Índice de Historia de la Nación Chichimeca de Fernando de Alva IxtlilxochitlCapítulo LXXVIICapítulo LXXIXBiblioteca Virtual Antorcha

CAPÍTULO LXXVIII

Que trata cómo dio principio Cortés a la conquista de esta Nueva España hasta llegar a Potonchan

Antes que partiese Cortés de la isla de Guaniganiga, hizo una larga y discreta plática a los suyos, trayéndoles a la memoria el premio grande que conseguirían sUs trabajos y el gran servicio que harían a Dios nuestro señor, si con ánimo y celo de cristianos acudían a la conquista, más para convertir almas, que para quitarles haciendas a aquellas naciones gentílicas y bárbaras. Partió de esta isla el año de mil quinientos diecinueve a veintiocho de febrero, y dio por contraseña a los suyos el nombre del bienaventurado apóstol San Pedro, su abogado; y con el recio tiempo que le hizo, tomó tierra en la isla de Acozanil, y los moradores de ella de miedo se fueron al monte desamparando sus haciendas y casas; y entrando algunos de ellos a la tierra adentro, allí trajeron a Cortés cuatro mujeres con tres criaturas, y por señas entendió que la una de ellas era la señora de la tierra y madre de los niños, y con el buen tratamiento que Cortés los vio asegurados y contentos, les comenzó a predicar la fe de Cristo, rogándoles que adorasen la cruz y una imagen de nuestra Señora, los cuales con todo placer la recibieron y quebraron los ídolos de su templo, y en lugar de ellos puso Cortés la cruz e imagen de nuestra Señora, teniéndolo todo en muy gran veneración los indios, y dejaron de sacrificar los hombres; y les dieron nueva que hacia Yucatán había también hombres barbados como los nuestros; Cortés envió allá para saber si era así, y tardaron tanto los que fueron, que Cortés no quiso esperarlos. Tomó tierra en Yucatán en la punta que llaman de las mujeres, y por parecerle aquella tierra ruin, se fue a Catoche, mas hizo agua la nao de Pedro Alvarado, y para remediarle se volvió a la isla de Acuzami. Estando en ella un domingo de mañana, primero de cuaresma vieron llegar una canoa a tierra, en que venían cuatro hombres desnudos con sus arcos y flechas, y arremetiendo algunos de los españoles con ellos con sus espadas desnudas, pensando que eran de guerra, estando cerca se adelantó uno de los cuatro, y comenzó a hablar en español y dijo: señores ¿sois cristianos? de que se maravillaron los nuestros y respondieron: sí somos y españoles. Entonces se puso de rodillas y dijo llorando de placer: infinitas gracias doy a Dios que me ha sacado de entre infieles y bárbaros. ¿Qué día es hoy señores?, que yo pienso que es miércoles. Respondiéronle que no era sino domingo. Levantóse en pie y Andrés de Tapia lo llevó con los demás muy alegres a Cortés, el cual le preguntó que quién era y cómo había venido allí. Dijo que se llamaba Hyerónimo de Aguilar y era natural de Eziga, y que en el año de mil quinientos once, viniendo del Darién a Santo Domingo por dineros para la guerra que hacían cuando las contiendas de Diego de Niqueza y Vasco Núñez de Balboa, dieron al través en una carabela junto a Jamaica, y por guarecerse se metieron veinte personas en un batel, de los cuales murieron siete en la mar y los trece tomaron la provincia de Maye, en donde fueron presos de los indios y vinieron a poder de un cruelísimo cacique que se comió a Valdivia después de haberlo sacrificado, y a otras cuatro, haciendo un banquete a sus amigos y criados, y Aguilar y los demás quedaron a engordar para comerlos en otra ocasión; pero soltáronse de la prisión y vinieron a poder de un cacique, gran enemigo del otro que los tuvo presos, el cual los trató muy bien mientras vivió, y lo mismo hicieron sus herederos; que todos sus compañeros se habían muerto, y no había quedado más que él y un Gonzalo Guerrero, que se casó en aquella tierra, quien estaba muy rico y no quiso venir con él, porque tuvo vergüenza de que le viesen las narices horadadas al uso de la tierra. De estas nuevas se holgaron todos mucho, aunque les puso gran temor oir que iban a tierra en donde se comían a los hombres. Importó mucho a Cortés el haber topado con Aguilar, porque siempre le sirvió de lengua, y sin él se tuviera grandísimo trabajo; y así tuvieron por milagro el detenerse por el desmán que tuvo la nao de Alvarado, pues de otra manera no toparan con él. Otro día después, Cortés mandó a Jerónimo de Aguilar predicase a los indios la fe de Cristo pues sabía su lengua, y lo hizo tan bien, que por sus amonestaciones se acabaron de convertir, los cuales tenían una cruz por dios que llamaban el dios de la lluvia. Partidos de Acuzami, tomaron puerto en el río Tabasco que se llama de Grijalva, por haber estado allí primero, y entrando Cortés por el río arriba reconoció un pueblo cercado de madera con sus troneras para tirar flechas, y salióle al encuentro mucha gente armada en canoas, que peleó con ellos hasta venir a ganar aquel pueblo que se decía Potonchan, que fue el primero que se ganó en la tierra firme de las Indias. Durmió Cortés aquella noche dentro del templo mayor con todos sus compañeros sin recelo, por haber los indios desamparado el lugar, y otro día envió por tres partes a reconocer la tierra, con deseo de haber algún natural de aquella tierra para informarse de los particulares de ella, y para con él, enviar a llamar al cacique sobre seguro. Trajéronle tres o cuatro que despachó muy contentos para su señor, y rogáronle mucho que viniese sin temor, porque él no venía para agraviarle, sino para declararle grandes secretos, y aunque anduvieron dos días yendo y viniendo, nunca el cacique se quiso dejar ver.

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