Índice del Bhagavad-gita de autor anónimoCapítulo quintoCapítulo séptimoBiblioteca Virtual Antorcha

CAPÍTULO SEXTO

El muy honorable prosiguió:

Quien, sin preocuparse del premio de sus actos, lleva a cabo todas las acciones que le impone su deber, es renunciante, es devoto; no el que no entiende el fuego (del sacrificio) ni practica ceremonias. Has de saber, oh hijo de Pandu, que aquello a que llaman renunciación es la misma devoción; pues nadie hay que llegue a ser devoto, sin haber renunciado a todo proyecto (interesado). El acto del anacoreta que desea remontarse a la devoción, es la causa (mediante la cual la alcanza); cuando el anacoreta ha llegado a la devoción, la tranquilidad que en ella disfruta es la causa (mediante la cual obtiene la emancipación final). Cuando el hombre no tiene afecto ni a sus actos, ni a los objetos de sus sentidos, y ha renunciado a toda intención (mundana), entonces se dice que ha ascendido a la devoción. Debe levantar su alma mediante sus propias fuerzas; no debe hacer nada por abatirla, pues él es el amigo de su propia alma y también el enemigo. Es amigo de su alma quien por ella ha sido dominado; porque el hombre debe estar en enemistad con todo lo que no sea del alma, como si realmente fuera enemigo. El alma del hombre que se domina y permanece tranquilo en el frío y el calor, en el placer y la pena, en la alabanza y el vituperio, está con el Ser Supremo. El devoto que, teniendo el alma satisfecha con la ciencia espiritual y con el discernimiento, medita en la substancia universal, domina sus sentidos y estima lo mismo un pedazo de barro, una piedra y una moneda de oro, se dice que practica la devoción. Quien aprecia por igual al amigo, al conocido y al enemigo, al indiferente y al neutral, al extranjero y al pariente, al bueno y al malo, es muy ensalzado. El que es devoto, debe ejercitarse continuamente, solo y en lugar solitario, en reprimir su alma y sus pensamientos, sin esperar nada, abandonando cuanto posee, estableciendo para siempre en un lugar puro su asiento, el cual ha de ser ni muy alto ni muy bajo, y teniendo allí una piel, una manta y una cantidad de huza (1). Allí, sentado, fijo su corazón en un solo objeto y reprimiendo sus pensamientos, sentidos y actos, debe entregarse a la devoción, para lograr la purificación de su alma. Manteniendo erguidos su cuerpo, cabeza y cuello, y permaneciendo inmóvil, debe mirar la punta de su nariz, sin dirigir la vista a otro lugar. Debe permanecer quieto, con el alma tranquila, sin miedo, cumpliendo el voto del Brachmacharin, reprimiendo su corazón, unido a mí con su pensamiento y dirigiendo hacia mí toda su atención. El devoto que de este modo se ejercita constantemente con el corazón reprimido, logra la felicidad, que es la suprema extinción, o sea la unión conmigo. Ni hay devoción en los actos del que come mucho, ni en los del que no come; ni en los del que duerme mucho, ni en los del que mucho vela, oh Arjuna. En los actos del devoto que se ejercita moderadamente, del que come y ayuna con moderación y del que duerme y vela lo conveniente, está la devoción, que mata todas las penas. Cuando, habiendo dominado su pensamiento, lo reconcentra en sí mismo y permanece indiferente a todos los deseos, entonces se dice que está practicando la devoción. Como la luz de una lámpara resguardada del viento no oscila ..., tal es la imagen que se recuerda del devoto que, habiendo dominado su pensamiento, se entrega a la devoción del espíritu, en aquellos momentos en que pone en éxtasis su pensamiento encerrado en el ejercicio de la devoción; y también, cuando contemplando su alma con su alma, se regocija consigo mismo y experimenta un infinito deleite, que sólo puede ser percibido por la inteligencia, porque está fuera del alcance de los sentidos; en el cual deleite, permaneciendo estático, no se aparta de la realidad absoluta. Logrado tal deleite, considera que no hay adquisición mejor, pues, permaneciendo en él, no le causa impresión ni aun el mayor dolor. Debe saber entonces que la ausencia de toda conexión con la pena, conocida con el nombre de Yoga (2), sólo puede ser alcanzada realmente por aquél cuyo pensamiento se abisma en la meditación. Quien ha renunciado enteramente a todos los deseos que nacen de su imaginación y reprimido con el corazón todos los sentidos, en todas las direcciones (que éstos puedan tomar), poco a poco debe quedar en reposo con su entendimiento dotado ya de firmeza; y poniendo en el alma su corazón, no debe pensar en ninguna cosa. Siempre que el corazón, voluble y débil, se saliera (3), debe sujetarlo y conducirlo a la autoridad del alma, porque la suprema felicidad se va acercando hacia el devoto, que, habiendo pacificado su corazón y sosegado la cualidad del mal, participa de la naturaleza del Ser Supremo y está sin pecado. El devoto que está exento de pecado y en constante devoción, disfruta fácilmente de la unión con el Ser Supremo, que es la mayor felicidad. El que está en el ejercicio de la devoción, viendo una misma cosa en todos los seres que existen, observa que su alma está en todos los seres y todos los seres en su alma. No desaparezco yo de la vista de aquel que me ve en todo lugar y en mí ve a todos los seres; ni tampoco él de la mía. El devoto que, fijo en la contemplación del Ser único, me adora como existente en todos los seres, existe en mí, cualquiera que sea el estado en que se halle. Mas, oh Arjuna, aquel que, por la semejanza que conmigo tiene, estima por igual a todos los seres, tanto en el placer como en la pena, es para mí, el más excelente devoto.

Arjuna preguntó:

Yo, oh matador de Madhu, no veo que sea posible mantenerse constantemente en la devoción, con esa igualdad de ánimo que tú has dicho, a causa de la volubilidad del corazón; porque es inconstante, oh Krishna, turbulento, poderoso y obstinado, creo que es más difícil de dominar que el viento.

El muy honorable contestó:

Sin duda ninguna, oh muy poderozo, el corazón es voluble y muy difícil de reprimir; pero con el ejercicio y la continencia se reprime, oh hijo de Kunti. La devoción es difícil de obtener por quien no se reprime; tal es mi opinión; pero puede obtenerla poniendo los medios el que, ejerciendo imperio sobre sí mismo, se esfuerza (en conseguirla).

Arjuna preguntó:

El incontinente que está dotado de fe, pero que, desviado su corazón de la devoción, no ha podido lograr la plenitud de la misma, ¿qué camino sigue (después de la muerte), oh Krishna? ¿Acaso, rechazado por el paraíso y la emancipación, perece como una nube disipada el que, no permaneciendo constante, se ha engañado en el camino que conduce al Ser Supremo? Debes, oh Krishna, disiparme esta duda, pues no encuentro otro sino tú que pueda hacerlo.

El muy honorable contestó:

Oh hijo de Pritha. Ni en este mundo, ni en el otro, debe éste perecer; porque nadie que obre con sinceridad puede ir a su destrucción. El hombre que no ha alcanzado la plenitud de la devoción llega a los mundos de la virtud; y, después de habitar en ellos durante años infinitos, viene a renacer en la raza de los brahmanes o de los Kshatriyas, o de nuevo viene a nacer en una familia de sabios devotos; pues un nacimiento cual éste es muy difícil de alcanzar aquí en el mundo. Entonces recobra la aplicación mental del cuerpo que tuvo en el nacimiento anterior, con lo cual, oh hijo de Kuru, se ejercita mucho más en lograr su perfección; porque, aunque sea contra su voluntad, es arrastrado por el ejercicio anterior; aunque tenga deseos de conocer la unión con el Ser Supremo, sólo llega a dominar la ciencia sagrada. Mas el devoto que, habiendo purgado sus pecados, persevera en su esfuerzo con energía, purificado con varias transmigraciones, recorre el último camino (4). El devoto es más estimado que los ascetas y también más que los que poseen la ciencia espiritual y que los que tienen fe en sus obras; por esto tú, oh Arjuna, sé devoto. Pero entre todos los devotos, es estimado por mí como el más devoto aquel que, lleno de fe, dirigiéndose hacia mí desde lo más íntimo de su corazón, me adora.

Tal es ... en el venerable Bhagavad-Gita ... el capítulo sexto, titulado:

LA DEVOCIÓN MEDIANTE LA PROPIA CONTINENCIA


Notas

(1) Poa cynosuroides, hierba que, sin saber por qué razón, tiene una gran importancia en muchos ritos y ceremonias de los indios, y especialmente en el sacrificio.

(2) Unión mística del alma con el Ser Supremo, en la que se funda la separación de todo lo que tenga conexión con el dolor.

(3) Es lo literal.

(4) Es decir, llega a la emancipación final, no teniendo ya que renacer.

Índice del Bhagavad-gita de autor anónimoCapítulo quintoCapítulo séptimoBiblioteca Virtual Antorcha