Índice de Vidas de los filósofos más ilustres de Diógenes LaercioAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

LIBRO NOVENO

Primera parte


HERÁCLITO

1. Heráclito, hijo de Blisón, o según algunos, de Heración, fue efesino, y floreció hacia la Olimpiada LXIX. Opinaba de las cosas muy elevadamente, como consta en sus escritos, donde dice: El aprender muchas cosas no instruye la mente. Y que enseñó a Hesíodo, a Pitágoras y aun a Jenófanes y a Hecateo (623); pues la verdadera y única sabiduría es conocer la mente (624), que puede disponer o gobernar todas las cosas por medio de todas las cosas. Decía que Homero era digno de ser echado de los certámenes y de ser abofeteado, y lo mismo Arquíloco. Que los ímpetus de una injuria deben apagarse más que un incendio, y que el pueblo debe defender las leyes igual que los muros.

2. Reprendió vivamente a los efesinos porque habían echado a su compañero Hermodoro, diciendo: Todos los efesinos adultos debieran morir, y los impúberes dejar la ciudad, entendido de aquellos que expelieron a Hermodoro, su bienhechor, diciendo: Ninguno de nosotros sobresalga en merecimiento; si hay alguno, váyase a otra parte y esté con otros. Como le pidiesen que les pusiera leyes, lo omitió a causa de que la ciudad estaba ya depravadísima en las costumbres y mal gobierno, y retirándose al templo de Diana, jugaba a los dados con los muchachos. A los efesinos que estaban a su rededor les dijo: ¿Qué os admiráis, perversos? ¿No es mejor hacer esto que gobernar la República con vosotros?

3. Finalmente, fastidiado de los hombres, se retiró a los montes y vivió manteniéndose de hierbas; pero acometiéndole por esto una hidropesía, regresó a la ciudad, y preguntaba enigmáticamente a los médicos si podrían de la lluvia hacer sequía. Como ellos no lo entendiesen, se enterró en el estiércol de una boyera, esperando que el calor del estiércol le absorbiera las humedades. No aprovechando nada esto, murió de sesenta años. Mi epigrama para él es como sigue:

Me admiré muchas veces
de que viviese Heráclito otro tiempo
sufriendo tantos males y miserias,
para después morirse.
Regando al fin su cuerpo
con enfermas y malas humedades,
exitinguió de sus ojos
la luz y los llenó de oscuras sombras (625).

Pero Hermipo asegura que Heráclito dijo a los médicos que si alguno podía sacar humedad oprimiendo la tripa; y respondiendo que no, se puso al sol y dijo a los muchachos que lo cubriesen y emplastasen con estiércol; con lo cual se apresuró la vida y murió al día siguiente, y fue enterrado en el Foro. Neantes Ciziceno dice que no pudiendo quitarse el estiércol ni eximirse de él, permaneció allí y se lo comieron los perros, pues no lo conocieron a causa del disfraz de estiércol.

4. Fue admirado desde niño, y siendo mancebo decía que no sabía cosa alguna; pero cuando llegó a la edad perfecta decía que lo sabía todo. De nadie fue discípulo, sino que él mismo se dio a las investigaciones, y decía haberlo aprendido todo por sí mismo. Sin embargo, dice Soción que algunos lo hacen discípulo de Jenófanes, y que Aristón asegura, en el libro De Heráclito, que se curó de su hidropesía y murió de otra enfermedad. Esto mismo dice Hipoboto.

5. El libro que nos queda de él, por su contenido se titula De la naturaleza, aunque está dividido en tres discursos, que son: Del Universo, De política y De Teología. Lo depositó en el templo de Diana; y según algunos, lo escribió oscuro a próposito para que sólo lo entendiesen los eruditos, y por vulgar no fuese desestimado. Lo describe Timón de la manera siguiente:

Y entre ellos se me erguía y engreía
el cuchillo importuno,
murmurador del pueblo,
Heráclito, inventor de quisicosas.

Teofrasto dice que la melancolía le hizo dejar sus escritos, unos a medio hacer y otros a veces muy ajenos de verdad. La señal de su grandeza de ánimo, dice Antístenes en las Sucesiones, es haber cedido el reino a su hermano (626). Su libro se hizo tan célebre, que llegó a tener seguidores, llamados heraclitanos.

6. Sus opiniones en común son las siguientes: Todas las cosas provienen del fuego, y en él se resuelven. Todas las cosas se hacen según el hado (627), y por la conversión de los contrarios se ordenan y adaptan los entes. Todo está lleno de almas y demonios. Acerca de los cambios que acontecen en el estado de las cosas del mundo, dijo así: Que el sol es tan grande cuanto aparece. Se afirma también que dijo que la naturaleza del alma no hay quien la pueda hallar por más camino que ande; ¡tan profunda es esta cuestión! Al amor propio lo llamaba mal de corazón (628), y que la vista y aspecto engañan.

7. En su obra habla algunas veces clara y sabiamente; tanto, que cualquiera, incluso alguien duro de entendimiento, lo entiende fácilmente y conoce la elevación de su ánimo. La brevedad y seriedad de sus interpretaciones es incomparable.

8. Sus dogmas en particular son: Que el fuego es elemento, y que todas sus vicisitudes o transformaciones se hacen por raridad y densidad. Pero nada de esto expone distintamente. Que todas las cosas se hacen por contrariedad, y todas fluyen a manera de ríos. Que el universo es finito. Que el mundo es único, es producido del fuego y arde de nuevo de tiempo en tiempo altemadamente todo este evo. Que esto se hace por el hado. Que de los contrarios, aquel que conduce las cosas a generación se llama guerra y lucha o contención, y el que al incendio, concordia y paz. Que la mutación es un camino hacia arriba y hacia abajo, y según éste se produce el mundo. Que el fuego adensado se transforma en licor, y adquiriendo más consistencia en agua. Que el agua condensada se vuelve tierra, y éste es el camino hacia abajo. Se liquida de nuevo la tierra y de ella se hace el agua, de lo cual provienen casi todas las demás cosas, refiriéndolo a la evaporación del mar. Éste es el camino de abajo arriba. Que las evaporaciones o exhalaciones se hacen de la tierra y del mar; unas perspicuas y puras, otras tenebrosas. De las puras se aumenta el fuego; de las otras, el agua.

9. Lo que encierra la circunferencia no lo explica; pero dice que hay allá unos como cuencos, vuelta hacia nosotros la parte cóncava, en los cuales, acopiándose las exhalaciones puras y perspicuas, forman las llamas, que son los astros. Que la llama del sol es clarísima y calidísima; los demás astros están muy distantes de la tierra, y por ello lucen y calientan menos. Que la luna, estando más cercana a la tierra, anda por paraje no puro, pero el sol está en lugar resplandeciente y puro, y dista de nosotros conmensuradamente; esta es la causa de calentar más y dar mayor luz. Que se eclipsan el sol y la luna cuando sus cuencos se vuelven hacia arriba, y que las fases mensuales de la luna se hacen volviéndose poco a poco su cuenco. Que el día, la noche, los meses, las estaciones anuales y los años, las lluvias, los vientos y cosas semejantes se hacen según la diferencia de exhalaciones, pues la exhalación pura inflamada en el círculo del sol hace el día; y cuando obtiene la parte contraria hace la noche. Que de la luz, aumentándose el calor, se hace el estío, y de la sombra crece la humedad y se hace el invierno. Consecuentemente a éstas, discute de las demás causas. Sobre cuál sea la tierra nada dice, ni tampoco de los referidos cuencos.

10. El parecer de Sócrates acerca de Heráclito, después de ver su libro suministrado por Eurípides, como dice Aristón, lo dijimos en la Vida del mismo Sócrates. Seleuco Gramático dice que un tal Crotón escribe en su Buzo que un cierto Crates fue el primero que trajo este libro a Grecia y que dijo que necesita uno de un nadador delio para no ahogarse en él. Algunos lo titulan Musas; otros, De la naturaleza; Diodoto, Exacto gobernalle para el nivel de la vida. Otros, Gnomon de las costumbres, y complemento y ornato de una cierta medida para todas las cosas. Dicen que al preguntarle por qué callaba, respondió: Porque vosotros habláis, Aun Darío deseó su compañía, y le escribió en esta forma:


EL REY DARÍO, HIJO DE HISTASPIS, AL SABIO HERÁCLITO EFESINO: ALEGRARSE.

Publicaste un libro dificil de comprender y de explicar. En algunos lugares, si se entiende a la letra, parece que encierra cierta fuerza de especulación de todo el mundo y de cuanto en él se hace, lo cual está constituido en el movimiento divinísimo; pero muchas cosas tienen aprobación (629); y así, aun los que han leído mucho, quedan dudosos del recto sentido que parece que quisiste dar a todo. El rey Darío, hijo de Histaspis, quiere ser uno de tus oyentes y participar de la erudición griega. Ven, pues, en breve a nuestra vista y real palacio, pues los griegos, por lo común, no acostumbrando distinguir a los varones sabios, menosprecian las cosas que éstos demostraron dignas de que se oigan y aprendan con estudio y diligencia. Conmigo tendrás el primer lugar; cada día una comunicación seria y honesta, y una vida sujeta a tus exhortaciones.


HERACLITO EFESINO AL REY DARÍO, HIJO DE HISTASPIS: ALEGRARSE.

Cuantos viven en estos tiempos huyen de la verdad y de practicar lo justo, dándose todos a la insaciabilidad y vanagloria por falta de juicio; mas yo, por cuanto doy al olvido toda injuria y declino el fastidio de toda familiar envidia; asimismo, porque huyo de vanidad y lujo, no iré a Persia, contentándome con mi cortedad, que es lo que me acomoda.

Tal fue lo que este varón le expresó al rey.

11. Demetrio dice en sus Colombroños que también menospreció a los atenienses por la excesiva opinión que tenía de sí mismo; y aunque desestimado de los efesinos, eligió vivir con ellos. Hace también memoria de él Demetrio Falereo en la Apología de Sócrates. Hubo muchos que interpretaron su libro, como son Antístenes, Heráclides Póntico y Esfero Estoico, a quienes se añaden Pausanias el llamado Heraclista, Nicomedes y Dionisio, y de los gramáticos Diodoto, el cual dice que aquel escrito no es de fisica, sino de política, pues lo que trata de fisica es allí a modo de ejemplo. Jerónimo dice que Escitino, poeta yámbico, emprendió el trabajo de poner en verso dicho libro.

12. Se conocen muchos epigramas escritos para él, de los cuales uno dice así:

Soy Heráclito, sí, necios e ignaros;
¿qué me estáis abatiendo?
No he trabajado, no, para vosotros,
sino para los sabios y peritos.
Váleme por tres mil un hombre solo,
e infinitos, ninguno.
Esto digo también a Proserpina.

Y otro dice:

No en breve desenvuelvas hasta el eje (630)
el volumen de Teráclito Efesino;
es para ti camino muy impervio,
lleno de oscuridad densa y opaca;
pero si mente sabia te dirige,
aún más claro que el sol lo verás todo.

13. Hubo cinco Heráclitos. El primero, éste. El segundo, un poeta lírico de quien hay un Encomio de los doce dioses (631). El tercero, un poeta elegíaco nativo de Halicarnaso, a quien Calímaco compuso los versos siguientes:

Uno tu muerte, Heráclito, me dijo,
y me sacó las lágrimas al punto.
Me acordé de cuántas veces
solíamos pasar soles y soles
en sabias juglerías; pero ahora,
Halicarnasio amigo, eres ceniza.
Moriste, sí, moriste;
pero la melodía de tu canto
vivirá eternamente. Y aunque Pluto
se lo arrebate todo;
no alcanzarán sus manos a tu fama.

El cuarto fue lesbio, y escribió la Historia de Macedonia. Y el quinto, un truhán, el cual, de citarista que era, se dedicó a este otro modo de vida.


JENÓFANES

1. Jenófanes, hijo de Dexio, o bien, según Apolodoro, de Ortomeno, fue colofonio. Lo celebra Timón diciendo:

Jenófanes, no altivo, sino recto,
castigador de homéricos embustes.

Echado de su patria, vino a Zancle y Catania, ciudades de Sicilia. Según unos, no fue discípulo de nadie; pero según otros, lo fue de Botono, ateniense, o como dicen algunos, de Arquelao; y según Soción, fue contemporáneo de Anaximandro. Escribió versos, elegías y yambos contra Hesíodo y Homero, haciendo burla de lo que habían dicho acerca de los dioses, y aun iba cantando sus versos en público. Se dice que en sus opiniones fue contrario a Tales y a Pitágoras, y que no perdonó (632) a Epiménides. Fue de vida muy larga, como dice él mismo en cierto escrito:

Ya son sesenta y siete años cabales
que mi estudio celebra Grecia toda.
Veinticinco tenía
cuando esto comenzó, si bien me acuerdo.

2. Dice que los principios o elementos de las cosas son cuatro; los mundos, infinitos e inmutables. Que las nubes se forman de las exhalaciones que atrae el sol, y elevadas, las congloba. Que la sustancia de Dios es esférica, no teniendo nada semejante al hombre. Que todo ve y todo oye, pero no todo respira. Que todas las cosas son en conjunto mente, sabiduría y eternidad. Definió primero que todo cuanto se hace es corruptible. También dice que el alma es espíritu, y que muchas cosas son inferiores a la mente. Que con los tiranos, o no se ha de tratar o se ha de tratar con blandura.

3. Habiéndole dicho Empédocles que un sabio es irrepetible, dijo: Es cierto, pues sabio debe ser el que ha de explorar el sabio. Soción afirma que Jenófanes fue el primero que dijo que todas las cosas son incomprensibles, pero se engaña Soción. Compuso dos mil versos acerca de la fundación de Colofón, y de la colonia italiana que pasó a Elea. Floreció hacia la Olimpiada LX. Demetrio Falereo en el libro De la senectud, y Panecio Estoico en el De la tranquilidad, dicen que enterró a sus hijos con sus propias manos, como lo hizo Anaxágoras. Parece que esto mismo hicieron los pitagóricos Parmenisco y Orestades, como dice Favorinó en el libro I de sus Comentarios.

4. Hubo otro Jenófanes, poeta yámbico, nativo de Lesbos. Hasta aquí mencionamos a los que prometimos esparcidamente.


PARMÉNIDES

1. Jenófanes tuvo por discípulo a Parménides, hijo de Pireto, nativo de Elea; aunque Teofrasto en su Epítome dice que fue discípulo de Anaximandro. Lo cierto es que si lo fue de Jenófanes, no lo siguió en los dogmas. Vivió con Aminias y con Dioquetas, pitagórico (como dice Soción), hombre pobre, pero honrado y bueno, por cuya causa lo siguió, y cuando murió le construyó un monumento heroico (633). Siendo como era noble y rico, fue llamado a la tranquilidad de vida por Aminias, no por Jenófanes. Fue el primero que demostró que la tierra es esférica y que está situada en el medio. Que los principios o elementos son dos: el fuego y la tierra; aquel tiene lugar de artífice; ésta, de materia. Que la generación primera de los hombres fue del so1 (634). Que el sol es cálido y frío, de los cuales constan todas las cosas. Que el alma y la mente es una misma cosa, como escribe Teofrasto en sus Físicos, donde expone los dogmas de casi todos. Dijo que la filosofia es de dos maneras; una procedente de la verdad, otra de la opinión. Así que en algún lugar dice:

Te es preciso inquirir todas las cosas
con intención sencilla,
ya sean las verdaderas persuasibles,
o ya las opiniones de los hombres,
en las cuales no se halla fe segura.

2. Escribió de la filosofia en verso, a imitación de Hesíodo, Jenófanes y Empédocles. Dijo que la razón es el criterio que juzga de las cosas, y que los sentidos no son criterios exactos ni seguros (635). Sus palabras son estas:

Ni los dioses te induzcan
a un camino común por ser trillado.
No resuelvan los ojos sin examen;
no juzguen por el eco los oídos,
ni por la lengua juzgues.
Juzgue, sí, la razón en las cuestiones.

Por esto, Timón dice de él:

Y la noble prudencia
de Parménides sabio, que repele
la operación falaz de los sentidos.

3. Platón escribió en memoria (636) suya un diálogo titulado Parménides o De las ideas. Floreció hacia la Olimpiada LXIX, y parece que fue el primero que observó que el Véspero y el Fósforo es un astro mismo, como escribe Favorino en el libro V de sus Comentarios. Otros lo atribuyen a Pitágoras. Calímaco llega a decir que el poema no es suyo. Se dice que puso leyes a sus conciudadanos, como escribe Espeusipo en su libro De los filósofos, y que inventó y usó primero el argumento que llaman Aquiles, según Favorino en su Historia varia (637). Hubo otro Parménides, escritor del Arte oratoria.


MELISO

1. Meliso, hijo de Itageno, fue de Sarnos y discípulo de Parménides, aunque también conferenció con Heráclito, y lo recomendó a los efesinos que no lo conocían, como Hipócrates hizo conocer a Demócrito a los abderitas. Fue hombre muy político y civil, y muy aceptado y estimado por sus conciudadanos. y además, habiendo sido elegido general de mar, crecieron los honores por su gran valor.

2. Sus opiniones son: Que el universo es ilimitado, inmutable, inmóvil, uno, semejante a sí mismo y lleno. Que no hay cosa segura acerca de los dioses, puesto que de ellos no tenemos conocimiento cierto. Apolodoro dice que floreció hacia la Olimpiada LXXXIV.


ZENÓN

1. Zenón, nativo de Elea, fue hijo de Pireto, según Apolodoro en las Crónicas; según otros, de Parménides. Otros, finalmente, lo hacen hijo de Teleutágoras por naturaleza, y de Parménides por adopción. De él y de Meliso dice Timón lo siguiente:

En una y otra lengua poderoso (638),
difícil fue Zenón de ser vencido;
sí vencedor de todos.
Igualmente Meliso, que supera
todas las fantasías de la mente,
y acaso es superado de muy pocos.

Zenón fue discípulo de Parménides, y aun su bardaja. Platón en su Parménides dice que fue alto de cuerpo; y en su Sofista lo llama Palamedes Eleático.

2. Aristóteles dice que fue inventor de la dialéctica, como Empédocles de la retórica. Fue varón clarísimo en filosofía y política, como vémos en sus escritos, tan llenos de sabiduría. Queriendo destronar al tirano Nearco (o Diomedonte, como dicen algunos), fue aprehendido, como refiere Heráclides en el Epítome de Sátiro. En esta ocasión, como fuese preguntado acerca de los conjurados y de las annas conducidas a Lípara, dijo que los conjurados eran todos los amigos del tirano; con lo cual quiso suponerlo abandonado y dejado ya solo. Después, diciendo que tenía algo que hablarle a la oreja tocante a algunos, se la cogió con los dientes y no la soltó hasta que lo acribillaron a estocadas, como sucedió al tiranicida Aristogitón (639). Demetrio dice en sus Colombroños que la nariz fue lo que le arrancó de un bocado.

3. Antístenes escribe en las Sucesiones que después de haber citado por cómplices en la conjuración a los amigos del tirano, como éste le preguntase si había otro culpado, respondió: Tú, oh destructor de esta ciudad. Y que a los circunstantes habló en esta forma: Estoy admirado de vuestra cobardía, pues por miedo de lo que yo padezco sois esclavos de un tirano; y que luego, cortándose la lengua con los dientes, se la escupió a aquel encima. Incitados con esto los ciudadanos, al punto quitaron la vida a pedradas al tirano. Finalmente, Hermipo dice que Zenón fue metido en un mortero y machacado allí. Mis versos para él dicen así:

Promoviste, oh Zenón, solicitaste
una facción ilustre. Tú querías,
al tirano acabando,
a Elea libertar de cautiverio.
Mas no lo conseguiste;
antes, sobrecogido del tirano,
te mandó machacar en un mortero.
Pero ¿qué es lo que digo?
No te machacó a ti, sino a tu cuerpo.

4. Zenón también fue bueno en otras cosas; pero hombre fastidioso y que se sobreponía a sus mayores, como Heráclito. A su patria (llamada antes Hile y después Elea), siendo colonia de los focenses y ciudad humilde y que sólo solía producir hombres de bien, la estimaba en más que la magnificencia de Atenas, adonde raras veces iba, viviendo siempre en su casa. Fue este Zenón el primero que usó el argumento que llaman Aquiles, aunque Favorino dice que Pannénides y otros muchos (640).

5. Sus opiniones son: Que hay muchos mundos. Que no hay vacío. Que la naturaleza de todas las cosas proviene del cálido y frígido, del seco y húmedo, conmutándose estos entre sí. Que la generación de los hombres es de la tierra; y el alma una mezcla de todo lo dicho, sin que tenga mayor porción de uno que de otro. Dicen que habiendo sido maltratado de palabra, se indignó mucho; y como uno le preguntó por qué se indignaba, respondió: Si no me indigno y me acostumbro a los ultrajes y desprecios, tampoco me alegraré de los loores. Cuando tratamos de Zenón Citieo ya dijimos que hay ocho Zenones. El presente floreció hacia la Olimpiada LXXIX (641).


LEUCIPO

1. Leucipo, nativo de Elea (aunque hay quien diga que de Abdera, y aun algunos de Melos), fue discípulo de Zenón. Sus opiniones son: Que todas las cosas son infinitas, y que se transmutan entre sí. Que el universo está vacío y lleno de cuerpos (642). Que los mundos se originan en los cuerpos que caen en el vacío, y se complican mutuamente. Que de su movimiento al tenor de su magnitud se produce la naturaleza de los astros. Que el sol es llevado por un círculo mayor alrededor de la luna. Que la tierra es llevada y gira sobre su centro, y su figura es de un tambor (643). Fue el primero que puso a los átomos por principio de las cosas. Hasta aquí sus opiniones en general; por partes son como sigue:

2. Que el universo es infinito, como ya dijimos. Que de éste unas partes están llenas, otras vacías. Que los elementos o principios y los muchos procedidos de ellos son infinitos, y vienen a resolverse en aquellos. Que estos mundos se originan así: separados del infinito muchos cuerpos de todas figuras, son llevados por el gran vacío; y congregados en uno, forman un turbillón, según el cual, chocando con los otros y girando de mil maneras, se van separando unos de otros y se unen los semejantes a sus semejantes. Equilibrándose, y no pudiéndose ya mover por su multitud y peso, las partículas pequeñas corren al vacío externo como vibradas o expelidas; las restantes, quedando juntas y complicadas, discurren mutuamente unidas, y forman de figura esférica la primera concreción o agregado. Esta concreción es separada de los demás por medio de una como membrana que la circuye y contiene dentro todos los cuerpos. Estos cuerpos ya unidos en masa, girando sobre la consistencia de su centro, van fonnando otra tenue membrana circular, compuesta de las partículas que topa su superficie al tenor de su giro. De esta manera se fonna la tierra, es decir, permaneciendo juntos los corpúsculos tendientes al centro. Este mismo cuerpo, o sea concreto, se va siempre aumentando como por membranas, formadas de los corpúsculos externos que allí concurren, pues en fuerza de su giro adquiere cuantos toca. Complicados ya algunos de estos, forman la concreción, la cual es al principio húmeda y lútea; luego, secándose con el violento giro del todo e inflamándose, produce la naturaleza de los astros. Que el círculo del sol es el más externo; el de la luna, el más cercano a la tierra; y los demás astros están en medio de éstos. Todos estos astros se inflaman con la violencia del movimiento; al sol lo inflaman los astros, y la luna recibe sólo una pequeña parte de fuego. Se eclipsan el sol y la luna porque la tierra está inclinada al Mediodía. Las regiones árticas siempre están nevadas, son frías y glaciales. Que el sol se eclipsa pocas veces, pero la luna muchas, por ser los círculos de ambos desiguales. Que como acontece la generación del mundo, así también acontece su aumento, su decremento y su corrupción por cierta necesidad; cuál sea ésta no la explica.


DEMÓCRITO

1. Demócrito fue hijo, según unos, de Hegesístrato; según otros, de Atenócrito, y según otros de Damasipo; fue abderita, o como dicen algunos, milesio. Estudió con varios magos y caldeos que el rey Jerjes dejó por maestros a su padre cuando se hospedó en su casa, de los cuales aprendió la teología y la astrología siendo todavía muchacho, según lo escribe Herodoto. Se unió después a Leucipo, y según dicen algunos, a Anaxágoras, siendo cuarenta años más joven que él. Refiere Favorino en su Historia varia que Demócrito dijo de Anaxágoras que no eran de éste las cosas que había escrito acerca del sol y de la luna, sino opiniones antiguas, y que las había hurtado. También que censuró y degradó el mérito de lo que escribió sobre la fonnación del mundo y de la mente, haciéndosele enemigo por no haberlo querido recibir. ¿Cómo, pues, dicen algunos, será discípulo suyo? Demetrio, en sus Colambroños; y Antístenes, en las Sucesiones, dicen que se fue con los sacerdotes de Egipto a fin de aprender la geometría, con los caldeos de Persia y al mar Rojo. Aún hay quien dice que también estuvo en la India con los gimnosofistas y que además pasó a Etiopía.

2. Era el menor de tres hermanos; y al dividirse la herencia paterna, escriben muchos que escogió la porción más pequeña que estaba en dinero, siéndole más útil para viajar, aunque sus hermanos imaginaban que lo hacía con algún dolo. Demetrio dice que su parte pasó de cien talentos (644), y que los gastó todos. Dicen que era tan aplicado al trabajo, que de su casa y huerto separó una pequeña pieza y se encerró en ella; y como una vez llevase su padre un buey al sacrificio y lo atase allí, no lo advirtió hasta que su padre lo llamó al sacrificio y le avisó que allí estaba el buey.

3. Según Demetrio, parece que también pasó a Atenas, y que por desestimar su propia gloria no se cuidó de ser conocido; y aunque él conoció a Sócrates, Sócrates no lo conoció a él. Fui -dice- a Atenas, y nadie me conoció. Si el diálogo Antierastes (645) -dice Trasilo- es de Platón, acaso sería Demócrito el anónimo que allí estaba, además de Enópidas y Anaxágoras, discurriendo de la filosofia, del cual dice Platón: Este filósofo se parece al vencedor de cinco certámenes. En efecto, Demócrito realmente era en la Filosofia perito en cinco certámenes (646), pues era experimentado y hábil en la natural, moral, matemática, encíclica y en todas las artes. Es suyo aquel dicho que dice: las palabras son la sombra de las cosas.

4. Demetrio Falereo, en la Apología de Sócrates, dice que Demócrito nunca estuvo en Atenas. Esto todavía es más: haber menospreciado ciudad tan célebre, no queriendo recibir fama del lugar, sino procurar que el lugar la recibiese de él. Pero cuál fue Demócrito lo manifiestan sus escritos. Parece, dice Trasilo, que fue imitador de los pitagóricos. Efectivamente, él hace mención de Pitágoras, celebrándolo mucho en su Homónimo (647), y toma todas sus cosas de tal manera, que parece que fue su discípulo, si no repugnasen los tiempos; pero que oyó a algún pitagórico lo asegura Claudio Regino, que vivió por aquella época. Apolodoro Ciziceno dice que trató a Filolao. Y Antístenes afirma que ejercitaba y probaba variadamente su imaginación, ya en la soledad, o también retirándose a los sepulcros (648). Que al regresar de sus viajes, vivió pobremente (como que había consumido en ellos cuanto tenía), y por su indigencia, lo mantuvo su hermano Damasco; pero luego que se acreditó anunciando algunas cosas venideras, ya muchos lo juzgaron merecedor de honores divinos.

5. Como había una ley que decía que quien disipara su patrimonio era indigno de tener sepulcro en su patria, en cuanto lo supo Demócrito (dice Antístenes), por no verse como el blanco de algunos envidiosos y sicofantes, les leyó su Gran Diacosmos (649), que es el mejor de sus escritos, y fue premiado con quinientos talentos. No sólo esto, sino que también lo honraron con estatuas de bronce; y habiendo muerto de más de cien años, fue enterrado a costa del público. Demetrio dice que sus parientes fueron los que leyeron el Gran Diacosmos, y que el premio fue de sólo cien talentos. Esto mismo confirma Hipoboto. Aristójeno, en sus Comentarios históricos, dice que Platón quiso quemar los escritos de Demócrito que había podido recoger; pero que se lo estorbaron Amiclas y Clinias, pitagóricos, diciendo que era cosa inútil, puesto que aquellos libros andaban ya en manos de muchos. Esto consta también de que haciendo Platón memoria de casi todos los antiguos, en ningún lugar la hace de Demócrito, ni siquiera en donde convenía contradecirlo en alguna cosa, lo cual parece que lo hizo sabiendo que así contradecía al más excelente de los filósofos, a quien Timón alaba diciendo:

Cual Demócrito sabio,
autor del bello estilo y docta frase,
y, sobre todo, del hablar festivo.

6. Según dice él mismo en su Pequeño Diacosmos, era todavía mozo cuando Anaxágoras ya era anciano, puesto que tenía cuarenta años menos que éste. Dice que compuso el Pequeño Diacosmos alrededor del año 730 después de la destrucción de Troya. Así que había nacido, según Apolodoro en las Crónicas, hacia la Olimpiada LXXX; aungue Trasilo, en su obra titulada De los conocimientos previos a los libros de Demócrito, dice que nació el año tercero de la Olimpiada LXXVII, uno antes que Sócrates. Así que fue coetáneo de Arquelao, discípulo de Anaxágoras y también de Enópidas, de quien hace memoria. La hace también la opinión de Parménides y de Zenón acerca de la unidad, como filósofos muy célebres de su tiempo; y también la hace de Pitágoras Abderita, el cual confiesan todos que fue del tiempo de Sócrates.

7. Dice Atenodoro en el libro VII de sus Paseos que, habiéndole visitado Hipócrates, mandó que le trajesen leche; vista la cual, dijo que era de cabra primeriza y negra, lo que hizo que Hipócrates admirase su mucha observancia y diligencia. A una doncella que vino con Hipócrates, el primer día la saludó así: Salve, muchacha, y al día siguiente: Salve, mujer; era el caso que aquella noche había sido viciada.

8. Demócrito murió, según Hermipo, en esta forma: como fuese ya muy anciano y se viese vecino a partir de esta vida, a su hermana, que se lamentaba de que si él moría en la próxima festividad de los tesmoforios (650), no podría ella dar a la diosa los debidos cultos, le dijo que se consolase. Le mandó traer diariamente algunos panes calientes y, aplicándoselos a las narices, conservó su vida durante las fiestas; pero pasados sus días, que eran tres, terminó su vida sin dolor alguno, a los ciento nueve años de edad, como dice Hiparco. Yo, en mi Panmetro, le compuse los versos siguientes:

¿Y quién de los nacidos fue tan sabio
que al omniscio Demócrito se iguale?
¿Quién hizo obra tan grande como él hizo?
Él albergó la muerte en su morada,
y con sólo el vapor de pan caliente,
tres días la mantuvo en hospedaje.

Así fue la vida de este varón; sus opiniones son estas:

9. Los principios de todas las cosas son los átomos y el vacío; todo lo demás es dudoso y opinable. Dice que hay infinitos mundos, sujetos a generación y corrupción. Que de lo que no existe, nada se hace; ni en lo que es, nada se corrompe (651). Que los átomos son infinitos, tanto en la magnitud como en el número o muchedumbre. Que se mueven en giro y van por el universo, con lo cual se hacen todas las concreciones de fuego, agua, aire y tierra, pues todas estas cosas constan de ciertos agregados de átomos, los cuales por su solidez son impasibles (652) e inmutables. Que el sol y la luna son moles concretas de estos átomos llevados en giro; y lo mismo el alma, la cual, dice, no es diversa de la mente. Que la visión se hace por las imágenes que caen en nosotros (653). Que todas las cosas se hacen por necesidad, siendo el giro (a quien llama necesidad) la causa de la generación de todo. Que el fin es la tranquilidad de ánimo, no la que es lo mismo que el deleite, como siniestramente entendieron algunos, sino aquella por la cual vive el alma tranquila y constantemente, y no es perturbada de algún miedo, superstición o cualquier otra pasión de estas. La llama también euesto (654), y con otros nombres. Finalmente, las cosas que se hacen son legítimas; pero los átomos y vacíos son naturales. Hasta aquí sus opiniones.

10. Sus libros los escribió Trasilo y los coordinó en tetralogías, como los de Platón. Los morales son estos: Pitágoras, De la disposición del sabio, De lo que hay en el infierno, Tritogenia (esto es, que de ella nacen tres cosas que contienen a todas las humanas), De la bondad (655) o De la virtud; El cuerno de Amaltea, De la tranquilidad del ánimo y Comentarios morales, (656) pues el Euesto no se halla. Hasta aquí sus libros morales. Los fisicos son: El gran Diacosmos, que Teofrasto dice que es de Leucipo; El pequeño Diacosmos, Cosmografia, De los planetas, un libro De la naturaleza, dos De la carne, De la mente y De los sentidos (algunos juntan en uno estos libros, titulándolos Del alma); De los humores, De los colores, De la diversidad de las arrugas, De la inmutación de las arrugas, Corroborativos para preservar de las arrugas y aun quitarlas; Del espectro o De la providencia; Tres reglas acerca de la peste y De las cosas ambiguas. Hasta aquí los libros de fisica.

11. Los libros no coordinados son estos: Causas celestes, Causas del aire, Causas terrestres, Causas ígneas y De las cosas que hay en el fuego, Causas de las voces, Causas de las semillas, plantas y frutos, Causas de los animales, tres libros; Causas promiscuas, y De la piedra imán (657). Hasta aquí los libros no coordinados. Los de matemáticas son estos: De la variedad de la regla o Del contacto del círculo y esfera, De Geometría, Geométrico, Números, dos libros de Líneas irracionales, y De los sólidos, Extensiones, Año grande, o sea Tablas astronómicas; Disertación sobre la clepsidra o Reloj de agua; Uranografia o Descripción del polo, y Descripción de los rayos. Estos son sus libros de matemáticas. Los de música son los siguientes: Del ritmo y armonía, De la poesía, De la elegancia y hermosura del verso, De las letras cónsonas y dísonas, De Homero o De la rectitud del verso, De los dialectos, Del canto, De los verbos, y De los nombres. Hasta aquí sus libros de música.

12. De las artes son estos: Pronóstico, De la dieta, o Diéticon, o sea Regla médica; Causas de las cosas intempestivas y tempestivas, De agricultura, o sea Geométrico; De la pintura, De táctica, y De la pelea con armas. Hasta aquí sus libros artísticos. Algunos ponen aparte de sus comentarios, los libros siguientes: De las letras santas en Babilonia, De las letras santas en Meroe, De la Historia, Lengua caldea y frigia, De la calentura, y De los que tosen por enfermedad; Causa legítima o legal, y Cheiroctmeta (658) o Problemas. De los otros libros que algunos le atribuyen, unos son compuestos de cosas entresacadas de sus mismos escritos, y otros, por general consentimiento, no son suyos.

13. Hubo seis Demócritos. El primero, éste mismo; el segundo, un músico de Quío que vivía en su tiempo. El tercero fue estatuario, de quien Antígono hace mención. El cuarto, uno que escribió del templo de Diana Efesina y de la ciudad de Samotracia. El quinto, poeta epigrámico, claro y florido; y el sexto fue orador pergameno (659).


Notas

(623) Por prolepsis (según entiendo, e indica el aoristo I, que pone Laercio), pues estos eran ya muertos.

(624) Mer. Casaubón interpreta Dios la palabra Gnomen, Mente. Tengo por legítima esta interpretación, por razón de lo que añade Laercio de nuestro filósofo y lo que de él escriben algunos Santos Padres.

(625) Parece que hacen alusión a la oscurídad de los escritos de Heráclito.

(626) Aunqué esta voz ordinariamente significa Reino, aquí significa cierto magistrado de Efeso que presidía los sacrificios, y allí tenía este nombre, como entre los romanos Rex sacrificulus, o Rex sacrorum. Su mujer se llamaba Regina, y su palacio, Regia.

(627) Porque Heráclito decía que la esencia del hado es una razón trascendental a la naturaleza del universo, según escribe Plutarco, lib. 1, cap. XXVIII, De las opiniones de los filósofos.

(628) Sacrum morbum.

(629) Sigo la versión común de los intérpretes, pero no dudo que debe traducirse así: pero en muchas cosas se debe suspender el asenso. Este es el significado filosófico.

(630) Los latinos decían: ad umbilicum usque. Eran los cabitos torneados, con su botoncito, del palo en que se arrollaban los que llamaban volúmenes.

(631) Los doce dioses principales de los gentiles, llamados dioses consentes, seis machos y seis hembras. Ennio los incluye en estos versos: Juno, Vesta, Minerva, Ceresque, Diana, Venus, Mars, Mercurius, Jovis, Neptunus, Vulcanus, Apollo.

(632) Los intérpretes latinos, sugillasse; acaso mejor diríamos: Tocó en algo a Epiménides.

(633) Esto es, una capilla o adoratorio.

(634) Otros dicen del limo: acaso la voz griega no es legítima.

(635) Véase la nota 138.

(636) Bajo de su nombre.

(637) Pero acaso se engaña Favorino, pues Aristóteles, en el lib. VI, cap. XIV, de los Físicos, da esta invención a Zenón Eleate, como se relata en su Vida.

(638) Esto es, en argüir en pro y en contra. Habla de esto Plutarco en la Vida de Pericles.

(639) El que en compañía de Hermodio mató a Hipias, tirano de Atenas, hijo de Pisístrato.

(640) Este es uno de los argumentos capciosos o falacias; suele proponerse así: En un instante indivisible de tiempo, nadie puede correr más que una partícula indivisible de espacio; luego juntando estos espacios indivisibles uno a uno, como en el sorites, tendremos que tanto correrá una tortuga como Aquiles. Plutarco no pone el ejemplo en Aquiles, sino en el caballo de Adrasto.

(641) La edición de Estéfano pone LXX.

(642) A saber, llenos de espacios vacíos y de cuerpos.

(643) Acaso esta voz puede admitir otra significación, habiendo muchas cosas llamadas tímpanos.

(644) Un talento ático mayor valía unos doce mil reales; menor, unos nueve mil.

(645) El título que hoy tiene es (Vocablo griego que no podmeos reproducir).

(646) Platón lo dice con alguna diversidad.

(647) Sería algún escrito de Demócrito con este título, el cual significa colombroño o de un mismo nombre.

(648) Los gentiles construían sus sepulcros en el campo, y eran algunos de ellos edificios suntuosos.

(649) Esto es: Del orden y disposición del mundo.

(650) Eran fiestas a Ceres.

(651) Persio, Sat. 3, v. 84, lo dice elegantemente así: De nihilo nihil, in nihilo posse reverti.

(652) Vitruvio, lib. II, cap. II, dice: Non loeduntur.

(653) Videre non justa imaginum cassum. Quiere significar que nuestra visión no se hace por rayos que salgan de los ojos, como dijeron algunos, sino por representarse en ellos como en espejo las imágenes de las cosas.- Vitruvio, lib. VI, cap. II.

(654) Buen estado.

(655) Vocablo griego que no podemos reproducir.

(656) Sigo aquí la enmienda que Monaquio hace de las voces griegas, la cual sin duda es legítima.

(657) Vocablo griego de imposible reproducción.

(658) Que es decir: cosas experimentadas por sí mismo.

(659) Observaron algunos sabios que Laercio omite aquí muchas cosas de Demócrito, notadas por otros escritores antiguos griegos y latinos. Pondré aquí las que trae Menagio. Séneca dice que se creía inventor de las bóvedas; pero el mismo Séneca no asiente a ello. Que inventó el modo de pulir y dar lustre al marfil. El modo de hacer esmeraldas artificiales. Y que reía de todas las cosas, pareciéndole ridículo cuanto hacen los hombres, y todo necedades. Gelio dice que Demócrito se privó voluntariamente de la vista. Lo confirma Tertuliano, y aun Cicerón lo dijo antes en el lib. V De finibus. Plinio le atribuye lo de la carestía de aceite, que previó Tales Milesio, como dice Laercio en su Vida, pár. 4. San Clemente Alejandrino dice que Demócrito llamaba al coito un pequeño mal de corazón. Lo mismo afirma Galeno; pero Gelio y Macrobio lo atribuyen a Hipócrates. Cicerón, Séneca, Lactancio y otros escriben que Demócrito decía que la verdad está escondida en lo profundo. Sexta Empírico dice que definía al hombre diciendo: Es lo que todos sabemos. San Cirilo escribe que Demócrito decía que Dios es Mente que está en una esfera ígnea y que es el alma del mundo.

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