Índice del Congreso Internacional Anarquista de Carrara, Italia (1968) autores variosPrimer puntoTercer puntoBiblioteca Virtual Antorcha

CONGRESO INTERNACIONAL ANARQUISTA
(1968)


SEGUNDO PUNTO

Los libertarios, el movimiento obrero y las organizaciones obreras nacionales e internacionales.


El Congreso, después de haber entendido las diversas proposiciones presentadas por los delegados de las Federaciones Anarquistas reunidas en el Congreso de Carrara, compueba que, a través de los diversos matices observados, existe una identidad de criterio en lo que concierne al reconocimiento de la importancia decisiva del movimiento obrero organizado en la vida social, y la necesidad de impregnarle, cada día más, de la concepción revolucionaria de la transformación de la sociedad, que representa al anarquismo.

El Congreso constata así que el movimiento organizado juega un papel preponderante en el desenvolvimiento, y no solamente bajo el aspecto de las reivindicaciones inmediatas, sino también para crear en el seno mismo de la sociedad capitalista, lo que mañana serán las formas revolucionarias de la sociedad futura.

Fueron los sindicatos, en España y en otros países que han atravesado periodos revolucionarios, los instrumentos más eficaces para la reconstrucción social.

Los hechos históricos muestran que aún cuando el sindicalismo se limite a una función puramente defensiva de los intereses de la clase obrera, esta se enfrenta con el capitalismo y con el Estado, y se ve obligado a hacer frente a situaciones revolucionarias.

El Congreso debe también señalar la situación de una buena parte del movimiento obrero caido en numerosos países en el corporativismo de Estado o en formas más agudas del reformismo que, de hecho, han convertido a los sindicatos en instrumentos del Estado y del capitalismo privado o estatal. Señalamos, para ilustrar esta comprobación, lo que son los sindicatos de la Unión Soviética, en los países del Este, en España, en los Estados Unidos, en las diversas Repúblicas de América Latina y en otros países. A esto debemos añadir la dependencia en que se encuentran numerosas centrales sindicales, dirigidas y dominadas unas por los partidos políticos, otras por la iglesia.

El Congreso declara que los anarquistas no han jugado nunca en las organizaciones anarcosindicales un papel director, ni siquiera en los países en los que ellos consiguieron crearlas. Los anarquistas trabajan como obreros manuales o intelectuales en el seno de los sindicatos y ellos intentan convencer a los trabajadores por la propaganda y por el ejemplo, orientándoles en un sentido revolucionario, mostrándoles el camino a seguir para llegar a la emancipación integral, respetando siempre la plena independencia de las organizaciones.

En este sentido es preciso reconocer la obra realizada por las organizaciones sindicales en España, en Bulgaria, en Italia, en Argentina, en Francia, (no debemos olvidar que la C.G.T. fue fundada por los sindicalistas revolucionarios), y en otros países, antes de la Primera Guerra Mundial, en que la A.I.T., continuadora de la Primera Internacional, aunque aminorada por la destrucción de algunas de sus secciones por el fascismo y el totalitarismo, continúa defendiendo los principios y las tácticas de la Primera Internacional, siendo la sola organización de caracter mundial que haya escapado a las desviaciones reformistas o totalitarias.

El Congreso estima que los anarquistas, según sus posibilidades y las características de los diversos países en que ellos se encuentran, deben esforzarse para actuar en el movimiento obrero, manteniendo relaciones fraternales con las secciones de la A.I.T., e integrándose a ellas, o creando allí donde no existan, secciones activas de propaganda y de acción libertaria en los medios obreros susceptibles de ser influenciados.

Recomienda también que la Internacional de Federaciones Anarquistas mantenga relaciones y colabore en acciones previamente concertadas con la A.I.T.

El Congreso constata, a través de los hechos, que sólo cuando las masas laboriosas están reunidas en organizaciones sindicales independientes y con finalidad revolucionaria, y que sólo también, cuando los anarquistas puedan apoyarse en la acción obrera, será posible transformar la condición social de los trabajadores y de todos los hombres en general.

Carrara, 2 de septiembre de 1968

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