Índice de Vidas de los filósofos más ilustres de Diógenes LaercioAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

LIBRO OCTAVO

Primera parte


PITÁGORAS

1. Ya que tratamos de la Filosofia jónica, dimanada de Tales, y de los varones que se hicieron célebres en ella, ahora trataremos de la italiana, cuyo autor fue Pitágoras, hijo de Mnesarco, grabador de anillos, nativo de Samos, como dice Hermipo, o bien fue tirreno, nativo de una isla que poseyeron los atenienses echando de ellas a los tirrenos, según escribe Aristójeno. Otros dicen que fue hijo de Mármaco; éste, de Hipaso; éste, de Eutifrón, y éste lo fue de Cleónimo, que es el que huyó de Filunte. Que Mármaco habitó en Samos, de donde Pitágoras se llamó Samio. Que al pasar éste de allí a Lesbos, fue recomendado a Ferecides por Zoilo, tío suyo; construyó tres cálices de plata y los llevó en regalo a tres sacerdotes egipcios. Tuvo dos hermanos, el mayor se llamó Eunomo y el mediano Tirreno. Tuvo también un esclavo llamado Zamolxis, a quien sacrifican los getas juzgándolo Satumo, como dice Herodoto.

2. Pitágoras oyó a Ferecides Siro. Después que éste murió se fue a Samos, y fue discípulo de Hermodamante (que ya era viejo), consaguíneo de Creófilo. Hallándose joven y deseoso de saber, dejó su patria y se inició en todos los misterios griegos y bárbaros. Estuvo en Egipto, en cuyo tiempo Polícrates lo recomendó por cartas a Amasis; aprendió aquella lengua, como dice Anfitrión en su libro De los que sobresalieron en la virtud, y aun estuvo con los caldeos y magos. Pasando después a Creta con Epiménides, entró en la cueva del monte Ida. Así como entró en los áditos (566) de Egipto y aprendió las cosas contenidas en sus arcanos acerca de aquellos dioses. Volvió después a Sarnos, y hallando la patria tiranizada por Polícrates, se fue a Cdotona, en Italia, donde, poniendo leyes a los italianos, fue muy célebre por sus discípulos, los cuales, siendo hasta trescientos, administraban los negocios públicos tan noblemente, que la República era una verdadera aristocracia.

3. Heráclides Póntico refiere que Pitágoras decía de sí mismo que en otro tiempo había sido Etálides y considerado hijo de Mercurio; que el mismo Mercurio le tenía dicho que pidiese lo que quisiere, excepto la inmoralidad, y que él le había pedido el que vivo y muerto retuviese en la memoria cuanto sucediera. Así que mientras vivió se acordó de todo, y después de muerto conservó la misma memoria. Que tiempo después de muerto, pasó al cuerpo de Euforbo y fue herido por Menelao. Que siendo Euforbo, dijo que en otro tiempo había sido Etálides, y que había recibido de Mercurio el don de la transmigración del alma, como efectivamente transmigraba y circuía por todo género de plantas y animales; el saber lo que padecería su alma en el infierno y lo que las demás allí detenidas. Que después que murió Euforbo, se pasó de alma a Hermótimo, el cual, queriendo también dar fe de ello, pasó a Branquida, y entrando en el templo de Apolo, enseñó el escudo que Menelao había consagrado allí, y decía que cuando volvía de Troya consagró a Apolo su escudo, y que ya estaba podrido, quedándole sólo la cara de marfil. Que después que murió Hermótimo se pasó a Pirro, pescador delio, y se acordó de nuevo de todas las cosas, es decir: cómo primero había sido Etálides, después Euforbo, luego Hermótimo y en seguida Pirro. Y finalmente, que después de muerto Pirro vino a ser Pitágoras, y se acordaba de todo cuanto hemos mencionado.

4. Algunos dicen que Pitágoras no escribió; pero se engañan, pues Heráclito el fisico lo está poco menos que clamando cuando dice: Pitágoras, hijo de Mnesarco, se ejercitó en la historia de las cosas más que todos los hombres, y escogiendo este género de escritos se granjeó su saber, su mucha pericia y aun las artes destruidoras de los hombres. Habló así porque habiendo Pitágoras empezado a escribir de la Naturaleza, dice así: Por el aire que respiro, por el agua que bebo, que no sufriré que este argumento sea vituperado. Se atribuyen a Pitágoras tres escritos, que son: Instituciones, Política, Física; pero lo que se conoce como de Pitágoras es de Lisis Tarentino, pitagórico, el cual, después de huir a Tebas, fue maestro de Epaminondas. Heráclides, el hijo de Serapión, dice en el Compendio de Soción, que Pitágoras escribió también del Universo, en versos. Otro escrito suyo se titula Discurso sagrado, cuyo principio dice:

Venerad obsequiosos,
jóvenes, estas cosas con silencio.

Tercer escrito, Del alma; cuarto, De la piedad; quinto, Helotal, padre de Epicarmo el de Cos; sexto, Crotón, y todavía otros. El Discurso místico dicen que es de Hipaso, el cual lo escribió para desacreditar a Pitágoras. Y también que Astón de Crotona escribió muchos libros bajo el nombre de Pitágoras. Igualmente dice Aristójeno que Pitágoras aprendió muchos dogmas morales de Temistocles (567) en Delfos. Jon de Quío dice, en sus Triagmas, que Pitágoras escribió un poema y lo supuso para Orfeo. También dicen que son suyas las Catascopíadas (568), cuyo principio es: Con nadie seas imprudente.

5. Sosícrates, en las Sucesiones, dice que al preguntarle León, tirano de los fliasios, quién era, dijo: Filósofo, y que comparaba la vida humana a un concurso festivo de personas; pues así como unos vienen a él a luchar, otros a comprar y vender, y otros, que son los mejores, a ver; también en la vida unos nacen esclavos de la gloria; otros, cazadores de los haberes, y otros filósofos, amantes de la virtud. Hasta aquí Sosícrates. En los tres libros de Pitágoras arriba nombrados se contienen universalmente estos documentos. No deja que nadie ore por sí mismo, puesto que no sabe lo que le conviene. Llama a la ebriedad pernice del entendimiento. Reprueba la intemperancia diciendo que nadie debe excederse de la justa medida en bebidas y comidas. De las cosas venéreas habla en esta forma: De la Venus se ha de usar en invierno, no en verano; en otoño y primavera, más ligeramente; pero en todo tiempo es cosa gravosa y nada buena a la salud. Y aun preguntado una vez cuándo convenía usarla, dijo: Cuando quieras debilitarte a ti mismo.

6. La vida del hombre la divide en esta forma: la puericia, veinte años; la adolescencia, veinte; la juventud, veinte, y veinte la senectud. Estas edades son equiparadas con las estaciones del año, es decir: la puericia con la primavera, la adolescencia con el estío, la juventud con el otoño y la senectud con el invierno. Por adolescencia entiende la juventud, y por juventud la virilidad. Fue el primero que dijo, como asegura Timeo, que entre los amigos todas las cosas son comunes (569); y que la amistad es una igualdad. Sus discípulos también depositaban sus bienes en común. Callaban por espacio de cinco años, oyendo sólo la doctrina; y nunca veían a Pitágoras hasta pasada esta aprobación. De allí en adelante ya iban a su casa y participaban de su vista. Se abstenían de la madera de ciprés para ataúdes, porque de ella es el cetro de Júpiter. Hermipo escribe esto en el libro II De Pitágoras. Se refiere que fue sumamente hermoso, y los discípulos creían que era Apolo que había venido de los Hiperbóreos. Dicen igualmente que, al desnudarse una vez, se vio que uno de sus músculos era de oro. Y también afirman muchos que pasando una ocasión el río Neso le impuso este nombre. Timeo, en el libro XI de sus Historias, escribe que Pitágoras, a las que habitan con los hombres las llamaba diosas, vírgenes, ninfas, y luego madres.

7. Antíc1ides, en el libro II De Alejandro, dice que Pitágoras adelantó mucho en la geometría, cuyos principios y rudimentos había hallado antes Meris. Que se ejercitó principalmente en una especie de ella que es la aritmética. Y que inventó la escala músical por una sola cuerda. Tampoco se olvidó de la Medicina. Apolodoro el Computista refiere que sacrificó una hecatombe al encontrar que en un triángulo rectángulo la potestad de la línea hipotenusa es igual a la potestad de las dos que lo componen. De esto tenemos el epigrama siguiente:

Pitágoras, hallada
aquella nobilísima figura,
bueyes mató por ello en sacrificio (570).

8. Dicen que fue el primero que ejercitó a los atletas nutridos con carne, empezando por Eurímenes, como dice Favorino en el III de sus Comentarios; pues hasta entonces acostumbraban nutrirse con higos secos, queso fresco y trigo, según el mismo Favorino en su Varia Historia. Pero otros dicen que un cierto Pitágoras ungidor de atletas fue quien solía nutrirlos así, no el nuestro; pues éste estuvo tan lejos de permitir que se comiesen animales como que prohibió matarlos,juzgando que tienen el alma común a la nuestra. Esto es muy verosímil. Lo cierto es que mandó abstenerse de las cosas animadas, ejercitando y acostumbrando a los hombres a la simplicidad de manjares, a fin de que tuviesen en todo tiempo la comida aderezada y a punto, comiendo sólo cosas que no necesitaban lumbre y bebiendo agua, porque de ello dimanan la salud corporal y la agudeza del ingenio. Efectivamente, Pitágoras sólo prestó adoración al ara de Apolo-padre, que está en Delos detrás del ara córnea, por causa de que en ella sólo se ofrece trigo, cebada y hojuelas, sin fuego alguno; pero no víctimas. Así lo dice Aristóteles en su República de los delios.

9. Afirman que fue el primero que dijo que el alma, haciendo un necesario giro, pasa de unos animales a otros (571). Fue también el primero que introdujo en Grecia las medidas y pesos, como dice Aristójenes el Músico. El primero que llamó Véspero y Fósforo al mismo astro, como asegura Parménides. Fue tan admirado de cuantos lo conocían, que a sus sentencias las llamaban palabras de Dios (572). Aun él mismo escribe diciendo que después de doscientos siete años había vuelto del infierno a los hombres. Permanecían con él y a él concurrían por su doctrina los lucanos, picentes, mesapios y romanos. Pero hasta Filolao no fue conocido el dogma pitagórico. Éste fue quien publicó aquellos tan celebrados tres libros que Platón escribió que se le compraran por cien minas. No eran menos de seiscientos los discípulos que de noche concurrían a oírlo; y los que conseguían verlo, lo escribían a sus familiares, como que habían obtenido una cosa grande. Los metapontinos llaman a su casa Templo de Ceres, y Museo al paraje en que estaba, como dice Favorino en sus Varias Historias (573). Con todo eso, otros pitagóricos decían que no deben manifestarse todas las cosas a todos, como refiere Aristójenes en el libro X De las leyes eruditivas o instructivas. Así, al preguntar a Jenófilo Pitagórico cómo se instruiría bien un hijo, respondió: Siendo ciudadano de una ciudad que tenga buenas leyes.

10. Formó para Italia muchos hombres honestos y buenos, como Zaleuco y Carondas, legisladores. Era muy diestro para hacer amistades; y si sabía que alguno era partícipe de sus símbolos, luego se lo hacía compañero y amigo. Sus símbolos eran estos: No herir el fuego con la espada. No pasar por encima de la balanza. No estar sentado sobre el quénice. No comer corazón. Ayudar a llevar la carga, y no imponerla. Tener siempre cogidas las cubiertas de la cama (574). No llevar la imagen de Dios en el anillo. Borrar el vestigio de la olla en la ceniza. No estregar la silla con aceite. No mear de cara al sol. No andar fuera del camino público. No echar mano sin reflexión. No tener golondrinas bajo su mismo techo. No criar aves de uñas corvas. No mear ni caminar sobre las cortaduras de uñas y cabellos. Apartar la espada aguda. No volver a la patria quien se ausentase de ella.

11. Por no herir el fuego con la espada quería significar que no se ha de incitar la ira e indignación de los poderosos. No pasar por encima de la balanza, esto es, no traspasar la igualdad y justicia. No estar sentado sobre el quénice es tener igual cuidado de lo presente que de lo futuro, pues un quénice es el alimento para un día. Por no comer corazón expresaba que no se ha de atormentar el ánimo con angustias y dolores. Por lo de no volver el que se ausenta exhortaba a que los que han de partir de esta vida no estén desordenadamente pegados a ella, ni entregados a sus deleites. Por estos términos se explica lo restante para no detenernos más en ello.

12. Mandaba sobre todo no comer rojillo ni melanuro (575), y abstenerse también del corazón y de las habas. Aristóteles dice que también prohibía comer matriz y salmonete algunas veces. Hay quien diga que se contentaba con miel, con panal o aun con pan solo, y que no bebía vino en el día. Su comida ordinaria eran hierbas cocidas y crudas; raras veces cosa de mar. Vestía una estola blanca y limpia, y las demás vestiduras de lana también blancas, pues las telas de lino todavía no habían llegado a aquellas partes (576). Nunca fue visto en paseos (577), en cosas venéreas ni en embriagueces. Se abstenía de burlas y de toda chanza, como son dichos y motes pesados. Hallándose enojado, jamás castigaba a ningún esclavo o liberto. Al enseñar con el ejemplo lo llamaba cigüeñizar (578).

13. Usaba de las adivinaciones que se hacen por presagio y por agüero; pero muy poco de las que se hacen por fuego, excepto el incienso. Sus sacrificios eran de cosas inanimadas, aunque algunos dicen que sólo sacrificaba gallos y cabritos de leche llamados recentales, pero nunca corderos. Aristójenes dice que permitió comer de todos los animales, menos del buey de labranza y del carnero; y él mismo asegura que recibió de Temistoclea los dogmas en Delfos, según indicamos antes. Jerónimo escribe que habiendo descendido al infierno, vio el alma de Hesíodo atada a una columna de bronce, y rechinaba; y a la de Homero colgada de un árbol y cercada de culebras, por lo que había dicho de los dioses. Que eran también castigados los que no quisieron usar de sus propias mujeres (579). Por estas cosas era muy venerado de los crotoniatas. Aristipo Cireneo dice en sus libros De fisiología que Pitágoras obtuvo este nombre porque siempre decía la verdad, igual que Pitio (580).

14. Se dice que siempre estaba exhortando a sus discípulos a que cada vez que volvieran a casa dijeran:

¿Adónde fui?, ¿dónde estuve?
¿Qué cosas practiqué que no debiera?

Dicen que prohibía que se ofrecieran víctimas sangrientas, y sólo permitía que se adorasen las aras incruentas. No sufría que se jurase por Dios, pues cada uno debe por sus obras hacerse digno de crédito. También decía que deben ser reverenciados los ancianos, teniendo por más venerable lo que es primero en tiempo; así como en el cielo es mejor el orto que el ocaso; en el tiempo, el principio mejor que el fin, y en la vida es mejor la generación que la corrupción. Que en el honor se han de preferir los dioses a los semidioses, los héroes a los hombres, y a éstos los padres. Que las mutuas conversaciones han de ser tales que no se nos hagan enemigos los amigos, sino amigos los enemigos. Que nada se ha de creer propio. Que se ha de favorecer la ley y perseguir la injusticia. Que no se han de arrancar ni destruir las plantas buenas, ni hacer daño a los animales que no son nocivos. Que se ha de usar de pudor y circunspección o reverencia, no estando siempre o derramado en risa o cubierto de tristeza. Que se ha de viajar, ya sea con lentitud, o con ahínco. Que se ha de ejercitar la memoria. Que estando enojado no se ha de decir ni hacer cosa alguna. Que se ha de tener en estima toda divinación. Que se ha de usar del canto con lira. Que se han de cantar himnos a los dioses, y las debidas alabanzas de los hombres.

15. Prohibía comer habas, por razón que constando éstas de mucho aire, participan también mucho de lo animado, aunque por otra parte hagan buen estómago, y hacen leves y sin perturbaciones las cosas soñadas. Alejandro, en las Sucesiones de los filósofos, dice haber hallado en los escritos pitagóricos también las cosas siguientes: Que el principio de todas las cosas es la unidad, y que de ésta procede la dualidad, que es indefinida y depende, como materia, de la unidad que la causa. Así, la numeración proviene de la unidad y de la dualidad indefinida. De los números provienen los puntos; de éstos, las líneas; de las líneas, las figuras planas; de las figuras planas, las sólidas, y de éstas, los cuerpos sólidos, de los cuales constan los cuatro elementos, fuego, agua, tierra y aire, que trascienden y giran por todas las cosas, y de ellos se engendra el mundo animado, intelectual, esférico, que abraza en medio a la tierra, también esférica y habitada en todo su rededor.

16. Que hay antípodas, nosotros debajo y ellos encima. Que en el mundo existen por mitad la luz y la sombra, el calor y el frío, el seco y el húmedo. De éstos, cuando reina el calor es verano; cuando el frío, invierno. Que cuando estas cosas se dividen por partes iguales, son muy buenas las estaciones del año, de las cuales la que florece es la saludable primavera, y la que fenece es el enfermizo otoño. En cuanto al día, florece la aurora y fallece la tarde, por cuya razón es también más insalubre. Que e1 aire que circuye la tierra quieto o no agitado es enfermizo, y cuantas cosas hay en él son mortales. Que el aire superior se mueve siempre, es puro y sano, y cuantos moran en él son inmortales y, por tanto, divinos.

17. Que el sol, la luna y demás astros son dioses, puesto que en ellos reina el calor, que es causa de la vida. Que la luna es iluminada por el sol. Que los hombres tienen cognición con los dioses, porque el hombre participa del calor, y así Dios ejerce en nosotros su providencia. Que el hado (581) es la causa de la administración de las cosas en común y en particular. Que los rayos del sol penetran por el éter frígido y por el denso, pues ellos al aire lo llaman éter frígido, y al mar húmedo, éter denso. Que estos rayos penetran aun hasta lo profundo, y con esto dan vida a todas las cosas. Que viven todas las cosas que participan de calor, y por tanto, las plantas son animales, aunque no todas tienen alma. Que el alma es una partícula del éter, del cálido y del frígido, como partícipe que es del éter frígido. Que el alma y la vida son cosas diferentes, y que aquella es inmortal, puesto que es inmortal aquello de que ella fue formada o separada. Que los animales se engendran de sí mismos por semilla; pero la generación hecha por la tierra es insubsistente (582).

18. Que el semen es una gota o partícula del cerebro, que contiene en sí un vapor cálido. Que cuando ésta se infunde en la matriz caen del cerebro el leer, el humor y la sangre, de los cuales se forman la carne, los nervios, los huesos, los pelos y todo el cuerpo; y del vapor proceden el alma y los sentidos. Su primera formación y concreción se hace en cuarenta días, y luego, perfeccionándose por razón armónica, nace el infante a los siete, a los nueve, o lo más a los diez meses. Que tiene en sí (583) todos los principios de vida, unidos y ordenados en razón armónica, sobreviniendo cada uno en determinados tiempos.

19. Que los sentidos en general, y en especial el de la vista, son un vapor muy cálido; por eso decimos que atraviesa el aire y el agua (584), pues el cálido es rechazado por el frígido, porque si fuese frío el vapor de los ojos, se pasaría al aire semejante a sí. Por eso es que Pitágoras en algunos lugares llama a los ojos puertas del sol. Lo mismo dogmatiza acerca de los oídos y demás sentidos.

20. En tres partes divide el alma humana: en mente, en sabiduría y en ira (585), y la ira se halla también en los otros animales, pero la sabiduria (586) sólo en el hombre. Dice que el principio del alma está desde el corazón hasta el cerebro, y que la parte de ella situada en el corazón es la ira. Que la sabiduría y la mente están en el cerebro (587), y de ellas manan los sentidos como derivaciones (588). Que la parte capaz de sabiduría es inmortal; las demás, mortales. Que el alma se nutre de la sangre, y las palabras son vientos del alma. Que ésta es invisible, como las palabras, porque también el éter es invisible. Que los vínculos del alma son las venas, las arterias y los nervios; pero luego que se fortifica y queda por sí sola, sus vínculos son la razón y las operaciones. Que el alma echada a la tierra va divagando en el aire, semejante al cuerpo (589). Que Mercurio es el administrador de las almas, y por esto se llama Conductor (590), Portero y Terrestre, a causa de que saca las almas de los cuerpos, de la tierra y del mar; las puras las conduce a lo alto; pero a las impuras ni siquiera se acerca él, ni ellas entre sí, sino que las atan las Furias con vínculos firmísimos e indisolubles. Que todo el aire está lleno de almas creídas semidioses (591) y héroes, las cuales causan los sueños a los hombres, y las señales de enfermedad y salud. No sólo a los hombres, sino también a las ovejas y demás ganado. Que a éstas se dirigen las purificaciones y sacrificios expiativos, todas las adivinaciones, los vaticinios y cosas semejantes.

21. Dice que lo mayor que tiene el hombre es que el alma induce al bien o al mal; que es feliz el hombre a quien le toca un alma buena, y que ésta nunca está quieta, ni tiene siempre un mismo curso. Que lo justo tiene fuerza de juramento (592), y por lo mismo Júpiter se llama Juramento. Que la virtud es annonía, lo es la salud, lo es toda cosa buena, lo es también Dios, y todas las cosas existen por la armonía. Que la amistad es una igualdad armónica. Que los honores deben darse a los dioses y héroes; mas no honores iguales, pues a los dioses se han de dar siempre con loores, con vestiduras blancas y con pureza; pero a los héroes, desde el mediodía en adelante. Que esta pureza se adquiere por medio de expiaciones, lavatorio s y aspersiones; evitando los funerales, la cama y toda cosa sucia, y absteniéndose de comer carnes mortecinas, salmonetes, melanuros, huevos y animales nacidos de huevos, habas y demás cosas que prohíben los que dirigen ritos y sacrificios en los templos.

22. Aristóteles dice en el libro De las habas que Pitágoras mandó abstenerse de las habas o porque semejan a las partes pudendas o a las puertas infernales (pues carecen de nudos) (593), o porque corrompen; o porque se parecen a la naturaleza del universo (594), o porque sirven en el gobierno oligárquico eligiendo por medio de ellas. Dice Pitágoras que no se recojan las cosas caídas (595), a fin de acostumbrarse a no comer sin templanza y parsimonia. Aristófanes dice que las cosas que caen son para los héroes, escribiendo así en sus Héroes:

No comáis lo que cae de la mesa.

Que debemos abstenemos de gallo blanco, por estar consagrado a Júpiter (y el color blanco es propio de los buenos) y a la luna, y además señala las horas. Que no se coman los peces sacros, pues no conviene dar una misma comida a los dioses y a los hombres, como ni a los libres y a los esclavos. Que la cosa blanca es de la naturaleza de lo bueno; la negra, de la naturaleza de lo malo.

23. Que no se debe romper el pan, pues antiguamente concurrían en uno los amigos a comerlo, como ahora los bárbaros (596), y no se ha de dividir aquello que une y congrega a los amigos. Algunos lo entienden del juicio del infierno (597); otros, de que en la guerra causa miedo (598), y otros, de que por éste comienza todo. Que de las figuras sólidas la esfera es la más hermosa; de las planas, el círculo. Que la senectud y lo que está sujeto a disminución son semejantes; y lo mismo es lo que recibe incremento y de la juventud. Que la sanidad es la perseverancia de la belleza y aspecto; y la enfennedad, la corrupción o pérdida de ellos. De la sal decía que conviene ponerla en las cosas, porque hace acordar de la justicia, pues conserva cuanto ocupa y penetra, y se hace de cosas purísimas, como son agua y mar.

24. Hasta aquí lo que Alejandro dice haber hallado en los Comentarios pitagóricos y unido a ello lo que dice Aristóteles. En cuanto a la gravedad y modestia de Pitágoras, ni aun Timón, que en sus Sátiras procura criticarlo, la omitió, pues habla de esta manera:

Pitágoras la magia abandonando,
al dogma se transfiere,
y deleita a los hombres
con sus discursos sólidos y graves.

Que Pitágoras fue varias personas en diversos tiempos lo testifica Jenófanes en la elegía que empieza:

Mudo de asunto y el camino enseño, etc.

Lo que de él dice es:

Hallándose presente
cierta vez que a un perrito castigaban,
se refiere que dijo:
Cesa de apalearlo, que es el alma
de un amigo; en el eco lo conozco
.

Esto dice Jenófanes. También lo burla Cratino en sus Pitagorizusa; en sus Tarentinos habla así:

Cuando algún idiota viene a ellos,
para experimentarlo,
acostumbran turbarlo y confundirlo
a fuerza de argumentos, objeciones,
falacias, traslaciones, paridades,
y extraordinarias cosas,
con sutileza grande y maestría.

Mnesíaco, dice en su Alcmeón:

Como los pitagóricos a Apolo,
así sacrificamos,
sin comer cosa alguna que alma tenga.

Y Aristófanes, en su Pitagorista:

-Y decía que habiendo descendido
al congreso de aquella
mansión de los que habitan allá abajo,
gente de toda clase visto había.
Pero muy diferentes
de los otros difuntos
que son los pitagóricos, contaba;
pues comen con Platón por religiosos.
-Ese dios debe de ser afable y llano,
pues gusta del comercio
con huéspedes tan llenos de basura.

Y en el mismo drama:

... Y solamente comen
hierbas, y beben agua encima de ellas.
Mas los piojos, del palio la sordicie,
y la asquerosidad de sus personas,
no la podrá sufrir joven alguno.

25. Pitágoras murió en esta forma: Estando sentado con sus amigos en casa de Milón, sucedió que uno de los que no había querido admitir consigo prendió fuego a la casa por envidia. Pero algunos dicen que lo ejecutaron los mismos crotoniatas, temerosos de que les pusiera gobierno tiránico. Que habiendo Pitágoras escapado del incendio, se metió en un campo de habas, y se paró allí diciendo: Mejor es ser atrapado que pisar estas habas, y Mejor es ser muerto que hablar. Con esto descubrió la garganta a los que lo seguían. Así que fueron muertos muchos de sus discípulos, hasta en número de cuarenta, y huyeron otros pocos, de cuyo número fueron Arquitas, Tarentino y Lisis, antes nombrado. Dicearco escribe que Pitágoras murió fugitivo en el templo de las Musas que hay en Metaponto, habiendo permanecido allí sin comer cuarenta días. Pero Heráclides, en el Epítome de las vidas de Sátiro, dice que Pitágoras, después de haber dado sepultura en Delos a Ferecides, regresó a Italia, y como hallase un gran convite en casa de Milón Crotoniata, partió a Metaponto; y que no queriendo ya vivir más, murió allí privándose de la comida.

26. Hermipo dice que, estando en guerra agrigentinos y siracusanos, salió Pitágoras con sus discípulos y seguidores en favor de los agrigentinos; y que derrotados éstos, iba girando junto a un campo de habas, donde lo mataron los siracusanos. Los demás hasta treinta y cinco fueron quemados en Taranto, queriendo oponerse a los primeros ciudadanos en el gobierno de la República. Otra cosa dice también de Pitágoras Hermipo, y es: Que pasado a Italia, se hizo una habitación subterránea y mandó a su madre que anotase por escrito cuanto sucedía, señalando también el tiempo; luego entró en el subterráneo, y su madre le daba escritas cuantas cosas acaecían fuera, Que pasado tiempo, salió Pitágoras flaco y macilento, y congregando personas, dijo que volvía del infierno, y les iba contando las cosas acontecidas. Que los oyentes, conmovidos de lo que había dicho, prorrumpieron en lágrimas y lamentos, y creyeron en Pitágoras algo divino, de manera que le entregaron sus mujeres para que aprendiesen sus preceptos; de donde vino que fueron llamadas Pitagóricas. Hasta aquí lo que escribió Hermipo.

27. La mujer de Pitágoras se llamaba Teano, hija de Brontino Crotoniata; aunque algunos la suponen mujer de Brontino y discípula de Pitágoras. Tenía también una hija llamada Damo, como dice Lisis en la Epístola a Hiparco, hablando de Pitágoras en esta forma: Dicen muchos que tú filosofas popularmente, lo cual lo tenía Pitágoras por cosa impropia e indigna; el cual, encargando a su hija Damo sus Comentarios, mandó que a nadie de fuera de casa los confiase; y ella, pudiendo venderlos por mucho dinero, no quiso, teniendo por más preciosa que el oro la pobreza junta con los preceptos de su padre, y esto siendo mujer.

28. También tuvo un hijo llamado Telauges, que sucedió a su padre, y según algunos, fue maestro de Empédocles. Hipoboto refiere que Empédocles dijo a Telauges: Ilustre hijo de Teano y de Pitágoras. Ningún escrito dejó Telauges; pero quedan algunos de su madre, Teano. Dicen que al preguntar a ésta cuándo está la mujer limpia de hombre, respondió: Del propio, aun estando con él; del ajeno, nunca. A la mujer que había de dormir con su marido la amonestaba a que con los vestidos dejase también el empacho, y en levantándose lo volviese a tomar junto con ellos. Al preguntarle entonces qué cosas eran éstas, respondió: Aquellas por las cuales me llamo mujer.

29. Pitágoras, finalmente, como escribe Heráclides, hijo de Serapión, murió octogenario, según la división de edades que él tenía hecha; pero según otros, murió a los noventa años de edad. Hay unos epigramas míos para él, que son los siguientes:

No sólo tú, Pitágoras, dejaste
de comer de las cosas animadas,
sino que todos también nos abstenemos.
¿Quién hay, di, que devore cosas vivas?
Cuando ya están asadas o cocidas,
y aun salpimentadas,
entonces, ya sin alma, las comemos.

Y este otro:

Era, cierto, Pitágoras tal sabio,
que para sí las carnes no tocaba,
diciendo no era justo.
Pero admira las diese francamente
que las comiesen otros;
pues si él injusto no era,
que los otros lo fuesen permitía.

Además este otro:

Si conocer deseas el juicio
de Pitágoras, mira atentamente
del escudo de Euforia el claro centro.
El decía: Fui un tiempo
este mismo mortal que antes no era
.
Así, que eternamente
Soy éste, éste no soy, iba diciendo.

Y otros sobre su muerte:

Pitágoras, ¡ay, ay!, ¿por qué obsequioso
respetaste las habas?
Él, en suma, murió con sus secuaces.
Había un campo de habas; se detuvo
fuera, por no pisarlas,
y los agrigentinos
en un trivo la vida le quitaron.

Floreció en la Olimpiada LX; y su escuela duró hasta diecinueve generaciones o sucesiones. Los últimos pitagóricos fueron Jenófilo Caldiciense de Tracia, Fanto Fliasio, Equecrates, Diocles y Polimnesto, también fliasios, a quienes alcanzó Aristójenes, puesto que eran discípulos de Filolao y de Eurito, tarentinos.

30. Hubo cuatro Pitágoras contemporáneos, no muy distintos entre sí. Uno fue crotoniata, hombre tiránico. Otro, fliasio, ejercitador de atletas, o bien ungidor de éstos, como opinan algunos. El tercero, zacintio, del cual son los Arcanos filosóficos, y que fue maestro de ellos; de donde vino el proverbio: Él lo dijo. Hay quien dice que hubo otro Pitágoras Regino, escultor, el cual parece que fue el primero que halló la euritmia (599) y simetría conjeturando y discurriendo. Otro, también escultor, samio; otro, orador malo; y otro, médico, que escribió De los tumores, y compuso algo acerca de Homero; y otro, finalmente, que escribió en dialecto dórico, como refiere Dionisio. Eratóstenes dice (según escribe Favorino en su Historia varia, libro VIII)(600) que éste (601) fue el primero que en la Olimpiada XLVIII se mostró como un púgil muy diestro, llevando todavía cabellera y clámide purpúrea; pues habiendo sido arrojado así de la escuela de los muchachos por escarnio y burla, se fue luego a buscar a los hombres luchadores y los venció. Hay para éste un epigrama muy sencillo que compuso Teeteto, y dice así:

Si a Pitágoras Samio, oh peregrino,
conociste de oídas,
púgil noble, y criado, yo soy ese
Pitágoras que digo. Si mis hechos
a alguno preguntares,
dirás te cuenta muchas cosas increíbles.

31. Favorino dice que, habiendo Pitágoras usado de las definiciones tomadas de las materias matemáticas, usó mucho más esto mismo Sócrates y los de su secta, y después de éstos Aristóteles y los estoicos. Que fue el primero que llamó mundo al cielo y redonda (602) a la tierra. Pero Teofrasto lo atribuye a Parménides, y Zenón a Hesíodo. Dice que un tal Cidón le contradijo, como Antídoco a Sócrates.

32. Del Pitágoras atleta corría también el epigrama siguiente:

Este púgil imberbe
que a las luchas olímpicas se vino
de los juegos pueriles, es el samio
Pitágoras e hijo de Crateo.

De nuestro filósofo tenemos esta carta:


PITÁGORAS A ANAXIMENES

Si tú, oh varón grande, no excedieras a Pitágoras en nacimiento y gloria, sin duda hubieras ya dejado a Mileto para venirte a mí; pero te lo prohíbe el esplendor de tu casa. Aun a mí me contuviera si me pareciera a Anaximenes. Vosotros, que soléis abandonar las ciudades por causa de sueños, si lo hacéis así perderán el ornamento y les será más inminente el daño por parte de los medos. No es bueno estar siempre discurriendo de los astros; importa más tomarse cuidado de la patria. Aun yo no siempre estoy en mis lucubraciones; también ando entre las guerras que mutuamente se hacen los italianos.

33. Y ya que hemos tratado de Pitágoras, hablemos ahora de los más célebres pitagóricos. Después de éstos se tratará de aquellos de quienes algunos escriben en común, o sea esparcidamente; y por último añadiremos después la serie y sucesión de los más dignos y memorables hasta Epicuro, como dijimos antes. De Teano y Telauges ya trataremos; hablemos ahora primero de Empédocles, puesto que, según algunos, fue discípulo de Pitágoras.


Notas

(566) Véase la nota 344.

(567) Acaso era sacerdotisa de Apolo. El texto tiene: De Temistoclea, su hermana; pero es más probable la opinión de Aldobrandini, Menagio y otros. A la que fue sacerdotisa en Delfos suelen llamar aristoclea.

(568) Observaciones o especulaciones.

(569) Que Eurípides repitió en su Orestes, verso 735.

(570) Vitrubio, lib. IX, cap. 11. Algunos lo atribuyen a Tales Milesio. Véase la nota 16.

(571) Pero Herodoto, en su Euterpe, dice que ésta era ya opinión más antigua entre los egipcios, adoptada después por algunos griegos.

(572) La interpretación que da Mer Casaubón de la mente de Laercio es: Era tan admirado, que sus principales dichos y sentencias eran tenidos por oráculos y palabras divinas.

(573) En otros lugares cita Laercio esta misma obra en singular.

(574) Stromata pueden también ser los vestidos.

(575) Al primero literalmente corresponde rojillo; y al segundo, cola negra. El rojillo podría ser el salmonete, bien conocido de todos; pero no me persuado de ello, porque lo nombra más adelante por su propio nombre. De ambos trata Plinio, lib. XI, cap. XVI, y lib. XXXIII, cap. XI.

(576) Pero Yámblico, en la Vida de Pitágoras, lo niega abiertamente.

(577) Las versiones ponen: nunca fue visto en glotonerías o excesos de comida. Pienso que esta voz significa divagar de un lugar a otro.

(578) Es sabida la instrucción que las cigüeñas dan con el ejemplo a sus cigoñinos.

(579) Si Pitágoras había visto aquellas almas en el infierno, ¿cómo pudo después enseñar la transmigración de ellas de un cuerpo a otro, como se le atribuye? Ello es que algunos dijeron que la transmigración pitagórica se hacía volviendo las almas de los Campos Elíseos, cumplido al tiempo de su demora.

(580) Apolo.

(581) Puede ser también la providencia de Dios o los decretos divinos.

(582) Fueron algunos de opinión que la Tierra produjo los hombres en el principio del mundo, y que aquellos produjeron a los demás por generación. Pitágoras dice aquí que la Tierra no pudo producir hombres, y tacha de insubsistente tal opinión.

(583) El esperma.

(584) Porque, según los pitagóricos, el aire y el agua son cálidos.

(585) Thumon es la ira incipiente.

(586) Porque los pitagóricos entienden el conocimiento ordinario e instinto.

(587) El entendimiento y racionalidad.

(588) Como gotas.

(589) No explica si cuando es criada o cuando separada del cuerpo; parece muy probable lo segundo, por lo que luego dice Mercurio.

(590) Pomparum ductorem, seu coactorem. Mercurio era entre los gentiles quien llevaba las almas a la barca de Aqueronte.

(591) Vocablo griego que no podemos reproducir.

(592) Pudiera traducirse: foedus pactumve justum esse, ideo que Jovem Foedus appellari.

(593) El tallo de las habas no tiene nudos, aunque Teofrasto dice que sí. Las hace por esto semejantes a las puertas infernales, pues del infierno no hay regreso, por más que las rodillas, hagan su oficio, esto es, por más que se interpongan ruegos. Mer. Casaubón.

(594) En la fecundidad, como dice Luciano.

(595) Suidas añade de la mesa, que Laercio omite aquí, aunque luego la pone en el verso de Aristófanes. También la pone Ateneo, lib. X.

(596) Lilio Giraldo, en la Exposición de los símbolos de Pitágoras, pretende que las palabras pues antiguamente concurrían en uno los amigos a comerlo, como ahora los bárbaros, son de Laercio, y que por bárbaros entendió los cristianos, los cuales se congregaban ad frangendum et manducandum celestem et sanciissimum panem, como leemos en los Actos de los Apóstoles, cap. II, y en San Pablo, I ad Corint. Aldobrandini y Menagio no se conforman con Giraldo, por razón que ningún escritor, por más enemigo que haya sido de los cristianos, los ha llamado nunca bárbaros, como que eran en mayor parte griegos y romanos.

(597) ¿Será porque la fracción del pan simboliza un juicio injusto?

(598) Acaso porque indica escasez de pan.

(599) Parece que por ritmo quiso entender enritmia, que yo interpreto gracia en las estatuas.

(600) La edición de Estéfano en la versión latina añade libro octavo, como la común.

(601) Hunc, etc. Menagio trae algunas razones de sospechar que aquí puede entenderse nuestro filósofo, puesto que algún tiempo anduvo con el pelo largo; y fue también atleta; pero es más probable que fue otro Pitágoras también saurio.

(602) Puede también significar cilíndrica.

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