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Capítulo 9

Algunos datos sobre la situación del movimiento obrero. Séptimo congreso de la F.O.R.A. (La Plata, diciembre de 1907). Huelga general contra la Ley de Residencia (enero de 1908).

Nos llevaría muy lejos la enunciación precisa de las fuerzas numéricas de la F.O.R.A. y su progreso. Ante todo es tarea bastante complicada porque, como hemos dicho ya, fueron condenadas en la práctica las estadísticas y los informes regulares internos. Así como hay profusión de documentos, declaraciones, manifiestos, resoluciones, que fijan la posición de la Federación en el terreno de las ideas, escasean los datos, que diríamos oficiales, sobre su desarrollo orgánico.

Según las estadísticas gubernativas de las huelgas, en 1906 hubo 323 conflictos; en 1907 alcanzaron a 254; los salarios perdidos en 1906 por las huelgas ascendían a 7 millones de pesos; en 1907 a dos y medio. Pero este decrecimiento no significa otra cosa sino que una mayor fuerza de la organización disminuía la duración de los conflictos.

La crisis económica en 1908 hizo que la intensidad del movimiento obrero decreciese un tanto. Sin embargo, a fines de ese año la situación de la F.O.R.A. en cuanto a fuerza organizada, era la siguiente:

Federación Obrera Local Bonaerense: 25 sociedades adheridas.

Federación Obrera local de Rosario: 15 sociedades adheridas.

Federación Obrera Local de Santa Fe: 4 sociedades adheridas.

Federación Obrera Local de La Plata: 12 sociedades adheridas.

Federación Obrera Local de Tucumán: 6 sociedades adheridas.

Federación Obrera Local Entrerriana: 4 sociedades adheridas.

Federación Obrera Local Mendocina: 5 sociedades adheridas.

Además un sindicato en San Fernando, 2 en Chacabuco, 1 en Puerto Borghi, otro en Necochea, otro en Dolores, otro en San Pedro, otro en Campana, otro en Zárate, otro en Chivilcoy, otro en Bolívar, otro en Salto Argentino, dos en Lomas de Zamora.

Total: 85 sociedades (contra 104 en el sexto congreso).

La Unión General de Trabajadores, frente a la F.O.R.A. había quedado reducida a una fuerza ínfima de unos 2.500 asociados. Un sindicato nacional autónomo, el Sindicato de Mozos, con secciones en Buenos Aires, Rosario, Mendoza, Córdoba, Santa Fe, La Plata, Bahía Blanca, Tucumán, Paraná, Salta, Santiago del Estero, San Juan, Jujuy, Villa Mercedes (San Luis). Pergamino y San Nicolás de los Arroyos, contaba en sus filas otros tantos agremiados (1).

De balances de la Federación Obrera Local Bonaerense tomamos estas cifras: octubre de 1906: 3.167 cotizaciones; noviembre, 4.654; diciembre, 11.685; enero de 1907, 2.291; febrero, 7.974; marzo, 3.734; abril, 8634; mayo, 1.073; junio, 3.007. Un total de 5.000 cotizaciones aproximadamente por mes.

Hay que advertir que la cifra de las cotizaciones, tan voluntarias en la práctica de la F.O..R.A., no son nunca un índice ni siquiera aproximado de las fuerzas organizadas existentes.

También hay que tener en cuenta que la fuerza de la F.O.R.A. no se puede contar a través de sus solos asociados, pues su influencia sobre el conjunto del proletariado y sobre las otras organizaciones inclusive, ha sido por lo general muy grande.

Aparte de La Organización Obrera, el órgano oficial de la F.O.R.A., existía una infinidad de periódicos de propaganda sostenidos por los gremios adheridos, como La Aurora del Marino, órgano de la Liga Naval, El Látigo del Carrero, de Conductores de Carros de Buenos Aires, El Obrero Carpintero, y muchos otros. Además el apoyo incondicional del diario La Protesta y de la multitud de órganos de propaganda libertaria, todo un diluvio de publicaciones que, junto a la propaganda oral, mantenían un embate continuado contra el capitalismo y el Estado.

En el año 1907 se produjo la gran huelga de inquilinos de Buenos Aires, uno de los movimientos populares más bien acogidos y de más duración. Al principio apoyaban la idea de la rebaja de los alquileres, iniciada por los anarquistas, algunas otras tendencias sociales y políticas; hacían propaganda en ese sentido sindicalistas y socialistas y hasta grupos políticos aspirantes á captar votos. Pero cuando la cuestión salió del terreno de la propaganda y entró en el de los hechos, extendiéndose la huelga de un conventillo a otro y de uno a otro barrio, quedaron sólo los anarquistas en apoyo de las reivindicaciones de inquilinatos, afrontando ante la policía toda la responsabilidad del movimiento.

Naturalmente, fueron también los primeros y únicos en caer. A raíz de esa agitación, que puso de cualquier modo un límite a los abusos de los caseros, fueron deportados a sus países de origen los siguientes militantes anarquistas: Roberto D' Angió, Mariano Forcat, Ramón Antoñeda, José Pañeda, Cuido Monachessi, José Pérez, Alfonso García de la Mata, Manuel Lourido y otros.

Varios de ellos volvieron al país, quedando en él hasta la próxima razzia policial; otros se retiraron del movimiento activo, otros siguieron actuando en sus países respectivos.

E. G. Gilimón explica y describe así la huelga de inquilinos (2):

Buenos Aires es una ciudad que crece desmesuradamente. El aumento de la población es extraordinario por preferir la mayor parte de los inmigrantes quedarse en ella a ir a vivir al interior del país, cuya fama es desastrosa.

Las pésimas policías de campaña; la verdadera inseguridad que existe en el campo argentino, del que son señores absolutos los caciques electorales, influyen en el ánimo de los europeos, aun sabiendo que hay posibilidad de alcanzar una posición económica desahogada con mucha mayor facilidad que en la Capital, a quedarse en ésta, en la que de todas maneras hay más seguridad, mayor tranquilidad para el espíritu.

La edificación no progresa lo suficiente para cubrir las necesidades de la avalancha inmigratoria y esto hace que los alquileres sean cada día más elevados y que para alquilar la más mísera vivienda, sea necesaria una infinidad de requisitos.

Si a un matrimonio solo le es difícil hallar habitación, al que tiene hijos le es poco menos que imposible, y más imposible cuantos más hijos tiene.

De ahí que las más inmundas covachas encuentren con facilidad inquilinos, ya que Buenos Aires no es una población en la que sea dado andar eligiendo ...

Desde muchos años atrás, esta formidable y casi insoluble cuestión de las viviendas había sido tema de batalla para los oradores de mitin.

Socialistas, anarquistas y hasta algunos políticos sin contingente electoral, habían en todo tiempo clamado contra el alza constante de los alquileres, excitando al pueblo, ora a la acción directa, ora a la electoral, según que el orador era un anarquista o tenía tendencias políticas ...

Un buen día se supo que los vecinos de un conventillo habían resuelto no pagar el alquiler de sus viviendas, en tanto que el propietario no les hiciese una rebaja. La resolución de esos inquilinos fue tomada a risa y a chacota por media población.

Pronto cesaron las bromas. De conventillo a conventillo se extendió rápidamente la idea de no pagar, y en pocos días la población proletaria en masa se adhirió a la huelga.

Las grandes casas de inquilinato se convirtieron en clubes. Los oradores populares surgían por todas partes arengando a los inquilinos e incitándoles a no pagar los alquileres y resistirse a los desalojos tenazmente.

Se verificaban manifestaciones callejeras en todos los barrios, sin que la policía pudiese impedirlas, y pronto con un espíritu de organización admirable se constituyeron comités y subcomités en todas las secciones de la Capital.

En los juzgados de paz las demandas por desalojo se aglomeraban de un modo que hacía imposible su despacho. Empezaron los propietarios a realizar algunas rebajas, festejadas ruidosamente por los inquilinos y sirviendo de incentivo en la lucha a los demás.

La huelga comenzaba a extenderse a capas de la población no ya propiamente proletarias, amenazando ensancharse cada día más y con irradiar a todo el país. Al principio la policía se contentó con reforzar los contingentes policiales en las zonas más agitadas, pero al fin, viendo que el asunto podía llegar a algo realmente serio, se procedió con la máxima violencia. En uno de sus ataques a una casa de inquilinos en huelga, la fuerza armada mató a un transeúnte, Miguel Pepe, cuyo entierro fue una grandiosa manifestación de protesta.

Del 15 al 19 de diciembre de 1907 se celebró en La Plata el séptimo congreso de la F.O.R.A. Se había atravesado un año de lucha ininterrumpida y de reacción policial. La concurrencia fue relativamente poco numerosa.

Constituyen la comisión revisora de credenciales: Lourido, Carlos Piccinini y S. Laprida.

Están representadas las siguientes organizaciones:

Federación Obrera Local Tucumana, Federación Obrera Local Santafecina, Sombrereros, Carpinteros, Obreros del Puerto, Liga O. Naval (foguistas), Maquinistas de calzado, Caldereros, Panaderos, Conductores de Canos, Fideeros, Empleados de tranvías, Cortadores de Calzado, Zapateros, Carboneros del Puerto, Marineros, Litógrafos y anexos (autónomo), Obreros Cerveceros y Licoristas de la Capital, Federación Obrera Local Mendocina, Sindicato de Mozos, Carpinteros, Hojalateros y Gasistas, Obreros Panaderos, Mosaístas, Cámara Sindical de Cocineros, Sombrereros de La Plata, Panaderos, Pintores de Bahía Blanca, Panaderos de San Femando, Constructores de Carruajes y Carros y Obreros Yeseros (autónomos), de la Capital, Panaderos de Mar del Plata.

El secretario del Consejo Federal, Aquistapace, da un breve informe: a partir del congreso de unificación se retiró del Consejo J. Bianchi, y Pañeda fue deportado a consecuencia de la huelga de inquilinos. El Consejo nuevo actuó en las huelgas de conductores de vehículos de Rosario y en la de Ing. White. Se declaró en principio la huelga general contra las deportaciones para el 25 de diciembre. En los últimos seis meses se enviaron 32 delegaciones al interior de la República, una gira permanente por dos meses y otra por tres.

Francisco Sarache, uno de los delegados en gira, recorrió 10 provincias, dio 45 conferencias a las que concurrieron unas 40 mil personas. La organización en el interior, según su informe, era muy deficiente. La situación de los obreros es mísera; en los ingenios tucumanos ganan por término medio 1,20 por día.

Se autoriza al Consejo Federal para que proceda a fin de que la Asociación Internacional de Trabajadores quede constituida en breve.

Después de un animado debate sobre el militarismo se aprueba esta resolución:

El VII congreso de la F.O.R.A., reconociendo que el militarismo es una institución funesta, una verdadera escuela del crimen y de la mayor corrupción, resuelve:

1° Aconsejar una activa propaganda antimilitarista en las asambleas gremiales;

2° Que la propaganda escrita será hecha en folletos distribuidos gratuitamente;

3° Que la edición de folletos sea encomendada al Consejo Federal, para evitar la explotación de gentes extrañas a nuestro movimiento gremial, como acontece actualmente;

4° Que a los desertores y víctimas del militarismo se les preste solidaridad moral y material; con respecto a esta última se hará con la creación de un fondo especial al respecto;

5° Cuando los tribunales militares condenen a un conscripto a sufrir la pena de muerte, la F.O.R.A. realizará inmediatamente un movimiento de protesta y declarará la huelga general si fuese necesario para evitar que ese crimen, digno de los tiempos de los bárbaros, se realice.

Se toma un acuerdo en el sentido de estimular la organización en gremios, federaciones locales y comarcales.

Se resuelve apoyar a las sociedades federadas que decaen para evitar su desaparición.

Se recibe una delegación de la U.G.T. para discutir en torno de la próxima huelga general contra la Ley de Residencia. Los Cortadores de Calzado presentan una moción aprobada por 20 votos en donde se dice:

Considerando que en el pasado congreso de unificación, las sociedades adheridas a la U.G.T., han dado pruebas de poca corrección societaria en las prácticas democráticas, pues una minoría ha sido la causa del fracaso de dicho congreso, hago moción para que desde este congreso la F.O.R.A. no tenga ya trato con la U.G.T. para realizar otro congreso de unificación.

Recomienda en cambio que se cultiven buenas relaciones con las sociedades autónomas que en dicho congreso han votado como finalidad el comunismo anárquico.

El delegado de la U.G.T., Montesano, defiende la idea de la huelga general contra la Ley de Residencia.

Se aprueba esta proposición: Reconociendo que la Ley de Residencia debe ser repelida con la huelga general, se propone: que el congreso declare ir a la huelga general y que la fecha la fijen las sociedades en sus respectivas asambleas y comuniquen al Comité de agitación antes del 15 de enero el día en que creen conveniente realizar ese movimiento.

Firmada por la Federación Obrera Santafecina, por Carpinteros de la Capital y por el Sindicato de Mozos de La Plata, se presenta y aprueba esta declaración:

El VIl congreso de la F.O.R.A., que es la representación genuina del proletariado consciente de la Argentina, reconoce la obra grandiosa hecha en beneficio de la organización y de la clase trabajadora en general por el diario anarquista La Protesta y aconseja a los trabajadores de la Argentina que le presten su concurso moral y material, porque cree que es un deber de todo hombre consciente asegurar la existencia del paladín de la clase trabajadora que es el diario La Protesta.

La última sesión, que se celebra en Buenos Aires, nos da estos acuerdos:

El VII congreso de la Federación Obrera Regional, considerando que en ciertas industrias existen materias nocivas para la salud de los obreros, y que ellas son fácilmente sustituibles con otras que no lo son; y que la avaricia capitalista es la causante absoluta de estas materias que se manipulan en detrimento de la salud del obrero, declara que se hace solidario con el movimiento tendiente a hacer desaparecer estos inconvenientes abusivos contra el desarrollo del proletariado.

La Federación Obrera Tucumana presenta una resolución en que se recomienda la confección de un libro en donde se haga la historia del desenvolvimiento de la F.O.R.A.

También es digna de mención esta exhortación de los Obreros Pintores de Buenos Aires:

Que el VII congreso se pronuncie si cree conveniente emplear como táctica de lucha la toma de posesión, ya sea como medio de precipitar los acontecimientos determinantes de la revolución social, y recomiende su propaganda a las sociedades gremiales.

Se envía un saludo al congreso internacional anarquista de Amsterdam.

Por resolución de los gremios adheridos a la Federación, la huelga general contra las deportaciones, anunciada con meses de anticipación, se realizó los días 13 y 14 de enero de 1908. He aquí el manifiesto en donde la F.O.R.A. expone los motivos del paro:

La acción criminal y bárbara del Estado y de la burguesía al dictar una ley de extrañamiento contra los hombres que piensan libremente, y que constituye la negación de los derechos del hombre, nos obliga a tener que responder al reto lanzado por los sátrapas que gobiernan la República Argentina.

La sanción de la Ley de Residencia obedece a la consigna capitalista, que derrama el oro a manos llenas a los lacayos del parlamentó argentino para arrancarles leyes de exterminio contra los trabajadores. El parlamento argentino ha asestado un golpe mortal al derecho civil violando criminalmente la Constitución Nacional que garantiza a todos los habitantes del país la libertad del pensamiento. Se ha creído que con la Ley de Residencia las organizaciones obreras desaparecerían y que se volvería otra vez a aquellos tiempos en que los trabajadores gemían bajo el látigo del amo y temblaban ante la mirada feroz de los bandidos de entorchados dueños y señores de vidas y haciendas en esta región argentina. La F.O.R.A., entidad genuinamente revolucionaria, no podía silenciar por más tiempo y no podía tampoco permitir que este régimen de barbarie siguiese perpetuándose en detrimento de la libertad individual y colectiva.

En estos últimos días han recrudecido con más ensañamiento que antes las persecuciones. Las deportaciones y prisiones de compañeros activos y entusiastas están a la orden del día.

Sólo reinan en la región argentina el terror y el crimen.

Ya no sólo se deporta y se encarcela, sino que hasta se llega al asesinato más alevoso de trabajadores indefensos. Desde un confín al otro de la República se siente el descontento general. La libertad de prensa y la libertad de reunión han sido conculcadas.

Las hordas policiales son las que rigen hoy en el territorio argentino, individuos reclutados en los bajos fondos, completamente atrofiados por los vicios y encanallados en el robo y en el crimen, son los lebreles de la comisaría de investigaciones, en cuyas manos está la existencia de los trabajadores conscientes. Estas son en síntesis las causas de la huelga general declarada por la F.O.R.A. para el día 13 de enero de 1908.

Trabajadores, hagamos ver a la burguesía y al Estado que todas las maquinaciones que se fragüen en contra de todo aquello que sea un adelanto para los trabajadores tendrá que estrellarse contra el bloque indestructible que opone la acción revolucionaria del proletariado. La cizaña ha sido un arma poderosa esgrimida por la burguesía para desvirtuar el presente movimiento, y no han faltado quienes secundasen esta campaña oprobiosa; seudos anarquistas e instituciones que se precian de defender a la clase trabajadora, se dieron un abrazo y se entregaron frenéticos a cooperar de acuerdo con la burguesía y el Estado al fracaso de esta huelga.

La huelga general para mañana 13 de enero y por tiempo indeterminado, exigiendo la derogación de la Ley de Residencia, la vuelta al país de todos los deportados, será el exponente más grandioso de lo que es y de la fuerza que representa la F.O.R.A., única entidad genuinamente revolucionaria en este país.

Trabajadores, hombres que tenéis ansias de libertad y que lucháis por la emancipación humana, ¡a la lucha!

La F.O.R.A. os llama a luchar en defensa de vuestra propia existencia, hoy amenazada por los vándalos del Estado.

Los que sentís el peso de todas las tiranías y sufrís las consecuencias de este régimen oprobioso, propio de la época neroniana, vergüenza y baldón de los habitantes de la República Argentina, no podéis menos que secundar este grandioso movimiento contra el Estado.

La existencia de la organización obrera y la dignidad de los trabajadores exigen la huelga general como único medio para que los poderes constituidos del Estado respeten la libertad de los que, con sus sudores y fatigas, amasan el pan con que ellos se hartan y acumulan las riquezas que ellos tienen.

¡Trabajadores! En estos momentos de lucha, no caben las vacilaciones y las timideces; solamente los traidores y los cobardes seguirán sumisos, uncidos al carro de las sumisiones de la burguesía argentina, y seguirán siendo los eternos lacayos del capitalismo.

¡Trabajadores de la región! Todos a la huelga general revolucionaria por tiempo indeterminado.

El Consejo Federal de la Federación Obrera Regional Argentina.

El movimiento no tuvo la repercusión que se esperaba; la preparación fue demasiado larga y el adversario tuvo todo el tiempo disponible para hacerlo abortar. Para el 15 de enero se dispuso la vuelta al trabajo, con los locales clausurados y una buena cantidad de presos.



Notas

(1) Ver, Almanaque ilustrado de La Protesta, 1909, pág. 34.

(2) E. G. Gilimón, Hechos y comentarios, 1911, págs. 60-63.


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