Presentación
Resulta indudable que uno de los, llamémosles, nudos gordianos del anarquismo, lo encontramos en el tema de la organización, puesto que si bien es a todas luces entendible que sin un mínimo de organización nada funciona, igual lo es que hay muchas maneras de implementar esa imprescindible organización, y es aquí, precisamente en donde el asunto se complica.
Por supuesto que cuando no existe organización alguna, esto es, cuando se parte de cero, todas las tentativas devienen en tentativas válidas, sin embargo muy raras veces puede decirse que se está frente a un caso en que realmente se está partiendo de cero en cuanto al asunto de la organización, por la simple y sencilla razón de que, desde nuestra óptica, el concepto de organización es inherente a cualquier tipo de actividad humana. Esto es, cuando alguien realiza una actividad, ya de manera individual, grupal o colectiva, desarrolla de inmediato un criterio de organización, el cual puede ser benéfico o no, simple o complicado, acertado o erróneo; en fin, puede adjetivizársele como se quiera, pero el hecho es que surge de manera paralela a la actividad, y, por supuesto, va desarrollándose gradualmente de acuerdo a como se presenta el desenvolvimiento de la actividad en cuestión. Así, tenemos, que eso de partir de cero debe de verse con lupa, y sobre todo en el marco de lo político, en donde, y digámoslo claramente y sin tapujos, por desgracia lo que priva es la trampa, la mentira y el engaño, ese tipo de argumentaciones casi siempre tiende a ocultar finalidades perversas.
El suponer que el anarquismo ha sido vacunado contra la irrupción de la irracionalidad política, está alejado de la realidad. En el anarquismo, como en todas las diferentes manifestaciones del sentir social, político y económico, el virus de la grilla, de la politiquería, junto con el síndrome del yo o nosotros somos los meros meros, ha estado siempre presente, y francamente sería muy deshonesto no aceptarlo, intentando presentar una falsa imagen de pureza angelical.
En la edición que aquí ponemos al alcance de los cibernautas, de la reseña y los comentarios acerca del Primer Congreso Anarquista de la Región Argentina, celebrado en la ciudad de Avellaneda en los primeros días del mes de octubre de 1922, es abordada, de lleno, la problemática de la organización única, y, particulamente de la conceptualización de los congresos como posibles trampas para hegemonizar opiniones y tendencias mediante supuestos liderazgos y compromisos mañosamente establecidos mediante acuerdos emergidos de sus asambleas.
Quizá podría alguien suponer que lo que ocurrió en ese Primer Congreso Anarquista de la Región Argentina, fue que en éste mangonearon los proclives a las tesis individualistas o bien las corrientes anarquistas comunistas de la vertiente antiorgánica-espontaneista, o incluso ambas. A decir verdad desconocemos a fondo los antecedentes de este Congreso, por lo que no nos aventuramos a negar o a afirmar tal posibilidad. Sin embargo, independientemente de que se haya o no manifestado un mayoriteo en las labores congresales, por parte de determinadas corrientes, en nuestra opinión lo positivo de lo externado, tanto en la reseña escrita por Federico Antonio Ritsche, como en el resumen crítico de T. Antilli, radica en la fortísima crítica a la visión de los congresos como auténticos circos romanos en los que tendencias e individuos se dan hasta con la cubeta, buscando cada uno posicionarse ventajosamente ante sus contrarios para imponer, aunque sea con suaves palabras o argumentaciones revolucionarias, sus muy particulares objetivos.
Realmente es muy aleccionador pensar, repensar y reflexionar individual, grupal y colectivamente sobre lo expresado en los dos documentos que dan cuerpo a la presente edicion virtual, porque es mucha la savia que de ello se puede extraer.
Esperamos que la presente edición cibernética sea de utilidad para todo aquel interesado tanto en la historia libertaria como en las posibilidades que los argumentos libertarios son capaces de abrir, para enfrentar los agudos retos que individuos, agrupaciones y colectividades encaramos en la actualidad.
Chantal López y Omar Cortés