Indice de Instalación de la XXVI legislatura Recopilación y notas de Diego Arenas GuzmánIntroducción de Diego Arenas Guzmán CAPÍTULO SEGUNDO - Primer debate apasionado por una credencialBiblioteca Virtual Antorcha

INSTALACIÓN
DE LA
XXVI LEGISLATURA

Recopilación, selección y notas de Diego Arenas Guzmán


CAPÍTULO PRIMERO

INSTALACIÓN DE LOS PRESUNTOS DIPUTADOS

A las tres de la tarde -era el 2 de septiembre de 1912-, el licenciado Ramón Prida en funciones de presidente de la Comisión Instaladora de la nueva Cámara de Diputados, previa declaratoria del secretario de la propia Comisión en el sentido de que había en el salón de sesiones número suficiente de presuntos representantes del pueblo, abrió la primera junta preparatoria de éstos y dio forma verbal a esta invitación:

Deseando que los actos de la Comisión Instaladora lleven el sello de la más absoluta imparcialidad, voy a suplicar que nos acompañen en esta tribuna, para que puedan presenciar de cerca nuestros actos, a cuatro presuntos diputados, que representan a las cuatro ideas políticas que, en mi concepto, están representadas en la nueva Cámara:

El Partido Constitucional Progresista, el Católico, el Radical y el Liberal Independiente.

En tal concepto, se invita a los presuntos diputados don Juan Sánchez Azcona, Manuel F. de la Hoz, Juan Sarabia y Nemesio García Naranjo para que se sirvan acompañar a la Mesa Instaladora en sus labores. Si no está el señor Sarabia, suplicaría al señor Galicia Rodríguez tuviera la bondad de pasar a la Mesa, y si no está el señor Galicia Rodríguez rogaría al señor Luis Jaso lo hiciera en su defecto.

La lista de presuntos diputados leída acto inmediato por el secretario de la Comisión don Manuel Sierra Méndez, podría haber servido de termómetro a quien gustase de tomar el pulso político al público asistente en galerías, a las asambleas de aquella memorable Legislatura:

Los nombres de los opositores al gobierno de Madero -ya fuesen, conforme a la clasificación planteada por el señor Prida, católicos, radicales o liberales independientes- eran acogidos o aclamados con efusión, mientras los del partido adicto al Gobierno -el Constitucional Progresista- suscitaban manifestaciones despectivas u hostiles.

Galerías abajo, la primera señal de la alianza que habría de subsistir a lo largo de todo el ejercicio de aquella Legislatura entre católicos y liberales independientes, fue objetivada en el curso de la votación para miembros de la Mesa que habría de presidir las juntas preparatorias, y el Diario de los Debates nos la muestra así:

- Un presunto diputado:
Señor presidente: Hago notar que algunos de los que han sido llamados tienen dos representaciones; me parece que uno de ellos es el señor Eduardo T. Correa.

- El C. secretario:
No solamente el señor Correa, sino los señores de la Hoz y Galindo Pimentel tienen dos representaciones, y por eso la Secretaría ha anunciado que los señores que tienen dos credenciales votarán como si tuvieran una.

- El C. Moheno:
Me permito indicar al señor presidente que se ha visto que el señor Correa ha votado dos veces. (Una voz en las galerías interrumpe al orador).

- El C. presidente:
La policía procederá a sacar del salón a la persona que ha hablado en las galerías, y se tomará nota de su nombre para que no se permita su entrada en el Salón esta tarde.

El C. Correa manifiesta que en efecto votó dos veces, y el ciudadano Moheno dice que no ha tratado de ofender a ninguna persona y que su único objeto era que se aclarara si alguno había presentado más de un voto.

- El C. Díaz Mirón:
Suplico al señor presidente, que ya que el señor Correa ha declarado que en efecto ha votado dos veces, la Secretaría se sirva no computar uno de esos votos.

- El C. presidente:
Así se hará.

- El C. Lozano:
No de ahora, es nuestra vieja admiración a la sabiduría de la Mesa; pero creo que en el trámite que acaba de dar no ha estado ni en lo justo ni en lo legal. Desde luego, yo desearía que alguno de los míembros de la Mesa citara algún precepto concreto que prohíba el votar a quien trae dos representaciones. Dice la ley que, cuando se es electo por dos distritos, el electo tendrá que optar por uno de ellos, y aun cita reglas a este respecto. Pero cuando se trata de una sesión preparatoria, en la cual todavía no se califica cuáles son las credenciales violadas y cuáles las legales, es indudable que debe conservar sus dos representaciones.

¿Por qué la ley obliga al diputado que tiene dos representaciones o más a elegir un distrito? Sencíllamente porque la Constitución y el legislador han querído que toda la República tenga aquí una voz, una arma que defienda sus intereses ocupándose de la dignídad nacional; y claro está que se mutila el voto de los que traen dos representaciones, porque equivale a dejar sin ella a uno de los distritos por los que ha sido electo.

Así, pues, yo respetuosamente pido a la Mesa se modifique el trámite que ha dado.

- El C. Díaz Mirón:
Me refiero a lo dicho por el señor Lozano, a quien quiero como a un hermano, y cuyo talento admiro, pero me parece que no está en lo justo.

El señor Correa, personalmente, no puede tener aquí, en este recinto, más que una representación, y, por ende, no puede dar sino un solo voto. Por consecuencia, creo que el señor Lozano carece en absoluto de razón para sostener lo que ha dicho. No se necesita apelar a ninguna ley, sino sencíllamente al sentido común, para entender esto, y, por otra parte, no hay ley ninguna que diga que un diputado puede tener dos representaciones en este recinto.

- El C. Galindo Pimentel:
No es justo, no es equitativo que los diputados que tenemos dos representaciones se nos prohiba el derecho de votar, porque equivaldría a que uno de los distritos que nos han electo quedara sin representación en esta sesión. Tan cierto es esto que cuando ya se declara a un ciudadano diputado y se aprueban sus dos credenciales éste tiene necesidad de optar por uno de los distritos que lo han electo y en este caso es cuando entra el suplente, precisamente para que el distrito no quede sin representación. Así es que creo que los votos deben darse por distritos y no por personas, porque es claro que si estuvieran aquí presentes los suplentes, éstos tendrían el derecho de votar.

- Un C. presunto diputado:
Manifestó que, para evitar mayor confusión, convendría sujetar este punto a la decisión de la Asamblea.

- El C. secretario:
Refiriéndome a lo expuesto por el señor Lozano, pregunto yo cuál sería la razón de que los que todavía no son más que presuntos diputados, tratándose de la elección de Mesa que presida los actos de esta Asamblea tengan dos votos. Si tomamos la verdadera norma, hay que suponer que ya esta Asamblea está erigida en Congreso; y yo no he visto en los larguísimos años que tengo de diputado, que alguno pueda tener más de un voto, y si no es permitido tener más que un voto en el momento en que se deliberan las leyes, cuando se trata todavía de saber si es legítima la representación que se trae, ¿cómo vamos a dar a los que han traído dos credenciales, no calificadas aún, el derecho de votar dos veces? Así, pues, yo ruego a la Asamblea que apoye el trámite de la Mesa, dándole un voto de aprobación.

El C. Olaguíbel pidió la palabra para una moción de orden, y un ciudadano presunto diputado pidió que se leyera el artículo relativo del Reglamento que se refiere a las credenciales de los ciudadanos diputados. Habiéndose dado lectura al artículo mencionado, el mismo ciudadano presunto diputado dijo que creía que este artículo resolvía la cuestión en el sentido de que los diputados sólo podían votar una vez.

El C. Olaguíbel manifestó que precisamente el artículo invocado por el preopinante apoyaba el derecho que tenían tanto el señor De la Hoz como el señor Correa y el señor Galindo Pimentel, para otorgarles más de un voto; que interrogaba a la Mesa para que contestara si el señor Sierra Méndez, que no era presunto diputado, tenía derecho en esta Asamblea para intervenir en una cuestión que debía serle totalmente ajena.

El C. Presidente contestó que el señor diputado Sierra Méndez era secretario de la Comisión Instaladora, y que el mismo derecho con que el presidente había dado el trámite, tenía el señor secretario para defenderlo (aplausos). Que por otra parte, aunque electos por los distritos, representan a la nación, y no está permitido que ningún diputado tenga más de un voto; que, por lo mismo, la Mesa resolvía el punto en el sentido de que sólo votaran una vez los presuntos diputados, cualquiera que fuera el número de sus credenciales.

El C. secretario preguntó si se aprobaba el trámite de la Mesa, y habiéndose contestado por la afirmativa, anunció que se procedía al escrutinio.

Lo cierto es que, bajo la apariencia de una controversia legal, la Cámara en cierne libraba su primera escaramuza política: Lozano y Olaguíbel, que dentro de la XXV Legislatura habían permanecido como abanderados de la restauración no precisamente del porfirismo, pero sí del régimen porfiriano sin don Porfirio, buscaban en la duplicidad de votos de los católicos Galindo Pimentel, Correa y De la Hoz, un refuerzo para derrotar al Partido Constitucional Progresista en la elección de Mesa Directiva en las Juntas preparatorias.

En lo que atañe a los señores Prida, Díaz Mirón, Sierra Méndez y Moheno, conviene saber que los tres primeros, como la mayoría de los diputados componentes de la XXV Legislatura se habían afiliado al maderismo después de la caída del general Díaz, y que el licenciado Moheno venía siendo la voz más elocuente con que contaba el gobierno de Madero en la tribuna de aquella Legislatura.

La fuerza del grupo formado por conmilitones y aliados, así fuesen momentáneos, del gobierno que presidía el señor Madero, quedó expuesta con la razón incontrastable de las cifras, que referidas a la votación para miembros de la Mesa Directiva de las Juntas Preparatorias, fueron las siguientes:

Para presidente, don Juan Sánchez Azcona, por ciento treinta y ocho votos, contra cuarenta y seis emitidos a favor del licenciado Manuel de la Hoz y uno para el licenciado Francisco Mascareñas.

Ciento treinta y nueve papeletas de votación nominaron primer secretario de la Mesa al constitucional progresista Mauricio Gómez, contra cuarenta y ocho que obtuvo la candidatura del católico don Rafael de la Mora.

El constitucional progresista don José Mariano Pontón fue electo segundo secretario por ciento treinta y dos votos, contra cuarenta y cuatro que ganó la candidatura del liberal independiente e hijo de un destacado personaje de la oligarquía de los científicos: el licenciado José Castellot, junior. El señor Pontón tuvo en contra, también, un voto que favoreció al licenciado Francisco Escudero, liberal radical y ex partidario de la reelección del vicepresidente porfiriano don Ramón Corral.

Y para la función de vicepresidente de aquella Mesa Directiva, ciento treinta y ocho presuntos diputados eligieron a don Carlos Trejo y Lerdo de Tejada, líder de la fracción del Partido Liberal que tenía por jefe, más bien simbólico que ejecutivo, a don Fernando Iglesias Calderón; fracción que en los días en que se hizo la elección de diputados, aparecía en buena amistad con el señor Madero y en concordia con el Partido Constitucional Progresista.

El señor Trejo y Lerdo de Tejada tuvo en esta ocasión cincuenta votos en su contra, que fueron expresados a favor del antirreeleccionista disidente don Pedro Galicia Rodríguez.

Indicio del estado anímico que privaba en el círculo de los revolucíonarios mejor identificados con las ideas y los sentimientos del presidente Madero son, seguramente, las palabras con que Sánchez Azcona inauguró las funciones de la Mesa recién electa. Dijo:

Al tomar posesión, señores, de la Presidencia de las juntas preparatorias, por haber sido favorecido por los votos de la mayoría, me es muy grato, a nombre de esa misma mayoría, saludar cordialmente a la minoria parlamentaria, asegurándole que, cualquiera que sea nuestro criterio político, estamos unidos en una finalidad: en servir a la patria con toda lealtad y con todo amor (aplausos).

Al mismo tiempo e interpretando también la opinión de esa mayoría, debo hacer constar el gran agrado con que los presuntos diputados nuevos han visto los procedimientos de la honorable Comisión Instaladora, que había nombrado el XXV Congreso Constitucional; y como una muestra de nuestra aceptación por esa limpieza de procedimientos y por ese apego al reglamento, pido de los presuntos diputados un aplauso para dicha Comisión (aplausos).

Procederemos en seguida, señores, en cumplimiento del Reglamento, a la elección de las comisiones escrutadoras, para lo cual yo desearía que se sirviesen subir a la Mesa el ciudadano Nemesio García Naranjo, que hace un momento estuvo aquí, y el señor licenciado Galindo Pimentel, a efecto de que se sirvan acompañarnos en el escrutinio.

Igualmente que la Mesa Directiva, la elección de comisiones escrutadoras evidenció la existencia de una mayoría gobiernista dentro de la futura Cámara, en proporción de más de dos terceras partes del total de presuntos diputados, contra menos de una tercera parte de opositores políticos al régimen del señor Madero, pues la primera Comisión quedó compuesta por los señores Serapio Rendón, Víctor Moya y Zorrilla, Pascual Luna y Parra, Jesús Urueta y Vicente Pérez, quienes, con excepción del señor Luna y Parra, cuya afiliación política podría definirse como suelto del grupo limantourista en relaciones de amistad con los Madero (don Francisco y don Gustavo), figuraban en la plana mayor del Partido Constitucional Progresista.

La segunda Comisión resultó integrada por el maderista converso Querido Moheno, el constitucional progresista Antonio Canalizo y el fervoroso antireeleccionista, aunque no revolucionario, Félix F. Palavicini.

El licenciado Luis Cabrera, que sin ser miembro del Partido Constitucional Progresista había sido apoyado por éste en su campaña de diputado por el undécimo distrito del Distrito Federal, llegó a la tribuna parlamentaria por primera vez e hizo uso de la palabra, de aquella palabra que días adelante y hasta la caída del presidente Madero, habría de ser expresión concisa del ideario de la Revolución, de sus causas y de sus exigencias, y tanto era el afán por crear allí un ambiente de cordialidad, que el licenciado José María Lozano, vocero grandilocuente de la contrarrevolución, al reforzar esta vez una proposición intrascendente de Cabrera, reconocía la calidad intelectual de éste y decía:

Vengo en apoyo, aunque es inútil, de la prestigiosa palabra del señor Cabrera.

El lector de esta obra no recorrerá muchas páginas de ella sin que encuentre en la palabra de Cabrera, si se deja guiar por el juicio de Lozano, rispideces de silbido de serpiente.

Por ahora, la primera junta preparatoria ha de transcurrir con ritmo de manso manantial cuya superficie es rizada apenas por proposiciones y contraproposic!iones sobre cuestiones de trámite, en las que alternan los ya citados Cabrera y Lozano, y los presuntos diputados Serapio Rendón, Querido Moheno, Francisco Olaguíbel, Nemesio García Naranjo y Adrián Aguirre Benavides.

El manantial se ensanchará, ahondará su cauce, cobrará ímpetu insospechado, mostrará epidermis hirsuta, se despeñará por vertientes bruscas y tomará a ratos aspecto y pujanza de meteoro arrasador, cuando ocho días más tarde -el martes 10 de septiembre- dé principio la discusión de credenciales.

Por unanimidad de ciento setenta y seis votos son aprobadas en aquella asamblea del 10 de diciembre, las de los ciudadanos Serapio Rendón para diputado propietario y Lorenzo Ancona Pérez para diputado suplente, por el primer distrito electoral de Yucatán; Víctor Moya y Zorrilla y Roberto Castillo Díaz, por el cuarto distrito de Yucatán; Jesús Urueta y Rafael Moya, por el tercero del Distrito Federal; Vicente Pérez y Ernesto Enriquez, por el décimo del Estado de México, y Pascual Luna Parra y Macario González, por el decimocuarto de Puebla.

Y como la mayoría de los concurrentes a galerías tienen ansia por externar su solidaridad con los hombres de la Contrarrevolución y como el señor Castellot, junior, también la tiene por darse a conocer como uno de los líderes más impetuosos de la oposición, es aprovechado un debate sin importancia respecto a si la votación a favor o en contra de aquellas credenciales ha de ser económica o nominal, para que Castellot declame:

Cierto es que la decisión de la Cámara es la suprema ley y que la mayoría resuelve si debe tomarse votación nominal o económica; pero cierto es también que una disposición reglamentaria, sobre la cual no debe pasar la Cámara, porque debe tenerle todo respeto, da derecho a un diputado que esté suficientemente apoyado por el número que marca el Reglamento, para pedir votación nominal. Fundado en esta disposición reglamentaria, pido que la votación de cada proposición sea nominal, suplico a alguno de los presuntos señores diputados se sirva acompañarme en mi moción.

Otro presunto diputado pretende hablar; el secretario informa que el asunto a que ha hecho referencia el señor Castellot fue resuelto ya por votación mayoritaria de la Asamblea, y es entonces cuando Castellot dispara su relámpago oratorio y las galerías creen llegado el momento de prorrumpir en bravos y aplausos estentóreos.

Me permito suplicar respetuosamente a la Secretaría -replica el señor Castellot-, tome en cuenta la observación reglamentaria que le presento, porque el Reglamento me da derecho a hacer esta petición, y aun cuando la Secretaría puede estar apoyada por la mayoría de la Cámara, debe tener respeto a las prescripciones reglamentarias.

La votación, accediendo a los deseos del señor Castellot, se toma nominalmente y da oportunidad al señor Elguero, respetable directivo del Partido Católico, para aplicar el método polémico con reservas mentales, muy usado en la escolástica, pues al emitir su voto advierte que, no por estar conforme con la proposición lo está con todos los fundamentos del dictamen y que esta manifestación la hace en nombre del grupo católico.

El diputado Rendón, como presidente de la primera Comisión Revisora de Credenciales, propone en seguida:

Cumpliendo el ofrecimiento que tuvimos el honor de hacer los componentes de la Comisión que por bondad de ustedes fue electa, hemos dado cima a nuestro trabajo, a pesar de las múltiples dificultades que representaba. Muchas de las personas aquí presentes nos hicieron el favor de ir durante este tiempo a la Sala de Comisiones a convencerse de los trabajos, a pedir informes y a hacer observaciones, y a ellas mismas les consta el cúmulo de dificultades y la enormidad del trabajo; pero con nuestra buena voluntad hemos, por fortuna, podido dar término a Ia tarea.

Para la discusión, el presidente de esta Comisión suplica a los señores presentes acepten, si les parece bien, este sistema: hay dos clases de credenciales: unas, que están objetadas, y otras, que no lo están; hemos hecho esta división: primero, las que no están objetadas; después, las que lo están. Hacemos esta división, que es natural, y lo es, porque una vez que fueren aprobadas todas aquellas que no han sido objetadas, indudablemente ya habrá un núcleo de diputados en la Cámara.

Esta es la razón de por qué esa división que propongo, y si no hay ninguna observación que hacer a este respecto, el presidente de la Comisión suplica a la Secretaría dé cuenta con el primer dictamen, que se refiere a todo aquel grupo de diputados cuyas credenciales no hayan sido objetadas.

En conformidad con aquella súplica, el secretario Gómez da lectura a un dictamen que consulta la aprobación de noventa y tres credenciales de diputados propietarios y otras tantas de suplentes; el diputado Querido Moheno, que anda estos días tan ganado de ánimo por la Revolución, por Madero, por el Partido Constitucional Progresista, que le parece admirable todo lo que hagan los líderes adictos al gobierno, halaga al señor Rendón con este juicio:

Como vuestra soberanía acaba de oír por la atinada exposición hecha por el presidente de la primera Comisión Escrutadora, este primer grupo, al cual se acaba de dar lectura, es el de aquellos presuntos diputados cuyas credenciales no presentan reclamación alguna.

Cita a continuación artículos pertinentes de la Ley Electoral y concluye proponiendo:

Atento a este precepto legal; teniendo en cuenta que, como hemos visto, las credenciales de este primer grupo no son objetadas en la forma que la ley previene; teniendo en consideración, además, que, como es lógico, los presuntos señores diputados, cuyas actas tengan alguna reclamación, deben desear que se llegue al debate de sus actas cuanto antes, propongo a la Mesa, para que lo consulte a vuestra soberanía, que, a fin de abreviar las votaciones de estas primeras credenciales, votemos por grupos de diputaciones, entendiéndose que el voto aprobatorio será para aquellas que se consultan en el dictamen, a saber: si en el Estado de Tabasco se consulta la aprobación de dos propietarios por dos distritos, se entiende que el voto por Tabasco comprende esas dos credenciales, y todo ese grupo a que se refiere el presidente de la Comisión Escrutadora, será discutido aparte. Esto no quita que, si alguno de los presuntos señores diputados quiere hacer alguna observación al llegar al Estado correspondiente, se haga la rectificación debida; pero con esto abreviaremos las votaciones, que de otro modo serán interminables.

Al cabo de una interpelación del señor Camarena, diputado por Jalisco y la respectiva respuesta del señor Rendón, el señor Castellot pide a Moheno que aclare si su proposición la hace para esta parte del dictamen, o para todos los casos, y Moheno precisa:

La proposición tiene por objeto, como su señoría el señor Castellot comprenderá, acelerar las votaciones de todos aquellos asuntos en que toda discusión huelga. Paréceme que al llegar a la discusión de las credenciales que no están en este caso deben discutirse por distritos, a menos que vuestra soberanía acuerde otra cosa; pero en el caso de este primer lote de credenciales no objetadas, por nadie, de la manera que yo propongo las aceleramos y llegamos a satisfacer el deseo de los diputados, que es resolver su propia suerte ...

Esta frase del señor Moheno espolea los arrestos combativos del presunto Hernández Jáuregui.

Sobre dos puntos -advierte- tengo que hacer observaciones; aunque no seguiré el orden lógico, primeramente voy a referirme a algunas palabras que acaba de verter el distinguido abogado Moheno ...

Hernández Jáuregui es interrumpido por manifestaciones ruidosas de presuntos diputados y público de galerías, que no están de acuerdo en calificar de distinguido abogado al señor Moheno.

... porque nosotros -prosigue Hernández Jáuregui-, los que estamos aquí reunidos en esta Cámara, no podemos aceptarlas tan amplias como las ha pronunciado. Como comprendido yo entre los presuntos diputados que tienen problemática la aprobación de su credencial, debo manifestar que no se trata de nuestra propia suerte, como el licenciado Moheno acaba de decir, sino que se trata del porvenir del país y del respeto a la ley (aplausos). Desde este momento, nosotros no venimos a defender nuestra curul, como si ella fuera un mendrugo o una canonjía; venimos a defendernos, porque estimamos que esa elección ha salido del voto público y porque el voto público merece respeto (aplausos).

No nos inquieta nuestra propia suerte; nos inquieta la suerte del país.

Respecto a lo dicho por el licenciado Serapio Rendón, debo manifestarle que un grupo de ciudadanos aquí reunidos desearía que su señoría indicara si el dictamen presentado por la Comisión es definitivo, o si está sujeto a rectificaciones, porque, en semejante caso, no podría someterse a la deliberación y aprobación de la Asamblea.

El señor Rendón, que acaba de confesar que la angustia de tiempo pudo hacer que la Comisión incurriera en errores al formular su dictamen, aclara:

El preopinante alude a la Comisión para preguntarle si el dictamen es definitivo; la Comisión contesta que tiene que ser definitivo porque de otra manera no sería dictamen. Posible es que, como en toda obra humana, haya error; he sido el primero, señores, en convenir que es posible ese error; más aún: me he dirigido a la benevolencia de los señores presuntos diputados para que la perdonen, en atención a lo abrumador del trabajo.

El señor que ha hablado antes, no tiene una idea remotísima de cómo ha sido ese trabajo. Para que pueda entender su magnitud, le bastará saber que se trata de 243 credenciales, que cada credencial es por un distrito electoral que comprende más o menos municipalidades, que hay que revisar los votos de todas las municipalidades, que cada municipalidad tiene distintas casillas y que hay que examinar los trabajos de cada casilla. Si este trabajo le parece poco al caballero que ha hecho uso de la palabra, probablemente es porque no se ha percatado de la naturaleza de él; y debo manifestar que solamente por la buena voluntad de los empleados de la Cámara, por su experiencia y por la buena voluntad y la experiencia de otros presuntos diputados que venían a facilitar el estudio y la revisión de esas credenciales ha podido dar esta Comisión cima a sus trabajos.

La Comisión reitera que el dictamen es definitivo; que es posible que se haya padecido un error; pero ese error es con relación al señor Camarena, no con los demás, porque si hubiera otras reclamaciones, ya se habrían formulado.

El señor Castellot pide la palabra en apoyo de la proposición de Moheno y de paso aventura una sospecha contra la rectitud de la Comisión en el apego a las normas legales.

El presunto diputado ciudadano Moheno -dice- somete a la consideración de esta Junta una oportuna proposición: votar en conjunto de Estados este dictamen que consulta la aprobación de las credenciales que no han sido objetadas; para fundar su proposición, cita el artículo 115 de la Ley Electoral. El señor Moheno tiene plena razón; pero, en ese caso, la Comisión Dictaminadora ha ido un poco despacio. Si el artículo 115 de la Ley Electoral establece que sólo pueden ser tomadas en consideración las reclamaciones presentadas en el acto de la elección, muchas credenciales de las que están excluidas de este dictamen que se presenta a vuestra aprobación, no han sido tomadas en cuenta; y yo conozco varias, entre ellas la mía.

Señores: Si se hubiera cumplido con las disposiciones de los artículos 64 y 115 de la Ley Electoral, la oportuna proposición del señor Moheno, no sólo obviaría el camino y el tiempo para la discusión y aprobación de este grupo de credenciales no objetadas; sino los obviaría también para otras muchas que no fueron objetadas en las casillas electorales, que no fueron reclamadas en tiempo ante la Comisión Escrutadora y que también están pendientes ahora de la gracia que les otorgue la segunda parte del dictamen, si es que ... no están irremisiblemente condenadas, por motivos que no son del caso referir ...

Este malicioso ataque a la Comisión, mejor dicho, al Partido Constitucional Progresista y al régimen de Madero es, como todos los que se hayan disparado y se sigan disparando en el recinto de la XXVI Legislatura, coreado con entusiastas exclamaciones y nutridos aplausos por los concurrentes a las galerías. Castellot parece satisfecho por el efecto de su golpe oratorio, y continúa:

Señores: Lo que está a discusión es la proposición del señor Moheno respecto de este grupo de credenciales que obtuvieron cuando menos la gracia óptica de la Comisión, es decir, las que no tuvieron reclamación material ante los ojos de esta Comisión. A las que fueron objetadas fuera de tiempo, a las que tuvieron protestas después del viernes de la semana pasada, no las amparan, a juicio de la Comisión los artículos 64 y 115 de la Ley Electoral; pero esperamos, señores, que no quedarán desamparadas definitivamente y que la suprema soberanía de esta Cámara respetará las disposiciones legales, y, por tanto, las actas que no hayan sido tachadas en tiempo y en forma.

Señores: pido que se apruebe la proposición del señor Moheno, en obvio de tiempo y dificultades, y pido que se tenga en cuenta que mis fundamentos para aprobarla han sido las disposiciones del artículo 115 de la Ley Electoral, esto es, que, para que se pueda tomar en cuenta una reclamación, es necesario que se haga constar por escrito en el acto de la elección.

Sale el señor Rendón a la defensa de los actos de la Comisión Escrutadora que él mismo preside y su bien timbrada y potente voz patetiza este discurso:

Honorable Cámara: Sucesivamente tiene la Comisión que dar contestación a las palabras del señor presunto diputado Castellot y a la observación del presunto diputado señor Camarena. Ruega benevolencia por un momento.

Como manifesté al principio, la Comisión dividió sus trabajos de este modo: respecto de las credenciales objetadas, y de las no objetadas. Al hacer esta división, se refirió a la objeción de hecho existente; y al hacer esto, no está prejuzgando si las protestas u observaciones han sido buenas o malas, oportunas o inoportunas, sino que fueron presentadas; o no podían incluirse en un solo grupo las credenciales objetadas y las no objetadas, para decir si es buena o si es mala. De esta suerte, señores, presuntos diputados, ustedes comprenderán que era una imposibilidad material para la Comisión confundir unas con otras, y desde antes lo manifestó así.

Si el señor presunto diputado Castellot teme que la Comisión haya tenido prejuicios, está muy en su derecho de temerlo. Solamente le ruego que tenga paciencia en aguardar la lectura de los informes y dictámenes respecto a cada credencial, para oír cuál ha sido el criterio constante de la Comisión. Y para que de una vez se puedan satisfacer inquietudes o ansiedades, debe por mi conducto, hacer presente la Comisión, lo que sigue:

Primero. Se trata de una nueva ley, como es la electoral en vigor, y su aplicación en un país en que, por desgracia, hacía muchísimos años que el sufragio no era efectivo (siseos), mejor dicho, era desconocido (aplausos). Por lo mismo, exigir un estricto cumplimiento de la ley, equivaldría a pedir que cuando todavía estamos en la infancia de esa alta función de la democracia, quisiéramos estar a la altura de los países más acostumbrados a ella; esto es, que nuestro pueblo pudiera sufragar de la misma manera que Bélgica, que Suiza, que Alemania, que Inglaterra, etcétera. De esta manera, la Comisión no podía, de ningún modo, tener un criterio estricto.

Segundo. Tocante a las objeciones, hay dos oportunidades de hacerlas, según el artículo 115, como atinadamente ha dicho el señor Castellot: las protestas y las reclamaciones posteriores. Ambos puntos los menciona en cada dictamen la Comisión, y queda a la resolución de la Cámara poder estimar en uno u otro caso. Por consiguiente no ha dicho nada en este momento, y todo lo que pudiera decir a este respecto en contrario, resulta prematuro.

Tercero. La Comisión en mayoría está integrada por individuos pertenecientes a un partido político. Esto la obligaba a no ser demasiado estricta en su criterio, para que no se creyera que traía prejuicio para los que no pertenecen a su partido, cual si fuera un delito tener ideas políticas. Esto la Comisión nunca ha podido aceptarlo (aplausos).

Como ejemplo, y para satisfacción del señor licenciado Castellot, levantará la Comisión el velo de un caso especial, aunque omitiendo los nombres, porque como están aquí presentes varios señores jefes de ese partido a que aludiré, ellos podrán, en su respetabilidad, decir si es cierto o no, el caso.

La Comisión, tratándose de credenciales de partidarios de distinto credo político, ha sido menos estricta que tocante a los partidarios de su credo político, para huir del cargo de prevención. Llegó el caso de una credencial de un partido que está aquí dignísimamente representado, y la Comisión creyó que esa credencial no debía aprobarse; suplicó a los señores jefes del partido que la examinaran y si, en su conciencia -puesto que ellos son abogados-, estaba que era de aprobarse, la Comisión no tendría ningún inconveniente en firmar el dictamen en ese sentido, solamente suplicando a los autores del dictamen que lo defendieran a la hora oportuna. La honorabilidad de esos señores jefes les hizo decirnos: Hemos examinado la credencial y estamos conformes con la opinión de la Comisión; y si esto no es obrar honradamente, entonces estamos despojados absolutamente de sentido común.

Respecto a la credencial por la que pregunta el señor Camarena, aquí la tiene a la vista la Cámara, y puede examinarla; es la del 14 distrito electoral de Jalisco. Comienza el acta con la ritualidad de haber sido nombrada la Comisión Escrutadora, que ésta llenó su cometido, y después continúa: (Leyó).

Esta declaración no fue protestada en el acto de ella, la elección tampoco fue protestada, y ante la Comisión nadie se presentó a reclamar; por consiguiente, esta credencial entraba al grupo de las no objetadas; la forma de ella es perfectamente legal, y, por lo mismo, la Comisión no podía desconocer una cosa que tiene la presunción de ser verdadera. De esta suerte, el señor Camarena nos perdonará que la Comisión no compartiera su criterio, pues cuando una credencial llena los requisitos legales, cuando no ha sido objetada ni protestada en tiempo no puede la Comisión por sí propia rechazarla, y solamente podría hacerlo en el caso de que acusara vicios substanciales o de que el acta del Colegio Electoral revele que tiene vicios que hi nulifican. Por consiguiente, no podía aprobarse la oponente del señor Camarena.

El señor Castellot insiste dos veces en hacer constar que el presidente de la Comisión consulta la aprobación de esta credencial, porque en dicha credencial no aparece protesta de ninguna naturaleza; la insistencia de Castellot impacienta al poeta don Salvador Díaz Mirón, que podría representar con honra a las letras nacionales en el más docto ateneo del mundo, pero aquí sólo representa, como presunto diputado, a un distrito del Estado de Veracruz. Externa su impaciencia con estas palabras:

Suplico al señor Castellot no nos reitere lo que dice. No andamos faltos de inteligencia, ni estamos sordos, ni tenemos tiempo que perder. El señor Castellot llamó la atención de la Asamblea, hacia la circunstancia de que cierta credencial resultó aprobada, porque no hubo objeción que lo impidiera; y a poco el distinguido colega pidió la palabra y repitió exactamente lo mismo. Esto es cuento de nunca acabar.

En votaciones sucesivas son aprobados dictámenes elativos al Estado de Aguascalientes, al Territorio de la Baja California, a los Estados de Campeche, Coahuila, Colima y Chiapas, al Distrito Federal y al Estado de Durango.

Representarán a sendos distritos de esas entidades federativas, con el carácter de diputados propietarios, los señores Eduardo J. Correa y Román Morales, por Aguascalientes; Antonio G. Canalizo, por el Territorio de la Baja California; Salvador Martínez Alomía y Juan Zubaran, por Campeche; Gustavo A. Madero, Rafael L. Hernández y Eliseo Arredondo, por Coahuila; Arturo Gómez, por Colima; Jesús Martínez Rojas y Querido Moheno, por Chiapas; Luis Cabrera, por el Distrito Federal; Ignacio Borrego, Pedro B. Alvarez, Adalberto Ríos y Luis Zubiría y Campa, por Durango.

Los diputados suplentes de aquellos propietarios son: Demetrio Rifo, Carlos A. Salas López, Miguel L. Cornejo, José Ferrer Mac Gregor, Francisco Perera Escobar, Salvador Benavides, Hilarío Carrillo, Jorge E. Von Versen, Manuel R. Alvarez, Diego Coello Lara, Lisandro López, Pablo Salinas y Delgado, Manuel Loaeza, Zeferino Murga, Manuel del Real Alfaro y Alberto Flores.

Previas algunas aclaraciones respecto a nombres de presuntos diputados que aparecían equivocados en los dictámenes, son aprobados los propuestos por la Comisión para representaciones de varios distritos del Estado de Guanajuato, y esta aprobación convierte en diputados propietarios a los señores Alejandro M. Ugarte, Enrique Bordes Mangel, Gonzalo Ruiz, Manuel F. Villaseñor, Carlos Vargas Galeana, Miguel Díaz Infante, Manuel Malo y Juvera, Flavio González, José Natividad Macías, Manuel Múgica Leyva, Manuel Castelazo Fuentes, Francisco Ramos Roa, Francisco De G. Arce y Florencio Cabrera. Los suplentes son Federico Villaseñor, Fernando Chico, Isaac Aguilar, Alberto Sánchez Vallejo, Enrique del Moral, Wenceslao Torres Camarena, David Rincón Gallardo, Enrique Mendoza y Albarrán, Salvador Puente, Francisco Díaz Barriga, Francisco de P. Mendoza, José María Hernández Loyola, Pedro de G. Arce y Juan Pizarro Suárez.

Por Guerrero se declara electos diputados al señor José María Acevedo, propietario, y suplente al señor José de Jesús Nieto; al señor Faustino Estrada, propietario, y al señor Luis G. Flores suplente.

Alcanzan aprobación de sus credenciales por el Estado de Hidalgo, como diputados propietarios, los señores José M. Montaño, Manuel Gea González, Alfonso Cravioto, Francisco Romero y Jesús del Rosal; y como diputados suplentes los señores Javier Piña y Aguayo, Antonio Gea González, Salvador Guerrero, José María Lezama y Antonio Guerrero.

El dictamen relativo a diputaciones por varios distritos del Estado de Jalisco, da lugar a incidentes que determinan el retiro de la parte que afecta al 14 distrito cuya representación se disputan los señores Daniel Acosta y el licenciado Camarena. Es el señor De la Hoz quien origina el otro incidente al decir:

La Junta de los presuntos diputados está votando el grupo de credenciales no objetadas, en concepto de la Comisión de Poderes, y yo me permito, de la manera más respetuosa, interpelar al honorable presidente de esa Comisión para que se sirva contestarme esta pregunta: al opinar que es legítima y valedera la credencial del señor licenciado don Jorge Delorme y Campos, ¿ha tenido en cuenta la reclamación que ha presentado hoy a la Comisión el señor licenciado don Rafael Gutiérrez, utilizando la facultad que le concede la fracción II del artículo 115 de la Ley Electoral?

El señor Rendón contesta:

La Comisión, por conducto de su presidente, informa que hasta estos momentos no tiene noticia de esa reclamación; es posible que sea verdad, porque una persona del todo honorable como es el señor De la Hoz lo afirma; pero la Comisión honradamente declara que no ha llegado a sus manos esa observación.

El señor De la Hoz abre plácidamente la trampa en que espera ver caer a la Comisión.

Agradezco vivamente la atención de mi distinguido compañero el señor licenciado Rendón -recita en tono uncioso-, y me permito asegurar bajo mi fe de hombre honrado -que no ha puesto nunca en duda el señor licenciado Rendón-, que esa reclamación fue presentada hoy en la tarde; y debo añadir que esa observación, esa protesta, está formulada en el acto de la elección. En consecuencia, yo me permitiría suplicar al señor licenciado Rendón que, así como en el caso del señor Camarena ha pedido permiso a la Cámara para retirar la proposición de su dictamen, se sirva hacer lo mismo respecto de la credencial del 15 distrito electoral del Estado de Jalisco.

Cae inocentemente en la trampa el señor Rendón, anheloso, como se apreciará por las palabras a continuación transcritas, de dar prendas sobre la pureza legalista de la Comisión.

La Comisión no tiene inconveniente -contesta- en hacer todo lo que sea justo, porque desea que todos sus actos merezcan la sanción de todas las gentes honradas.

De esa suerte, propuso que se suspendiera la discusión respecto de la credencial del señor Camarena; en este caso, aunque repite que no ha recibido la observación, y el señor oficial mayor le asegura que tampoco la ha recibido, no queremos absolutamente, por cuestión de tiempo, privar de un derecho a los presuntos diputados; por lo mismo la Comisión gustosa suspende, acerca de este punto, lo relativo a su dictamen.

La mayoría está a punto de permitir que la Comisión retire su dictamen respecto al 15 distrito del Estado de Jalisco, y viole el artículo 115 de la Ley Electoral, cuando un presunto diputado cuyo nombre no recogieron los taquígrafos parlamentarios, tiene esta feliz intervención:

Señores: no me va a guiar, al hacer uso de la palabra, prejuicio alguno. No conozco los colores políticos de los dos ciudadanos presuntos diputados cuya credencial va a discutirse ahora; pero sí tengo a la vista la segunda parte del artículo 115 de la Ley Electoral, que dice: Que la reclamación se presente ante la Cámara de Diputados o ante la Comisión Permanente, antes del día en que haya de votarse sobre la credencial respectiva.

El señor licenciado De la Hoz ha dicho que la presentó hoy en la tarde; por lo mismo, no sería antes del día, sino dentro del día de la sesión. Pero no me opondría a que la Comisión retirara de la discusión esa credencial, si la objeción se refiriera a puntos constitucionales, porque es necesario tener en cuenta que la objeción puede referirse a algo que afecte a la esencia de la elección, a algo constitucional. Podría suceder que el candidato tuviera vicios que le inhabilitaran para hacerlo viable; en este caso, la objeción aún podría tomarse en cuenta por esta misma Asamblea y por la Comisión dictaminadora, porque no sería dable, no sería correcto, que nosotros admitiéramos como diputado por un Estado a aquella persona que no reúne las cualidades del Artículo 116. Así, resumiendo, diré que pido a la Comisión que no retire su proposición, siempre que la objeción no se refiera más que a faltas meramente de forma, no de fondo y no de esencia.

El presunto diputado liberal Jorge Delorme y Campos, que es a quien perjudicaría la violación legal que ha sugerido el presunto diputado católico Manuel F. de la Hoz, va a la tribuna y dice:

Pido la palabra para dar las gracias al honorable ciudadano que me ha precedido en el uso de la palabra, por la defensa que ha hecho de mi credencial, sin conocerme.

Seguramente que la ley ha querido, al fijar como la víspera del día en que ha de discutirse el acta, el término máximo para examinar la credencial, para que haya defensa posible por parte del diputado; y hoy no sería posible llegar a discutir la credencial sobre la cual se promueve la discusión; yo carecería de ese derecho de legítima defensa, y seguramente que la honorable Asamblea no tuvo en cuenta el artículo del Reglamento invocado por el señor que me precedió en el uso de la palabra; de esta suerte, libre de prejuicios, debo todo el respeto al Reglamento que debe regir sus procedimientos.

Desde el momento en que hoy debe discutirse y votarse el grupo de credenciales correspondientes a Jalisco, en el cual figura la mía, se violaría el Reglamento que debe normar nuestros actos, si se diera entrada a esa objeción presentada el mismo día de la discusión y no antes del día, como lo previene el Reglamento a que debemos sujetarnos.

Por lo demás, señores diputados, y aunque parezca ocioso, ustedes saben que en Jalisco se acentúa día a día la lucha entre los partidos, y seguramente que la impugnación de mi credencial no obedece solamente a razones legales, sino a espíritu de partido -que yo reconozco muy humano y que respeto-. No pretendo con esto lanzar un cargo a quienes me impugnan; reconozco el mismo perfecto derecho de defensa en favor de su partido; pero pido respeto al Reglamento que debe regirnos; pues la objeción, según la declaración del señor De la Hoz, se hizo el mismo día en que debía votarse este dictamen.

Que se modifique el trámite acordado y que no se tome en cuenta esa objeción; sólo lo hago por respeto al Reglamento, que, por lo demás, aceptaría la discusión franca, porque debe normar nuestros actos la justicia, y no valernos de triquiñuelas. Por lo mismo, sólo por respeto al Reglamento y reconociendo la justicia y el derecho, pido a la Cámara que no acceda a que se retire la proposición que se refiere a mi credencial.

Oportunas han sido estas llamadas de atención que hacen recapacitar a los miembros de la Comisión Escrutadora, quienes, por boca de Jesús Urueta, retornan al camino de la legalidad.

La verdad es que la Comisión -declara Urueta- vuelve sobre sus pasos, a virtud de la discusión y, en consecuencia, no retira su proposición, porque, efectivamente, las reclamaciones deben presentarse hasta antes del día en que haya de votarse sobre la credencial respectiva. Si se ha presentado hoy, la Comisión no tiene facultad alguna para retirar su proposición.

Frustrada así la maquinación de los católicos, es aprobado el dictamen de la Comisión en lo que concierne al Estado de Jalisco, excepto la credencial del 14 distrito, cuya discusión ha sido aplazada, y asumen investidura de diputados propietarios los señores Francisco Escudero, Manuel F. de la Hoz, Juan L. Lomelí, Luis Manuel Rojas, Jorge Delorme y Campos, Ignacio Galván, Pascual Alva, Jacinto Cortina y Carlos Corona. Los suplentes de estos diputados son: Salvador Garibay, Luis B. de la Mora, Juan 'Pérez Sohaguín, Francisco González Arias, Epitacio Silva, Jorge Silva, Lorenzo Llano y Valdez, Lauro Velasco y Juan N. Córdova.

Ni los dictámenes relativos a distritos del Estado de México, ni los que consultan aprobación de credenciales por los de Michoacán, Nuevo León y Oaxaca suscitan discusión alguna, y por unanimidad de votos entran a engrosar el acervo de la Cámara, como diputados propietarios, los señores Isidro Fabela, José Ortiz Rodríguez, Pascual Ortiz Rubio, José Oceguera, Adolfo M. Isassi, Celerino Luviano, José Trinidad Carrión, Agapito Solórzano Solchaga, José Silva Herrera, Jesús Munguía Santoyo, Francisco Elguero, Joaquín Torres, Alfonso Madero, Jesús M. Aguilar, Jesús H. Treviño, Carlos Cerqueda, Miguel Bolaños Cacho y Abraham Castellanos. Como diputados suplentes: Emilio López, Melesio Alvarez, Antonio Carranza, Andrés Iturbide, Julio Valladares, Alberto Castañeda, Manuel Padilla, José Gaytán, Luis G. Arriaga, Manuel olivera, José Méndez Padilla, Francisco Lozano, Manuel Amaya, Florentino Caso, Juan C. Fernández, Carlos Barroso, Eliseo Gómez Añorve y Ramón Castillo Isassi.

El presunto diputado Pedro Galicia Rodríguez, promueve la suspensión de la credencial de los señores Emilio Ibáñez y Alberto o'Fárrill por el 8° distrito electoral del Estado de Puebla, y acto continuo son aprobados los demás dictámenes relativos a ese Estado, así como los de varios distritos de Querétaro, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Territorio de Tepic, Veracruz, Yucatán y Zacatecas.

De acuerdo con esos dictámenes son diputados propietarios los señores Rodolfo Bello, Enrique M. Ibáñez, José Mariano Pontón, Alfredo Alvarez, Alfonso Cabrera, Manuel Pérez Romero, Constantino Llaca, Pedro Antonio Santos, Enrique O'Fárrill, Moisés Garcia, José Rodríguez Cabo, Samuel M. Santos, Francisco Verdugo Falques, Carlos M. Ezquerro, Pedro R. Zavala, Roberto B. Pesqueira, Carlos E. Randall, Francisco R. Velázquez, Félix F. Palavicini, Jerónimo López de Llergo, Nicolás Muñoz Ruiz, Luis Castillo Ledón, Ignacio Peláez, Antonio Ancona Albertos, Alonso Aznar Mendoza, Albino Acereto, José I. Novelo y Luis Rodarte. Los suplentes son: Tomás Fúrlong, Juan P. Hernández, Baraquiel Alatriste, Vicente Lombardo, Jr., José Dolores Pérez, Amador E. Ugalde, Eduardo G. Escalante, Mauricio Dávalos, Valentín Flores, Eduardo Arizmendi, Carlos Gobea, Enrique M. Espinosa, José de Jesús Moncayo, Ignacio Moris, Benjamín Trasviñas, Joaquín Corella, Agustín A. Roa, Agustín Rodríguez, Marcos E. Becerra, Manuel Gregorio Zapata, Carlos Pesqueira, Lucas Marín, Gabriel Jiménez, Alvaro Medina Ayora, Manuel Evia Cervera, Siegfried Figueroa, Eulalio Ferráez y Enrique M. Flores.

Hay, pues, un total de noventa y seis diputados propietarios y otros tantos suplentes que no han sido designados ya por la voluntad del Presidente de la República, sino seleccionados, primero por los diversos partidos que contendieron en la última campaña cívica, y electos después por la mayoría de los habitantes de los distritos, en capacidad de votar.

Sin embargo, los grupos contrarrevolucionarios, que estuvieron amparados por amplias garantías en el uso de sus derechos cívicos, han de atisbar cualquiera coyuntura para ir sembrando suspicacias en la conciencia pública, contra la limpieza de procedimientos de todas y cada una de las autoridades que intervinieron y sigan interviniendo en el proceso electoral.

Yo deseo, y así lo solicito respetuosamente de la Comisión de Poderes -propone el presunto diputado José María Lozano-, que por regla de lógica solicitó a esta Asamblea la aprobación en grupos de todas las credenciales que no tenían objeción alguna, que se hagan en el presente caso dos grupos de las observadas. Un grupo formado por aquellas credenciales que, a pesar de haber sido objetadas, la Comisión vació sobre ellas las aguas del perdón, y otro grupo, de aquellas credenciales que, a juicio de la Comisión de Poderes, deben ser definitivamente reprobadas.

Rendón coge al vuelo la tendenciosa afirmación del señor Lozano, y replica:

La Comisión, por conducto de su presidente, quiere explicar al señor Lozano, que, si la Asamblea es del parecer que acaba él de indicar, por su parte la Comisión no tiene ningún inconveniente en acatarlo. La Comisión quiso que se resolviera por Estados, empezando por orden alfabético; así había arreglado los respectivos expedientes. Por consiguiente, es a la Asamblea a la que toca resolver. La Comisión cree que es preferible por Estados, y no por el criterio que descansa en aprobar o reprobar la credencial, porque es más justo ocuparse uno por uno de los Estados, que ocuparse de grupos. Esto es lo que en concepto de la Comisión debe hacerse, y lo que en concepto de la misma Comisión debe ser aprobado; y, finalmente, la Comisión añade esto: a ninguna credencial se le ha dejado caer en forma alguna las aguas del perdón, porque la Comisión está absolutamente sometida a los términos de la ley, y no puede dar perdón de ninguna especie: para los creyentes, su Dios allá arriba; aquí entre nosotros, únicamente rige el perdón para los que son condenados a muerte por las autoridades, de acuerdo con nuestras leyes.

La Comisión, como ha dicho, puede haberse equivocado en sus dictámenes, porque reconoce que es falible, pero tiene la esperanza que después de ser oída juzgarán los presentes que ha habido de parte de ella la más completa y absoluta sinceridad.

Los aplausos que dan eco a las palabras del señor Rendón y la conformidad con que son aceptados los dictámenes que reconocen categoría de diputados propietarios por el 19 y el 59 distritos del Estado de Coahuila, a los señores Roque González Garza y Adrián Aguirre Benavides; respectivamente, y de diputados suplentes por aquellos mismos distritos a los señores Serapio Aguirre e Hilario Delgado, son signos del clima benigno que reina en el ámbito espiritual de la Cámara ...

Muy pronto observaremos que aquél se altera a extremos de hacerse desapacible y présago de tempestades peligrosas para la salud y la prosperidad de la patria.

Indice de Instalación de la XXVI legislatura Recopilación y notas de Diego Arenas GuzmánIntroducción de Diego Arenas Guzmán CAPÍTULO SEGUNDO - Primer debate apasionado por una credencialBiblioteca Virtual Antorcha