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El fin del régimen transitorio de excepción.

Lo decretado el día 16 de diciembre de 1853 provocó, como era de esperarse, una profunda reacción en todos los rincones de la República puesto que se avizoraba la tendencia al establecimiento de una dictadura por parte de un régimen que era considerado únicamente como transitorio, esto es, un mal pasajero. Pero al decretarse que las facultades discrecionales con las que se le había investido alcanzaban el terrorífico grado de la atemporalidad, rápidamente amplios sectores de la población intuyeron que lo que se estaba consolidando era un régimen supradictatorial, y contra tal proyecto reaccionaron con energía.

La gota que derramó el vaso, o sea, que apuró a que los opositores se organizasen y actuasen, fue el decreto emitido el 9 de enero de 1854 en el que se creaba un impuesto por demás aberrante, cuyo fin era que el gobierno captase los recursos suficientes para hacer frente a los multimillonarios gastos que la Nación costaba el mantenimiento de un ejército mastodóntico que servía de garantía al régimen transitorio excepcional para mantenerse por tiempo indefinido en el poder.

En ese decreto se estableció un absurdo impuesto sobre las puertas y ventanas exteriores de todos los edificios existentes en la ciudad de México, las capitales departamentales, todas las poblaciones que tuviesen el título de ciudad o villa, las haciendas y los ranchos. Por supuesto que en el decreto se establecían diferentes tarifas de acuerdo a la ubicación e importancia de las fincas rústicas o urbanas. El pago del impuesto debería realizarse mensualmente.

Posteriormente se generaron otros gravámenes de parecida irracionalidad que vinieron a confirmar la sospecha que se tenía relativa al reforzamiento del aparato burocrático y militar con el objeto de mantener a raya cualquier intentona oposicionista.

Así las cosas, los grupos opositores, encabezados, entre otros, por los señores Juan Álvarez e Ignacio Comonfort expidieron, el 1º de marzo de 1854 el ahora famoso Plan de Ayutla, mismo que fue modificado 10 días más tarde, metamorfoseándose en el Plan de Acapulco que serviría de bandera para la penosa y larga lucha que los oposicionistas hubieron de desarrollar con el objeto de sacar de la presidencia de la República al General Antonio López de Santa Anna y a su camarilla.

Entre las medidas hacendarias implementadas durante los años de 1854 y 1855 por el régimen transitorio de excepción, podemos destacar las siguientes:

El 10 de febrero de 1854 se establece el uso de cuatro tipos de papel sellado con valor respectivamente de ocho, cuatro, un peso y otro por dos reales.

El 12 de febrero se decreta la prohibición de extracción de plata en los Departamentos que contasen con Casas de Moneda.

El 19 de marzo se establece un fuerte impuesto como derecho de circulación para la exportación de monedas de plata y oro por puertos y fronteras.

El 24 de agosto se fija el pago de un derecho por cada fanega de sal producida en las salinas mexicanas.

El 13 de diciembre se ordena el estanco de la nieve.

El 17 de marzo de 1855 se expide un decreto para el arreglo de las municipalidades.

El 30 de junio el régimen transitorio de excepción lleva a cabo el que a la postre será su último acto trascendental con la expedición de la Circular del Ministerio de Gobernación referente a los antiguos impuestos que las municipalidades podrían seguir cobrando.

Finalmente, el 9 de agosto de 1855 el General Antonio López de Santa Anna huye de México llegando a su término el régimen transitorio de excepción.


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