Índice de Historia de la Nación Chichimeca de Fernando de Alva IxtlilxochitlCapítulo XLVICapítulo XLVIIIBiblioteca Virtual Antorcha

CAPÍTULO XLVII

Que trata de algunas profecías y dichos que dijo el rey Nezahualcoyotzin

Entre los cantos que compuso el rey Nezahualcoyotzin, donde más a la clara dijo algunas sentencias, como a modo de profecías, que muy a la clara en nuestros tiempos se han cumplido y visto, fueron los que se intitulan Xompancuícatl, que significa canto de la primavera, las cuales se cantaron en la fiesta y convites del estreno de sus grandes palacios, que empieza el uno así: Tlacxoconcaquican hani Nezahualcoyotzin etcétera, que traducidas a nuestro vulgar castellano, conforme al propio y verdadero sentido, quieren decir: oíd lo que dice el rey Nezahualcoyotzin, en sus lamentaciones sobre las calamidades y persecuciones que han de padecer sus reinos y señoríos. Ido que seas de esta presente vida a la otra, oh rey Yoyontzin, vendrá tiempo que serán deshechos y destrozados tus vasallos, quedando todas tus cosas en las tinieblas del olvido; entonces de verdad, no estará en tu mano el señorío y mando, sino en la de Dios. Y en otro dijo entonces serán tas aflicciones, las miserias y persecuciones que padecerán tus hijos y nietos; y llorosos se acordarán de ti, viendo que tos dejaste huérfanos en servicio de otros extraños en su misma patria Acolihuacan; porque en esto vienen a parar los mandos, imperios y señoríos, que duran poco y son de poca estabilidad. Lo de esta vida es prestado, que en un instante lo hemos de dejar como otros lo han dejado, pues los señores Zihuapantzin, Acolnahuacatzin y Quauhtzontezoma, que siempre te acompañaban, ya no los ves en estos breves gustos. Ya este modo dijo otras muchas cosas muy de notar. En el año 1467 que llaman ce ácatl, se acabó y fue el estreno del templo mayor de la ciudad de Tetzcuco del ídolo Huitzilopochdi, y entonces dijo: en tal año como éste, se destruirá este templo, que ahora se estrena ¿quien se hallará presente? ¿Si será mi hijo o mi nieto?, entonces irá a disminución la tierra, y se acabarán los señores, de suerte que el maguey siendo pequeño y sin sazón, será talado; los árboles siendo pequeños darán fruto y la tierra defectuosa siempre ira a menos; entonces la malicia, deleites y sensualidad, estarán en su punto, dándose a ellos desde su tierna edad los hombres y mujeres; y unos a otros se robarán las haciendas. Sucederán cosas prodigiosas: las aves hablarán ya, y en este tiempo llegará el árbol de la luz, y de la salud y sustento. Para librar a vuestros hijos de estos vicios y calamidades, haced que desde niños se den a la virtud y trabajos. Todas estas mudanzas aquí contenidas y aumentos de vicios se han cumplido a la letra, porque las que en aquellos tiempos se tenían por cosas sobrenaturales y prodigiosas, son en éste muy patentes y ordinarias, y así no causan admiración, porque ¿quien vería en aquel tiempo, que si por desgracia aparecía un borracho, luego al punto de ser afrentado y castigado, le destechaban la casa y saqueaban, no dejándole vivir en el poblado, y ahora es tan común, que lo tienen por costumbre cotidiana? Las doncellas que tenían veinticinco y treinta años, no sabían salir de los rincones de sus padres, y ahora, aún no han cumplido doce, que no sean dueñas; y así de lo demás se echará de ver la diferencia que hay de este tiempo a aquel, y la mudanza tan grande. Este muy sabio rey mandó a todos los artífices que cada uno en el oficio que usaba le retratasase, porque andando el tiempo sus descendientes oyendo sus hechos y hazañas desearían verle y conocerle, el cual su deseo se les cumpliría en ver su retraso; y así cada uno en su facultad hizo los retratos; los plateros hicieron una estatua de oro muy al natural; los lapidarios otra de pedrería; los plumeros en un cuadro dibujado de varias plumas su retrato tan al natural, que parecía estar vivo. Otro cuadro hicieron los pintores lo mejor que pudieron. Los escultores una estatua de la misma manera, y los arquitectos de piedra fueron a su bosque de Tetzcotzinco e hicieron aquel león que atrás queda referido, y no retrataron más de tan solamente el rostro; hasta los herreros hicieron lo mismo, y por su orden fueron presentándole sus retratos que habían hecho, excepto el de la peña, que era forzoso el ir a verlo, y así, habiéndolo visto, sólo aquel le cuadró, y todos los demás los desechó, diciendo que el oro y piedras preciosas con la codicia se perderían, y los cuadros con el tiempo se desharían y borrarían, el barro se quebraría, y la madera se carcomería; mas que el de la peña sólo permanecería, y gozarían de él sus nietos y descendientes.

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