Índice de Historia de la Nación Chichimeca de Fernando de Alva IxtlilxochitlCapítulo LXXIXCapítulo LXXXIBiblioteca Virtual Antorcha

CAPÍTULO LXXX

Que trata de las cosas que hizo el rey Motecuhzoma con la nueva de la venida de Cortés y sus compañeros; y de cómo Cortés se informó de los bandos que había en esta tierra

Llegados que fueron los mensajeros de Teotlili a la ciudad de México, fue grande la confusión y temor que causó al rey Motecuhzoma, viendo que ya se empezaban a cumplir las profecías de sus pasados; citó a consejo a todos los señores del imperio para tratar lo que se debía hacer, y juntos les propuso todo lo que en el corazón le daba, y que si aquellos hombres orientales que habían llegado por ventura eran el dios Quetzalcóatl y sus hijos que de tantos siglos esperaban, siendo así era fuerza que se habían de señorear de toda la tierra, ya ellos desposeerlos de ella, y que así sería bien atajarles los pasos, y no consentir que en su corte entrasen; o si como ellos decían, que eran embajadores de un gran señor del mundo en donde sale el sol, serían bien recibirlos y oírles su embajada. Todos los reyes y señores que se hallaron en esta junta estuvieron unos con otros debatiendo sobre el caso un gran rato, y viendo el rey Motecuhzoma que no se acababan de resolver, dijo a su hermano Cuitláhuac, que con licencia del rey Cacama su sobrino, a quien competía el primer voto, le dijese lo que sentía como hombre más experimentado en negocios. Cuitláhuac dijo: mi parecer es, gran señor, que no metáis en vuestra casa quien os eche de ella, y no os digo ni aconsejo más. El rey Cacama le dijo: el mío es que si vuestra alteza no admite la embajada de un tan gran señor como dicen que es el de España, es muy gran bajeza suya y nuestra y de todo el imperio, pues los príncipes tienen la obligación y es ley de dar auditorio a los embajadores de otros, que cuando ellos vengan con trato doble, por esto tiene a su corte de soldados y capitanes valerosos que le defenderán, y muchos parientes y amigos que miren por su honra, y castiguen cualquier traición y desacato; y si esta nueva gente que ahora ha venido, vienen con alguna novedad y tiranía, mientras más breve entrasen en su corte a su embajada o a mostrar su intento, lo tengo por más acertado que no detenerles e impedirles la venida, por muchas causas y todas muy en menosprecio y daño de la grandeza y majestad del imperio, porque los embajadores viendo que se les impide su entrada, conocerán flaqueza y poco ánimo en vuestra alteza y en todos los del imperio, pues no admite en su corte a cuatro extranjeros, con que se les aumentará el ánimo de su osadía e intención de alterar la tierra; y en este discurso podrán echar de ver las faltas y defectos que hay en su corte, y quien es amigo o enemigo, y aún de aquí se podía seguir, levantar muchas provincias que están sujetas y oprimidas; y así en cualquier acontecimiento conviene no dilatar la venida de estos embajadores, antes que abran los ojos y escudriñen los secretos del imperio; y este es mi parecer. A todos los señores de ánimo y coraje les pareció muy bien lo que el rey Cacama había dicho, y no creo que se engañaban; mas el rey Motecuhzoma con otros señores de su corte, tomaron por mejor el consejo de Cuitláhuac, y así Motecuhzoma procuró por todas instancias impedir la entrada de Cortés y los suyos, y dando la respuesta a los mensajeros de Teotlili se volvieron, y dentro de ocho días llegaron a la Veracruz con ricos presentes de oro y mantas de algodón, con la respuesta de Motecuhzoma y la bienvenida que le daba Cacama rey de Tetzcuco Aculhuacan y Totoquihuatzin de Tlacopan, enviándole a decir que se holgaban mucho de tener noticia y de saber de un tan grande y poderoso señor como era el de España, y mucho más el dignarse de ser sus amigos, de que se tenían por muy dichosos, y lo mismo de que en sus días hubiesen venido nuevas gentes de tanto valor y nunca vistas en su imperio; por tanto, que rogaban al embajador viese lo que había menester para que fuese proveído de todo bastantemente; y que en cuanto al ir a su corte y verse con Motecuhzoma su tío y con ellos, que no había lugar ni orden porque estaba Motecuhzoma impedido y mal dispuesto para poder ir a la costa, ni Cortés a la corte, por ser el camino largo y fragoso, y por él había pobladas algunas gentes bárbaras y crueles enemigos de los mexicanos y aculhuas. Habiendo oído Cortés la razón de los mensajeros e intento que el rey Motecuhzoma tenía, tomó a replicar que en ninguna manera dejaría de verle, ni dejaría lo que debía a su rey y le tenía mandado; con lo cual, Teotlili envió segunda vez sus mensajeros; y en este medio tiempo llegaron otros embajadores de Ixtlilxóchitl en competencia contra sus hermanos y el rey Motecuhzoma su tío, a dar la bienvenida a Cortés y a los suyos, y a ofrecérsele por su amigo, dándole noticia del estado en que estaban las cosas del imperio, y el deseo de vengar la muerte de su amado padre el rey Nezahualpiltzintli, y libertar el reino de poder de tiranos, enviándole algunos dones y presentes de oro, mantas de algodón y plumería. De que se holg6 infinito Cortés saber las alteraciones y bandos que había entre estos señores, porque Motecuhzoma los tenía descontentos y como tiranizados, y vio luego abierto el camino para la felicidad, que después le sucedió, y que juntándose con uno de los bandos, se consumirían ellos entre sí, y él se haría señor de ambos. Dentro de diez días volvieron los mensajeros con la resolución de la voluntad de Motecuhzoma, que era que no porfiase Cortés de verle y llegar a México; con que se concluyeron razones, y viendo Cortés la resolución de Motecuhzoma y que su gobernador le había desamparado, determinó probar en aquella tierra y conquistarla de propósito; y proveyéndose de bastimentos y otras cosas necesarias de aquellos lugares comarcanos, comenzó a edificar una villa, en donde después de haber platicado con los suyos de lo que convenía al buen suceso de su venida, llamó a Francisco Hemández, escribano real, en presencia de todos, y por auto solemne tomó posesión de toda la tierra en nombre del rey don Carlos nuestro señor de gloriosa memoria; nombró por alcaldes a Alfonso Fernández Portocarrero y a Francisco de Montejo y regimiento, procurador, alguacil, escribano y todos los demás oficios a cumplimiento de cabildo entero, y en nombre del rey les entregó las varas y puso nombre al consejo la Villa Rica de la Veracruz. Tras de éste hizo otto auto ante el mismo escribano y alcaldes nuevos, en que dejó y cedió en manos de ellos, como justicia real y ordinaria, el mando y cargo que tenía de capitán y descubridor, que le dieron los frailes jerónimos en la isla Española en nombre de su majestad; y que se desistía y apartaba del poder que tenía de Diego Velázquez, gobernador de la isla de Cuba, por cuanto ninguno de ellos tenía mando ni jurisdicción en esta tierra, que él y ellos acababan de descubrir, y comenzaban a poblar en nombre de su majestad, como sus leales vasallos; y se le dio todo por testimonio. Y habiendo aceptado todos sus oficios, hicieron su ayuntamiento y ordenaron algunas cosas tocantes a la buena gobernación de su República, y en nombre de su majestad nombraron por gobernador y capitán general a Fernando Cortés, para que tuviese el supremo lugar, hasta en tanto que el rey mandase otra cosa; e importunado Cortés aceptó el oficio, el cual lo usó con tantas ventajas y magnificencias, que no le hizo ventaja el Magno Alejandro, ni Julio César; ni otro ninguno capitán de los famosos que ha habido en el mundo, como más largamente Se verá en las historias de los autores que tengo citados, y otros muchos que han tratado del descubritniento, conquista y pacificación de esta tierra.

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