Índice de Psicología del socialista-anarquista por A. HamonCapítulo V: Del altruismo y de la sensibilidadCapítulo VII: Del sentido de la lógicaBiblioteca Virtual Antorcha

CAPÍTULO VI

Del sentimiento de justicia

Dejad decir, dejaos vituperar, condenar, encarcelar, ahorcar, pero publicad siempre vuestro pensamiento.
Pablo Luis Courier.

El hombre no concibe lo inconcebible: la Justicia absoluta; pero posee en su mentalidad un sentimiento de justicia. Procede de tan lejos este sentimiento, que parece innato, pero en realidad se ha ido formando gradualmente bajo los esfuerzos sucesivos de millares de años. El instinto de conservación, o amor al yo, y la sociabilidad han generado en los humanos la tendencia a compararse con los demás, y esta comparación ha engendrado el sentimiento de justicia.

Durante el transcurso de los millares de años pasados, bajo las influencias educativas de las religiones y de las filosofías, de los climas y de las costumbres, este sentimiento de justicia se ha acrecentado insensiblemente. La noción de justicia se ha ido precisando gradualmente, y gradualmente el ideal de justicia que cada individuo se forja, se eleva más cada día. Cuanto más se alarga el círculo de los conocimientos, más clara se va presentando la antes vaga noción de justicia. La humanidad está aún muy lejos de tener un ideal preciso, una idea neta, aunque su concepción de la justicia sea menos confusa que en los tiempos lejanos en que balbuceaba las primeras palabras. Tiende siempre hacia la concepción y la realización de la justicia absoluta, y sin duda no podrá jamás alcanzar esta elevada cima.

Así, pues, en todos los seres humanos existe el sentimiento de justicia, pero en grados de desarrollo diversos. Y esto se comprende fácilmente. En efecto, algunos, en la consideración de los fenómenos sociales, introducen la noción de justicia, mientras que otros no, mostrando de este modo la ausencia, aparente, del sentimiento de justicia anulado bajo el atrofiante crecimiento de otros caracteres psíquicos.

Cuando el fenómeno social concuerda con el ideal de justicia imaginado, entonces place al individuo y lo declara justo. Si el fenómeno social no concuerda con este ideal de justicia, choca en el ser humano y lo declara injusto.

Cuanto más desarrolladas están en el hombre el amor al yo y el amor a los demás; cuanto más goza el hombre de una sensibilidad exquisita, más impulsado se ve a comparar la suerte de los unos y de los otros. Cuanto más observa, más los fenómenos sociales le parecen choques permanentes de su sensibilidad aguda, lesiones del ideal de justicia por él concebido.

Proletarios y propietarios, ricos y pobres, están en contacto y comparados. Las diferenciaciones sociales, las similitudes físicas y fisiológicas se perciben y acrecientan bajo la influencia de la exacerbación del altruismo y de la sensibilidad. Estos fenómenos sociales comparados hieren el ideal de justicia del ser o concuerdan con él, según la naturaleza de los fenómenos y el concepto individual del que los percibe. Cuanto más sensible, altruista, observador, es el individuo, mayor es su sentimiento de justicia, aun permaneciendo a menudo en estado vago.

El socialista-anarquista es un rebelde, es decir, que posee la tendencia al examen y a la crítica; es un individualista y un altruista; tiene, pues, tendencia a comparar su suerte con la de los demás, a comparar el destino de los desgraciados, de los pobres, con el destino de los felices, de los ricos, y como es sensible, sufre, por consiguiente, con el sufrimiento de los demás y su altruismo tiende a hacerle odiar a los que hacen sufrir a los otros. En los socialistas-anarquistas todos estos caracteres psíquicos están exasperados, o por lo menos, en un grado de desarrollo mayor que en los demás hombres.

De la existencia, en la mentalidad filosófica de los socialistas-anarquistas, de los caracteres predeterminados en la demostración precedente, resulta que podemos racionalmente decir que en la mentalidad del socialista-anarquista existe, hiperexcitada muchas veces, muy desarrollada siempre -algo más que en el término medio de los hombres-, la característica sentimiento de justicia.

Esta conclusión, a la que nos conduce el método racional, está confirmada por el análisis de las respuestas solicitadas.

La compulsión de los anales antiguos me ha enseñado que de todos los numerosos sistemas de gobierno ensayados a través de las edades, no hay siquiera uno que no haya sido fuente de desórdenes y de abusos, traba a la marcha del progreso y negación de la justicia... Soy comunista porque considero que sólo hay dos clases de riquezas y que ninguna de las dos puede ser legítimamente apropiada; las riquezas naturales y los productos del trabajo humano. ¿Quién podrá, pues, reivindicar razonablemente para él solo, para su uso personal, excluyendo a los demás, las riquezas naturales, por ejemplo, la tierra? ¿Acaso estos tesoros gratuitos no nos pertenecen a todos con igual derecho? ¿Es que cada uno de nosotros no tiene sobre estos tesoros un derecho igual, como lo tiene para el aire que respiramos? Y tocante los productos del trabajo humano efectuado por el esfuerzo acumulado de las generaciones pasadas y contemporáneas, ¿acaso no son colectivos en sus orígenes, lo que demuestra necesariamente un destino social igual?...(T. D. M. 28.)

La idea libertaria tenía para mí un mayor atractivo porque encarnaba el principio de armonía social en la libertad, la justicia, el amor... Además, sentía horror por las injusticias y a veces maldecía del poder absoluto de los padres... Mi carácter se distinguía entonces, en medio de la niebla educativa, por su lealtad casi brutal, por el amor a la justicia... ¿Por qué existían pródigos y hambrientos, ricos insolentes y sórdidos miserables? La hipocresía era mi pesadilla... (Andrés Veidaux.)

...desde la infancia que me chocaban las injusticias. Un día, un juez de paz arrestó a un campesino durante la noche, en su casa y violentamente, bajo el pretexto de que había insultado a un magistrado. Yo había asistido a la escena y estaba seguro de que el campesino no había injuriado en modo alguno al magistrado. Fuí llamado a testimoniar ante el tribunal y en su acusación el fiscal dijo que yo había mentido desvergonzadamente. Esto me indignó, no podía concebir tamaña injusticia, y tanto me impresionó, que desde aquella época principié a sentir desprecio por la magistratura, desprecio robustecido por todo lo que después he ido viendo... (Doctor H. 6.)

¿Por qué hay niños tan ricamente vestidos y acariciados, mientras otros van andrajosos y miserables? ¿Por qué es arrogante el rico? ¿Por qué tan duros los amos? ¿Por qué, en fin, este antagonismo, esta ruda guerra constante que hallamos en todas partes? ¿Cómo es que los que más trabajan en los más duros y degradantes trabajos son los más despreciados y los más despreciables? ¿Por qué tantas humillaciones para obtener un poco de aplastante trabajo?... (K. 11.)

Un médico que conocí, antiguo condenado de La Commune, y un profesor, antiguo discípulo de la escuela de Atenas, me enseñaron en sus conversaciones a querer el socialismo; un socialismo muy vago, es verdad, pero que satisfacía mi impreciso deseo de justicia... (O. 7.)

Aprendí a considerar mi situación de explotado, no como el resultado de una ley natural, contra la cual debemos resignarnos, sino como la consecuencia de una organización social donde los fuertes dominan a los débiles, donde la justicia no existe... (S. 1.)

Por qué soy anarquista y continuaré siéndolo? Porque las necesidades físicas son idénticas para todos los hombres, porque es inicuo concebir la explotación del hombre por el hombre... (P. 10.)

Si interrogo mis sentimientos, mi rectitud de juicio me responde: Debes rechazar todo lo que es injusto, cruel y bestial; debes, al contrario, esforzarte en amar tanto cuanto puedas lo que, desde el punto de vista de nuestra pobre humanidad, debe ser para tí lo bello y lo justo... Siendo estas ideas libertarias las que más se acercan a lo que yo creo es lo justo y lo bello, soy libertario, con la sola restricción que si surgiese una idea más justa y más bella en el genio humano, iría hacia ella como vine a la anarquía... (A. 15.)

Allí he comprobado y he odiado con todas mis fuerzas de niño esta ley de imitación que vuelve malos y repugnantes de estupidez, de bajeza y de crueldad a estos pequeños seres, por el único motivo que se encuentran reunidos y que cada uno regula su conducta por la de los demás. Allí he visto también el malhadado envilecimiento de los débiles ante los fuertes, la depravación moral impuesta por el medio, ayudándote para más aplastar al que rehusaba someterse, o bien dejándole sin otra defensa material y moral que la represión pura y simple de la irrisoria estaca y de los lamentables castigos... (Mauricio Pujo.)

Deseé y ví aparecer con placer libros del género de los de Descaves, Darien, etc., y estoy seguro que por otros, tanto como por mí, fueron considerados como el principio de una obra de justicia impacientemente esperada... (B. 2.)

Después, amigo mío, he vivido, he visto en torno mío sufrir a los miserables; he conocido la lucha feroz del capital y del proletariado, he tocado con el dedo las mil y una injusticias sociales, y como todos nosotros, me he preguntado si esto no tendría un término. He creído que no... Son estas convicciones, lenta y abstractamente elaboradas, que me han vuelto anarquista, mejor que el espectáculo de la basura cotidiana, aunque este espectáculo haya contribuido a persuadirme de la excelencia de mis opiniones... (Bernard Lazare.)

Estimaba injustos los sufrimientos que yo soportaba... yo era honrado, sólo pedía que me dejaran trabajar, y por poco me muero de hambre. Un día recogí en el arroyo el resto de la sopa que un viejo, que la había obtenido en la puerta del cuartel, había arrojado después de haber comido. Todo esto me chocaba, me irritaba. No era justo, no debía ser así. Entonces... (D. 3.)

Considero la anarquía como el ideal de una humanidad... guiada no por sensaciones y sentimientos, sin por ideas, teniendo por divisa de solidaridad: Haz a los demás lo que quisieras te hicieran a tí mismo. Viviendo, en fin, según la ley de la naturaleza, la única que intelectualmente podemos reconocer... (A. Retté.)

Una vez penetrado de la imposibilidad de poder cambiar lo existente, desde el momento que se erige en principio la conservación del sistema basado en la propiedad individual, y reconociendo, por otra parte, que los desheredados estaban en su derecho rehusando vivir por más tiempo ésta su vida casi animal, fuí poco a poco renunciando al comunismo autoritario, que ha tomado el nombre de colectivismo... (Séverin L.)

Motivos que me han conducido a la anarquía... 3°. Los sufrimientos de unos, 4°. Las canalladas de otros. 10°. Las leyes fisiológicas (derechos de estómago, de cerebro, de ojos, etc.). (J. 5.)

El comunismo-anarquista es la negación del gobierno de ... la explotación del hombre por el hombre... ¿Por qué hay tantas desnudeces y miserias en todas partes? ¿Por qué nuestro actual sistema de producción está establecido para que algunos se enriquezcan? Por otra parte, el comunismo significa, en lugar de producción para beneficio, producción para uso y consumo; lo que puede existir en cantidad suficiente para todos, nadie se lo disputa. La tierra puede proveernos suficientemente de alimentos y de materias primas; los obreros industriales y agrícolas pueden producir para las necesidades de todos... (A. Bird.)

Además, los anarquistas han reconocido que la historia real es la historia de las tendencias y que estas tendencias han seguido siempre la dirección de alguna especie de ideal de justicia... Además creemos que no habrá reposo ni contento mientras el último vestigio de privilegio, de cualquier clase que sea, no haya desaparecido de la faz de la tierra... (Enrique Campbell.)

Porque creo que ningún estado de sociedad fuera del comunismo-anárquico puede llegar a una ... justa y humana conclusión... De ahí mi creencia que el anarquismo es el único medio por el cual el pueblo puede esperar... y el justo medio por el cual... (D. K. C. M. 17.)

Atribuyo todos los males que sufre la sociedad a la guerra de intereses que proviene de la ignorancia del hombre y que ha convertido a una clase en la presa de otra que la explota y, por consiguiente, la domina. Después de haber reflexionado sobre el particular durante mucho tiempo, he llegado a la conclusión que el gobierno tal como pueda existir no es una institución que trabaje por el bien del pueblo, sino el medio por el cual los gobernantes o la clase de que forman parte mantienen sus particulares intereses contra aquellos para los cuales fabrican las leyes... (G. R. 22.)

Hay demasiada miseria y pobreza entre los millones de trabajadores. Demasiado lujo e indolencia en las clases aristocráticas y capitalistas... (William Reckie.)

Ningún gobierno tiene derecho a monopolizar toda la tierra y la materia prima, aun cuando fuese el pueblo entero menos uno. El pueblo entero tiene derecho a lo que tiene que usar, pero el hombre únicamente tiene derecho a lo que a él puede servirle... (Jorge Robertson.)

La libertad es tan esencial al bienestar y al progreso de la humanidad, que sin ella ningún verdadero y justo estado de sociedad puede existir... Soy un anarquista-comunista y continuaré... a agitar... para esta causa que creo es la única causa de la humanidad, la causa de la verdad y de la justicia... (O. P. Smith.)

Porque toda mi vida he sufrido socialmente de un accidente de nacimiento a causa de las supersticiones y de la hipocresía que reina en las comarcas cristianas; y también he sufrido vivamente por la malhadada desigualdad de los sexos como también por la falsa moralidad... (H. 12.)

4°. La sociedad está podrida. Las hijas de los trabajadores se ven empujadas por las torturas del hambre a vender su virtud al hombre rico que les da un poco del oro que ha robado a sus padres. Los hijos corrompidos por los infames licenciosos vénse constreñidos a los vicios contra natura. Nuestras cárceles están llenas de los llamados criminales que las injusticias sociales han producido. Los workhouses están llenos de despojos humanos que se mueren lentamente. Los que crean las riquezas mueren de necesidades y perecen de miseria social en el arroyo, frente a las iglesias en que los embusteros reciben mil libras anuales para cantar bien aventurados los pobres y para civilizar a los paganos con botellas de ron. El matrimonio es tan sólo una prostitución legalizada. El parlamento es un nido de piratas, compuesto de capitalistas ladrones, engaña obreros... (T. W. B. Turner.)

Soy el hijo de un obrero educado en la idea del temor de Dios y a la edad de diez años víme obligado para vivir, a trabajar en una alfarería por la magnífica suma de cinco chelines por semana. Conocí la lucha que mi familia sostuvo para mantener el lobo a la puerta (propietario). Al ver a menudo a mi madre pagar el alquiler con el dinero de que tanta necesidad teníamos para comer, principié a reflexionar que un estado tal de cosas era injusto, que la clase que produce todas las riquezas se viera reducida a vivir en la miseria... (F. W. 8.)

... Todo gobierno debe ser reemplazado por una organización social... basada en la igualdad de todos... (J. C. Kenworthy.)

Afirmo mi derecho a poseer medios de vida más nobles... mi derecho a los medios y oportunidades para la más alta cultura física, mental y moral... Únicamente en el anarquismo puedo ver el fin de las distinciones de clase... (N. W. 19.)

Siendo entonces la producción una función social, el goce debe serlo también, pues que éste es la necesaria correlación de la producción... Creo que sea cual fuere la forma de los gobiernos, todos... gastan sus fuerzas en proteger y perpetuar los artificiales derechos de propiedad que ellos mismos han erigido. Creo que si la sociedad se viese libre de la tiranía de las leyes... resultaría inmediatamente una repartición de la riqueza social la base de una igualdad práctica... (W. H. Van Ornum.)

Miro el anarquismo como... el total de la felicidad, de bienestar y de armonía en la humanidad. Qué cosa más noble pensar que ningún ser humano tendría el derecho o privilegio de matar... o de explotar a sus semejantes... (C. H. 13.)

Las obras de Multatuli desarrollaron en mí el deseo de modificar el estado social que consideré injusto. Y he ahí... (J. Methofer.)

No tengo necesidad de añadir que me he desembarazado de mi famoso sueño de gloria, y que sólo hay en mí una sed inmensa de justicia y de libertad para todos aquellos que han sufrido y sufren como yo... (E. D. H. 25.)

Naturaleza impresionable y sedienta de justicia, vi que el número de los que eran víctimas de la sociedad era inmenso... (A. Nicolet.)

Hijo de padres pobres, fuí colocado desde muy temprano en casa de burgueses inmensamente ricos de la ciudad de Spa. En esta casa, donde el derroche más inaudito no tenía límites, mi servicio consistía en hacer los quehaceres interiores, y pude comprobar todos los días por mí mismo la suculencia de los manjares destinados a estos seres inútiles e improductivos. Pero no estando aún en la edad de la reflexión, miraba este estado de cosas e iniquidades con la mayor indiferencia... (Carlos Hansenne.)

Considero esta fórmula social (comunista-anarquista) como la única capaz de producir una era de verdadera justicia y de perfecta libertad... La propiedad es, y no puede dejar de ser, un robo, robo astuto o robo con violencia, pero robo de todos modos... La propiedad no puede justificarse. Ante la prescripción legal la prescripción humana deja de existir. No es seguramente el número de años transcurridos lo que legitima la posesión del producto de un robo. Mis ideas anarquistas encuentran su germen en la desigualdad de las condiciones sociales... (Lidée.)

El régimen comunista es el mejor para... una sociedad... como la deseada por todos los que sufren a causa del malestar y de las injusticias de esta sociedad corrupta; como también por los que no sufren tanto como nosotros los desheredados... (Francisco Freixas.)

Yo, amante de acelerar siquiera un minuto el reino de la justicia en el mundo, respondo a las preguntas del señor Hamon... (Ignacio Jaquetti.)

Creo que el comunismo anarquista acabará con la explotación del hombre por el hombre y con todas las injusticias y las infamias sociales y establecerá la fraternidad social... Cuando conocí las ideas comunistas-anarquistas las comparé con los demás sistemas, las analicé, y me convencí que constituían la solución más justa de la cuestión social... (Mariano Lafarga.)

Encontré injusto que nosotros tengamos que ser desgraciados, mientras otros derrochan en orgías lo que a nosotros nos falta para vivir... Cuando la burguesía asesinó a siete de nuestros compañeros de Jerez, en 1885, volvíme más activo en la propaganda, porque me indignó la injusticia que habían cometido y las persecuciones de que se nos hizo víctimas... (Juan F. Lamela.)

1°. Porque estoy completamente convencido que el comunismo anarquista es el sistema económico más justo y el más racional, ya que es el que mejor se adapta a las leyes sublimes e irrevocables de la naturaleza. 2°. Educado en la pobre y rutinaria instrucción que puede recibir el hijo del obrero en esta inmunda sociedad basada en el privilegio, germen de la más refinada injusticia... (J. E. Martí.)

El pueblo tiene hambre de justicia, de igualdad, de amor, de libertad... (Joaquín Luis Olbes.)

Inducióme a la reflexión un sentimiento desinteresado de justicia que es natural en el hombre y que fue herido por la presente injusticia, sentimiento que se exalta con los obstáculos que encuentra... (C. Oller.)

Soy anarquista porque estoy firmemente convencido que la anarquía es lo más justo que se conoce... Solamente en ella veo garantías... la justicia... la verdad... (Palmiro.)

Soy anarquista porque creo que la anarquía es la fiel interpretación científica, moral y justa de las leyes universales, que lo mismo rigen los mundos que los seres... Las nociones de justicia que el hombre lleva en sí, están en abierta contradicción con la manera de ser actual, comparada con las afirmaciones que resultan del estudio científico de la naturaleza... El sentimiento de justicia... Leyendo algo de lo que se ha escrito asimilé lo que encontré conforme con mis nociones de justicia y que en el hombre pueden ser anuladas o solamente desfiguradas por una falsa educación, un ambiente malsano o un convencionalismo interesado... (José Prat.)

No puedo reconocer como justa y legítima una sociedad que no esté basada en el comunismo, en el cual el interés de cada uno es el interés de todos y en el que cada uno produce lo que puede y consume lo que necesita... Gracias a los medios que produce la instrucción, la locomoción y la navegación, si la tierra fuese patrimonio común, el amor y los placeres serían comunes; y una sociedad constituída de este modo sería justa y humana... (Manuel Recober.)

Como ningún hombre vino a la tierra con el privilegio sobre los demás hombres, no creo sea justo que ninguno de ellos haga responsables a los demás de los errores de la naturaleza, que no concede a todos los individuos las mismas facultades para producir ni las mismas necesidades para subsistir... (Agustín Sineriz.)

Creo que siendo yo un hombre, soy por dicho motivo igual en mis derechos y deberes a los demás hombres... (Cecilio Fernández Zamorano.)

Hoy el hombre se figura que para ser independiente debe ser más instruido que los demás, y como los esfuerzos de cada individuo se dirigen a este objeto, sucede que la sociedad humana presenta el aspecto de una enorme pirámide muy agitada, cuyo cuerpo está formado por hombres en lucha feroz entre ellos para llegar a la cumbre. Todas las cabezas se dirigen a la cima, fijos los ojos, sin preocuparse de si los pies aplastan a derecha e izquierda. El mismo miedo de ser aplastado convierte el asalto en más sangriento y salvaje. De este modo asistimos a combates terribles, en que las conciencias que no tienen la fuerza o el valor vense forzadas a soportar todo el peso que gravita sobre ellas. Venido en una parecida sociedad, aprendí un oficio, y como pude logré ser un patrono en pequeño. Mi lugar en la pirámide era de los más bajos, y el peso que me aplastaba era demasiado pesado, para que yo pudiera alcanzar la cima. No obstante, empujado por mis intereses, sin perder nada de mi valor, continué esforzándome para ir subiendo. Pero al querer tomar aliento y buscar un arroyo en torno mío, sorprendióme ver la multitud numerosa que se mataba para alcanzar una sola plaza. La reflexión me hizo encontrar ridícula y ciega, una lucha tan encarnizada entre seres que la naturaleza ha hecho iguales... (G. P. 20.)

Llegado a la cuarentena de mi vida, sé que no podré alcanzar la tierra prometida, pero es tan bello el cuadro de las nuevas generaciones redimidas de la miseria y de la esclavitud, que es un consuelo combatir y hasta sufrir por la anarquía, la verdadera anarquía, la del amor... (A. N. 16.)

Las diferencias entre las clases deben desaparecer; deben desaparecer las diferencias sociales entre ambos sexos. Deben desaparecer el dominado y el dominador, el proletario y el burgués, para dar lugar a un solo tipo humano, el trabajador... (Z. B. 26.)

Viendo la desigualdad que existe en la sociedad y la miseria de que son víctimas los trabajadores, entreguéme al estudio de la cuestión social y acabé por comprender que el socialismo anarquista pondrá fin a estas injusticias... (Libertario.)

Soy anarquista-comunista porque me considero con los mismos derechos que los demás... (A. Klemencic.)

En esta época se sucedieron las bombas de Haymarket, en Chicago, y el célebre proceso... Cuando el horrible asesinato (ahorcamiento de los anarquistas de Chicago) fue consumado, juré en mi corazón defender la causa de aquellos hombres asesinados. (R. F. 24.)

A pesar de conservar aún la fe sincera en un buen Dios, las dudas sobre su bondad y su justicia, surgían en mi pensamiento infantil, de cuando en cuando... (W. D. 30.)

Una atenta lectura de estos extractos confesionales, demuestra muy bien la existencia en la mentalidad filosófica del socialista-anarquista, del carácter sentimiento de justicia. Obsérvese que la nacionalidad no influye de ningún modo en la expresión de este sentimiento de justicia, tan pronunciado en los ingleses como en los españoles, en los franceses como en los italianos, en los suizos como en los judíos rusos. Tampoco influye la posición social, ni para exagerarlo ni para atrofiarlo, pues bien diversas son las profesiones de estos individuos. Por otra parte, puede también observarse que este carácter psíquico no está tan desarrollado como el altruismo y el espíritu de rebeldía. En algunos, el sentimiento de justicia está casi en estado embrionario, en un estado menos de desarrollo, y entonces el individuo no se da cuenta de que los fenómenos sociales hieren su ideal de justicia. El mismo individuo tiene consciencia -percibe- de que estos mismos fenómenos hieren su sentimiento de amor a los demás, pero no tiene idéntica conciencia respecto su sentimiento de justicia, menos desarrollado. Por esto no nota su lesión. De ahí podemos deducir que en la mentalidad filosófica del socialista-anarquista, existe el sentimiento de justicia, pero que a veces está en un estado embrionario tal, que es necesario un atento examen para descubrirlo.

Hemos visto que, racionalmente, a consecuencia de los precedentes caracteres psíquicos, se deducía la existencia del carácter mental sentimiento de justicia. Hemos visto que de la observación se deducía la existencia de este mismo carácter. El análisis de las doctrinas profesadas revela asímismo que sus adeptos deben poseer esta misma característica psíquica. En efecto, estas teorías, que figuran en publicaciones de idioma diferente, hacen un llamamiento al sentimiento de justicia, hablan en nombre de un cierto ideal de justicia, critican, por injustos, ciertos fenómenos sociales, tendiendo a hacer crecer en los encéfalos humanos el sentimiento de justicia y dar a sus individuos una noción más elevada -según sus autores- de la justicia.

Los siguientes fragmentos, que tomamos de las publicaciones de propaganda, demuestran que efectivamente es así:

El derecho al bienestar, he aquí lo que reclaman los anarquistas. Para asegurarlo a todos los seres humanos predican la abolición de la propiedad, de la autoridad y de todas las actuales instituciones, que son injustas, porque solamente sirven para mantener a la mayoría trabajadora bajo el yugo de una minoría ferozmente egoísta... En la sociedad comunista-anarquista, toda injusticia social desaparecerá, por consiguiente, nosotros reconoceremos la superioridad de los individuos más desarrollados, pero sin que por ello les hagamos un mérito, pues sería ilógico e inútil... En el comunismo anarquista cada uno producirá según sus fuerzas y recibirá lo que sus necesidades reclamen... (Los anarquistas y lo que quieren, págs. 10, 19, 21.)

... Por nuestros pulmones tenemos el derecho de respirar, por nuestro estómago el derecho de comer, por nuestro cerebro el derecho de pensar, por nuestra lengua el derecho de hablar, por nuestras orejas el derecho de escuchar, por nuestras piernas el derecho de ir y venir. Y tenemos derecho a todo esto, porque por nuestro ser tenemos el derecho de vivir... porque esto constituye la vida. Éstos son los verdaderos derechos del hombre. No hay necesidad de decretarlos; existen como existe el sol. No están escritos en ninguna constitución, en ninguna ley, pero están escritos con caracteres indelebles en el gran libro de la naturaleza y son imprescriptibles... Por el hecho de nuestro nacimiento somos copropietarios del entero universo, y tenemos derecho a todo lo que existe, a todo lo que ha sido y será. Cada uno de nosotros adquiere por su nacimiento el derecho a todo, sin otros límites que los que la misma naturaleza le impone, es decir, el límite de sus facultades de asimilación... Pero mientras no hayamos hecho todo lo posible para que podamos, nosotros, los excluidos, los parias, vivir sin asimilarnos constantemente a los elementos que tomamos del gran todo, nosotros tendremos el derecho, como vosotros, a este gran todo y a cada uno de sus partes, puesto que hemos nacido como vosotros, a vosotros somos semejantes, como vosotros poseemos órganos y necesidades, y tenemos derecho a la vida y a la felicidad igual que vosotros... Pero el triunfo de la filosofía natural está asegurado, pues es superior a toda otra teoría filosófica, a toda otra concepción moral, porque ella no reivindica un derecho para unos, que no lo reivindique igualmente para los demás, y siendo la absoluta igualdad, lleva en sí misma la absoluta justicia. (Declaraciones, Etiévant, págs. 18,19, 20, 24.)

Nosotros partimos del principio que cada individuo debe trabajar y poseer tanto bienestar como sean posibles. Un hombre no puede vivir en este mundo sin trabajar; si no trabaja, tendrá que vivir del trabajo ajeno, lo que es injusto y nocivo. Pero seguramente vosotros comprendéis que cuando digo: todos deben trabajar, quiero decir: todos aquellos que puedan. Los inválidos y los viejos han de estar a cargo de la sociedad, porque los sentimientos humanos nos impiden dejar sufrir a nadie... Pero las cosas de primera necesidad (pan, agua, habitación, etc.) deben estar aseguradas a cada individuo sin ocuparnos de la cantidad de trabajo que efectúe. Sea la que fuera la organización adoptada, la herencia dejaría de existir, porque no es justo que uno nazca rico y que otro nazca para verse condenado a hambre y opresión perpetuas. Más aún: si admitimos que cada uno es absolutamente dueño de lo que produce y logre hacer economías, éstas, a la muerte de su propietario, deben volver a la comunidad. Los niños deben mantenerse e instruirse a costa de todos, de modo que se les procure el mayor desarrollo e instrucción posibles. Sin esto no puede existir ni justicia ni igualdad, y el principio del derecho de cada ser a los instrumentos del trabajo, estaría violado. No basta dar a los hombres la tierra y las máquinas, si no se les pone en condiciones de servirse de ellas lo mejor posible... En lo que atañe la verdad y la justicia, el número nada tiene que ver. Uno puede estar en su derecho contra cien mil, contra todo el mundo... De este modo los principios de igualdad y de justicia sobre los que ha de estar basada la sociedad, no estarán violados... (E. Malatesta, A Talk about anarchist communism, págs. 7, 8, 28.)

El obrero reclama su parte a las riquezas que produce... y no tan sólo reclama un poco de bienestar adicional, sino su pleno derecho a los goces que derivan de la ciencia y del arte. Estas reclamaciones... principian actualmente a formularse por una minoría que crece más cada día entre los trabajadores de la industria y de la tierra: conformes con nuestros sentimientos de justicia, estas reclamaciones encuentran apoyo en una minoría cada día más creciente hasta entre las clases más privilegiadas... En fin, la injusticia de vuestra distribución de las riquezas, ejerce el más deplorable efecto sobre nuestra moralidad... De ahí sacamos en conclusión que los medios de producción y de satisfacción de todas las necesidades de la sociedad, habiendo sido creados por los esfuerzos comunes de todos, deben estar a disposición de todos. La apropiación particular de las cosas necesarias a la producción, ni es justa ni es buena... La común posesión de las cosas necesarias a la producción implica la común satisfacción de los frutos de la común producción; y nosotros consideramos que una organización equitable de la sociedad, únicamente puede establecerse cuando hayamos abandonado el salario; cuando cada uno, constribuyendo al bien común, para el pleno desarrollo de sus capacidades goce asimismo del común capital social para la más posible y completa satisfacción de sus necesidades... (P. Kropotkin, Anarchist-communism, págs. 18, 20, 21.)

Una moral completamente nueva se va desarrollando en los bajofondos sociales; moral todo amor y justicia, por la cual millares de desheredados dándose la mano a través de las fronteras, se llaman hermanos... En nombre de la ley moral, ha comenzado actualmente la lucha decisiva que irrevocablemente tiene que poner a toda ley, a toda apariencia de tiranía, de egoísmo, lucha furiosa... que prepara una nueva era de paz y de justicia. El día en que el despotismo, el privilegio, la corrupción, la baja envidia... que millares de años acumulados de poder civil y religioso han producido, no tendrán ya razón de ser, desaparecerán; la ley moral natural... vivificada por el más puro rayo de la verdadera justicia dará frutos que el pensamiento humano ni siquiera puede concebir... (Eduardo Milano, Primer paso hacia la anarquía, págs. 46, 47.)

La anarquía quiere que el mundo esté fundado sobre las sólidas bases de la justicia, y no de otro modo... Si los hombres se han acostumbrado al despotismo y a la miseria, ¿por qué no podrían acostumbrarse también al amor, a la igualdad y a la justicia? (Sergio de Cosmo, Anarquía, págs. 75, 76, publicado en el Segundo Certamen Socialista.)

Los extractos precedentes no dejan lugar a dudas. Demuestran que los teóricos del socialismo anárquico hablan en nombre de un ideal de justicia, y, por consiguiente, tienden a desarrollar en sus adeptos este ideal, a acrecentar este sentimiento de justicia en germen en la mentalidad de todo ser humano.

Resultado de toda esta demostración: en la mentalidad filosófica del socialista-anarquista, la existencia de los caracteres altruismo, sensibilidad e individualismo predetermina la existencia de la característica psíquica: sentimiento de justicia.

El análisis de las doctrinas descubre en sus adeptos la presencia de ese mismo carácter.

El análisis de las respuestas confesionales prueba en sus adeptos la presencia de dicho carácter.

Por dos caminos distintos, método racional y positivo, llégase a esta idéntica conclusión: existencia en la mentalidad filosófica del socialista anarquista de este carácter: sentimiento de justicia, el cual viene a añadirse a los predeterminados para especificar el estado esencial del socialista-anarquista.

A este punto de nuestro análisis, tenemos como caracteres psíquicos de la mentalidad específica del socialista anarquista:
Espíritu de rebeldía. Amor a la libertad.Amor al yo o individualismo. 4° Amor a los demás o Altruismo. 5° Sensibilidad. Sentimiento de justicia.

El socialista-anarquista es un rebelde, libertario, individualista, altruista, sensitivo y sensible, sediento de justicia.

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