Índice de La tercera campaña de Morelos y la Constitución de Apatzingan de Lucas AlamánPresentacion de Chantal López y Omar CortésCapítulo segundoBiblioteca Virtual Antorcha

La tercera campaña de Morelos
y
El Congreso de Chilpancingo

Lucas Alamán

CAPÍTULO PRIMERO

Publicacion de la Constitucion en México.- Juramento que prestaron de observarla todas las autoridades y corporaciones.- Libertad de imprenta.- Demora en su establecimiento.- Escritos que salieron a luz.- Elecciones populares para el ayuntamiento.- Alboroto del pueblo.- Suspende el Virrey con acuerdo de la audiencia. la libertad de imprenta y las elecciones.- Resultado de esta suspension.- Recíbese la noticia de la victoria ganada por los aliados en Salamanca y entusiasmo que excita en los europeos.- Efectos funestos y permanentes que produjo en México el establecimiento de la Constitucion española.


Con la correspondencia detenida en Veracruz, de que trajo Llano 42 cajones cuando regresó con el convoy que condujo a aquella plaza, recibió el Virrey Venegas en 6 de Septiembre de 1812 la nueva constitucion y la órden para publicarla y cumplirla. El 28 se anunció por bando real, con las prevenciones conducentes a la solemnidad del acto, y el 30 (1), reunidos en el salon principal del palacio el Virrey, audiencia, ayuntamiento y todas las demas autoridades y corporaciones que suelen asistir a tales ceremonias, se leyó la constitucion por un secretario del Rey, e inmediatamente el Virrey, audiencia y demas concurrentes, hicieron juramento de cumplirla ante una imágen de Jesucristo crucificado, colocada en una mesa delante del retrato del Rey, que bajo dosel estaba en la cabecera del salon. Al acabar de prestarlo, una salva de artillería y repique general de campanas lo anunció al público, que en gran número se hallaba reunido en la plaza y calles vecinas. En seguida, el Virrey con toda la comitiva pasó a la Catedral, donde se celebró la misa por el arcediano Beristain, quien despues del Evangelio hizo un discurso exhortando al fiel cumplimiento de lo que se acababa de jurar; cantóse con la mayor solemnidad el Te-Deum, y vuelto el Virrey al palacio, fue cumplimentado por todas las autoridades. En la tarde del mismo dia, el ayuntamiento se dirigió al palacio, de donde salió acompañando al Virrey con toda la comitiva que en él estaba esperando, y todos se colocaron en un magnífico tablado, prevenido junto a la estatua ecuestre que adornaba el centro de la hermosa plaza circular que entonces existia, frente a la puerta principal del mismo palacio: allí se leyó en voz alta la constitucion ante el inmenso concurso que se habia reunido, el que manifestó su gozo por repetidos aplausos: el Virrey y la audiencia echaron dinero al pueblo, y el repique general, la salva de artillería y el fuego graneado de todas las tropas de la guarnicion formadas al rededor de la plaza, aumentaron el regocijo público. El Virrey se volvió al palacio, pero el ayuntamiento con numeroso acompañamiento y lucida escolta, siguió al palacio arzobispal en donde estaba dispuesto otro tablado, en el que se repitió la lectura del nuevo código, y el cabildo eclesiástico que ocupaba los balcones, en los que estaba colocada la orquesta de la Catedral, arrojó igualmente monedas al público, lo que se repitió tambien despues de la tercera lectura hecha en el palco o tablado formado en las casas del ayuntamiento. El paseo, el teatro, la iluminacion de las calles, en las que estaban repartidas las músicas militares, completaron este alegre dia, que vino a servir de distraccion e inspirar esperanzas, en medio del triste estado en que el pais se hallaba.

Se publicaron luego los indultos concedidos por las cortes, el uno general y el otro a los militares desertores, y el Virrey con la audiencia hizo la visita de las cárceles de corte y de la diputacion con mucha prolijidad, dejando libres a todos los reos de diversos delitos a quienes aquella gracia comprendia, pero a ninguno de los que lo estaban por crimen de insurreccion. La visita quedó abierta para seguirla en las demas prisiones en los dias siguientes.

El 4 de Octubre prestó juramento el pueblo en todas las parroquias, 'asistiendo un regidor a cada una de ellas y celebrándose una lucida funcion, y el 5 lo hizo el ayuntamiento, solemnizándolo con iluminacion en la noche en las casas consistoriales, y una función de teatro gratuita al pueblo. Todos los tribunales, oficinas, comunidades religiosas de ambos sexos y cuerpos de tropa, siguieron haciéndolo en los dias inmediatos, compitiendo a porfia en la pompa y festejos con que lo acompañaban. Nunca los reyes habian sido jurados con tanta solemnidad, ni tan especialmente por todas las corporaciones. Veíanse aquellos batallones compuestos casi todos de mulatos, prestar con aplauso juramento a una constitucion que los privaba del derecho de ciudadanía; señal cierta de que ignoraban lo que juraban, o de que estimaban en muy poco los derechos que se les negaban y que no sabian conocer. La mas célebre de estas funciones militares fue la que hizo ei batallón 1° Americano: celebróse en el ejido junto al paseo nuevo, donde se habia dispuesto un salón de mucha amplitud para recibir a los convidados: aunque se habia publicado ya el bando, quitando la pena de horca, el patíbulo para ejecutarla estaba todavia levantado en la vecindad del salón, y juzgando su vista poco en consonancia con el objeto de la funcion, los soldados lo echaron abajo con gritos de alegría. Dióse una expléndida comida a toda la oficialidad de la guarnicion y personas distinguidas de la ciudad, y entre los repetidos brindis análogos a la circunstancia, el arcediano Beristain hizo que se abrazasen un mexicano de los dragones de España y un andaluz del batallón americano, teniendo en la mano el uno una copa de vino blanco y el otro otra de vino tinto, y que bebiendo estos licores mezclados, gritasen: Viva la union de ambas Españas (2).

Públicábanse con frecuencia bandos con las prevenciones necesarias para ir adaptando todo a las formas y lenguage del nuevo sistema. La plaza llamada hasta entónces Mayor, debia tomar el nombre de Plaza de la Constitucion, fijándose en ella una lápida con una inscripcion que así lo expresase; lápida que en España vino a ser la señal de guerra entre ambos partidos servil y liberal. La aduana, la casa de moneda, las rentas, todo habia de tomar el adjetivo de nacionales y no reales como antes se denominaban. La audiencia, reducida solo a las funciones de administrar justicia, dejaba de ser el consejo del Virrey: todos los juzgados privilegiados iban a cesar: las administraciones particulares de ciertos ramos de obras públicas, como el desagüe y otros, debian pasar a la diputacion provincial, y lo que en las circunstancias era mas importante, reducida la administracion de justicia a los tribunales ordinarios, debia cesar en su ejercicio la junta de seguridad, encargada especialmente de los procesos de los reos de infidencia. Cada una de estas novedades era de las mas trascendentales consecuencias, aun en tiempos tranquilos: ¿qué no debian producir todas juntas, en el momento de una revolucion como la que actualmente desolaba el pais?

Faltaban todavia las mas importantes, que eran el establecimiento de la libertad de imprenta y las elecciones populares para nombrar el ayuntamiento que habia de entrar en lugar del perpetuo, cuyas funciones cesaban. Aunque se habia declarado la libertad de la prensa desde los primeros dias de la reunion de las cortes que la reglamentaron por su decreto de 10 de Noviembre de 1810, no habia llegado todavia a tener efecto en México. Establecíase por el reglamento una junta de censura en cada provincia, compuesta de cinco individuos, dos de los cuales debian ser eclesiásticos, para examinar las obras que se hubiesen denunciado al poder ejecutivo o a las justicias respectivas, las cuales debian detener los impresos y recoger los ejemplares vendidos, si la junta, fundando su dictámen, juzgase que así debia hacerse, pero quedando al autor o impresor la facultad de pedir copia de la censura y contestar a ella, y si la junta insistia, podia aquel ocurrir a la suprema que debia residir cerca del gobierno, compuesta de nueve individuos, que era la que proponia a las cortes los sujetos pára las juntas de provincia, y cuyo fallo era decisivo. Habian sido nombrados para la de México el arcediano Beristain, D. José Maria Fagoaga, que aunque nacido en España era tenido por inclinado a la independencia, D. Pedro Fonte (e), entónces canónigo y juez de testamentos y capellanías que despues fue arzobispo, el regente de la audiencia D. Guillermo Aguirre (e) y el Dr. D. Agustin Pomposo Fernandez de San Salvador, que se habia hecho notable por sus escritos contra la revolucion, algunos vehementes y otros bajos y chocarreros. Echase luego de ver que este órden de juntas venia a ser insuficiente para el objeto, pues una junta en México no podia bastar para cuanto se imprimiese en Nueva España, y era un recurso muy tardío el de la junta suprema, residente en la península. El virrey, previendo que con la libertad de imprenta en las circunstancias en que el pais se hallaba, iba a darse grande impulso a la revolucion, se aprovechó para no establecerla, de un incidente de muy poca importancia: Aguirre habia muerto cuando llegó el nombramiento de la junta censara, y el Virrey, dando cuenta a la regencia, esperó a que se nombrase el individuo que habia de reemplazarlo, lo que la regencia no se apresuró a promover. Los diputados mexicanos en las cortes, vieron que los impresos que recibian de su pais llevaban la nota de haberse publicado con las licencias necesarias, y con esto y con lo que sobre ello les escribian, pidió Ramos Arizpe en la sesion de 16 de Enero de 1812, que se diese órden al Virrey de México, para que procediese sin demora a publicar el decreto que estableció la libertad de imprenta si aun no lo hubiese hecho, y no habiéndose aprobado, hizo proposicion Lopez de la Plata, diputado por Nicaragua, para que se preguntase a la regencia, si como informaban los diputados de Nueva España, no se habia dado cumplimiento en aquel reino al decreto referido (3).

Del informe de la regencia resultó, que aunque el Virrey habia avisado la muerte de Aguirre desde Marzo de 1811, en siete u ocho meses no se habia dado paso a reemplazarlo, con lo que Arizpe promovió se dijese al Virrey, que si no habia puesto en ejecucion el citado decreto, lo hiciese aunque no hubiese mas de cuatro vocales en la junta, pues con ellos y aun con ménos bastaba, y que la junta suprema de censura propusiese el que debia reemplazar a Aguirre (4). Aprobóse esta proposicion, aunque no sin empeñada discusion, en la que Arizpe dejó caer algunas expresiones de vivo sarcasmo contra el Virrey, y habiendo propuesto la junta al oidor D. Pedro de la Puente, las cortes lo nombraron, con lo que quedó removido todo obstáculo para el cumplimiento de aquella disposicion.

El Virrey entretanto habia hecho instruir expediente, consultando a los fiscales sobre la publicacion (5), y los tres, en consideracion a que las cortes al dictar aquella providencia en 10 de Noviembre de 1810, lo habian hecho sin tener conocimiento de la revolucion que habia estallado en Nueva España en 16 de Septiembre del mismo año, opinando que la libertad de imprenta podria ser muy dañosa en las circunstancias en que el pais se hallaba, propusieron se pidiese informes a los prelados eclesiásticos y jefes seculares de las provincias, y así se mandó. Los obispos de Puebla, Valladolid, Guadalajara, Yucatan y Monterrey, con el cabildo metropolitano de México, y los intendentes de Oaxaca, S. Luis Potosí, Guanajuato, Yucatan y Zacatecas, anunciaron claramente las funestas consecuencias que preveian habia de traer esta libertad en las circunstancias desgraciadas en que el reino se encontraba, persuadidos que la imprenta seria un vehículo fácil y seguro para que la revolucion se propagase, ganando muchos prosélitos. El comandante general de Nueva Galicia, Cruz, fue del mismo sentir, y solo difirieron el obispo de Oaxaca, arzobispo electo de México, quien dijo que habria opinado contra la libertad de imprenta antes de que se decretase, pero no despues, por las quejas a que su suspension daria motivo, y en el mismo sentido se explicó el intendente de Guadalajara: los de Veracruz y Valladolid estuvieron por la libertad, el primero cuando aun permanecia tranquila la provincia de su mando, y el segundo en el supuesto de que la junta de censura tenia facultad para castigar severamente a los que escribiesen papeles sediciosos, prometiéndose que la ilustracion que por la imprenta se esparciese, podria contribúir a contener la revolucion, que se habia propagado por las especies falsas y absurdas con que se habia logrado pervertir la opinion del pueblo.

En este estado, habiendo llegado la constitucion y la órden de la regencia de 6 de Febrero, a consecuencia de la proposicion de Ramos Arizpe aprobada en la sesion de 1° del mismo, opinaron los fiscales, que a pesar de los inconvenientes que se habian pulsado, habia cesado el motivo principal que habia habido para pedir los informes, que era que las cortes no podian tener noticia de la insurreccion a la fecha de su primer decreto, y que así por esto como porque la constitucion que se acababa de publicar establecia la libertad de la prensa, no pudiendo los tribunales suspender la ejecucion de las leyes, debia publicarse tambien esta. Hízose así, y el 5 de Octubre prestaron juramento en manos del Virrey los individuos de la junta de censura y entraron en sus funciones, nombrando por su presidente al arcediano Beristain, y por vicepresidente a Fagoaga.

Jamas en materias políticas se habia salvado un espacio tan inmenso en un solo salto. En América la imprenta estaba sujeta, no solo como en España a la inspeccion de la autoridad civil y eclesiástica, no imprimiéndose nada sin la licencia de ámbas, despues de un examen por personas comisionadas al efecto, y por cuyo informe constaba que lo escrito no contenia nada contrario a los dogmas de la santa iglesia romana, regalías de S. M. y buenas costumbres: sino que ademas no podia imprimirse libro alguno en que se tratase de cosas de Indias, sin previa aprobacion del consejo de estas, habiéndose mandado recoger todos aquellos que circulasen sin este requisito, en lo que habia habido tanto rigor que Clavijero, no pudo obtener permiso para imprimir en España en castellano su Historia de México, y tuvo que publicarla en Italia, en italiano: tampoco podian remitirse a Indias libros impresos en España o en paises extranjeros en que se tratase de ellas sin igual licencia, y para vigilar sobre el cumplimiento de estas disposiciones y de las que prevenian que no se llevasen libros en que se tratasen materias profanas y fabulosas e historias fingidas, se mandó especificar el contenido de cada libro en los registros para embarcarlos en España, y los provisores eclesiásticos y los oficiales reales debian asistir a la visita de los buques para reconocerlos (6), a todo lo cual se seguia la visita de la Inquisicion, y aunque en estas disposiciones hubiese alguna relajacion, no la habia habido en la última. Concedida ahora por el decreto de las cortes una libertad en que de hecho no habia casi limitacion, se habian tocado en un instante de tiempo los extremos mas distantes.

Así es que los mismos escritores que dieron el primer paso para hacer uso de la libertad, no se atrevian a creerla. El Lic. D. Carlos Bustamante, uno de los primeros que se presentó en la palestra, comienza el primer número del periódico que empezó a publicar con el título del Juguetillo, preguntando ¿Conque podemos hablar? Siguióle el Pensador mexicano, escrito por D. Joaquin Fernandez Lizardi, hombre obscuro y hasta entonces desconocido, al que se le quedó en adelante por sobrenombre el título de aquel papel. El editor del Diario que hasta aquellos dias no habia podido manifestar abiertamente su opinion, la que solo insinuaba por alguna insercion en doble sentido o por anécdotas de no dificil interpretacion, se resolvió a escribir sin embozo, publicándose ademas algunos otros papeles sueltos, principalmente sobre la cuestion entonces tan debatida del bando del Virrey de 25 de Junio de aquel año, sobre el fuero eclesiástico. Sin embargo, en estos primeros ensayos, fuése todavia temor o principios de decoro que estaban aun bastante arraigados, lo que pareció mas excesivo y desacatado, estuvo muy lejos de todo lo que hemos visto despues, obrando en aquella primera época los escritores movidos solo por lo que creían justo segun su opinion. Algun tiempo despues, hecha ya la independencia, los partidos se apoderaron de la prensa para sostener sus intereses, pero eran todavia intereses de partido. En estos últimos dias la prensa ha venido a ser un mero tráfico comercial: el impresor por sacar utilidad de su imprenta, establece un periódico y para redactarlo, ocupa á salario algunos jóvenes que han mal acabado sus estudios de jurisprudencia o medicina, y los que todavia podrian apenas defender un pleito o curar una enfermedad grave, se constituyen en directores pagados de la opinion pública que extravian a competencia, para hacer que tenga mas suscritores el periódico que redactan. Todas las naciones están siendo víctimas de esta plaga asoladora, y cuando la actual sociedad política haya sido del todo destruida, extinguiéndose entre las convulsiones horribles de la anarquía, arrebatada al exterminio por el desborde de la prensa periódica asalariada, las nuevas sociedades que se formen de las ruinas de las presentes y con los elementos de reaccion que la misma anarquía ha de producir necesariamente, preguntarán con asombro: ¿cómo ha podido ser destruida una sociedad que habia llegado a tan alto grado de civilizacion? ¿cómo han perecido naciones tan poderosas y florecientes? A lo que no habrá mas contestacion que la que Ciceron dió dos mil años hace a semejante pregunta, tomándola de los versos de Nevio: Influyeron en sus destinos en la tribuna y por la prensa jovencitos presuntuosos, ignorantes y novicios en el arte de gobernar las naciones (7).

Por bando publicado el 27 de Noviembre se asignó el domingo 29 del mismo para la eleccion popular de los electores que habian de nombrar los individuos del nuevo ayuntamiento. El contraste no era menos notable que el que hemos observado entre la libertad de imprenta y las estrechas restricciones que habian precedido en el uso de ella. Tan cuidadosa habia andado la antigua leislacion de Indias para evitar toda junta o reunion popular, que por una de sus leyes estaba prohibido fundar cofradías, juntas, colegios o cabildos de españoles, indios, negros, mulatos, u otras personas de cualquier estado o calidad aunque fuese para fines pios y espirituales, sin que precediese licencia del Rey y del prelado, presentando sus ordenanzas o estatutos al consejo para su apropacion, y aun obtenida esta, no se podian juntar, ni hacer cabildo o ayuntamiento, sino estando presente algun ministro real, nombrado por el Virrey, presidente o gobernador, y el prelado de la casa en que se juntasen (8).

Estas juntas así autorizadas y las de los gremios, para nombrar sus empleados, eran las únicas que se conocian, y la que ahora iba a celebrarse era una cosa enteramente nueva y desconocida.

Segun el cómputo de la poblacion de la capital, debían nombrarse en ella 25 electores, asignando dos a las parroquias de mayor número de vecinos y cuatro a la del Sagrario, para lo cual se dividió esta en cuatro secciones, con mesa electoral en cada una de ellas, aunque sin fijar la parte de vecindario que a cada una le correspondia. Dias ántes de la eleccion, cada partido repartió sus listas de los que queria sacar por electores, siendo en la del uno todos americanos y muchos de ellos conocidos por su adhesion a la revolucion, y en la del contrario europeos de los más distinguidos de su bando, con algunos mexicanos de los que les eran adictos. La votacion se hizo con el mayor desórden: no solo no se calificó si los que se presentaban a votar eran o no ciudadanos, y si estaban en el ejercicio de los derechos de tales, segun las distinciones odiosas que en la constitucion se habian establecido y de que no se hizo caso ninguno, sino que los mismos individuos votaron en diversas parroquias y secciones; dióse dinero a los cargadores de las esquinas para que repartiesen las papeletas con los nombres de los electores, y por ellas votaban los aguadores y muchachos sin saber siquiera los nombres que contenian, y otros refiriéndose al voto de los mismos que andaban en estos manejos, y que estaban presentes en las mesas electorales.

Por resultado de todo esto, el triunfo de los americanos fue completo, no habiendo salido un solo elector europeo (9), y con tal uniformidad en la votacion, como que era el resultado de las papeletas repartidas, que ninguno de los cuatro electores del Sagrario, salió con menos de cinco mil votos: parroquia hubo en que el número de votos excedió al de los vecinos.

Concluida a las ocho y media de la noche la computacion de los votos y declarado el triunfo del partido criollo, la alegria de los vencedores fue extremada: corrieron a las torres de la catedral y de las demas iglesias y soltaron un repique general, que vuelto a comenzar diversas veces, segun llegaban los grupos de gente que en desorden recorrian las calles, duró gran parte de la noche: los pelotones que vagaban por todas partes, se presentaron delante del palacio y pedian se sacase la artillería para hacer salva, lo que el Vírrey no permitió: a la cabeza de estas reuniones habia gente mas decente y algunos eclesiásticos, pues que segun hemos dicho la revolucion se sostenia por su influjo, y uno de ellos estaba en las torres de la catedral haciendo, se diesen los últimos repiques, cuando se presentó en ellas el secretario del Virrey para hacerlos cesar (10).

El dia siguiente se celebraron en las parroquias misas de gracias con Te Deum, a que asistieron los electores nombrados en cada una de ellas, colocándose en el presbiterio; al salir de la del Sagrario D. J acabo de Villaurrutia, que era uno de los nombrados en ella, el pueblo le quitó las mulas del coche y lo llevó estirando a su casa, en medio de los mayores aplausos; lo mismo hizo con el canónigo Alcalá, aunque lo resistia, y dos eclesiásticos con un hombre de la plebe que hacia de cabeza, se apoderaron de un coche para llevar en él a la iglesia de S. Miguel a D. Carlos Bustamante y al Dr. Sartorio, que fueron los electores nombrados en aquella parroquia.

El Virrey, temiendo que el alboroto produjese mas sérias consecuencias, mantuvo las tropas acuarteladas, y a las cuatro de la tarde se fijaron por el corregidor rotulones, mandando que todos se retirasen a sus casas, amenazando con que las patrullas que salieron de todos los cuarteles usarian de las armas, mas el pueblo obedeció y a la noche todo estaba sosegado. El resultado de las elecciones fue el mismo en Puebla, Toluca y otros puntos en que llegaron a celebrarse, manifestándose en todos la odiosidad a los europeos, en consonancia con los principios proclamados en la insurreccion.

Aunque en este movimiento popular no parece que hubiese un plan concertado de revolucion, y que solo fue un alboroto pasajero por un transporte de gozo excitado por el triunfo obtenido en las elecciones, los que lo promovieron intentaron sin duda aprovecharlo para miras mas avanzadas. Uno de los electores, que habia sido gobernador de la parcialidad de indios de S. Juan, D. Francisco Galicia, escribiendo a Rayon sobre lo ocurrido, le referia que el pueblo habia dado las pruebas mas decisivas de su entusiasmo proclamando a la América, a la junta, a cada uno de sus vocales, y pidiendo la muerte de los gachupines y que por falta de armas no pudieron acabar la obra; con cuya ocasion le pedia se acercase a México con sus fuerzas, proponiéndole que en ese caso, se presentaria al Virrey el mismo Galicia con su gente, pidiéndole armas para defender la ciudad; que si se las franquease, auxiliaria con ellas a Rayon, y si se las negase, se esforzaria a tomarlas por fuerza, y que si no lo conseguia, saldria a unirse con las tropas de Rayon, contando con catorce mil indios dentro de la capital y los mas que juntaria y prevendria para cuando el caso llegase.

Rayon muy satisfecho con tales disposiciones, las comunicó a su compañero Verdusco, manifestándole cuanto convendria estar prevenidos, para reunir una fuerza competente y aprovechar una coyuntura semejante (11).

El Virrey veia bien que las armas que la constitucion ponia en manos de sus contrarios eran tales, que era imposible sostener la guerra por mas tiempo, miéntras se les dejase el libre uso de ellas. Los insurgentes hasta entonces apenas habian podido servirse de la imprenta para propagar y sostener sus doctrinas; la constitucion les franqueaba todas las imprentas que habia, pues aunque los escritos subversivos y sediciosos estuviesen sujetos a la calificacion de la junta de censura, antes que esta recayese sobre ellos, ya habian circulado y producido todo su efecto. Habiase conservado la tranquilidad en la capital y en otras ciudades a fuerza de vigilancia y precauciones, pero las juntas populares para las elecciones la ponian en un riesgo inminente, y si habia podido calmarse el pueblo en la última conmocion suscitada por las elecciones de ayuntamiento, iban en breve a hacerse las de diputados, pues que concluida la constitucion habian sido convocadas las cortes ordinarias que debian reunirse conforme a lo prevenido en aquella, y el peligro podia ser mayor por la experiencia que los revolucionarios habian adquirido en el primer movimiento, siendo tal el temor que se tenia de la repeticion de estos, que habiéndose comenzado a instruir expedientes en la audiencia, sobre la nulidad de las elecciones y sobre el alboroto originado por ellas, los fiscales opinaron que se debia sobreseer en ellos, no obstante las razones evidentes de nulidad que aparecian, para evitar toda ocasion de nuevas reuniones y no poner al pueblo a esta otra prueba. Ni consistia el riesgo solo en el acto de las elecciones, sino que eran muy de temer los efectos de estas, en cuanto a los individuos que fuesen nombrados para componer el ayuntamiento.

Hasta entonces la ciudad de México, dividida en ocho cuarteles mayores y varios menores, estaba bajo la inspeccion de los alcaldes de corte, del corregidor y de los alcaldes ordinarios, que eran los encargados de los cuarteles mayores, de quienes dependían los de los cuarteles menores, sujetos siempre de confianza para el gobierno; pero segun la constitucion, tocaba al ayuntamiento auxiliar al alcalde en todo lo perteneciente a la seguridad de las personas y bienes de los vecinos, y a la conservacion del orden público, y ¿cómo confiar la conservacion de este, en circunstancias tan delicadas, a los que podian estar mas interesados en alterarlo?

Llegó entre tanto el 3 de Diciembre, dia de San Francisco Javier, que era el nombre del Virrey. Los electores nombrados, que se habian dado extraña importancia, fueron a cumplimentarlo con este motivo y los recibió con desabrimiento; el Pensador, que en sus números anteriores habia declamado contra el gobierno, y extendídose sobre todos los puntos de queja de los americanos, sosteniendo la necesidad de hacer un armisticio para oir lo que pedian los que estaban con las armas en la mano, y esperar sobre ello la resolucion de las cortes; en el de aquel dia en son de felicitar el suyo al Virrey, le dirigió la palabra, diciéndole que era un miserable mortal, un hombre como todos, y un átomo despreciable a la faz del Todopoderoso; que habia errado por la necesidad de oir el ajeno dictámen, pues las mas sanas intenciones las suele torcer la malicia, la ignorancia o la lisonja, y hablando despues sobre el bando de 25 de Junio, concluyó suplicándole a nombre del venerable clero y del pueblo cristiano, que se revocase, por haber sido la piedra de escándalo y la manzana de la discordia de aquellos dias.

No esperó mas el Virrey, y habiendo consultado al acuerdo con asistencia de los alcaldes del crimen (12), aunque después de jurada la constitucion no debia ya reunirse tal cuerpo, no teniendo la audiencia otras funciones que las judiciales; despues de una deliberacion de cinco horas, se decidió por los diez y seis individuos que concurrieron, que el Virrey debia suspender la libertad de imprenta, habiendo sido divergente el voto del fiscal Osés, que opinaba por el establecimiento en México de una junta suprema de censura, para no retardar el fallo definitivo sobre impresos.

En el bando que se publicó el dia 5, se fundó la suspension en los abusos que se habian cometido, y se mandaron restablecer las antiguas leyes y reglamentos, encargando a la junta de censura el exámen previo de los escritos que se tratase de imprimir, y reserVándose el Virrey restablecer la libertad de la prensa, cuando hubiesen cesado las extraordinarias circunstancias que le habian obligado a suspenderla. En el mismo dia se publicó otro bando, prohibiendo bajo la pena de diez años de presidio, repicar las campanas a vuelta de esquilas sin orden del gobierno y formar grupos de gente, quedando la fuerza armada encargada de disolverlos (13).

Este bando se publicó al anochecer, lo que llamó mucho la atencion, creyendo que se temia en aquella noche algun movimiento.

Las elecciones y el uso de la libertad de la imprenta en el poco tiempo que duró, señalaron al Virrey las personas que debia tener por peligrosas, y ser por lo mismo objeto de su persecucion.

Sin detenerse en las formalidades prevenidas para la calificacion de los impresos por la junta de censura, la de seguridad, que habia permanecido en ejercicio; a pesar de los reclamos de los scritores, hizo poner en prision al Pensador mexicano, que pocos dias despues quedó libre y continuó su periódico, hasta completar los números que habia ofrecido, aunque los siguientes fueron escritos ya en otro tono.

El alcalde de corte Villa Urrutia, que a consecuencia de la opinion que manifestó en las juntas convocadas por Iturrigaray, habia sido promovido a oidor de Sevilla, pero que habia ido quedándose en México, recibió órden de marchar inmediatamente a servir su empleo con un convoy que salió el 13 para Puebla, conduciendo tres millones de pesos, destinados a Veracruz.

D. Cárlos Bustamante, a quien por el título de su papel, llamaban el Juguetillo, para no correr la suerte del Pensador, se ocultó evitando así el ser conducido á la prision, para lo que se habia dado mandamiento, y en seguida salió de la ciudad y fue a unirse con Osorno en Zacatlan (14). Otro de los electores llamado Martinez, fue preso por acusársele o sospechársele de seguir correspondencia con los insurgentes, y otros varios fueron tambien perseguidos en adelante.

Aunque por entonces el Virrey nada manifestó acerca de las elecciones, al acercarse el fin de Diciembre, interpelado por el ayuntamiento que debía cesar para que aquellas se hiciesen, e igualmente por algunos de los electores, dispuso que quedasen suspensas, continuando hasta nueva órden el antiguo ayuntamiento, y tambien quedó sin efecto todo lo demas de la constitucion. Así fue que esta, jurada con tanta solemnidad y que lo fue hasta por las monjas y los cómicos, apenas permaneció dos meses en vigor, siendo lo mas extraño que, no obstante haberse suspendido su cumplimiento, todavía siguieron prestando juramento de observarla, con la misma solemnidad, las autoridades y cuerpos que no lo habian hecho.

La insurrecion recibió grande y poderoso impulso, tanto con la publicacion, como con la suspension de la constitucion. Una y otra cosa dieron pretextos legales en que apoyar el movimiento: con lo primero, los insurgentes en sus periódicos dijeron, que el pueblo americano no tenia mas lazos con el pueblo español, que la soberanía que habia reconocido en los reyes conquistadores de estos paises. Mudadas por las cortes las bases de la sociedad española, y despojados los reyes de la soberanía que ejercian cuando conquistaron estos reinos, la asociacion de estos pueblos con los de España para formar un pueblo soberano, era absolutamente voluntaria y no habia título ninguno para forzarlos á ella (15).

Suspensa despues la constitucion pretendieron, que debian armarse, por haberse violado las leyes que se acababan de jurar, y unas leyes de las cuales precisamente pendia la pacificacion de la América, pues con haber hecho observar la constitucion jurada, si no se extinguia, a lo ménos se calmaba en la mayor parte la revolucion (16), y Morelos escribiendo a Rayon, hablando de los españoles, decia: estamos acabando de ver la legalidad de su conducta; convocaron a elecciones para echarse sobre los electores en México; concedieron licencia de imprenta para aprehensar a los escritores; terminando conforme a su aficion de copiar textos latinos, con el siguiente: ¿Quid adhuc desiderare possumus? (17).

Las cortes pues habian puesto con la constitucion en manos de los insurgentes, una espada de dos filos que por cualquiera extremo que se tomase, conducia directamente a sus fines: si la constitucion se observaba, esta observancia era muy favorable a la revolucion, y si se infringia, servia de pretexto para ella.

El Virrey informó a la regencia de la suspension de la libertad de imprenta, dando razon en general de los motivos que habia tenido, pero sin remitir el expediente que se habia instruido.

La regencia le extrañó este procedimiento y mandó al consejo de Estado le consultase sobre la conducta del Virrey y audiencia, y sobre las causas que alegaban para haber suspendido la constitucion (18).

Los diputados americanos, alarmados por estas ocurrencias, presentaron el 11 de Julio de 1813 una exposicion firmada por treinta y uno de ellos, que leyó Ramos Arizpe, pidiendo a las cortes que la regencia diese cuenta de todo lo acaecido (19). Hízolo así el 23 del mismo mes, informando que el consejo de Estado consultaba, que era conveniente diferir el tomar resolucion, hasta tanto se recibiesen nuevos datos y aunque confesaba no resultar probado abuso grave de libertad de imprenta, era sin embargo de opinion, que seria peligrosísimo revocar la providencia de la suspension, la que debia subsistir hasta que las circunstancias variasen (20), habiendo sido en concepto del consejo, acertada y prudente. El único americano que a la sazon habia en el consejo de Estado, el conde de Piedra blanca, fue de parecer, que tanto el Virrey como la audiencia habian incurrido en responsabilidad, la que debia exigírseles en la forma prescrita por las leyes; pues si se comenzaba por autorizar las infracciones de constitucion en América, seguirian luego en España y en pos de ellas vendria la anarquía y la pérdida de la libertad. D. Antonio Ranz Romanillos, entonces consejero de Estado, y que cuando lo era de hacienda estuvo encargado en Sevilla por la junta central de presentar un proyecto de constitucion sobre el cual se formó el de las cortes, hizo voto particular opinando que debia suspenderse la libertad de imprenta en Nueva España, hasta que los disidentes hubiesen depuesto enteramente las armas, y fuese respetado y obedecido el gobierno establecido por la nacion toda (21).

La junta de censura de México dió tambien aviso a la suprema de Cádiz, de que el Virrey no la habia consultado para la suspension de la libertad de imprenta, ni se habian pasado a su calificacion mas que dos impresos, de los cuales uno era un Diario de México con un epigrama en que se decia, que muchos militares salian pobres a campañas y volvian ricos y sin heridas, sobre lo que hizo se diese una satisfaccion por esta injuria, y un número del Pensador, que devolvió por no habérsele pasado por el conducto debido. La junta suprema, en que habia dos o tres americanos, representó a las cortes en 24 de Julio, manifestando la escandalosa suspension de la ley de imprenta hecha por el Virrey y audiencia de México, a pretexto de abusos que a la junta parecieron muy pocos y bastante frívolos, sin duda porque como la audiencia decia en su representacion a las cortes, la distancia y el no tener presentes las circunstancias del momento, hacen ver y apreciar diversamente las cosas, y extendiéndose sobre lo peligroso que es que las autoridades subalternas se abroguen una facultad tan propia de la soberanía, como es suspender las leyes, concluia pidiendo se pusiese el remedio necesario, para que no se repitiesen tales atentados. Todo pasó a una comision cuya mayoría opinó como el consejo, que en México no debia haber, miéntras durase la revolucion, mas que un régimen militar y fue autorizarlo el no impedirlo. Las cortes y la regencia habian acabado por convencerse de que nada se adelantaba en las provincias sublevadas de América a fuerza de concesiones, y que si podia evitarse de alguna manera su pérdida, solo habia de ser obrando con energía y mandando el mayor número de tropas que posible fuese, dándoles para ello nuevo aliento el aspecto de los negocios en Europa.

Cuando mas agraviados y exasperados se hallaban los españoles de México, con los impresos que iban saliendo durante la libertad de la imprenta, tanto mayor fue el aplauso y entusiasmo con que recibieron las noticias de la batalla de Salamanca y sus consecuencias, que llegaron en aquellos dias.

Por la completa interceptacion del camino de Veracruz, las comunicó el comandante de Tampico D. Antonio de Piedrola, conduciéndolas el P. agustino Fr. Manuel Ugalde, que pudo atravesar con mucho riesgo por caminos extraviados por la sierra, entre las muchas partidas de insurgentes que en todas partes habia. Recibiéronse en México el 21 de Noviembre (22) y el 23 se celebraron con solemne misa de gracias, con asistencia de todas las autoridades, estando formadas en la plaza todas las tropas de la guarnición (23). Al religioso que las condujo lo nombró su provincia predicador jubilado, proponiéndolo para maestro supernumerario y para el primer curato que vacase (24).

Por efímera que fuese la duracion del régimen constitucional, que se fue conservando, aunque con muy incompleta observancia hasta que en España cesó, las impresiones que dejó en los espíritus fueron profundas y duraderas, porque fueron las primeras de esta naturaleza que recibieron, y funestos sus efectos que todavía se perciben. Aquel desórden extremo de las eleciones populares, fue la norma de todas las que durante algunos años se hicieron despues de la independencia, y cuando al cabo de mucho tiempo se logró darles alguna regularidad, esta se tuvo por restriccion de la libertad del ciudadano, y todavia en tiempos posteriores se ha vuelto al mismo desorden, como si se hubiese conseguido un triunfo en favor de los principios liberales. Los diversos grados de sufragio que la constitucion española establecia, han sido conservados en todas las constituciones sucesivas, y las elecciones pasando por todos ellos, vienen a ser el resultado de las multiplicadas confabulaciones entre los intrigantes de los diversos partidos, sin que el pueblo, cuyo nombre siempre se toma, tenga en ellas ni aun siquiera la parte de conocer a aquellos que se dicen sus representantes, viniendo a ser por esto del todo imaginario un sistema, para el cual no hay elementos ningunos en el pais en que se ha querido establecer. Las teorías lisonjeras que suponen que los cuerpos representativos se forman de los hombres mas distinguidos de la nacion por su probidad y por sus luces, los cuales animados de los mas puros deseos, discuten con libertad las materias que se someten a su exámen, para votar con acierto, lo que es mas ventajoso para el país, segun las luces que la deliberacion ha hecho nacer, todas se han desvanecido, cuando la experiencia ha manifestado, que no requiriéndose para ser diputado o senador, las calidades que la misma constitucion española exigía aunque para un tiempo futuro, se consideran frecuentemente estos puestos como medios de vivir y hacer fortuna, recayendo a veces las elecciones en sujetos tales, que un hombre de buen sentido no les confiaria, no ya la delicada facultad de intervenir en las materias mas difíciles e importantes de la República, pero ni aun la administracion del mas trivial de sus intereses.

Las deliberaciones con tales elementos vienen a ser un campo de personalidades, o sin deliberacion alguna se vota como por papeleta, segun la órden que sus adictos reciben del que los hizo nombrar, o de algun oráculo oculto que dirige los hilos de la trama, y como tambien se ha conservado aquella inmensa extension de facultades que los constituyentes de Cádiz dieron a su congreso, resultando de aquí la imposibilidad de desempeñar tantas atribuciones, el tiempo de las sesiones se pierde en asuntos insignificantes, prefiriendo los personales o recomendados, en perjuicio de los intereses generales que son siempre desatendidos, y no pudiendo el gobierno dar paso sin la intervencion del congreso aun en los casos mas ordinarios, segun estrecha la dificultad, se conceden al ejecutivo facultades de tal manera extensas e ilimitadas, que le hacen pasar de un golpe de la mas completa nulidad al último grado de despotismo, el cual se ejerce entonces de la manera mas extravagante.

En España estos defectos de la constitucion de 1812 han sido conocidos y en gran parte remediados: en México se conservan en toda su extension, sin que los legisladores hayan atinado todavia con algun medio de corregirlos, y de aquí procede el descrédito completo en que han caído unas instituciones, que no se consideran bajo otro aspecto que como la fuente y orígen de todos los males que el país padece, cuando reducidas a los términos que la razon y las circunstancias exigen, hubieran debido ser el medio de hacer provechosa y benéfica la independencia.

Notas

(1) Diario manuscrito de Arechederreta y Gaceta de 3 de Octubre, núm. 296, tomo 3°, fol. 1038.

(2) Véanse las Gacetas de Octubre y Noviembre de aquel año, que no están llenas de otra cosa que de descripciones de estas fiestas.

(3) Diario de cort., tomo II, folio 282 y 283.

(4) Idem de idem, tomo II, folio 429 y siguientes, sesion del 1° de Febrero de 1812.

(5) Véase la extensa representacion de la audiencia de México, de 18 de Noviembre de 1813, publicada por D. Carlos Bustamante en el tomo 4° del Cuadro histórico, fols. 27 a 136, especialmente desde el párrafo 63, fol. 53, que habla de esta materia.

(6) Véanse en el lib. 1°, tít. 24 de la recopilacion de Indias las leyes 1a., 2a., 4a., 5a., 6a. y 7a.

(7) Cedo qui vestram rempublicam tantam amisistis tan cito?

Sic enim percunctanti ut est in Naevii poetae Ludo respondentur et alia et haec in primis.

Proveniebant oratores novi, Stulti adoleseentuli.

Temeritas est videlicet florentis aetatis; prudentia. senescentis. Cic. de Senect, cap. VI.

(8) Ley 25, tít. 4° lib. 1° de la Recopilacion de Indias.

(9) Véase la lista de los electores en el apéndice, documento núm. 1.

(10) Véanse mas extensos pormenores sobre esto en la representacion de la audiencia, arriba citada. Yo fuí testigo ocular de todo lo aquí referido.

(11) Carta de Rayon a Verdusco fecha en Tlalpujahua, Diciembre 9 de 1812, cogida con el equipaje de Verdusco en el ataque de Puruándiro de que se hablará en su lugar, e inserta en el informe de la audiencia.

(12) Villaurrutia no asistia ya, estando nombrado oidor de Sevilla, y así no fue citado a este acuerdo.

(13) Gaceta de 8 de Diciembre, número 328, folio 1292, y 93. Diario manuscrito de Arechederreta y de Riofrio.

(14) Véanse sobre todo lo relativo a D. Carlos Bustamante, sus noticias biográficas publicadas en México en el periódico titulado: El Universal, en 1849, y reimpresas en un folleto de cincuenta páginas, en la imprenta de Rafael.

(15) Correo del Sur, n. 31, citado por la audiencia en su representacion.

(16) Idem, núm. 20, idem.

(17) Oficio de Morelos a Rayon, de 15 de Enero de 1813. El escribiente de que se servia Morelos no sabia escribir latin, y todos los textos en esta lengua que copia, son de letra del mismo Morelos.

(18) P. Mier, temo 2°, fol. 692 y siguientes.

(19) Diario de cortes, tomo 21, fol. 19. No firmó la exposicion Perez de Puebla, aunque la suscribieron Ostolaza y otros de los mas conocidos por serviles.

(20) Diario de cortes del 24 de Julio, tomo 21, fol. 195. Es de notar que el P. Mier en la citacion que hace de este informe del consejo, altera su letra y sentido notablemente, añadiendo especies que no se hallan en dicho informe.

(21) Romanillos fue hombre de letras muy distinguido: tradujo del griego las Vidas paralelas de Plutarco, no traducidas antes en castellano, y este gusto de la lengua y literatura griega parece haber sido hereditario en su familia, pues su hijo político D. José del Castillo y Ayenta, ha traducido en verso castellano a Anacreon, Safo y Tirteo, dedicando su traduccion á la reina de España Doña Cristina, cuarta mujer de Fernando VII.

(22) Gaceta extraordinaria de aquel dia, núm. 321, tomo 2°, fol. 1235.

(23) Id. de 24 de Nov., n. 322, f. 1245.

(24) Id. de 1° de Diciembre, núm. 325, fol. 1267.
Índice de La tercera campaña de Morelos y la Constitución de Apatzingan de Lucas AlamánPresentacion de Chantal López y Omar CortésCapítulo segundoBiblioteca Virtual Antorcha