Indice de Entrevista al General Amador Acevedo por Píndaro Urióstegui Miranda Yo nací en el pueblo de Huachinantla, Puebla Aquiles Serdán nos pasaba propaganda maderistaBiblioteca Virtual Antorcha

ENTREVISTA
AL GENERAL AMADOR ACEVEDO

Píndaro Urióstegui Miranda


CÓMO SE VIVÍA EN LA HACIENDA.
LA TIENDA DE RAYA.
LOS RURALES

PREGUNTA
Quisiera que nos comentara sobre las condiciones socialeS prevalecientes en el campo, en lo que usted alcanzó a advertir, todavía durante el gobierno porfirista; ¿cómo era la vida en las haciendas?

RESPUESTA
Mire usted, desde chicos mis hermanos y yo trabajamos en el campo como rancheros, cuidando ganado en la casa y comerciando con él en el Estado de Morelos. Con ese motivo conocí, más o menos, las condiciones en que se encontraba la mayor parte del Estado de Morelos y algo de Puebla.

Había un gran apoyo por parte del gobierno para los hacendados españoles, que era precisamente el motivo de odio que tenía el pueblo bajo contra esos extranjeros que dominaban las haciendas en donde no había un mexicano que tuviera algún cargo ni representación ni nada, cuando más llegaban a ser vaqueros o trabajadores de los más ínfimo; los principales eran puros españoles.

Por ese motivo fueron muy duros con la gente humilde, los extorsionaban de tal manera que fue precisamente lo que desató el odio cuando entró la Revolución.

Estas gentes abusaban del poder que tenían por el apoyo del gobierno y, por lo tanto, los hombres del pueblo bajo odiaban al gobierno.

La hacienda estaba organizada en este sentido: uno era el administrador, de ahí venía el guardacampo, el mayordomo y las tiendas de raya, tan odiadas por el pueblo, porque ahí los patrones les vendían al precio que querían apuntándoles lo que se les ocurría y dándoles lo que se les antojaba o les sobraba. Por ejemplo, el trabajador, cuando necesitaba algo, iba a la tienda de raya con su tarjeta; ahí le daban lo que solicitaba y se lo cobraban al precio que señalaba el patrón, porque la mayor parte de los peones era gente inculta que no sabía ni leer ni escribir, motivo por el cual era fácil engañarlos.

Pero eso no era todo, había que ver la manera en que los capataces trataban a los peones: a latigazos, a caballazos y esas cosas. El español fue muy cruel con la gente de México. En cambio, los hacendados vivían en contínuas orgías, rodeados de opulencias, mientras que las gentes de abajo vivían como parias.

PREGUNTA
¿Y frente a esta situación, cuál era la actitud del gobierno, tanto del local, como del Presidente de la República, en aquel entonces Porfirio Díaz?

RESPUESTA
No llegaba allá el poder del 'presidente de la República, sino sólo el del gobernador, que se llamaba Julio Alarcón y era coronel.

Este estaba rodeado de puros españoles que creo le daban ayuda económica, porque todas las garantías eran para ellos.

En aquel entonces los amigos privilegiados del gobernador eran las autoridades en todos los pueblos, quienes actuaban bajo sus órdenes directas.

PREGUNTA
¿Usted conoció a los Cuerpos de rurales?

RESPUESTA
Sí los conocí.

Mire usted, en aquel tiempo se les conocía como rurales de consigna; los agarraban por prófugos de algunas cosas pendientes y lejos de meterlos a las cárceles, los hacían del Cuerpo rural; todos eran forzados, todos, entre ellos el mismo Emiliano Zapata fue rural en Cuernavaca cuando lo hicieron preso.

PREGUNTA
¿Y qué diferencia había entre rurales y ejército?

RESPUESTA
Mire, el ejército casi no salía de la capital de la República. En cada Estado había Cuerpos de rurales que eran los que mal gobernaban y como sus jefes habían sido de la revolución pasada, estaban ayudados tanto por el gobierno de Díaz como por los gobernadores.

Es el caso de los Alarcón en Morelos, don Julio fue coronel de los plateados y su hermano también.

En Puebla, Mucio Martínez fue gobernador a perpetuidad hasta que murió y también fue de los principales plateados que se trajo Díaz para meterlos al poder y esos pusieron la pasta.

Es decir, el gobernador, por conducto de los rurales, mantenía el orden y daba todo tipo de apoyo a los hacendados y a la vez el dictador Porfirio Díaz daba todo su apoyo al gobernador, porque las órdenes directas del presidente de la República no llegaban más que a los gobernadores. Con tal motivo ellos eran dueños de vidas y haciendas.

PREGUNTA
¿Recuerda algún incidente en especial que describa al hacendado de aquella época; su conducta frente a la gente humilde?

RESPUESTA
Los trataban como bestias, como fieras, porque no había piedad y entonces nada más decían que era criminal, que había cometido algún robo y lo pasaban por las armas.

Ellos eran absolutos, junto con los prefectos políticos eran dueños de todo y con suficiente autoridad para cometer atropellos, entre ellos mire usted: entre los Estados de Morelos y Puebla había una línea divisoria muy cerca de mi pueblo, que colinda también con Guerrero. Con ese motivo me di cuenta de las cosas que pasaban en los dos Estados.

Hubo una hacienda ganadera, muy fuerte, cuyo dueño era Vicente Alonso; estaba en el Estado de Morelos colindando con Guerrero y Puebla. Entonces éste, hijo de español y mexicana, se quedó huérfano y lo recogieron. Vino entonces una Ley de Desamortización, durante el gobierno de Díaz, para que los pueblos dejaran de ser dueños de su terrenos y pudiera haber adjudicaciones. Entonces empezaron a ordenar las autoridades del Gobierno del Estado, que los propietarios de entonces hicieran denuncias de terrenos para que pagaran cuotas ínfimas, pero las gentes no estaban acostumbradas a eso y se les hacía muy pesado pagar cualquier dinero por una denuncia de esas; pero el gobierno empezó a obligarlos. Entonces los representantes del pueblo vieron a los principales del lugar, para que cada quien tomara parte de los terrenos y los denunciara para ocuparlos con su ganado y empezaron los denuncios.

Aquí en Morelos, en Huautla por ejemplo, toda la sierra esa, desde mi pueblo hasta llegar a Xochilpa y venir a dar a Tlaquiltenango y a Jojutla, es una sierra que estaba muy poco habitada, no había más que unos cuantos rancheros. Entonces vino esa orden de que se denunciaran los terrenos y ninguno de los rancheros quiso hacerlo; creyeron la cosa muy fácil.

Resulta que Vicente Alonso empezó a denunciar todos esos terrenos, toda la región, al grado que denunció la sierra completa que es de varios kilómetros de extensión, quedando así muchos ranchos y cuadrillas dentro.

Solamente un señor Juan Rivera, de Huautla, denunció una parte de terreno donde tenía su ganado. Resulta que habiendo denunciado todo esto, Vicente Alonso llamó a todos los rancheros el primer año y les dijo que necesitaba que le pagaran y les asignó una cuota de veinticinco centavos por cabeza de ganado, inclusive bajo un jefe de rurales que le decían por apodo el chato boni que por cierto después, cuando entramos a Jonacatepec, lo fusilamos.

Bueno, pero mientras tanto, se fue a establecer por órdenes del gobierno a Huautla, para obligar a los rancheros a que pagaran como pudieran. Al segundo año les cobró un tostón, al tercer año un peso y al cuarto cinco pesos, con órdenes de que el siguiente, ¡fuera!

Mire usted, yo que conocí perfectamente toda esa región me di cuenta de que había muchos rancheros de esos que tenían animales por gusto, porque la vida que pasaban era triste en el campo, pero así estaban acostumbrados, sin exigencias, sin nada y tenían sus ganados casi silvestres, briosos sin fierro, sin nada.

Como se venció el plazo y algunos pagaron y otros no pudieron hacerlo, entonces mandaron a los rurales a obligarlos a salir del Estado o de la región.

Unos salieron por el oriente de Morelos, para Sochiapa, otros para Guerrero y otros más para Puebla. Con ese motivo dejaron la mayor parte de su ganado, sólo se llevaron lo que pudieron y como pudieron, porque traían a los rurales tras ellos.

Entonces ya empezó a formar ranchos Vicente Alonso, llegando a tener catorce sólo en el Estado de Morelos, casi todos con ganado abandonado por las gentes.

Así es que ya puede figurarse el odio que tenían contra él. De esta manera el Estado de Morelos se dividió prácticamente en puras haciendas y no le dejaron nada al pueblo. Nadie podía tener una casa, nadie podía ir a cortar un palo, porque les pegaban los guardacampos; bueno, ni para ir a traer leña. Había una opresión horrorosa en Morelos, más que en ninguna parte. La región que no tenía haciendas la controló Vicente Alonso.

Los hacendados, como les sobraba el dinero, a cualquiera le pagaban para que les arrimara las mujeres que querían.

PREGUNTA
¿Y el pueblo no pensó nunca que los podía ayudar el Presidente Porfirío Díaz?

RESPUESTA
Hubo muchas quejas de Morelos y de Puebla también, pero nunca se escucharon porque era muy difícil llegar hasta México en aquel tiempo y dárselas a los gobernadores era tanto como tirarlas, por eso había tanto odio en el Estado de Morelos hacia su gobierno.

Después, platicando con Zapata sobre esta situación, me decía que era inmenso el odio que sentía por esa gente del gobierno.

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