Indice de Instalación de la XXVI legislatura Recopilación y notas de Diego Arenas GuzmánCAPÍTULO VIGËSIMO TERCERO- Último debate sobre credenciales de diputadosBiblioteca Virtual Antorcha

INSTALACIÓN
DE LA
XXVI LEGISLATURA

Recopilación, selección y notas de Diego Arenas Guzmán


CAPÍTULO VIGÉSIMO CUARTO

ANOTACIÓN FINAL

La reproducción, casi total, de las actas concernientes a las sesiones habidas en la Cámara de Diputados con el objeto de integrar la XXVI Legislatura del Congreso de la Unión en lo que respecta a dicha Cámara, ha sido, al parecer del compilador, el medio más adecuado de transportar a los estudiosos del fenómeno llamado Revolución Mexicana hacia una fase del proceso sufrido por ese fenómeno; fase que debe ser clasificada así: período de definición de la ideología social de la Revolución.

Esa definición ha de ir madurándose y clarificándose en el curso de la existencia de la precitada Legislatura, según observaremos con auxilio de las actas que serán reproducidas en el 2° tomo de esta obra (Aqui tan sólo colocamos este primer tomo referente a la Instalación de la XXVI legislatura, y ya veremos si al futuro, vamos, poco a poco, colocando los demás tomos en los estantes de nuestra Biblioteca Virtual Antorcha. Precisión de Chantal López y Omar Cortés), y no viene mal insistir en la persuasión de que ahí, en la progresiva madurez y clarificación del pensamiento revolucionario en materia agraria, en cuestión laboral, en actividad bancaria, residió la causa madre de los movimientos cuartelarios que afligieron al gobierno del señor Madero y que al fin lo abatieron.

En lo que atañe a la doctrina política de la Revolución, tan insuperablemente expresada por su divisa: Sufragio Efectivo. No Reelección, aun los censores más parciales del régimen maderista han de verse obligados a reconocer ahora que fueron los términos de aquella divisa los que dieron colorido fundamental a los altos funcionarios, jefes de partido y hombres-masa exaltados a la dirección de la política nacional por el movimiento de 1910.

Ningún partido lucha por ser vencido y servir de peldaño al triunfo de sus adversarios y nadie, en consecuencia, puede reprochar con lealtad al Partido Constitucional Progresista su afán de asegurar una mayoría de diputados de su afiliación dentro de la XXVI Legislatura; pero el conocimiento de los debates ocurridos para la aprobación o reprobación de credenciales prueba una, y dos, y muchas veces, que tal afán estuvo limitado por una frontera: el respeto a la legalidad de cualquiera elección popular.

Transmisor consuetudinario del sentir del Partido Constitucional Progresista fue el licenciado Serapio Rendón, y ya es tiempo de que se le honre como a uno de los encendidos vanguardistas de la democracia mexicana.

Justo es recordar que Rendón actuó siempre sobre la línea directriz que Gustavo A. Madero trazó para el Partido Constitucional Progresista.

Hora es también de que el investigador y el crítico de historia inicien la rehabilitación moral de aquel hombre tan calumniado y tan vilipendiado en los días de su tormentosa vida; pero que lleva frente a la columna de su debe -era hombre y cometió pecados e incurrió en errores- una suma de alta valía: su resuelto empeño de dar el ser en México a partidos políticos de vida orgánica, y su vigoroso aliento a la realización del voto popular libremente emitido.

Quizás eran prematuros el empeño y el intento, pero han quedado como postulados que la Revolución necesita ineludiblemente satisfacer tanto como su programa de orden social-económico, para no merecer el anatema de la Historia.

Diego Arenas Guzmán

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