Indice de Instalación de la XXVI legislatura Recopilación y notas de Diego Arenas GuzmánCAPÍTULO UNDÉCIMO (Segunda parte) - Cabrera, cabeza de turco para la contrarrevolución CAPÍTULO DECIMOTERCERO - Clausura de las Juntas PreparatoriasBiblioteca Virtual Antorcha

INSTALACIÓN
DE LA
XXVI LEGISLATURA

Recopilación, selección y notas de Diego Arenas Guzmán


CAPÍTULO DUODÉCIMO

EL PARTIDO LIBERAL SE ALEJA DEFINITIVAMENTE DEL CONSTITUCIONAL PROGRESISTA

Para reanudar el orden cronológico de las Juntas Preparatorias y del Colegio Electoral que fueron efectuadas por los diputados a la XXVI Legislatura el año de 1912, esta glosa es retrotraída al sábado 14 de septiembre de ese año, en que la última de aquellas Juntas sirvió de pórtico a la instalación legal de la Cámara.

Esta Junta se inicia con la lectura del dictamen que reforma el que anteriormente había presentado la Comisión respecto a las elecciones en el 6° distrito electoral del Estado de Jalisco, y quedan reconocidos en calidad de diputados por dicho distrito los señores Gonzalo del Castillo Negrete, como propietario, y Zenón de la Torre, como suplente.

Otro dictamen que revoca el que con anterioridad compuso la Comisión Escrutadora, es el que ahora presenta ésta para declarar diputados electos por el 13avo. distrito de Oaxaca a los señores licenciado Guillermo Meixueiro, propietario, y Fidencio Hernández, suplente.

Sin discusión es aprobado el dictamen relativo a las elecciones en el 19avo. distrito de Veracruz, que favorece a los señores José Manuel Puig y Francisco Robleda, para diputados propietario y suplente, respectivamente.

El dictamen de la Comisión en favor del licenciado Armando Z. Ostos para diputado propietario por el 4° distrito de Tamaulipas, y del señor Luis Ramírez de Alba para suplente del primero, es aprobado sin discusión; pero el señor Ostos cree adecuado dirigir este breve discurso:

Nunca he sentido satisfacción tan grande ni tan infinita como la que he sentido en estos momentos. Al recibir los aplausos de la galería, mi corazón se ha enardecido de ternura, y para corresponderle, le hago presente mi agradecimiento y voy a decir cuál va a ser mi papel en este recinto.

Señores de la Asamblea:

Señores de la galeria:

Mi candidatura emanó de un club liberal independiente de Tampico. Cuando se me ofreció mi candidatura, reflexioné si debía aceptarla o no, y una vez que me resolví a aceptarla, contesté en los siguientes términos: El anhelo más ardiente de mi vida consiste y consistirá siempre en hacer cuanto esté de mi parte por el bien de mi ciudad natal y por la nación entera. Haré en esta Cámara todo cuanto sea posible por que se respete la ley, estaré con el Ejecutivo de la Unión cuando esté con la ley, mi voz estará contra el Ejecutivo cuando éste viole la ley (aplausos).

Yo quedaré en las filas de la oposición; yo estaré al lado de esta pléyade de hombres inteligentes y valientes, yo beberé en la fuente de Lozano, de García Naranjo y Olaguíbel, si son aprobadas sus credenciales por esta Asamblea (aplausos).

Para terminar sólo me resta deciros que daré a mis electores del 4° distrito electoral de Tamaulipas la noticia de esta manifestación, para que en el corazón de todos ellos viva siempre la gratitud por el fallo de esta Asamblea, y por los aplausos de las galerías (aplausos).

A continuación son aprobados sin debate los dictámenes correspondientes a los 1., 2. Y 3. distritos de Tamaulipas; 1°, 3°, 7°, 8°, 12avo., 13avo. y 16avo. distritos del Estado de México, que dan carácter de diputados propietarios a los señores Antonio Dominguez Villarreal, Leandro Peña, Telésforo Villasana, Salvador Moreno Arriaga, Demetrio López, Luis G. Chaparro, José J. Reynoso, Emilio Cárdenas, Javier Torres Rivas y Mariano Vicencio.

Suplentes de aquellos diputados son los señores Francisco Treviño y Canales, Antonio J. Hernández, Tarquino Jiménez, Rodolfo Argüelles, Aurelio J. Venegas, Luis G. Becerril, Jesús Ramírez, Gregorio Ledesma, Luis G. Zaldívar y José A. Carrasco.

El dictamen relativo al 5° distrito del Estado de México, que está formulado a favor del señor Tranquilino Navarro, para diputado propietario, y del señor Alberto Ronces, para suplente y que excluyendo al señor Juan Ozuna porque éste fungió como Presidente Municipal del Valle de Sultepec, da lugar a un debate en el que toman parte el mismo señor Ozuna y los diputados Puig, Trinidad Luna, Rendón y Luis Cabrera, quien propone que se suspenda la discusión mientras son traídos algunos documentos cuya lectura ha solicitado el señor Ozuna, y que se continúe la discusión de otros dictámenes. Es aprobada esta moción y fuera de debate se aprueban los dictámenes que corresponden al 11avo. distrito del Estado de México; a los 1° y 4° del Estado de Querétaro, y a los 4°, 5° y 7° del Estado de San Luis Potosí, por donde han sido electos, respectivamente, los señores Antonio Aguilar, como propietario, y Manuel Aguirre como suplente; el licenciado Juan N. Frías, propietario, y Alfonso M. Veraza, suplente; Rafael Nieto, propietario, y Francisco Gómez, suplente; Rutilo Berlanga, propietario, y Miguel L. Quijano, suplente, y Julián Ramírez Martínez, propietario, y Daniel A. Martínez, suplente.

El dictamen de la Comisión declara diputado propietario por el primer distrito de San Luis al señor Rafael Curiel, y suplente al señor Santos Pérez; pero a petición del diputado José Rodríguez Cabo, la discusión de dicho dictamen es reservada hasta que se dé lectura a determinados documentos que forman parte del expediente examinado por la Comisión. Sin debate son aprobadas las credenciales de los señores doctores Miguel Ortiz Sánchez, para diputado propietario por el 2° distrito de Tepic, y Gabino Navarro para suplente.

Después de haberse dado lectura a los documentos que solicitó el señor Ozuna, los diputados que concurren a esta junta preparatoria ratifican las razones de la Comisión y por tanto, queda electo diputado propietario por el 5° distrito del Estado de México el señor Tranquilino Navarro.

Tampoco da lugar a debate el dictamen que declara diputados propietario y suplente, respectivamente, por el 4° distrito del Estado de México, a los señores Guillermo Ordorica y Rafael N. Millán y Alva.

Y de pronto, el ambiente plácido en que se ha venido desarrollando esta asamblea es rasgado por relámpagos de pasión y conmovido por rachas tempestuosas de pugna política. Esto ocurre cuando el secretario en funciones da lectura al siguiente dictamen:

Examinado el expediente relativo al 4° distrito electoral del Estado de Michoacán, aparecen electos como diputados: propietario, el ciudadano Francisco Pascual García, y suplente, el ciudadano Francisco Arce. El ciudadano Felipe Rivera, protestó: primero, porque la casilla número 2 recibió sufragios después de las 6 p.m.; segundo, porque no se repartieron las boletas del partido silvista; tercero, porque en dos casas de comercio se estaban respaldando boletas, y cuarto, que no son vecinos de la localidad ni tienen bienes raíces en ella los ciudadanos Francisco Pascual García y Francisco Arce. Las irregularidades apuntadas no se probaron por los quejosos; en cambio, los ciudadanos Francisco Pascual García y don Francisco Arce, probaron por escritura pública ser propietarios de bienes inmuebles en el Estado de Michoacán.

En consecuencia, la Comisión que suscribe propone:

Acuerdo.
1° Es de calificarse como buena y legal la elección de diputados propietario y suplente del 4° distrito electoral del Estado de Michoacán.
2° Son diputados propietario y suplente, por el 4° distrito electoral del Estado de Michoacán, los ciudadanos licenciados Francisco Pascual García y Francisco Arce.

Sala de Comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso General.
México, septiembre 10 de 1912.
Serapio Rendón.
Licenciado V. Moya Zorrilla.
P. Luna y Parra.
Vicente Pérez.
Jesús Urueta.

El señor Ortiz Rodríguez abre el fuego contra la Comisión al hacer estas objeciones:

Si hubiéramos en este caso de estarnos a las puras formas, indudablemente que yo vendría a dar mi voto aprobatorio al dictamen; pero debajo de las formas debemos buscar la justicia, el cumplimiento de la ley, y no la burla de ella. Sobre la Constitución y contra la Constitución, nada, y la Constitución dice que para ser candidato viable a diputado al Congreso, se necesita ser vecino del Estado que lo elija, y aunque la Ley Electoral, laxando el rigorismo constitucional ha dicho que se adquiere la vecindad mediante la adquisición de una pequeña parcela, tenemos que ver si quien compra la tierra, si la persona poseedora de ella, la compra legalmente, para que no resulte burlada la ley constitucional (siseos).

Yo no vendría a defender este caso por espíritu de partido, no lo vendría a impugnar si lo creyera justo; pero, señores, siento vergüenza, como hijo de Michoacán, de que se crea que en el distrito de Zinapécuaro no hubo un hombre suficientemente apto que lo representara, sino que fue necesario recurrir a otro Estado (siseos).

Señores, el gran filósofo decía: Pega, pero escucha; ruego a ustedes que se sirvan oírme, y luego darán su voto.

Al celebrarse la convención del Partido Católico en Michoacán, para lanzar 1a candidatura para senadores y diputados, se tuvo que recurrir por ese partido a personalidades que nada tenían que ver con Michoacán, que no eran nativos de allí, que no tenían vecindad, que no tenían propiedades, y entonces el jefe de ese partido, que a la sazón era poseedor de un pequeño lote en una colonia, lo subdividió en ocho o diez partes para hacer una escritura de venta a cada uno de los ocho o diez candidatos que prohijó (siseos); esas escrituras están registradas, esas escrituras están conforme a la ley, llenan las formalidades legales; pero en esas escrituras se transparenta algo que no quiero mencionar, algo a que no quiero dar su nombre. En todas esas escrituras hay una cláusula, que me parece que es la V, y que dice:

El comprador faculta al vendedor para disponer amplia y libremente de ese terreno como de cosa propia.

¿Qué ve aquí la honorable Asamblea en esta forma de venta y de compra? Yo vendo, y faculto al comprador para disponer de la cosa mía como de cosa propia. Me parece, señores, que en el fondo de la cuestión no hay más que una confabulación que no quiero nombrar (siseos).

En presencia de este fraude, pido a la honorable Asamblea que se sirva dar su voto negativo a ese dictamen.

El señor García pide que se le permita hablar y concedida que le es su petición por el presidente de la Junta, hace esta defensa de la legitimidad de su credencial:

Sólo por un escrúpulo voy a contestar al señor Ortiz Rodríguez. Tengo la obligación de defender mi credencial; lo haré con toda mesura, porque las buenas causas no necesitan defenderse con destemplanzas.

Mi causa, como representante del 4° distrito electoral de Michoacán, es la causa mejor, o igual a las mejores que pueden sostenerse en esta Cámara. Cierto que no nací en Michoacán; yo nací, señores, en la tierra de Juárez: a cuatro leguas de su pueblo está el mío, y allí me aman como en Zinapécuaro. Yo siento mucho no haber traído aquí la correspondencia cariñosa de muchos vecinos de Zinapécuaro que ven en mí a su amigo, que ven en mí -no debo jactarme de nada-, pero que ven en mí al futuro defensor, porque hasta hoy no les he prestado sino servicios insignificantes contra no sé qué ataques, contra no sé qué peso que sobre elios hay.

Pero, señor, debo decir que yo no di un solo paso, ni gasté un solo peso para obtener esa credencial. Yo no aspiraba, como no aspiro, a ningún puesto político ni a ningún puesto social; soy muy humilde, pero con la posición social que tengo, con la posición política que he tenido hace muchos años, estoy satisfecho. Jamás pedí nada a los de Zinapécuaro, ellos me ofrecieron mi candidatura, e ignoraban hasta esto: que en algún negocio con el dignísimo señor Elguero, tenía yo vínculos pecuniarios, como los tengo con algunos hombres, aunque del antiguo régimen. Nada importa, señores, que una propiedad esté representada por uno solo o por varios dueños. ¿Cómo me puede probar el señor Ortiz Rodríguez que yo no soy condueño de los lotes que poseo en la Colonia Vasco de Quiroga? Yo soy condueño, y no nada más yo, sino otros muchos, y no por alianza política, sino por alianza mercantil; pero yo también, como cualquiera de vosotros puedo tener amigos políticos, negocios mercantiles. Yo los tengo, señores, con algunos de los principales jefes de la masonería en Oaxaca; tengo vínculos con ellos, porque no es cosa política, sino mercantil. Lo que aquí se hizo para mí, ha sido una cosa espontánea; resultó que me eligieron su representante como miembro que era del Partido Católico; pero eso no tiene que ver nada; si yo fuera ateo, Zinapécuaro me hubiera enviado aquí.

Pues bien; cuando se me propuso esa candidatura, lo que pasó en realidad es que entonces se llenó una pura fórmula; la llamo pura fórmula, porque yo ya era dueño del terreno; entonces supliqué al señor Elguero que pusiera a mi favor uno de los lotes, y debe saber el señor Rodríguez que yo soy dueño de muchos otros lotes en esa colonia, y aquí están otros señores que también son condueños conmigo y con el señor Elguero en esa colonia.

¿Qué tiene de extraño que me hayan elegido diputado por ese distrito? Repito que ellos mismos ignoraban que yo tenía bienes allí, porque no siempre saben si reúne uno los requisitos legales. Mi escritura está aquí, está otorgada tres meses y medio antes de las elecciones; estoy, pues, enteramente dentro de la ley. No necesito razonar este punto. ¿No se han votado unánimemente, o casi unánimemente, tres credenciales que se encontraban en el mismo caso? ¿No hubo ayer una fuerte discusión respecto de la credencial del señor Castellot aprobada, si no unánimemente, sí por una mayoría inmensa? Os pido, pues, señores, que, no fijándoos en que sea yo católico, porque aquí venimos a título de representantes del pueblo, de elegidos del pueblo, declaréis que si mi credencial reúne los requisitos de ley, a esto debemos atenernos (aplausos).

Como otros muchos señores, lo mismo del Partido Católico que del Partido Antirreeleccionista, como del grupo Independiente, como del Partido Liberal, como muchos de vosotros, reúno los requisitos legales, entonces ¿qué puede objetarse de una manera racional a mi credencial?

Pido, pues, a la honorable Junta se digne aprobar mi credencial, independientemente de mis ideas religiosas, que no se van a discutir, que no se discutirán en el Congreso, porque es un error pensar que vamos a discutirlas. Venimos a servir a la patria; queremos ser servidores desinteresados, independientes, y por nuestros antecedentes podemos afirmar que no tenemos mancha como ciudadanos. ¿Queréis ser amigos y servidores de la patria?: elegidme a mí diputado, que lo soy como todos vosotros, que lo soy como el señor Ortiz Rodríguez, que lo soy como cualquiera de la oposición. Si para el Congreso se necesitan servidores de la patria, en quienes se reúnan los requisitos legales, aquí estoy yo, y mi credencial que está limpia, o más que cualquiera; de modo, señores, que os pido que la aprobéis (aplausos).

A petición del diputado Ignacio Borrego, el secretario de la Junta da lectura al título de propiedad del terreno a que ha hecho referencia el señor licenciado García, y en seguida pide la palabra el licenciado Escudero, quien dice este discurso:

Señor licenciado don Francisco Pascual García: pensaba yo empezar mi peroración en otra forma; pero los siseos de la galería me obligan a hacer esta declaración: usted, en uno de sus anteriores discursos, dijo que yo era la misma persona que hace muchos años, siendo profesor en las escuelas de Jalisco, había dado a mis discípulos enseñanzas ateas e indebidas y que era yo el mismo profesor que siempre había consagrado mi existencia a impartir enseñanzas liberales. Eso es exacto. pues dieciocho años, los mejores de mi vida, los he gastado en mi ciudad natal en formar legiones de liberales, y precisamente esas legiones liberales de mi tierra son las que han alentado las esperanzas del partido; y puedo asegurar a usted una cosa: que jamás enseñé a mis discípulos a no respetar la Representación Nacional, jamás los enseñé a que pusieran en la evidencia al primer Cuerpo Colegiado de la República (aplausos).

Aunque pertenezcáis a otros partidos, es necesario que sepáis que estáis frente a la Suprema Representación del pueblo mexicano; nosotros somos el verdadero pueblo mexicano; por consiguiente, detrás de todos nosotros está la nación entera (aplausos y voces).

Así es que os pido respeto, no para mí, que nada valgo; pido respeto para sesenta mil mexicanos que represento en este lugar (aplausos).

Quiero desvanecer también alguna mala impresión que quizás se tenga en esta Corporación respecto de mi persona. Yo no soy fanático, ni sectario, ni partidarista; yo respeto el sentimiento religioso en todas sus manifestaciones; yo soy respetuoso de todas las religiones; lo que yo he perseguido siempre es la reacción, no la religión; yo no soy anticatólico, soy antirreaccionario, cosa muy distinta.

Vosotros habéis traído vuestras credenciales de un partido tradicionalista, de mi partido conservador; en buena hora; bienvenidos seais. A mí no me espantan enemigos políticos; no los temo, como no temo la ciencia, ní la oratoría, ní la polémíca de nadíe, porque precisamente ante los relámpagos de los enemígos, están también los de nuestros amigos; para eso precísamente son las discusiones: Para que las ideas contiendan y del choque de ellas resulte la luz, que aquí tiene que traducirse en determinaciones que traigan la felicidad de la República; pero lo que yo persígo es que los reaccíonarios, asumiendo una de tantas caretas como han asumido, vengan a deslizarse en el seno de la Representación Nacional.

Yo he dicho: Si vosotros hubieseis dejado el nombre de católicos -no porque odie ese santo nombre-; si hubieseis dejado ese nombre, precisamente para que no hubiera en nuestra política un elemento formidable de discordia, para que no hubiera un elemento que viene a hacer que nuestras masas ignorantes se equivoquen, como ha pasado, en la campaña electoral del señor De la Mora, que, al mismo tiempo que propagaba su candidatura, decía a los ciudadanos: Si queréis estar bien con Dios, votadme a mí como diputado ... (Aplausos, risas, siseos y campanilla).

El señor De la Mora interrumpe:

¡Todo es mentira!

El señor Ugarte hace una moción de orden porque le parece que el señor Escudero se está apartando del asunto principal y además porque se trata de imponer silencio a las galerías. El señor Escudero replica:

A todos los oradores que me han precedido en el uso de la palabra, se les ha dejado en amplísima libertad para expresar sus ideas, a mi elocuentísimo paisano el señor Lozano, anoche se le dejó hablar todo lo que él quiso; el licenciado García hizo otro tanto; el licenciado Cabrera hizo otro tanto; ¿por qué me calláis, colega? (Risas).

El presidente pide a los oradores que se ajusten a la cuestión en debate, y el señor Trejo y Lerdo de Tejada, inconforme, dice:

Yo suplico a su señoría sea más equitativo, más justo. ¿Por qué encontró honda relación con el debate al hermoso canto del cisne del señor Lozano, y no la encuentra ahora en esta discusión? Ni la presidencia ni nadie puede prejuzgar a un orador; éste puede emplear metáforas y toda clase de medios para exponer con toda libertad su pensamiento.

El señor Escudero logra reanudar así su discurso:

No es posible establecer las limitaciones ni los linderos que pueden existir entre lo conexo y lo que no lo es, y para sostener una tesis, todo lo que he dicho no es ocioso, es para fundar el voto que voy a dar en contra de la credencial del señor licenciado García.

He dicho que los liberales como yo, hemos perseguido, no al Partido Conservador, no a los representantes de la reacción, no a esos representantes de quienes el señor licenciado Trejo y Lerdo de Tejada, decía, y con mucha razón, que por su espíritu conservador son también las piedras angulares de la sociedad; yo lo que he perseguido, lo mismo que mis amigos, lo que perseguimos todos, es que en nuestro país, tan agitado por las guerras de la religión, que son las más terribles, no vuelva a resucitar el fanatismo del pasado en su forma desastrosa y trágica (aplausos). En nombre precisamente de la patria, en nombre de la paz, en nombre de la humanidad de que nos hablaba el señor Lozano, los liberales hemos querido matar la hidra en su nacimiento (aplausos). Nosotros no queremos que vuelvan las guerras de religión, ni que nuestras masas -desgraciadamente aún, ignorantes- tengan las mismas ideas que antaño las llevaron a terribles resultados. Por esta razón, cuando el Partido Católico hizo su aparición en la palestra pública, escribí un artículo donde decía:

Vosotros seréis los responsables ante la Historia de lo que resulte para la patria.

No hemos sido nosotros los liberales los que hemos evocado el pasado; han sido los católicos, y quiero que quede perfectamente establecido que nosotros no somos los Robespierre, los enemigos jurados de todo credo, si esa palabra significa enemigo de todo culto, -pues yo no soy enemigo del sentimiento religioso; soy enemigo de la reacción (aplausos).

Con este motivo, precisamente, sostuve una polémica formidable con los jesuitas, otra con el obispo de Zacatecas, y tuve el alto orgullo de que algunos prelados, pues que algunos me conocen en la República, me hayan escrito felicitándome, porque mi tesis era perfecta.

Ahora, yo pregunto: ¿quiénes son los intolerantes?, ¿quiénes son los intransigentes? Vosotros, que en muchas jóvenes almas estáis ya sembrando el germen de la intransigencia. Como profesor liberal les dije a mis discípulos: La flor de la cultura es la tolerancia; si queréis ser liberales, sed tolerantes (aplausos).

El señor licenciado Pascual García, cuando el señor Cabrera habló, se salió del salón; no quiso oírlo: es intransigente. El señor licenciado García nos hablaba el otro día e incurrió en antinomia, pues nos decía: Soy más liberal que vosotros. ¿Y sabe su señoría lo que nos decía con eso? Que su señoría es hereje, porque, conforme a la religión católica, el liberalismo es una cosa atea (aplausos).

Voy a hacer hincapié en este punto. Yo creo que la adquisición simulada por el señor licenciado García de un lote de terreno en las inmediaciones de Morelia, tiene todos los requisitos legales; no puedo creer que un hombre del talento del señor García tuviera algún olvido jurídico -le hago todo el honor que se merece-; pero que es simulado, eso no cabe duda. El señor licenciado Elguero compró un terreno en ese Estado, desde hace tiempo, y repartió ese lote entre seis de sus principales amigos.

Estuve en mi derecho, afirma el licenciado Elguero, y el señor Escudero, sin conceder importancia a la interrupción, continúa:

Pero vamos a la cuestión; de manera que aquí tenéis el peligro del Partido Católico, que ha sido siempre el peligro de todos los tiempos y que lo es del actual (aplausos). Ese peligro es el peligro que yo, a todos los liberales que estamos aquí reunidos, les hago presente: ellos cubren las apariencias legales para burlar la ley, ése es el procedimiento que siguen (aplausos y siseos); pero ése es el peligro.

Ya véis, querido compañero, amigo Lozano, que yo no soy el intransigente, yo no soy el anticatólico que creéis; yo os pido que en vuestra alta inteligencia me comprendáis, debéis de comprender que no es el sentimiento cristiano y el sentimiento católico el que yo ataco; sino que yo ataco a la reacción en un medio propicio para que no se desarrolle (aplausos).

¿Cuál es la situación social de nuestra República? Sabéis que tenemos un 70% de analfabetos, y esos analfabetos no son católicos. Yo he sostenido una y mil veces que los reaccionarios no son católicos: son reaccionarios (siseos); precisamente el motivo de la reacción en México no puede producir más que terribles resultados. Yo creo, compañeros, que si alguna vez os ponéis a estudiar estos problemas debidamente, os convenceréis de que nosotros somos los que tenemos la razón (voces: ¡Ya! ¡Ya!).

Estas son las razones por las que daré mi voto negativo en contra de la credencial del señor García, advirtiendo que, personalmente, el señor García me merece todo respeto. Yo no tenía el honor de conocerlo (voces: ¡Ya! ¡Ya!); es una persona sugestiva y simpática; pero creo que hay que sostener el principio y que todos los liberales debemos de votar contra el jefe de la reacción (aplausos y siseos).

El diputado Urueta viene a hablar en defensa del dictamen.

Voy a ser brevísimo, señores -comienza.

Señores diputados: Vengo a sostener el dictamen de la Comisión, a pessar de que abundo en los sentimientos y en las ideas que acaba de expresar el señor diputado Francisco Escudero.

La Comisión, señores, debe atenerse a las constancias del expediente y debe juzgar de las apariencias como apariencias, y de los hechos comprobados como hechos comprobados. En el expediente relativo a la elección por el 4° distrito del Estado de Michoacán, aparece que, efectivamente, el señor García adquirió un pequeño lote de la propiedad del señor Elguero en la ciudad de Morelia, y aunque en mi conciencia está que aquí se trata de un contrato simulado (aplausos), el hecho es que yo no lo puedo probar, y como la Comisión tiene el documento que comprueba la existencia de ese contrato, pues he guardado en el fondo de mi conciencia, no esa sospecha, sino esa certidumbre (aplausos), y conforme a la ley, he tenido que formular un dictamen en favor de la credencial del señor presunto diputado Pascual García (aplausos).

Después de un incidente parlamentario en el que toman parte los señores Hernández Jáuregui, Carrión, Castellot y Rendón, los diputados resuelven por unanimidad que fue buena y legal la elección en el 4° distrito del Estado de Michoacán.

Puesta a votación nominal la segunda parte del dictamen, éste es rechazado por 87 votos contra 66 que lo aprueban.

El señor Hernández Jáuregui pide que se le permita formular una protesta a nombre del Partido Independiente; el secretario advierte que el dictamen vuelve al seno de la Comisión; el señor Hernández Jáuregui insiste:

Pido a su señoría se sirva concederme el uso de la palabra para formular una protesta que debe constar en el acta, porque es una protesta histórica (aplausos).

El señor Maldonado inquiere:

Respetuosamente pregunto a la Comisión cuál va a ser la declaración que va a hacer en estos momentos, puesto que hay una contradicción enteramente flagrante. Se ha declarado y aprobado que las elecciones de ese distrito son buenas; no hubo allí contrincante. ¿Qué es lo que se va a hacer en este momento? (Aplausos).

El señor Castellot hace esta moción de orden:

El ciudadano Hernández Jáuregui había pedido la palabra, y la Presidencia se la había concedido; pero la interrupción produjo una confusión. Suplico que ahora se conceda la palabra al señor Jáuregui.

El señor Rendón trata de hablar, pero el presidente da la palabra al señor Hernández Jáuregui, quien pronuncia estas palabras substancialmente subversivas:

A nombre del grupo liberal independiente, vengo a formular esta protesta.

Cuando en un Parlamento se desconoce la ley, se atropella la justicia, se viola el derecho; entonces, los que han visto semejante atropello, tienen que decir: ¡No puede haber paz en la República! ¡Viva la revolución! (Aplausos nutridísimos)

Cuando en un Parlamento se desconoce la voluntad de los votantes legítimamente manifestada en un distrito electoral, se arroja a las puertas del Parlamento al diputado que venía a representar a ese distrito, solamente por seguir ciega y absurdamente una doctrina funesta de partidarismo, entonces nosotros, los independientes, decimos que aquí no hay justicia, y nosotros estamos dispuestos también a salir a la calle a predicar la revolución (aplausos y voces: ¡No! ¡No! ¡No!).

Este es el principio del fin, señores. Caigan sobre las cabezas de los responsables de este criminal atentado, los furores de la Historia.

¡Caiga sobre ustedes, que son los responsables! -grita el diputado Aguirre Benavides.

Castellot a su vez incita:

En nombre del Grupo Liberal Independiente, os invito a abandonar el salón.

Algunos diputados atienden esta invitación, no obstante las voces de reproche que les dirigen sus colegas en mayoría.

El lider de los católicos, licenciado García, interviene:

Señores: Yo soy el diputado electo por el pueblo, y os invito a regresar al salón.

Casi todos los que habían abandonado el recinto vuelven a sus curules; pero el presidente suspende la sesión, y el señor García explica:

Se ha suspendido la sesión, para reanudarla a las cuatro de la tarde. Se reanudará y con toda calma se discutirá el punto relativo, porque estando aprobada la proposición de la Comisión que consulta la validez de las elecciones en Zinapécuaro, no habiendo otro diputado electo más que yo, y no habiéndose reclamado contra mi credencial, la cuestión jurídica y legal no tiene ya discusión, y solamente se resolverá si declaradas buenas las elecciones, soy o no diputado por Zinapécuaro. Esa resolución se hará conforme a la ley, por una mayoría juiciosa y apegada a la ley, y suplico a ustedes que se calmen y que esperen, que el respetable Colegio Electoral hará justicia (aplausos).

El señor licenciado García sufre, sin embargo, una equivocación en sus previsiones, pues al reanudarse la junta, por la tarde, no se trató más el asunto de las elecciones en Zinapécuaro, sino que su resolución quedó aplazada hasta el día 19; circunstancia que obliga al seleccionador y glosador de estas crónicas parlamentarias a romper de nuevo el orden cronológico y ocuparse aquí de la junta en que definitivamente fue rechazada la credencial del tantas veces citado señor García.

El dictamen reformado de la Comisión y que fue puesto al debate en la sesión del día 19, dice así:

En Zinapécuaro de Figueroa, cabecera del 4° distrito electoral del Estado de Michoacán, se reunió el 3 de julio del año en curso, el Colegio Electoral respectivo para hacer la declaratoria, previos los requisitos exigidos por la Ley Electoral, de electos diputados propietario y suplente por el propio distrito, resultando la declaración en favor de los señores licenciado Francisco Pascual García y Francisco Arce.

El candidato oponente, licenciado Felipp Rivera, protestó la declaración porque no se repartieron las boletas del Partido a que él pertenecía, porque en la casilla número 2 se recibieron votos después de las seis de la tarde y porque los electos no tienen la vecindad en el sentido que exige el artículo 116 de la Ley Electoral en vigor.

Los señores licenciado García y Arce presentaron testimonios de escrituras que los acreditan propietarios de inmuebles ubicados en el Estado de Michoacán; como los otros fundamentos de la protesta no fueron probados por quien protestó, la subscripta Comisión dictaminó favorablemente, estableciendo en dos puntos la validez y legalidad de las elecciones y que se respetara la declaración del Colegio Electoral respecto de los señores elegidos respectivamente propietario y suplente.

Pero la honorable Cámara, al discutirse el referido dictamen, aprobó el punto primero, o sea el de la validez y legalidad de las elecciones del 4° distrito electoral del Estado de Michoacán y reprobó el punto segundo, relativo a las personas que se declaró electas, por creer que los títulos de propiedad que exhibieron no reúnen los requisitos legales. De acuerdo con esta resolución, volvió el dictamen a la subscripta Comisión, la que, en respeto de lo acordado, debe declarar, de conformidad con el artículo 8° del decreto del 22 de mayo del año en curso, que se haga la declaración de electos en favor de las personas que obtuvieron mayoría de sufragios, respectivamente, después de los señores licenciados García y Arce. Y haciéndolo así, es de recaer la declaración en favor de los señores licenciado Felipe Rivera, que obtuvo 1,477 votos, y Luis G. Sobreyra, con 1,779; y concluye proponiendo:

1. Es diputado propietario por el 4° distrito electoral del Estado de Michoacán el C. licenciado Felipe Rivera, y suplente, el C. Luis G. Sobreyra." Habla en contra del dictamen el señor Elguero:

Por no hallarse presente el señor García, desgraciadamente, voy a hacer uso de la palabra en su nombre.

La aprobación de ese dictamen constituiría, señores diputados, no sólo una violación flagrante de la ley, no sólo una conculcación burda del voto público, sino también -y sobre esto os llamo la atención- un absurdo que desacreditaría al Parlamento ante el propio sentido común.

El presidente interroga:

Si su señoría me lo permite, le voy a hacer una pregunta:

¿Sobre qué parte del dictamen desea usted hablar?

Sobre la proposición segunda del dictamen, señor -responde el señor Elguero-; he pedido la palabra en contra, para distinguir mi peroración. No ataco la proposición primera del dictamen, porque estoy conforme en que las elecciones son válidas; ataco la proposición segunda, que de una manera indebida propone al señor licenciado Rivera como substituto del señor García.

Las razones se vienen a los ojos de que sería burda, de que sería flagrante, sería absurda la aprobación de ese dictamen. ¿Los votos obtenidos por el señor García van a aplicársele al señor Rivera? ¿Quién ha de pretender arrogarse los derechos del pueblo, los derechos de los habitantes de Zinapécuaro, para aplicar votos que ellos concedieron al señor García a otro candidato que ni si'quiera pensaron elegir y a quien no he visto yo durante la lucha electoral? Repito, señores, que es absurdo esto. ¿Se toman en cuenta sólo los votos obtenidos por el señor Rivera, que fueron mil y pico, contra los obtenidos por el señor García, que fueron tres mil? La violación flagrante de la Constitución, la violación de la ley, la violación del sentido común serían lo mismo. Al votar tres mil habitantes de Zinapécuaro al señor García, al designarlo, querían que no fuera otro el diputado, que no fuera el señor Rivera; ¿y vamos a dar el escándalo, señores, de que con una minoría de mil y pico de votos, contrariemos, conculquemos, despreciemos una mayoría de tres mil y pico? Esto me parece horroroso. Yo me dirijo a la Cámara, y apelo a su sentido común, apelo a su honradez y al anhelo que tiene de mantener en alto el decoro de esta Asamblea, y le pido que, sin vacilar, rechace esta segunda proposición por ilegal, por atentatoria al decoro del Cuerpo Legislativo y por absurda.

Otro orador del contra es el diputado Castellanos, quien razona de este modo:

Pues bien, señores; la diputación del Estado de Oaxaca quiere representar a su Estado dignamente; y para hacerlo dignamente, debemos invocar la justicia, y siempre la justicia.

Cuando el Gobierno necesite de un apoyo, si el Gobierno está dentro de la razón y dentro de la ley, la diputación oaxaqueña levantará su frente y estará del lado del Gobierno, porque ese es su deber, porque ese es el derecho que les asiste a los que representan legítimamente al pueblo; pero si hay una camarilla, señores, pero si hay algunos individuos que por defender quizá un mendrugo de pan, se hacen inconcientes y gobiernistas, despreciando a la voluntad del pueblo, entonces, señores, estos individuos no son dignos de ocupar una curul en este Parlamento.

En el caso presente, nos encontramos ante uno de esos problemas donde la conciencia debe estar, ante todo, cincelada con diamante, donde la conciencia debe ser la que interprete fielmente los principios constitucionales; y el caso presente nos dice que el señor licenciado Francisco Pascual García tiene un buen número de votos, contra su contrincante, legítimamente adquiridos. Si ésta es la base, si éste es el pedestal de una democracia sana, de una democracia santa, debemos darle el voto al ciudadano Francisco Pascual García. Y entiéndase bien, señores, que como hombre de una facción política, pertenezco al Partido Liberal; no pertenezco al grupo de los católicos; tampoco soy de los que quieren exclusivamente llevar un término medio en la vida política y en la conciencia individual. No, señores. Divido a mi Partido en tres partes: primera, el de los jacobinos; segunda, la de los que buscan los términos medios; y tercera la de los razonadores, la de los que piensan. Hay muchos individuos en esta Cámara que pertenecen a ese tercer grupo, del que tengo la honra de ser su último representante. Y bien, señores; como creo que piensa, como creo que el pensamiento en el Partido Liberal significa justicia y ley, doy mi voto reprobatorio a ese dictamen, y espero de los hombres libres, de los hombres de buena voluntad, de aquellos que verdaderamente tienden a ayudar al Gobierno, puesto que la ayuda debe esencialmente radicar en la justicia, les ruego, les pido que den su voto reprobatorio también a ese dictamen. Tened presente que de este Congreso está pendiente la nación entera, y de él, aun cuando parezca tal vez imposible, de él dependerá la paz de la nación. Las ideas que aquí se vierten repercuten en todo el territorio nacional, y probablemente un acto de justicia hace cambiar muchos ideales absurdos que existen actualmente en todo el territorio mexicano, y un acto de justicia en este caso, es lo que nos debe guiar.

¡Cuidado. señores! Este es un acto de política y de moralidad. ¡Cuidado con la consigna, cuidado con las recomendaciones y con los compromisos! Debéis ser representantes dignos y respetuosos del pueblo, debéis ser dignos diputados, para que merezcáis el bien de la patria.

El diputado Gurrión pone este distingo a las afirmaciones del señor Castéllanos:

Tengo entendido, señores, que el diputado Castellanos ha hablado por sí, y no por la mayoria de la representación oaxaqueña, de la que formo parte, pues tengo la satisfacción de representar a uno de los pueblos más viriles del Estado de Oaxaca: Juchitán. El señor Castellanos se ha arrogado la representación de todo el Estado, y por lo que respecta a mí, al menos, no se la he concedido. Hago, pues, esta rectificación, porque es honrado rectificar los errores que ha lanzado el señor Castellanos, y porque tengo ya formado mi criterio sobre el asunto que se debate.

El señor Rendón sitúa la controversia en el punto preciso a que debe contraerse, arguyendo:

La discusión se va tergiversando, si atendemos a lo que han expresado los oradores que han hablado en contra del dictamen; porque en este caso, como lo hizo notar el ciudadano secretario por orden del señor presidente, de lo que Se trata es de la declaración que hace el dictamen a discusión, y no venir a tratar de si se le han quitado o no votos al diputado que anteriormente fue rechazado por el Colegio Electoral y aprobado por la Comisión; ese punto no se discute hoy, porque le recayó un acuerdo con la sesión del último sábado y ese acuerdo tiene el carácter de irrevocable. La Comisión, teniendo que rendir tributo al Reglamento de la Cámara, ha tenido que proponer en su dictamen a la persona que tiene inmediatamente el número mayor de votos al candidato que fue rechazado. De esta suerte, la Comisión ha cumplido estrictamente con su deber, y lo raro es que se vengan a poner reparos a una declaración de esta naturaleza, cuando antes de ahora estos casos se han ofrecido y los mismos señores diputados y la Cámara no han puesto reparos a eSe respecto. Si, como pretende el anterior orador, se quitaran los votos mencionados, llegaríamos a la conclusión absurda de que, a pesar de haber sido rechazado el anterior dictamen, tendríamos que aprobarlo hoy, o bien no tendríamos a quién dar la mayoria de votos, a pesar de ser legales las elecciones de que se trata, y resultaría que iba a carecer de representación ese distrito, lo cual es una conclusión insostenible.

La observación que ha hecho el respetable señor licenciado Elguero, carece absolutamente de consistencia, porque dice que obtuvo determinado número de votos la persona que fue rechazada. En efecto, es así; pero se olvida el señor Elguero que esta persona está incapacitada por la ley para representar al distrito, porque la votación en su favor no puede prevalecer por incapacidad, como está ya declarado por la Cámara, por cuyo motivo se tiene que declarar electo al que inmediatamente le sigue en votos, y éste es el señor Rivera; por eso, pues, se ha declarado electo al señor Rivera.

Estas explicaciones claras y sencillas, están al alcance de cualquiera; no se necesita de un razonamiento profundo o de gran perspicacia; es cuestión de sentido común.

El señor licenciado Castellanos, sin razón de ninguna especie, nos viene hablando de Gobierno, de consignas, de imposiciones y demás; aquí no somos gobierno, somos apenas Colegio Electoral nacido de la Cámara de representantes, por consiguiente, al traer a colación eso, se me figura que el buen sentido del representante señor licenciado Castellanos se ha desviado 'sin razón de ninguna especie.

Si él habla de consignas y demás, lo valeroso en este caso y lo honrado debe ser: decir de dónde parte la consigna y a quién va esa dirigida, porque nosotros hemos dicho que las gentes conscientes, las que tienen vergüenza, no aceptan consignas y creo que entre todos los que estamos aquí muy difícil será encontrar quien las acepte (siseos).

Eso es lo que tiene que decir la Comisión.

El señor Trejo y Lerdo de Tejada pide la palabra en pro del dictamen; pero más bien lo hace para aprovechar las circunstancias y definir la situación de su gripo político respecto al gobiernista.

Pido la palabra en pro del dictamen -dice-, porque habiendo aprobado esta Asamblea la primera parte de la proposición del dictamen de la Comisión, y habiendo aprobado también por mayoría de votos, que el señor Francisco Pascual García no era diputado propietario, considero, como la Comisión, que en este caso no es decoroso para la Cámara dar un paso atrás, porque mermaríamos el prestigio del Poder Legislativo si revocáramos ese acuerdo, porque un acuerdo de esta Cámara no puede revocarse en estas condiciones.

Yo he prometido siempre obrar con inquebrantable lealtad en todos mis actos públicos, y quiero demostrarlo en este momento.

Es verdad que al haber rechazado la credencial del señor licenciado Francisco Pascual García, se cometió un acto de lujuria política por esta Cámara. Así lo declaré y lo declaro honradamente. He sido yo el mayor enemigo de las tendencias políticas de los señores católicos; el que más los ha atacado en la lucha electoral y al que más han atacado ellos, porque a mí me han considerado como uno de sus principales enemigos, y sin embargo, señores, es acto de lujuria política; y digo lujuria política porque no era de trascendencia para esta Cámara que el señor licenciado Francisco Pascual García estuviera con una credencial aprobada, cuando la misma Comisión ha dictaminado a su favor. El elemento liberal de esta Cámara consideró en su alta sabiduría que esa credencial debía rechazarse; no me toca a mí explotar en este caso la conciencia de los señores diputados, sino respetar las decisiones de esta Asamblea y pedir que, por desacertadas que se consideren, sean acatadas aun por los vencidos y perjudicados, para guardar incólume el alto prestigio de este Cuerpo Legislativo (aplausos).

Ahora, señores, yo quiero a este propósito, y lo había manifestado así, oponerme tenazmente a que sea reconsiderada la credencial del señor licenciado Francisco Pascual García; porque sea cual fuere el calificativo, sea cual fuere el examen, sea cual fuere el análisis de la resolución de esta Cámara, está ya dictada, y si queremos salvar el honor nacional, debemos salvar también el honor de las instituciones mexicanas, y esta Cámara es una institución netamente nacional.

Este es el momento, señores diputados, de que yo haga ciertas declaraciones, porque no quiero ahogar por más tiempo en mi conciencia determinados sentimientos, para guardar como siempre una tranquilidad absoluta a propósito de mis actos politicos.

El Partido Liberal celebró una unión accidental, para las elecciones, con el Partido Constitucional Progresista, y la verdad es ésta: que el Partido Constitucional Progresista no ha sabido corresponder a la caballerosidad y buena fe del Partido Liberal (aplausos).

Ya os dije, en otra ocasión ...

El presidente interrumpe al orador para ordenar:

La policía me hará el favor de retirar a esas personas que aplaudieron; la orden está dada y debe cumplirse.

El señor Sarabia objeta:

El artículo del Reglamento dice que las galerías no podrán tomar parte en los debates con determinadas manifestaciones; pero un simple aplauso, una simple manifestación llamada siseo, no es tomar parte en los debates; mientras no se trastorne el orden, mientras no se promuevan escándalos, mientras no se profieran injurias, creo yo que todos los diputados que respeten a las galerías convendrán en que un simple aplauso no es motivo para mandar desalojarlas (aplausos).

El presidente replica:

Me permito llamar la atención de su señoría acerca de que tengo un alto deseo de cumplir estrictamente con el Reglamento y de ser justo en su cumplimiento. Su señoría se refiere a que las galerías no tomarán parte con ninguna manifestación en los debates; pero me permito rogarle que lea la parte que dice que las galerías guardarán respeto, silencio y compostura. Como un aplauso o un siseo es interrumpir el silencio, y estoy decidido a hacer respetar el Reglamento, la Mesa insiste en el trámite que se ha dado de que cualquier aplauso, siseo o cualquier movimiento en cualquier sentido se considerará como una infracción del Reglamento.

Con una excitativa del diputado Muñoz a que no se siga interrumpiendo a los oradores con mociones de orden, y con una enérgica reiteración del presidente sobre sus órdenes a la policía, se restablece la posibilidad de que el señor Trejo y Lerdo de rejada hilvane su discurso ininterrumpidamente. Lo hace en esta forma:

Decía yo, señores, que el Partido Liberal celebró una unión accidental con el Partido Constitucional Progresista, para el efecto de caminar unidos en las elecciones; porque tanto ellos como nosotros pudimos sospechar, y con cierta razón, que el elemento conservador que viniera a esta Cámara, por numeroso, sería un verdadero peligro para el liberalismo, encarnado en nuestras instituciones laicas y constitucionales. Ese fin justifica perfectamente dicha unión, que fue consentida por los señores diputados independientes, cuando yo les decía y explicaba que, en los parlamentos, semejantes uniones son lícitas para perseguir fines prácticos, y sólo así se justifica la unión de los independientes con los católicos, para un fin común, a semejanza de la liga accidental del Partido Liberal con el Partido Constitucional Progresista, para un éxito común y perfectamente lícito en política.

Pero, señores, es triste decirlo, y lo declaro ahora con toda energía: que el Partido Constitucional Progresista no ha sabido corresponder a la lealtad y buena fe que para con él ha tenido el Partido Liberal. En las elecciones, aquel Partido infringió en varias ocasiones el convenio; y después, con posterioridad, fuimos citados a una reunión, que se celebró en la casa del señor Moya Zorrilla y en esa reunión se propuso la Mesa directiva que aprobamos, y en la cual todos estuvimos de acuerdo; pero en esa reunión, a mi querido amigo Juan Sánchez Azcona, a quien personalmente estimo, se le escaparon unas palabras que yo recogí y rectifiqué, pero que desgraciadamente los hechos posteriores han venido a comprobar que mi rectificación no reformó ese criterio, sino que el criterio exclusivista del Partido Constitucional Progresista ha seguido caracterizando hasta el desenfreno a ese grupo. Esas palabras fueron las siguientes:

No extrañe a ustedes que nosotros preferimos y nombramos en las comisiones de la Cámara a los nuestros, es decir, a los miembros del Partido Constitucional Progresista, porque es natural que en ellos tengamos más confianza que en ustedes.

Yo protesté, manifestando que si la confianza en esta reunión, en donde estaban representados todos los grupos: Partido Liberal, Partido Constitucional Progresista y elementos liberales dispersos, que no están incluidos todavía ni en uno ni en otro grupo, no existía para todos, la junta, o es insensata, o es pérfida. Entonces se rectificaron las palabras vertidas, aceptándose aparentemente por la Asamblea mis ideas; pero repito: por desgracia, los hechos posteriores me demuestran que el Partido Constitucional Progresista, no ha sido un amigo leal del Partido Liberal, ni busca en sus aliados al compañero de lucha, sino al instrumento ciego de sus desenfrenadas ambiciones. ¿Qué hemos hecho en esta Cámara?, ¿qué orientaciones hemos tenido como criterio fundamental? Un desenfreno absoluto; y un desenfNno absoluto va a llevar al país no sé a dónde; adonde no tenemos derecho de llevarlo.

En otra ocasión hablé aquí, en esta tribuna, de las diferentes orientaciones políticas, y senté esta tesis que es honrada y que ninguno de los miembros del Partido Constitucional Progresista puede rechazar, porque si no le diría yo: Quítate esa careta de liberal, que sólo pueden usar merecidamente los que saben respetar todas las ideas y todos los derechos.

El Partido Católico representa tendencias conservadoras, que yo repruebo; pero tengo la obligación de respetar el derecho que tienen todos los ciudadanos de nuestra República que quieran sentir cariño por esa tendencia conservadora y sostenerla en nuestras luchas políticas. Al mismo Partido Científico, que llamó el señor Lozano en elocuente y suntuosa oratoria, partido del peculado y de los fraudes públicos, lo detesto también, señor Lozano; fue, ha sido la principal, es la causa determinante de la funesta caída del señor general Díaz, del hondo malestar en que se encuentra nuestra patria y de todos los peligros terribles que nos amenazan en estos momentos. Sí, yo condeno ese grupo; yo condeno al Partido Católico en sus orientaciones político-conservadoras; pero no puedo so pena de estrujar la Constitución y escupir la cara de nuestros grandes héroes liberales, negarles a ustedes el derecho de estar representados en la Cámara (aplausos). Por esa razón hablé de orientaciones.

Respecto de la credencial del señor Pascual García, sostuve y sostengo que si la mayoría liberal de esta Cámara hubiera dependido de la resolución que se dictara sobre la credencial de don Pascual García, entonces el criterio de nuestros votos debería haber sido exclusivamente político, yo hubiera rechazado esa credencial, aunque viniera firmada por el Sumo Pontífice y fuera legalmente más blanca que la nieve; la hubiera rechazado, porque entonces el voto era eminentemente político. Pero la credencial del señor Pascual García no estaba en esas condiciones. Yo me alegro que no esté en esta Asamblea, porque es un enemigo menos, al fin y al cabo; pero honradamente no puedo aplaudir los procedimientos con que fue despedido de esta Cámara; y sin embargo, si ha sido rechazada, si la resolución es un acto consumado, respetémoslo y hagamos respetar las resoluciones de esta Asamblea, rechazando enérgicamente el deseo de que esa credencial sea nuevamente discutida y fallada. ¿Cuántas credenciales hemos aprobado en medio de una desorientación eminentemente intensa, de una confusión y falta de criterio político inconcebibles? Hemos aprobado unas credenciales en unas condiciones; hemos rechazado otras credenciales que están en las mismas condiciones. Toda esa desorientación depende de esto: de que la unión del Partido Liberal y del Partido Constitucional Progresista, que yo creí bien intencionada, que yo creí leal, desgraciadamente no fue así; lo digo sincera y francamente. Por esta razón no quiero perder la oportunidad para declarar que el Partido Liberal no camina ya unido con el Partido Constitucional Progresista, porque éste ha faltado a la lealtad de su convenio y encubre intenciones y procedimientos políticos que a todo partido honrado tiene que repugnar -yo le ruego al señor Sánchez Azcona que rectifique lo que digo, para bien de la patria.

Pero hay algo más, señores; el Partido Constitucional Progresista, con el disfraz del amigo, del aliado, ha venido ejecutando actos hostiles contra el Partido Liberal; y el Partido Liberal sería un Partido de imbéciles, si después de haber sido agredido por individuos de otro grupo, siguiera con esa actitud de borregos, con esa actitud de hombres silenciosos y mudos que hemos guardado en esta Cámara y que está poniendo en grave peligro al histórico y prestigiado Partido Liberal.

Yo tengo un aplauso para algunos de los señores del Partido Constitucional Progresista, -porque son hombres tan honrados, tan sinceros, tan rectos, como el señor González Garza, que ha probado en esta Asamblea que en los temores, en las grandes vacilaciones que siente el hombre público, que siempre las tiene cuando es consciente, ha votado, supeditando todos los impulsos de correligionario y de partidario, conforme a su conciencia; para él tengo un aplauso; pero no lo tengo para todos los miembros del Partido Constitucional Progresista, que no han seguido esa conducta limpia y honrada.

El bloque liberal, formado hasta este momento por el Partido Constitucional Progresista y el Liberal, ha tenido frecuentemente juntas, de las que me han excluido; no sé por qué les estorbo; pero si fuere porque mis orientaciones políticas son honradas, ojalá y les estorbe para siempre. A puerta cerrada han celebrado todas sus reuniones; no quieren que yo vaya; y yo no voy, porque el Partido Liberal no representa tendencias personalistas: no somos maderistas desenfrenados, no somos instrumentos incondicionales porque constituimos un Partido de tendencias políticas que fueron formuladas para la salud de la patria, no como un simple pretexto para una lucha presidencial, no; somos, lo hemos declarado ya solemnemente: los sostenedores de este Gobierno de origen electoral. Es necesario, señores, que sentemos de una vez para todas el precedente civilizado en nuestro país, de que nuestros gobiernos institucionales se renueven por medio de la ley; que ya no tengamos un Santa Anna, que entraba y salía constantemente del Poder por medio del cuartelazo; debemos pensar de una vez para todas, en el establecimiento de este precedente hermoso en el suelo mexicano. Sigamos sosteniendo al señor Madero, pero sigamos imponiéndole rectas y bien definidas intenciones; eso quiere el Partido Liberal, y eso hará este Partido; porque yo, señores, que he luchado tanto por el engrandecimiento y triunfo del Partido Liberal, no acepto la sumisión incondicional al Poder Ejecutivo como único Gobierno, como única entidad, porque yo no tengo el derecho de ensuciar la pureza de un partido, llevándolo al inmundo precipicio, porque mañana o pasado tendría, y con justicia, la maldición de mis correligionarios. Yo velaré por los intereses del Partido Liberal, que, en mi concepto, son la mejor orientación para la cosa pública, por sobre mis amistades, por sobre mis cariños, por sobre mis amigos y por sobre mis enemigos. He aquí la razón por la cual, no obstante que soy amigo del señor Sánchez Azcona, he tenido para él la censura que a mi juicio ha merecido.

Pero hay algo más, señores, que el señor Cabrera apuntó y todos vosotros lo habéis prometido y jurado por vuestro honor en esta tribuna; que ibais a hablar con toda libertad, que no ibais a tener más orientación que vuestra conciencia y honradez; y, señores, en la forma en que aprobaron las comisiones del Gobierno, flotó un espíritu de exclusión, de intriga y de ambiciones desenfrenadas en esta Cámara, que la honradez se tapó la cara y huyó avergonzada del salón. No, señores; reflexionad; lo han dicho todos y lo seguimos diciendo: de esta Cámara espera la patria mucho; pero cuando sobre la patria se ponen los intereses personales, esos directores políticos, esos gobiernos serán enteramente fatales para México; y mientras yo esté en esta Cámara, tendrán en mí un enemigo personal y encarnizado todos los directores de la política, todos los gobernantes que trabajen más por sus intereses personales que por el engrandecimiento y adelanto moral de nuestra patria.

Se ha prometido aquí expresarse con verdad y yo os declaro, y lo reconocen todos los miembros del Partido Constitucional Progresista -si hay alguno que crea que no digo la verdad, lo autorizo para que me desmienta-, que he trabajado empeñosamente por salvar a este Gobierno, y lo he sacado limpio de una multitud de conflictos serios en que se ha encontrado, no por un espíritu de maderismo incondicional, sino porque quiero salvar de la deshonra al Gobierno del señor Madero, que, entre paréntesis, declaro que no está con el Partido Constitucional Progresista del modo definitivo que se nos quiere hacer entender; que no aprueba los torpes y sucios procedimientos desarrollados en esta Cámara por los monopolizadores de la dirección política del Parlamento.

Es necesario consolidar el Gobierno del señor Madero en este período presidencial, haciendo que camine por la ley, por las buenas orientaciones; porque así se salvan dos conceptos, el segundo netamente nacional, que está sobre el primero: a mi patria poniéndola en un camino civilizado y bueno, del verdadero progreso gubernativo; a Madero, porque al fin y al cabo el pueblo mexicano le dio su voto, y el pueblo mexicano debe respetarle, porque sólo así respeta sus propias instituciones que son el legado de nuestra Historia y de nuestros antepasados (aplausos).

Hay algo más, señores: ¿qué tendencias políticas rodean al Presidente de la República? Ya lo habéis oído; muchas, muchas y muy encontradas. En el Gobierno se roen y se devoran unos a otros los altos funcionarios, y esa es la causa de que el Presidente de la República no pueda, con la firmeza que debiera hacerlo, elegir un camino con la debida meditación, porque tiene alta responsabilidad: pero un camino único de Gobierno, firme, siempre firme, por donde fue Juárez, que fue grande; por donde fue Lerdo, que también fue grande, sin vacilaciones posteriores, pero siempre procurando cumplir las promesas que hizo solemnemente a la nación.

El Partido Constitucional Progresista, que es una de las malas sombras que rodean al Presidente, no sólo ha faltado a la lealtad que debiera al Partido Liberal, sino que está ejecutando actos hostiles contra éste; tiene hace tiempo apuntadas todas sus baterías contra uno de los ministros más honrados: el señor Jesús Flores Magón, miembro del Partido Liberal. Sí, señores; y si yo no viniera a defender los pocos elementos de buena cepa liberal que hemos podido adquirir en el Gobierno, merecería más siseos de los que me estáis dando (aplausos).

¿Qué es esto, señores?, ¿esto es trabajar por la patria? Que responda la opinión pública sensata, que tiene que estar conmigo, no con la afirmación que se me hacía en contrario por el grupo en cuestión. No, señores; considerad vuestras tendencias egoístas, reflexionad sobre vuestros pasos: habéis elegido un galope desentonado, que es un nuevo cientificismo, y en eso no os acompaña el Partido Liberal. Vamos a trabajar de otra manera: vosotros con vuestras aspiraciones, y nosotros, el Partido Liberal, con las nuestras; siempre que tengamos un programa eminentemente laico, de carácter liberal en política, os aseguro que estaremos contra los miembros del Partido Católico con toda saña, sin transacción alguna; con toda la pasión de que somos capaces en las luchas políticas. Pero, señores, desde el momento que habéis tomado un criterio exclusivista, notoriamente impolítico, porque ha llegado hasta la lujuria y ambición más desenfrenadas, no podemos seguir laborando a vuestro lado. Felizmente .para nuestra patria, me he convencido de que el Partido Católico, que lo creia ya más grande como enemigo, es muy pequeño todavía como partido; ojalá y no crezca nunca. Pero por ahora os declaro solemnemente que creí que era un enemigo mayor; le temía. Ahora no os temo, señores católicos; os aseguro que no obtendréis ninguna victoria en esta Cámara, en el orden político-religioso. Vosotros mismos lo habréis comprendido así, y os aseguro que en vuestras juntas, en vuestras reuniones, serenos y tranquilos, habréis recapacitado en tantos errores como habéis cometido en vuestra iniciada carrera política.

Aquí tienen ustedes la explicación de estas declaraciones solemnes que dejo hechas. No será difícil, aunque no lo quiero creer, porque entonces se me llenaría de amargura el espíritu, que algunos miembros del Partido Liberal se pasen al Partido Constitucional Progresista; pero si así fuera, yo me alegraría de que supiéramos de una vez cuáles son definitivamente los verdaderos liberales y cuáles los convencioneros que, con una careta de buena fe, engañan al pueblo en el momento de las elecciones para obtener un cargo, en el que se olvidan de sus promesas, para doblar la espina ante el poderoso. No estaremos con el gobiernismo incondicional, tampoco con la oposición sistemática, sino que trabajaremos por la patria. Pero la patria excluye todas las pasiones personales, todas las ambiciones del grupo de políticos financieros, que son los publicanos, los verdugos del país, en éste y en todos los gobiernos.

Por esa razón, señores, quise hacer estas declaraciones; porque si no las hacía ahora, la obra se consumaba, y yo no quiero salir de esta Cámara con el remordimiento de conciencia de no haber tenido el valor civil de dar un alerta a mis conciudadanos, para que reflexionen sobre lo que está pasando, sobre la actitud del Partido Constitucional Progresista, y porque, desgraciadamente, por cuestiones políticas, no puede ser ni seguirá siendo amigo nuestro, porque tenemos tendencias encontradas.

Ya ve usted, señor Lozano; usted creía que en esta tribuna, con esa elocuencia que yo le admiro, aunque no estoy de acuerdo en todo con sus ideas, daba el canto del cisne por última vez. El mío es el canto inicial, precursor de muchos cantos posteriores, porque en muchas ocasiones cantaré en esta tribuna con la misma honradez, con la misma energia que ahora os lo protesto por mi honor, no el canto del cisne -llamadlo como queráis-; pero el canto precursor de otros más claros: si a la guerra se me cita, no la rehúyo, no la deseo tampoco; pero si me retáis, acéptola en buena hora, solo o con mis compañeros del Partido Liberal que no defeccionan ante el temor de perder la ayuda del poderoso (aplausos).

Resuelto el presidente de la Junta a imponer de una vez por todas el respeto a las prescripciones del Reglamento de la Cámara, ordena la expulsión de un infractor de ellas que está en galerías; el diputado Sarabia protesta por esa expulsión; pero el presidente lo reconviene:

Ningún diputado puede protestar contra el cumplimiento del Reglamento, y en seguida concede el uso de la palabra a don Francisco Pascual García, quien hace la defensa de su caso en estos términos:

Si no hubiera consultado más que mi inclinación a la obscuridad y al silencio, no habría vuelto a esta Cámara después de los sucesos del día 14. No vengo a defender un interés personal, no vengo a defender los intereses católicos, y no vengo a defenderlos, porque a la hora de la discusión de una credencial no son los intereses de partido los que deben ponerse en juego, no. A la hora de la discusión de una credencial, sólo deben sonar la voz de la ley, la voz de la razón, la voz de la justicia.

Aquí, en esta Cámara, señores, con el fin de empequeñecer a un partido, que no discutiré si es grande o pequeño, como lo hacía el señor Lerdo de Tejada; con el fin de empequeñecer a un partido, repito, se ha procurado eliminar a sus hombres, al menos a alguno de ellos. Esto no es justo, señores; esto no es razonable. Deben, al discutirse las credenciales, en vez de venir a alegar razones de mala ley, venir a demostrar que la credencial es mala; pero se ha venido a poner en juego las pasiones de partido, apagadas ya en otros tiempos; pero yo no entraré en ese terreno; me mantendré pura y exclusivamente en el terreno de la ley, y después en el de los hechos.

Por lo que toca al terreno de la ley, yo pregunto: ¿no es acaso evidente que una vez que se ha reconocido el hecho legal de que son buenas las elecciones verificadas en el 4° distrito electoral de Michoacán, la consecuencia lógica es que yo soy el diputado por aquel distrito? Tan cierto es esto, señores, que la Comisión Revisora no puede eludir esta consecuencia; fue necesario que una votación absurda, una votación opuesta al principio que se acaba de sentar en esta Cámara en sesiones anteriores, viniera a decir que yo no soy el diputado por el 4° distrito electoral de Michoacán, para que volviera el dictamen a la Comisión, y la Comisión viniera a proponernos una violación a la libertad del sufragio, violación que, además de ser en sí ilegal, es también ilegal bajo otro aspecto, porque la Comisión Revisora no es legisladora y no tiene derecho de venir a proponer aquí que se declare diputado a una persona que no tiene credencial, cuando la credencial no haya sido objetada, como sucede en mi caso.

Yo traje una credencial limpia como una gota de agua; pero la Comisión, señores, que ha tomado una actitud melodramática, ha presentado una proposición, pero con el deliberado propósito de que se votara en contra, y no supo ocultar sus aviesas intenciones, pues que el señor Urueta, al defender el dictamen, vino en realidad a atacarlo. Esa Comisión, digo, no tiene derecho de dar al señor Rivera el derecho que a mi me han dado los vecinos del 4° distTito electoral de Michoacán. Señores, en mi credencial consta que la votación a mi favor fue de 2,993 votos, es decir, casi una mayoría; ¿y cuántos obtuvo el señor Rivera? 1,476, es decir, mucho menos de la mitad. ¿Con qué derecho, pues, pudiera esta Cámara declarar, con qué derecho la Comisión Revisora puede proponer que se declare que es diputado quien obtuvo tan visible minoría? ¿o acaso, señores, se necesita dar una lección de Derecho Electoral a la Comisión, que puede ignorar que los votos positivos en favor de una persona, son exclusión de toda otra? ¿Esos 2,993 votos dados a mi favor, no están diciendo que no quieren a otro para diputado por aquel distrito, sino a mí? Entonces, ¿qué especie de mayoría se puede atribuir al señor Rivera para poder declararlo diputado?

Pero ahí, señores, se puso en juego, para negarme la representación por el distrito que me eligió, una pasión de partido, una consideración de conveniencia política, porque se quiso demostrar que el Partido Constitucional Progresista, al que se unieron otros elementos, puede más que los elementos independientes de esta Cámara; de modo que mi credencial, señores, se quemó o se pretendió quemar en la hoguera encendida por el fuego de las pasiones de partido, y esto no es recto.

Un gran liberal de aquella tierra que, como ha dicho un insigne publicista, es una República bajo la forma de monarquía -Inglaterra-, Mr. Gladstone, expone las consideraciones que os voy a leer y que demuestran, señores, cómo, cuando hay verdadera ciencia, cuando hay verdadero patriotismo, a la hora de la discusión de las cuestiones que son técnicas, de las cuestiones que son legales, de las cuestiones que son científicas, hay que prescindir de las consideraciones de partido.

Hablando de una cierta cuestión que no es necesario presentar, porque no se necesita para la inteligencia de esta Asamblea, dice: (Leyó).

Y aquí se ha querido, con esa votación contra mi credencial, restringir la libertad, y más todavía, señores, se ha querido violar el derecho del sufragio, violar la libertad de elección, y para eso no debían invocarse consideraciones de ningún género y, por lo tanto, tampoco debían invocarse consideraciones de partido, porque una cuestión de legalidad para constituir un Congreso, no es una cuestión de Partido, no debe serlo.

Los partidos -dice sabiamente el liberal Mr. Gladstone-, son necesarios, pero esencialmente secundarios y subordinados, para trabajar solamente en pro de sus programas.

El partido, señores, que no va más que a la dominación, yerra el camino, porque los partidos no tienen razón de ser sino para el bien de la patria, y cuando las consideraciones de partido no van al bien de la patria, sino que se desvían de ese camino para establecer nada más su fuerza, para mostrar su fuerza como jactándose del triunfo obtenido contra la credencial de un adversario del Partido Constitucional Progresista, entonces, señores, este partido es contra la naturaleza de la sociedad, contra la naturaleza política.

No es una cuestión de partido, señores, en primer lugar; y el señor Lerdo de Tejada ha señalado una verdad: nosotros no venimos aquí a traer cuestiones político-religiosas, no las hemos suscitado; nosotros, si hemos tenido que entrar a ese terreno, ha sido porque se nos ha atacado y querido arrastrar a él; pero en el terreno práctico de la política, nosotros no venimos, señores, como no vienen los independientes tampoco, a plantear problemas del orden religioso.

Nosotros venimos, como venís vosotros, aspirando a lo que aspiran los diputados del Partido Constitucional Progresista, a lo que han aspirado cuando han pedido una credencial al pueblo: a representar al pueblo; pues a eso venimos nosotros y nada más.

Por eso, señores, no ha sido justo que una credencial tan clara, una credencial tan limpia como las mejores, una credencial como la mía, haya caído bajo el peso de los votos de una mayoría; no ha sido justo ... (siseos, aplausos y campanilla).

El presidente hace este llamado al orador:

Me permito llamar al orden al señor Pascual García que no se refiere a la primera parte del dictamen, sino a su credencial (siseos).

Hernández Jáuregui expresa en voz alta su parecer acerca de que se está coartando la libertad de palabra, y el señor García apela al sentido de justicia del presidente, diciendo:

Me permito suplicar al señor presidente que retire el llamamiento que me dirige al orden, porque yo no puedo impugnar la declaración relativa al señor Rivera, sin sostener la validez de la mía (aplausos); yo no puedo tocar la proposición que ya está aprobada, pero estoy en mi derecho para sostener que soy el diputado por Zinapécuaro, pues de otra manera estaría yo de más aquí.

Entre el presidente y el señor García se entabla este diálogo:

El C. presidente: No pude oír, señor, qué decía usted.
El C. García: Digo esto, señor: que yo, para atacar el dictamen, necesito sostener que mi credencial es buena, porque ésa es la razón por la que el dictamen es malo (risas).
El C. presidente: Yo me permito advertir al señor García que, debido a condescendencia, se le permitió hablar cuando ya no es presunto diputado; pero esa condescendencia con todo gusto se la doy, siempre que se concrete a la discusión de la segunda parte del dictamen, lo cual le suplico atentamente.
El C. Garcia: Su señoria puede notar que no he atacado la primera parte; estoy atacando la segunda parte del dictamen.
El C. presidente: Si he entendido mal, por el espíritu de justicia que me guía: pude haber cometido un error; pero en caso de no haberlo cometido, insisto sobre mi indicación anterior, y no por arrepentimiento, sino únicamente para acatar las prescripciones del Reglamento.

Y el señor García da una segunda parte a su discurso, que es ésta:

Para continuar hablando sobre el mismo orden, diré que usted sabe bien que yo tampoco necesito modificar mi conducta, porque he estado dentro del Reglamento.

Pues bien, señores; si mi credencial es buena, la consecuencia lógica de la proposición aprobada es que yo soy el diputado por Zinapécuaro, porque es absurdo decir que las elecciones fueron allí buenas y legales y que, sin embargo, el elegido no es válido; entonces, ¿cómo pudieron ser legales y buenas? Esas dos proposiciones se contradicen entre sí, vienen a sostener el sí y el no; esto no cabe ni dentro de la lógica más absurda de la más imperfecta y extraviada de las escuelas lógicas. No hay lógica a cuya luz se pueda sostener esto.

Pero se dice que la Cámara no puede llegar a declarar que mi credencial es válida, porque, ¿en qué situación quedaría después de haber declarado que no es buena? Un prócer de la administración actual, a quien uno de los diputados que me está escuchando habló de estas cosas, hacía esta observación: ¿En qué predicamento va a quedar la Cámara si, volviendo sobre sí, declara buena la credencial del señor García? Y a ese prócer se le contestó: Queda la Cámara en la misma categoría en que queda quien comete un error, y luego lo lava, es decir, en la categoría de error. Y esto es lo que yo quiero, que se repruebe el dictamen que consulta para el señor Rivera el carácter de diputado, porque esa proposición no tiene base en el acta electoral, porque es de saber, señores, que no hubo una sola protesta, pero ni una sola, y esa circunstancia demuestra que legalmente nada se podía hacer contra mi elección de diputado. He aquí otra circunstancia, además de la que acabo de señalar, a saber: que no hubo ni una sola protesta contra mi elección. El presidente municipal de Zinapécuaro, a quien por la ley le correspondía presidir la Junta Computadora de votos, es hijo nada menos que del señor don Felipe Rivera, y este señor firmó la credencial y me la remitió. ¿No prueba esto, en el terreno de los hechos, que el hijo del que podía haber sido mi único contrincante tuvo que reconocer que la elección en mi favor fue legal?

En suma, señores, me parece que insistir en el carácter legal de mi credencial y, en consecuencia, en el carácter ilegal de la declaración que ahora se pretende que hagáis, es lo mismo que insistir en que dos y dos son cuatro. La cosa es muy evidente, matemáticamente evidente, si a la luz del Derecho Político declaráis que el señor Rivera es diputado por Zinapécuaro, habréis declarado un absurdo mayor todavía que el que se ha declarado pretendiendo que yo no soy el diputado propietario por Zinapécuaro. Pero entrando a otro orden de consideraciones, yo os digo: ¿por qué pretendéis que yo no entre en la Cámara y que en mi lugar venga el señor Rivera?

No se me puede alegar la razón de que fui debatista, porque yo no lo fui; nadie más lejos que yo estuvo de El Debate; tampoco fui científico y, en consecuencia, no se me puede decir que se me cierran las puertas de esta Cámara por científico. ¿Se me cerrarán las puertas porque soy católico? Señores, habéis aprobado las credenciales de veinte católicos. ¿Se me puede decir que se me quiere expulsar porque soy independiente? Tampoco; allí tenemos otros veinte diputados independientes cuyas credenciales se han aprobado. Entonces, ¿por qué se me pretende arrojar de aquí?

Yo no lo sé, señores; una cosa sí siento en mi conciencia: que si vosotros votáis reprobando el dictamen que está a discusión y más tarde volvéis sobre vuestros pasos y me declaráis a mí diputado por Zinapécuaro, habréis hecho una cosa de justicia, pero si en mi lugar colocáis a otra persona que no reúna en si los sufragios del pueblo; si en lugar de un diputado verdadero, traéis a un diputado falso, entonces habréis circundado mi cabeza con la aureola más grande de gloria que yo pueda apetecer. Si, señores; si me arrojáis de aquí, yo saldré con la ley en la mano hecha pedazos pero saldré radiante de gloria; porque entonces yo, que no cupe en las Cámaras de la dictadura, tendré la conciencia de que no quepo tampoco en las Cámaras de un gobierno nacido de la revolución, porque no caben ni en una ni en otra hombres como yo, de carácter independiente, verdaderamente independiente, que no entran en componendas, que no contraen compromisos y que sólo sirven a la patria; no caben en la Cámara, ¡doloroso es decirlo!; pero éste es el pedestal más grande de un monumento de gloria que pudiera erigirse.

Os pido, pues, señores diputados, la reprobación de la proposición en que se consulta que el señor Rivera es diputado por Zinapécuaro y que, volviendo sobre nuestros pasos, reparéis vuestro error y declaréis que soy yo diputado por Zinapécuaro (aplausos).

El señor Rendón interviene en el debate.

La Comisión -advierte- muy poco tiene que decir respecto de los dos oradores que le han precedido en el uso de la palabra, porque ni el uno ni el otro han traído razones de ninguna especie que hagan modificar el dictamen que se ha presentado hoy. Unicamente la Comisión necesita hacer observar que el respetable señor licenciado Pascual García se equivoca al afirmar que la Comisión se vio obligada a dictaminar favorablemente su credencial. Está en un error el apreciable señor licenciado García; la Comisión gustosa, dictaminó favorablemente, porque en la forma esa credencial era ley; si a virtud de la discusión que hubo en la Cámara, los señores componentes de ella creyeron que el señor licenciado García no tenía los requisitos para merecer esa credencial, no fue cuestión de la Comisión sino de la Asamblea, y por lo cual la Comisión no es responsable de ese acto en lo absoluto. Pero respecto al otro punto que establece el señor licenciado García, que él obtuvo más sufragios que el señor Rivera sí está en lo justo; pero debe recordar forzosamente que, una vez que se le ha declarado invalidado para merecer esa credencial, forzosamente tiene que ir a poder del señor Rivera, como consecuencia de la primera proposición aprobada el último sábado, y que decía: Se declaran buenas y legales las elecciones verificadas en el 4° distrito del Estado de Michoacán. Si son buenas y legales, hay que aceptar la consecuencia para ese punto. La segunda proposición fue rechazada, la que consultaba que fuera diputado propietario el señor licenciado García, mas una vez excluido el señor licenciado García de esa representación, necesariamente tiene que caer en alguien, y ese alguien es el que le sigue en mayoría de votos. Si no fuera así, resultaba que aun siendo legales las elecciones, no habría representante por Zinapécuaro, lo cual es absurdo, o bien, que después de haber sido rechazado el señor licenciado García, se le iba a declarar diputado, lo que también es absurdo. Ante estos dos absurdos, hay que aceptar el camino de la ley: el artículo 4° del decreto de 22 de mayo del año en curso, que le da facultad a la Cámara, y con esta facultad la Cámara resolvió. Esto es lo que tenía que decir en cuanto a la credencial del señor García.

Antes el señor licenciado Trejo subió a la tribuna con objeto de hablar en pro del dictamen. Las palabras en pro del dictamen deben considerarse de paso, pues a lo que él subió, real y positivamente, fue a hacer una confesión de fe y desahogar una pena que le venía corroyendo, en razón de las quejas que asegura tiene del Partido Constitucional Progresista. Ese punto no se discute aquí, no tenemos derecho de molestar a la Cámara con nuestros disturbios domésticos; pero ya que el señor licenciado Trejo ha dicho esto, nos limitamos a invitarlo a que pruebe sus afirmaciones, porque si la Cámara quedó sorprendida de la audacia de alguien que excitaba a la revolución desde esta tribuna ...

Porque era justo -interrumpe Hernández Jáuregui; Rendón agrega:

... nosotros nos sorprendemos de que el señor licenciado Trejo venga a decir que el Partido Constitucional Progresista ataca a un ministro del Gabinete. Es inexacto lo que dice el señor licenciado Trejo, y la prueba más evidente de que nosotros no atacamos a ningún ministro, es que las mismas comisiones de Gobernación que fueron nombradas en esta Cámara, tuvieron el gusto de hacer una visita al señor ministro de Gobernación para cambiar impresiones, y sería necesario ser infidente o traidor hasta el extremo, para hacer una visita de cortesia en esas condiciones. Estoy seguro que en el calor de su peroración dijo el señor licenciado Trejo esas palabras, porque si va a buscar pruebas, se encuentra abiertamente que no cuenta con ninguna. De esa misma suerte se encuentra cuando dice que lo hemos excluido; a nadie se le ha excluido; les consta a los señores diputados que los hemos invitado a laborar con nosotros y nuestra primera condición al invitarlos, fue decir que nosotros no constituíamos en ese acto ningún partido, sino sencillamente un grupo liberal, y el señor licenciado Trejo fue precisamente quien dio ese nombre. De manera, señores, que el señor licenciado Trejo, por inquinas anteriores cuya justificación no es del caso estudiar, porque no es el lugar éste, ni tampoco la ocasión, ha venido a decir cosas y resquemores muy suyos, pero que en este caso son completamente inoportunos. Si nosotros tratáramos de seguir el procedimiento del señor licenciado Trejo, vendríamos a hacerle el cargo que hasta el día 14 en que fue aprobada su credencia], que hicimos con todo gusto, ha venido a apartarse de nosotros; pero no es ésa nuestra línea de conducta, porque desgraciadamente si el Partido Liberal ha perdido en muchos distritos, es precisamente por esa falta de disciplina, por esa falta de unión entre ciertos componentes suyos, por esa manera de ser de estar ofreciendo a cada momento pretextos para disturbios y dar ocasión de triunfar a los enemigos políticos.

Si quiere el señor licenciado Trejo pruebas, no hace más que tender la vista desde su asiento: allí se sientan gentes que pertenecieron a su Partido Liberal y que, por motivos que tampoco queremos ni debemos examinar, se creyeron en la necesidad de separarse de él. Quiere decir, pues, que es una fuente de disgustos perpetuos, y el Partido Constitucional Progresista no es así, pues, por el contrario, tiende los brazos a todos los del grupo liberal y les dice: Venid con nosotros, que nosotros compartimos vuestras ideas, y por eso gustosos les dimos la vicepresidencia de la Mesa Directiva, precisamente en la persona del señor Trejo, porque lo considerábamos digno del puesto.

Eso sea dicho de paso, pues, repito, no es el Partido Constitucional Progresista quien en esta Cámara traiga a debatir cuestiones interiores.

El señor Hernández Jáuregui consigue hablar contestando al señor Rendón y dice:

Voy a contestar a la alusión personal del señor Rendón. Sepa el señor Rendón que el que tuvo la audacia de pronunciar las palabras en la mañana del 14 de septiembre, ni se arrepiente de ellas ni está dispuesto a retirarlas.

Ya quisiera el señor Rendón tener la conciencia tan limpia y tan tranquilo el corazón como el que habla (aplausos).

Acto continuo a una moción de orden del diputado Elguero, que es contestada por el secretario Moheno, se toma la votación, y 119 diputados aprueban el dictamen que declara diputados prropietario y suplente por el 4° distTito de Michoacán, a los señores licenciado Felipe Rivera y Luis G. Sobreyra; en tanto que 48 representantes dan su voto en sentido negativo.

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