban a coadyuvar a la organización de cuerpos de patriotas, en los lugares que estaban libres del dominio de los insurgentes. En otras acciones dadas por los comandantes de los pueblos inmediatos al rio, fueron también batidos los insurgentes, y en Septiembre ocupó a Teloloapan el capitán D. Manuel Gomez Pedraza, de quien Moreno Daoiz hizo muchos elogios (50).

El teniente coronel Armijo, comandante de Izúcar, dirigia desde aquel punto los movimientos de las partidas que estaban bajo su mando; una de estas, a las órdenes del capitan D. Domingo Ortega, entró en el mes de Febrero en Acatlán, sorprendió a los insurgentes que allí estaban, y saqueó el pueblo (51). Otra sección, mandada por el capitán de fieles del Potosí D. Juan Bautista Miota, que se habia hecho conocer ya, por haber cogido en el monte de las Cruces la correspondencia de los Guadalupes que Lailson conducia (52), atacó el 20 de Agosto en las inmediaciones de Piaxtla al regimiento de S. Lorenzo, bien armado y disciplinado por su coronel D. Ramon Sesma, quien no se halló en la acción; el teniente coronel Ojeda que en ella mandaba fue muerto, y tambien un P. franciscano que hacia de capellán, y el cuerpo quedó enteramente desbaratado (53).

Matamoros, que desde su regreso de la frontera de Guatemala habia permanecido en Oaxaca, curándose de una contusión recibida en una pierna, en la acción de Tonalá, dejó aquella capital, dirigiendo una proclama a sus habitantes el 10 de Agosto (54), y puso su cuartel general en Tehuicingo, con el objeto de reparar este revés y aprovechar la primera oportunidad que se le ofreciese para recobrar a Izúcar. Las tropas que mandaba, consistentes en el regimiento de infantería del Cármen y el de dragones de S. Pedro, estaban completamente uniformadas y armadas, y eran los cuerpos más disciplinados que habian tenido los insurgentes. Estos, por resultado de estas acciones, no habian podido penetrar en los valles de Cuernavaca y Cuautla, y habian sido contenidos en la ribera izquierda del Mescala. Su posición y la relativa de las tropas del gobierno, están explicadas en el siguiente plan de operaciones, formado por Calleja, para la provincia de Puebla y rumbo del Sur, que existe entre los papeles de la secretaría del Virreinato (55).

Dice así:

El enemigo ocupa con varios cuerpos, que disminuye o aumenta según las ocurrencias, una línea que se extiende desde Chilpancingo al puente del Marques sobre el rio de Puebla (56), distante treinta leguas de aquella capital, a la que amenaza, igualmente que a Izúcar, Cuautla, &c. De la misma línea, según noticias, ha destacado un cuerpo al socorro de Coscomatepec, sitiado por nuestras tropas.

Las fuerzas de su izquierda, apoyadas en Chilpancingo, pueblo fortificado en el estrecho de una barranca, se han disminuido para reforzar su derecha, en la que parece está dispuesto a obrar.

Nuestra línea, casi paralela a la suya, se extiende desde Tepecoacuilco, en que apoya su derecha, hasta Izúcar y Puebla en que termina su izquierda.

Ella consta de tres cuerpos: el de la derecha, a cargo del Sr. brigadier D. José Moreno Daoiz, con cerca de dos mil hombres entre infantería y caballería y seis piezas; el del centro, al del teniente coronel D. José Gabriel de Armijo, que podrá constar de mil y quinientos hombres, inclusas las tropas urbanas de su distrito; y el de la izquierda, al del Sr. coronel D. Luis de la Aguila, con cerca de tres mil hombres y un suficiente número de piezas.

De la guarnición de Puebla, sus destacamentos, patriotas, recogiéndolos todos y auxilios que reciba de Jalapa y de esta capital, de donde salen en esta fecha un batallón de infantería y un escuadrón de caballería, ambos de corta fuerza, debe formarse otro cuerpo lo mejor organizado posible, que mandará en persona el Sr. comandante general del Sur, a cuyas órdenes estarán los de Armijo y Aguila, quedando independiente el del Sr. Moreno, por su distancia y mayor inmediacion a la capital de México.

El objeto principal y preferente debe ser, el que cada uno de estos cuerpos esté organizado, disciplinado y provisto de cuanto pueda necesitar y proveerle (57), las estrechas circunstancias y escasez de casi todos los pueblos de este pais arruinado, exigiendo de ellos los víveres y contribuciones con la posible equidad y moderación, en caso que ella baste para surtirlos; pero valiéndose de la fuerza, si la moderación no alcanzare.

A cada uno de estos cuerpos se agregará el todo o parte de los patriotas de su distrito, así para aumentar su fuerza, como por evitar que se dispersen. A los pueblos que no queden defendidos, se les recogerán todos los caballos y armas que tengan sus vecinos, a quienes se satisfará su importe.

Si el enemigo diese tiempo, se empleará el que se necesite en organizar estos cuerpos, de modo que cada uno se halle con fuerzas suficientes para atacar con ventaja al enemigo, suspendiendo todo convoy, correo o destacamento que no sea muy preciso, y dedicándose sólo a este importante objeto, haciendo efectiva la responsabilidad de cualquier jefe u oficial que no se esmere en el cumplimiento de sus deberes.

Conseguido este objeto, hasta el punto que permita la posibilidad, obrarán de concierto los cuatro cuerpos. El del Sr. Moreno llamará la atención del enemigo, amenazando su izquierda en Chilpancingo, apoderándose de este punto y del contiguo de Chilapa, si hallase oportunidad de hacerlo. El del Sr. Aguila, reuniendo cuantas tropas y patriotas existan en las villas, si lo creyere preciso, o dejando alguna guarnición en ellas, si se considerare con fuerzas bastantes para batir al enemigo, se situará en Tehuacán y lo atacará por su espalda en el puente del Marqués, en el entre tanto que el cuerpo que se forme en Puebla lo ataca por el frente. El teniente coronel Armijo dejará en Izúcar la guarnición que crea necesaria para poder sostener un asalto, proveyendo aquel punto de víveres, municiones y un buen jefe, y con la restante tropa se unirá a la division de Puebla si lo necesitare, o hará una diversión por la izquierda del Sr. Moreno con rumbo a Chilapa, si la división de Puebla no exigiese su auxilio, y en el caso de necesitarlo, preferirá esta a toda otra atencion.

La división del Sr. Aguila y la de Armijo, que obran a las órdenes del general del Sur, lo harán de concierto con la que este jefe mande, con presencia de los movimientos del enemigo.

El general tendrá muy presentes dos verdades, que sin riesgo de exponerlo todo, no deben separarse de su memoria y disposiciones: la primera es, la de que los cuerpos reunidos al cargo de sus jefes y oficiales, con disciplina y provistos de lo necesario, aseguran la victoria; y la segunda, que importa menos que los enemigos entren en pueblos que nosotros abandonamos, no siendo posible sostenerlos todos, que el que por cubrirlos, dividamos nuestras fuerzas, con riesgo casi evidente de perderlas todas.

Si por estos medios se consiguiese, como es probable, batir los cuerpos principales de Morelos y Matamoros, queda a la prudencia del general y de los respectivos jefes de divisiones, el aprovechar los momentos y circunstancias que se presenten para perseguirlos en la buena estación a cualquiera parte donde se dirijan, y el destinar un cuerpo a la provincia de Oaxaca para apoderarse de ella, siendo del cargo del Sr. Moreno, según las mismas circunstancias, el recobrar a Acapulco, protegiendo a los fieles patriotas que se han sostenido en Ayuda, Ometepec y la Palizada.

México, Octubre 5 de 1813.
Calleja.

Para que este plan tuviese todo su efecto, el Virrey, que habia pasado revista en la plaza mayor de México, el 14 de Septiembre a todas las tropas de la guarnición de que se podia disponer, mandó salir para Cuernavaca el 16 del mismo mes a reforzar la división de Moreno Daoiz, el batallon expedicionario de Lobera, siguiéndole el 23 con el mismo destino un convoy considerable de víveres y municiones (58), pues por la escasez de los primeros en aquella parte de la tierra caliente, era necesario proveer de todo desde la capital a las tropas destinadas a operar en ella, y el 6 de octubre marchó a Puebla el batallón de S. Luis, llamado de los Tamarindos, y un escuadrón de los dragones de la misma Puebla. Con estas fuerzas fue el brigadier D. Ramón Diaz de Ortega, con una comisión, aunque desde entonces se supuso que el objeto era relevar al conde de Castro Terreño, de quien estaba descontento el Virrey (59). Sin embargo, las ocurrencias de la provincia de Veracruz de que vamos a ocuparnos, impidieron por entonces la ejecución de este plan.

D. Nicolas Bravo, después de haber detenido por largo tiempo la marcha del convoy que conducia Olazabal a Veracruz en Febrero de este año (60), se situó en Tlalixcoyan, desde donde se dirigió a Alvarado, con el intento de hacerse dueño de aquel puerto, que atacó vigorosamente el 30 de Abril, pero habiendo sido rechazado por el teniente de navío D. Gonzalo de Ulloa que mandaba la guarnición, se retiró a S. Juan Coscomatepec (61). El mando de la costa de Sotavento de Veracruz, se encargó poco tiempo después al teniente de navío D. Juan Topete, quien organizó fuerzas suficientes no sólo para la defensa de los puntos de la costa, sino para adelantar en lo interior, y con los destacamentos que oportunamente distribuyó, abrió la comunicación por tierra de Alvarado con aquella plaza y facilitó la provisión de víveres en ella, estableciendo por un reglamento que formó, el tránsito regular de los convoyes (62). Estos progresos de los realistas, dieron sin duda motivo a la representación que Rincón hizo contra Bravo, y que remitieron con recomendación a Morelos desde Oaxaca en 12 de Junio, Matamoros y D. Carlos Bustamante, pidiendo se le quitase el mando de aquel departamento y se le diese a Rincón, atribuyendo el deplorable estado en que las cosas se hallaban en aquella parte de la provincia, a la poca fortuna de Bravo, al odio que los costeños le tenian y al concepto en que estaban de que era traidor, y que por venalidad dejaba pasar los convoyes en el camino de Veracruz, agregando a esto los asesinatos que habia hecho cometer en porción de infelices, que fueron sin duda castigos por desordenes, lo que habia decidido a muchos a presentarse al indulto y alistarse bajo las banderas de los realistas. Esta representación, aunque por entonces no parece que fuese atendida, surtió después sin duda su efecto, habiendo sido removido Bravo del mando de Veracruz (63).

Era del mayor interés para la seguridad de las villas de Córdoba y Orizaba, y para la comunicación con Veracruz por el camino que pasa por ellas, no dejar a Bravo en posesión del punto ventajoso de Coscomatepec.

El coronel Monduy, que por las dificultades que habia experimentado en el tránsito desde Córdoba a Veracruz, con el convoy que condujo a aquella plaza en el mes de Marzo, conocia bien las ventajas que los insurgentes sacaban de aquella posición, a su regreso destacó desde Córdoba el 10 de Abril, al sargento mayor del batallón 1° Americano D. Antonio Conti, para que se apoderase de aquel punto, lo que hizo sin dificultad, no estando todavía fortificado, pero lo abandonó en seguida para volver a incorporarse al convoy (64). Ocurrió por aquel tiempo un incidente que no debe pasar en silencio, pues siendo tantos y tan frecuentes los hechos que aflijen a la humanidad, que es el penoso deber del historiador referir, no pueden omitirse aquellos pocos que la consuelan, y que proporcionan una especie de descanso al espíritu fatigado con la narración de tan repetidas atrocidades. Hallábase el pueblo invadido por la epidemia, que se habia ido extendiendo por todos los ángulos del pais, y sus habitantes carecian de todo auxilio para su socorro en tal necesidad; el cura, viendo perecer a sus feligreses, ocurrió al coronel Andrade, comandante de Orizaba, quien dispuso no solo que pasase a aquel pueblo el cirujano del regimiento fijo de Veracruz D. Antonio Flores, natural de Galicia, sino también que llevase la provisión de medicinas conveniente para el remedio de los enfermos (65).

Bravo, que estaba entonces en los veintiún años de edad, en el periodo del entusiasmo y de la resolución, determinó sostenerse a todo trance y comenzó a fortificar a Coscomatepec, que por su naturaleza proporcionaba hacerlo con facilidad. El coronel Aguila describe su situación en los términos siguientes, en su informe al Virrey de 2 de Octubre.

Cbscomatepec, dice, está fundado sobre una loma de tierras de acarreo del volcán de Orizaba. La figura del cerro es próximamente un cono truncado, en cuya sección está colocado el pueblo en direccion de E. a O; por el E, N. y S. lo cercan barrancas. La figura cónica del cerro les proporciona (a los sitiados) un corto recinto que defender, cuando nosotros (los sitiadores) hemos de ocupar mucho espacio para el ataque (66).

El conde de Castro Terreño dió orden en el mes de Julio al comandante de Orizaba Andrade, para que atacase aquel punto con una fuerza de 600 hombres; pero no pudiendo disponer de ellos sin dejar desguarnecida la villa y en riesgo de perderse los cuantiosos acopios de tabaco existentes en ella, tuvo una junta de guerra el 26 del mismo mes, en la que se acordó que marchase el teniente coronel Conti, con 350 infantes de aquella guarnición, 50 de la de Córdoba y ochenta caballos. Bravo tenia 450 hombres, casi todos desertores de las tropas realistas, y entre ellos mas de 100 de las europeas, en su mayor parte del batallón de Fernando VII. Conti se puso en marcha el 28, llegó al pueblo de Tomatlán a medio dia, y habiendo dado algún descanso a la tropa, se presentó delante de Coscomatepec y procedió al asalto, después de haber caido un recio aguacero. El choque fue vivo, habiendo llegado a cruzarse las bayonetas, pero Conti tuvo que desistir de su intento habiendo perdido alguna gente, y dejando algunas armas y dos cargas de parque, se volvió a Orizaba, en donde entró el dia siguiente (67).

Las noticias que sobre el estado de las fortificaciones dió un artillero de mar del navío Asia, llamado Andrés Lopez, que estaba con Bravo y se pasó en esta ocasión a los realistas, hicieron que Castro Terreño dispusiese formalizar el sitio, antes que aquellas se aumentasen, cumpliendo las órdenes de Calleja, quien aleccionado por el suceso de Cuautla, las habia dado muy estrechas para que no se dejase a los insurgentes tiempo de fortificarse en ningun punto. Con este objeto, hizo formar una división compuesta del batallón de Asturias y de destacamentos de otros cuerpos, cuyo mando dió al teniente coronel D. Juan Cándano, comandante del referido batallón, a la que se unió despues Conti con el suyo. Estas fuerzas ascendian, según el diario de las operaciones del sitio que Cándano formó (68), a poco más de 1.000 hombres, inclusos 150 dragones de diversos cuerpos, y 19 artilleros con 4 piezas de campaña con escasa dotación de municiones.

Con esta división llegó Cándano a la vista de Coscomatepec el 5 de Septiembre y tomó posicion el 6, estableciendo una cadena de puntos muy débil por la irregularidad del terreno, cortado con profundas barrancas, y emprendió por todo el frente de su línea las obras de fortificación necesarias, para seguridad de los puestos avanzados e interceptación de los caminos y desfiladeros que salian del pueblo. El ataque principal lo dirigió por el 0, en donde estableció una batería, y por el frente de esta comenzó a abrir un camino cubierto, con el ancho suficiente para pasar artillería, a fin de avanzarla para flanquear los dos baluartes y la casa fuerte que defendian la entrada del pueblo, que eran la parte más importante de las fortificaciones de este, consistentes en un cuadrado con terraplenes, en la iglesia situada en lo más bajo del lugar y fortificada que apoyaba en una barranca, y todo el recinto estaba cubierto por dos fosos.

Para ejecutar los trabajos del sitio, fue necesario sostener con las armas a la tropa empleada en ellos, y en el frecuente tiroteo a que esto daba ocasión, fue herido el mayor de Asturias D. Francisco de P. Caminero y otro oficial.

Los sitiados contaban con el auxilio exterior del cuerpo de caballería que mandaba Machorro, y teniendo los sitiadores que traer sus víveres de Orizaba, las escoltas que los protegian, tuvieron con aquel tres reencuentros muy empeñados. Habiendo recibido Cándano el 15 de Septiembre un refuerzo conducido por el teniente coronel Martinez, dispuso hacer el 16 un movimiento general de toda la línea; el sargento mayor Conti, atacó con su batallón 1° Americano por el camino de Huatusco; Fernando VII y Tlaxcala a las órdenes del capitán de granaderos del primero D. José de la Peña, hicieron lo mismo por el puente y camino de Tomatlán, amenazando al propio tiempo Cándano querer entrar por debajo de su batería, con los cazadores y granaderos de Asturias y los cazadores del 1° Americano.

En el ardor del ataque, los sitiados en un momento de sorpresa abandonaron algunos parapetos; pero habiendo caido heridos en el acto de asaltar los dos baluartes, el mayor Conti, el capitan de granaderos del 1° Americano D. Tomas Laiseca, el de cazadores de Asturias D. Mariano Severio y otros oficiales, amedrentados con esto los soldados, tuvieron lugar los sitiados, a la señal de un cohete, de volver a ocupar sus puntos y los asaltantes se vieron obligados a retirarse, habiendo sufrido una pérdida muy considerable. Los sitiados tuvieron tambien varios oficiales muertos y heridos. Después de este ataque desgraciado, Machorro se presentó delante del campo realista con su caballería el 27 del mismo mes, a la sazón que la mayor parte del batallón Americano, con su comandante accidental capitán D. Juan Rafols y cien caballos, habia marchado a Orizaba para conducir víveres y municiones.

Cándano, escaso de una y otra cosa, reducido a corta fuerza, con porción de heridos y enfermos, se veia amenazado por el frente por la caballería de Machorro, que habia obligado a replegarse con pérdida al destacamento situado en el rio, y por la espalda por la guarnición de la plaza, que lo insultaba no dándole más que dos horas de vida. La oportuna llegada de Rafols, obligó a Machorro a retirarse después de algún tiroteo, volviendo al pueblo la tropa que de él habia salido, sin que hubiese esta formalizado el ataque, según parece, por falta de municiones, que a haberlo verificado, este dia hubiera podido ser decisivo.

En estas circunstancias llegó a Orizaba a tomar el mando de las villas y del sitio el coronel D. Luis de la Aguila, conduciendo mayor número de tropa, artillería de más calibre, municiones y algunos víveres, aunque no en cantidad suficiente. Desde Orizaba informó al Virrey sobre el estado en que habia encontrado las cosas, diciéndole en oficio de 27 de Septiembre: Hoy llegué a esta villa de Orizaba, y mañana salgo para Coscomatepec, cuyo sitio se halla en el mismo estado que en el primer dia y hoy peor, porque la tropa se halla desanimada y cansada, y los enemigos se fortifican más y más; veré lo que puedo emprender y avisaré a V. E. bajo el principio de que es preciso atacar en regla. Han sido muy considerables las bajas ocurridas y la caballería acabó; los sargentos mayores Conti y Caminero, heridos levemente; el capitán de cazadores de Asturias, murió; el capitán Laiseca de América herido mortalmente, con otros oficiales. No puedo dar más detalle, ni he tratado más que de ir a S. Juan, donde las armas del Rey empañaron no poco su brillo.

En el mismo oficio expuso la dificultad que habia para proveerse de víveres, pues tenian que llevarse de Orizaba, estando el camino infestado de tal suerte, que no se podia intentar pasar por él con menos de 400 hombres.

Tomadas las medidas que creyó convenientes, y dejando el mando de las villas al teniente coronel Morán, después marques de Vivanco, pasó a Coscomatepec, a donde llegó el 29 de Septiembre, y pareciéndole muy oportuno todo lo que habia sido ordenado por Cándano, a cuyas operaciones, que calificaba de desacertadas, atribuia Castro Terreño el mal éxito del sitio, determinó seguir el mismo plan.

He continuado, le decia al Virrey el 2 de Octubre, la trinchera, que tiene ya dos retornos; esta noche desembocamos en el foso primero a cubierto, que no tienen defendido, y que quedará convertido en una excelente plaza de armas para la guardia de la trinchera; quedará construida la batería a unas cuarenta y cinco toesas (69) del ángulo saliente del frente atacado, y batirá de enfilada el frente adyacente. De aquí a ocho dias, habremos llegado a poder minar el ángulo citado, desembocando a la zapa en el segundo foso, único medio de poder conseguir algo, pues las piezas de a 8, no son capaces de destruir las obras. Tengo la fortuna de no haber tenido un herido. La empresa es difícil, y no lisonjearé a V. E. con su logro, pero el único medio racional es el adoptado; de todos modos, cuesta más de lo que vale.

Al mismo tiempo manifestó al Virrey, que era imposible evitar que los sitiados se fuesen si lo intentaban, porque la circunferencia del cerro es de más de legua y media por su base, y no se podia cubrir, no obstante haber llenado con talas el intermedio de los cuerpos y tener por todas partes guardias avanzadas por la noche a treinta varas del pueblo.

Llamó también la atención del Virrey, sobre lo conveniente que seria poner guamición en Huatusco, que dista cinco leguas de Coscomatepec y ocho de Jalapa, con lo que se lograria dejar asegurada a Córdoba y la derecha del camino al puente del Rey, y sin lo cual creia que la toma de Coscomatepec no seria de utilidad alguna.

Bravo, viendo por las disposiciones del nuevo comandante, que se preparaba a atacar el pueblo de una manera irresistible, escaseando de víveres (70) y de municiones, lo que habia ocultado a la tropa para no desalentarla, se resolvió a salir en la noche del 4 de Octubre, sin comunicar a nadie lo que pensaba hacer.

A las once de la noche, después de enterrada la artillería pequeña y clavada la grande, que eran dos cañones, hizo saber su resolución a la gente del lugar, y todos se decidieron a perecer o salir. Dejando entonces encendidas las lumbradas y atando perros a las campanas que se tocaban para las rondas, para que moviéndose para soltarse no cesasen de hacer ruido, y los sitiadores no entendiesen que habia sido abandonado el pueblo, aunque pudiesen sospechar que habia alguna novedad, salió con toda su fuerza en buen orden y todos los habitantes, y se dirigió a S. Pedro Ixhuatlán, pasando por el punto que ocupaba el destacamento del rio que Machorro habia obligado a retirarse; de allí bajó al pueblo de Ocotlán, donde descansó la tropa y llegó el tercer dia a Huatusco, sin haber sido molestado en el camino, aunque se destacaron en su alcance algunas compañías.

Aguila ocupó el pueblo el dia siguiente y lo mandó quemar y arrasar las fortificaciones (71); los soldados españoles, muchos de los cuales estaban contagiados del espíritu irreligioso e impío que habian propagado los franceses en España, fusilaron las imágenes de la Vírgen de Guadalupe que encontraron en el pueblo, y cometieron otros desacatos horrendos con ellas, a imitación de lo que los franceses hacian en las iglesias que profanaban, siendo esta una de las tristes consecuencias de haber pretendido constituir aquella santa imágen en favorecedora y como titular de la revolución.

Las tropas reales perdieron en este sitio, tiempo, gente y crédito, sin aventajar otra cosa, que apoderarse de un cerro que tuvieron luego que abandonar, verificándose los pronósticos de Aguila; Bravo adquirió mucha reputación, y habiendo atraido y ocupado por tanto tiempo en aquel punto las fuerzas de! ejército del Sur, destinadas a formar la división que habia de ocupar a Tehuacán, desconcertó enteramente las medidas de Calleja y dió motivo a consecuencias todavía más funestas, como vamos a ver.

Aguila regresó con su división a Orizaba; en esta villa habia ocurrido entre tanto, que una partida de insurgentes sorprendió el 5 de Octubre al destacamento que custodiaba la garita de la Angostura, del que no se salvó mas que el oficial que lo mandaba y un sargento, llevándose mil ochocientas mulas que allí habia destinadas a conducir tabaco, lo que dió motivo a que se le quitase el mando al coronel Andrade y se procediese a hacer una averiguación del caso, habiendo salido indemnizado.

Sabiendo Morelos que Bravo estaba sitiado en Coscomatepec, dió orden a Arroyo, que se hallaba en S. Andres Chalchicomula, para que marchase inmediatamente por el camino del volcán a auxiliarlo, con cuanta gente y víveres pudiese recoger (72); haciendo igual prevencion a las demás partidas de aquellos contornos, al mismo tiempo que Matamoros, a quien se presentó el cura de Coscomatepec y lo instruyó del riesgo que el pueblo corria de ser tomado, se puso en movimiento para socorrerlo.

Rabia salido de Orizaba luego que el sitio se terminó por la evasión de Bravo, un convoy considerable de tabaco al mando del teniente coronel D. José Manuel Martinez, custodiado por el batallón de Asturias con su comandante Cándano, y alguna caballería a las órdenes de Moran.

Matamoros tuvo aviso el 13 de Octubre, estando para marchar de la hacienda de S. Francisco a S. Andrés Chalchicomula, de que el convoy debia hacer noche en S. Agustin del Palmar, con lo que previno inmediatamente que el mayor de! regimiento de S. Pedro D. Rafael Pozos, Arroyo, Sanchez, y Vicente Gomez, fuesen a observar sus movimientos, para disponer con sus informes lo que creyese conveniente, yendo él mismo a situarse a la hacienda de S. Pedro, en la que dió una orden imponiendo pena de la vida al que volviese la espalda al enemigo, y tres carreras de baquetas por doscientos hombres, al que se entretuviese en coger alguna mula cargada, o en otra cosa que lo distrajese del combate (73).

Desde el lugar conocido con el nombre de la agua de Quechula, por una fuente que allí hay, se extiende por cosa de seis leguas un dilatado valle hasta S. Agustin del Palmar, estrechándose más o menos, por medio del cual va el camino que conduce de aquel lugar a Puebla. El convoy se puso en marcha el 14 de Octubre al amanecer, llevando a la vanguardia la caballería, tras de la cual seguian las mulas de carga, y la retaguardia la custodiaba Cándano con su batallón. Esta disposición del terreno y de la marcha del convoy, hizo que Matamoros se arreglase a ellas en sus providencias; viendo al amanecer el dia 14 el convoy extendido en todo el camino, dio orden al mayor Pozos, para que con la caballería del regimiento de S. Pedro dividida en tres partidas, atacara su retaguardia, y al teniente coronel del mismo D. José Rodriguez, para que con el resto del cuerpo pié a tierra unido a la infantería del Carmen, formando cinco guerrillas, atacase por todo el costado derecho la línea del convoy. Este siguió su marcha, y el comandante Martinez, sin tratar de auxiliar a la retaguardia vivamente atacada, previno al teniente coronel Moran que mandaba la vanguardia, que acelerase lo posible el paso, con lo que el cargamento de tabaco llegó con la pérdida de solo 75 cargas a Tepeaca.

Matamoros no se empeñó en seguirlo y dirigió todas sus fuerzas contra el batallón de Asturias, que cubria la retaguardia; el comandante Cándano, habiendo hecho formar un cuadro, marchó con este defendiéndose por espació de más de dos leguas, casi hasta desembocar del valle al llano de la agua de Quechula (74). Hizo entonces Matamoros situar dos cañones cargados a metralla, a la retaguardia de su caballería cubiertos por esta, la que hizo una retirada falsa, y seguida por las guerrillas que destacó Cándano a su alcance creyendo segura la victoria, abrió claros para descubrir la artillería, que hizo en aquellas tremendo estrago; las guerrillas en desorden volvieron sobre el cuadro, que se desordenó también y acabó de dispersarse, siendo cargado por la caballería de Matamoros; los soldados españoles, arrojando sus armas, se rindieron, gritando: viva la América, para mover la piedad del vencedor, y fueron hechos prisioneros. La pérdida de los realistas fue de 215 muertos, 368 prisioneros, entre estos el comandante Cándano, 2 capitanes, 13 subalternos, 32 sargentos y 9 cornetas y tambores, con 521 fusiles; la de los insurgentes fue mucho menor.

Matamoros hizo conducir los prisioneros a S. Andrés Chalchicomula, en donde celebró su victoria con solemne misa de gracias, Te Deum, y salvas de artillería y de infantería, estando formadas en el atrio de la iglesia las compañías de granaderos del Cármen. En seguida, mandó pasar por las armas al comandante Cándano y a otro oficial mexicano, pues aunque habia condenado a la misma pena al capitán D. Bartolomé Longoria, estando a punto de ser ejecutada, le concedió la vida a ruegos del cura y vecinos de S. Andrés, quienes aunque se interesaron por todos, no pudieron obtener el perdón más que de este. Los demás prisioneros fueron conducidos al presidio de Zacatula, y en el tránsito mandó fusilar Matamoros en el pueblo de Quesala a otro capitán, por haberse fugado después de puesto en libertad y aplicado a las armas (75).

D. Carlos Bustamante, que caminaba entonces a Chilpancingo, se encontró con ellos en Huajuapan, en donde los socorrió y obsequió a los oficiales en su mesa, de cuya buena acción tuvo algún tiempo adelante el premio.

Entre estos prisioneros se contaba D. Joaquin Rea, entonces muy jóven, por quien se interesó la familia de Bravo y lo detuvo en su casa en Chilpancingo, viniendo a ser después miembro de la misma, por haberse casado con hermana de D. Nicolás, y habiendo sido ascendido a general, ha prestado importantes servicios a la República.

Matamoros, sin intentar nada contra Puebla ni aun contra Izúcar, de que habria podido apoderarse fácilmente, pues habia quedado con muy escasa guarnición, volvió a ocupar su posición en Tehuicingo.

La toma de Acapulco, la resistencia gloriosa de Bravo en Coscomatepec, y la victoria de Matamoros en el Palmar, llenaron de satisfacción a los insurgentes, en especial a los que favorecian este partido en México y otras ciudades principales, y la circunstancia de haber sido europeas casi todas las tropas empleadas en el sitio de Coscomatepec, y serlo también el batallón de Asturias, que habia rendido las armas en el Palmar, lisonjeaba extremadamente el orgullo nacional, no dejando de comparar en el exceso del entusiasmo, el último de estos sucesos, a la batalla de Saratoga en los Estados Unidos, en que el general inglés Burgoine rindió las armas y quedó prisionero de los norteamericanos todo el ejército que mandaba. Por el contrario, el ánimo de los europeos se abatió en la misma proporción, y el Virrey temió las más graves consecuencias, hasta el punto de haber resuelto salir él mismo a ponerse al frente de las tropas y defender a Puebla, cuya ciudad creia en mucho peligro, habiéndolo detenido sólo los fundados temores que le expusieron las corporaciones mas respetables; dícelo así él mismo, en el manifiesto que publicó en 22 de Junio de 1814, y en el oficio que dirigió a Castro Terreño en 19 de Octubre, en el cual se expresa en estos términos: Me he impuesto de nuevo con tanta sorpresa como disgusto, por el duplicado de V. E. del dia 15, de la desgraciada acción de Martinez, sin ejemplo en toda la insurrección, y si la capital, que corre mucho riesgo de perderse en mi ausencia, no estuviese en tan evidente peligro, me hubiera puesto en marcha en el momento en que recibí la noticia; pero como su pérdida puede por su influjo en realidad y en opinión, causar la de todo el reino, y acaso decidir de su suerte, es de necesidad absoluta tomar medidas que la dejen asegurada.

En consecuencia le previno que reuniese todas las fuerzas que estaban a su disposición, sin embarazarse en abandonar puntos que no fuese de absoluta necesidad cubrir, y con ellas atacase al enemigo si habia una esperanza racional del triunfo, más si nó, deberia limitarse a la defensa de Puebla, entre tanto llegaban los auxilios que se le mandaban, y al efecto, con la actividad que Calleja sabia usar cuando el caso lo requeria, hizo marchar a aquella ciudad sin demora, el batallón de Castilla, las dos compañías de artillería volante venidas de España y doscientos dragones, a las órdenes de D. Pedro Zarzosa.

Con estas tropas y las que estaban de antemano en aquella provincia y en las villas, que eran casi todas las venidas de España, incluso en estas el batallón de Saboya, a las órdenes del coronel D. Melchor Alvarez que se hallaba en Jalapa, el ejército llamado del Sur, no bajaba de ocho a nueve mil hombres.

Calleja, haciendo uso de una renuncia que Castro Terreño habia hecho antes de la acción del Palmar, lo separó del mando dando por admitida su dimisión, y nombró para sucederle al brigadier D. Ramón Diaz de Ortega, que se hallaba ya en Puebla, como segundo del mismo Castro Terreño; este pidió que se le juzgase en un consejo de guerra, para lo cual Calleja no creyó que hubiese motivo, pero sí mandó procesar al comandante del convoy Martinez, al sargento mayor D. Francisco Avila, y al teniente coronel D. Rafael Ramiro, estos dos últimos por haber abandonado el convoy durante la acción. Martinez fue condenado por el consejo de guerra de oficiales generales que se celebró en la capital, a privación de empleo, declarándolo incapaz de obtener otro en el servicio militar, recomendando sin embargo, que por sus anteriores servicios se le confiriese alguno en la real hacienda que lo eximiese de la miseria; pero quedando todavía pendiente la calificación de un oficio irrespetuoso dirigido al Virrey por Castro Terreño, y las mútuas acusaciones entre este y el coronel Aguila, comandante de las villas, que se atribuian el uno al otro el funesto resultado de la acción del Palmar y la pérdida del convoy, el mismo Virrey dispuso que se volviese a juntar el consejo, el cual calificó de insubordinado y ofensivo el oficio de Castro Terreño, y en cuanto a Aguila, declaró que debia procederse a sumariarlo, siendo contrario en el último punto el voto del brigadier Espinosa Tello.

Pasadas todas las actuaciones al auditor, este opinó que a Martinez le comprendia un indulto publicado durante el largo tiempo que el proceso duró, por lo que debia ponérsele en libertad conservando su empleo, aunque con la calidad de no obtener mando alguno, hasta que diese pruebas de haber adquirido los conocimientos necesarios; en cuanto a Aguila, el auditor no halló motivo para que se le enjuiciase, y por lo respectivo al oficio irrespetuoso de Castro Terreño, habiendo resultado que lo habia puesto el Lic. D. Francisco Molinos del Campo que hacia de su secretario y que se hallaba a la sazón procesado por infidencia, se le condenó a destierro a las islas Marianas, que no llegó a efectuarse, y todo terminó con dar cuenta Calleja al Rey, remitiendo el voluminoso expediente que se habia instruido con oficio de 30 de Septiembre de 1815, manifestando en él, que no podia conciliar como habia de ser restituido Martinez a su empleo militar, sin ejercer el mando que era anexo a él; por lo que, y para evitar los embarazos que causa en cualquiera parte un jefe inútil, habia resuelto que permaneciese en la capital, hasta nueva disposición.

La resolución del Rey nunca se recibió, quedando todo en este estado, y Castro Terreño volvió a España algun tiempo después, harto desairado.

Calleja habia temido que Matamoros se dirigiese a atacar a Puebla o a las villas, y para evitarlo dió orden a Ortega, como ya la habia dado a Castro Terreño, para que reuniese un cuerpo de tropas suficiente para impedirlo; con lo que Matamoros se retiró hácia el Sur y Ortega se situó en Cuernavaca con una fuerza de cinco a seis mil hombres, que se disolvió, volviendo las tropas que lo componian a Puebla y a México, en vista de que Morelos no intentaba por entonces pasar el Mescala, quedando este rio como límite entre las fuerzas de uno y otro partido.

Morelos aumentaba y disciplinaba sus tropas, miéntras que el Virrey reforzaba la división establecida en Toluca; tenia situadas las de Moreno Daoiz y Armijo en observación sobre el Mescala, y preparaba en Puebla la expedición destinada a invadir a Oaxaca, cuyos habitantes, hostigados del dominio de los insurgentes, deseaban el restablecimiento de la autoridad real, y aun estaban algunos en comunicación con el Virrey.

Todo pues se preparaba para producir grandes resultados. diferidos por entonces por las diversas atenciones que ocupaban a Morelos en Chilpancingo, como vamos a ver en el capítulo siguiente.

Notas

(1) Véase la carta al fin de este tomo, y su explicación en la de las estampas, después del Apéndice. Por sernos imposible el reprodicir con la calidad debida el mapa correspondiente a la carta de que habla el señor Alamán, no la hemos incluido en la presente edición cibernética. Precisión de Chantal López y Omar Cortés.

(2) En las Gacetas del gobierno de Octubre de 1813, fol. 1085 a 1107, hay 44 extractos de partes de diferentes jefes, de otras tantas acciones dadas desde 22 de Febrero de aquel año a Agosto del mismo, contra los cabecillas o jefes de insurgentes, llamados los Reinosos, Regalados, Enrique Cortés, Aguilar y otros varios, aunque en este número se comprenden muchas de las provincias de Guanajuato y Michoacán, dependientes entonces de la Nueva Galicia. En las Gacetas de Junio de 1814, hay otros 39 extractos referentes a igual número de acciones, que son la continuación de las anteriores desde Agosto de 1813 a 3 de Febrero de 1814. En estas acciones no se comprenden las que no fueron felices para los realistas, de las que no se hace mencion. En una de estas excursiones murió repentinamente de un acceso de apoplegía, el coronel D. Manuel de Iturbe, gobernador de Colotlán y Nayarit, en las inmediaciones del pueblo de la Piedad.

(3) La relación que sigue de los sucesos de Mescala, es tomada de la que dió a D. Carlos Bustamante el mismo P. Castellanos por orden del congreso de Jalisco, y que aquel escritor publicó en el Cuadro histórico, t. 3°, fol. 87, al fin del cual se halla el mapa de la laguna.

(4) Parte reservado de Cruz al Virrey, de 27 de Febrero, copiado por Bustamante, Cuadro histórico, tomo 3°, fol. 91.

(5) Bustamante dice, segun los informes del P. Castellanos, que sólo se salvó una canoa con Galli, dos soldados y dos remeras. Sigo lo que dice Cruz, el cual en un oficio reservado no tenia para que ocultar la verdadera pérdida.

(6) Era hermano de D. Benigno Bustamante, a quien he tenido frecuente motivo de citar. D. Pablo y los oficiales que cayeron prisioneros. fueron muertos del modo más cruel despues de la acción.

(7) No he encontrado la fecha en que se verificó este ataque; en el Diario del secretario de Rayón se hace mención de él el 1° de Julio, con referencia a parte de Vargas, quien dice que la división de Negrete se componia de 600 hombres, muchos cañones y lanchas, y que perdió la mayor parte, lo que creo muy exagerado. El ataque debió ser a fines de Junio.

(8) Véase sobre esta entrada de Rosales en Zacatecas lo que dice Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 404, y el extracto de los partes de Cruz en la Gaceta de 16 de Junio de 1814, tomo 5°, núm. 586, fol. 663. Bustamante dice que el hijo de Rosales, niño de once años, fue cogido herido en el alcance, y que conducido a Zacatecas fue azotado y dos dias después fusilado, sacándolo en camilla a la ejecución. No he visto confirmada por otras noticias esta especie.

(9) Tomo 2°, libro 2°, cap. 70., f. 93.

(10) Gaceta de 14 de Septiembre, tomo 4° núm. 455, Col. 961, y de 16 de Noviembre, núm. 483, Col. 1190.

(11) Hácese mención de este suceso en el Diario del secretario de Rayón en el día 7 de Noviembre, con referencia a parte de D. Rafael Rayón a su hermano D. Ignacio, que estaba entonces en Chilpancingo.

(12) Gaceta de 13 de Noviembre, núm. 482, f. 1178, de 16 del mismo, 483, f. 1189, y de 18 de id., fol. 1196. Iturbide dice en su parte, que a Gallardo le díó Hilario una muerte cruel cortándole los brazos antes que la cabeza.

(13) Parte del brigadier Irisarri de 20 de Septiembre, Gaceta de 13 Noviembre, núm. 482, fol. 1177.

(14) Partes de Torres Valdivia, insertos en la Gaceta de 9 de Octubre, núm. 466, fol. 1048.

(15) Diario anónimo de sucesos de Ixtlahuaca. De estos tres prisioneros el uno se entró por equivocación entre los realistas, creyendo que la gente de Tlahuelilpan eran insurgentes; otro fue cogido con la remonta de Epitacio que tomó Ordoñez; y el tercero era un muchacho de doce años. Para disponer cristianamente a otros tres prisioneros que mandó fusilar Concha en el mismo Ixtlahuaca el 29 de Noviembre, se llamó al P. Campuzano, capitán de patriotas de Sultepec. Cuando fueron cogidos estos tres por Concha en la hacienda de S. Nicolás de los Carmelitas, estuvo cerca de caer en su poder el P. franciscano Luna, que se escapó con algunos otros, por la celeridad de su caballo.

(16) Parte de Amador de 14 de Octubre, Gaceta de 19 del mismo, núm. 470, fol. 1082.

(17) Gaceta de 12 de Octubre, núm. 467, fol. 1.058.

(18) Todo el tomo 4° de Gacetas que comprende de Julio a Diciembre de 1813, está lleno de partes de Güitian.

(19) Gaceta de 9 de Septiembre, núm. 453, fol. 943.

(20) Partes de Gonzalez de la Vega, Gaceta de 20 de Noviembre, núm. 485, fol. 1199 y siguientes hasta 1214.

(21) Todo lo relativo al primer viaje de Peredo, está tomado de la declaración que el P. franciscano Fr. Manuel Gutierrez Solana que lo acompañó, dió cuando se indultó en Valladolid en 26 de Diciembre de 1813, aunque parece que hay alguna incompatibilidad en las fechas, para combinarlo con su segunda salida. Dicha declaración está en el cuaderno 3° de documentos, unido a la causa de Rayón.

(22) Véase este documento señalado con el núm. 1, en el apénd. núm. 8.

(23) Se le expidió el despacho por Rayón en Tlalpujahua en 6 de Abril de 1813. Hállase en la causa de Rayón, cuaderno 2° de documentos.

(24) Véanse los núms. 2, 3 y 4, en el apéndice núm. 8.

(25) Véase tomo primero fol. 205.

(26) Llegó a Tlalpujahua, según el diario del secretario de Rayón el 10 de Febrero de 1813. Su carta al obispo de Baltimore está unida a la causa de Rayón.

(27) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 347, atribuye a la indiscreción de Peredo en hacer pública su comisión, y a su demora en embarcarse para llevar una cantidad considerable de vainilla el que se frustrase su viaje, del que por estas causas tuvo conocimiento el gobierno y tomo las medidas convenientes para impedirlo, ocupando los puntos de la costa por los cuales podia verificar el embarque.

(28) En la causa de Rayón se halla un largo oficio de Peredo a Matamoros, fecho en Misantla en 29 de Julio, exponiéndole la situación en que la costa se hallaba, y pidiéndole auxilios.

(29) Arechederreta, Apuntes históricos.

(30) Idem.

(31) En 24 de Octubre, insertos en la Gaceta de 26 del mismo, núm. 474, fol. 1107.

(32) El lazo habia venido a ser una arma formidable en manos de la gente del campo, que se servia de él con mucha destreza, para lazar desde a caballo a los soldados de infantería y arrastrarlos, lo que hacian también de noche en las calles de la ciudad.

(33) Arechederreta, Apuntes históricos.

(34) Véase el capítulo segundo de este tomo. Para la relación del sitio de Acapulco, tengo a la vista lo dicho por Morelos en su causa: Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 261; el Diario manuscrito de Rosains, publicado por el mismo Bustamante de que se hizo mencion, fol. 215 y el manifiesto del citado Rosains.

(35) Dícelo así Morelos en sus declaraciones, circunstancia que omite Bustamante en el Cuadro histórico.

(36) Para dar a conocer a mis lectores el estilo de Rossains en el diario de las operaciones de Morelos, copio en esta nota el artículo relativo á este suceso. Dice así:

Dia 18 (de Abril). Hoy desplegó todo el valor de estas tropas sin igual en el mundo; los ahogaba la cólera que en ellos excitaba la inmediacion del enemigo; la seguridad de que estaba rodeado de anchas paredes, de puentes fornidísimos y de dilatados fosos, los tenia ciegos, hasta que no pudiendo contenerse, se arrojaron como un torrente a las casas que estaban alrededor del castillo, menos de cincuenta varas distantes de sus cimientos. Temblaban los edificios y se cimbraban las montañas al estruendo horroso de los cañonazos; el humo denso desterraba las aves a los mas enmarañados breñales; con los silbos de las balas y trastorno de la atmósfera, corrian los animales medrosos, sin acertar con el término a que debian dirigirse, y hasta los peces parece que se sumergian, para no ver escena tan extraña. Sólo los valerosos americanos no se inmutan; cual corre con la tea, cual dispara el fusil, cual acude al cañón, cual acecha al que oculto quiere cortar las llamas, hasta que con formidable explosión, quedaron abrasadas aquellas casas, y la vista de sus cenizas abatió al enemigo y terminó los fuegos.

El resultado de toda esta pomposa descripcion es decir, que fueron quemadas unas cuantas casas, las más de ellas de paja, y que en esta operación y en uh reencuentro que hubo en la tarde, entre la tropa destinada por Morelos a apoderarse de un pozo inmediato al castillo, de donde este se proveia de agua y la que salió a defenderlo, tuvieron los realistas cuatro muertos y los insurgentes tres y dos heridos. Hay en este diario muchos trozos de igual extravagancia, como cuando refiriendo la toma de la ciudad el dia 12, hablando de sus habitantes, dice que Dios les endureció el corazón como piedra, y conduciéndolos su ira terrible a la ruina, palmoteó alegre al verlos perecer. El diario, que comienza con la salida de Morelos de Oaxaca el 9 de Febrero, termina con el artículo que acabo de copiar del 18 de Abril.

(37) Diario de Rosains, en el 9 de Abril.

(38) Todo consta en la declaración original de Liquidano, que tengo a la vista, tomada por Rosains, comisionado al efecto por Morelos.

(39) Todo lo relativo a la capitulación, está tomado de las declaraciones de Morelos.

(40) Véase esta capitulación, en el apéndice núm. 9. La copia tambien Bustamante, y puede verse lo que sobre ella dice, Cuadro histórico, t. 2°, f. 301.

(41) Velez era natural de la villa de Córdoba. Su conducta parece un poco ambigua en esta ocasión, según lo que se ha referido acerca de ella.

(42) Véase el capítulo segundo.

(43) Rectifíquese lo que en aquel lugar se dijo, sobre haberse retirado Páris a México, pues quien pasó a aquella capital fue Rionda.

(44) Véase el parte de Reguera, de 20 de Noviembre, Gaceta de 15 de Enero de 1814, tomo 5°, núm. 512, fol. 58.

(45) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 360.

(46) En el Correo del Sur, núm. 23, de 29 de Julio, está el parte de Guerrero, relativo a esta acción.

(47) Véase en el apéndice núm. 10, el pomposo parte de Terán, por este insignificante suceso. Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 360 dice, gue está escrito con bello laconismo.

(48) Correo del Sur, núm. 32, de 6 de Octubre.

(49) Gaceta de 10 de Agosto, núm. 438, fol. 827.

(50) Gaceta de 23 de Octubre, núm. 473, fol. 1097.

(51) En el Correo del Sur, núm. 12, de 13 de Mayo, se publicó una noticia de la ocupación de Acatlán por Ortega.

(52) Véase el fol. 97 del Libro cuarto.

(53) Gaceta de 28 de Agosto, núm. 447, fol. 894; id. de 2 de Septiembre, núm. 449, fol. 915, y de 21 del mismo, núm. 458, fol. 985. Bustamante, Cuadro histórico, tom. 2°, fol. 348.

(54) Se insertó en el Correo del Sur del 12, núm. 25. Bustamante dice que él la escribió.

(55) Lo ha copiado Bustamante, Cuadro histórico, tom. 2°, fol. 395.

(56) El rio de Puebla, y más generalmente llamado rio Poblano, nace en las montañas de Rio frio, pasa por Tlaxcala, donde toma el nombre de Zahuapan, y por el puente de Puebla en el camino de México. Sigue por la Mixteca, a incorporarse cerca de Tecosoutitlán, con el no menos caudaloso que se forma con todos los derrames de la serranía que corre desde el reverso del valle de Toluca hasta el pié del volcán de Popocatepetl, recogiendo todas las aguas de los valles de Cuernavaca y Cuautia. Entre ambos rios se halla situado el pueblo de Tesmalaca. Hasta su confluente corren los dos de Norte a Sur, con diversas inflexiones, pero desde aquel punto, con el nombre de Mescala, toma la dirección del Poniente hasta que vuelve a dirigirse al Sur para desembocar en Zacatula.

(57) Parece que debe decir y permitan.

(58) Arechederreta, Apuntes históricos manuscritos.

(59) Idem, idem.

(60) Véase el capítulo tercero.

(61) Parte de Ulloa, inserto en la Gaceta de 26 de Junio, núm. 419, fol. 648; el detalle no se publicó hasta Diciembre, en la Gaceta de 9 de aquel mes, núm. 494, fol. 1272. Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 328.

(62) Gaceta de 7 de Septiembre, núm. 452, fol. 935.

(63) Hállase original, en el cuaderno tercero de la carpeta primera de documentos, unidos a la causa de Rayón.

(64) Véase el detalle de la marcha de Monduy a Veracruz, Gaceta de 13 de Mayo, núm. 400, fol. 483. El del ataque de Coscomatepec se ofreció para la Gaceta siguiente, más no se publicó ni en ella ni en las posteriores.

(65) Gaceta de 24 de Abril, n. 392, f. 424.

(66) Esta misma figura cónica, es una prueba de que el cerro no es de tierras de acarreo, como Aguila dice, sino un volcán apagado, de los que se forman en las inmediaciones de los volcanes principales, y de que hay tantos en el valle de México.

(67) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 330, con referencia a noticias comunicadas por el general Bravo.

(68) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 332, y en el 334 copia el diario de Cándano, sacado del archivo general. Bustamante dice que la fuerza de Cándano era, según los estados que habia visto, de dos mil once hombres; podrá ser con los refuerzos que después recibió.

(69) Los ingenieros españoles hacían uso de las medidas francesas.

(70) Habia estado dando a la tropa por algunos dias ración de chayotes; vegetal de buen gusto, pero de poca substancia.

(71) Bustamante dice, que no quedó en el pueblo más que un enfermo que se olvidaron de sacar los de Bravo, y que Aguila lo mandó fusilar el dia siguiente. El hecho necesita comprobacion.

(72) La orden es de 21 de Septiembre en Chilpancingo, y la he visto original.

(73) Bustamante ha publicado en el Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 367 y siguientes, el parte original de Matamoros, fecho en Tepecuacuilco el 12 de Noviembre, con otros documentos originales, de que he hecho uso en la narración de este suceso, como me he valido también de los que publicó sobre el sitio de Coscomatepec. Las obras de este autor serian de mucha más utilidad que lo que son, si se hubiese limitado a este trabajo de compilación, publicando con fidelidad y exactitud los documentos que tuvo a la vista. Véase dicho Cuadro histórico, tomo 2°, desde el fol. 367 al 374.

(74) Yo he visitado todo este terreno. El nombre de Quechula, corrompido del mexicano Cuauquechola, es el de un pueblo inmediato al camino.

(75) Esto último no consta en el parte de Matamoros, pero sí lo declaró en su causa en Valladolid en 21 de Enero de 1814, cuya declaración se publicó en la Gaceta de 12 de Febrero de aquel año, n. 526, tomo 5°, f. 170.

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