Índice de La Convención Revolucionaria de Aguascalientes de Vito Alessio RoblesA manera de presentación por Chantal López y Omar CortésCapítulo siguienteBiblioteca Virtual Antorcha

Capítulo 1

La ruptura entre Don Venustiano Carranza y la División del Norte.

Con motivo del anunciado proyecto del licenciado Raúl López Sánchez, gobernador de Coahuila, de lanzar una convocatoria para que se otorgue un premio cuantioso a la mejor obra sobre la historia de la Revolución y con motivo, también, de la convocatoria lanzada por el Partido Revolucionario Institucional para premiar el mejor libro sobre el mismo tema, con extensión bastante restringida y con premios de mucha menor cuantía, se han generado algunas dudas y muchos reparos.

Algunos no saben si les convendría entrar al concurso convocado por el Partido Revolucionario Institucional o esperar la convocatoria del gobernador de Coahuila. Otros conceptúan muy escabroso el tema en muchos de sus episodios, citando los que siguen: la Convención de Aguascalientes; los episodios de la lucha entre Carranza y Villa; el asesinato de Emiliano Zapata y el de don Venustiano Carranza, seguidos por los de Murguía, Lucio Blanco y Francisco Villa; la creación de un partido oficial; las violaciones al voto público; las matanzas de Huitzilac y de Topilejo, etcétera, etcétera.

Muchos de los que pretenden entrar al concurso convocado piden a la directiva del Partido Revolucionario Institucional señale desde luego quiénes integrarán el jurado calificador, para saber a qué atenerse. Transmitimos la anterior petición, que encontramos plenamente justificada.

La Convención de Aguascalientes.

Otros han hecho la sugestión de que en las columnas de la revista Todo, escriba el autor de estas lineas el historial de la Convención Revolucionaria que se congregó en Aguascalientes durante los meses de octubre y noviembre de 1914. Dicen haber consultado los periódicos de la capital de la República y que después de su lectura se han vuelto casi locos, sin comprender absolutamente nada. No entienden cómo pocos días después, los mismos que antes consideraron patriótica e indispensable la continuación del gobierno de Carranza, cesaron al mismo Primer Jefe y al General Francisco Villa, y uno y otro continuaron en el ejercicio de sus respectivos cargos, iniciándose una larga y cruenta lucha civil funesta para el país.

Y menos entienden cómo los que firmaron en la bandera patria el compromiso de acatar y hacer respetar los acuerdos de la Convención, casi todos militaron en la mencionada lucha civil, unos a las órdenes de Carranza y otros, a las de Villa, es decir, violaron los juramentos hechos ante la bandera nacional.

Voy a complacer a los que han solicitado esta aportación mía a la historia de la Revolución, entresacando de mis Memorias, los principales episodios que a la Convención se refieren, procurando mantenerme siempre en el plano de la mayor imparcialidad. Milité por breve tiempo en las filas de la División del Norte, a las órdenes del General Villa. Llamado por el Primer Jefe, que se encontraba en la ciudad de Durango, formé parte por algunos días en el séquito de don Venustiano. Con él mismo me trasladé a la ciudad de Saltillo y allí me encontraba cuando sobrevino el rompimiento entre Carranza y Villa, con motivo de la expurgación de Zacatecas. Fui enviado por el Primer Jefe al desempeño de una comisión a Estados Unidos, y allí me enteré con todo detalle, de los acuerdos celebrados entre los representantes de la División del Norte y los del Cuerpo de Ejército del Noreste, mandado por el General don Pablo González.

Al regresar a la ciudad de México, a fines de septiembre de 1914, por instancias reiteradas del General Alberto Carrera Torres a cuyas órdenes había militado, acepté a principios de octubre, la representación del General Eduardo Carrera G. en la Convención que se reuniría en Aguascalientes el 10 del citado octubre. Fui uno de los cuatro secretarios de la Convención. Los otros eran el General Mateo Almanza, el Coronel Samuel de Ios Santos y el Teniente Coronel Marciano Gonzáléz.

Desde luego pudo apreciarse que los amigos de don Venustiano eran más de ochenta y que los representantes de la División del Norte apenas ascendían a treinta y seis. Después llegó una delegación del Ejército Libertador del Sur, encabezada por don Paulino Martínez y el licenciado Antonio Díaz Soto y Gama.

Yo no formé parte de ninguno de los tres grupos. Puedo relatar los hechos con la mayor imparcialidad. Además día a día, apunté más impresiones. Las tengo a la vista, lo mismo que la versión taquigráfica de los debates de la mayoría de las sesiones. Sobre dichos apuntes y versiones bordaré esta serie de capítulos. Procuraré hacerlo en la forma más objetiva, rectificando de paso muchas de las noticias falsas publicadas en aquellos días por la prensa de la ciudad de México.

Creo necesario señalar cuáles fueron los antecedentes y la génesis de la Convención de Aguascalientes. Huelga decir que todas las observaciones, aclaraciones y rectificaciones serán acogidas no sólo con la mayor buena voluntad, sino también con agradecimiento.

El rompimiento entre el Primer Jefe y la División del Norte.

Aparentemente las relaciones entre don Venustiano Carranza y el General Francisco Villa eran cordiales. A pesar de que la División del Norte, en lo militar y en lo administrativo, había disfrutado de cierta autonomía, sabíase que su jefe se mostró subordinado siempre con el señor Carranza, dándole parte de todas sus operaciones y acatando sus órdenes. Lo demuestran varios hechos: la libertad, ordenada por Carranza, del General Manuel Chao, gobernador de Chihuahua, que fue acatada por Villa, y la marcha de un fuerte contingente de la División del Norte con la misión de expugnar la plaza de Saltillo, que ordenó don Venustiano desde Durango y que cumplió en todas sus partes el General Villa, dando posesión del cargo de gobernador de Coahuila al licenciado Jesús Acuña, y de jefe de las armas de la misma plaza, al Coronel Severiano Rodríguez, como lo había dispuesto el Primer Jefe.

Villa, con todas sus fuerzas, regresó a Torreón y se preparaba para marchar a Zacatecas. El 28 de mayo de 1914, el General Villa me transcribió un telegrama que desde Durango le envió el Primer Jefe. Ordenaba que inmediatamente me presentara en la capital durangueña. Arribé a la mencionada ciudad el día siguiente en la tarde. Me presenté al señor Carranza. Me pidió algunos informes sobre el combate de la Herradura, San Luis Potosí, y sobre el combate de Paredón, Coahuila. Se los di muy amplios. Me preguntó cómo me habían tratado en la División del Norte. Le dije que muy bien. Al terminar, cuando inquirí qué debía hacer, me contestó: Espere usted mis órdenes.

El 3 de junio las recibí de estar listo para marchar el día siguiente a Saltillo, en los trenes de la Primera Jefatura. El día siguiente, a las 10 de la mañana, emprendió la marcha hacia Torreón, el Primer Jefe con todo su séquito y una fuerte escolta del cuarto batallón de Sonora. Llegamos a la estación de Avilés al obscurecer, a muy corta distancia de Torreón. Allí pasamos la noche, llegando a la ciudad lagunera a las 8 de la mañana. En la estación nadie recibió a don Venustiano. Supusimos que los jefes de la División del Norte ignoraban la hora de su arribo. Además, el General Villa se encontraba en Chihuahua. A mediodía se dio un banquete al Primer Jefe.

A las 10 de la máñana del siguiente día, los convoyes prosiguieron su marcha con dirección a San Pedro de las Colonias. Allí hicieron alto. Don Venustiano fue agasajado con otro banquete. Se reanudó la marcha a las 2 de la mañana del 7 de junio. A las 8 de la noche hizo el Primer jefe del Ejército Constitucionalista su entrada triunfal a Saltillo, entre salvas de fusilería, muchos aplausos y vítores y el rumor grato de Ios bronces armoniosos de la capital coahuilense, echados a vuelo.

Don Venustiano fue muy agasajado con veladas, bailes y banquetes: El 11 de junio corrieron rumores de que habían surgido algunas dificultades entre el Primer Jefe y el General Villa. En los días siguientes los rumores se acentuaron y se hizo pública la ruptura entre los mismos.

Las causas de la ruptura.

Al fin, hasta el 15 de junio pudo saberse en Saltillo cuáles fueron las causas de la ruptura. Mientras Villa, con varias brigadas de la División del Norte, ocupaba la plaza de Saltillo, cumpliendo órdenes de Carranza, éste, desde Durango, mandó preparar el asalto a la plaza de Zacatecas por fuerzas a las órdenes de los Generales Pánfilo Natera y Domingo Arrieta.

Las fuerzas de estos últimos iniciaron el ataque a Zacatecas el día 10 de junio y lo continuaron el día siguiente. El 12 fracasaron en lo absoluto, siendo rechazadas con un gran número de bajas. Quizá previendo el mal éxito de la operación dispuesta por él, Carranza ordenó por telégrafo a Villa, el 10 de junio que mandase al Comandante de las fuerzas próximas pertenecientes a su guarnición que esté listo para reforzar a las fuerzas de los Generales Natera, Arrieta, Triana y Carrillo, que ese día empezaban sus operaciones con fundadas esperanzas de triunfo.

El día 11 ordenó Carranza al mismo General Villa que enviara tres mil hombres de refuerzo a Natera. El día siguiente reiteró sus órdenes, sólo que en lugar de tres mil soldados, dispuso que fueran cinco mil a las órdenes del General José Isabel Robles. Villa contestó el primer telegrama indicando la conveniencia de que marchara a Zacatecas toda la División del Norte, y al recibir el segundo, informó que Robles se encontraba enfermo y que no podía mandar el refuerzo ordenado por encontrarse destruidos grandes tramos de la vía férrea entre Torreón y Zacatecas. Agregó que ya se hacían las reparaciones para cumplir sus órdenes.

Villa, el mismo día 12, solicitó una conferencia telegráfica con Carranza. Expresó que antes de cinco días le era imposible auxiliar a Natera. Y lanzó el exabrupto: Señor, ¿quién les ordenó a esos señores (Natera, Arrieta, Triana) fueran a meterse a lo barrido sin tener seguridades del éxito completo, sabiendo usted y ellos que tenemos todo para ello? Señaló las dificultades para enviar algunos de sus Generales al frente del refuerzo, y terminó con las siguientes frases:

Ahora, si usted cree que yo estorbé a la División (la del Norte) que forman los antes dichos Generales y quiere que alguna persona reciba la fuerza de mi mando, desearía saber quién es ella, para que si la juzgo apta y capaz para que se cuide de ellas, como yo mismo, está bien; pues yo hago a Ud. esta observación con el único fin de cuidar de mis soldados y como soldado más fiel que rodea a usted. Sírvase contestarme sobre estos puntos lo que a bien tenga.

Los motivos de Carranza.

Carranza, en su respuesta, aludió a las órdenes que había dictado. Dijo que Natera le había manifestado que con sus tropas unidas a las de Arrieta, podría tomar Zacatecas. Agregó: Empezando el ataque a Zacatecas han tomado las posiciones de Guadalupe. Las Mercedes y las próximas al Grillo, habiendo sido rechazados al intentar la toma de la Bufa y la Estación ... Señaló que Villa no habría tomado la plaza de Torreón si él no hubiera ordenado que cooperaran en el ataque las fuerzas de Robles, Contreras, Urbina y las de Arrieta a las órdenes de Carrillo ... Insistió don Venustiano sobre el envío del refuerzo ordenado por él.

Villa contestó: Estoy resuelto a retirarme del mando de la División. Sírvase decirme a quién le entrego.

Don Venustiano aceptó la renuncia, dando las gracias a Villa por los importantes servicios que había prestado, esperando pasara usted a encargarse del Gobierno del Estado de Chihuahua. Agregó que antes de designar al nuevo jefe, mandara llamar inmediatamente a la oficina telegráfica a los Generales Angeles, Robles, Urbina, Contreras, Aguirre Benavides, Ceniceros, J. Rodríguez, M. Herrera, Ortega, Servín y Máximo García, y que una vez reunidos se sirviera Villa avisarle.

Los Generales citados se reunieron el día siguiente. Carranza les dirigió un telegrama participándoles que acababa de aceptar la dimisión del General Villa y les ordenaba que deberían nombrar con el carácter de interino, nuevo Jefe de la División del Norte. El mismo día 13 de junio, los citados jefes y además íos Generales Toribio Ortega, Rosalío Hernández, Orestes Pereyra, Trinidad Rodríguez, Mateo Almanza y los Coroneles Manuel Medinabeytia y Raúl Madero suplicaron atentamente al señor Carranza reconsiderar su resolución respecto a la aceptación de la renuncia del señor General Francisco Villa como Jefe de la División del Norte.

Carranza contestó reiterando su orden de que se nombrara nuevo Jefe de la División del Norte. La contestación de los mencionados jefes fue inmediata. Expresaron a don Venustiano que siguiendo el proceder del General Villa, podrían dejar el mando de sus tropas, pero que no debían privar a la causa de un elemento de guerra tan valioso. Expresaron que iban a convencer a Villa de que continuara la lucha contra Huerta, como si ningún acontecimiento desagradable hubiera tenido lugar, y amonestaban a Carranza para que procediera en igual forma, para vencer al enemigo común.

Carranza contestó que no le era posible cambiar su determinación sobre la aceptación de la renuncia de Villa. La contestación de los jefes citados fue terminante. En telegrama de 14 de junio, expresaron al Primer Jefe: La resolución irrevocable que hemos tomado de continuar luchando bajo el mando del señor General Francisco Villa, como si ningún acontecimiento desagradable hubiera tenido lugar ayer, ha sido detenidamente meditada en ausencia del Jefe de la División del Norte; nuestras gestiones cerca de este Jefe han tenido éxito y marcharemos prontamente al Sur. Todavía insistió Carranza, pero de tal insistencia trataremos en el artículo siguiente.


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