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Capítulo 20

Frustrada maniobra para que la asamblea se trasladara a otro sitio.

Aguascalientes recobró su aspecto tranquilo y ordenado durante el sábado 17 y el domingo 18 de octubre. En virtud del receso de la Convención acordado por dos días, muchos delegados abandonaron la ciudad, entre ellos, los Generales que emprendieron el viaje en sus trenes especiales, con sus ayudantes y escoltas. Algunos se marcharon hasta la ciudad de México y otros se dirigieron a Querétaro. Ya el General Villarreal, Presidente de la asamblea, había manifestado que tenía que ir a la capital queretana a celebrar una conferencía telegráfica con el Primer Jefe. Sabíase que en la ciudad últimamente mencionada, se encontraba el General Pablo González, jefe del Cuerpo de Ejército del Noreste.

La tramoya de la maniobra.

A las 9 de la mañana del lunes 19 de octubre comenzaron a llegar los delegados a la puerta del Teatro Morelos. Lo primero que les llamó la atención fue ver en el pórtico una numerosa guardia de soldados, pues en las sesiones anteriores no se había tomado tal precaución. Los que no estaban en el secreto inquirían la causa. Preguntaron al Comandante de la guardia:

¿Quién mandó estos soldados?

El General Villarreal -contestó solícito el oficial.

En otro grupo discutían varios delegados. Uno de ellos decía:

Son de la escolta que trajo de Monterrey el General Villarreal.

Que fue reforzada en Querétáro -agregó otro delegado:

¿Pero qué pasa?

Hay temores de que Villa asalte Aguascalientes. Sus fuerzas llegaron a Rincón de Romos, a 55 kilómetros de aquí.

Pero si eso ya se trató en una junta privada y en ella los Generales de la División del Norte explicaron que esas tropas habían avanzado hasta Rincón de Romos por la carencia absoluta de forrajes en Zacatecas, y los carrancistas quedaron conformes.

Ni tanto -dijo un tercero-, pues los carrancistas han situado un fuerte destacamento en La Cantera, a 10 kilómetros de aquí. Hoy va a haber jaleo en la sesión. Los carrancistas que fueron a México y a Querétaro traen instrucciones de promover que la Convención se traslade a otro lugar que sea verdaderamente neutral, alegando que aquí no hay garantías. Todos los periódicos de México dicen eso. ¡Ya verán!

La iniciación de la maniobra.

El teatro estaba lleno a reventar y presentaba un aspecto insólito, por los soldados del General Villarreal que guardaban los pasillos y se encontraban repartidos en las galerías. Cuando uno de los Secretarios, con voz monótona, pasaba lista, Obregón se movía febrilmente, de curul en curul. El ambiente parecía preñado de peligros.

Se palpaba la impaciencia de la mayoría de los delegados. En las plateas se anunciaba que iba a reventar el cohete. Al fin, se leyó una propuesta firmada por los delegados Andrés Osuna, representante del General Jesús Carranza, por el General Obregón y otros cuatro delegados. Decía:

Pedimos a esta Convención Soberana dé los pasos conducentes para que la neutralidad de esta plaza sea efectiva.

Obregón, en breves palabras, pidió que se autorizara a la Mesa Directiva para que diera los pasos conducentes a fin de obtener la efectiva neutralidad de Aguascalientes. El delegado General Manuel Chao suplicó a los firmantes de la proposición, la fundaran, expresando los motivos en que se apoyaban para afirmar que no era neutral la plaza de Aguascalientes.

Obregon contestó que las razones eran que muchos delegados habían sido ofendidos en las calles y fuera de la población.

Intervención de los coros.

Inmediatamente después tomó la palabra el delegado Marcelino Murrieta. Con voz quejumbrosa, dijo que varios soldados ebrios lo habían obligado a gritar ¡Viva Villa!. El delegado Mancilla expresó que había sido agredido por un militar ebrio. Jesús M. Garza se quejó de que algunos soldados que no estaban ebrios, habían obligado a un oficial a vitorear al Centauro del Norte. Osuna relató que viajaba en un tranvía con otros colegas y que en la vía se atravesaron seis soldados a caballo, pretendiendo que bajaran todos los pasajeros, pero que, al fin, sin que se cumplieran sus amenazas, dejaron que el tranvía continuara su marcha.

El General García Aragón, miembro de la Junta Neutral de Gobierno, informó que ésta sólo disponía de cien gendarmes para guardar el orden. Agregó que si los soldados faltaban a sus deberes y los jefes que los mandaban les permitían toda clase de libertades, la Junta de Gobierno necesitaría destinar un gendarme a cada delegado para hacerlo respetar.

Terminó diciendo que cada uno de los delegados tenía escoltas de diez, quince o veinte hombres y que era imposible que cien policías los mantuvieran a raya.

El desarrollo de las maniobras.

Como si la mayoría de los delegados hubiera sido sugestionada durante su viaje de cuarenta y ocho horas, después de la preparación indicada, se registró el pleno desarrollo de la maniobra. Gregorio Osuna manifestó que era un hecho conocido de todos que a una hora de camino de la ciudad de Aguascalientes había dieciocho mil hombres pertenecientes a una División, y que esto traía como resultado la afluencia de gente armada en la capital. Agregó que aun cuando se retiraran hasta los asistentes de los delegados, se suscitarían dificultades; que él creía que estaba en su derecho para pedir y exigir que se neutralizara la plaza para que estemos perfectamente tranquilos y seguros para tratar todos nuestros asuntos, y que si no se podía obtener que se retirara la fuerza a la que había aludido, esta Convención, como soberana que es, puede determinar cualquier otro lugar para ir a continuar sus sesiones allá.

González Garza manifestó que era lamentable se trataran asuntos tan desagradables con la finalidad de sembrar alarmas injustificadas. Yo, en nombre del jefe a quien represento -agregó-, voy a hacer las gestiones conducentes con él para que a la mayor brevedad posible, los jefes de la División del Norte aminoren el número de oficiales que traen consigo para evitar esos trastornos, debidos únicamente a la influencia del alcohol; pero exijo la reciprocidad. El señor presidente de Ia asamblea, el señor Villarreal, ayer trajo consigo una enorme escolta de la División del Noreste.

Siembra de inquietudes.

El General Villarreal, dejó el sitial de la presidencia para decir visiblemente irritado:

Decía el señor González Garza que yo traje una numerosa escolta de Monterrey, y en verdad, es algo considerable la escolta que traje; pero no la traje para que me diera protección en Aguascalientes, sino para que me diera protección en el camino. Yo entendía que era neutral esta ciudad, y mi ánimo era devolver la escolta tan luego como llegara a Aguascalientes; pero me he encontrado que no es neutral Aguascalientes; no obstante, estoy perfectamente dispuesto, aun antes de que se declare neutral y que se haga efectiva la neutralidad de esta ciudad, a devolver la escolta, y la devolveré a la mayor brevedad; pero la escolta que yo traje y las que hayan traído los demás delegados resultan insignificantes para fuerzas mayores que puedan reunirse en los alrededores de Aguascalientes. La verdadera falta de neutralidad consiste en que muy cerca de Aguascalientes hay un gran contingente de fuerzas, y eso creo que debería ser lo que se evitara ...

Como no quiero perder tiempo ni me gusta andar ocultando lo que pienso y lo que siento, hablaré con toda franqueza. Se me ha dicho, y tengo motivos para creerlo, que después de que se suspendieran las hostilidades, las fuerzas del General Villa avanzaron desde cerca de Zacatecas hasta muy cerca de Aguascalientes. Se me ha dicho y lo creo, que hay un fuerte grupo de esas fuerzas en Rincón de Romos y en otros lugares de la vía de aquí a Zacatecas. Yo no considero que pueda existir neutralidad en Aguascalientes mientras tengamos fuerzas a las puertas de Aguascalientes, y creo que la asamblea debe pedir, hasta lograrlo, que se retiren esas fuerzas hasta el lugar en que se encontraban antes de romperse las hostilidades, o que saquemos a la Convención de Aguascalierites y la llevemos a un lugar neutral.

(Todos los delegados adictos a don Venustiano, o al General Villarreal, aplaudierori estrepitosamente).

Vientos de fronda.

El General Orestes Pereyra, de la División del Norte, aclaró que las fuerzas de la dicha División se encontraban a sesenta kilómetros de Aguascalientes, y que, en cambio, en La Cantera, a diez kilómetros al suroeste de la misma plaza, se encontraban fuerzas adictas al señor Carranza.

González Garza manifestó: No parece sino que aquí, en el seno de esta asamblea quiérese que haya vientos de fronda. Agregó que era de extrañar la conducta de Villarreal cuando él mismo, tácticamente, había aceptado las razones que se le dieron sobre los motivos de la permanencia de algunas tropas en Rincón de Romos.

El delegado De la Vega, Gobernador de Zacatecas, informó que unas tropas de la División del Centro fueron desarmadas por otras carrancistas que se encuentran en las inmediaciones de Aguascalientes.

Hablaron apoyando la proposición inicial los delegados Gallegos, Eulalio Gutiérrez, Mariel, Marines Valero y Berlanga. Obregón lo hizo en los siguientes términos:

Yo nunca he tenido miedo por los peligros anónimos. Yo no desconfío de ninguno de los jefes; pero desconfío de algunos soldados de los que hay aquí, sin poder decir de quién son, porque no los conozco. Bien pueden ser los míos; pero supongamos que mañana me encuentran dos soldados en la calle, y pistola en mano, me hacen bailar un cancán ... Yo no digo que se retiren las fuerzas de Fulano o de Zutano. Que se nombre una comisión y se le den fuerzas respetables ...

La barbaridad de una proposición.

Todavía hablaron muchos delegados apoyando la proposición y repitiendo la gastada cantinela de la falta de garantías, pero con gran sorpresa de todos y muy visible contrariedad de Villarreal, Obregón retiró su iniciativa calificándola en forma despectiva. Dijo:

Yo soy de los firmantes de esa proposición, y pido que se retire, porque juzgo que es una barbaridad lo que hemos pedido. Las palabras neutral y beligerante han desaparecido desde el momento en que se ha fusionado la revolución en una asamblea soberana ...

Debemos olvidar las palabras neutral, beligerante, etcétera; ya estamos fusionados y ya no debe haber neutralidad, hostilidades ni beligerancia. Por consiguiente, pido que se retire la barbaridad que hemos firmado. (Aplausos).

Con el asentimiento de los demás firmantes y de la asamblea, se retiró la proposición que estuvo a punto de dar al traste con la armonía existente entre los delegados.

Pero Villarreal, que continuaba reclutando adeptos para su candidatura presidencial, se sintió defraudado con la inconsistencia de Obregón, y en forma airada tomó la palabra para decir con ademanes violentos:

A pesar de la casi unánime opinión de la asamblea, sigo considerando que no se ha ganado prácticamente. Esta asamblea en cuestiones de neutralidad, tiene el derecho de legislar no sólo en el Estado de Aguascalientes sino en toda la República. Bien conocemos las dimensiones de la ciudad y del Estado de Aguascalientes.

De todos modos, yo considero que no habrá completas garantías en la ciudad de Aguascalientes, y que no se considerará perfectamente segura esta Convención hasta que las tropas que están en Rincón de Romos vuelvan al lugar en que estaban al suspenderse las hostilidades, o hasta que esta asamblea sé vaya a otra parte.

Aunque nadie hizo el menor aprecio al arrechucho del General Villarreal, la cizaña quedó sembrada.. De los incidentes tempestuosos de esta sesión se aprovecharía la prensa de la capital, casi toda supeditada al Primer Jefe, para proclamar los graves peligros que cerníanse sobre todos los delegados. Aunque falló el plan, las andróminas quedaban en pie.


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