Parte once de El anticristo de Federico Nietzsche. Captura y diseño, Chantal Lopez y Omar Cortes para la Biblioteca Virtual Antorcha
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XI

Una palabra más contra Kant moralista. Una virtud ha de ser una invención nuestra, una defensa y una necesidad de uno mismo; en todo otro caso será simplemente un peligro. Lo que no es una condición de nuestra vida, la perjudica; una virtud derivada simplemente de un sentimiento de respeto frente al concepto de virtud, como Kant quería, es dañosa. La virtud, el deber, el bien en si, el bien con el carácter de la impersonalidad y de la validez universal, son quimeras en las que se manifiesta la decadencia, el último agotamiento de la vida, la cicatería de Königsberg (Ciudad en la que nació y murió Emmanuel Kant. Nota de Omar Cortés). Las más profundas leyes de la conservación y del crecimiento ordenan lo contrario; esto es, que cada cual encuentre la propia virtud, el propio imperativo categórico. Un pueblo perece cuando confunde sus deberes con el concepto de deber en general. Nada arruina más honda y más íntimamente que aquel deber impersonal, aquel sacrificio ante el Moloch de la abstracción.

¡Y no se ha considerado peligroso para la vida el imperativo categórico de Kant! Sucede que el instinto de los teólogos lo tomó bajo su protección. Una acción a la cual nos impulsa el instinto de la vida tiene en el goce la demostración de su justicia; mientras que aquel nihilista de entrañas dogmático-cristianas consideraba el goce como una objeción ... ¿Qué es lo que más rápidamente destruye a un hombre sino el laborar, pensar, sentir, sin una interna necesidad, sin una elección personal profunda, sin alegría, como autómata del deber? Esta es precisamente la fórmula de la decadencia hasta el idiotismo ... Kant se volvió idiota, ¡Y fue contemporáneo de Goethe! ¡Y esta araña funesta fue considerada como el filósofo alemán, y lo sigue siendo! ... Me cuidaré de decir lo que pienso de los alemanes ... ¿Acaso Kant no vio en la Revolución francesa el paso de la forma inorgánica del Estado a la forma orgánica? ¿No se preguntó si existía un hecho que puede ser explicado de otro modo que por una disposición moral de la humanidad, de suerte que con él, de una vez por todas, sea demostrada la tendencia de la humanidad hacia el bien? Respuesta de Kant: Eso es la revolución. El instinto que fracasa en todo y en todos, la antinaturaleza como instinto, la decadencia alemana como filosofía, eso es Kant.

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