HISTORIA DE LA GUERRA DE MÉXICO
Desde 1861 a 1867

Pedro Pruneda






PRESENTACIÓN

La obra que ahora coloco en los estantes de la Biblioteca Virtual Antorcha, debida a la pluma del historiador hispano Pedro Pruneda (1830-1869), Historia de la guerra de México, desde 1861 a 1867, constituye una excelente manera de acercarse a ese duro pero aleccionador periodo de nuestra historia.

Esta obra fue escrita en 1867 siendo publicada mediante entregas. Y lo que resulta curioso o sorprendente es el hecho de que su autor, no obstante de que nunca pisó suelo mexicano, haya sido capaz de estructurar tan bien un ensayo historico que cuenta con información de primera mano, lo que lleva a suponer que en la elaboración de su obra ha de haber tenido la ayuda o asesoramiento del sector político liberal europeo de tendencia republicana, el cual, muy probablemente, mantenía estrechos nexos con los republicanos mexicanos, ya que de otra manera es poco entendible el cómo hubiera podido producir un ensayo de estas características.

Las opiniones de Pruneda resultan hartamente favorables al republicanismo y del todo contrarias al monarquismo, aunque, y es necesario advertirlo, existe en esta obra la clara tendencia del autor a oponerse a la magnificencia buscada por Napoleón III, el estatista galo que a punto estuvo de concretar un poder universal de gran envergadura.

Mediante el genial eslabonamiento de seis libros con sus debidos apéndices, Pruneda logra el objetivo de generar un valioso ensayo capaz de permitir la difusión de lo acaecido en México durante el periodo de 1861 a 1867, prácticamente a semanas de haber concluido, poniendo al alcance de los lectores una serie de interesantes documentos que en mucho ayudan para formar opinión.

Aparte de esta obra, Pruneda escribió otros dos ensayos más relacionados con la historia de México, uno de los cuales, La revolución de independencia en México, desde hace tiempo colocamos en los estantes de la biblioteca (Pruneda, Pedro, La revolución de independencia en México, México, Biblioteca Virtual Antorcha, primera edición cibernética, septiembre de 2006. Captura y diseño, López, Chantal y Cortés, Omar. Haz click aquí, si deseas consultar esta obra).

En La historia de la guerra de México, desde 1861 a 1867, Pruneda relata las razones de la pérfida intervención que, comenzando tripartita con la participación de España, Inglaterra y Francia, terminaría reduciéndose a la locura del llamado Emperador de los Franceses, cuya intención siempre fue la de apoderarse de jirones de territorio nacional, concretamente de los territorios que en la actualidad forman parte de los Estados de Sonora y de Chihuahua, puesto que según sus fuentes, la riqueza minera que en tales se albergaba, del todo justificaba su apoyo a las corrientes promonárquicas conservadoras mexicanas, a las que agua se les hacia la boca por implementar una segunda aventura imperial en México.

Asi, mediante una serie de intrigas, y aprovechando el desatino del triunfante ejército republicano al haber promulgado la tristemente célebre Ley para el arreglo de la Hacienda Pública, el 17 de julio de 1861, como consecuencia de la terrible situación económica que la República enfrentaba una vez finiquitada la denominada guerra de Reforma (1857-1861), Napoleón III encontró el ambiente idóneo para llevar a cabo sus pérfidos planes. En esa ley, prácticamente se declaraba la moratoria de pagos (véase, haciendo click aquí, López, Chantal y Cortés, Omar, 17 de julio de 1861: México declara la moratoria, primera edición cibernética, mayo del 2006. Compilación, captura y diseño, López, Chantal y Cortés, Omar), perjudicando tal decisión a España, Inglaterra y Francia, por lo que el Emperador de los franceses, ni tardo ni perezoso, dio luz verde a su equipo consular para que movieran las aguas intentando enboletar en una acción militar contra México a Inglaterra y España. Y asi, mediante una serie de intrigas y auténticas cochinadas, lograron sus representantes consulares armar un verdadero lio en contra de la República de México, destacándose en tan y vil y asqueroso complot, Alphonse Dubuois de Saligny, ministro plenipotenciario francés, una auténtica sabandija que escupio veneno a diestra y siniestra en aquellos tristísimos momentos que hubo de enfrentar México.

La opinión de Pruneda en cuanto al contenido mismo del intervencionismo queda clara cuando afirma:

La intervención, pues, es hoy a los ojos del hombre pensador, no sólo un crímen, que esto lo han sido siempre todas las intervenciones, sino que es un absurdo, una insensatez, y si la Francia, y si la España, y si todas las naciones tienen el deber de amparar la vida y los intereses de sus hermanos en México o en otra nación cualquiera, deben hacerlo siempre por medios pacíficos que estrechen, en vez de debilitar, los lazos que deben unir los unos a los otros pueblos; pero nunca con ese aire amenazador y miras ambiciosas con que significan siempre las intervenciones, cuyos resultados tan hondamente deplora hoy Napoleón III por su conducta torpe en el Nuevo Continente.

Y más adelante, retratando al elemento conservador promonárquico que aliándose al poderio francés busco la puesta en marcha de un imperio en México, añade:

El militarismo, considerando la sociedad como un cuartel, al ciudadano como un soldado, la ley como una ordenanza, y los tribunales como consejos de guerra, quería imponer a los mexicanos un despótico y pesado yugo, excluyéndoles por completo de toda participación en los asuntos políticos de aquel país. El sacerdocio, por otra parte, rico, influyente y poderoso, se esforzaba por hacer creer a los pobres indios que gobernaba por derecho divino, y exigía por lo tanto, la misma fe de los ciudadanos en política que en religión, siguiendo de tan erróneas e intencionadas doctrinas, la falta de respeto al derecho en aquella República, el fanatismo religioso que las llevaba a cometer las mayores y más atroces crueldades, y la carencia absoluta de toda afección, de todo sentimiento generoso y humanitario.

Resultaba más que evidente que uno de los objetivos perseguidos por Napoleón III no era otro que el de buscar controlar el sostenido crecimiento de los Estados Unidos de Norteamérica en cuanto a su poderio económico y militar, por lo que no es nada extraño que precisamente cuando en los Estados Unidos desarrollábase la hoy tristemente célebre guerra de secesión (1861-1865), fuese cuando los ejércitos imperiales franceses, arribarán a México con el fin, primero, de exigir satisfacciones al gobierno republicano y, después, ya encarrerados, apoyando de manera descarada a un mequetrefe pomposamente llamado archiduque, al que, cual títere de circo, movieron a su gusto, aunados a una sarta de atarantados locochones, ilusionados en sus fantasias monárquicas, a los cuales un desequilibrado teórico del monarquismo mexicano, el tal Gutiérrez Estrada, les daba alas cual infantes babosos.

Pruneda relata los pasos dados por el Emperador de los franceses y su equipo consular en todo el rollo que se denomino la triple alianza, esto es, la unión de España, Inglaterra y Francia, para exigir, por medio de la fuerza, satisfacción a sus demandas por parte del gobierno republicano encabezado por el inmortal Benito Juárez. Y asi, mediante una serie de argucias y maldades, finalmente el Emperador de los franceses deshonraria su palabra empeñada y llevaría a efecto la nefasta intervención de la cual, por cierto, años más adelante habria de arrepentirse.

El rompimiento de los acordado en los denominados Tratados de la Soledad, se constituiría en el detonador de la intervención francesa en México. Y asi, puntualmente, Pruneda sentencia:

Acordada por los plenipotenciarios franceses la intervención a mano armada en los asuntos de México, hasta llevar a cabo los pensamientos monárquicos que respecto a este país abrigaba Napoleón III, el general Lorencez, a quien había hecho entrega del mando de la expedición francesa el vice-almirante Jurien de la Graviere, emprendió resueltamente su marcha hacia la capital de la República, el 27 de abril de 1862.

Los nombres de los destacados militantes del partido conservador mexicano en su ala intervencionista, van apareciendo, poco a poco, en el relato de Pruneda. Juan Nepomuceno Almonte, Miguel Miramón, Leonardo Marquez, y otros personajes que tuvieron la ocurrencia de prestarse al macabro jueguito de solicitar al infantil Maximiliano de Habsburgo que le entrara al quite como emperador, cuando en realidad tal decisión ya la había tomado el dueño del circo, Napoleón III, el que se ufanaba de la domesticidad de sus animales que se contentaban con reproducir, de manera fiel y sin apartarse del guión, todo el teatro ya acordado.

Pero aquella conspiración habría, felizmente, de estrellarse en la inquebrantable actitud del presidente de la República, Benito Juárez.

Juarez -señala Pruneda-, no se dormía: conociendo que se aproximaba el peligro, lo dispuso todo para una resistencia formal, organizando las fuerzas militares en dos cuerpos de ejército, denominados del centro y de la Reserva, que en unión con el de Oriente, deberían combinar sus movimientos para atacar a los franceses. El mando del ejército de Reserva fue confiado al general Doblado, y el del Centro a Comonfort, antiguo presidente, cuya base de operaciones debía residir en México, y que recibió el encargo de cubrir la capital, operando sobre la línea de Puebla.

Con todo y los hábiles movimientos instrumentados por el ejército republicano, las fuerzas expedicionarias francesas, parte del en aquel tiempo ejército más poderoso del mundo, dificilmente iban a renunciar a sus objetivos, y aunque momentáneamente las fuerzas republicanas alcanzarían una victoria al defender Puebla, tan sólo fue cuestión de tiempo para que, una vez llegados más efectivos, el ejército francés avanzara ininterrumpidamente, primero sobre Puebla y, a continuación, sobre la capital.


Con la caida de Puebla, Benito Juárez toma la determinación de evacuar la ciudad de México trasladando su gobierno a San Luis Potosí, a la vez que conjuntamente con su cuerpo militar toma la decisión de instaurar, como defensa, la guerra de guerrillas para enfrentar a las fuerzas intervencionistas.

No se trataba por tanto -precisa Pruneda-, de poner un ejército frente de otro ejército, ni de dar batallas formales, ni de esperar al enemigo en el recinto de las poblaciones. Ejércitos, batallas, asedio de plazas, planes estratégicos, todo esto supone lo que podríamos llamar una guerra administrativa, centralizada, regular, uniforme. Dada la situación de México, todo podía esperarse de la unión, poco o nada de la unidad; porque la unión es activa y la unidad es pasiva; la unión forma ciudadanos y la unidad sólo crea súbditos. De aquí la superioridad de los pueblos confederados sobre los pueblos centralizados, cuando llegan los momentos de superior peligro.

(...)

La República mexicana hubiera sucumbido imfaliblemente, si se hubiera apoyado sobre la unidad burocrática de la centralización. Para salvar a México era preciso interesar al pueblo en todas sus afecciones de terror; multiplicar el patriotismo general con todos los patriotismos de localidad, transformar a toda la nación en ejército, a todos los ciudadanos en soldados, y sustituir, finalmente, la guerra nacional a la guerra administrativa (...) la guerra nacional es por su naturaleza una guerra espontánea, caprichosa, en la que todo se deja a lo imprevisto y a la inspiración (...) Cada localidad no es más que una inmensa fortaleza a cielo descubierto, cada arbusto un reducto, cada pliegue de terreno un atrincheramiento. Minado el suelo por todas partes, el enemigo no puede dar un paso sin que suene una detonación bajo sus pies o en sus oídos (...) Asi camina entre el humo de esta perpetua emboscada, encontrando la muerte a cada minuto, sin poder encontrar al enemigo.

Tenemos entonces que la toma de la ciudad de México por las fuerzas intervencionistas de los ejércitos franco-mexicanos, operada el 10 de junio de 1863 cuando Leonardo Marquez, Forey, Almonte y Savigny realizaron su marcha triunfal entrando a la capital azteca con más de treinta mil hombres, constituyó el punto clave para el formal inicio de la larga lucha de resistencia que habría de extenderse por tres largos y agotadores años.

Con la toma de la capital -sentencia Pruneda-, la unidad desaparece para dar lugar a una multiplicidad tan abrumadora para el historiador, cuanto fatigosa para los lectores. Propiamente hablando, no hay una guerra regular, sistemática y calculada, sino una resistencia que está en todas partes y en ninguna; no se dan batallas formales, sino escaramuzas que tienen lugar todos los días y en todos los parajes.

(...)

El gobierno de la República salió de México el 31 de mayo de 1863, con las tropas que guarnecian la capital, que se hacen subir a unos seis mil hombres, y algunas fuerzas de artilleria. Tres rumbos distintos tomaron estas fuerzas: Querétaro, Morelia y Cuernavaca. El presidente Juárez, con el gobierno, el congreso, las oficinas y algunas tropas, tomó el camino de Querétaro, a donde llegó el 5 o 6 de junio, sin entorpecimiento alguno, no obstante que se atribuía al general Mejía el propósito de oponerse a su paso desde Arroyo-Zarco. Menos afortunados los generales Rangel y Ampudia que con unos dos mil hombres marchaban con rumbo a Morelia, fueron atacados en el Monte de las Cruces y completamente derrotados por el general imperialista Buitron.

Ciertamente con el arribo del ejército expedicionario francés comandado por Forey, el elemento conservador sintiose triunfante, ya que al haber logrado el apoyo del llamado Emperador de los franceses, pensaron que el futuro era de ellos, sin percatarse en sus sueños infantiles que realmente eran ellos los que servían, materialmente en charola de plata, a Napoleón III, el territorio mexicano.

Enloquecidos en sus elucubraciones, los conservadores prointervencionistas pusiéronse a formar una caricatura de administración, constituyendo la famosa Junta de Notables. A este respecto, recomiendo la lectura, haciéndo click aquí, de, López, Chantal y Cortés, Omar, Historia de una infamia. Documentos relativos a la Junta de Notables de 1863, México, Biblioteca Virtual Antorcha, primera edición cibernética, septiembre del 2008, compilación, captura y diseño, López, Chantal y Cortés, Omar.

Y mientras en la ciudad de México los prointervencionistas mexicanos creaban su mamotreto administrativo, una comisión de aquel conglomerado de siniestros personajes, entrevistábase con el archiduque Maximiliano, ofreciéndole fungiera como el payaso mayor encargado de representar el nada envidiable papel de emperadorcillo. Tras de aquella trágica charada, el auténtico dueño del circo, al susodicho Napoleón III, se le quemaban las habas de ansias por apoderarse de las riquezas del subsuelo mexicano, las que, a su entender, eran vastísimas.



Los acelerados locochones prointervencionistas, no tardaron en presionar al jefe de las fuerzas expedicionarias francesas, Forey, para que, de inmediato, ordenara el avance de sus tropas y marchara a tronarle la maraca a Juárez y seguidores. Pero Forey, militar experimentado y para nada acelerado, pintábales violines a los imprudentes prointervencionistas.

Mientras Forey estuvo encargado del mando en jefe del ejército francés -precisa Pruneda-, no hubo operaciones militares de verdadera importancia, ya fuese porque aquel creyera que la obra militar estaba concluida, ya porque no le permitieran obrar obstáculos que por entonces debían de ser insuperables. Era imposible, en efecto, que el general Forey con los escasos elementos de que podía disponer, consiguiera dominar al país militarmente.

(...)

Pretender internar, decia Forey, durante esta estación de lluvias diarias y copiosas, a un ejército regular con artilleria, carruajes y todo el tren que le es necesario, equivale a exponerlo a una destrucción completa, causada por las enfermedades y por la infalible pérdida de cañones y bagajes en medio de caminos, cuyo malísimo estado es conocido. Que los impacientes se tranquilicen y crean que no permaneceremos ociosos.

¡Y por supuesto que no permanecieron ociosos! A Forey débese, por ejemplo, un decreto de secuestro de bienes de todos los elementos afines a la República, para mantenerles a raya y, sobre todo, evitar que con sus bienes apoyasen a las fuerzas republicanas. O sea, algo similar a la actual extinción de dominio aplicada a los bienes de la delincuencia organizada. Bien puede imaginarse el cúmulo de raterias que con tal decreto se generaron. También, gracias a la acción del jefe de las fuerzas expedicionarias francesas, se expidio un decreto, por completo antieconómico, sobre el secuestro de rentas en las aduanas marítimas, generando con ello no pocos conflictos con los individuos, empresas y naciones que comerciaban con México.

En cuanto al campo republicano, veamos lo que Pruneda al respecto dice:

A mediados de septiembre, Juárez había modificado su ministerio, confiriendo a Lerdo de Tejada la cartera de Estado, a Iglesias la de Gobernación y de Justicia; al general Comonfort la de Guerra, y a Nuñez la de Hacienda. El general González Ortega fue reemplazado por el general Uraga en el mando en jefe de las tropas mexicanas, y a Doblado se le invistió con las funciones de ministro universal.

El plan de campaña ideado por Doblado, consistía en dejar al ejército francés que ocupase las capitales y puntos principales, contentándose aquel con fortificarse en los montes, cortar las comunicaciones, soprender los destacamentos franceses y sostener una lucha de guerrillas, hostigando al enemigo en todas partes sin presentar en ninguna grandes masas.

(...)

Las fuerzas juaristas estaban distribuídas en dicha época del modo siguiente: En Guadalajara había 2000 hombres, incluía una partida suelta al mando del coronel Rojas; en Guanajuato unos 4000; en Morelia no bajaban de 1000; y entre Celaya, Maravatio y otras poblaciones de 9000 a 10000. El general Porfirio Díaz que mandaba la primera división, compuesta de 5000 hombres, se había situado en San Juan del Río; y una segunda división al mando de Escandon, que contaba de 4000 soldados con dos baterias de piezas rayadas, ocupaba Maravatío.

En cuanto a la actividad que desarrollo el general Porfirio Díaz durante la guerra intervencionista francesa, recomiendo, haciendo click aquí, la consulta de Diaz, Porfirio, Memorias, México, Biblioteca Virtual Antorcha, primera edición cibernética, febrero del 2008. Captura y diseño, López, Chantal y Cortés, Omar, puesto que ahi es posible encontrar una cantidad muy importante de datos en cuanto a la labor militar de las fuerzas republicanas en su lucha contra el ejército de la intervención.

Finalmente el general Forey seria relevado del mando el 30 de septiembre de 1863, siendo sustituido, para el 1° de octubre por Bazaine, con cuyo nombramiento inicia el ejército intervencionista una nueva etapa militar, puesto que será entonces cuando se organice el avance de las tropas conjuntas de los prointervencionistas mexicanos y del ejército francés con la finalidad, tanto de hacerse del domino territorial de México, al igual que de batir militarmente a la oposición republicana, siendo entonces cuando el presidente Juárez viose obligado a andar prácticamente como el judio errante, brincando de aqui para allá buscando burlar el asedio de los imperialistas.

Habiendo aceptado el archiduque Maximiliano el ofrecimiento que los desvariados promonarquistas hiciéronle mediante los tristemente célebres Tratados de Miramar, Juárez y sus seguidores iban a vérselas negras, porque la orden de Napoleoncito III era concluyente: arrasar la oposición republicana, y mientras más rápido, mejor.



Acompañado por la ya desde entonces locochona emperatriz Carlota, el títere de Napoleón III, desembarcaría en Veracruz el 29 de mayo de 1864, y el 11 de junio de aquel año arribaría a la ciudad de México, ante vergonzosas muestras de alegría por parte de los elementos inconscientes y de multitudes fanáticas que suponíanse protegidas por contar con un europeo de linaje real como gobernante.

A este respecto viene a bien el señalar el grave error en que cae Pedro Pruneda al buscar disculpar al archiduque, contribuyendo con ello a la falaz leyenda de que el Maximiliano era un tipo buena onda al que los malos utilizaron para sus fechorías. Esto que no es sino un auténtico cuento chino o, si se prefiere, una novela rosa, es lo que ha dado pie para que, por ejemplo, este asunto sea ventilado mediante documentales como el que recientemente se ha divulgado en la televisión mexicana, que busca hacer graciosa la figura deleznable de un individuo que, inútil en su patria, aceptó los ruegos de una caterva de locos para ver si en otra parte podía sobresalir. Además, no se debe de olvidar que lo que estaba en juego era la concepción misma del futuro de una nación, y que no es asunto de telenovelas el camino que un pais ha de seguir, ya que no es lo mismo un imperio que una República.

Repetir la cantinela de que el pobrecito de Maximiliano fue malévolamente utilizado, es manifestar una miopia patética. Hay mas de un dato que nos esclarece que el tal Maximiliano era una víbora astuta, y para muestra basta simplemente el jaleo que armó con su hermanito Francisco Fernando, ese al que el servio-bosnio Gabriel Princip y sus cuates nacionalistas terminaron dándole chicharrón y cuyo asesinato se constituyó en antecedente directo del estallido de la primera guerra mundial, en relación a la renuncia que el panchillo le exigía de sus intereses a la corona austriaca, y sobre todo a su comportamiento, que para nada denotó la caricatura hollywoodense que desean hacernos tragar.

Ya sentado en el trono, Maximiliano diose a la tarea del nombramiento de comisiones para ir estructurando su Imperio. Nada tarugo, el archiduque claramente se percató de la apremiante necesidad de resolver dos asuntos fundamentales. Uno, el relacionado con la Hacienda Pública, y el otro, el referente a la organización militar del Imperio. Para el primero, encargo a Velázquez de León la encomienda de elaborar y proponer un plan de renta nacional; y, para el segundo, ordenó a Bazaine el elaborar una propuesta de reestructuración militar.

Posteriormente Maximiliano realizaría una gira de reconocimiento de sus territorios para, personalmente, percatarse de la problemática existente a la vez que para conocer el pulso político que privaba en los territorios imperiales.

Durante más de tres meses deambularia por diferentes ciudades y territorios de su imperio, siendo, por desgracia, bien acogido por partes de las poblaciones que visitó. De regresó a la ciudad de México iniciaría su calvario al entrar en pugna con los sectores eclesiásticos al promulgar un decreto para la desamortización de los bienes eclesiásticos, y otro relativo a la tolerancia religiosa. Los altos dignatarios de la iglesia católica pusieron, como se dice, el grito en el cielo, tachando al emperadorcillo de ateo traidor hijo de mala madre. El nuncio católico Monseñor Meglia le atizaria con fuerza al Maximiliano tachándole de agente de Satanás, y llegando aquel asunto a los corredores del mismo Vaticano en donde Pio IX, a través de su secretario, el cardenal Antonelli, echaría pestes y centellas en contra del emperador, que ya no sentía lo duro sino lo tupido.

Con todo y el griterio de los prelados católicos, quienes se desgañitaban señalando como un robo las propuestas de desamortización del Emperador, y de vil herejía lo relativo a la tolerancia religiosa, Maximiliano se salió con la suya promulgando el 26 de febrero de 1865 ambos decretos y echándose, como es de imaginar, en contra, no sólo a los designatarios del clero católico, sino a buena parte de los que en el pasado reciente vanagloriábanle y rendíanle pleitesia. De pronto, el güero patilludo barbón volviose persona non grata, y lo menos que comenzaron a chismorrear sus enemigos era el ponerlo de patitas en la calle y buscar a otro que pudiera hacerse cargo del trono.

Paralela a su baja de popularidad en México, el Maximiliano enfrentó también la desconfianza del Emperador de los franceses, quien tuvo la osadía de enviarle, imponiéndolo, como ministro de Hacienda, a su policia Langlais con la finalidad de que supervisara las cuentas del Imperio, trasladando a Francia lo que según derecho correspondíale, sin importar las necesidades financieras del recién constituido Imperio Mexicano. ¡Que el barbón y sus indios se las arreglen como puedan! Tal pareció ser la consigna de Napoleón III.

Y para acabarla de amolar, Maximiliano debería de lidear con la actitud desafiante del sector norteño de los Estados Unidos de Norteamérica, el cual, alérgico por completo al experimento imperial mexicano, haciendo pucheros soportaba la intrusión de los ejércitos franceses, austriacos y belgas en tierras de América, sólo debido a la guerra interna que contra los Estados sureños desarrollaba, pero deseoso de terminarla para, entonces si, llamar a cuentas al emperadorcillo y su amo el Napoleón III.

Así estaban las cosas cuando Maximiliano decide realizar un nuevo recorrido por sus territorios.



Si en el campo imperial se presentaban serias cuarteaduras, en el republicano no se cantaban mal las rancheras, puesto que además de que militarmente las tropas y guerrillas del bando republicano prácticamente eran expulsadas de muchas zonas, Benito Juárez pasábasela brincando de Saltillo a Monterrey, a El Paso y a Chihuahua, buscando, desesperadamente, evitar tanto el abandonar territorio nacional, al igual que su detención, puesto que cualquiera de esas posibilidades hubiesen constituido un golpe definitivo contra la República. También, y esto era aún más grave, en el seno mismo del movimiento republicano, presentábanse profundas contradicciones que en mucho ponían en peligro los objetivos republicanos. Infidencias, traiciones y enfrentamientos internos llegaron a constituirse en pan de todos los días durante el año de 1865. Además, el fallecimiento de importantísimos miembros republicanos, como fue el caso del general Manuel Doblado, fallecido en la ciudad de Nueva York, constituyeron demoledores golpes a la fuerza republicana. Pero, quizá el más serio peligro, lo constituyo el enfrentamiento entre Juárez y el general Ortega, el galardonado vencedor de Calpulalpan. Total que todo parecia estar en contra de la República, favoreciendo al Imperio en aquel crucial año de 1865 cuando, una vez finiquitada la guerra de secesión en los Estados Unidos de Norteamérica, con el triunfo de la Unión sobre la Confederación, el panorama cambia por absoluto.

El apoyo de los vencedores a la causa republicana en México constituyó, a no dudar, el factor decisivo del derrumbe imperial de Maximiliano y la finiquitación del intervencionismo francés.

Libres ya de las preocupaciones inherentes a su guerra interna, la facción vencedora de la guerra civil norteamericana, ni tarda ni perezosa se apresta, de manera decidida, a leerle la cartilla a Napoleón III, especificándole claramente que su presencia militar en América constituía un agresión directa a los Estados Unidos de Norteamérica, y advirtiéndole que, de no desocupar el territorio mexicano, se atuviera a las consecuencias.

Napoleoncillo, que todo era menos idiota, rápidamente comprendió que lo mejor era poner pies en polvorosa. Y para colmo de males del Emperador de los franceses, su policía, o enviado especial impuesto en el ministerio de Hacienda del Imperio de Maximiliano, el señor Langlais, fallece inesperadamente en febrero de 1866, nombrándose, para abril, a José María Lacunzo como su sucesor. Con todo, y comprendiendo Juárez que su alianza con la facción triunfante de la guerra civil norteamericana era vital para el logro de sus aspiraciones, de buen grado acepta el nombramiento del general Logan en cuanto ministro plenipotenciario de los Estados Unidos de Norteamérica en México. Los apoyos que los republicanos mexicanos recibirían de los Estados Unidos incluía la decidida labor de personajes como el legendario general Grant, el vencedor de Richmond, quien no tenía pelos en la lengua para llegar a amenazar con la guerra misma al ejército intervencionista francés, si no optaba por el retiro inmediato.

Ante tal situación, Napoleón III determina el retiro gradual del llamado cuerpo expedicionario francés. Tal retiro debería, en un primer momento, efectuarse en tres etapas: la primera iniciaría en noviembre de 1866, la segunda, en marzo de 1867 y, la tercera, en noviembre del mismo año. Bien puede comprenderse el efecto que tuvo aquella noticia en el Imperio de Maximiliano. Es, dentro de aquel panorama que se crea la fantasiosa novela del enloquecimiento de la Emperatriz Carlota.

Ciertamente, y de ello hay pruebas, Carlota, acompañada del Ministro de Negocios Extranjeros del Imperio, el Sr. Castillo, parte a Europa el 19 de julio de 1866, añadiéndose que el tal viaje tenía como propósito buscar que el Emperador de los franceses cambiase de opinión, pero ... ¿realmente esa era la razón de su viaje? Sobre ello no hay prueba alguna. Lo más probable es que la Emperatriz ya haya mostrado severos síntomas de locura que obligaron a Maximiliano a enviarla a Europa en busca de ayuda médica. Todo el cuento de que tenía como misión entrevistarse con Napoleón III y convencerle de que no retirara sus tropas, fue tan sólo el elemento de distracción para no aceptar, ante la población, el lamentable estado mental de la Emperatriz.

La novela, que a quién sabe quién se le ocurrió, narra que el 8 de agosto de aquel año de 1866, Carlota arribó a Europa entrevistándose, al día siguiente, con el embajador de Maximiliano en Francia, cargo que en ese momento ocupaba el general Almonte. Dícese que las pláticas con el Emperador de los franceses fracasaron, y que el gobierno francés envió, en misión especial, al general Castelnau, con una carta personal de Napoleón III a Maximiliano, supuestamente comunicándole que sus planes de evacuación de las fuerzas francesas en México, continuaba avante aunque, y he aqui lo curioso, con certeza nadie sabe, primero si esa carta existió y, segundo, cuál era su contenido. Ahora que, efectivamente, el citado general arribó a tierras aztecas a mediados de octubre de aquel 1866, pero su misión, para nada secreta por cierto, no fue otra que la de desligar las responsabilidades del gobierno francés para con el de Maximiliano. El asunto era que Napoleón III, temeroso de las acciones norteamericanas, quería dejar claro que la presencia de sus tropas en México no eran las de apoyar el gobierno imperial de Maximiliano, sino tan sólo garantizar que las deudas que México mantenía con Francia fuesen íntegramente satisfechas.

Continuando con el cuento de la locura de la Carlota, se afirma que se le fue el avión después de sostener una entrevista, la cual, por supuesto, fue privada, desconociéndose de que carambas se trató, con el mismísimo Papa Pio IX. Total que haiga sido lo que haiga sido lo que trataron, el resultado fue que a la Carlota le patinó el coco. Lo burdo de toda este trama salta a la vista. ¿Qué habría podido tratar con Pio IX para que a la Carlota se le chisporroteara el tinaco? Salvo la irreverencia de suponer que su santidad realizole proposiciones indecorosas, no es posible encontrar causa alguna para que de golpe y porrazo la Carlota se haya deschavetado. Asi que lo más probable es que la pobre vieja ya estaba más loca que una cabra desde el momento mismo que arribo a México. Cuéntase que la Emperatriz cargaba con la obsesión de que la querían envenenar, y por lo tanto se negaba a ingerir alimento; además, se decia que tenía accesos súbitos de ira que en mucho alarmaban a quienes la acompañaban.

El caso es que para el fin de 1866, la situación del Imperio es realmente una caricatura de lo que habia sido en 1865. Incluso, a finales de octubre se realizó un atentado contra Maximiliano en el bosque de Chapultepec, a consecuencia del cual uno de los partícipes, de nombre José María Martínez, terminaría siendo ejecutado en San Angel.



Después de realizar una entrevista con el general Castelnau en la ciudad de Orizaba, para clarificar todo el asunto del interés de Napoleón III y de reunirse con su gabinete para analizar su situación en cuanto Emperador de México, Maximiliano sería, en mucho gracias a la participación de Miguel Miramón, propiamente ratificado, regresando a mediados de enero de 1867 a la ciudad de México, cuando se reune una Asamblea de Notables con el objetivo de reorganizar el Imperio ante la nueva realidad del no apoyo militar francés.

Y seria a finales de aquel mes de enero de 1867 que el ejército imperial lograse lo que a la postre seria la última gran victoria de los imperiales sobre la República cuando, Miguel Miramón derrota en Zacatecas al general Mariano Escobedo, aunque en un muy corto tiempo los republicanos se cobrarian con creces la afrenta despedazando al ejército imperial comandado por Joaquín Miramón, el hermano de Miguel. Y de ahí pa´l real, los imperiales no levantarían cabeza.

Como medida desesperada y bastante temeraria, Maximiliano pierde la brújula, y en vez de actuar prudentemente viendo la manera de abandonar México, se acelera y quién sabe por qué razón, le da el ataque de ponerse al frente de un considerable cuerpo militar compuesto por seis mil efectivos marchando a la ciudad de Querétaro con el objeto de apoyar a las fuerzas de Marquez, Miramón y Mejía, siendo entonces que se le ocurre nombrar al general Leonardo Marquez, lugarteniente general del imperio otorgándole poderes extraordinarios.

Por supuesto que el movimiento militar de Maximiliano a nadie intimido y, siendo sinceros, para maldita la cosa sirvio.

En este asunto, del todo desacertado movimiento táctico militar de Maximiliano, igual se ha elaborado una leyenda novelesca pretendiendo otorgar al austriaco una valentía y destreza de la que siempre carecio. Dícese que en aquella acción quedaba patente que el Emperador se la jugaba por su gobierno, cuando, si a las realidades nos atenemos, ello por ningún motivo fue cierto.

A este respecto es necesario tomar en cuenta que si bien en un inicio el plan de Napoleón III era la evacuación de sus fuerzas militares en tres etapas que habrían de concretarse a lo largo de todo un año, ese plan fue súbitamente alterado debido tanto a la presión ejercida por el gobierno norteamericano al igual que a la muy complicada situación que el Emperador de los franceses enfrentaba en Europa, situación que obligole a acelerar el retiro de sus efectivos entre los meses de enero y febrero de 1867. Aquel cambio de planes prácticamente condenaba a la finiquitación de la aventura imperial encabezada por Maximiliano. Definitivamente no habia vuelta de hoja, los días del Imperio en México estaban contados. Forey, quien en el pasado había fungido como jefe de las fuerzas intervencionistas, con toda precisión en Francia señaló que el retiro del ejército francés de México significaba, ni más ni menos, que dejar colgado de la brocha a Maximiliano. Pues bien, lo más curioso de todo esto es que Maximiliano tuvo la oportunidad de revertírsela a Napoleón III y dejarle a él y a sus soldaditos no sólo colgados de la brocha sino con un broncón encima. Si al archiduque se le hubiera ocurrido abdicar dejando en manos de Napoleón III el nombramiento de su sucesor, le habría dado un sopa de su propio chocolate, pero ... eso era punto menos que imposible porque el títere no contaba con capacidad para comprender las posibilidades que tenía a su alcance.

Asi pues, ante aquella situación, lo más lógico, prudente y entendible era, por lo menos, que Maximiliano abdicara, se nombrase un gobierno provisional con el fin de concretar los puntos de la rendición de los imperiales de cara a las fuerzas republicanas y, finalmente, que el mismo Maximiliano se regresara a Europa o a donde se le hubiera pegado la gana. Eso era lo indicado, seguir otro camino era dirigirse al suicidio. El asunto es que por una serie de sin razones optose precisamente por ... ¡¡¡el suicidio!!!

Hay un dicho mexicano que señala el que por su gusto es buey, que hasta la coyunda lama, dicho que cae de perlas para la necia actitud de los imperiales. Quizá los ilusos pensaron, supusieron o creyeron, que la virgen les iba a conceder un milagrito y acabarían imponiéndose a las fuerzas republicanas, porque salvo esto no hay una sola razón de peso para que hayan actuado como actuaron.

Decir o argumentar, como buscaron hacerlo los partidarios del Imperio, que la actitud del Emperador Maximiliano y de sus seguidores maximizó su valia y entereza moral, es decir un absurdo, una tonteria. Porque aquella actitud fue, desde el punto de vista que se quiera abordar, sumamente irresponsable y aventurera, ya que si bien es cierto que cada quien, en lo individual, toma las decisiones que considere adecuadas, no se vale inmiscuir a miles de personas condenándolas a una irremisible muerte o, en su defecto, a tener que enfrentar sufrimientos y carencias sin fin. Y esto último fue lo que la actitud irresponsable y aventurera de Maximiliano causó en las personas de su ejercito, al igual que en los habitantes de la ciudad de Querétaro que hubieron de sufrir las consecuencias de un prolongadísimo sitio.

Entonces, concretando, ¿dónde está pues esa valentía y entrega que tanto blasonan, incluso en la actualidad, los seguidores o admiradores de aquella experiencia que fue la triste aventura del Imperio de Maximiliano?

No es posible encontrarla en lado alguno porque simple y sencillamente, jamás existió.

Viene al caso la recomendación, a todo aquel interesado en seguir la huella diaria de los acontecimientos, consulte, haciendo click aquí, la obra Anales mexicanos. La Reforma y el Segundo Imperio de Agustín Rivera, Biblioteca Virtual Antorcha, primera edición cibernética, mayo de 2009. Captura y diseño, López, Chantal y Cortés, Omar.

Ya hemos señalado que antes de salir a su encuentro con la muerte en Querétaro, el Emperador Maximiliano nombró a Leonardo Márquez como lugarteniente general del Imperio otorgándole enormes poderes, pero también, sabedor de que se dirigia al suicidio, entrego a su asistente el Sr. Lacunza, un documento que contenía su abdicación. En él, Maximiliano abdicaba en favor de su hijo adoptivo Agustín de Iturbide, hijo que era del protagonista de la primera aventura imperial, y al cual Maximiliano y Carlota habían adoptado, precisando que la regencia debería quedar bajo poder de Carlota, la pobre señora loca, dejando la ingrata tarea de proclamar a aquel mozalbete como Emperador a Leonardo Márquez.

Finalmente, y como forzosamente debería ocurrir, el Imperio se desmoronaria. Para abril de 1867, Puebla caería bajo el control de las fuerzas republicanas comandadas por Porfirio Díaz; el 15 de mayo de ese año, la ciudad de Querétaro seria tomada por las fuerzas leales a la República comandadas por el general Mariano Escobedo, y, finalmente, la ciudad de México capitularía el 21 de junio de aquel año de 1867, siendo ocupada por el ejército republicano mandado por Porfirio Díaz, y al mes siguiente, el día 15 de julio, Benito Juárez entraría triunfante en la ciudad capital.

Una vez tomado Querétaro, la atención se fijaria en el proceso que los cabecillas de la aventura imperial habrían de enfrentar. El general Tomás Mejía, el también general y expresidente Miguel Miramón y, sobre todo el Emperador Maximiliano habrían de ser juzgados por la República. Sin embargo, y esto por lo general hasta la fecha no lo toman en cuenta los partidarios o admiradores de la aventura imperial encabezada por Maximiliano, hubo de enfrentar el bando republicano una andanada de chantajes, hipócritas lagrimeos e incluso injustificados insultos por parte de los seguidores imperiales refugiados en diversos países de Europa. Hablábase de una supuesta blandura del gobierno imperial, cuando aquello era una enorme e indefendible mentira. ¿Cómo tratar de blandura el decreto pronunciado por Maximiliano a inicios de octubre de 1865 en el cual se condenaba a muerte, sin necesidad de juicio, a todo aquel que se considerara enemigo del Imperio? La represión ejercida por los imperiales fue un hecho claro, contundente, y todas las maniobras de supuesta bondad realizadas por Maximiliano, no constituyeron sino actos medidos, cuya espectacularidad buscaba no clemencias ni alivianes, sino tan sólo recursos políticos en la lucha propagandística contra la República. Maximiliano trataba de atraerse simpatías y provocar defecciones y traiciones en el bando republicano, cosa enteramente entendible, pero que no se nos venga con el cuento de que era muy buena onda, y que todo se circunscribía a que era constantemente engañado por los malos. Ese recurso baladí que lo único que busca es salvar del descrédito aquella experiencia, constituye algo inadmisible.

Es pertinente recomendar al interesado en los pormenores de lo acontecido en los juicios que Miramón, Maximiliano y Mejia enfrentaron en Querétaro, haciendo click aquí, la consulta de la obra Proceso de Fernando Maximiliano de Habsburgo, Miguel Miramón y Tomás Mejía, México, Biblioteca Virtual Antorcha, primera edición cibernética, mayo de 2006. Captura y diseño, López, Chantal y Cortés, Omar.



A raíz de aquella tragica experiencia fue que México adquiriría el respeto internacional que como nación libre e independiente a todas luces merecía. Jamás volvería alguna casa real europea a embarcarse en otra aventura imperial, y aunque en el seno de la sociedad mexicana las cicatrices que aquella guerra intervencionista generó aún perduran, por fortuna no han manifestadose con similar virulencia y aventurismo como en el pasado lo hicieron.

De vez en vez manifiéstanse esas tendencias que desprecian lo propio, magnificando lo que de fuera viene, y eso habrá de seguir presentándose hasta que socialmente logremos superar por completo el tremebundo y nefasto sentimiento de inferioridad que culturalmente arrastramos, recuperando la confianza en nosotros mismos no mediante actitudes chauvinistas, que a nada conducen, sino tan sólo comprendiendo que en nosotros, y en nadie mas, esta la solución de los problemas que enfrentamos. Quizá pase tiempo para que a tal objetivo arribemos, pero el día que lo logremos, entonces, sí, podremos considerarnos enteramente libres.

Ya para finalizar, tan sólo réstame esperar que quien acceda a esta edición cibernética logre sacarle provecho. La obra tiene la particularidad de la ligereza de estilo, y ello no obstante que la edición data del siglo antepasado, es sumamente divertida pudiendo ser abordada mediante la lectura de los capítulos que más llamen nuestra atención, y no necesariamente mediante el trillado sistema de comenzar religiosamente desde el principio.

He colocado el indice de la obra separando los archivos por capítulos, para con ello buscar que sea mas fácil y sencillo el acceso. Además, consciente de que no es una obra que necesariamente debe de leerse de principio a fin, sino que tal vez tan sólo algunos capítulos merezcan el interes del internauta, la opción de colocar los archivos por capítulos resulta, sin duda, la mejor.

En fin, espero que quien se acerque a hojearla, leerla o consultarla, goce cada punto y coma de la misma y extraiga conocimientos y reflexiones positivas.

Junio de 2015
Omar Cortés






INDICE

LIBRO PRIMERO
Preliminares de la guerra

Capítulo primero
Consecuencias que se siguieron al rompimiento del Tratado Mon-Almonte.- Tratado de Londres.- Ligeras consideraciones sobre el principio de intervención.- Qué representaba éste en los tiempos pasados y qué significa en los tiempos presentes.

Capítulo segundo
Ventajas que podía reportar España de su alianza con las naciones de Francia y de Inglaterra.- Posibilidad de que España obtuviera del gobierno mexicano las satisfacciones que a éste exija, no asociándose con ninguna otra nación. Actitud del Partido Republicano en México.- Idem del Partido Reaccionario.- Condiciones para el armisticio propuestas por Miramón.- Negativa de Juárez.

Capítulo tercero
Pensamientos monárquicos de Napoleón III respecto a México. Dificultades que se oponían a su realización.- Encubiertas miras del monarca francés en la expedición de México.- Sus resultados.- Actitud de Juárez.- Intervención de los Estados Unidos.- Sus consecuencias.

Capítulo cuarto
Expedición de México.- Fuerzas que la componían.- Toma de Veracruz y de San Juan de Ulúa.- Reclamaciones que por tales actos hicieron al gobierno español los gabinetes de Inglaterra y Francia. Actitud de los mexicanos.

Capítulo quinto
El conde de Reus es nombrado general en jefe de las fuerzas expedicionarias de México.- Llegada de éste y de las escuadras francesa e inglesa al puerto de Veracruz.- Ultimatum dirigido al gobierno de la República. Llegada de Miramón al puerto de Veracruz.- Su regreso a la Habana. Conferencia del general Prim con el ministro Doblado en la Soledad.- Condiciones que en ella se estipularon.

Apéndices al LIBRO PRIMERO
Tratado Mon-Almonte.- I. Recibimiento hecho al Sr. Pacheco desde su desembarco en Veracruz hasta su llegada a la capital.- II. Situación política y diplomática de México a la llegada del embajador de España.- VII. Entrega de las credenciales al general Miramón, discurso del Sr. Pacheco y contestación de Miramón.- XII y XIV. Notas del ministro de Estado al embajador en París.- XX. Despacho del ministro de Estado al embajador de Londres.- Bases propuestas por España a Francia e Inglaterra para la mediación en los asuntos de México.- XXV. Despacho del ministro plenipotenciario de España en Londres al ministro de Estado. XXVI. Nota del ministro plenipotenciario de España en Berlín al ministro de Estado.

Apéndice II
Convenio de Londres.- Despachos telegráficos sobre el convenio de Londres.

LIBRO SEGUNDO
Las conferencias de Orizaba. El sitio de Puebla.

Capítulo primero
El gobierno de Napoleón III desaprueba las condiciones estipuladas en los preliminares de la Soledad.- El general Lorencez es nombrado jefe del cuerpo expedicionario francés. Nuevas instrucciones dadas a éste por el gobierno del Emperador.- Efecto que la nueva política del monarca francés produce en el ánimo de los representantes de Inglaterra y España, y en todo el país mexicano.- Conferencias de Orizaba.

Capítulo segundo
Rompimiento del Tratado de Londres.- El general Prim comunica a los jefes y oficiales de su ejército su propósito de apartarse de México, en vista de la resolución tomada por los representantes franceses.- Notas dirigidas por los ministros de las naciones coaligadas al gobierno de Juárez.- Contestación de éste.- Otras comunicaciones.- Manifesto del general Almonte.- Los plenipotenciarios inglés y español hacen embarcar sus tropas y se alejan del territorio mexicano.

Capítulo tercero
Acta levantada en Orizaba, reconociendo al general Almonte como jefe superior de la República.- Disposiciones tomadas por el legítimo gobierno de México.- Actitud de los mexicanos.- Primer encuentro de las tropas enemigas en las Cumbres de Aculcingo.- Las fuerzas mexicanas se retiran sobre Puebla.- Batalla sangrienta ante los muros de esta ciudad.- Victoria alcanzada por los mexicanos.

Capítulo cuarto
Retirada de las tropas francesas sobre la ciudad de Orizaba.- Manifestaciones del Congreso y demás corporaciones mexicanas contra la intervención francesa.- Llegada del general Douay a Veracruz.- Los franceses sorprenden durante la noche al campamento del general Ortega.- Batalla del Cerro de Borrego.

Capítulo quinto
El general Forey es nombrado jefe del ejército expedicionario de México.- Su llegada a Veracruz.- Proclamas que publica en esta ciudad y en la de Orizaba.- Efecto que producen en aquellos habitantes.- Actitud de la capital de México.- Manifesto de Juárez.- Contestación de la Asamblea.- Las tropas francesas se apoderan de varias poblaciones situadas entre Veracruz y Puebla.- El general Forey se decide a marchar sobre esta última ciudad.

Capítulo sexto
Sitio de Puebla.- Medios de defensa conque contaba esta ciudad.- Combate del fuerte de San Javier.- Heróica defensa de los mexicanos en los fuertes de El Carmen y de Santa Inés.- Victoria alcanzada por los mismos.- Nuevas disposiciones del general Forey.- Derrota de Comonfort en las alturas de San Lorenzo.- Ríndese la plaza el 17 de mayo.

Apéndices al LIBRO SEGUNDO
I.- Despacho del conde Russell a sir Carlos Wyke, después de las conferencias de Orizaba.- II. Manifiesto de la Asamblea de México contra Francia el 19 de mayo de 1862.- Parte oficial del general Marquez sobre el combate de Cumbres de Aculcingo.- IV. Decretos de Almonte.- V. Comunicaciones y partes de los generales Zaragoza y Lorencez.- VI. Circulares de Juárez.- VII. Artículo publicado en el Boletín del Ejército Nacional sobre el combate del Cumbres de Aculcingo.- VIII. Manifiesto del Congreso de la Unión de México, del 28 de octubre de 1862.

LIBRO TERCERO
La regencia

Capítulo primero
Después de la toma de Puebla, decide Juárez abandonar la capital.- Entrada de los franceses en México.- Dictadura militar del general Forey.- Nombra una Junta Superior de gobierno.- Primeros actos del gobierno provisional.- Instalación de la Asamblea de Notables. Sesión del 10 de julio.- Se adopta la monarquía moderada hereditaria, declarando que se ofrece la corona al archiduque Maximiliano de Austria.- El gobierno provisional toma el nombre de Regencia.- Se nombra una comisión encargada de presentar al príncipe Maximiliano el acta de la proclamación del Imperio.- Conferencias de los comisionados mexicanos y el archiduque. El archiduque acepta la corona condicionalmente.

Capítulo segundo
Consideraciones sobre la dificultad de establecer la monarquía en México.- El Memorandum del Sr. Gutiérrez Estrada.- Proyectos y gestiones del general Santana.- Se proyecta ofrecer la corona de México a un príncipe de la familia real española.- Los gobiernos de Miramón y de Zuloaga continúan gestionando para conseguir el protectorado europeo.- Primeras indicaciones hechas a la corte de Viena.- Opinión de la prensa austriaca sobre la candidatura de Maximiliano. Noticias biográficas de Maximiliano.- Carácter y cualidades de su esposa Carlota.

Capítulo tercero
Carácter de la guerra iniciada por Juárez contra los franceses.- Instalación del gobierno republicano en San Luis Potosí: sus primeros actos.- Proclama de Juárez del 10 de junio de 1863.- Medidas que toma el ministro Berriozabal para fomentar la organización de nuevas fuerzas militares.- Actividad del gobierno republicano y de sus delegados.- Manifiesto de Doblado.- Protesta de la diputación permanente.- Nota del ministro de Estado Lafuente.- Situación y fuerzas de los elementos republicanos a principios de octubre de 1863.

Capítulo cuarto
Inercia del general Forey. Dificultades que se oponían a las operaciones militares.- Fusilamiento de Butron.- Es nombrado el general Bazaine comandante en jefe del ejército francés.- Principia la campaña contra los republicanos.- Entran los franceses en Morelia, Guanajuato, Querétaro y San Luis Potosí.- Muerte de Comonfort.- Situación militar a principios de 1864.- Principales sucesos militares ocurridos desde el 1° de enero al 20 de mayo de 1864, en que cesó en sus funciones la Regencia.- Juárez en Saltillo.- Escisión entre Vidaurri y Juárez.- Doblado y Ortega aconsejan a Juárez que renuncie a la presidencia.- Carta de Juárez negándose a tales pretensiones.- Triunfo de Juárez sobre Vidaurri.- Juárez en Monterrey.

Capítulo quinto
Actos de la Regencia en el orden político y administrativo. Obstáculos que se presentaron para llevar a cabo la desamortización eclesiástica.- Protesta del arzobispo Labastida.- Oposición del Tribunal Supremo de Justicia.- Llegada del general Santana a Veracruz.- Su manifiesto, su expulsión.- Los Ayuntamientos ratifican el voto de los notables.- Se nombra la diputación que debe presentar a Maximiliano las actas de adhesión.- El 10 de abril de 1864 acepta Maximiliano la corona imperial.- Consideraciones sobre su aceptación.- Cuestiones de familia.- Primeros actos de Maximiliano.- Arreglos con Francia.- Partida de Trieste.- Situación de México a la llegada del Emperador.- Actitud de los Estados Unidos.

Apéndices al LIBRO TERCERO
Proclama de Forey.- Proclama del triunvirato.- Protesta de la Diputación permanente.- Nota de Lafuente.- Convenio entre el gobierno francés y el Emperador Maximiliano.

LIBRO CUARTO
El Imperio

Capítulo primero
El general Almonte es nombrado lugarteniente del Imperio.- Manifiesto que con tal motivo dirige a los mexicanos.- Arriba a las costas de Veracruz el Emperador y la Emperatriz.- Alocución del Emperador a los habitantes de Veracruz.- Entrada de los Emperadores en Orizaba y en Puebla.- Entusiasta acogida que le hicieron los habitantes de estas ciudades.- Su llegada a la capital de México.- Dificultades que se presentaban a la consolidación del nuevo Imperio.- Medios propuestos para superarlas.

Capítulo segundo
Viaje de Maximiliano a las provincias de su Imperio.- Decretos que precedieron a su marcha.- Circular del ministro del Interior.- Cartas del Emperador a sus ministros.- Nuevo plan de impuestos presentado por la comisión de Hacienda.- Discurso de Maximiliano con motivo del aniversario de la independencia de México.- Regreso del Emperador a la capital de sus Estados.- Decretos del mismo sobre la conducta que debieran observar los altos funcionarios del Imperio.- Nombramiento de un Inspector General de Presidios, e instrucciones dadas a éste por el Emperador.- Difícil situación de Maximiliano para resolver las cuestiones de desamortización y supresión de las jurisdicciones privilegiadas y excepcionales.- Recepción del nuncio de Su Santidad por el Emperador.- Nuevas complicaciones.- Singular contraste que con ellas forman las palabras de Napoleón III y de sus ministros en las Cámaras francesas.

Capítulo tercero
El Papa Pio IX censura y condena la tendencia liberal del gobierno de Maximiliano.- Propósitos de este monarca.- Ligeras consideraciones sobre su conducta.- Carta dirigida a su ministro de Justicia con motivo de la desamortización de los bienes eclesiásticos.- Protesta del episcopado mexicano.- Medios a que apela para conseguir su intento.- Actitud del partido reaccionario.- Consecuencias que de aquí se siguieron para la monarquía de Maximiliano.

Capítulo cuarto
Nota dirigida por el cardenal Antonelli al representante de México en la Corte pontificia.- Enérgica resolución de Maximiliano.- Decretos sobre libertad de cultos y desamortización de los bienes eclesiásticos.- Nueva y resuelta actitud que toma el clero mexicano.- Efecto que produce en el Imperio la publicación de estos decretos.- Otras varias leyes encaminadas a mejorar la situación moral y material de México.- Victorias alcanzadas por los imperiales en varios Estados del Imperio.- Pacificación de estos Estados al principio del mes de abril.- Reformas materiales introducidas por el gobierno de Maximiliano.- Ventajas que se ofrecen a los colonos extranjeros.- Nombramiento de Mr. langlais para el ministerio de Hacienda.- Disgusto de los mexicanos.

Capítulo quinto
Pacificación de las Provincias del Sur y Centro del Imperio.- Reformas introducidas por el gobierno de Maximiliano, y victorias alcanzadas por las tropas imperiales.- Derrota del ejército del general Doblado en la sangrienta batalla de Matehuala el 17 de mayo.- Batalla de Tula.- Victorias del ejército francés-mexicano en el cerro Majoma y en las inmediaciones de Guadalajara.- Bloqueo de la plaza de Mazatlán por la flotilla francesa.- Rendición de esta plaza y de la de Jiquilpan a las armas imperiales.- Funestas consecuencias que de aquí se siguieron para los juaristas.- Victorias de los franco-mexicanos en los departamentos de Tecalitlán y de Jalisco.- Actos de crueldad de los soldados franceses en Zitácuaro, Miscalco y otras poblaciones.- Represalias de los juaristas en Michoacán.- Toma de Monterrey y Saltillo por el general Negrete.- Importancia que estas plazas ofrecían para los planes de Juárez.- Nuevos asaltos que dejan más adelante en poder de los franceses a Monterrey y Saltillo.

Capítulo sexto
Lucha sangrienta entre las fuerzas del general Negrete y las del coronel Van-der-Kuissen en la toma de Tacamburo.- Victorias de los juaristas en Huejutla.- Impotente actitud de los mexicanos en el Estado de Puebla.- Dura lección dada a los habitantes de esta comarca por el general Thum.- Victorias de los juaristas en Ixtlahuaca y Zacualtipan.- Idem de los imperialistas en Terán, Monte Morelos y Marín.- Tentativas del gobierno de Maximiliano para conseguir de los Estados Unidos el recoocimiento del nuevo Imperio de México.- Sus resultados.

Capítulo séptimo
Situación de Juárez en los confines de sus antiguos Estados.- Obstáculos que se presentaban a la consolidación de la obra de Maximiliano.- Reformas liberales que se propone introducir en el Imperio.- Oposición del nuncio de Su Santidad y del clero mexicano.- Decidida tendencia de Maximiliano a las reformas de libertad y de tolerancia.- Nuevos decretos publicados por el gobierno imperial encaminados al engrandecimiento y prosperidad material de México.- Organización del ejército.

Apéndices al LIBRO CUARTO
Pacto de familia celebrado entre los Emperadores de Austria y México el 9 de abril de 1864.- Nota dirigida por el cardenal Antonelli a D. Ignacio Aguilar, ministro plenipotenciario del Emperador de México cerca de la Santa Sede, contestando a la carta imperial del 27 de diciembre de 1864.- Contestación del Emperador Maximiliano a la protesta de los arzobispos y obispos de México contra las medidas adoptadas por el primero sobre la cuestión de los bienes eclesiásticos.- Decreto imperial sobre la secularización de los bienes del clero mexicano.- Decreto sobre la desamortización de los bienes eclesiásticos.- Estatuto del Imperio.

LIBRO QUINTO
La restauración

Capítulo primero
Situación de los republicanos en los últimos meses de 1865.- Juárez tiene que evacuar a Chihuahua.- Se establece en Paso del Norte.- Decreto del 3 de octubre de 1865.- Fusilamiento de los generales Arteaga y Salazar.- Protesta de los prisioneros belgas.- Arreglos con la familia Iturbide y adopción del príncipe Agustín.- Proyectos de colonización y resultados que produjeron.- Esfuerzos que se hacen para completar la organización del Imperio.- La cuestión de Hacienda.- Actitud de los partidos imperialistas.- Significación política de Ramírez, ministro de Negocios Extranjeros.- Descontento de los conservadores y clericales.- Carta del gobernador de Michoacán.- Política vacilante de Maximiliano.

Capítulo segundo
Ataca Escobedo la ciudad de Matamoros y es rechazado.- Juárez vuelve a establecer su gobierno en Chihuahua.- Excisión entre Juárez y Ortega.- Toma de Bagdad.- Discurso de Maximiliano.- Es atacada la legación belga en Río Frío y herido el barón Huard.- Escaramusas entre guerrillas juaristas y las tropas imperiales.- Capitulación de Matamoros.- Continúan los trabajos para la organización del Imperio.- Economías que propone Mr. Langlais.- Modificación ministerial.- El ministro Lacunza.- Otro manifiesto del general Santana.- Sus intrigas en los Estados Unidos.- El Congreso de Washington decide apoyar a Juárez.

Capítulo tercero
Política de los Estados Unidos con respecto a la cuestión mexicana.- Correspondencia entre Mr. Seward y Mr. Dronyn de Lhuys.- El gobierno de Washington se niega a reconocer al Imperio y exige del gobierno francés la retirada de sus tropas de México.- El general Logan es nombrado ministro plenipotenciario de los Estados Unidos en la República de México.- Mensaje del presidente Johnson.- Actitud de las Cámaras sobre la cuestión de México.- El presidente presenta a las Cámaras la correspondencia sobre fusilamientos de republicanos en México.- Discurso del general Grant.- Continúa la correspondencia diplomática entre Seward y Drouyn de Lhuys.- Triunfo del primero.- Queda resuelta la retirada de las tropas francesas.- Discurso de Napoleón III en la apertura de las Cámaras francesas.- Se anuncia oficialmente en el Moniteur el regreso del ejército expedicionario de México.- Reclamaciones del gobierno de Washington sobre la formación de una legión austriaca al servicio de Maximiliano.- El gobierno austriaco manda suspender la partida de los voluntarios.- Estado de los asuntos de México a fin de junio de 1866.

Capítulo cuarto
Conspiración del 15 de julio.- Deportaciones a Yucatán.- Cartas encontradas entre los papeles de los conspiradores.- Se comprueba que el alma de la conspiración era el general Santana.- Poderes que dió este general al coronel Mazuera.- Cambio en la política imperial.- Nuevo ministerio.- Viaje de la Emperatriz Carlota a Europa.- Sus negociaciones inútiles cerca de Napoleón III.- Misión del general Castelnau en México.- Progresos de los republicanos.- Se apoderan de Monterrey y de Saltillo.- Capitulación de Tampico.- Expediciones que se organizan en los Estados Unidos.- Juárez en Monterrey.- Bloqueo de Matamoros.- Proclama del presidente de los Estados Unidos declarando nulo el bloqueo.- El general Santana ofrece sus servicios al gobierno republicano.- Juárez rechaza sus ofertas.- Medidas del gobierno imperial.- Declara en estado de sitio a varios departamentos.- Convenio del 30 de julio entre Francia y México.

Apéndices al LIBRO V
I. Convenio secreto entre el Emperador de México y la familia Iturbide.- II. Despacho de M. Montholon sobre los sucesos de Bagdad.- III. Correspondencia diplomática de los Estados Unidos.- IV. Correspondencia diplomática de 1865 y 1866.- V. Correspondencia entre Santana y el gobierno de Juárez.

LIBRO SEXTO
La caída del Imperio

Capítulo primero
Cambio en la política inperial.- Consideraciones sobre el carácter vacilante de Maximiliano.- Carta- manifiesto de D. Teodosio Lares, conteniendo el programa del nuevo gobierno.- Se completa el ministerio.- Sus primeros actos.- Discurso de Maximiliano en el aniversario de la independencia nacional.- Sucesos militares de septiembre.- Enagenación mental de la emperatriz Carlota.- Carta del general Sheridan.- Misión de Campbell y Sherman en México.- Tendencias que se disputaban en los Estados Unidos la dirección de los asuntos mexicanos.- Decide el gobierno francés que se haga de una vez la retirada del cuerpo expedicionario.- Reclamaciones del gobierno de Washington.- Situación e México a principios de noviembre de 1866.

Capítulo segundo
Llegada del general Castelnau.- Salida de Maximiliano para Orizaba.- Rumores sobre abdicación del Emperador.- Gestiones practicadas para hacerle desistir de su propósito.- Actitud del mariscal Bazaine.- Manifestaciones de los periódicos franceses de México.- Reunión y acuerdos de Orizaba.- Proclama del Emperador del 1° de diciembre, anunciando su propósito de continuar al frente de los negocios.- Condiciones impuestas por el Emperador.- Actos del gobierno imperial.- Dilata Maximiliano su regreso a México.- Embarque de los franceses para Europa.- Reúnese en la capital una Asamblea de Notables.- Decídese la continuación del Imperio.- Circunstancias desfavorables en que se encontraba el Imperio a principios de 1867.- Victoria de Miramón en Zacatecas y toma de esta plaza.- Escobedo derrota al coronel Miramón, y hace fusilar a ciento treinta y nueve prisioneros franceses.- Sale Maximiliano de la capital para ponerse al frente del ejército.

Capítulo tercero
Movimientos militares en febrero de 1867.- Sitio de Querétaro.- El general Marquez es nombrado lugarteniente general del Imperio.- Marcha a México a traer refuerzos.- Combate del 27 de marzo.- Situación desesperada de los sitiados.- Ríndese Querétaro el 15 de mayo.- El coronel López es acusado de haber entregado la plaza.- Publica un manifiesto para justificarse.- Comportamiento de Maximiliano durante el sitio.- Marquez en México.- Los republicanos toman a Puebla por asalto.- Sale Marquez de la capital en auxilio de Puebla, y es derrotado en San Lorenzo.- El general Porfirio Díaz empieza el sitio de la ciudad de México.- Gestiones que se hicieron para salvar a Maximiliano.- Sucesos de la capital.- Maximiliano llama a los abogados Riva Palacio y Martinez de la Torre para que se encarguen de su defensa.- Llegan a Querétaro.- Piden prórroga para preparar la defensa del Emperador.- Marchan a San Luis Potosí, residencia de Juárez.

Capítulo cuarto
Los abogados Riva Palacio y Martinez de la Torre se trasladan a San Luis Potosí.- Son inútiles sus esfuerzos para que Maximiliano no sea juzgado con arreglo a la Ley del 25 de enero de 1862.- Presentan al gobierno una solicitud de indulto.- Gestiones practicadas por el baron de Magnus.- Se reune el Consejo de Guerra en Querétaro.- Defensa del general Mejía.- Defensa del general Miramón.- Defensa de Maximiliano.- Acusación fiscal.- Informe del abogado Eulalio Ortega.- El Consejo condena a los acusados a la pena capital.

Capítulo quinto
Entrevista del baron de Magnus con Lerdo de Tejada.- El presidente Juárez resuelve que no es posible conceder el indulto.- Se suspende la ejecución por dos días.- Despachos telegráficos que se cruzaron entre el baron de Magnus y Lerdo de Tejada.- Esfuerzos que se hicieron para alcanzar el indulto.- Cartas de maximiliano a Juárez y a la Emperatriz.- Ultimos momentos de los sentenciados.- Son fusilados en Querétaro el 19 de junio.- Tentativa de Santana.- Es preso al desembarcar en Sisai.- Memorandum de Seward.- Son puestos en libertad los jefes imperialistas presos en Querétaro.- Conducta del general Marquez.- Rendición de la ciudad de México.- Muerte de los generales O¨Haran y Vidaurri.- Rendición de Veracruz.- Entrada triunfal de Juárez en la ciudad de México.- Formación del nuevo ministerio.- Actos de Juárez hasta que fue reelegido presidente.

Apéndices al LIBRO SEXTO
I. Circular del ministro de Negocios Extranjeros del Emperador Maximiliano.- II. Decreto nombrando una Regencia, expedido en Querétaro el 11 de marzo de 1867.- III. Despachos diplomáticos de Campbell y Lerdo de Tejada.- IV. Despachos telegráficos, sobre prórroga del término de defensa.- V. Solicitud y decreto sobre cambios de jurisdicción. VI. Carta del baron de Magnus; contestación de Lerdo de Tejada.- VII. Exposición de indulto: decreto del gobierno republicano

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