Índice de La F.O.R.A:, ideologia y trayectoria de Diego Abad de SantillánCapítulo XIXCapítulo XVIIBiblioteca Virtual Antorcha

Capítulo 18

Las campañas pro Sacco y Vanzetti y pro Simón Radowitsky. Décimo congreso de la F.O.R.A. (Agosto de 1928). Oscilación de la fuerza organizada. El golpe de Estado del General Uriburu (6 de septiembre de 1930). Prensa gremial.

Han adquirido una vasta irradiación y una generalización singulares las campañas de solidaridad pro liberación de Sacco y Vanzetti, los mártires electrocutados en Boston, el 23 de agosto de 1927 (1), y la llevada a cabo con tesón en favor de Simón Radowitzky, el ajusticiador del Coronel Falcón.

La primera campaña se inició en 1921 y se prosiguió hasta la muerte de los dos inocentes sin interrupción. La segunda en realidad comenzó al día siguiente del atentado del 14 de noviembre de 1909, pero no constituyó el punto central de las preocupaciones de todo el movimiento obrero revolucionario hasta 1927-30. Radowitzky fue amnistiado en abril de 1930 con la condición de abandonar inmediatamente el país.

Esas campañas se hicieron en base a propaganda escrita desde la prensa obrera y anarquista, con volantes, manifiestos, murales, con mitínes, demostraciones, huelgas generales.

Si la F.O.R.A. y las agrupaciones anarquistas llevasen una estadística de los gastos de la propaganda y de la lucha, las campañas pro Sacco y Vanzetti y Radowitzky nos revelarían grandes sorpresas y testimoniarían ante los más incrédulos la potencialidad y el arraigo del movimiento libertario en la Argentina, no sólo por la intensidad y regularidad con que se han sostenido, sino por el costo enorme que supone todo lo hecho en años y años de esfuerzo, en favor de esas víctimas de la justicia de clase. Contando los gastos de periódicos, manifiestos, murales, delegaciones, pérdida de jornales por las huelgas solidarias, sería fácil sumar millones de pesos como balance material de esas campañas. Sin contar el balance moral de los centenares de presos y de los procesados resultantes de esas luchas, amén de los heridos y hasta de los muertos en las manifestaciones de protesta.

No podemos hablar con cifras exactas, pero sin duda alguna, aun los que sólo se guíen por lo visto en la superficie, comprenderán lo que esas agitaciones significan como sacrificio financiero.

En los últimos momentos de la tragedia de Sacco y Vanzetti, como en las postrimerías de la campaña pro Radowitzky, se sumaron otras fuerzas a las de la F.O.R.A., pero ésta puede reivindicar para sí el haber iniciado, sostenido y dado cuerpo a los movimientos populares que nacieron en torno de esos nombres simbólicos.

Otras de las campañas iniciadas por la F.O.R.A. y que cada vez más se considera por todos los organismos obreros como único alivio, aun cuando efímero dentro del capitalismo, a la crisis de trabajo, es la de la jornada máxima de seis horas, aprobada en el segundo congreso de Amsterdam, marzo de 1925, de la Asociación Internacional de los Trabajadores, justamente a pedido de la delegación de la F.O.R.A. Desde 1925 comenzó la divulgación de esa iniciativa, habiendo trascendido ya a todos los ambientes proletarios. En la asamblea de delegados de la Federación Obrera Local Bonaerense, celebrada el 31 de julio de 1926, se aprobó esta resolución:

Considerando que las crisis periódicas de desocupación forzosa a que se ve obligada constantemente la clase obrera son consecuencia del progreso técnico e industrial, pues toda innovación mecánica arroja cientos de proletarios a la calle, sumiéndolos en la miseria más negra;

Considerando que el sistema de producción implantado por los capitalistas es antihumano, porque desarrolla en el individuo hábitos egoístas;

Considerando que, con el adelanto de la maquinaria, la jornada de ocho horas actualmente significa la desocupación y la miseria proletaria, resuelve:

Que secundados por la Federación Obrera Local, los organismos adheridos inicien una campaña de agitación pro conquista de la jornada de seis horas.

Que inteligentemente, cada institución, de acuerdo a su característica y condiciones de trabajo, encare la agitación para que simultáneamente se geste en el proletariado el espíritu de emancipación y el valor moral que representa para las huestes del trabajo esa conquista.

La misma decisión tomaron asambleas regionales de delegados y de sindicatos de todo el país, quedando consignada en infinidad de actos públicos y de manifiestos gremiales.

Desde mayo a principios de diciembre de 1926 envió la F.O.R.A. más de cuarenta delegados al interior del país, realizándose además dos giras de propaganda: una por Córdoba y otra por La Pampa. En el mismo período contaba la Federación Obrera Local Bonaerense con 21 sindicatos adheridos, la Fedetación Local de Avellaneda con siete sindicatos (2).

El décimo congreso de la F.O.R.A. se realizó en Buenos Aires del 11 al 16 de agosto de 1928. Concurren delegados de un centenar de sindicatos y se toman en él los siguientes acuerdos:

Pro presos.

El décimo congreso de la F.O.R.A. al iniciar sus sesiones, envía a los presos y perseguidos por cuestiones sociales de todo el mundo, sus saludos cordiales y la expresión de su más completa solidaridad. Piensa en la situación angustiosa de las organizaciones hermanas de Italia, Portugal, Bulgaria, Rusia, etc., y exhorta a los trabajadores de la Argentina y del mundo a mantener en alto la bandera de los principios de la revolución y a fortificarse en los organismos sindicales de lucha, para domeñar al monstruo de la reacción intemacional.

Campaña pro liberación de Radowitzky.

1. Que los fondos que sean aportados al Comite pro presos y deportados pro libertad del mártir cautivo, sean empleados para ese exclusivo objeto, excluyendo del aporte las tramitaciones legales.

2. Que se editen folletos y demás propaganda escrita para su reparto gratuito (3).

3. Interesar al secretario de la A. I. T. para que organice un mitin internacional y a ser posible la huelga, antes de nueve meses a contar desde la fecha, y en el día en que el Consejo Federal considere oportuno declarar la huelga general en el país por el tiempo que sea necesario, y huelgas subsiguientes.

4. Que el Consejo Federal remita delegados en gira por las provincias más desorganizadas para que la huelga tenga éxito.

5. Que con tiempo prudencial y antes de la fecha señalada para la declaración de la huelga, se pase referéndum a los organismos adheridos.

Organización campesina.

El décimo congreso de la F.O.R.A. resuelve reafirmar los acuerdos existentes, con el agregado de que la organización campesina abrigue también en su seno a aquellos arrendatarios de pequeñas parcelas de tierra, siempre que no exploten asalariados.

Sobre el boicot.

Se suprime el boicot como arma de lucha por 45 votos en favor, 38 en contra, 10 ausentes y 6 abstenidos.

Organización ferroviaria.

Sobre la base del considerando hecho en el noveno congreso a propósito de la organización ferroviaria, el décimo congreso acuerda:

1° Que los ferroviarios se organicen en la F.O.R.A. dentro de su sistema federalista, o sea integrando las locales, comarcales y provinciales, entendiéndose con esos organismos para todo lo relacionado con cotizaciones, orientación, etcétera.

2° Se creará un Comité regional ferroviario, que no tendrá otra misión ni autoridad que la de relacionar simplemente a las secciones en lo que se refiere a las cuestiones propias del gremio. Tendrá a su cargo también la redacción del periódico.

Cotización internacional.

Referente a la cotización internacional, el décimo congreso de la F.O.R.A. resuelve:

1° Destinar a ese fin cinco centavos por asociado, que los gremios deberán aumentar en su cotización Federal.

2° Esa cotización se descompondrá así: a) Dos centavos para la A.I.T.; b) Dos centavos para la Continental; c) Un centavo para el Comité de socorro internacional, al que deberá cotizarse por intermedio de la A.I.T..

Sobre la reacción internacional.

El décimo congreso de la F.O.R.A., considerando el carácter y las formas de la reacción internacional y comprobando la traición de los partidos políticos obreros y de los organismos reformistas del proletariado a la causa de la emancipación del trabajo; consciente de la gravedad del momento y de los peligros ingentes que representa el dominio de la reacción y deseoso de agrupar en su seno todas las buenas voluntades y todos los espíritus sanos y sinceros, resuelve:

Recomendar insistentemente la propaganda de las ideas fundamentales de la anarquía integral;

Combatir sin tregua el veneno del nacionalismo que lleva a la reacción antiobrera, al militarismo, a la dictadura y a la guerra;

Buscar los medios de contrarrestar o de eludir los efectos sofocantes de la dictadura económica, más terrible por sus consecuencias que la dictadura política;

Continuar e intensificar la lucha contra la invasión de la iglesia en la escuela, en el hogar y en la vida social;

Alentar el espíritu de veracidad en la ciencia y de rebeldía en el arte;

Ejercer la más amplia solidaridad internacional con las víctimas de la reacción;

Denunciar la hipocresía de la democracia en vigencia y de la democracia derrotada por la dictadura, indicando su complicidad en la situación presente del mundo.

Lós comités pro presos y las organizaciones de la F.O.R.A. prestarán toda la ayuda posible a los trabajadores que en un gesto de rebeldía deserten de las filas del militarismo o se nieguen a hacer el servicio militar.

lnmigración y desocupación.

Considerando que si bien el problema de la inmigración está relacionado con la desocupación, que se agrava cada vez más por las condiciones económicas del país, entiende el décimo congreso de la F.O.R.A. que no es posible que las organitaciones obreras se inclinen a una política restrictiva que ponen en práctica algunos gobiernos cán propósitos proteccionistas. En cambio el congreso, frente a las corrientes inmigratorias, entiende que debe ser una preocupación primordial de los militantes de la F.O.R.A., atraer a la organización sindical a los inmigrantes de las diversas nacionalidades, empleando para ello instrumentos adecuados de propaganda. Respecto a los medios de hacer frente al problema de la desocupación, considera el décimo congreso que uno de los más viables sería el establecimiento de la jornada de seis horas, por lo que se recomienda la intensificación de la propaganda tendiente a la conquista de ese objetivo inmediato.

Considerando la gran necesidad que hay en el movimiento de dedicarle más atención a este problema, proponemos:

Que el Consejo, ayudado por camaradas, sociedades y agrupaciones nuestras de la Capital, mantenga una intensa propaganda alrededor de la Casa de lnmigrantes a fin de que conozcan:

1° Dónde están las sociedades obreras de la Capital y del Interior;

2° Las condiciones de trabajo, lucha y propaganda;

3° El significado y alcance de los arriendos de tierras, particulares y del Estado. Y en fin, todas las cosas útiles con respecto al trabajo campesino, para orientación del inmigrante;

4° Conocer la interesada propaganda de los consulados y delegados comerciales y divulgar la verdad al respecto, para que antes de cruzar el mar sépan lo que van a encontrar. Además, cómo son las empresas de inmigración y colocación. Crear a la par una estadistica al respecto.

Que la F.O.R.A. haga advertencia a la clase trabajadora por medio de la A. I. T. del fenómeno de la desocupación en la Argentina, contrarrestando así la propaganda de los gobiernos capitalistas.

A fines de 1929 hacíamos el siguiente balance:

Hemos comenzado el año con la huelga de panaderos de Buenos Aires, en donde tomaron parte alrededor de siete mil hombres; con la de albañiles de Bahía Blanca, en donde participaron alrededor de dos mil trabajadores; siguieron los ladrilleros de Lomas de Zamora y poco después los conflictos famosos de la General Motors y luego el de la casa Thyssen. En el mes de febrero tuvimos la huelga de albañiles de Resistencia, la de los pintores de Tucumán, un paro portuario por 24 horas contra la Liga Patriótica Argentina y la Asociación Nacional del Trabajo, conflictos continuos en Avellaneda.

El 14 de mayo se inició la huelga memorable de los albañiles de Buenos Aires, que duró más de un mes en plena solidaridad y que costó la vida a C. Caputto, el 12 de junio, cuyo entierro fue un grandioso acontecimiento.

En julio se produjo el conflicto con la casa Minetti de Rosario, que afectó no sólo a los obreros estibadores de aquel puerto, sino a todo el proletariado rosarino. Fue un combate reñidísimo en el cual se jugaron todas las cartas y se salió triunfante en las reivindicaciones inmediatas, aunque abatidos por la larga e intensa lucha. Terminó con una huelga general local de más de una semana, en el preciso momento en que iba a dar comienzo una huelga solidaria en todo el país.

En los meses de septiembre, octubre y noviembre, vemos en la brega a los albañiles de Mar del Plata, luego a los estibadores del mismo lugar y a los ladrilleros. Todos han obtenido hermosos triunfos. Pero el éxito más resonante del año fue el de la General Motors, después de diez meses de lucha.

Nos referimos aquí a movimientos controlados por compañeros nuestros, bajo la entera responsabilidad de nuestras organizaciones sindicales. Eso no quiere decir que las actividades de los anarquistas hayan quedado circunscriptas a esos conflictos y a tantos otros que no recordamos de memoria. Por ejemplo, a pesar de no estar la orientación del conflicto en manos de los compañeros, una de las causas quizás de que haya fracasado fueron nuestros amigos los más vivos combatientes en San Francisco, de Córdoba; en la sangrienta lucha del mes de noviembre que costó tantas víctimas. Igualmente podemos decir de lng. White, en la huelga contra la firma Christian Nielsen, tan pródiga en acontecimientos y que ha hecho surgir en Mariano Mur un vengador proletario.

En todo el año son incontables los actos de propaganda en favor de Radowitzky, los murales, los manifiestos, etc. El 20 de mayo hubo una huelga general declarada por la F.O.R.A. en pro de su liberación; el 25 de agosto hubo un mitin regional con el mismo fin ...

Falta todavía mencionar el asesinato del obrero Angel Améndola por las asociaciones patronales portuarias y el paro de 48 horas en el puerto de Buenos Aires, en señal de protesta. Sólo por el conflicto de la General Motors cayeron alrededor de 400 presos, etcétera.

El Comité Pro Presos y Deportados de la F.O.R.A. tuvo desde enero de 1929 al 28 de febrero de 1930, la cantidad de $ 12.764.90 de entradas y $ 13.557.95 de salidas. Atendió a 32 obreros de distintos gremios procesados y a 900 huelguistas detenidos, los cuales suman 2.000 dias de detención.

Pero no queremos hacer mención de las luchas de cada gremío o de cada Federación local, sino establecer a grandes rasgos los jalones del desarrollo de la F.O.R.A. Cada uno de sus gremios es una fuente de luchas, de actividades, de esfuerzos que habría que historiar aparte. Y eso no es posible hacerlo aquí.

La fuerza numérica de la F.O.R.A. es muy variada a través de los tiempos; después de 1915 quedó reducida a poco más que al nombre y a la gran voluntad de un puñado de compañeros; en 1919 y 1920 la vemos predominar como fuerza sindical organizada; sigue otra nueva decadencia paulatina, y volvemos a verla hacia 1925-26 sumamente restringida en sus efectivos numéricos. En 1929 y 1930 la volvemos a encontrar enormemente fortificada, no bajando de cien mil la cifra de los afiliados. Tenía en 1910 el control casi exclusivo de la vida sindical del país y luego la vemos varios años casi en la clandestinidad, reducida al mínimo de organización, a causa de las persecuciones, deportaciones y obstáculos policiales y legales (4).

Raramente encontraremos un organismo obrero que haya sido más perseguido por el capitalismo y el Estado que la F.O.R.A. ni que haya ofrecido tanta resistencia a la destrucción decretada tantas veces por la reacción triunfante. Si la F.O.R.A. hubiese sido solamente una organización, habría sucumbido cien veces, porque cien veces ha sido deshecha; pero es algo más, es un movimiento social y de ideas que podría existir inclusive sin organizaciones que la representaran, como ha ocurrido más de una vez.

Su crecimiento en 1929 y 1930 fue una de las causas del golpe de Estado del General Uriburu, que inauguró el 6 de septiembre de 1930 la era de los gobiernos fascistas en la Argentina. Por un error de interpretación no se hizo al golpe de Estado bien previsto la resistencia necesaria, pero durante la dictadura de ese General fue la F.O.R.A. la única organización que, fuera de la ley, sin locales donde reunirse, sin prensa que relacionara sus gremios, sin otros recursos que los exiguos de una peligrosa clandestinidad, ha mantenido en los trabajadores alertas el fuego sagrado de la rebelión y de la lucha.

Actualmente, con el llamado gobierno constitucional, la F.O.R.A. sigue fuera de la ley, como en tiempos de los 18 inoÍvídables meses de terror militar uriburista. Quizás esa reacción logre desbaratar sus cuadros orgánicos, reducir los efectivos de sus sindicatos; pero en cuanto a herir de un modo sensible el porvenir de la Federación, eso no lo tememos.

Es tarea un tanto difícil la mención de la prensa gremial de la F.O.R.A. desde la reanimación de las actividades después de la reacción del Centenario de 1910. Casi todos los gremios han publicado su órgano propio en la Capital y sobre todo las Federaciones locales y provinciales en el interior, pero no lo han hecho con regularidad.

Sin embargo es una fase importante del desarrollo de la F.O.R.A. en la que ofrece su rica prensa gremial. Citamos algunos títulos de memoria, sin agotarlos, naturalmente: El Látigo del Carrero, de los Conductores de carros de Buenos Aires; fue uno de los primeros que aparecieron después del gran zarpazo de mayo de 1910; hace años que no ve la luz. El Carpintero y Aserrador, de la Sociedad de Carpinteros y Aserradores; El Obrero Panadero, diversas épocas a partir de 1911; la última es de 1916; los ferroviarios tuvieron varios periódicós: Vía Libre, Emancipación Ferroviaria, desde 1918 en adelante; La Voz del Chauffeur, órgano de la Unión Chauffeurs de Buenos Aires; El. Obrero Ladrillero, desde 1919; La Voz del Obrero en Calzado, el número 16 es de diciembre de 1922; El Obrero del Puerto; Tierra Libre, de Tucumán, órgano de la Federación Obrera Tucumana (1° de octubre de 1921). La Acción Obrera, después Verbo Nuevo, órgano de la Federación Obrera Provincial Sanjuanina, el número 2 es de diciembre de 1919; Surco Proletario, órgano de la provincial mendocina, 19 de julio de 1922; Tribuna Libertaría, órgano de la Federacíón Obrera Local Rosarina, 1922-23 ...

Sin contar que la prensa anarquista casi unánimemente ha sido sostenedora, defensora y orientadora de la F.O.R.A., comenzando por el diario La Protesta, órgano oficioso.

Unas palabras más. Los socialistas no desistieron nunca de tener una organización gremial que respondiera a las directivas del partido; con ese propósito han fundado en 1926 la Confederación Obrera Argentina, sobre la base de los ferroviarios. Como esa nueva entidad iba a encarnar el polo reformista y legalitario del movimiento obrero argentino, la Unión Sindical Argentina no tenía verdadera razón de ser más que volviendo a la acción directa o entregándose por completo a las reformas dentro del orden actual. Cuando el 6 de septiembre de 1930 el General Uriburu amenazó aplastar todas las organizaciones obreras que no se sometiesen a sus bandos criminales, la Unión Sindical Argentina, velando por la autoconservación de sus dirigentes, ingresó globalmente en la Confederación Obrera Argentina, constituyendo la Confederación General de Trabajadores. Tal ha sido el desenlace del último pleito fusionista iniciado en 1920 (5).

La Confederación General de Trabajadores hace honor a su pasado histórico, la Unión General de Trabajadores (1903-1909), a la Confederación Obrera Regional Argentina (1909-1914), a la F.O.R.A. del noveno congreso y a la Unión Sindical Argentina.



Notas

(1) D.A. de Santillán: La tragedia de Sacco y Vanzetti (1920-1927). Suplemento de La Protesta, agosto de 1928, 32 páginas.

(2) Véase. Algunos informes sobre las actividades de 1926 en el Almanaque de La Protesta para el año 1927.

(3) Se publicó un folleto de 64 páginas, Ushuaia, por M. Belascoain Sayos y Simón Radowitsky, vengador y mártir por Diego Abad de Santillán, 1929.

(4) Tenemos a mano un informe de la Federación Obrera local de Mar del Plata, fechado el 1° de mayo de 1930, según el cual sus efectivos eran: Cocheros Unidos, 300 socios; Estibadores Unidos, 200; Oficios Varios del Puerto, 30; Unión Trabajadores Agrícolas, 50; Albañiles y Peones, 1000; Picapedreros y Anexos, 200; Ladrilleros y Anexos, 100; Mosaistas y Anexos, 100; Obreros del Afirmado, 250; Obreros Lavanderos y Lavanderas, 100; Ayudantes y Peones de Cocina, 40; Camioneros Unidos, 200. Esos gremios, aparte de sus propias luchas, sostenían dos bibliotecas públicas, una en el puerto y otra en la ciudad.

Desde mayo de 1929 a mayo de 1930, entre la Federación Obrera Comarcal de Moron y la Biblioteca Francisco Ferrer de la misma localidad, realizaron más de 30 mitines y conferencias, repartieron más de ochenta mil manifiestos, quince mil folletos y dos mil diarios La Protesta. Seria sumamente interesante poder resumir así, año por año, la obra realizada en cada localidad.

(5) Hemos recordado algunos años después, en 1957, en la Revista de Historia, en el número dedicado a los sucesos de 1930, algunos pormenores del comportamIento del movimiento sindical organizado ante el golpe de Estado del General Uriburu. El desborde represivo que siguió al fácil triunfo del 6 de septiembre no tuvo limites; uno de sus aspectos fue la deportación de varios centenares de militantes obreros de origen español e italiano y otros, ejecuciones incomprensibles como la de Joaquín Penina en Rosario, un tolstoiano catalán en pensamiento y acción, y las torturas a los detenidos, como en Avellaneda, en la Penitenciaría Nacional y en otros lugares.

A cuarenta años de distancia (recordemos que la edición de Editorial proyección, que nos ha servido de base para la presente captura y diagramación, corresponde al año de 1971; pero no debemos olvidar que la primera edición de esta obra, editada por Editorial Nervio, data del año de 1933, por tal razón ahora, en el año 2003, lo correcto sería señalar: a setenta años de su publicación ... Comentario de los capturantes y deseñadores de la presente edición cibernética, Chantal López y Omar Cortés), este libro debió haber sido redactado de nuevo, pues aparte de que en el momento en que fue escrito no se habrían podido decir muchas cosas que hoy se pueden aclarar, probablemente nuestra valoración de hechos y actitudes podría diferir un tanto.

En nuestra memoria de septiembre de 1930 queda vivo el recuerdo de los esfuerzos hechos por Juan Antonio Morán, secretario de la Federación Obrera Maritima, para lograr que el movimiento obrero, que entonces era una fuerza, aunque desunida, se pusiera en acción para ahorrar al país un porvenir que no hacia falta mucha perspicacia para adivinar. Pudimos valorar lo que ese bravo correntino, sucesor de Francisco J. García, significaba como militante abnegado y valiente del mundo del trabajo; merecería ser recordado y presentado a las nuevas generaciones como un ejemplo.

Al historial de Morán en las luchas gremiales, agreguemos algo que no fue conocido en su tiempo. En Avellaneda se había distinguido el Mayor Rosasco por sus procedimientos contra los detenidos; creyó que el país podía salvarse aplicando la picana eléctrica a los obreros que caían en su poder o azuzando a los perros policía contra ellos. Varios portuarios y marítimos habían sido torturados de ese modo y Morán no pudo quedar con los brazos cruzados. Un día reunió cuatro amigos y fue en busca del mayor Rosasco en el feudo de Avellaneda y puso fin a sus métodos de indagación y de ensañamiento. De los cuatro participantes en ese hecho, que fue muy comentado en su tiempo, uno murió en el tiroteo que tuvo lugar ante un restaurante de la ciudad y fue hecho desaparecer para que no quedasen huellas de los actores de la represalia; Morán fue asesinado vilmente; un tercero murió en España en 1938. (Nota de enero de 1971).


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