Presentación

La selección de Máximas, aforismos y sentencias que aquí publicamos debidas a la pluma del filósofo romano Lucio Anneo Séneca fueron, originalmente, publicadas en español por Juan Álvarez, impresor del Rey, en la ciudad de Coimbra durante el año de 1555, y posteriormente hiciéronse otras ediciones en épocas diversas.

La selección, bastante amplia por cierto, incluye seiscientas noventa y cuatro máximas, aforismos y sentencias en las cuales el autor aborda, puntualmente, temas que abarcan desde la vejez, pasando por la amistad y el amor, la política y el derecho, la moral y la filosofia e igualmente la vida y la muerte.

No es éste un libro de lectura común sino que, precisamente al tratarse de máximas, aforismos y sentencias, resulta recomendable leerlo con toda la calma del mundo, pensando y reflexionando sobre cada una de estas máximas, aforismos y sentencias. Incluso, llevar a cabo este tipo de ejercicios de reflexión en grupo, bien con los familiares, compañeros de escuela, compañeros de trabajo o con la novia, el novio o los amigos puede favorecer un intercambio profundo que, muchas veces la vida agitada de las grandes urbes, no nos permite. La ventaja de abordar colectivamente la lectura de esta obra, permite percatarnos de que no todos visualizamos desde idéntica perspectiva cada máxima, aforismo o sentencia, e incluso, no todos extraemos iguales conclusiones. Así, organizando la lectura de manera grupal podemos enriquecernos mucho más que si sólo la hacemos individualmente.

Ahora bien, sea como sea la manera en que cada quien opte por realizar la lectura de esta selección, bueno es que se tenga en cuenta el periódo histórico en el cual Séneca desarrolló su obra.

El marco político en el que Lucio Anneo Séneca, hijo de Helvia y de Lucio Anneo, conocido como el Retórico, no fue nada gratificante. Épocas de turbulencia fueron las que vivió Séneca bajo el gobierno o, si se prefiere, el desgobierno de emperadores como Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, no faltando la presencia de las emperatrices Mesalina y Agripina.

En la Corte imperial convivían tarántulas y alacranes, siendo cosa no excepcional los envenenamientos y asesinatos ordenados entre madres e hijos, e hijos y madres. Una época de pavor en la que andar en lo que comunmente se conoce como la grilla, significaba jugarse el pellejo a cada segundo. ¡Ay de aquel que caía de la gracia de alguno de esos energúmenos, porque no tardaba en morir, ya envenenado, acuchillado o estrangulado!

Séneca conoció todo ese mundo de locura del poder, y como también le gustaba andar grillando, caro pagaría su gusto al enfrentar no sólo la hiel del destierro sino incluso su propia muerte cuando tuvo la ocurrencia de apoyar la famosa conspiración de Pisón en contra de Nerón, conspiración que fracasó y obligó a Séneca a optar por el suicidio cortándose las venas y muriendo desangrado.

Así, sin pena ni gloria, terminarían los días de este gran filósofo y moralista cuyo cuerpo sería quemado y cuya memoria no sería recuperada sino hasta muchísimo tiempo después.

Chantal López y Omar Cortés