Índice de Emiliano Zapata y el agrarismo en México del General Gildardo MagañaTOMO IV - Capítulo I - El Estado de Guerrero en poder de la RevoluciónTOMO IV - Capítulo III - El Estado de Sonora en el movimiento revolucionarioBiblioteca Virtual Antorcha

EMILIANO ZAPATA
Y EL
AGRARISMO EN MÉXICO

General Gildardo Magaña
Colaboración del Profesor Carlos Pérez Guerrero

TOMO IV

CAPÍTULO II

INCORPORACIÓN DE ANTONIO DÍAZ SOTO Y GAMA A LAS FILAS DEL SUR


Ha llegado el momento en que cumplamos lo ofrecido desde el segundo tomo de esta obra: decir por qué se incorporó el señor licenciado Antonio Díaz Soto y Gama a las filas del Sur.

El hecho de que ese profesional llegara a los campamentos rebeldes no tiene, en sí, extraordinaria importancia, porque antes y después muchos otros se presentaron pidiendo ocupar un lugar en las filas insurgentes; pero la importancia estriba en los antecedentes de Díaz Soto y Gama como impenitente luchador. Diremos, pues, algunos de esos antecedentes, con tanta más razón cuanto que se relacionan con la interesantísima génesis de la Revolución Mexicana.


IPandro Acaico

Corría el año de 1900, y por aquel entonces, el obispo de San Luis Potosí, doctor Ignacio Montes de Oca y Obregón, hizo un viaje a Roma, tal vez con motivo del informe que los prelados tienen obligación de presentar periódica y personalmente a la Santa Sede.

Era el obispo Montes de Oca un hombre cultísimo, poliglota, orador sagrado de altos vuelos, escritor y poeta. Por esas cualidades se le nombró Arcade de Roma. Firmaba sus escritos con el seudónimo de Ipandro Acaico, y siendo afecto a los clásicos griegos hizo de uno de ellos una traducción que mereció elogios en el mundo de las letras.

A su regreso de Roma se detuvo en París, y nada de extraño fue que lo entrevistaran personajes del alto clero francés, hombres de letras y periodistas. Contestando el interrogatorio que le presentó uno de los reporteros sobre la situación de la Iglesia católica y la actitud, con respecto a ella, del Gobierno de la República Mexicana, dijo estar altamente satisfecho con la política seguida por el general Díaz, pues la Iglesia desarrollaba sus actividades con absoluta tranquilidad, desaparecidas las dificultades y aspereZas de otros tiempos.

Las declaraciones del señor obispo fueron dadas a conocer ampliamente en Francia, luego en toda Europa y se trasmitieron por cable a la ciudad de México, en donde las publicaron los periódicos y las comentaron según el sentir de sus redactores; esto es, la prensa de tendencias o de filiación católica las encomió, mientras que los periódicos de filiación o tendencias liberales hicieron lo contrario.

Lo expresado en París por el obispo Montes de Oca era la verdad, pues el gobierno del general Porfirio Díaz estaba siguiendo una línea de conducta que dió en llamarse política de conciliación, y debido a ella, se dijo que estaba preparando un concordato entre el gobierno mexicano y la Santa Sede.

No faltó a la verdad el señor obispo, insistimos; pero sus declaraciones hicieron que los liberales se dieran cuenta exacta de toda la trascendencia de la llamada política de conciliación. Como, por otra parte, no olvidaban el papel que recientemente había desempeñado el clero mexicano en la cruenta lucha de Intervención y durante el Segundo Imperio, estimaron que el gobierno del general Díaz estaba totalmente desviado de la trayectoria y principios del Partido Liberal.


Camilo Arriaga

Entre las protestas que se formularon, la más vigorosa, sin duda por haberse convertido en acción, fue la del señor ingeniero Camilo Arriaga. Liberal de abolengo, pues era sobrino del inolvidable constituyente don Ponciano Arriaga, promovió la formación de un club, que se integró a mediados de 1900, con jóvenes estudiantes y con escasos antiporfiristas. Entre los primeros figuró Antonio Díaz Soto y Gama.

El club tomó el nombre de Ponciano Arriaga y celebró su sesión inaugural, públicamente, en el salón principal del Tívoli de San Francisco, el 13 de septiembre, según acta que hemos tenido a la vista. En esa sesión habló el señor Alberto Sustaita, dando una eXplicación sobre el objeto del club, cuya directiva quedó integrada por el señor ingeniero Camilo Arriaga, como presidente; por el general Manuel Sánchez Rivera, como vicepresidente¡ por cuatro secretarios, que en su orden fueron los señores Alberto Sustaita, licenciado Mauricio Dávalos, Antonio Díaz Soto y Gama y Herminio Sandoval; como tesorero se nombró al farmacéutico Rafael Rodríguez.

El entusiasmo con que se formó el club hizo que su primera sesión tuviera gran trascendencia, pues se le dió el carácter de convención central del Estado para preparar la celebración de un Congreso Liberal Nacional

Habiéndose acordado que la naciente agrupación tuviera un órgano de propaganda, se dieron todos los pasos encaminados para crearlo, y el 11 de noviembre de aquel mismo año de 1900 vió la luz pública el primer número de Renacimiento, periódico del que fue director el ingeniero Camilo Arriaga, y redactores, el doctor Antonio Almanza, Moisés García, Alberto Sustaita, José M. Facha y Antonio Díaz Soto y Gama. Por deserción de algunos colaboradores, la redacción del periódico quedó limitada al director y a los dos últimos mencionados.


Formación de clubes liberales

La constitución del primer club liberal, más que una respuesta al señor obispo en el asiento de su diócesis, fue una protesta contra la política de conciliación. Así lo consideró el gobierno del general Díaz, por lo que comenzaron a sentirse las persecuciones; pero a pesar de ellas, se formaron en distintas partes de la República nuevos y vigorosos clubes liberales, quienes al buscar el contacto con el de San Luis Potosí, le ofrecieron su adhesión y lo tomaron como el encauzador del movimiento liberal. Por eso se denominaron clubes adherentes.

Entre las agrupaciones de esa índole que, desde luego, se distinguieron, podemos citar al club liberal tampiqueño Benito Juárez; al Reforma, de Río Verde, S. L. P.; al club El Nigromante, de Chignahuapan; al Lampacense; al Ignacio Ramírez, del Estado de Hidalgo; al Huasteco, del mismo Estado; al Gregorio Méndez, de Paraíso, Tabasco.

Contestando a la excitativa que se hizo en las columnas de Renacimiento a todos los liberales de la República, se reunieron los de Puebla, Pachuca y Zitácuaro e instalaron sus clubes, debiendo citarse el caso singular de que en la última de estas poblaciones se formó uno de señoritas y señoras.

Es claro que estamos incurriendo en omisiones; pero son completamente involuntarias, pues aunque recordamos la existencia de algunos otros clubes, no acertamos a decir en qué poblaciones se instalaron. Sirva de exculpante el tiempo transcurrido y baste lo dicho para demostrar que la acción del club Ponciano Arriaga se estaba extendiendo en el país.


Convocatoria para el Congreso

En el número 4 de Renacimiento se habló de la reunión de un Congreso Liberal, y con este motivo se sometieron a la consideración de los clubes adherentes los temas que debían tratarse. Más tarde se convocó formalmente, señalándose la ciudad de San Luis Potosí para la celebración del Congreso, y el 5 de febrero de 1901 para el principio de los trabajos, que se ajustaron al temario siguiente:

I. Manera práctica de infiltrar el liberalismo en las masas, de contrarrestar la influencia del clero en el hogar y de combatir la educación retardataria y obstruccionista que el mismo clero imparte.

II. Iniciativas que tiendan a hacer efectiva la nacionalización de los bienes eclesiásticos y a impedir que en lo sucesivo se eluda el cumplimiento de las leyes sobre esta materia.

III. Medidas que deben adoptarse para lograr el aniquilamiento de la influencia política del clero, no sólo de la que directamente ejerce obrando como cuerpo constituído, sino de la que hace sentir por medio de sus adeptos que ascienden al poder.

IV. Constitución de los liberales en partido propiamente dicho, esto es, formalmente organizado con jefes o leaders que formulen programas capaces de traer serias y benéficas innovaciones, y comités o clubes que al mismo tiempo que trabajen por la implantación de esas reformas se mantengan entre sí en relación tan constante como intensa y procuren ponerse en contacto con el pueblo y sus autoridades, bien sea por medio de los órganos de la prensa que interpreten y defiendan las aspiraciones e intereses de cada club; bien sea acudiendo a la celebración periódica de congresos liberales en que tomen parte delegados de los diversos grupos; bien sea, por fin, valiéndose de iniciativas dirigidas al gobierno sobre asuntos de interés público que revistan vital importancia, a la manera de las sociedades políticas de la Gran Bretaña.

V. Conducta de los ciudadanos y de los clubes para exigir de los gobiernos la puntual observancia de la Constitución y para obtener estricta justicia en el país.

VI. Papel que desempeñan los ayuntamientos en la educación política de los pueblos jóvenes; la libertad municipal considerada como el preliminar forzoso de la democracia, como el medio seguro de despertar el espíritu público y como la mejor escuela para que el ciudadano aprenda a gobernarse a sí mismo. Organización más adecuada que convenga a las Corporaciones Municipales (El temario transcrito fue tomado del folleto que publicó el Club Patriótico Liberal Melchor Ocampo, de Puebla, y que contiene, además, el reglamento y las bases a que se sujetó el Primer Congreso Liberal, bases que no reproducimos por estimado innecesario. El folleto fue hecho en la imprenta de Vélez, Guerrero, 5. San Luis Potosi, 1901).


Celebración del Congreso

Como estaba proyectado, el Congreso Liberal se llevó a cabo en la ciudad de San Luis Potosí y celebró su primera sesión el 5 de febrero de 1901.

He aquí los nombres de los delegados: Juan Barrueta, Alberto Sustaita, Moisés García y H. Pérez, de San Nicolás Tolentino; Blas G. Rodríguez e ingeniero Luis Lajouz, de Monclova; Federico R. Flores, de Uruapan; José María Guzmán, de Zitácuaro; Antonio Vives, de Cerritos; José F. Pérez, de Zitácuaro; Pompeyo Morales, de Tampico; José M. Facha y Juan Ramírez y Ramos (nieto de El Nigromante), de Puebla; Ricardo Flores Magón, del Distrito Federal; Constantino H. Castelazo, de Pachuca; Manuel Martí, de Omitlán; Hesiquio Forcada, de Valles; J. Medal, de Morelia; José D. Gaitán, de Tula, Tamps:; doctor Aurelio de Alva, de Tancanhuetz; Rafael Odriozola, de Cuicatlán; licenciado Amado González, de Laredo, Tamps.; Librado Rivera, de Rayón; Vicente Rojas Torres, de Veracruz; doctor Jesús G. Piñero, de Nieves, Zac.; José Hinojosa y Avelino Espinosa, de Monterrey; Lázaro Villarreal, de Lampazos; hermanos López, de Tula, Tamps.; Gregorio Licea, de Villa Aldama, N. L.; doctor Miguel Macías, de Pinos, Zac.; señores Colunga, A. Meza y Salinas, de Hidalgo del Parral; Eucario M. León, de Matehuala; Francisco B. Montelongo, de Cuencamé; Vidal Garza Pérez (tercer secretario), de Lampazos; Alberto Díaz (segundo secretario del Congreso), de Puebla; Fernando P. Tagle (segundo vicepresidente del Congreso), de Pachuca; ingeniero Camilo Arriaga (presidente del Congreso), de San Luis Potosí; señorita Susana Colín, señora viuda de Colín, señora Amaya de Reyes y señorita Elvira Colín, de Zitácuaro; licenciado Benito Garza (primer vicepresidente del Congreso), de Zacatecas; doctor Agustín Arroyo (primer secretario del Congreso), de Tula; ingeniero Francisco Naranjo (hijo del general del mismo nombre), de Lampazos; licenciado Antonio de la Fuente, de Monclova, y Salomé Botello, de México.

Hemos creído conveniente publicar la lista de los congresistas porque es justo recordar y mencionar a quienes con prontitud ocuparon su puesto en la lucha ideológica de su tiempo. Es igualmente justo decir que el credo liberal era el más avanzado de la época, al menos en nuestro país, y que la acción oportuna, desinteresada y valerosa de quienes se enfrentaron a la situación que prevalecía, tuvo la virtud de sacudir la conciencia nacional, dando oportunidad de que se gestara el movimiento social e historico de la Revolución Mexicana, pues, en verdad, los sucesos que más tarde se desarrollaron tienen sus raíces en la acción del Partido Liberal.

Por la procedencia de los delegados que concurrieron al Congreso puede verse que la acción del club liberal Ponciano Arriaga fue inteligente e intensa; a ello hay que agregar, por equidad, que los trabajos de propaganda, así como los preparatorios para la celebración de la asamblea, se hicieron bajo la inmediata intervención y en gran parte con los recursos pecuniarios del ingeniero Camilo Arriaga, alma de aquella reunión y del movimiento liberal a que nos estamos refiriendo.


Prisión de Diaz Soto y Gama

Se habrá notado que entre los congresistas no aparece el nombre de don Antonio Díaz Soto y Gama. Se hallaba preso, y esa situación merece que la expliquemos ligeramente.

Por sus activos trabajos dentro del club liberal Ponciano Arriaga y por sus artículos publicados en Renacimiento estaban disgustadas las autoridades de San Luis Potosí, no menos que los elementos del influyente clero y los del Partido Conservador.

Una circunstancia vino a sumarse a las anteriores: con motivo del día de difuntos -2 de noviembre de 1900-, el señor José M. Facha publicó en Renacimiento unas calaveras, como es costumbre en ese día, y, naturalmente, tuvo que referirse a ciertas figuras políticas de San Luis Potosí. Alguien de los aludidos en las calaveras denunció el periódico, y el señor Facha fue procesado. Nombró entonces como su defensor al señor Díaz Soto y Gama.

El 15 de enero de 1901 fue citado el señor Facha al tribunal que le seguía proceso, y con el acusado acudió su defensor, cuya presencia disgustó al juez, quien le ordenó que se retirara del local. Inconforme Díaz Soto, hizo ver el derecho que le asistía para estar presente en la diligencia relacionada con su defendido, pero el juez montó en cólera; el agente del Ministerio Público, un señor llamado Mariano Niño, salió del juzgado, requirió el auxilio de la fuerza pública y con ella expulsó del local a Díaz Soto y Gama, no sin que el señor juez lo colmara de insultos y ordenara que se le registrase, lo que se hizo en presencia del personal del juzgado y de los curiosos a quienes congregó el escándalo.

Indignado, formuló su protesta, que, impresa, circuló profusamente; pero la publicidad le valió un proceso y que se le redujera a prisión. Al reunirse el Primer Congreso Liberal, éste tomó el acuerdo de llevar a cabo las gestiones necesarias en favor del detenido, consiguiendo que se le pusiera en libertad caucional.


Oradores del Congreso

Al discutirse los diversos temas de que se ocupó el Congreso, hicieron uso de la palabra diversos oradores de bien sentada fama, y otros que después fueron descollando.

Diódoro Batalla, por ejemplo, además de opinar sobre los puntos que se fueron sometiendo a discusión, abordó el espinoso tema Mátalos en caliente, que fue una verdadera requisitoria para don Porfirío Díaz, pues la frase recordó la consigna dada por el entonces Presidente de la República al general Mier y Terán para sacrificar en Veracruz a connotados antiporfiristas.

Habló también Ricardo Flores Magón, y si bien es cierto que su personalidad no había cobrado el vigoroso perfil que después tuvo, en cambio se notaron los relieves y la firmeza de sus convicciones.

Otro de los oradores que entusiasmaron a la asamblea fue el profesor Juan Ramírez Ramos, pues su actitud y sus palabras recordaron a don Ignacio Ramírez El Nigromante, figura gallarda del Partido Liberal, de quien era nieto.

El doctor Navarro Cardona se distinguió por la irreprochable lógica de sus discursos, mientras que el licenciado López y Parra, acostumbrado a las polémicas de los jurados populares, habló con la fogosidad de quien defiende una noble causa, que, además, sentía profundamente.


Resoluciones del Congreso

Durante las discusiones se vió la necesidad de organizar el Partido Liberal, poniéndolo en pie de lucha con un plan que al mismo tiempo fuese de cohesión y encauzara las actividades hacia objetivos concretos, pues hasta entonces los esfuerzos habían sido individuales e inspirados en los principios generales del liberalismo.

La idea ganó adeptos y bien pronto se hizo general entre los congresistas, por lo que tomaron la resolución de organizar el Partido y lanzar, con ese motivo, un manifiesto.

Necesitándose de un centro coordinador de todos los esfuérzos, responsable, además, de la marcha general, la designación recayó en el activísimo club Ponciano Arriaga, y por haber tomado como bandera la Constitución de 1857 se le llamó Centro Director del Partido Liberal Constitucionalista.

Muy en cuenta se tuvieron todos los esfuerzos realizados por el ingeniero Camilo Arriaga, a quien se eligió presidente del Centro Director, en el que ya figuró Antonio Díaz Soto y Gama como vicepresidente. El manifiesto que el Congreso acordó lanzar con motivo de la organización del Partido Liberal apareció el mes de marzo de aquel año de 1901, y según la segunda de sus declaraciones, se teníacomo fines:

I. El respeto y exacta observancia de las leyes.
II. La educación liberal y cívica de la nación.
III. El restablecimiento de la honradez política de los funcionarios públicos.
IV. La abolición de toda tendencia personalista en los gobiernos.

No se expresó bien claro, pero se dejó entrever, la tendencia en contra del continuismo, que fue el primer paso para proclamar, un poco más tarde, la no reelección.


Díaz Soto, nuevamente preso

Sigamos a Díaz Soto y Gama en su actuación liberal y francamente antiporfirista. El 18 de julio de 1901, con motivo de la conmemoración de la muerte del licenciado Benito Juárez, pronunció en Pinos, Zacatecas, un discurso en cuyos candentes períodos se refirió a la actuación del general Porfirio Díaz.

El discurso no fue del agrado del jefe político y, por lo tanto, consignó a Díaz Soto por ultrajes al Presidente de la República, al ministro de Guerra y a todos los funcionarios federales y locales. El juez de primera instancia de Pinos, en auxilio de la justicia federal, practicó las primeras diligencias, detuvo al acusado y lo remitió a la ciudad de Zacatecas, a disposición del juez de Distrito en el Estado. El licenciado Benito Garza se hizo cargo de la defensa y logró que Díaz Soto y Gama fuera puesto en libertad bajo fianza.

De Zacatecas tuvo que trasladarse a la ciudad de México para defender su causa ante el Tribunal de Circuito, al que fue turnada; mas como lo que se buscaba era ocasionar al acusado el mayor número de perjuicios y molestias, se le internó en la prisión de Belén, en donde permaneció cuatro largos meses.

Ya para esos días se había desencadenado la persecución en contra de muchos liberales, por lo que Díaz Soto y Gama encontró en la cárcel de Belén a Ricardo Flores Magón, a quien se le imputaba un delito de prensa. Ambos -Flores Magón y Díaz Soto-- conocieron en la prisión a los asesinos de Arnulfo Arroyo. Dos palabras sobre este último.

El 16 de septiembre de 1898, al celebrarse las fiestas patrias, Arnulfo Arroyo, un individuo desconocido hasta entonces, acometió al general Díaz, dándole tan fuerte golpe en la cabeza que, además de tirarle el sombrero con que iba tocado, lo hizo bambolearse. Fue detenido el agresor y quedó bajo la inmediata vigilancia del inspector de Policía, que lo era el señor Eduardo Velázquez. El objeto de la detención era, además de imponer al culpable la pena correspondiente, investigar si Arroyo había procedido por sí o era instrumento de alguna persona o grupo; pero el inspector de Policía, queriendo congraciarse con el Presidente, hizo que elementos que estaban a sus órdenes simularan un tumulto y dieran muerte a Arroyo en su prisión.

El público no aceptó como verídico el tumulto, y al general Díaz no agradó la muerte del detenido, pues impidió esclarecer el origen del atentado. En pésima situación quedó, pues, el inspector de Policía, al que poco después se redujo a prisión juntamente con sus cómplices. El 24 del mismo mes de septiembre se encontró muerto al señor Velázquez en la celda que ocupaba, pues se disparó, según se dijo, un tiro de pistola en la cabeza. Los autores materiales del asesinato de Arnulfo Arroyo se hallaban todavía presos cuando los señores Flores Magón y Díaz Soto y Gama ingresaron a la prisión.


Camilo Arriaga, preso

Mientras tanto, continuaban las persecuciones en contra de los miembros del Partido Liberal. Díaz Soto y Gama fue remitido a San Luis Potosí para responder de la primera de las acusaciones que se le habían hecho; mas al llegar a la cárcel de la ciudad encontró, también presos, a los señores Juan Sarabia, Librado Rivera y Camilo Arriaga.

La fuerza armada había disuelto al club Ponciano Arriaga, y detuvo a los mencionados señores, a quienes se alojó en un departamento especial de la cárcel. Con la disolución del club se había querido asestar un golpe de muerte al Partido Liberal, privándolo de su centro director. Un poco más tarde, al ser puesto en libertad el ingeniero Camilo Arriaga debido a las muchas gestiones que en su favor se hicieron, procedió con su acostumbrada actividad a reorganizar el centro director, que sólo pudo celebrar una sesión, pues las autoridades pusieron todo empeño en impedir el funcionamiento.


El Ahuizote

Por ese tiempo, y así que estuvieron en condiciones de hacerlo, los señores Juan Sarabia, Ricardo Flores Magón y Alfonso Cravioto fundaron El Ahuizote (En sí, el periódico aludido fue El hijo del Ahuizote, mismo que no fundaron sino que compraron a su editor el señor Daniel Cabrera. Desconocemos el por qué de este lápsus en esta obra. Precisión de Chantal López y Omar Cortés), reproduciendo la forma en que antes se había publicado y con el propósito, que lograron, de hacer dura crítica de las personalidades políticas de entonces por medio de la caricatura.


Trabajos para el Segundo Congreso

Ni el ingeniero Camilo Arriaga ni los integrantes del centro director se dejaron abatir por las persecuciones. Venciendo obstáculos y desafiando peligros, el 4 de noviembre de 1901 dicho centro envió una circular a los clubes adheridos, adjuntando el proyecto de estatutos del partido y el temario para el Segundo Congreso Liberal. Se pedía en la circular que los clubes que de hecho constituían una federación opinaran libre y ampliamente, para lanzar la convocatoria en vista de las opiniones que se emitieran.

La lucha había llevado a los miembros del partido a tomar definitivas posiciones antiporfiristas, pues se culpaba al caudillo tuXtepecano, con sobra de razón, de las persecuciones y de la disolución de clubes llevada a cabo en contra de las leyes. Por otra parte, la lucha había marcado un derrotero mejor al partido, pues ya no se buscaba la simple defensa de los principios liberales ni la acción se concretaba al plano político, sino que comenzaron a entreverse los problemas de carácter social.

En la circular se habló de la prensa y del Parlamento amordazados; de la emancipación del yugo del despotismo que se había impuesto contra la voluntad nacional; de ejercer libremente el derecho de elección; de que no se concebía a un Presidente perpetuo y a gobernadores perpetuos también, designados por el Gran Elector. Se comparaba el régimen con una monarquía.

Se planteó la libertad del municipio y la supresión de los jefes políticos, instrumentos de la tiranía, y entre los problemas de carácter social se enunciaron el de los salarios, el agrario Y el del agio. Claro está que no podían haberse tratado esos importantes asuntos con la extensión y profundidad con que más tarde se vieron; pero la simple exposición honra mucho a los liberales de 1901, porque demuestra que tuvieron una visión, embrionaria si se quiere, de esos problemas fundamentalmente económicos.

La lucha de clases, de la que tanto alarde se ha hecho en estos últimos días, no pasó inadvertida, pues se presentó a las capas media y baja como estaban: oprimidas por la superior, que en concepto de los liberales estaba integrada por clericales, traidores y extranjeros. Finalmente, se llamó a todos los liberales de la República a la solidaridad, tan necesaria en todo tiempo y en todo organismo; pero tan indispensable en aquellos momentos.

Como resumen de las consideraciones, aparece la lista de los temas que se sometieron a la consideración de los clubes liberales:

1° Manera de complementar las leyes de Reforma y de hacer más exacta y eficaz su observancia.
2° Manera de implantar políticamente y de garantizar la libertad del sufragio.
3° Medidas encaminadas a hacer efectiva la libertad de imprenta.
4° Organización y libertad municipales y supresión de los jefes políticos.
5° Medidas prácticas y legales para favorecer y mejorar la condición de los trabajadores en las finas de campo y para resolver el problema agrario y el del agio.
6° Medios de afirmar la solidaridad, defensa y progreso de los clubes liberales.
7° Temas no especificados que los clubes presenten.

La lista de temas, así como la circular y el proyecto de estatutos, llevaron la firma del ingeniero Camilo Arriaga como presidente, y la del señor José M. Facha como primer secretario. Se pensaba inaugurar los trabajos del Segundo Congreso Liberal el 5 de febrero de 1902; mas, aun cuando la mayoría de los clubes contestó dando sus opiniones y todo hacía presumir que la asamblea iba a tener extraordinaria importancia, no fue posible su celebración, porque las autoridades pusieron todo su empeño en frustrarla, con lo que lograron únicamente posponer el momento en que se solucionaran los problemas con la demanda de las armas. La trascendencia histórica de los trabajos que hemos bosquejado está en la simiente que se esparció y en la agitación que produjeron.


Expatriación de Diaz Soto

Un suceso que vamos a relatar tan brevemente como nos sea posible, determinó que don Antonio Díaz Soto y Gama emigrara a los Estados Unidos.

El general Bernardo Reyes había dejado la Secretaría de Guerra y Marina para volver al Estado de Nuevo León a terminar su período como gobernador constituciopal. Acercándose el fin de dicho período, los neoleoneses creyeron que había llegado la oportunidad de elegir un gobernante por la voluntad popular y no por la de don Porfirio Díaz. Persiguiendo ese objeto, fundaron un círculo político cuyos trabajos estaban encaminados a favor de la candidatura del licenciado Francisco E. Reyes. En el mes de marzo de 1903 se llevó a cabo una asamblea que se denominó Gran Convención Electoral Nuevoleonense; pero al mismo tiempo otros elementos hicieron trabajos para reelegir al general Bernardo Reyes.

Convencidos los independientes de que no podían llegar al triunfo sin el apoyo del general Díaz, trataron de conseguirlo, sin lograr su objeto, pues contra la aspiración popular el Presidente apoyó la reelección de quien acababa de ser su Secretario de Guerra y Marina.

La Gran Convención Nuevoleonense, tras de muy acaloradas discusiones, decidió celebrar el aniversario de la batalla del 2 de abril con una manifestación política en la que se exaltara la figura del general Porfirio Díaz como héroe de aquella jornada, y para demostrarle su adhesión, al mismo tiempo que para hacer un público homenaje a su candidato el licenciado Francisco E. Reyes.

A su vez, los partidarios del ex Secretario de Guerra y Marina determinaron también aprovechar la fecha para llevar a cabo otra manifestatión de idénticos fines, pero en favor de su candidato, el general Bernardo Reyes.

Los partidarios del licenciado Reyes decidieron hacer su manifestación en la mañana del día 2 de abril, mientras que los partidarios del general Reyes escogieron la tarde de ese mismo día. Desgraciadamente en la manifestación matutina hubo desórdenes sangrientos, de los que culparon a los simpatizadores del general Reyes.

En la manifestación vespertina no hubo incidentes lamentables, lo que demostró la prudencia de los independientes, quienes señalaron ante la opinión pública y acusaron ante el Congreso de la Unión al general Bernardo Reyes como causante de lo ocurrido. El Congreso resolvió que no era culpable el general Reyes por lo acontecido en la mañana del 2 de abril; pero en esa resolución vieron sus adversarios políticos el decidido apoyo que le estaba prestando el gobierno de la República para reelegirse como gobernador.

El club liberal Ponciano Arriaga se sumó a la acusación en contra de don Bernardo Reyes, con lo cual se agudizó la tirantez que existía entre dicho organismo y las autoridades; mas por la participación activa que Díaz Soto y Gama había tomado en este asunto, tuvo que emigrar a los Estados Unidos de Norteamérica.


Regeneración

También otros liberales tuvieron necesidad de emigrar a los Estados Unidos, eludiendo la persecución de que eran objeto. Con muchos sacrificios, pues algunos tuvieron que ganarse la vida como fregadores de platos, juntaron sus férreas voluntades y canalizaron sus esfuerzos fundando, al fin, el periódico Regeneración (Más bien lo correcto sería decir que lograron volver a hacer reaparecer al periódico Regeneración, agregando que en los Estados Unidos apareció primero en San Antonio, Texas y posteriormente se trasladaría el grupo que lo editaba a la ciudad de Saint Louis, Mo. Véase aquí, en nuestra Biblioteca Virtual Antorcha, Cortés, Omar, La leyenda, en donde se puede consultar una breve historia de este importantísimo vocero. Precisión de Chantal López y Omar Cortés), que vió la luz pública en Saint Louis, Missouri, y desde cuyas columnas siguieron fustigando al gobierno del general Díaz.

El grupo de expatriados recogió el pensamiento de organizar el Partido Liberal, dándole un programa de principios y un rumbo definido de acción, en vista de la realidad mexicana. Se constituyó una junta organizadora, se pidieron y recogieron opiniones de los liberales mexicanos y con ellas se formó un proyecto de programa que fue discutido ampliamente en las columnas de Regeneración, que se convirtió así en tribuna liberal, en látigo para los malos gobernantes y en agitador formidable de la conciencia nacional (Véase, aquí, en nuestra Biblioteca Virtual Antorcha, López, Chantal y Cortés, omar (Recopiladores), El programa del Partido Liberal Mexicano de 1906, y sus antecedentes. Sugerencia de Chantal López y Omar Cortés).

El 1° de julio de 1906 se publicó el programa del Partido Liberal Mexicano, que desde ese momento tuvo objetivos concretos, no sólo en el orden político, sino en el social y económico. No resistimos a la idea de reproducir in extenso ese programa, porque estimamos necesario que el lector vea cómo fueron evolucionando las ideas, desde las que produjeron las declaraciones del obispo Montes de Oca hasta las que determinaron el movimiento armado que acabó con la dictadura del general Porfirio Díaz.

Dice así el interesante documento, en el que verá el lector algunos de los principios que más tarde formaron parte del Plan de San Luis Potosí, bandera del señor Madero:


Programa del Partido Liberal Mexicano

I. Reducción del período presidencial a cuatro años.
II. Supresión de la reelección para el Presidente y los Gobernadores de los Estados. Estos funcionarios sólo podrán ser nuevamente electos hasta después de los dos períodos del que desempeñaron.
III. Inhabilitación del Vicepresidente para desempeñar funciones legislativas o cualquier otro cargo de elección popular, y autorización al mismo para llenar un cargo conferido por el Ejecutivo.
IV. Supresión del servicio militar obligatorio y establecimiento de la Guardia Nacional. Los que presten sus servicios en el Ejército Permanente lo harán libre y voluntariamente. Se revisará la Ordenanza Militar, para suprimir de ella lo que se considere opresivo y humillante para la dignidad del hombre, y se mejorarán los haberes de los que sirvan en la Milicia Nacional.
V. Reformar y reglamentar los artículos 6° y 7° constitucionales, suprimiendo las restricciones que la vida privada y la paz pública imponen a las libertades de palabra y de prensa, y declaración de que sólo se castigarán en ese sentido la falta de verdad que entrañe dolo, el chantaje y las violaciones a la ley en lo relativo a la moral.
VI. Abolición de la pena de muerte, excepto para los traidores a la Patria.
VII. Agravar la responsabilidad de los funcionarios públicos, imponiendo severas penas para los delincuentes.
VIII. Restituir a Yucatán el territorio de Quintana Roo.
IX. Supresión de los tribunales militares en tiempo de paz.


Mejoramiento y fomento de la instrucción

X. Multiplicación de las escuelas primarias en tal escala que queden ventajosamente suplidos los establecimientos de instrucción que se clausuren por pertenecer al clero.
XI. Obligación qe impartir enseñanza netamente laica en todas las Escuelas de la República, sean del gobierno o de particulares, clausurándose las escuelas que no se ajusten a este precepto.
XII. Declarar obligatoria la instrucción hasta la edad de 14 años, quedando el Gobierno en el deber de impartir protección, en la forma que le sea posible, a los niños pobres que por su miseria pudieran perder los beneficios de la enseñanza.
XIII. Pagar buenos sueldos a los maestros de instrucción primaria.
XIV. Hacer obligatoria para todas las escuelas de la República la enseñanza de los rudimentos de artes y oficios y la instrucción militar, y prestar preferente atención a la instrucción cívica, tan poco atendida ahora.


Extranjeros

XV. Prescribir que los extranjeros, por el sólo hecho de adquirir bienes raíces, pierden su nacionalidad primitiva y se hacen ciudadanos mexicanos.
XVI. Prohibir la emigración china.


Restricciones a los abusos del clero católico

XVII. Los templos se considerarán como negocios mercantiles, quedando, por tanto, obligados a llevar contabilidad y a pagar las contribuciones correspondientes.
XVIII. Nacionalización, conforme a las leyes, de los bienes raíces que el clero tiene en poder de testaferros.
XIX. Agravar las penas que las Leyes de Reforma señalan para los infraCtores de las mismas.
XX. Supresión de las escuelas regentadas por el clero.


Capital y trabajo

XXI. Establecer un máximo de ocho horas de trabajo y un salario mínimo en la proporción siguiente: $1.00 para la generalidad del país en que el promedio de los salarios es inferior al citado, y de más de un peso para aquellas regiones en que la vida es más cara y en las que este salario no bastaría para salvar de la miseria al trabajador.
XXII. Reglamentación del servicio doméstico y del trabajo a domicilio.
XXIII. Adoptar medidas para que con el trabajo a destajo los patrones no burlen la aplicación del tiempo máximo y del salario mínimo.
XXIV. Prohibir en lo absoluto el empleo de niños menores de 14 años.
XXV. Obligar a los dueños de minas, fábricas, talleres, etcétera, a mantener las mejores condiciones de higiene en sus propiedades y guardar los lugares de peligro en un estado que preste seguridad a la vida de los operarios.
XXVI. Obligar a los patrones o propietarios rurales a dar alojamiento higiénico a los trabajadores, cuando la naturaleza del trabajo de éstos exija que reciban albergue de dichos patrones.
XXVII. Obligar a los patrones a pagar indemnización por accidentes de trabajo.
XXVIII. Declarar nulas las deudas actuales de los jornaleros del campo para con los amos.
XXIX. Adoptar medidas para que los dueños de tierras no abusen de los medieros.
XXX. Obligar a los arrendadores de campos y de casas, que indemnicen a los arrendatarios de sus propiedades por las mejoras necesarias que dejen en ellas.
XXXI. Prohibir a los patrones, bajo severas penas, que paguen al trabajador en cualquier otro modo que no sea en dinero efectivo; prohibir y castigar que se impongan multas a los trabajadores o se les hagan descuentos de su jornal o se les retarde el pago de la raya por más de una semana o se niegue al que se separe del trabajo el pago inmediato de lo que tiene ganado; suprimir las tiendas de raya.
XXXII. Obligar a todas las empresas o negociaciones a no ocupar entre sus empleados y trabajadores sino a una minoría de extranjeros. No permitir en ningún caso que a trabajadores de la misma clase se pague peor al mexicano que al extranjero en el mismo establecimiento, o que a los mexicanos se les pague en otra forma que a los extranjeros.
XXXIII. Hacer obligatorio el descanso dominical.


Tierras

XXXIV. Los dueños de tierras están obligados a hacer productivas las que poseen; cualquiera extensión de terreno que el poseedor deje improductiva la recogerá el Estado y la empleará conforme a los artículos siguientes.
XXXV. A los mexicanos residentes en el extranjero que lo soliciten los repatriará el gobierno pagándoles los gastos de viaje, y les proporcionará tierras para su cultivo.
XXXVI. El Estado dará tierras a quienquiera que las solicite, sin más condición que dedicarlas a la producción agrícola, y no venderlas. Se fijará la extensión máxima de terrenos que el Estado puede ceder a una persona.
XXXVII. Para que este beneficio no sólo aproveche a los pocos que tengan elementos para el cultivo de las tierras, sino también a los pobres que carezcan de esos elementos, el Estado creará y fomentará un Banco Agrícola que haga a los agricultores pobres préstamos con poco rédito y redimibles a plazo largo.


Impuestos

XXXVIII. Abolición del impuesto sobre capital moral y del de capitalización, quedando encomendado al Gobierno el estudio de los mejores medios para disminuir el impuesto del Timbre hasta su completa abolición.
XXXIX. Suprimir toda contribución para un capital menor de $100.00, exceptuándose de este privilegio los templos y otros negocios que se consideren nocivos, y que no deberán tener derecho a las garantías de las empresas útiles.
XL. Gravar el agio, los artículos de lujo, los vicios, y aligerar de contribuciones los artículos de primera necesidad. No permitir que los ricos ajusten igualas con el Gobierno para pagar menos contribuciones que las que imponga la ley.


Puntos generales

XLI. Hacer práctico el juicio de amparo, simplificando los procedimientos.
XLII. Restitución de la Zona Libre.
XLIII. Establecer la igualdad civil para todos los hijos de un mismo padre, suprimiendo las diferencias que hoy establece la ley para legítimos e ilegítimos.
XLIV. Establecer, cuando sea posible, colonias penitenciarias de regeneración, en lugar de las cárceles y penitenciarías en las que hoy sufren el castigo los delincuentes.
XLV. Supresión de los jefes políticos.
XLVI. Reorganización de los municipios que han sido suprimidos, y robustecimiento del poder municipal.
XLVII. Medidas para suprimir el agio, el pauperismo y la carestÍa de los artículos de primera necesidad.
XLVIII. Protección a la raza indígena.
XLIX. Establecer lazos de unión con los países latinoamericanos.
L. Al triunfar el Partido Liberal se confiscarán los bienes de los funcionarios enriquecidos bajo la Dictadura actual, y lo que se produzca se aplicará al cumplimiento del Capítulo de Tierras, especialmente a restituir a los yaquis, mayas y otras tribus, comunidades o individuos, los terrenos de que fueron despojados, y al servicio de la amortización de la deuda nacional.
LI. El Primer Congreso Nacional que funcione después de caída la Dictadura anulará todas las reformas hechas a nuestra Constitución por el Gobierno de Porfirio Díaz; reformará nuestra Carta Magna en cuanto sea necesario, para poner en vigor este programa; creará leyes que sean necesarias para el mismo objeto; reglamentará y estudiará todas aquellas cuestiones que considere de interés para la Patria, ya sea que estén enunciadas o no en el presente programa, y reforzará los puntos que aquí constan, especialmente en materia de trabajo y tierras.


Cláusula especial

LII. Queda a cargo de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano dirigirse a la mayor brevedad a los gobiernos' extranjeros manifestándoles que, en nombre del Partido, el pueblo mexicano no quiere más deudas para la Patria y que, por tanto, no reconocerá ninguna nueva deuda que bajo cualquier pretexto arroje la Dictadura sobre la Nación, ya contratando empréstitos o bien reconociendo tardíamente obligaciones pasadas sin ningún valor legal.

Reforma, Libertad y Justicia. Saint Louis Missouri, julio 19 de 1906.
Presidente, Ricardo Flores Magón.
Vicepresidente, Juan Sarabia.
Secretario, Antonio I. Villarreal.
Tesorero, Enrique Flores Magón.
Primer Vocal, Profesor Librado Rivera.
Segundo Vocal, Manuel Sarabia.
Tercer Vocal, Rosalío Bustamante.

Interesante por demás resulta el programa que acabamos de copiar, pues en él se dice con toda claridad cómo se sintieron originalmente las causas eficientes de la Revolución Mexicana. Comparando las entusiastas conclusiones del Primer Congreso Liberal con las preinsertas cláusulas, puede verse la evolución de las ideas -determinantes de todo movimiento social-, hasta hacer que el mismo partido que las sustentaba dejara los moldes del liberalismo clásico para enfocar su lucha a los planos económico y social; pero es de hacerse notar que ese partido, con amplitud de miras, solamente enunció. procedimientos ajustados a la realidad de la vida mexicana para la solución de los problemas.

Algunos puntos del programa del Partido Liberal Mexicano pasaron íntegros a los planes revolucionarios que después se formaron, incluyendo el de San Luis Potosí, bandera del señor Madero; otros de esos puntos sufrieron lamentable olvido, lo que ha hecho que los problemas relativos estén todavía sin solución.

En cuanto al problema agrario, es curioso observar la trayectoria que siguió: desde la simple enunciación en la convocatoria para el frustrado Segundo Congreso Liberal hasta el Plan de Ayala, que lo hizo objeto de su lucha.


Afinidad de ideas

Ahora bien: Antonio Díaz Soto y Gama, impetuoso miembro del Partido Liberal Mexicano, continuó en la obra que con tanto cariño y sacrificio tanto había iniciado el club Ponciano Arriaga. Discutió el programa del Partido Liberal y lo hizo íntegramente suyo cuando se publicó. Fue consciente partidario del señor Madero cuando éste tomó el camino de la rebelión para derrocar a la Dictadura.

Ardiendo ahora la República en las llamas de la Revolución, no pudo permanecer indiferente o al margen de los sucesos y, como impenitente luchador, buscó su puesto en el campo de la acción, encontrando que la máxima afinidad con sus ideas estaba en la brega del Sur, bajo la bandera del Plan de Ayala.

Índice de Emiliano Zapata y el agrarismo en México del General Gildardo MagañaTOMO IV - Capítulo I - El Estado de Guerrero en poder de la RevoluciónTOMO IV - Capítulo III - El Estado de Sonora en el movimiento revolucionarioBiblioteca Virtual Antorcha