Presentación

La Carta sobre la tolerancia fue publicada en Holanda, de manera anónima, en latín, en 1689, siendo posteriormente traducida al inglés por William Popple. Sin duda, esta epístola resulta ser un interesante y polémico escrito religioso del celebérrimo autor del notable Ensayo sobre el entendimiento humano, el filósofo inglés John Locke (1632-1704).

Asimismo constituye una manifestación del accionar político de Locke en las terribles y tétricas luchas por el poder en la Inglaterra de la segunda mitad del siglo XVII, cuando el enfrentamiento entre diversas iglesias cristianas por consolidar su predominio alcanzaba su plenitud. En efecto, el choque entre anglicanos, católicos y protestantes, alentaba un inagotable manantial de conspiraciones e intentonas golpistas contra el soberano en turno, Carlos II, buscando cada iglesia presionar para determinar en quién habría de recaer la sucesión monárquica.

Los partidos de los toris y los whig no serían, por supuesto, ajenos a tan cruenta lucha. John Locke, en cuanto miembro activo del partido de los whig, participaría en complots e intentonas insurreccionales. Una de sus actividades políticas clandestinas, el intento de secuestro, en el mes de septiembre de 1683, del soberano Carlos II y de su hermano, el que a la postre arribaría al trono británico bajo el nombre de Jacobo II, terminaría en un rotundo fracaso trayéndole como consecuencia el tener que refugiarse en Holanda, desde donde también participaría en la denominada rebelión de Monmouth, mediante la cual buscábase imponer como soberano de Inglaterra al hijo ilegítimo de Carlos II, el duque de Monmouth. La rebelión abortaría, siendo ahogada por una represión que condujo a la muerte a muchos de los implicados.

Todos estos actos debíanse al temor que provocaba entre los seguidores de una religión el hecho de que sus contrincantes en creencias se hicieran del poder.

Este asunto tomaba una tétrica dimensión cuando prácticamente podía comprobarse la trágica condición a que quedaban reducidos los no tolerados, esto es, aquellos practicantes de la iglesia caída en desgracia, a quienes se les confiscaban sus propiedades, se les impedía el ejercicio de determinadas profesiones, se les vedaba el camino para que pudiesen tener algún empleo en la administración gubernativa, se les limitaban sus derechos de tránsito por mencionar sólo estas restricciones.

Es ante este panorama que la Carta sobre la tolerancia adquiere importancia.

Locke, en cuanto partícipe de una de las iglesias minoritarias en el Reino Unido, busca desesperadamente convencer a los cristianos de las diferentes iglesias de la apremiante necesidad de ser tolerantes en materia religiosa. Igualmente, y quizá esto sea aún más importante, John Locke enfatiza sobre la urgencia de mantener una sana distancia entre el poder gubernamental y las creencias religiosas de la población puesto que, en su argumentación, iglesia y gobierno deben mantenerse cada uno en su propia esfera. En pocas palabras, Locke aboga por la separación entre Iglesia y Estado.

Ahora bien, y conviene precisarlo: el criterio de tolerancia de John Locke es sumamente sui generis, al negarla en el caso del ateismo.

Quizá venga a bien señalar que el concepto tolerancia abarca un todo, esto es, si se acepta, se acepta en todo. No es válido, pues, la postura de la tolerancia a medias. Y, dígase lo que se diga, John Locke escoge ser tolerante a medias, lo que fatalmente le conduce ... a la intolerancia. Ciertamente, los prejuicios religiosos bajo los cuales fue amamantado desde su tierna infancia, acabaron imponiéndose sobre su esfuerzo a abrir su mente a la frescura de la tolerancia, ya que no pudo evitar caer en el agrio y retrogrado ambiente de la intolerancia.

A pesar de esto, esta obra que aquí publicamos puede ayudar a todo aquel interesado en buscar construir la tolerancia como un camino de convivencia entre individuos, familias, grupos sociales y etnias.

Chantal López y Omar Cortés