Índice de Psicología del socialista-anarquista por A. HamonCapítulo III: Del amor a la libertadCapítulo V: Del altruísmo y de la sensibilidadBiblioteca Virtual Antorcha

CAPÍTULO IV

Del amor al yo o individualismo

Se pretende que la verdad escandaliza; pero es más útil dejar nacer el escándalo que hacer callar la verdad.
San Gregorio el Grande.

Acabamos de ver cómo el socialista-anarquista posee el carácter psíquico: amor a la libertad, es decir, que este individuo quiere vivir libre, sin someterse a ninguna ley social impuesta por la fuerza, ni a ninguna autoridad humana, fuera de la suya propia. De este amor a la libertad resulta que el socialista-anarquista tiene a empeño el que su ser se desarrolle libremente sin las trabas que fatalmente llevan en sí las leyes y la autoridad. Quiere que el individuo se desembarace de todos los obstáculos legales que impiden su expansión y hieren su Yo.

Este deseo de ser libre, sin las relaciones de las leyes y de la autoridad, este hambre de rebeldía contra las cadenas físicas o morales que atan al hombre, implican necesariamente el individualismo. Este carácter mental es el desarrollo puro y simple del egoísmo o amor al Yo, que todos los seres poseen más o menos, pues es una modalidad del instinto de conservación.

El socialista-anarquista es libertario; debe ser, por lo tanto, individualista. No puede dejar de serlo, nos dice la razón. El primer carácter psíquico amor a la libertad exige la presencia en la mentalidad filosófica de esta segunda característica individualismo. No podemos concebir un libertario que no sea individualista. Estas dos cualidades mentales hacen algo más que completarse; se confunden, si no siempre, casi siempre. Cuando un hombre quiere suprimir las leyes y niega todo poder del hombre sobre el hombre, es evidente que quiere también que el individuo sea su propio dueño. El individuo está emancipado de todos los prejuicios, de todos los andadores, de todas las trabas. Se desenvuelve libremente, se perfecciona libremente. El individuo es el rey y ningún otro individuo puede constreñirle a hacer lo que no le guste hacer. El individualismo es el resultado fatal del concepto amor a la libertad que la observación nos ha demostrado existe en las mentalidades socialistas-anarquistas.

Así, pues, la sola presencia en la mentalidad filosófica de los adeptos de los Most, Malato, Parsons, etc., del carácter amor a la libertad, basta para que lógicamente se deduzca la presencia de esta otra característica: Individualismo o amor al Yo.

Examinemos si el estudio de las doctrinas anarquistas permite descubrir este mismo carácter.

En presencia del presente sobrecargado del pasado, la anarquía, formada de la simple evidencia, niega la autoridad del hombre sobre el hombre y afirma la exclusiva soberanía del yo sobre el yo. La voluntad manifiesta la individualidad... Borremos nuestras leyes, las obedeceremos si son necesarias, no nos preocuparemos más de ellas si resultan arbitrarias. Toda ley que cada individuo no encuentre en sí mismo, que no sea la pura deducción de su integral realidad, modalizada por el medio ambiente, y toda ley fuera de sus indicaciones personales, le sería impuesta abusivamente. La rebeldía contra ella estaría siempre permitida, pues la fuerza puede siempre emplearse contra la fuerza... El hombre fue siempre una fuerza -un haz de múltiples componentes-; todas sus necesidades están incluidas en su ser; son la inmediata deducción de la fuerza, por otra parte modalizada como aparece evidentemente en el Yo. La moral eterna se deduce, pues, sin salir del Yo; lo que nos procede de otros, los recuerdos añadidos, son el elemento provisorio que su eternidad no sabría recoger. El Yo -el ser en el Yo- es el legislador absolutamente cierto, la anarquía no quiere aceptar otro... La sociedad está en el punto de convergencia de los individuos; se realiza por sí misma si cada uno solo se escucha a sí mismo y permanece inflexible a las solicitaciones distractivas del exterior. Cierra los ojos y verás a tus semejantes; obra tu propio bien y el bien común se encontrará que resulta de tu acción sabiamente interesada; permanece en tí y estarás en todos; sé egoísta y serás caritativo; sé individuo y serás sociedad... Los hombres corren hacia el mismo objetivo; que no vuelvan la cabeza ante los accidentes del camino; que deduzcan franca, pero integralmente, el Ser que les obliga; llegarán más pronto y juntos. Realiza tu solo ser y realizarás la humanidad; trabaja realmente para tí... trabajarás para todos. La caridad es lo que ha retrasado el mundo... la malhadada preocupación del vecino...(Daniel Saurin, El orden por la Anarquía, págs. 5-23-30-71-72, París, 1893, folleto in-18.)

El individuo libre, completamente libre en todos sus modos de actividad; he aquí lo que todos queremos... Negando la necesidad de los hombres providenciales, haciendo cruda guerra a la autoridad y reclamando para cada individuo el derecho y el deber de obrar solamente bajo su propio impulso, de no sufrir ninguna traba, ninguna restricción a su economía; proclamando la iniciativa individual como base de todo progreso y de toda asociación verdaderamente libertaria, la idea anarquista no se contenta únicamente con hacer creyentes, debe mirar, sobre todo, a hacer convencidos, que sepan por qué creen, por qué los argumentos que se les ha sumistrado, les han llamado la atención, y los han pesado, discutido, dándose cuenta de ellos por sí mismos, de su valor... El sufragio universal es un medio de ahogar la iniciativa individual que nosotros proclamamos, y que debemos, bien al contrario buscar el modo de desarrollarla con todas nuestras fuerzas. Es un instrumento de la autoridad, y nosotros perseguimos la emancipación integral de la humana individualidad; es un instrumento de compresión, y nosotros buscamos inspirar la rebeldía... Diciendo a los individuos que no se procuren dueños, que obren según sus propias inspiraciones, que no sufran compresiones que les obliguen a hacer lo que no quieran por parecerles malo, nosotros no podemos, so pena de ser ilógicos, aconsejarles que se doblen a las intrigas de los bastidores de un comité electoral... (Jean Grave, La Sociedad moribunda y la Anarquía, págs. 15-31-133.)

¿Decís, señor fiscal, que queremos sustituirnos a los dueños actuales? ¿Cómo podríamos decir tal cosa, nosotros, que no queremos conservar ninguna forma de gobierno; nosotros, que recomendamos a nuestros amigos que no tengan confianza sino en sí mismos individualmente; nosotros, que les invitamos a que no voten por nadie, ni siquiera por nosotros, que, como todos los demás, seríamos susceptibles de traicionarles si fuesen tan torpes de llevarnos a pesar nuestro al poder?... (Defensa de Tenneven, Proceso de los anarquistas de Viena, pág. 38.)

Esta igualdad de condiciones que no es incompatible con la infinita diversidad del carácter humano, la deseamos ardientemente y la consideramos indispensable; ofrece los únicos medios que permiten el desarrollo de la verdadera moralidad. Un hombre puede ser verdaderamente moral cuando es su propio dueño. De momento que ha comprendido lo que es equitable y bueno, toca a el dirigir sus propios movimientos, buscar en su conciencia las razones de sus actos y conformarse con ellas simplemente, sin temor de penalidad o esperanza de recompensa. (Eliseo Reclus, An anarchiston Anarchy, pág. 10, Londres, 1894, folleto.) (1)

En una sociedad en que haya desaparecido la distinción entre capitalista y trabajador, no hay necesidad de gobierno; sería un anacronismo, una cosa nociva. Los trabajadores libres exigen una organización libre, y ésta no puede tener otras bases que el libre consentimiento y la libre cooperación, sin el sacrificio de la autonomía del individuo al Estado interviniendo en todo... (Pedro Kropotkin, Anarchist Communism its basis and principles, pág. 8, Londres, 1891, folleto.) (2)

... Libertad para desarrollarse, para vivir natural y plenamente... El anarquismo quita todas las barreras que impiden el desarrollo natural del ser humano. Aparta de los recursos naturales de la tierra todas las restricciones artificiales, de modo que el cuerpo está alimentado, y de la universal verdad el obstáculo de los prejuicios y de las supersticiones, de modo que el cerebro pueda desarrollarse armoniosamente... (A. R. Parsons, Anarchism, pág. 171.)

Además, y es la principal razón para que no queramos ser gobernados, es necesario que los hombres cesen de ser un rebaño y que se habituen a pensar y a tener noción de su propia dignidad, de su propia fuerza... Para educar al hombre en la libertad y en la gestión de sus intereses, es necesario dejarle que obre por sí mismo, hacerle sentir la responsabilidad de sus actos, tanto en el bien como en el mal que de ellos derivan... (E. Malatesta, Entre campesinos, pág. 42.)

El comunismo se realizará, inevitablemente, porque los hombres econtrarán prácticamente que es útil, pero para que dé los frutos que de el esperamos, es necesario practicarlo con la mayor libertad. Cafiero y Covelli han escrito: De cada uno y a cada uno, según su voluntad, o en otros términos: Haz lo que quieras. Es la última fórmula del comunismo, en virtud del cual todos los individuos indistintamente podrían obtener la mayor cantidad de libertad imaginable posible. Es la fórmula que en su interés recíproco los trabajadores pronto hallarán que es conveniente ponerla en práctica. Haz lo que quieras. Solamente con esta condición cada individuo encontrará una existencia completa, desarrollándose en los límites de su naturaleza, y gozará intensamente de su propio yo... (Eduardo Milano, Primo passo all' Anarchia, págs. 24-25.)

El objeto de estas escuelas (en la Nueva Utopía) no es la formación de sabios enciclopedistas, cosa, por otra parte, imposible, dado el gran desarrollo que han alcanzado las ciencias. El plan de enseñanza no tiene otro objeto que dar a todos los hombres los conocimientos de los principios generales de las artes, de las industrias y de las ciencias, porque de este modo, cada uno puede libremente manifestar sus inclinaciones y consagrarse a la especialidad más en armonía con su temperamento, su carácter y sus afecciones. El discípulo no ignora lo que puede interesarle, todos los órdenes de conocimiento le son comunes, y así puede escoger, en conciencia, su profesión, a fin de entrar en el concierto social, como miembro útil a sí mismo y a sus semejantes... Los dos principios fundamentales del sistema social de la Nueva Utopía, son la libertad y la igualdad. Por la primera, el hombre usa de sus disposiciones naturales, emplea su actividad, aplica sus fuerzas sin obstáculo... El hombre siente, piensa y obra. Es un hecho de indiscutible evidencia. Todo obstáculo puesto a la libre manifestación de sus sentimientos, a la emisión de sus pensamientos, a la realización y disposición de sus obras, es un atentado contra la naturaleza, que ha querido garantizar al ser humano estos tres modos de producción individual y colectiva. Por la libertad inherente a su individuo, dirige sus sentimientos, publica y propaga sus pensamientos, hace y distribuye sus obras... El dispone cómo y cuándo le place de sus sentimientos, de sus pensamientos y de sus obras, de todas sus exteriorizaciones individuales... (Ricardo Mella, La Nueva Utopía, págs. 208-213-218.)

Estos extractos doctrinales bastan ampliamente para reconocer que los teóricos del socialismo-anárquico enseñan el amor al yo, el individualismo.

Todo descansa en el individuo, el cual debe esforzarse en ser él, obrar motu propio, sin dueño; ser fuerte y rebosar energía, como dice Kropotkin; tener solamente confianza en él, estar emancipado de todo prejuicio, de toda traba, ser autónomo, obrar por sí, como escribe Daniel Saurin. El individuo debe sin cesar desarrollarse, perfeccionarse. Cuanto más se acerque el hombre a la perfección -desde el punto de vista anarquista- mayor será la posibilidad de realización del ideal socialista-anárquico; cuanto más se mejore el individuo, más la sociedad -colección de individuos- podrá serlo también. De este modo el individualismo forma parte de la enseñanza socialista-anárquica. Se halla preconizado en Francia como en Inglaterra, en Italia como en España o en América. No obstante, se puede notar en estos extractos de los teóricos, que este individualismo es más pronunciado en las obras de los teóricos franceses. En éstos está más netamente afirmado.

Sea como fuere, la anarquía propaga el individualismo, y sus adeptos, por consiguiente, tienen que ser individualistas. Convencidos de la verdad de las doctrinas profesadas por los Spies, Merlino, Bakunin y Reclus, estos discípulos no pueden dejar de poseer en su mentalidad filosófica la característica: amor al yo.

Si no existiera en su mentalidad, estos individuos encontrarían falsas, malas, las teorías que preconizan este individualismo. El adoptarlas es porque las estiman justas, y entonces existe en ellos este carácter psíquico: individualismo.

Resulta de las páginas precedentes, que el método racional nos conduce -por dos caminos diferentes- a la afirmación de la existencia del carácter amor al yo, o individualismo, en la mentalidad filosófica, específica, de los socialistas-anarquistas. Busquemos si el método positivo confirma este resultado.

Aprendí a conocerme mejor, a mostrarme más orgulloso de mi dignidad de hombre... Comprendí que, mejor que el socialismo, la sociedad anarquista, es decir, armónica, era el único ideal que puede seguir el individuo, desembarazado de todos los prejuicios e intelectualmente emancipado... (S. 1.)

Cuando era pequeño yo no observaba, pero sentía en mi cerebro simple, audazmente lógico, que la familia legal era una institución mala, que bastardeaba las veleidades de iniciativa, comprimiendo la independencia de los niños, estigmatizando de una anulación indeleble sus facultades de originalidad, desarrollando al contrario en ellas la obediencia absoluta, el temor, el respeto ilegítimo, el disimulo y la hipocresía... Habiéndome interesado la evolución de la forma anárquica, fuí uno de los primeros propagandistas del individualismo como única razón de ser del anarquismo, a pesar y contra los iniciados absolutistas, que mejor se pegan a la letra que al espíritu y se escandalizan cuando ven miras personales en los temperamentos originales... (A. Veidaux.)

Era ella (la anarquía) la que respondía a mis aspiraciones de verdad, de emancipación; por entero me consagré a ella... (K. 11.)

Generalmente hablando, todos están acordes en encontrarme original en mis trabajos... (O.7.)

Es por un desarrollo, por una expansión progresiva de mi yo, adquiriendo sucesivamente conciencia de sus obstáculos, por lo que he podido, al fin, llegar... Pero la vida moral se desenvuelve en el ambiente social; y ¿por qué no llegaría a sentir la necesidad, para que la armonía se establezca entre ambas, de dar a esta vida social el mismo principio de libertad como el suyo?... Llegado a este punto de vista de su expansión, el yo se apercibe de los límites que le impone una sociedad en que la fuerza material, es decir, todos los medios, todos los instrumentos de trabajo, de acción, de vida han sido desviados de la herencia común y acaparados por la debilidad moral. Por estos instintos y en razón de la misma potencia de su naturaleza, tenderá evidentemente al derroque de un orden tan ilógico y al advenimiento de un nuevo estado que permita, en fin, la vida humana, en todo el integral sentido de la palabra... (M. Pujo.)

Todo esto, seguramente, es muy anodino, pero yo creo que esta primera educación no fue extraña a la facilidad con la que más tarde estudié y comprendí todo lo que tendía a mi emancipación integral... (P. 10.)

Considero que cada individuo debe sin cesar esforzarse en mejorar moral e intelectualmente. Quiero decir, señor, que busco siempre el modo de ampliar mis conocimientos, desarrollar mi individualidad, en una palabra... Queriendo siempre perfeccionarme y aprender más, hice un viaje a los países escandinavos. Cambiando de ambiente, mi horizonte debía ensancharse, mi comprensión debía ser mayor... (Dr. H. 6.)

La sociedad aplasta al hombre so pretexto de protegerle. Gasta todos sus sentidos y comprime todas sus facultades cuando sólo existe para abrir los primeros a todos los fenómenos del mundo exterior y desarrollar los otros por medio de la iniciativa personal. La dificultad de vivir sólo de la vida material, ahoga sus aspiraciones, no dejando ningún lugar a sus sentimientos. No es un hombre, es simplemente una rueda. ¡Triste ironía! Su felicidad es el objetivo que le habéis hecho entrever y sólo conseguís la anulación del ser... (B. 2.)

Entonces me puse a estudiar. Quería aumentar mis conocimientos, desarrollarme... Leí... (D.3.)

Un amigo, viejo anarquista, me hizo notar que mis convicciones individualistas en estética, atenuadas en parte por mi creencia en la aristocracia del arte, no podían ser completas, si no me tomaba la pena de adquirir una concepción integral de la vida. En algunas frases simples, me explicó la anarquía... (A. Retté.)

Razones que me han conducido a la anarquía: primera, necesidad de independencia; segunda, el amor y el respeto a mi arte, el cual, cuando no existan los bajos motivos (dinero, condecoraciones, recompensas, falsa gloria, ricos matrimonios, etc.) que llevan tantas nulidades a llamarse artistas, únicamente lo ejercerán aquellos que tengan fe... (J. 5.)

Instintivamente tengo el temperamento anarquista, pero yo hubiera podido limitarme a este egotismo extendido que tiende simplemente a libertarse de las cadenas de que nos vemos cargados o amenazados. ¿Qué es lo que me ha desviado?... (Bernard Lazare.)

Esta concepción libertaria (comunista-anarquista), era, en fin, la buscada solución, pues asegurando el bienestar material de los hombres por la apropiación común de todos los medios de producción, aseguraba también la satisfacción de todas las necesidades de la vida intelectual, puesto que al proclamar la autonomía, si no absoluta, la mayor posible, del individuo, permitía todas las formas posibles de la actividad humana... (Séverin L.)

Los artistas son, naturalmente, individualistas, pues que no pueden existir sino a condición de afirmar su personalidad... (M. 14.)

El placer de vivir mi vida solicitaba mis esfuerzos destructivos; hice y dije lo que me parecía bello y comprendí lo que era bueno... (L. Malquin.)

Soy opuesto a la absorción del individuo por el Estado, al sacrificio de la humana persona en beneficio de no sé que derecho social. No puedo ni por un solo instante aceptar un único Estado, aunque fuese comunista... Como Lafontaine, digo: Nuestro enemigo es siempre nuestro dueño...(T.D.M. 28.)

En estos extractos confesionales, procedentes de franceses, la afirmación del individuo es muy neta y no se presta a confusión alguna. Las respuestas que nos han dirigido los ingleses, irlandeses y escoceses, son en su conjunto menos precisas en lo que concierne al carácter amor al yo. No obstante, algunas son categóricas como las de los franceses. La lectura de los siguientes extractos permitirá comprobar estas diferencias y estas similitudes.

Soy un anarquista porque tengo necesidad de ser libre, usar de mis facultades tanto como me plazca sin dificultar la libertad de los demás... (G. Robertson.)

Porque creo que ningún otro estado de sociedad que el comunismo-anarquista... puede existir en el interés de cada individuo, miembro de esta sociedad. (D.K.C.M. 17.)

Soy una anarquista porque habiendo hecho y haciendo aún mi parte de trabajo en este mundo, afirmo mi derecho a poseer medios de vida más nobles que los que disfrutamos en la actualidad yo y mi familia; derecho a los medios y oportunidades para la más alta cultura física, mental y moral que el mundo puede ofrecer... El presente sistema es para mi marido el rebajamiento de su individualidad y su transformación en máquina, trabajando siempre 57 y a menudo 80 y 90 horas por semana, cuando el que lo emplea lo exige, y no obstante el salario da apenas el confort de la vida... (N.W. 19.)

Soy un anarquista porque niego al gobierno el derecho de limitar mis acciones por medio de leyes; creyendo que no existen limites a la acción individual mientras estas acciones no tiendan a dificultar en los demás el ejercicio de esta misma libertad...(T. W. Burner.)

Soy anarquista-comunista porque el sistema da al individuo la mayor cantidad de libertad que puedo concebir actualmente... (A. Bird.)

Porque no me contento con aceptar la opinión corriente en sea lo que fuere que me interese, pero me veo impulsado a examinar las cosas por mí mismo... (H.12.)

Fue una fortuna para mí entrar en la vida con una educación laica. Mi padre era un discípulo de J. J. Holyoake, y por esto tuve la ventaja desde mi infancia de haber leido y entendido los principios del partido del libre pensamiento. Es una gran cosa principiar la vida con un espíritu libre de los dogmas de la teología y de las nieblas de la superstición y esta ventaja la tuve... (A. M. 27.)

Me califico de anarquista porque siento un horror mayúsculo por toda coacción, sea cual fuere, de mi semejante sobre mí... (A.Z. 23.)

Sin libertad es imposible a la más noble y mejor parte de nuestra naturaleza, encontrar su expresión y su satisfacción. El monopolio de la tierra y del capital detiene todo desarrollo de la raza humana; creo que el deseo de independencia es natural en el hombre, y todos quieren ser libres de obrar independientemente o en grupos, según las circunstancias indiquen... (J. Tochatti.)

Creo que con el aumento de los conocimientos y el desarrollo de las fuerzas (razón e inteligencia) que hacen vivir la sociedad, el pueblo aprenderá, en fin, que puede organizar la producción y la administración según sus necesidades, y sin este órgano nocivo llamado gobierno... (G. R. 22.)

Por las líneas que preceden se ha podido ver que los ingleses, irlandeses y escoceses expresan menos categóricamente su individualismo. A menudo se manifiesta bajo una forma indirecta. Puede que tengamos que ver aquí la influencia de costumbres tan individualistas que no sea necesario afirmar este individualismo. Seres acostumbrados a buscar siempre el desarrollo de su individuo y encontrando, según ellos, en la forma social actual un ambiente más o menos apto a este desarrollo, no tienen necesidad de apetecer una sociedad en la que se halle este desarrollo.

No se desea una cosa cuando se tiene. En la Gran Bretaña es muy grande la libertad legal, el individualismo está muy extendido en las costumbres, y los socialistas-anarquistas de esta región, como no están tan abrumados por la autoridad, son más libres, son más ellos mismos, no sienten la necesidad de reaccionar en sentido contrario, o sea: afirmar su individualismo. Aunque se tenga que tomar en cuenta estas observaciones, debemos hacer constar que este individualismo existe y hasta tiene un alto grado de desarrollo, que algunos, la mayoría, notan este sentimiento, sea directamente o sea bajo una forma indirecta. Este mismo caracter individualismo se manifiesta en los siguientes extractos provinientes de belgas, suizos, judíos rusos, americanos,etc.

Me fuí a Verviers, uno de los centros más industriales de la comarca, para comenzar mi vida de presidiario en las cárceles llamadas fábricas; he ahí en qué infectos ambientes he crecido, ambientes pestilenciales que matan al individuo antes de su florecimiento natural... (Carlos Hansenne.)

No creo que me haya vuelto anarquista. Desde tiempo inmemorial, no me acuerdo haber aceptado o sufrido la autoridad, ni siquiera la de aquellos que estaban investidos... (A.B.G.21.)

Soy anarquista-comunista, porque mi independencia de carácter me ha hecho desear siempre la independencia de todos, es decir, independencia absoluta... No obstante, personalmente, poco he sufrido por su causa (la autoridad), tal vez a causa de mi independencia de carácter y de una gran movilidad de actividad... (Ph. Lelièvre.)

Una vez terminado mi aprendizaje, corrí un poco de mundo, y trabé relaciones con el mundo internacional de la época. Naturaleza impresionable y sedienta de justicia, vi que el número de los que eran víctimas de la sociedad era inmenso. Esto me hizo sufrir y observar a mi alrededor... (A. Nicolet.)

Poesía y conservaba el amor a la independencia, sin odiar al dueño... (E. D. H. 25.)

Entonces me volví anarquista, es decir, un hombre... esta acción está determinada por sus efectos probables sobre él mismo y que sacrifica una parte de su independencia. Como esto es necesario en sociedad, no por amor a esta sociedad, sino para obtener sus ventajas que son el resultado de la asociación, estos conforts que no se alcanzan por los esfuerzos aislados... (O. Gutzkow.)

...Juzgo que es opuesto a la naturaleza humana que uno reine sobre otro. Por esto soy anarquista... (J. Methoffer.)

Es por esto por lo que soy anarquista, porque deseo destruir toda forma de gobierno de la humanidad por el hombre. No obstante, para esto, yo no quiero avanzar más rápidamente que la masa del pueblo no pueda concebir la verdad de las proposiciones que he establecido. Si el gobierno pudiera ser destruido hoy mismo, habría otro en su lugar mañana. Por esto opino que el problema que hay que resolver es el de la inteligencia contra la ignorancia. Y la solución reside en el llamamiento a esta inteligencia en lugar de a la pasión y los prejuicios... (W. H. Van Arnum.)

Soy anarquista-comunista porque considero tener los mismos derechos que cualquiera otro. Por objetivo tengo mi pleno desenvolvimiento físico y psíquico, que considero necesarios para establecer mi individualidad autónoma en la asociación voluntaria... (A. Klemencic.)

Desde mi infancia, mostré una gran tendencia al estudio. Era la mayor ambición de mi vida, y muchas veces he llorado, al considerar que algunas de mis amigas frecuentaban la escuela y aprendían muchas cosas, mientras yo nada sabía... Desde entonces me consagré a los estudios con extraordinario ardor, con gran satisfacción de mis profesores y especialmente mía... (W. D. 3.)

A la edad de 13 años, tuve que afrontar un verdadero asalto de mis padres, muy religiosos, asalto que terminó, gracias a la persistencia de la juventud, convirtiéndome en un luchador por la vida. Mi querella con mis padres, a causa de mi irreligiosidad, advirtióme que yo debía estar versado en todas las ciencias, por las que sienten horror los judíos muy religiosos... En la misma época aprendía yo mismo todo lo que podía; era un devorador de libros y en dos años no hubo libro de economía y de política que yo no hubiese leído... Pasaron años y me preparaba a ingresar en una universidad rusa, a los veinte años, y toda mi ambición estribaba en querer distinguirme en las ciencias... (R. F. 24.)

Después de la lectura de los extractos precedentes -aunque Ph. Lelièvre, O. Gutzkow, A. Klemencic, y R. F. 24, sean muy claros en sus confesiones- se comprueba que el deseo de individualismo es menos pronunciado en todos estos individuos de nacionalidades diferentes que en los franceses. En los judíos rusos, sometidos a leyes y costumbres duras, el interés de aprender para libertarse, individualizarse, aparece fácilmente en W. D. 30 y R. F. 24, cuando en los americanos (Van Arnum), los holandeses (J. Methoffer), que gozan de una gran libertad, este sentimiento sólo se revela indirectamente cuando se leen cuidadosamente sus declaraciones.

Estudiando las respuestas de los italianos se observa el mismo fenómeno que en los franceses, es decir, una neta notación de la característica: individualismo.

Los espíritus deben tener el campo libre para los estudios científicos y naturales, para desarrollarse y progresar... (Z. B. 26.)

Pero lo que más contribuyó... a formar mi convicción, fue un odio sin límites a todo mando... (A. Agresti.)

Algunas trabas me ataban aún a la religión; sin embargo, la duda crecía en mí cada día más, la duda de que yo había sido víctima de creencias engañosas. Las ideas patrióticas no sé cómo estaban adormecidas. Continuamente me esforzaba en saber si yo debía creer, a mi razón, que no estaba en todo acorde con las creencias que me habían inoculado desde mi más tierna infancia... Cando atormentado siempre por mi estado de alma irresoluto, próxima la Pascua de 1873, tuve la idea de ir a Palestina, a la Tierra Santa, esperando que allí, sobre la tumba de Cristo, podría encontrar mi tranquilidad. En seguida ejecuté mi proyecto. Partí de Alejandría y llegué a Jerusalén, albergándome en el convento de San Salvador. Estuve cerca de un mes en Palestina. LLegué buen cristiano y marché completamente incrédulo. La curación de mi locura religiosa fue completa. Al llegar a Palestina creí encontrar los lugares santos llenos de amor a Dios, de fraternidad, y ¡qué decepción! La simonía, las canalladas, las maldades más grandes estaban a la orden del día entre los sacerdotes de las diversas sectas religiosas que debaten en la iglesia del Santo Sepulcro. Allí se baten de continuo y los soldados turcos separan a los combatientes a culatazos. Se amontona a los peregrinos en confusión de sexo de modo horrible. Los más pobres se ven tratados a bastonazos, cual perros, por sus mismos sacerdotes; los ricos reposan en las habitaciones de los conventos. Aunque los curas católicos hayan hecho voto de castidad, traban relaciones con las peregrinas en pleno día, sin preocuparse del escándalo. Es un verdadero lugar de orgías... Es verdad que me curé de mi enfermedad religiosa, pero aumentó mi misantropía... Llegado a los veinte años tuve que ingresar en filas, muy a mi pesar, dejando a mi novia. Una vez militar, no encuentro palabras suficientes para explicar lo que sufrí al principio. A menudo lloraba de rabia, viéndome, yo que siempre había sido independiente, reducido al estado de máquina. Seguramente hubiera desertado, si, bastante instruído, y conociendo el francés, no me hubiesen dado un empleo en el estado mayor, donde acabé el servicio... (A. N. 16.)

Los hombres, al obrar todos para su propia felicidad individual, en su actividad se molestan mutuamente y son desgraciados, porque todos encuentran obstáculos a la satisfacción de sus necesidades. Para ser dichosos deberían ser independientes y poder, en el libre desarrollo de su autonomía, realizar su felicidad. Buscando la realización de mi independencia, es como me volví anarquista... (G. P. 20.)

Examinemos, en fin, los extractos de españoles y portugueses.

Reglamentar mi libertad, me dije, con el pretexto de garantizarla, es atentar contra ella; mis derechos, igual que los de los demás individuos, son imprescriptibles e ilegislables; entonces supe lo bastante para que pudiera hallar placer en la lectura de los periódicos anarquistas... (Francisco Freixas.)

Soy anarquista-comunista porque soy hombre de ideas libres... (Rómulo Fustiz.)

La primera causa que me hizo anarquista fue mi curiosidad de leer los periódicos y algunos libros... Como he visto que nada me han enseñado para... ayudarme a hacerme hombre, que se me privó del derecho de hablar y de escribir a mi modo, de ir donde quisiera... Ellos (los burgueses) sólo se ocupan de mantenerme en la ignorancia y aporrearme... (Ignacio Jaquetti.)

Soy, pues, anarquista-comunista, porque el comunismo-anárquico proporciona los medios de satisfacer sus necesidades a todos los individuos, y esto independientemente de su capacidad de producción; por consiguiente, deja abierto el camino a la ciencia, al progreso, a la civilización... Yo reflexioné sobre las condiciones miserables de mis compañeros de trabajo, de mi familia y aun de mí mismo... (Mariano Lafarga.)

... Aprendí en los hombres de ciencia que anarquía significa nada de gobierno, y emancipación humana... (Juan F. Lamela.)

Yo soy un ser, y por esto, ser viviente, tengo un perfecto derecho a ser, a vivir... (Joaquín Luis Olbes.)

Volvíme anarquista cuando comprendí lo que más arriba dejo dicho (nocividad de la autoridad); lo comprendí al reflexionar sobre mi situación de esclavo asalariado... (C. Oller.)

El comunismo libre tiende a que todos satisfagan sus necesidades... Partidario del estudio... Leí periódicos anarquistas que me gustaron, abonéme a ellos y me procuré libros y folletos... (Palmiro.)

Me volví anarquista, gracias a este estudio continuo, aunque sin orden, al cual fuí conducido desde mi infancia por mi amor a la lectura... (José Prat.)

A causa de mi temperamento me sentí atraído por las ideas revolucionarias, aficionéme a la política, y, joven aún, fuí republicano... Siempre dispuesto a progresar, tuve las primeras nociones de anarquía propagada por otros compañeros de trabajo... (Manuel Recober.)

Creo que, siendo un hombre, soy por esta causa igual en todos mis derechos y asimismo en mis deberes a los demás hombres... (C. Fernández Zamorano.)

Deseo que mi firma sea pseudónimo Libertario. (Libertario.)

Ví en la práctica de los principios comunistas-anarquistas la integral libertad individual... (Goncalves Vianna.)

Estos extractos, así como los que les preceden, revelan el carácter mental: amor al yo o individualidad. Según cada individuo, según cada nacionalidad, esta tendencia está más o menos acentuada. Los socialistas-anarquistas de origen español o portugués, los de origen italiano, expresan su individualismo con mucho menos vigor que los anarquistas de origen francés. Todos, sea cual fuere su nacionalidad, son libertarios, pero el individualismo, que es la necesaria consecuencia de este libertarismo, sólo se revela netamente en los franceses y en algunos individuos de otras naciones.

Es necesario, ciertamente, ver en esto una influencia de las costumbres, como dejamos dicho, pero esta influencia de las costumbres no está sola. En efecto, nosotros creemos que en esta no-afirmación del individualismo obra la influencia profesional sobre los individuos. Las respuestas que emanan de anarquistas franceses proceden de individuos por regla general más intelectuales que los de origen español que nos respondieron. El obrero manual, mucho menos que el literato, el artista y el sabio, puede categóricamente afirmar su personalidad, demostrar que cultiva su yo. Puede hacerlo -y de hecho lo hacen los socialistas-anarquistas-, pero es muy difícilmente perceptible. Es necesario analizar muy minuciosamente estas respuestas de obreros, gente poco ilustrada que escribe malamente, tanto en estilo como en ortografía, que se repiten bajo formas casi idénticas, para ver que estos individuos miserables, que sienten la inquietud del incierto mañana, desde su infancia han tenido la voluntad de aprender y de estudiar. En un ulterior capítulo demostraremos, por medio de la observación, este deseo de conocer, tan intenso en el pintor, en el literato, en el médico, como en el zapatero, en el obrero del campo, en la cocinera y en el albañil. Esta sed de saber significa claramente en los que la poseen un inconsciente o consciente deseo de cultivar su yo, de individualizarse.

En el intelectual, poseedor de una cultura literaria, artística, científica, esta cultura del yo es consciente, la expresa, ya lo hemos visto; en el ser inculto, inhábil para expresar las dificultades de su pensamiento, esta incultura es inconsciente y no la expresa. De ahí deriva la influencia de la profesión -de la clase social asimismo- sobre la expresión del individualismo. La lectura de los pasajes que sacamos de las confesiones demuestra también cuanto el amor a la libertad y el amor al yo se mezclan y confunden. Esta confusión es tan íntima, que aquí también solamente los intelectuales expresan sus ideas y sentimientos, diferenciando un poco este amor a la libertad de este amor al yo. Nadie ha de extrañarse de esta confusión general, puesto que el solo carácter amor a la libertad nos ha permitido deducir racionalmente la existencia del carácter amor al yo. El desarrollo permanente del individuo no puede tener lugar sino con la libertad que constituye la vida, como escribe M. Pujo.

Así, pues, el análisis de las respuestas que se nos hicieron prueba la existencia del carácter amor al yo en los socialistas-anarquistas.

En resumen, método racional y positivo conducen al mismo resultado: existencia en la mentalidad socialista-anarquista del carácter psíquico amor al yo o individualismo.

Caracteres psíquicos constitutivos de la mentalidad socialista-anarquista:
Espíritu de rebeldía. Amor a la libertad.Amor al yo o individualismo.

El socialista-anarquista es un rebelde, un libertario, un individualista.

**NOTAS**

(1).- Este folleto es una reproducción de un artículo de la Contemporary Review, publicado en 1887.

(2).- Reproducción de dos artículos de la Nineteenth Century, Febrero y Agosto de 1887.

Índice de Psicología del socialista-anarquista por A. HamonCapítulo III: Del amor a la libertadCapítulo V: Del altruísmo y de la sensibilidadBiblioteca Virtual Antorcha