Índice de Historia de la Nación Chichimeca de Fernando de Alva IxtlilxochitlCapítulo XLIXCapítulo LIBiblioteca Virtual Antorcha

CAPÍTULO L

Que trata de la jura y coronación del prudentísimo y sabio Nezahualpiltzintli Acamapixtli

Otro día después de haber fallecido Nezahualcoyotzin se le hicieron sus honras y exequias con gran pompa y majestad, conforme a los ritos de los mexicanos, que por hallarse escritos en los autores modernos, no se hace particular mención, más de que fue el segundo rey de los chichimecas que semejantes exequias se le hicieron, en las cuales se hallaron los reyes Axayacatzin de México y Chimalpopocatzin de Tlacopan, y otros muchos grandes y señores de diversas partes, y los embajadores de las señorías de Tlaxcalan, Huexotzinco y Chololan, y de los reyes contrarios y remotos, que en semejantes ocasiones a éstos y a las señorías se les daba parte y entraban sus embajadores libremente, como era el de Michoacan, Panuco y Tequantépec. En el ínterin que estas exequias pasaban, los hermanos mayores del príncipe, en especial los tres nombrados que tenían mano y mando en el imperio, hicieron sus diligencias secretas por introducirse en él y desposeer al príncipe Nezahualpiltzintli; lo cual conociendo en ellos los dos reyes, como señores absolutos que eran del imperio, a quienes competía la elección y jura del rey de Tetzcuco, su compañero en el imperio, acordaron de mandar que luego en su seguimiento llevasen a la ciudad de México al príncipe y con él a los tres infantes que pretendían lo referido, y asimismo fuese Acapioltzin coadjutor del príncipe y no otro ninguno de los hermanos, y con ellos todos los grandes y señores del reino, para en ella tratar lo que más conviniese, con que todos se aseguraron y se hizo la jura sin alteración alguna; y fue que habiendo llegado a la ciudad de México el rey Axayacatzin, mandó sentar al príncipe y los cuatro infantes sus hermanos en una sala que estaba antes de la del consejo real, en asientos iguales, y después de ellos, todos los grandes y señores del reino de Tetzcuco; puestos en esta sala, entraron dos señores, grandes oradores, que iban de parte de los dos reyes de México y Tlacopan, los cuales, después de haberles dado la bienvenida les dijeron el deseo grande que sus señores tenían de elegir la cabeza que faltaba en el imperio, y que éste había de ser el que por derecho lo mereciese, con que se quitarían algunas dudas y pretensiones; y habiéndoles dicho otras muchas razones convenientes a este efecto se salieron, y luego entraron los dos capitanes generales de los dos reyes con otros grandes señores de dignidad y preeminencia, los cuales traían todas las insignias y vestimentas que se acostumbraban dar a los reyes cuando se juraban, y tras de ellos, los dos reyes, y habiendo cogido de los brazos los dos capitanes generales al niño Nezahualpiltzintli, lo metieron en la sala del consejo real, en donde, después de haberlo sentado en un trono suntuoso, por mano de dichos reyes le vistieron los ropajes reales, y lo coronaron y dieron las demás insignias, y le juraron por rey de Tetzcuco y supremo señor de los chichimecas, y uno de los tres del imperio, y habiéndole todos dado el parabién, se fueron sentando todos por sus antigüedades y preeminencias, y comenzáronse las fiestas y regocijos con mucho gusto de todo el imperio, aunque las ceremonias conforme a los ritos de la idolatría (que en semejantes juras se solían hacer) no se guardaron en esta sazón, por no tener el nuevo rey edad suficiente para ello, que después él las cumplió andando el tiempo. Los tres infantes, sus hermanos Ichantlatoatzin, Xochiquetzaltzin y Ecahuehuetzin, viendo que no pudieron salir con su pensamiento, así que vieron el intento de los dos reyes, sin despedirse se fueron a la ciudad de Tetzcuco tristes y corridos de sus vanas pretensiones. Habiendo estado Nezahualpiltzintli en la ciudad de México algunos días, se fue a la de Tetzcuco con sus tíos los dos reyes con gran acompañamiento, en donde de nuevo se le hicieron muy grandes y solemnes fiestas. El rey Axayacatzin se estaba lo más del tiempo del año con toda su corte en la ciudad de Tetzcuco, que era acomodada para su salud y gusto, especialmente a los principios del gobierno de Nezahualpiltzintli, y en vida de su padre Nezahualcoyotzin.

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